lunes, 20 de agosto de 2012

Historia de los musulmanes en al-Ándalus. Los moriscos de Almería




LOS MORISCOS DE ALMERÍA



"¡Valle de Almería! ¡Haga Allah que jamás me vea privado de ti! Cuando te veo, vibro como vibra, al ser blandida, una espada de la India. Y tú, amigo, que estás conmigo en un paraíso, goza de la ocasión…"



Ibn Safar al-Marini

La segunda mitad del siglo XVI estuvo marcada en toda la provincia por el levantamiento y posterior expulsión de la población morisca. Los moriscos, extensa comunidad de religión y cultura musulmanas a la que se había permitido permanecer en la península previa conversión, veía sin embargo sus derechos y su dignididad continuamente negados desde la firma de las Capitulaciones. La poblacion morisca era, a pesar de la incipiente repoblación cristiana, mayoritaria en amplias regiones de la provincia, como las Alpujarras y el alto Almanzora. Fue precisamente en la Alpujarra almeriense donde en 1568 se rebela el laujareño Abén Humeya (nacido Fernando de Válor y convertido al islam); la insurreción se propaga a toda la provincia y pronto Vera es conquistada y Cuevas de Almanzora atacada. En su retirada, Abén Humeya fundó en Purchena una competición para celebrar el nombramiento de la ciudad como cabeza del valle del Almanzora. Se trataba de unos juegos deportivos y culturales de innegable analogía con el olimpismo, que incluian la lucha, las carreras a pie y a caballo, el tiro y la poesía y que han sido recuperados hoy día, recibiendo el elogio de, entre otros, Juan Antonio Samaranch y el Comité Olímpico Internacional. Vuelve más adelante Abén Humeya a Laujar donde crea una casa real con vocación dinástica (ya había sido Laujar de Andarax asiento real con Boabdil a principios del siglo XVI), pero es asesinado, víctima de sus propios colaboradores en una oscura intriga palaciega. Poco a poco la resistencia morisca se desvanece. Prueba de que había sido enormemente dura es que Felipe II decidiera enviar al mejor y más temido de sus militares, Juan de Austria, quien pronto acaba con el breve reino morisco. Se reemprende así la expulsión de la población musulmana, que culminará con Felipe III.

Uno de los episodios más sangrientos de la represión contra los moriscos tuvo lugar en Níjar, y constituyó lo que se convino en llamar el negocio de Inox. En las revueltas de la Navidad de 1569, cientos de familias moriscas acudieron a refugiarse al castillo morisco del peñón de Inox, cercano a Níjar. Informados los cristianos, reunieron un improvisado ejército de mercenarios que se adueñó fácilmente de la fortaleza, haciéndose de una vez con más de 3.000 esclavos, mujeres y niños, e incontables botines. A este negocio se debe el nombre de la cortijada actual cercana, La Matanza, en cuyos aledaños pueden encontrarse aun semiderruidos entre la maleza los muros de la antigua mezquita de Inox.

La matanza y expulsión de los moriscos fueron un duro golpe que sumió a la provincia en la época más oscura de su historia, el siglo XVII. En efecto, marcharon los que habían enseñado a los cristianos el cultivo del moral, el tejido de la seda, las técnicas de regadío y la carpintería. Quedó la provincia muy empobrecida (y algo despoblada en relación a como estaba antes de las revueltas moriscas) de Níjar a Mojácar y la población de la capital se redujo a 7.000 habitantes. Los intentos de repoblación cristiana fueron inútiles y los terremotos y ataques piratas berberiscos e ingleses mantuvieron a la provincia ensombrecida durante los siguientes 100 años.

No podemos pasar página y siglo sin mencionar al otro gran morisco almeriense, Yuder Pachá. Personaje insólito, nacido en Cuevas de Almanzora como Diego de Guevara, fue capturado junto a otros 300 muchachos y llevado al palacio del sultán Al Malek de Marruecos en Marrakech, en la época una próspera y fascinante capital que acogió a pueblos enteros de moriscos exiliados (entre ellos Tabernas). Allí Yuder Pachá fue avanzando en el escalafón social y militar, sobresalió en la batalla de los Tres Reyes contra Portugal y recibió por fin el encargo del sultán Al Mansur de crear un gran imperio en el África Occidental. Así, partió en 1590 con 4000 hombres y 4 cañones andalusíes, atravesó el desierto y derrotó a los askia, adueñándose de Tombuctú, capital del mítico Imperio Songhai, el actual Mali. Se estableció así en la Curva del Níger una insólita comunidad andalusí, de costumbres y lengua castellana, que mantuvo su poder hasta 1737 y su preeminencia social y cultural hasta la primera mitad del siglo XIX, cuando fueron conquistados definitivamente por la etnia peul. No obstante, los "arma" (los andalusíes descendientes de Yuder y los moriscos, así llamados por portar nunca vistas armas de fuego), continuaron desempeñando un relevante papel en la política regional y participaron activamente en los procesos de independencia de Mali. Aún hoy se aferran a su origen andaluz, utilizan palabras castellanas y recuerdan al conquistador que fundó su dinastía, un cuevano, Yuder Pachá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario