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viernes, 10 de agosto de 2012

Historia crisol 3 culturas en al-Ándalus. La mujer en la edad media


LA MUJER EN LA EDAD MEDIA



El principal problema que nos encontramos a la hora de definir la Historia de las Mujeres en la Edad Media, es su ausencia en las fuentes escritas, por lo que no es fácil rastrear sus actividades diarias, sus posicionamientos o pensamientos sino que lo poco que sabemos es a través de los escritos masculinos.
La Mujer en la Edad Media

Por eso hay que ser cuidadosos a la hora de tener o no por válida la imagen que los clérigos, los únicos que sabían escribir, dan sobre la mujer. A pesar de esta dificultad, hoy en día conocemos a grandes figuras como Leonor de Aquitania, Juana de Arco o Christine de Pisan, así como muchos elementos de su vida cotidiana: podemos conocer qué comían, a qué se dedicaban, cómo cocinaban, qué vestían, etc.

 Es realmente difícil determinar si hubo una evolución o un retroceso en la situación de la mujer en la Edad Media. Fueron diez siglos en los que la sociedad, la cultura y las costumbres sufrieron muchas variaciones. Por ejemplo, España comenzó el siglo VIII con tres religiones conviviendo: la judía, la musulmana y la cristiana, que son, además, tres formas distintas de pensar, entender, definir y construir a la mujer.



Si avanzamos en el tiempo, nos encontramos con una Europa - incluida España- cristiana, en la que la Iglesia va tomando poco a poco parcelas de poder; entre ellas, las referidas a la moral. Este orden se ve reforzado por un sistema social muy rígido, marcado únicamente por el nacimiento, donde las diferencias de clase son claras. Estos dos elementos, junto con la proliferación de obras que tratan sobre el carácter femenino, definirán la posición de la mujer a lo largo de la Edad Media.
 

La Iglesia tenía reservadas para la mujer dos imágenes que pretendía instaurar como modelo en una sociedad cada vez más compleja, que había que dirigir con mano de hierro si se quería controlar. La primera de ellas es la de Eva, que fue creada con la costilla de Adán y propició la expulsión de ambos del Paraíso. La segunda es la de María, que representa, además de la virginidad, la abnegación como madre y como esposa. Ambas visiones pueden parecer contradictorias pero no es sino la impresión general que tenemos de la época: lo ideal frente a lo real.
Adán, Eva y el Pecado Original en un capitel románico 

Ligado directamente a este aspecto, y teniendo en cuenta que la virtud más importante para la mujer es la castidad, la cuestión de la sexualidad es ampliamente tratada por el clero. Entorno a ella surgen distintos debates que siempre concluyen en el mismo punto de exigencia para la mujer: despojar al acto sexual de todo goce y disfrute para entenderlo como un deber conyugal, que tiene como objetivo la procreación. Es por tanto, sólo posible dentro del matrimonio y con el esposo, no estando permitida para la mujer, bajo pena de escarnio y muerte, las relaciones extramatrimoniales ni adúlteras. Lo que aún crea debate para los historiadores es si entre los matrimonios, y por tanto en la práctica sexual, existía o no el sentimiento de amor y si fuese así, qué sentido y dimensión tendría.


Si hacemos caso a los libros, el ideal de vida, de amor y de mujer era, como ya se ha visto, más idílica que real, en la que el Amor Cortés era el máximo exponente y la mujer la descrita en él: casta, prudente, trabajadora, honrada, callada y hermosa y sorprendentemente culta, capaz de entretener y sorprender a su caballero. No obstante, es posible encontrar diferencias entre las situaciones femeninas. Algunos historiadores apuntan que la edad es esencial a la hora de estudiar a las mujeres en esta etapa, ya que la sociedad exigía diferentes virtudes y comportamientos en cada momento de la vida.

Casagrande va más allá: en el mundo medieval infancia y adolescencia se unen en una sola etapa, la de la virginidad… es considerada una etapa transitoria, incompleta, preparatoria para la siguiente, que se caracteriza por la reproducción"

 Sexualidad medievalSi nos referimos al físico, como en los saberes y la literatura, se impone el modelo clásico: la figura femenina de las esculturas romana donde las mujeres poseen un vientre abultado y generosos pechos, símbolo de la fertilidad así como una figura algo redonda signo de su clase social. Además gusta la mujer de piel clara que no ha ennegrecido trabajando al sol, de cabellos rubios y rizados, limpios y cuidados. Si tenemos en cuenta las duras condiciones de vida y la casi inexistencia de cosméticos, podemos considerar que se impusieron unos cánones muy extremos, paralelos a la idealización que se hace del amor y de las relaciones de pareja. Posiblemente sea consecuencia de que es la visión que impusieron los hombres religiosos, lejos de la realidad, y por tanto, lejos de las mujeres reales de ese tiempo.


Desde el punto de vista social, podríamos hacer una triple diferenciación en cuanto a la posición de las mujeres en él: la mujer noble, la campesina y la monja. La primera de ellas era la única que podía gozar de grandes privilegios y la que, si fuese posible, podría alcanzar un mayor reconocimiento.
 

Era el centro del hogar donde se encargaba no sólo del cuidado de los hijos y su educación sino que también de la organización de los empleados que trabajasen para ellos, del control de la economía y en ausencia de su marido, bastante común en la época por las guerras o las cruzadas, o por quedar viuda, era la encargada, como administradora, de tomar las decisiones en sustitución de su marido. La realidad era, según algunos especialistas, que las necesidades que tenían en el del día a día nos permiten conocer ejemplos a través de documentos-diarios, contabilidades del hogar, permisos especiales, etc.- sobre ciertas mujeres que ejercían como lo hicieran sus maridos o que incluso podían llegar a alcanzar un gran poder social.
 

El día de la mujer noble podía llegar a ser agotador dependiendo de las posesiones que tuviese que dirigir, de sus empleados y del número de familia. De cualquiera de las formas, era un trabajo más complicado de lo que la literatura clásica ha dado a entender. No obstante, el dinero o el prestigio no hacía que estas mujeres fueran plenamente felices y es que se jugaba con ellas desde que eran utilizadas como moneda de cambio a través de las uniones matrimoniales, que servían para sellar pactos estratégicos o políticos, y así aumentar las posesiones de uno u otro hombre. A la mayor parte no se les permitía intervenir en política y, aunque eran las transmisoras de la dote, según la Legislación, no podían gozar de ella ni en su estado de casadas, solteras o viudas, porque pertenecían al padre, al esposo o al hijo.
 

Pero, sin lugar a dudas, era la mujer campesina medieval la que más duras condiciones de vida tuvo que soportar: dentro del hogar era la encargada de la cocina, de las ropas, de la limpieza, de la educación de los hijos, etc. Fuera de él debía ocuparse del ganado y del huerto, cuando no debía trabajar también en las tierras de cultivo. Si por el contrario la mujer residía en la ciudad, además de ocuparse de su familia y la casa, debía hacerlo del negocio familiar o ayudar a su marido en cualquiera de las actividades que éste llevase a cabo. Si ambos cobraban un salario, el de la mujer era notablemente menor, a pesar de que realizasen los mismos trabajos.

Este hecho es especialmente lacerante cuando la mujer es soltera o viuda y deja el hogar para trabajar, normalmente en el servicio doméstico- representa la mayoría-, en el hilado, o como lavandera o cocinera. Pero también lo hace, como decimos, en el campo como braceras o jornaleras.
 

Por último, la mujer que opta por dedicar a Dios su vida es una mujer que ha cometido pecados en su vida y quiere redimirse, o bien una segundona que ha visto cómo su dote se ha ido con una hermana mayor, o simplemente una mujer que ve el convento como salida a un casi seguro matrimonio pactado. Esta mujer ha sido la que más expectación ha generado en la historiografía, derivada de las particularidades de los conventos y la relativa libertad que se vivían dentro de ellos.
 

Un caso especial muy estudiado también, lo suponen las beguinas, mujeres que dedican su existencia a la religión pero que lejos de ingresar en un convento, mantienen su vida cotidiana fuera de éste. Estas mujeres pretendían tener un contacto inmediato con Dios, sin intermediación de la Iglesia, para establecer un diálogo directo con Él. Del mismo modo, se dedicaban a la defensa y el cuidado de los pobres, de los enfermos y los huérfanos, y a un campo poco común, el del conocimiento: traducían obras religiosas a lenguas comunes.

 Mujeres tocando instrumentos musicales en la Edad Media
La Educación es uno de esos campos en los que la mujer tiene cierto espacio en la Edad Media. Era ella, desde que la mayoría de la población es analfabeta, la encargada de transmitir la cultura y los conocimientos que poseía a los hijos y las hijas. Si nos referimos a las nobles, hoy en día sabemos que la mayoría de ellas sí cultivaron los saberes. Dominando la escritura y la lectura, aprendieron otras lenguas, se instruyeron en ciencias, y en música. Por el contrario, el acceso a la educación para las clases bajas fue mucho más complicado, especialmente en las zonas rurales.
 

De cualquier forma y a pesar de los conocimientos que tuviesen o su clase social, las instruían en la religión y las enseñaban a organizar un hogar. A las niñas plebeyas las iniciarán en la costura, el hilado y las tareas del huerto y el ganado y si tenían un negocio familiar, a las labores que debían desempeñar. A las nobles se las mostraba cómo dirigir al servicio así como buenos modales y el saber estar.

Las monjas eran las más afortunadas entre todas las mujeres si a la educación nos referimos ya que podían llegar incluso a conocer el latín y el griego y por tanto a leer y escribir. A pesar de que no era lo común, hoy en día sabemos de mujeres que retando a su tiempo, escribieron desde los conventos: Hildegarda de Bingen o Gertrudis de Helfta. Debieron enfrentarse a un cuestionamiento ya que se consideraban sin rigor por el simple hecho de ser mujeres.

Se las consideraba también con menor inteligencia, menos capacidades: las prescripciones o normas que debían seguir las mujeres, independientemente de su edad o clase social, se regían por libros de los monasterios o de la Antigüedad. Destacan las obras de fisiología que argumentaban que la diferencia entre sexos era una cuestión biológica: a las mujeres les atribuían unos humores fríos y húmedos, mientras que a los hombres se les consideraba calientes y secos, la perfección y medida de todas las cosas.

La naturaleza de las mujeres les hacía no sólo ser más débiles en los aspectos morales, sino también en los físicos, porque podía ser causante de todas sus enfermedades, entre ellas la menstruación -que no era sino todo aquello demoniaco que la mujer expulsaba por la vagina-.
Mujer medieval curando a un hombre


Estos tratados fisiológicos, junto con otros escritos sobre moral y costumbres, así como una regulación jurídica muy negativa para la mujer, hicieron de la Edad Medía, en su mayoría, una etapa oscura, de austeridad y de prohibiciones para la mujer, en la que su comportamiento estuvo medido por la institución de la Iglesia como único garante del buen orden social y vigilado por los maridos como ejecutores de las normas. Pero también hubo luces.


En la actualidad se han multiplicado los estudios sobre esta época y sabemos gracias al trabajo de muchas historiadoras, de grandes mujeres que retaron a su tiempo o de actividades en las que la mujer era el centro. Una de ellas era la medicina familiar de la que las mujeres, especialmente aquellas rurales, tenían un conocimiento de las plantas y los remedios que podían utilizarse para curar las enfermedades.
Chistine de Pisan, una de las mujeres intelectuales más famosas de la Edad Media
Es por tanto una etapa de luz y de sombras, de pasos hacia delante y hacia atrás donde, desgraciadamente, la posición de la mujer fue de inferioridad pero donde, las mujeres buscaban huecos, agujeros por los que salir.



(Autora del texto del artículo/colaboradora de ARTEGUIAS:

Ana Molina Reguilón

miércoles, 8 de agosto de 2012

Historia crisol 3 culturas. La moniria islamica de los reinos cristianos medievales: moros, sarracenos, m´´udejares

LA MINORÍA ISLÁMICA DE LOS REINOS CRISTIANOS MEDIEVALES: MOROS, SARRACENOS, MUDÉJARES


La existencia de mezquitas en todo el territorio cristiano era un derecho reconocido en todos los pactos de capitulaciones


Autor: Carmen Peres Callejón - Fuente: Webislam

 Bautismo forzado de moriscos

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Bautismo forzado de moriscosRecomendamos esta obra. Es el adelanto de una amplia tesis doctoral, que en un esfuerzo de divulgación, nos ofrece resumida Ana Echevarría Arsuaga, Profesora de Historia Medieval en la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en la Editorial Sarriá, puesta a disposición del público recientemente, en noviembre del 2004.

Esta tesis doctoral introduce un giro de 180 grados en la comprensión de lo que realmente fue nuestra Historia medieval, respecto a su población, por encima y por debajo de las batallitas.

La línea de investigación que sigue la Profesora Echevarría es la siguiente: No hubo expulsiones hasta 1610. Hubo protección en lo cotidiano por parte de los reyes cristianos, tanto en Castilla, como en Aragón, como en el reino de Navarra, como en Portugal, como en el reino de Valencia. Hubo acomodación de unos grupos a otros, porque así interesaba a la economía. Hubo convivencia pacífica entre la población. El motor que impulsó las conquistas de Castilla y de lo demás reinos, fue un motor económico. Les interesaba la paz y concordia en el pueblo para no sufrir desgastes inútiles. No hubo nunca un móvil de "cruzada". No; no hubo tal en el pensamiento, ni en los objetivos de un reino o territorio interior, como era Castilla, que trataba de expandirse, porque siempre hay quien desea el predominio por encima y a costa de los demás. Esos reinos cristianos se defendían y luchaban entre ellos mismos, tanto como luchaban contra los reyes musulmanes, por intereses políticos y de ocupación de territorios. Habría que recurrir a hablar de "las parias", para entender todo este entramado. Lo mismo te encuentras con un rey musulmán haciendo alianza con un rey castellano, portugués o valenciano para defenderse del rey vecino, también musulmán, como te encuentras con un rey cristiano aliándose con un monarca musulmán por el mismo motivo: buscar apoya en estas alianzas, ya fuera para protegerse contra un rey cristiano, o contra un rey musulmán. Es un aspecto de nuestra Historia del que conocemos muy poco, a pesar de condensar en si nuestra verdadera historia.

Se favoreció una lenta asimilación de lenguas, religiones, usos, costumbres y leyes, por sentido práctico del que gobierna, que cree hacerlo mejor si simplifica. Pero esta lenta asimilación y el lento recrudecimiento de órdenes impositivas para lograr esa uniformidad, en el gobierno de las minorías, tanto islámica como hebrea, duró siglos. Esta es la tesis que defiende la Profesora Echevarría .

María jesús Viguera Molins, catedrática de Árabe en la Universidad Complutense prologa esta obra y empieza con estas palabras: "La síntesis, en relación con los diversos temas de investigación, deberían producirse de forma continuada y regular, permitiendo extractar los avances y logros que se acumulan, y ofreciendo los resultados más o menos concluidos y las perspectivas abiertas sobre los estados de las cuestiones. Claro está que este tipo de composiciones requieren esfuerzo y dedicación..."

No podemos seguir en el estancamiento histórico que sufrimos desde hace siglos, por falta de divulgación de estos trabajos. Es verdad que hay mucho investigado, pero también es verdad que las tesis doctorales, que cuestan años de carrera y mucho dispendio económico, quedan condenadas a envejecer sin asomarse a la divulgación.

La Profesora Echevarría acomete el esfuerzo de resumir su tesis doctoral y editarla para el gran público. Yo, a mi vez, emprendo con gusto el trabajo de presentar, en grandes líneas esta obra, recomendando su lectura completa. Nos aclara tantos interrogantes previos, que ya teníamos establecidos, sin encontrar respuestas serias y fiables. Por ejemplo: Cuando se lee, nada menos que en Pragmática Real del 6 de octubre de 1572, que no admite enmienda, ni tachadura, ni manipulación posible, que a los pobladores del antiguo Reino de Granada, que no es sólo Granada, sino Jaén, Granada, Málaga y Almería, es decir media Andalucía, Felipe II les dice que: "Otrosi prohibimos y defendemos, que los dichos Moriscos no pueden tener ni leer libros ni otras escrituras en lengua Arábiga, y que los que de presente tuvieren, los presenten dentro de treinta días ante la justicia del lugar en que cada uno viviere y que si entre ellos hubiere algunas escrituras tocantes a su hacienda, se traduzcan en lengua Castellana, y así traducidas en forma auténtica, se las entreguen, si pareciere ser necesario para prosecución de su justicia y derecho...." (La trascripción a nuestra escritura actual es mía)

Ante documentos como éste no es posible poner en duda que hasta casi finales del siglo XVI hubo moriscos en la Península, conservando su lengua y costumbres, y que cuando anteriormente, en 1571 el Rey destierra a lo que se habían sublevado en el Albaycín y en las Alpujarras dice: "mandamos sacar del dicho reino de Granada a todos los moriscos con sus hijos y mujeres y llevarlos a otras partes y lugares de estos nuestros reinos." los destierra dentro del territorio peninsular, pero no los expulsa. Es de todos sabido, que la Pragmática de Expulsión de la Península de los Moriscos, entra en vigor en 1610 y que empieza a cumplirse, muy lenta e imperfectamente, durando, dicen los historiadores, hasta 1640. A este respecto vean la gran obra del arabista francés LOUIS CARDILLAC, "Moriscos y Cristianos, 1492-1640", publicada en Fondo de Cultura Económica, en 1977. Estos son datos claves, que no está mal recordar, para que la tesis de Echevarría no nos coja sin saber dónde estamos.

La que fue mi gran amiga Elena Pezzi publicó en 1991 un magnífico trabajo sobre "Los Moriscos que no se fueron", en Edt. Cajal-Almería, que también recomiendo. Pero, a pesar de ser muy interesantes estos temas, no tienen nada que ver con el trabajo que nos presenta Ana Echevarría Arsuaga. Y entramos ya, después de este preámbulo, en el asunto de cómo vivían las minorías musulmanes en tierras regidas por reyes cristianos hasta bien entrado el siglo XVI. Por claridad y simplicidad de esta exposición, voy a respetar el orden que la autora ha establecido para este trabajo, siguiendo la misma división, que ella tiene establecida.

I - Pervivencia de moros, sarracenos y mudéjares en los reinos cristianos desde el siglo XI, que comienza el avance de los reinos cristianos, hasta el siglo XVI. En Castilla, Navarra y Portugal se les llamó moros, en la Corona de Aragón, que se extendía hasta pasados los Pirineos, las islas de Córcega y Cerdeña y Nápoles eran los sarracenos y son mudéjares a partir de la caída del Reino de Granada.

Hasta dos años antes de su muerte, es decir, en 1502 no recomienda la Reina Isabel la conversión al cristianismo de los castellanos musulmanes, si querían permanecer en Castilla y conservar sus posesiones. En Aragón, el Rey Fernando promulga la misma orden de cristianización de sus súbditos musulmanes en 1512, cuatro años antes de su muerte, y en Navarra sólo se impone esta cristianización obligatoria de los moriscos navarros en 1515 un año antes de la muerte del rey Fernando, cuando Navarra capitula ante Castilla y Aragón y pasa a formar parte de este reino, eso sí, conservando todos sus privilegios de organización interna, que llegan hasta nuestros días, con sus Fueros.

La pregunta sería, ¿ por qué los Reyes Católicos dan estas órdenes de bautizo forzoso, a sus súbditos, casi llegando al filo de su muerte? Nunca había constituido un problema de Estado la religión de sus súbitos ¿ Por qué casi al final de sus reinados sí lo es? ¿Estaban previniendo ya la llegada al trono de su nieto Carlos, el nacido en Gante, el separado de su madre y su entorno castellano, desde su más tierna infancia, para ser educado por su abuelo Maximiliano de Austria, de tal manera que el príncipe Carlos desconocía hasta su lengua materna? Carlos I ocupa el trono de España en 1517 y una de las primeras determinaciones que toma, por Carta Pragmática, es prohibir a los musulmanes del antiguo reino de Granada, hablar en árabe, vestir a estilo moro, seguir en su religión, tener libros escritos en árabe, etc. Esta población, que hasta entonces había sido respetada en sus creencias y costumbres, se dirigen al Rey. Aún no había sido coronado emperador de Alemania, y sin oponerse a sus órdenes, le ruegan se conceda a la población una prórroga de 40 años para dejar de hablar su lengua y aprender otra, dejar sus costumbres, aprender las bases de la nueva religión, que se les imponía; que en Castilla, o en Valencia, o en Aragón, o en el Reino de Navarra, les fue fácil irse adaptando, porque habían vivido por siglos en medio de una mayoría cristiana y rodeados de otras costumbres, pero que aquí, en el Reino de Granada, eran todos musulmanes desde hacía 8 siglos y les faltaba ese período de asimilación, que habían vivido el resto de musulmanes en la Pernínsula.

El rey Carlos les concedió ese período de 40 años de lenta pérdida de identidad, a cambio de fuertes tributos, que son los que le permitieron costear los gastos de su coronación como emperador en Alemania.

A los 40 años, cumplido el período de esta concesión, su hijo el rey Felipe II proclama la Pragmática, que ya hemos mencionado, porque, realmente la población musulmana del reino de Granda había puesto muy poco empeño en cambiar de lengua, de religión y de costumbres.

Una de las mayores falacias que nos han enseñado es que en 1492 salieron los últimos musulmanes de España y aquí y entonces acabó todo.

II – El gran aporte mudéjar del siglo XIII

"Durante el siglo XIII se produjo el auge del mudejarismo en los reinos peninsulares, que mantenían frontera con el Islam."

Señala aquí la Profesora Echevarría, que el mudejarismo, vinculado al avance cristiano del siglo XI, en vez de disminuir, va incrementando su extensión e importancia social a medida que crecen los territorios cristianos. Recibiendo en este siglo "de forma global su carta de privilegios, una carta de seguro que pretendía, ante todo, evitar el éxodo en masa de la población," hacia los reinos musulmanes del sur. En esta carta de privilegios "se garantizaba la tolerancia religiosa, la elección de sus jueces, la posibilidad de seguir manteniendo a las autoridades de sus aljamas, todo ello a cambio de unos impuestos anuales y ciertas prestaciones de trabajo en las viñas reales, así como la venta del aceite..."

La Profesora Echevarría sigue aportando datos concretos, sobre estos privilegios, reino por reino cristiano, e incluso región por región y pueblo por pueblo, llegando a decirnos que "en algunos territorios de la corona de Aragón se respetó a ciertos poderosos señores musulmanes una serie de territorios , que quedaron constituidos en reinos fronterizos bajo su autoridad... De esa manera los musulmanes seguían teniendo un rey o señor musulmán, encargado de responder ante el monarca cristiano. En Castilla, estos señoríos mudéjares fueron concebidos como reinos... Incluso, en algunos territorios, los cristianos quedaron en franca minoría frente a los musulmanes."

Debo sacrificar una serie de datos interesantísimos, a este respecto, en beneficio de esta somera síntesis, que tiene por objeto únicamente, llamar la atención sobre este singular trabajo tan bien documentado, y que sitúa toda nuestra Historia en otra perspectiva, mucho más creible.

III – La organización de la comunidad: la aljama

Un extensísimo capítulo que va de la página 61 a la 100, ocupándose de todo lo que suponga organización de una sociedad o grupo, de forma suficientemente pormenorizada.

La Carta de Privilegios concedida en todos los reinos a súbditos musulmanes, les permite, tanto como les obliga a organizarse como un microcosmos en medio de la sociedad cristiana.

Nos habla, la autora, desde cómo se elegían los cargos rectores del grupo, de sus reuniones, que se tenían en las mezquitas, en la plaza del pueblo, en una iglesia o en un lugar cristiano, junto con el concejo judío. De sus jueces o cadíes, considerados delegados del Profeta, que "representaban una conexión directa con el mundo islámico, y mantenían la misma mezcla de poderes judiciales, administrativos y religiosos que las autoridades de territorio islámico."

Privilegio muy importante, como frontera de su identidad es el de poder conservar el árabe en su forma hablada y escrita. A este respecto nos dice la Profesora Echevarría "que en unos casos se perdió el árabe, para intentar diluirse más en la sociedad cristiana de acogida; y en otros a la inversa, se mantuvo la lengua y la escritura como forma de resistencia a la dominación cultural."

Va matizando la autora el aspecto del uso del lenguaje hablado y escrito hasta llegar a señalarnos cómo en el último siglo de mudejarismo, es decir hacia el siglo XVI aparece el aljamiado, que no es una forma de habla, como se oye por ahí decir, sino una forma de escribir: con grafía árabe, pero con vocablos romances contaminados de arabismos, lo cual supone ya el dominio de ambas lenguas. Este sistema de escritura vedaba la comprensión de ciertos textos o escritos a los que no pertenecían a la aljama, porque solían ser textos religiosos.
 

IV - La morería urbana y la alquería rural


Se ocupa, de forma muy detallada, de los núcleos urbanos de población musulmana, en sus diferentes formas de convivencia establecida a lo largo de toda la Edad Media. Lo habitual desde el siglo XI fue que la morería se estableciera a las afueras, o arrabales de las ciudades, cuando eran conquistadas, con murallas que delimitaban el arrabal de la ciudad. Según avanzamos , vemos que en siglo XV estos barrios periféricos, tanto musulmanes como judíos quedan dentro de las ciudades, por el avance de las conquistas.

No les interesaba a los reyes cristianos el despoblamiento, que se producía, en algunos lugares fronterizos, al emigrar la población a territorios musulmanes, aún no conquistados. Esto les empobrecía económicamente y demográficamente, fortaleciendo, por el contrario el reino musulmán vecino. No pierdan de vista que estamos hablando de un larguísimo período, que va del siglo XI al XVI

Recurrimos a la Dra. Echevarría, para sintetizar: "Gracias a las investigaciones recientes de numerosos especialistas, estamos en disposición de afirmar que la reclusión general en morerías en Castilla no se impuso hasta la década de 1480, aunque hubo legislación en favor de este desplazamiento de población desde el siglo XIII. Durante el siglo XIII se documenta la existencia de musulmanes viviendo en casi todos los barrios de las ciudades castellanas, los intentos infructuosos de los concejos de agruparlos, la existencia de tiendas propiedad de mudéjares fuera de los recintos destinados a ellos...." El intento, pues, es de agruparlos, no de absorberlos.

La existencia de mezquitas en todo el territorio cristiano era un derecho reconocido en todos los pactos de capitulaciones, e incluso se gozaba del derecho de construir nuevas mezquitas en los nuevos barrios.

Las madrazas, los baños al estilo moro, no romano, eran edificados incluso dentro de edificios cristianos, como es el caso del baño mudéjar del Palacio real d Tordesillas.

Oficios trabajos y profesiones al estilo mudéjar fueron sabiamente conservados y alentados, porque eran los mudéjares, moros o sarracenos los que mejor sabían desempeñarlos.Y estando, como estaban, estos reinos cristianos, en constantes luchas de unos contra otros, "...fue la faceta de fabricantes de armas la que más interesó a los monarcas, sobre todo en Navarra. Allí los mudéjares parece que ostentaron un verdadero monopolio en la factura de lanzas, corazas, ballestas, flechas, hachas, y cotas de malla, con destino principalmente a las guerras contra Francia. Los maestros moros de Tudela llegaron a acompañar al rey en sus reales de Normandía. En Aragón destacan los ballesteros de la morería de Huesca......durante la guerra contra Juana la Beltraneja, Isabel I pediría que le enviasen al ingeniero Mohamed al cerco de la ciudad de Toro". Se ocupa después la autora de los diferentes trabajos y oficios desempeñados por los moros o sarracenos, desde los mas bajos a los más altos, tal es el caso de los destinados "al servicio de la casa de los reyes, para el mantenimiento de los palacios y castillos, se encontraban los maestros de obras de los reales alcázares de Toledo, Segovia y Madrid... En 1446 se da de alta al Farax al-Çadafe, alcalde mayor de los moros y maestro mayor de las obras de Toledo, según las nóminas de la Corte de Enrique IV conocidas como "raciones moriscas."

Concluiremos esta breve presentación de la obra con una pincelada de lo ocurrido en el Reino de Navarra, último que se somete a Fernando el Católico el 9 de septiembre de 1512 pero, "consiguió el compromiso real, a petición de la aljama de moros de Tudela, de respetar los fueros y privilegios de la ciudad y la morería. Sin embargo, cuando se hicieron extensivas las leyes y pragmáticas de Castilla a Navarra en las Cortes de 1515, se aplicó la pragmática de conversión forzosa de 1502. Al parecer , a los mudéjares navarros se les dio un mes para partir, pero se conservan registros de ventas de bienes hasta 1516..."

Carmen Peres Callejón es Presidenta de la "Fundación Garnata-Medievo Escrito Andalusí"

lunes, 6 de agosto de 2012

Historia crisol 3 culturas en al-Ándalus. Juegos de guerra y acoso a fieras en al-Ándalus y reinos cristianos peninsulares Íbericos


JUEGOS DE GUERRA Y ACOSO DE FIERAS EN

AL-ANDALUS Y
REINOS CRISTIANOS PENINSULARES IBÉRICOS



Rodríguez López, Juan



Universidad de Granada



Sucesivamente mostraremos algunos juegos de guerra y de acoso de fieras en al-Andalus, en los

reinos cristianos, a través de la crónica de Lucas de Iranzo y, por último, propondremos una vía

de explicación del significado de estos juegos medievales.

I) Juegos en al-Andalus

La cultura de Al-Andalus, y con ella las importantes manifestaciones deportivas, tiene un

componente Oriental y comienza a desarrollarse tras una primera pacificación, algo después de la

conquista, tal como afirma Gamal ´Abd Al-Karin1:

Los viajes y emigraciones que se realizaron durante toda la dominación musulmana hacia

la península Ibérica y entre Este y Oriente, concretamente a partir de fines del emirato de

‘Abd al-Rahman I, pues durante los primeros años de la conquista y, sobre todo durante

el emirato dependiente de Damasco (710-755), el ambiente de luchas intestinas no

favorecían el estudio ni los viajes con fines culturales. Así, una vez llevada a cabo la

pacificación de al-Andalus, y tras aquellas primeras décadas de disturbios, surgen los

primeros brotes de una cultura que, transplantado, pronto habría de florecer

Las comunidades de cristianos y judíos fueron toleradas a cambio de tributos y la población de

al-Andalus resultó una mezcolanza de razas y religiones. Para poder mantener la paz en los

territorios tuvieron que acudir a políticas de pactos y alianzas. El reino nazarí de Granada (1238-

1492), sobresale en la clase de juegos que hemos elegido en este estudio. Última dinastía reinante

en España, fundado por Muhammad, también llamado al-Ahmar (el Magnífico), se declaró

vasallo y aliado del rey de Castilla, y con ello, Granada consiguió su estabilidad y permanencia;

lograda la paz la población se triplicó, creció la industria y se fomentaron las artes y las ciencias;

comenzó la edificación de la Alhambra, que sus descendientes irán engrandeciendo. La ciudad

palatina de la Alhambra será uno de los escenarios deportivos más importantes según las fuentes

literarias y pictóricas .

Se suele destacar la propensión a la fiesta de los andalusíes y la celebración tanto de fiestas

islámicas como de algunas cristianas, imitando a los mozárabes, por ejemplo Navidad y Año

Nuevo. Sobresalientes eran las fiestas de entrada de la primavera (Nayruz) con desfiles de

caballos2 y regatas en el río Guadalquivir y de entrada del verano (Mahrayan) con hogueras y

bailes en los patios, en las que participaban también los mozárabes.

Los acontecimientos familiares reales eran frecuentemente ocasión de fiesta general de la

población y de celebración de juegos deportivos, tal como acontecía en los reinos cristianos.

El excelente estudio de Rachél Arié3, muestra que los juegos de guerra y acoso de fieras en al-

Andalus, son tardíos y las fuentes, casi exclusivamente procedentes del reino nazarí

granadino, especialmente a partir del reinado de Muhammad V4.

2

El arte de la equitación y las carreras de caballos en al-Ándalus son posteriores al siglo X, ya

en la decadencia omeya. Habrían llegado a la península con los jinetes magrebíes,

principalmente de Ifriqiya, experimentarían cierto auge en los reinos de Taifas y sobre todo en

el reino y dinastía nazarí que lo convertirán en pasatiempo favorito. Muhammad V es descrito

como jinete consumado5, muy aficionado a asistir a las carreras de caballos6.

En las Cantigas de Alfonso X, aunque apenas ofrece información sobre juegos ecuestres y de

armas, encontramos una alabanza a esos jinetes benimerines –“cenetes”-, que parece reforzar la

idea de la excelencia de lo ecuestre en el reino nazarí, con el que estuvieron relacionados

especialmente; se trata de la Cantiga profana N° 43 en donde aparece: “Después que el cenete

espolea su caballo veloz; el coteife se estremece y se desmorona de pavor” 7

De la fiesta de circuncisión del hijo de Muhammad V, tenemos noticia de la celebración de

uno de los juegos de manejo de armas típicamente medieval, el juego de la tabla, consistente

en lanzar a galope unos palos al blanco de madera.8 Rachel Arié hace la observación de que

“no parece que se practicara antes de los nazaríes”. Ello solo es posible si pensamos en el

origen de la dinastía nazarí –en 1238-, y no en el reinado de Muhammad V, pues la cantiga

profana n° 47, de Alfonso X, unos cien años anterior a este rey, ya informa de la práctica en

los reinos cristianos de “lanzar al tablado” y “bafordar”, que parecen ser el juego de la tabla.

Ni tampoco me siento pagado de lanzar al tablado, así Dios me ampare, ni de bafordar

(juego de armas); y andar de noche armado lo hago con desagrado y el andar de ronda;

pues me pago más del mar que de ser caballero; porque ya fui marinero y me quiero hoy

guardar más del alacrán, y a lo que fui primero tornar9

Cantiga que, por cierto, refleja rechazo de la vida militar y de los juegos en relación con la

preparación militar, quizás cuando las cosas le van mal a Alfonso X, retirado a Sevilla y

depuesto por su hijo Sancho.

En cuanto a los combates de fieras, el origen directo de la afición de los granadinos

musulmanes, lo sitúa Rachel Arié en el occidente musulmán, en los magrebíes, pues se puede

testimoniar un combate entre león y toro –con muerte del león-10, presenciado por el sultán

mariní y el embajador granadino Ibn al-Jatib, en 1351, todavía en el reinado de Yusuf I, padre

de Muhammad V. En Granada se imitarían, pero enfrentando un toro a varios perros: en una

palestra rodeada de empalizada, perros entrenados muerden las orejas del toro, luego salen

jinetes que pican al toro y le dan muerte.11 De nuevo, Muhamad V era buen aficionado a

presenciar estas luchas e incluso intervenir en ellas.12

Para la autora son el antecedente de las corridas de toros de España. Veremos como en época

de Enrique IV -1454-1474-, cien años posterior a los combates de animales relatados en

territorio musulmán, juegos de correr toros tenían lugar en reinos cristianos. Pero, en realidad,

la presencia de las luchas de toros como espectáculo y juego popular en el reino de Castilla

son muy anteriores a los relatos musulmanes, pues el Código de la Siete Partidas de Alfonso

X (1252-1284) y Fernando IV (1295-1312) los menciona: en la Partida 1, ley 57, título 1,

prohíbe a los prelados su asistencia a estos espectáculos y en la Partida 7, la ley 4, coloca

entre los “infamados” a los que lidian con las fieras por dinero. Por tanto, en la segunda mitad

del siglo XIII están desarrollados los juegos populares y espectáculos con toros en los reinos

cristianos e incluso existen profesionales, mucho antes del acontecimiento de 1351

presenciado por Ibn al-Jatib en la corte mariní y citado por Rachel Arié.

Observamos un cierto paralelismo entre reyes cristianos y reyes musulmanes en lo que se

refiere a costumbres “deportivas”. Si Muhammad V intervenía en luchas de fieras, también,

por esas fechas, del rey de Castilla Enrique III (1390-1406) sabemos que también gustaba de

3

ello; sobre los festejos de recibimiento al rey en Sevilla tras el cerco de Gijón, dice del rey la

Crónica de Pedro Nino13:

E algunos corrían toros, en los cuales no fue ninguno que tanto se esmerase con ellos, así

a pie como a caballo, esperándolos, poniéndose a gran peligro con ellos, e faciendo

golpes de espada tales, que todos eran maravillados

El paralelismo entre reyes y culturas se extiende a los torneos y justas. Muhammad V, desde

adolescente, participaba en estos juegos de armas y los granadinos destacaron en los torneos

en campo cerrado.14 Puede haber existido una permeabilidad de formas mutua, aunque, quizás como

excepción, una modalidad caracterizada por ágiles evoluciones en espacio circular cerrado,

característica de los musulmanes de Egipto, Siria e Irak no se practicó por los magrebíes ni por los

musulmanes españoles.15

Las fuentes permiten reconstruir bien el escenario de las justas y torneos granadinos y de otros juegos

de armas practicados en Granada; se celebraban en plazas públicas y destacaban especialmente tres

lugares: la plaza de Bab al-Ramla junto al río Darro (“Bibrrambla”); la de Bab al-Tawwabin

(“Bibataubin”, “Puerta de ladrilleros”, hoy Carrera de la Virgen) y la explanada de la Tabla de la

misma Alhambra, cerca de la Torre de los Siete Suelos.16

Éste último escenario parece ser el recogido en pintura sobre un panel de madera conservado en el

museo de la Alhambra y encontrado en 1863 en uno de los pasillos que dan al Patio de los Leones. El

fondo del panel representa la fachada sur de la Alhambra, desde la Puerta de la Justicia hasta la

Torre de Siete Suelos.

En la escena se enfrentan dos caballeros cristianos, por la vestimenta de cota de maya (79).17

Se ha interpretado que refleja un duelo real de 1414 -en el que el sultán granadino se ofreció

como mediador-.18 Se sabe de otros duelos entre caballeros cristianos en suelo granadino, y

entre castellanos y granadinos en los últimos avatares de la Reconquista, aunque algunos

pueden ser relatos imaginativos de la literatura española del XVI, por ejemplo de Ginés Pérez

de Hita.19

Un bello y detallado relato del juego de cañas nos ofrece Munzër, celebrado muy

posiblemente en el mismo escenario –entre la Puerta de la Justicia y la Torre de los Siete

Suelos- representado en el panel descubierto en 1863 y del que hemos hablado. Ocurrió dos

años después de conquistada la ciudad, el 26 de octubre de 1494, víspera de la fiesta de San Simón

y San Judas.20 El gobernador de Granada –conde de Tendilla- escogió a cien caballeros:

... en cierta explanada de más de ciento treinta pasos de longitud que hay en la Alhambra

destinada a este género de ejercicios. Divididos en dos cuadrillas comenzaron los unos a

acometer a los contrarios con largas cañas,21 agudas como lanzas; otros, simulando una

huída, cubríanse la espalda con adargas y broqueles, persiguiendo a otros a su vez, y

todos ellos montados a la jineta en corceles tan vivos, tan veloces, tan dóciles al freno,

que no creo que tengan rival. El juego es bastante peligroso, pero con este simulacro de

batalla acostúmbranse los caballeros a no temer las lanzas de veras en la verdadera

guerra. Después con cañas más cortas a modo de flechas, y a todo correr de los caballos,

hicieron tiros tan certeros como si las dispararan con ballesta o con bombarda. Nunca vi

tan bizarro espectáculo.22

También tenemos noticia de que el juego de cañas se practicaba con entusiasmo en Jaén por los

andaluces, en el día de San Juan.23

Algunos datos sugieren que el juego de cañas era bastante emblemático de los nazaríes, aunque no

exclusivo: ante el soberano castellano Juan II (1405-1454) una embajada granadina tuvo gran éxito en

una demostración del juego de cañas24, y entre los regalos que Muhammad VIII hacía a Alfonso V de

Aragón -conocidos por una carta de 1418-, había un valioso equipo de juego de cañas.25

4

J. Samsó26, historiador de la ciencia de al-Ándalus recoge, dentro del acervo científico de

influencia oriental, cinco libros nazaríes sobre “hipología”, que confirman la importancia de la

equitación entre los granadinos. Los libros27 tratan cuestiones biológicas, arte y aprendizaje de la

equitación, torneos y armas de caballeros. Tres de ellos están dedicados a los monarcas nazaríes

Muhammad I (“Al-Ahmar”) y Muhammad V.

II) Juegos en los reinos cristianos

Parece observarse que los juegos medievales son inseparables de la fiesta religiosa y política, en

la que con frecuencia participa, o se hace participar a todo el pueblo –lo cual, no deja de tener

fuerte significado e importancia política. Religión, política, banquetes, juegos, con la

participación de todo el pueblo, formaría un conjunto casi inseparable, que Huizinga llamaría

“juego” o “esfera del juego” y que se caracteriza por romper con la vida corriente, no ser la vida

corriente.

Recogeremos los juegos relatados en la Crónica Miguel Lucas de Iranzo28 incluida en el

Memorial histórico español, que aporta información interesante sobre nuestro tema de juegos

medievales de mediados del siglo XV. Narra los acontecimientos de la boda del Condestable -

máximo jefe militar- de Enrique IV de Castilla, y del nacimiento y bautizo de su primera hija.29

Después de la misa del desposorio regresan a la posada del Condestable. Se comienzan a celebrar

los festejos; banquetes, bailes, mimos, juegos de cañas y suelta de toros forman parte del

programa de las bodas. En los juegos de cañas intervienen hasta cuatrocientos hombres divididos

en dos bandos que se enfrentan a modo de batalla:

El Comendador de Montizón (hermano del Condestable) de un cabo con fasta dozientos

cavalleros christianos, y de la otra parte el asistente Fernando de Villafañe con otros

dozientos cavalleros moriscos con barbas postizas y tiznadas, con muchas trompetas y

atavales y añafiles, con muchas antorchas y faraones, andovieron corriendo y dando

gritos por todas las calles, y vinieron delante de la posada del señor Condestable, estando

el con otros muchos cavalleros alto en la torre de ella mirando, y alli escaramuzando un

rato y faziendo muchos juegos de guerra. Y esto fecho descavalgaron y entraron en

palacio do tantas serian las gentes y las danzas, y corros y bayles y juegos y momos y

personages y de tantas maneras, que no se daban lugar unos a otros, y todos andaban

como locos de plazer. Los cuales plazeres, alegrías, corros y juegos duraron por ocho días

continuos o más 30

Los recién casados asisten a vísperas al caer la tarde en otra Iglesia y a los pobres y vecinos

de la ciudad se les reparten ricos y abundantes alimentos.31 Las campanas llenan de alegría y

estruendo la ciudad durante todo el día y durante toda la noche.32

En 1465 la condesa da a luz y el acontecimiento se celebra durante diez días:

ca como nació, luego tocaron las trompetas y atavales a á la hora, como se supiere por

toda la ciudad así se alteraron grandes y chicos de una alegría tan grande que todos los

ministriles y otras personas desampararon sus oficios, y casas y tiendas, hombres y

mugeres, se travaron en coro, asimismo cavalleros y escuderos, regidores y jurados,

letrados, licenciados y bachilleres en cuerpos, sin mantos con muchos panderos y gritas; y

así vinieron a su posada y anduvieron por todas las calles faziendo grandes alegrías.33

Después de comer, el condestable, montado a la jineta con traje morisco de seda de muchos

colores y acompañado de sus hermanos y cuatrocientos hombres a caballo, va a la plaza

mayor y allí se hicieron de nuevo juegos de cañas; mientras, las mujeres iban a saludar a la

señora.

5

La condesa había dado a luz un lunes, y al domingo siguiente “allegando plazeres a plazeres y

fiestas a fiestas”, se soltaron seis novillos34. Acudió gente de toda la comarca y, el

Condestable y la nobleza, incluidas “dueñas y doncellas” lo presencian desde los “miradores

de la posada del Obispo”:

los cuales toros fueron tales y tan bravos que nunca hombres mejores los vieron, tanto

que alcanzaron y trompicaron con los cuernos quinze o veinte personas; pero plugo a

nuestro Señor que ninguno no peligró, ni murio. Demás de ésto, como en las gradas del

pilar estuviese mucha gente, cuando el toro venía por allí, por fuir cayan muchos en el

dicho pilar, y el toro en pos de ellos, que era el mayor plazer del mundo mirallo 35

Esa noche se ofreció un banquete para los hidalgos. La celebración del bautizo tiene lugar a

los ocho días en la catedral adornada con todo su esplendor; y la crónica nos ofrece, con este

motivo, una sucinta pero emocionante descripción de juegos con animales, consistente en la

suelta de dos osos que serán guiados por caballeros y por la multitud hacia el palacio del

Condestable:

y en tanto que ella se bautizó estaban en la Cruz cerca del castillo nuevo muchos

cavalleros y escuderos vestidos de hábitos de monteros, e mas de dos mil o tres mil

hombres con muchos canes corriendo dos osos por aquellas peñas abajo, y así vinieron

por toda la ciudad fasta la posada de dicho Señor tañiendo muchas vocinas... a todos... fue

mandado dar colación de muchos confites y conservas de mui finos vinos a la noche 36

III) La explicación de los juegos medievales

Proponemos para una mejor explicación y comprensión de los juegos medievales cuatro teorías

de autores, todos ellos funcionalistas excepto R. C. Bell -que situamos entre los difusionistas-.

Las explicaciones más características en historia son funcionalismos de índole socio-económica;

esta tarea la depositamos en Fossier, autor especialista de Edad Media; en Huizinga, nos parece

encontrar un claro y particular funcionalismo “cultural”, absolutamente separado de los

funcionalismos socioeconómicos y en los autores M. Avedon y Sutton-Smith, que se declaran

expresamente funcionalistas, se aporta una visión netamente psicológica que suele estar ausente

de las explicaciones históricas del juego. Quisiéramos destacar la absoluta diferencia entre ellas y

su complementariedad para una comprensión que se acerque algo más a la compleja realidad del

significado de los juegos.

A) Funcionalismo socioeconómico de Fossier

Sobre los aspectos internos de la vida de las personas de la Edad Media Bueno Domínguez37

expresaba su convicción de semejanza con el hombre actual

Pensaba, y hoy sigo pensando, que las personas, no fueron diferentes en sus formas de

sentir y de percibir las sensaciones a las de hoy (...) Así, aspectos como la autoestima, el

quererse a uno mismo, el tener una actitud positiva ante la vida, la independencia y

libertad, tan manejados en la actualidad, se valoran igual en la edad media

Es posible que, en esencia, seamos bastante parecidos los señores de la Edad Media y los

actuales, pero también es cierto que el contexto social es bien diferente. Sigamos para explicarlo

las ideas de Fossier38:

6

Con un contenido viril y moral particularmente exaltado, incluso para la Iglesia, la

caballería se convertía en símbolo de la actitud noble por excelencia. Esta sublimación

tiene origen de clase, más reforzada en el siglo XV que en el XIII. El género de vida del

caballero y sus reacciones no pueden ser como las del vulgo. Entre las causas de la

aparición de esta mentalidad destaca la consolidación de la aristocracia dominante, que

desea distinguirse de los plebeyos. En un momento en que la base territorial de la nobleza

empieza a tambalearse debido a la disolución de los dominios, la expansión demográfica

y el despertar campesino (es decir, a finales del siglo XI en los países más avanzados), la

aristocracia se aficiona, cada vez más, al oficio de las armas, símbolo de su superioridad,

tipo de actividad específica del ocioso.

El prestigio de las armas fue creciente. Desde el siglo IX se crean pequeños ejércitos por la

imposibilidad de convocar, conducir y equipar a campesinos.

La caballería pesada se convierte en el arma decisiva y también en el arma de los ricos:

armamento y caballo podían equivaler a la renta de 150 hectáreas a principios del siglo XII y a la

de 500 hectáreas a finales del XIII. El costo de la investidura podía ser considerable e incluso el

resultado del torneo se traduce en ganancias o pérdidas directas

Muchos caballeros endeudados por su propia investidura, no pudieron hacer gala de su

propia dignidad, y tuvieron que vivir de rescates pagados por sus adversarios capturados

en torneo o combate, llegando a obtener el reembolso de su montura “afligida”

(restauratio equorum, o restour).

La dedicación al entrenamiento militar ha justificado a lo largo de la historia muchas formas

deportivas. Así ocurre con los torneos medievales e incluso con la caza o el acoso de fieras:

Al perfeccionarse el combate (lanza sujeta a lo largo del cuerpo, arzón y perilla, estribos)

no basta con ser rico para comprar un yelmo, una cota y uno o dos caballos de guerra.

Hay que dedicase por completo a la preparación. Son indispensables la caza, abundante

comida y todos los deportes, así como los torneos, contra los que Inocencio II clama en

vano. En ellos se libran furiosos combates en grupo con armas reales, con heridos,

cautivos y muertos, una brutal costumbre, cuyo origen desconocemos, como no sea esa

especie de “fantasía” de los guerreros germanos del siglo VIII

La Iglesia intervendrá sacralizando la caballería. Ciertamente el rito de investidura y el propio

oficio de las armas eran profanos en su origen, pero con esta intervención, que tiene diversas

manifestaciones, se crea un orden de gentes de armas, del mismo modo que existía un orden de

clérigos. En 1950 en Maguncia, la investidura era precedida de una velada piadosa. En el siglo

XI se generaliza la bendición de las armas. En el ritual un clérigo entrega las armas al caballero.

Lo más importante es el juramento del caballero: al consagrar su espada jura que solo la utilizará

en defensa de la justicia. El desarrollo de las instituciones de paz con el juramento impuesto a los

nobles fue el principal instrumento de la Iglesia.

Por último, la caballería al ser sacralizada por la Ilglesia, se convierte en una mentalidad

después de ser un modo de vida. El caballero tiene que obedecer a un código de honor en

el que es tan importante el servicio de las armas como el servicio a las damas. Animado

por el espíritu cortés combina la valentía en el combate, una fe ardiente y una devoción

absoluta a las personas a las que ha decidido servir. Dado que no todos reúnen estas

cualidades, la realidad debe tolerar caballeros perezosos, malvados o descorteses. No

todos pueden ser San Luis, es más fácil encontrar caballeros como Ricardo Corazón de

León

7

Los jóvenes nobles son adiestrados juntos en el manejo de las armas. No se identifican con los

plebeyos, que no pueden compartir sus hazañas, ni tampoco con los clérigos. Su camaradería se

torna en agresividad contra los que ocupaban los puestos cuando se retrasa el cumplimiento de

sus reivindicaciones y la satisfacción de su afán de poder

Fueron muchos los que por no seguir siendo escuderos, simples “donceles” con 20 años

cumplidos, y permanecer bajo la autoridad de su padre o su hermano, que apenas les daba

oportunidad de divertirse, ir a los torneos, o sencillamente, hacer fortuna, partieron en su

busca por los caminos o a Siria.

Conviene anotar que del protagonismo de las fuentes literarias, dice Werner Rösener39, quedan

relegados los campesinos, tanto en los reinos cristianos como en Al-Andalus. En poblados y

aldeas, al contrario que en las ciudades, lo individual queda supeditado a lo colectivo: “El

campesino carece de historia (...) El campesino es el hombre eterno al margen de las culturas, que

radican en las ciudades” de Spengler 1922 “La decadencia de Occidente”.

B) El difusionismo de R. C. Bell

R. C. Bell40, en una teoría ecléctica e histórica del juego, insiste en la alegría como

característica primordial, hasta el punto de que su atractivo reside en el puro placer de

entretenerse; y este placer intangible le distinguiría del deporte profesional, que procede de la

transformación de algunos de estos juegos y en donde lo más importante –dice- es vencer. El

deporte es, pues, para el autor, una transformación reciente y negativa de algunos de estos

juegos.

Cita el “Libro de los juegos” de Alfonso X el Sabio, que dirigió un grupo de expertos que

deberían plasmar el conocimiento de distintas áreas. Los juegos fueron incluidos entre los

temas importantes junto con la historia, el derecho, la religión, la astronomía y la magia. Y

ello nos da una idea de su importancia en la forma de vida del medievo:

Dios quiso dar a los hombres toda clase de alegrías en la vida, para que disfrutando de

ellas, lograsen soportar mejor las penas y trabajos que pudieran sobrevenirles. Y los

hombres buscaron muchas y muy diversas maneras para que esa alegría pudiesen haber

cumplidamente.

Según R. C. Bell los juegos descritos en el libro de Alfonso X y practicados por los moriscos,

databan del antiguo Egipto; los juegos de tablero estudiados en el manuscrito habrían viajado

a través de casi medio mundo, con una historia de más de un milenio. El juego se nos muestra

como un impulso universal sin fronteras culturales ni lingüísticas. Muchos juegos parecen ser

comunes a los seres humanos de diversas partes del mundo.

En este “difusionismo” geográfico e histórico, las formas de los juegos habrían permanecido,

aunque con diferencias que aportan interesante información de las culturas receptoras, a modo

de espejo de cada civilización o cultura, sus aspectos simbólicos y políticos. De Demóstenes

toma la siguiente sentencia en referencia a los juegos de los griegos: “nuestro carácter

depende de estos nobles y honorables afanes”.

Bien patente queda en los relatos y explicaciones de Huizinga sobre los torneos en “El otoño

de la Edad Media”41 el carácter irrepetible del hombre medieval occidental: pasión, orgullo,

valor, deformación de la realidad, recargamiento barroco, sueño de heroísmo y de amor…Del

mismo modo queda bien patente la permeabilidad y semejanza de las formas de los juegos

que encontramos en al-Andalus y los reinos peninsulares en la Edad Media.

8

C) El funcionalismo cultural de Huizinga

Nada menos que el avance de las sociedades sería para Huizinga la función del juego, en base a

la competitividad, principalmente de dos grupos opuestos, en todo tipo de cualidades y que se

desarrollan en beneficio social e individual: el mundo avanzaría dirigido por la fuerza del juego,

del “homo ludens”, que no se limita a lo necesario y que compite por el supremo motivo de

mostrar su superioridad y ser honrado como superior.

Al analizar Huizinga las etapas de la historia universal y aplicar su teoría del “homo ludens” a la

Edad Media42 dirá que esta época se nos presenta llena de juego; por una parte los juegos

populares, que habían perdido su sentido religioso antiguo y eran ya “pura broma”. Por otra, los

juegos de caballería, pomposos y señoriales, “juegos refinados de cortes de amor o cosa

parecida”. Es cierto que la mayoría de las formas lúdicas ya no poseen una función cultural

creadora, porque esta época había heredado del pasado las grandes formas culturales: la poesía,

rito, doctrina, ciencia, política y guerra. Pero en el campo en que no se nutría de raíces antiguas,

hubo sitio para la acción creadora del factor lúdico, surgiendo así, y gracias al “juego” a lo largo

de los siglos medievales, la caballería, formas feudales, consagración de caballero,

enfeudamiento, heráldica, órdenes de caballería, votos, gremios y mundo universitario.

En “El Otoño de la Edad Media” los torneos aparecen como un escenario artificial para dar cauce

a los sentimientos de bravura y amor del caballero medieval, que no pueden expresarse en la

monotonía de la vida corriente.

Junto a los funcionalismos socioeconómico y cultural, y a la teoría difusionista de los juegos, ya

vistos, se nos ofrecen explicaciones funcionalistas psicológicas, más que posiblemente aplicables

a los juegos de cualquier época y entre estas explicaciones podríamos destacar la teoría de

“conflicto y enculturación” del juego de Sutton-Smith.

D) El funcionalismo de E. M. Avedon y B. Sutton-Smith

Avedon y Sutton-Smith43 distinguen dos formas de juego, para las que el idioma inglés tiene

términos específicos: “play” y “game”; el “play” es efímero e individual; el “game” exige una

forma de oposición, aunque sea simple, incluso en los “games” individuales, y una cierta

planificación y reglas.

Pero ya en el simple “play” se contendría una riqueza extraordinaria en cuanto a sus funciones de

“preadaptación” y otorgaría al individuo “un incremento de poder combinatorial y de rango de

posibles nuevas respuestas, y de esta manera “prepararía al jugador en general pero no en un

camino específico”. Llega a definir al “play” como “ejercicio voluntario de los sistemas de

control”.

Tal control voluntario implicaría formas de dominio (“mastery”), concretamente: anticipación de

resultados, elección eficaz de conductas instrumentales, libertad con respecto a los controles

sensoriales inmediatos, capacidad para sostener la dirección de la conducta sobre un número

posible de respuestas, organización secuencial eficaz de la acción y habilidad en la movilización

de los recursos. La función de los juegos consistiría, pues, en dotar al individuo con un

perfeccionamiento en estas conductas. Todo ello implicaría como consecuencia la “nueva

variación de las respuestas del propio sujeto sin tener en cuenta la variación de los estímulos”.

¿Qué aportaría el “game” al “play”?. En realidad toda la esencia de las posibles aportaciones está

básicamente, tal como lo expone el autor, en el “play”. Define “game” como “ejercicio de los

sistemas voluntarios de control en los cuales hay una oposición entre fuerzas, determinadas por

un procedimiento y reglas en orden a producir un desequilibrio en el resultado del desenlace.

9

Sugerimos que el juego “game” facilita una abundancia de juego “play”, lo hace quizás más

complejo, rico y motivante. Avanza en la dirección en que ya apuntaba el “play”.

Este funcionalismo psicológico se complementa en Avedon y Sutton-Smith con otra idea fruto de

investigación cultural: la existencia de múltiples correlaciones entre variables de los juegos que

se realizan las sociedades y otras variables sociales ajenas a los juegos.

Existen sociedades sin juegos (competitivos) de estrategia. Se trata generalmente de grupos

tropicales con patrones de subsistencia muy elementales, tecnología simple, escasa organización

política, no estratificación en clases, comunidades homogéneas familiares, bajo estrés en la

socialización de los niños –culturas no complejas en muchos órdenes-. Por ello, el juego “game”

no es un imperativo biológico, sino un invento cultural, relacionado con el nivel de desarrollo:

los “games” no son acontecimientos biológicamente inevitables sino fenómenos

multidimensionales, variados en el propósito cultural al que son aplicados y por ello

susceptibles de muchos sistemas conceptuales de análisis

En todo tipo de sociedades observa la presencia de juegos competitivos físicos. Los juegos de

azar o fortuna tienen mayor presencia en aquellas sociedades en las que son muchas las

cuestiones importantes que han de ser dejadas al destino, pues no se encuentra modo de

controlarlas y, por último, las sociedades desarrolladas se caracterizarían por la importancia de

los juegos de estrategia.

Los autores denominan su teoría “juego, enculturación y conflicto” (“conflict enculturation

game”), para insistir en sus conclusiones sobre dos clases de funciones del juego: la función

psicogénica de reducción de tensión emocional de las personas ante los cometidos que se ven

obligados a realizar socialmente y la función sociogénica de enculturación o aprendizaje cultural.

En resumen, ¿cuáles son las razones o las causas de la presencia atractivo de esos juegos de

guerra o manejo de armas y acoso de fieras en la sociedad medieval?

Podemos dividir las causas o funciones en dos tipos: generales, que pueden satisfacer en buen

grado cualquier tipo de juego; y específicas, que solo pueden satisfacer esas formas

concretas de juegos de guerra y acoso de fieras.

Entre las causas generales de la presencia de estos juegos podemos incluir:

a) El haberse difundido entre culturas y ser formas de buscar la alegría y divertirse, lo cuál es

suficiente y principal para Bell; b) que los juegos pueden mostrar la superioridad, apetencia

esencial del “homo ludens”, suprema ley macrosociológica que defiende Huizinga, y que

desarrollaría todo tipo de cualidades humanas y sociales haciendo avanzar a las sociedades; c)

ser actividades útiles para el ejercicio voluntario de los sistemas de control (Avedon y Sutton-

Smith)

Entre las causas más específicas podríamos incluir: d) ser un instrumento para adaptarse a las

necesidades económicas y sociales concretas: preparación de la guerra y, sobre todo,

pertenencia a la caballería (Fossier), e) ser formas de enculturación importante, ya que hay

múltiples variables en ellos que correlacionan con otras variables sociales ajenas al juego

(Avedon y Sutton-Smith), f) reducir la tensión emocional tratando en el juego lo que preocupa

socialmente y seriamente (Avedon y Sutton-Smith).

10

1 Gamal ´Abd Al-Karin: “Al-Ándalus en el “Mu´yam al-Buldan” de Yaqut”

2 Confróntese Bellido, Juan Félix: Cartas a Nazhum. Viaje a las entrañas de Al-Ándalus. Sevilla 1999, p. 132.

3 Arié, Rachel: “Las diversiones en la España musulmana”, en: Tuñón de Lara, Manuel (Dir.): Historia de

España. Vol. III, págs. 308-322.

4 Muhammad V (1354-1391) formó un gobierno de intelectuales, entre ellos el polígrafo Ibn-al-Jatib y el poeta

Ibn Zamrak.

5 Ibn al-Jatib, al-Lamha al-badriyya fï l-dawla al-nasriyya, El Cairo 1347, Beirut 1978. p. 77.

6 Al-Maqqarï al-Tilimsani: Nafh al-tïb min gusn al-Andalus al-ratïb, El Cairo, 10 tomos, 1367/ 1949; X,

30-36, 44-48.

7 Alfonso X: Cantigas profanas, N° 43: “O genete/ pois remete/ seu alfaraz corredor:/ estremece/ e esmorece/ o

cotefe con pavor”. Alaba a los cenetes, tribu guerrera del sur del Atlas de Marruecos, mercenarios caracterizados por

su gran dominio ecuestre. Aunque ya estaban presentes en la península en tiempos de Alfonso VIII, tuvieron

intervención muy especial con la venida de los benimerines o mariníes, tribu beréber que intervino en el reino nazarí

a mediados del siglo XIII y que finalmente serán vencidos por Alfonso XI en 1340. La intención de la cantiga es

ridiculizar a los “coteifes”, caballeros sin preparación militar, de origen labriego, (cfr. 289-292)

8 Al-Maqqarï: al-Lamha. X, p.165.

9 La reproducción del original Cantiga N° 47 de Alfonso X “El Sabio” dice así: “Nen de lancar a tavlado/ pagado/

non soo, se Deus m´ampar,/ aqui, nen de bafordar;/ e andar de noute armado,/ sen grado/ o faco, e a roldar;/ ca máis

me pago do mar/ que de seir cavaleiro; ca en foi já marinheiro/ e quero-mói-mais guardar/ do alacran, e tornar/ ao

que me foi primeiro.

10 Al-Maqqarï: al-Lamha. VIII, p.46.

11 Ibn al-Jatïb: al-Ihäta fi ta´rïj Garnäta, manuscritos de la Biblioteca de El Escorial núm. 1673, f° 441;

Al-Maqqarï: Nafh IX , p.165-168, X, p.157.

12 Al-Maqqarï: al-Lamha. X, p. 16; Al-Maqqarï al-Tilimsani: Azhär al-riyäd fï al-qadi Iyäd, 3 t., 1 El

Cairo, 1358/1361-1939-1942. II, p. 106.

13 Colección de Crónicas españolas, ed. crítica de Juan de Mata Carriazo, 8 vols., 1940-1946. I. El Victorial,

Crónica de Don Pedro Nino, conde de Buelna por su alférez Gutierre Díez de Games, partida 1, capítulo 7.

14 Ibn al-Jatïb: ed. completa por M.´A. ´Inän, vol. I, El Cairo, 1375/1955; Ibn Luyün: Tratado de

agricultura, edición y trad. española por J. Eguaras, Granada, 1975.

15 Rachel Arié no encuentra ninguna referencia de esta forma de torneos en las fuentes musulmanas españolas:

“ni siquiera Ibn Hudayl la menciona en su antología de veterinaria de los caballos, “Hilyat al-Fursan wa-si´ar

sukkan al-Ándalus”, de finales del siglo XIV.

16Al-Andalus, Revista de las Escuelas de Estudios árabes de Madrid y Granada, Madrid-Granada, VII,

1492, 449-451; Nuddat al-´asr fï ajbär mulük Banï Nasr aw taslïn Garnäta wa nuzül al-Andalussiyyïn ilä

l-Magrib, manuscrito árabe anónimo, traducido por C. Quirós en Larache en 1940: Fragmentos de la

época sobre noticias de los Reyes nazaritas o capitulación de Granada y emigración de los andaluces a

Marruecos, págs. 4-5.

17 Al-Maqqarï al-Tilimsani: Azhär al-riyäd fï al-qadi Iyäd, 3 t., 1 El Cairo, 1358/1361-1939-1942.

18 Arié: Diversiones, p.317.

19Al-Näsirï al-Saläwï, A., al-Istiqsä bi-ajbär duwal al-Magrib al-aqsä, 4 t., El Cairo, 1312/1894-1895.

20 Münzer, J., “Viaje por España y Portugal (1494-1495), trad. esp. en Boletín de la Real Academia de la

Historia, LXXXIV, Madrid, 1924, p. 108.

21 Al-Nubähï (Ibn al.Hassan): Kitäb al-Marqaba al-´ulyä. El Cairo, 1947.

22 Al-Nubähï: Nuzhat al-basäír wa-l-absar, manuscrito de El Escorial, núm.1653.

23 Colección de Crónicas españolas, ed. crítica de Juan de Mata Carriazo, 8 vols., 1940-1946. I. El Victorial,

Crónica de Don Pedro Nino, conde de Buelna por su alférez Gutierre Díez de Games. III. Hechos del

Condestable Miguel Lucas de Iranzo (crónica del siglo XV), p. 65.

24Baeza, Hernando de: “Las cosas que pasaron entre los reyes de Granada desde el tiempo del rey don Juan de

Castilla, segundo de este nombre hasta que los Católicos Reyes ganaron el reyno de Granada”, en Relaciones de

algunos sucesosde los últimos tiempos del reino de Granada. Sociedad de Bibliófilos españoles, Madrid, 1868,

p. 4.

25Archivo de la Corona de Aragón, Barcelona (ACA), Registros de Cancillería (siglos XIV y XV) núm.

95, Reg. 266, f° 3.

11

26 Samsó, J: Las ciencias de los antiguos en al-Ándalus. Madrid, 1992, 430-433.

27 Los cinco tratados de hipología son los siguientes: 1. De Muhammad ibn Ridwan ibn Arqam al-Numayri (muere

en 1259) y está dedicado a Muhammad I. No se conserva. 2. Compilado hacia 1369-1390 por Abu Muhammad

´Abad Allah Ibn Yuzayy. Dedicado a Muhammad V y del que disponemos en la actualidad. El 3° y 4°, elaborados

por Ibn Hudayl, con la intención de “convencer a los granadinos de que se dediquen a organizar una caballería digna

de sus antepasados”. 5. Del mismo autor y treinta años posterior, con el título de “Hilyat alfursan wa-sicar al-suyan”

(“Gala de caballeros y blasón de paladines”). Está dedicado a Muhammad V en 1392, con el objeto de “componer,

pulir, cesar y cribar este libro sobre guerra y torneo, armas y caballos, las buenas cualidades que poseen o los

defectos que los hacen rechazables, más todo lo que con la equitación viene trabado, y normas de aprender la jineta

con todo lo que esto puede precisarse”

28 Academia de la Historia: “Relación de los fechos del mui magnifico é mas virtuoso señor el señor don Miguel

Lucas, mui digno Condestable de Castilla”, en Memorial histórico español, Vol. VIII. Madrid 1855.

29 Confróntese Blanco González, Bernardo: Del cortesano al discreto. Examen de una decadencia. Madrid 1962, p.

348; el autor expresa su asombro por “la importancia concedida a los aspectos “decorativos” de la vida: vestidos,

trajes, fiestas, ceremonias religiosas como tales”, en donde incluso lo militar “tiene más de juguete y de escarceo,

que de cosa seria”.

30 Academia: Relación, p.263.

31 Academia: Relación, p.50.

32 Academia: Relación, p.263.

33 Academia: Relación, p.262.

34 Blanco: Cortesano, p.264; sugiere la ausencia de toreros profesionales y un carácter de los juegos más

semejante a los “encierros” que a las corridas de toros actuales.

35 Academia: Relación, p.264.

36 Academia: Relación, p.266.

37 María Luisa Bueno Domínguez: Pasiones, júbilos y lamentos en la Edad Media. Madrid 1995, p 19-20.

38 Robert Fossier: La sociedad medieval, 1996, 304-306.

39 Werner Rösener: Los campesinos en la Edad Media, Barcelona, 1985.

40 Bell, R.C. “Introducción”, en Grundfeld, Frederich V.: Juegos de todo el mundo. Madrid 1978, 9-15.

41 Huizinga: El otoño de la Edad Media. Madrid 1945, 118-125.

42 Huizinga: Homo ludens. Madrid 1984, p.213.

43 Avedon, E. M. y Sutton-Smith, B.: “The Function of Games”, en: Avedon, Elliott M. y Sutton-Smith, B

(eds.): The Study of the Games. Nueva York 1971.