Categoría: Los Andaluces
La difícil pervivencia demográfica
Gran Enciclopedia Andaluza del Siglo XXI. Tomo II páginas 283-300
( Gabriel Cano García. y Francisco García Duarte )
Se trata de ver qué parte de la población
andalusí ( término usado por los propios habitantes del al-Andalus para
referirse a ellos mismos ) quedó asentada en el territorio andaluz después de
la conquista; englobando a musulmanes, judíos y cristianos, porque muchas veces
se olvida que todos los andalusíes no eran de religión islámica. Desde la
entrada de las tropas castellanas en la cabecera del Valle del Guadalquivir a
principios del siglo XIII hasta la expulsión, oficialmente definitiva de 1614,
transcurren cuatrocientos años,
durante los que, como veremos, hay muertes, expulsiones, mantenimientos,
regresos, asimilaciones…en un balance difícil. Y eso, por la amplitud temporal
del proceso, la extensión del territorio andaluz, los problemas de las
fuentes ( casi siempre de tipo fiscal y, en consecuencia, no registra a la
población pobre y marginada ), los errores y manipulaciones, etc.
Hay dos etapas claras, que coinciden
también con dos espacios, aunque conectados por intercambios fronterizos y de
exilios/repoblaciones: la problemática sobre la pervivencia andalusí después de
la conquista del Valle del Guadalquivir en el siglo XIII, y la población de
origen morisco que quedó en el antiguo Reino de Granada después de las
expulsiones. Sin embargo, veremos con algún detalle las fechas principales.
Primero desde la conquista de parte de Valle hasta la revuelta mudéjar de
1264, en que arranca otro momento hasta la caída del Reino granadino,
aproximadamente las provincias actuales de Almería, Granada y Málaga. Una
tercera etapa transcurre desde finales del XV a la rebelión de las
Alpujarras en 1568-70. A continuación hay una expulsión parcial de
granadinos, parte de los cuales pasan a los Reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla (
más o menos las provincias de Huelva, Cádiz y Sevilla ) y una
repoblación, que en gran medida venía a su vez de la parte
occidental andaluza, estableciéndose una reubicación de moriscos y
descendientes de mudéjares en toda Andalucía, junto con los procedentes y
descendientes de otros lugares. Un quinto período va hasta 1614,
fecha de la última expulsión, y después veremos que quedó tras ese largo
proceso.
9.3.1.-Los mudéjares del Valle del Guadalquivir
Uno de los tópicos que se ha hecho
correr sobre la historia de Andalucía es que después de la conquista
castellano-leonesa se produjo la expulsión de sus habitantes y la repoblación
con nuevas gentes venidas de los reinos cristianos. Haciendo una gran
simplificación, se suele establecer que con la conquista de Castilla
desaparece en Andalucía todo el sustrato cultural anterior, naciendo una nueva
Andalucía como apéndice de Castilla; “la novísima Castilla” la han llegado a
calificar algunos.
Se olvida que la conquista del valle del
Guadalquivir se hace contra el resto del imperio almohade, ayudados los reyes
cristianos por andalusíes hartos del dominio norteafricano. Esta
particularidad hace que muchas de las poblaciones andaluzas lleguen a un pacto
o pleitesía en virtud del cual reconocían la autoridad del rey castellano; y,
en otros casos, como en las principales ciudades donde existían fuertes
guarniciones del ejército almohade, se llega a una capitulación después de una
resistencia más o menos prolongada. Las guarniciones son expulsadas del
país y los recintos fortificados son tomados por los conquistadores, que
desplazan a los musulmanes a los arrabales.
La conquista del siglo XIII supone, a
nivel demográfico, la expulsión de la población militar almohade y sus más
acérrimos aliados musulmanes de estirpe andalusí, pero se mantuvo en sus
pueblos y ciudades la mayoría de la población, que en parte era
musulmana, pero también había cristianos y judíos. No hay
cifras de la población cristiana de al-Andalus pero sí algunos datos que nos
indican lo numerosos que eran en el siglo XII. Por ejemplo, la incursión
de Alfonso I de Aragón por tierras granadinas, que en su retirada se
lleva consigo a más de 10.000. Los almorávides destierran al norte de Africa a
muchos de los que quedan (5.000 de éstos vuelven años más tarde a repoblar
Toledo) y después de todo eso se mantienen en Granada suficientes cristianos
como para enfrentarse al poder almohade de la ciudad años después. Cabe
pensar que la población cristiana del valle del Guadalquivir sería
también numerosa en el momento de la conquista castellana.
En cualquier caso, hubo un descenso de la
población andalusí de la zona conquistada a raíz de la revuelta mudéjar de
1264, que solo llegan a fraguar en algunas ciudades del bajo Guadalquivir; y la
muerte o expulsión de la población mudéjar de las que hablan las crónicas hay
que circunscribirlas principalmente a esas poblaciones y no a toda la
baja Andalucía y una parte de ella fue precisamente al Reino de Granada.
La expulsión completa de la población de una zona tan densamente poblada como
Andalucía no podía pasar tan desapercibida para la sociedad de la época;
hubiese supuesto una conmoción histórica como tiempo después pasó con la
expulsión de los moriscos en el siglo XVII. Tampoco la densidad demográfica de
Castilla y León estaba tan holgada como para una empresa de tan gran
envergadura como la repoblación del valle del Guadalquivir, que, por otra
parte tenía ya extensas tierras cultivadas y se precisaba mano de
obra, por lo que, como veremos, esas campiñas siguieron pobladas de
mudéjares o convertidos. Y está documentado que existían morerías a finales de
siglo XIV mucho tiempo después de 1264. Así se sabe de Sevilla, Córdoba,
Écija, Priego, Palma del Río, La Algaba o Archidona ( la zona de Antequera
pertenecía entonces al Reino de Sevilla y no a Málaga ).
Los mismos que defienden que con la
conquista y repoblación de Andalucía nace una “Andalucía nueva, distinta de la
hasta entonces existente y radicalmente transformada en sus estructuras básicas
-demográficas... ”(Manuel González Jiménez/ En torno a los orígenes de Andalucía: la repoblación del siglo XIII,
Universidad de Sevilla, colección de bolsillo 1980. pág-13 ) reconocen que “no
obstante, la población mudéjar existente en Andalucía debía ser más
numerosa de lo que indican los textos que, por lo general, solo aluden a
aljamas legalmente constituidas. A esto moros habría que añadir los pequeños
grupos o individuos aislados que vivían en la región y, en especial, los
que servían en las casas y propiedades de los poderosos como
criados, esclavos o libertos ( Gónzález, 1988, p. 75 ).
Y. así mismo aceptan la escasa fiabilidad
de las fuentes: “en algunos casos, del repartimiento sólo han llegado a
nosotros simples nóminas o listas de pobladores, casi todas ellas de escasa
fiabilidad”.... ”.(pág-24) “Nunca llegaremos a conocer, ni siquiera de
forma aproximada, el número de las personas que acudieron a establecerse en
Andalucía a raíz de su conquista en el siglo XIII”. ”.(pág-45)
Incluso se reconoce el fracaso de la repoblación oficial a la que
aluden las crónicas tendenciosas de la época: “Es evidente que puede hablarse
de un cierto fracaso, todo lo relativo que se quiera, pero fracaso al fin, de
la repoblación “oficial” realizada en tiempos de Fernando III y de Alfonso X”.
(pág-156)
Hay que insistir que la
documentación o era de repartos de tierras y, por lo tanto, no se refiere a los
vencidos, o son censos fiscales que no registran a esa población. Como dice
Collantes de Terán ( ) , refiriéndose a un Padrón de Sevilla
del siglo XIV, en el que aparecen 2.613 vecinos, que superaría los 4.000,
si se sumaran los sectores más pobres, eclesiásticos, los mudéjares, los judíos
y una población más o menos flotante, imposible de evaluar. Esto es, que,
aplicando el índice cinco, Sevilla tendría unos 20.000 habitantes, de los
que unos 7.000 no estaban censados; casi la tercera parte.
Puede decirse que a finales del
siglo XV la mayor parte de la población de la baja Andalucía provenía de
la que había en las postrimerías del siglo XIII: una minoría mudéjar y
otra judía y una mayoría de cristianos: unos descendientes de los propios
cristianos andalusíes o de musulmanes conversos, otros de cristianos repobladores
descendientes de andalusíes que habían huido al norte durante la dominación
musulmana, y otros descendientes de cristianos repobladores
castellano-leoneses.
Es lógico pensar, como hacen Domínguez
Ortiz y Bernard Vicent en Historia
de los moriscos, 1978, que después de varios siglos desde la
conquista del valle del Guadalquivir, muchos de estos musulmanes terminaran
integrándose en la sociedad cristiana " Gracias a la acción del tiempo,
que difuminaría la traza de los orígenes, un cierto número, quizás
elevado, de individuos de ascendencia musulmana, quedarían plenamente
integrados a los cristianos." Antonio Domínguez Ortiz. Bernard
Vincent. Alianza Universidad- 2ª reimpresión- 1993 (pág-90)
De hecho, todos los musulmanes
convertidos al cristianismo antes de la conquista de Granada pasaban a ser
considerados jurídicamente como cristianos viejos, así lo recogía una
disposición del año 1526. Esta consideración de "cristiano viejo " la
extiende otra disposición de 1585 a todos aquellos "por haberse
convertido sus passados a nuestra sancta fee Catholica, antes de la conversión
general o venido de Africa a receuirla..." (citada por J. Caro Baroja
en Los moriscos del Reino de
Granada, 1957). Aclarar estos aspectos sobre el origen de la
población de la baja Andalucía en el siglo XVI es importante, porque la
mayoría de los repobladores del reino de Granada son andaluces, pero
antes de hablar de la repoblación principal, luego de la guerra de las
Alpujarras, veamos la situación del Reino nazarí
9.3.2.- Los moriscos del Reino de Granada
9.3.2.1.-La situación antes de 1568
Tras la conquista de Granada hay un breve
período en que se permite la religión musulmana y, aunque hubo conversos
( en 1499, 50.000 personas en Granada según Lapeyre 1986 ), la mayoría de
los autóctonos se mantienen como mudéjares. Pero las pragmáticas de
cristianización forzosa a principios del XV ( sobre todo la de 11 de
febrero del 1502 en que se plantea conversión o exilio ), a pesar de las
capitulaciones habidas en 1492, hacen que la mayoría adquieran la
condición de morisco tras el bautismo.
Sin embargo, algunos prefirieron huir, lo
que ocurrió principalmente entre 1504 y 1507, si bien las cifras
sobrepasan apenas la centena ( Galán, 1997, p. 81 ), y pronto surge algo
que está presente en todo el proceso, la cuestión económica. La repoblación
tras la conquista fue escasa y hacía falta mano de obra, por lo que
aparecen autorizaciones para que se permitieran trabajadores moriscos en
zona litoral ( por el contacto con berberiscos ), como los casos
que cita Galán, 1997. Uno es la orden por cédula real de 5 de abril de 1505
para que el corregidor de Granada autorice “ a los moriscos a
labrar las tierras que el licenciado Zapata había comprado en Albuñol,
prohibiéndole que los prendiera, siempre, eso sí, que dejaran sus mujeres o
hijos en los lugares que ahora viven o en otros que estén apartados
del mar” ( p. 107 ).
Cuando hablamos de población granadina en
estas fechas sólo podemos referirnos a estimaciones que según se basen en unas
u otras fuentes pueden dar cifras muy dispares. Como dice Julio Caro Baroja (
1957 ) "Los cálculos acerca de la población morisca del reino de Granada y
sobre la población total del mismo reino en tiempos de Felipe II no pueden ser
más que aproximaciones". Caro Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª
edición. (pág-81)
Ladero Quesada, en su libro Granada después de la conquista, repobladores
y mudéjares, 1993, cifra la población del reino de Granada antes
de la conquista en unas 300.000 personas. Laredo Quesada, Miguel Angel “ Granada después de la conquista, repobladores
y mudéjares”, Diputación de Granada-1988 (pág-242)
Después hay una fluctuación de la
población; por un lado existe una "emigración" al norte de
África, que aunque no muy numerosa, sí es significativa porque afecta a una
parte de la nobleza nazarí con la familia real al frente. Por otro lado existe
un flujo de emigrantes cristianos "andaluces en su mayoría" como
reconoce el propio Ladero Quesada (pág-7) , hacia los nuevos territorios
conquistados. Esta primera repoblación "se centra sobre los núcleos
fortificados y abandona a la antigua población musulmana buena parte de la
tierra y de los lugares abiertos". (pág-6)Por lo que debemos pensar que la
proporción de nuevos pobladores cristianos con respecto a la antigua población
nazarí no sería muy importante antes de la sublevación morisca de 1569.
Si aceptamos la cifra de 50.000 vecinos
moriscos (unas 250.000 personas) que nos da en su "memorial", Nuñez
Muley ( "un hombre prudente y conocedor de la realidad" como
dice Caro Baroja “Los moriscos del reino de Granada, Ediciones Istmo, 2ª
edición, Madrid-1976, pág-82
los que había en el reino de Granada
antes de la sublevación, hemos de pensar que la población morisca era superior
a la cristiana. Estudios posteriores rebajan esos datos, pero hay bastante
coincidencia en que estarían en torno a los 160.000, cifra
publicada por Domínguez Ortiz y Bernard Vincent en 1978 ( 162.000
moriscos y 155.000 cristianos viejos antes de 1568 ); Vincent, 1985,
evalúa para 1561 la población andalusí en 164. 376 y
la cristiana en 127.606; Galán, 1997, obtiene la cifra la población
morisca del antiguo Reino nazarí en 31.000 vecinos, esto es,
155.000 habitantes, de los que más de 20.000 en la capital. y otros
cálculos demuestran, así mismo, números y proporciones entre
ambos grupos muy similares a éstas.
Cuando se desciende al detalle de
estudios comarcales y locales según libros de Apeo tras la guerra de las
Alpujarras, aparecen cifras más altas, a veces sorprendentes. Así
en la Comarca de Baza había pueblos con más del 90 % de autóctonos (
Zújar 503 vecinos, más de 2.500 habitantes, y sólo 39 familias
repobladoras, Cano, 1974 ); algo parecido ocurre en el Valle del
Almanzora, donde Cantoria tenía 250 vecinos moriscos y 10 cristianos viejos (
Ferre, 1979 ); Guadix contaba casi el 80 % de moriscos
( Fernández Segura, 1990 ); entre el Valle de Lecrín y las Alpujarras había más
de 30.000 musulmanes en 1504 y, según Domínguez Ortiz y Bernard,
1978, “en las Alpujarras sólo había dos o tres cristianos en cada
aldea “ ( p. 43 ). Noticias de viajeros ratifican esos datos, como la del
alemán Jerónimo Munzer en 1494, que en el pueblo almeriense de Sorbas
dice: “ no hay más que moros” ( citado por García Mercadal, 1952, p. 347
); en Tabernas, “ no vive más que un solo cristiano, en cuya casa nos
hospedamos “ ( p. 348 ); y en Guadix “…expulsados los sarracenos, está
hoy poblada por cristianos solamente…En las aldeas del término todos, o
la mayor parte son moros…gente muy diligente…que da al año más tributo a su
señor que tres cristianos juntos y son verídicos, justos y fieles “ ( p. 351-52
). Esta cita es importante porque ratifica las razones económicas de la
presencia y posterior transigencia hacia esta población. Y, también porque,
comparando con los datos anteriores de Fernández Segura, viene a
confirmar que una cosa es la población urbana y otra la rural. En
1524 Juan Dantisco, embajador polaco en la corte de Carlos V, escribía
sobre Granada que les había costado trabajo encontrar hospedaje
“ pues la mayor parte de las casas son todavía de moros, cristianos
solo de nombre, que temen mucho a los forasteros, pero especialmente a los
españoles” ( García Mercadal, 1952, p. 805 )
9.3.2.2.-Expulsiones y regresos tras la guerra de las Alpujarras de
1568-70
Aunque la población autóctona fuese
mayoría, los incumplimientos de los pactos reales, la presión de los poderosos
más intransigentes y las dificultades de la convivencia llevan a la rebelión de
una parte de los granadinos que se hacen fuertes en las Alpujarras
liderados por Aben Humeya, verdadero nombre de D. Hernando de Córdoba y
Válor. Derrotados tras una dura guerra, se decreta la expulsión de los moriscos
del Reino de Granada ( las tres provincias orientales del litoral
andaluz ), calculando Domínguez Ortiz y Vincent ( 1978 )
la deportación de 50.000 en noviembre de 1570 hacia Andalucía
y Castilla, pero antes habían salido unos 20.000 y después unos 10.000
( Vincent, 1971 ); 80.000 en total, aunque algunos
autores calculan otras cifras; la más alta próxima a los
150.000 ( según Tomás González teniendo en cuenta la disminución de
ingresos en la Corona ), cálculos que a Lapeyre, 1986, que cita al autor
anterior, no le parece “ nada seguros” ( p. 149 ).
Al comparar estas cifras con las
anteriores a 1568, obtenemos distintos balances: si escogemos las más altas de
ambas fechas ( Núñez Muley y González ), habrían quedado unos 100.000
moriscos y, si comparamos las más aceptadas de 160.000 y 80.000,
respectivamente, se reducirían a 80.000. El criterio de restar a las más bajas
de 1568, las más altas de 1571, no parece científicamente adecuado, y aún
darían saldos positivos.
Pero queremos que en estos cálculos
se olvida algo importante: el crecimiento de población, de manera que entre las
cifras de finales del XV o principios del XVI y 1570 transcurren unos 70 años,
en que existe un incremento vegetativo. No es fácil saber en qué medida, aunque
caben aproximaciones: la natalidad era cercana a la biológica sin
restricciones, en torno a 40 por mil habitantes ( hoy en Andalucía sobre
el 10-11 ) y la mortalidad, bastante más alta que la de ahora ( 8 por mil más o
menos ) se situaba en los alrededores del índice 20, lo que arroja un
incremento natural del 20 por mil o 2% anual. Las cifras anteriores a la guerra
de las Alpujarras no siempre se sitúan en una fecha concreta; los 164.376
moriscos de 1561, según Vincent, nos da ( aplicando la tasa citada en fórmula
cumulada ) una población de 196.444 en 1570 y de 200.373 en 1571, por lo
que si admitimos los 80.000 expulsado, el balance es de unos 120.000.
En cualquier caso, más allá de las
estadísticas, que siempre son difíciles de comparar, la mayor parte
de los autores coinciden en que fueron muchos los que quedaron.
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, dicen que en el interior del
Reino de Granada “ la comunidad morisca se incrementaba regularmente “
y una encuesta de 1580 censaba a 8.698 “ sin contar a todos
aquellos que escaparían al censo “ ( p. 68 ) y hubo pequeñas expulsiones
después de la expulsión principal; la última en 1585 en que salieron 404
granadinos hacia Extremadura, pero “ las autoridades no podían o querían,
a pesar de la persistente movilidad de los moriscos, organizar nuevas
deportaciones “ ( p. 69 )
Lapeyre, 1986, menciona las preguntas
hechas a corregidores después de 1571 acerca de cuantos se marcharon y
quedaron, pero aquéllos no respondían siempre a todas las
preguntas. “Particularmente pocos se arriesgaban a decir
cuantos moriscos habían partido…” ( p. 150 ). En cambio sí
consignaban altas cifras de muertos, que arroja una mortandad
media del 20 % en total en 3 o 4 meses, lo que resulta
más que sorprendente, por lo que que algunos “ pudieron fácilmente
pasar por muertos y a los corregidores no les interesaba declarar
un gran número de infracciones…” ( p. 151 ).
Los regresos están documentados, unos a
sus mismos lugares de origen, muchos a otros próximos, con apellidos
cambiados, unos en castellano otros topónimos o nombres de lugares, contando
con el consentimiento de las autoridades y las necesidades del trabajo en el
campo. Señalan Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, que al poco tiempo de
asentar moriscos muchos se había marchado, como el caso de 166 granadinos
deportados a Extremadura en 1584, de los que sólo quedaban 40 al año siguiente
( p. 88 ) Los grandes crecimiento vegetativos de algunos pueblos (
según tasas anuales acumuladas calculadas por Cano, 1974, para la Comarca
de Baza, que alcanzan hasta casi el 40 por mil ) revelan importantes regresos (
p. 28 ). Y el mismo autor incluye en la página 487 una lista de los apellidos
de moriscos de Zújar, según el Libro de Apeo de 1572 , algunos tan
irreconocibles como Ballestero, Caballero, García, Jiménez, Martínez, Navarro o
Santiago, además de topónimos de lugares del mismo reino granadino o de
Jaén, como Cazorla, Freila, Huéscar o Tabernas.
Abundando en los testimonios citados
acerca de la tolerancia de autoridades, véase lo que escribe Lapeyre en 1986,
página 155, en relación al mismo rey Felipe II, tras conocerse que “ gran
número de moriscos granadinos había regresado a su país de origen,
infringiendo así las órdenes reales “. Hay una reacción en 1582 para
aplicar medidas ( hasta penas de galera ) que fueron decayendo
paulatinamente por la intervención de la Junta de Población de Granada y
“el rigor de las prescripciones reales se atenuó poco a poco: el 13 de febrero
de 1583 se trataba únicamente de ordenar a los moriscos vagabundos que
volviesen al lugar de su residencia que les había sido atribuido “ ( p. 155 ).
Es decir, ninguna medida para los regresados que estuviesen asentados y
trabajando. Porque no olvidemos la necesidad de campesinos y
los beneficios fiscales que reportaban, ni que antes de 1570 , como ocurría en
Baza, según Castillo, 1995, “ como un 30 a un 40 % de la población
por aquellas fechas era de origen musulmán, la mayoría de ellos obtuvieron su
sustento sirviendo de mano de obra barata en las fincas de los cristianos como
jornaleros, arrendatarios y censatarios “ ( p. 211 ).
Ese mismo autor, al igual que
otros, recoge la adquisición de propiedades por parte de los moriscos, lo
que no es más que el complemento necesario de los atestiguados abandonos por
parte de repobladores cristianos, que recibían el lote, lo vendían y volvían a
su tierra. Entre 1587 y 1590 aparecen en Baza “ varias
haciendas completas de moriscos de la jurisdicción entre los bienes
alquilados…La explicación es que la mayoría de estas haciendas
fueron reconocidas a sus dueños moriscos que pudieron quedar tras la expulsión,
pero en la mayoría de los casos sólo pudieron gozarlas de por vida o
murieron sin sucesión. Al producirse esta contingencia no se repartieron entre
las suertes de los vecinos…, sino que pasaron a engrosar el Ramo de
Censos Sueltos, más concretamente los arrendamientos, que permitían mayor
rentabilidad para la Hacienda Real. Llama la atención que muchas de estas
haciendas eran pujadas y obtenidas por parientes de los antiguos
propietarios o incluso por el propietario mismo ( si no se le había
respetado su propiedad ) “, como la familia Alférez o Jorge Martínez Chillón (
p. 194 ). Los detalles que proporciona Castillo para Baza son sumamente
ilustrativos, pues “parte de los morisco que permanecieron
con ‘orden’ en la ciudad acudieron a las almonedas de las
haciendas de sus antiguos correligionarios…mientras sus anteriores fincas
eran subastadas” ( p. 217 ). Y cita a compradores moriscos, como
Luis Enríquez, Juan Adán, Diego el Purchení ( Purchena es un
pueblo de Almería ), “ seise de su Majestad”, Juan de Carmona Almorox, Diego
Pérez Zaheli o Juan de Ronda Alhaquín. Más aún, algunos moriscos ejercían de
intermediarios y “ trapicheaban y controlaban los arrendamientos,
subarrendándolos a terceros “, como Francisco Ramón o Andrés de Zaraín (
p. 218 ).
Aparte de comprobarse que los apellidos
no eran delatores de moriscos ( y de que cuando así aparecía solía ser el
segundo, que se pierde a la siguiente generación ), se nota que en aquellos
lugares, como Baza, en que se ha desarrollado una investigación, se
derrumban los tópicos de las expulsiones totales y surge con fuerza los motivos
económicos de las permanencias y regresos. “ Últimamente se está
revisando por los investigadores la visión tradicional de la minoría, en
algunas zonas mayoría, morisca. Parece llegada la hora de dejar de planteare el
problema desde el punto de vista exclusivo del enfrentamiento de culturas
y de considerar a los moriscos como una clase social,
uniforme y homogénea en sus interior…A nuestro entender habría que enmarcar el
proceso dialéctico entre ambas comunidades más en el plano económico que en el
religioso “ ( Castillo, 1995, pp. 197-198 ).
Ya en 1974 Cano aludía a algunas de esas
cuestiones, dado que las propiedades de los moriscos del Reino de Granada
fueron confiscadas en febrero de 1571y pasaron a pleno dominio del Rey,
que las reparte mediante el pago de un censo enfitéutico, que
independientemente de que los arrendatarios fuesen morisco o cristianos, estuvo
gravando el antiguo reino nazarí hasta nada menos que 1868, estableciendo una
discriminación fiscal que tiene mucho que ver con el subdesarrollo secular de
la zona.
Y además de todo eso, hemos dejado
para el final de este epígrafe que antes de los regresos, hubo una
parte de la población morisca, que no fue expulsada. Por un
lado porque en 1572 se autorizaba a que entrasen en el reparto
la quinta parte de los antiguos musulmanes y en algunos
Libros de Apeo así consta ( Cano, p. 29 ). Por otro lado, quedaban por lo
general de forma legal los menores de catorce años y los mayores de
sesenta y algunos matrimonios mixtos. El abandono de muchos repobladores
cristianos preocupa por efectos fiscales y de cosechas, por lo que una
Provisión de 30 de septiembre de 1595 permite a los “ naturales del reino”
tener propiedades. Cuando se investiga con detalle en un pueblo o comarca
aparecen discrepancias fuertes en las cifras. Así por ejemplo Ferre ( 1979 )
calcula un total de unos 11.000 moriscos antes de 1570, cuando Vincent,
1970, afirma que el número de concentrados en Vera procedentes de la comarca
para su deportación era de 3.000. Así, que aun admitiendo distintas
delimitaciones de la comarca, parece demostrarse que no todos se fueron. Y,
como hasta ahora hemos rozado solamente un aspecto importante de esta historia,
cual es la repoblación, la abordamos ahora.
9.3.3.-Intercambios de población en el conjunto andaluz a fines del XVI
Con el título del epígrafe queremos decir
que después de 1570 se producen traslados desde el Reino de
Granada a los de Jaén, Córdoba y Sevilla ( esto es una parte de los
moriscos expulsados ) y, después, desde éstos a Granada como
repobladores cristianos, aunque algunos no lo fueran o descendiesen de
antiguos mudéjares asimilados. Vayamos por partes.
En primer lugar, en la parte
occidental de Andalucía ( abreviaremos así lo que hoy son las provincias
de Jaén, Córdoba, Sevilla, Huelva y Cádiz ) se había producido, luego de
trescientos años, una asimilación de la población autóctona que quedó o
regresó. A ello hay que sumar los intercambios fronterizos y antes de la guerra
de las Alpujarras estaban dispersos y agrupados en las llamadas morerías,
de las que “casi no había ciudad castellana o andaluza de alguna
importancia que no tuviera la suya “. Y estos núcleos de “moriscos
antiguos” quedaron muy reforzados con la llegada de granadinos (Domínguez
Ortiz y Vincent, 1978, p. 80 ). Y tanto estos autores ( p 81 ) como
Lapeyre, 1986 ( p. 154 ) proporcionan cifras de algunas
morerías andaluzas hacia 1580: en Sevilla y sus arrabales más de
6.000, Córdoba, 4.628, Jaén 2.100, Baeza 1.116, Úbeda 1072, Cabra 662 . Y entre
las diócesis de Córdoba y Jaén su,aban más de 15.000 moriscos granadinos
( Lapeyre, p. 154 ). Incluso Domínguez Ortiz y Vincent, 1978,
incorporan listas de la procedencia de moriscos en diversos lugares ( pp. 53-54
), con lo que a las morerías más numerosas citadas antes, hay que añadir
las de Carmona , Ecija, Estepa, Osuna, Guadalcanal y Martos. Lapeyre,
1986, adjunta en sus libro mapas en los que se localizan la presencia de
moriscos en censos desde 1581 a 1610, resultando, nada menos que
137 lugares.
En segundo lugar nos referimos a los
repobladores que van al Reino de Granada. La teoría tradicional -que no se
basaba en conocimientos documentados- de que la mayoría de los repobladores
venían de Galicia, Asturias y Castilla-León ( porque, eso sí, es donde se
hicieron las principales llamadas, que tuvieron poco eco ) está siendo desecha
por las nuevas investigaciones. Con respecto a los primeros repobladores que
llegan al Reino de Granada, Ladero Quesada, 1993, afirma que "la
mayoría de los inmigrantes eran andaluces". Los repobladores que llegan
después de la rebelión y expulsión de 1570, también lo eran; Bernard
Vincent, tras analizar el origen de 10.000 repobladores comprueba que la
mayoría son andaluces, seguidos de lejos por castellano-manchegos y murcianos y
algunos casos aislados de otras partes.
Tan sólo en las zonas limítrofes con
Murcia, destaca esta procedencia; es el caso del Valle del Almanzora, a
dónde sólo llegan el 13.5 % de andaluces ( la mayoría de Jaén ) y
el 45.5 del reino de Murcia. Sin embargo ya en la Comarca Baza,
cerca también de tierras murcianas, los repobladores de ese origen tras
1570 de Cúllar y Zújar suman el 26.6 % y los andaluces el 37.4 ( casi todos
de Jaén ) más el 8.1 % de originarios, lo que da casi la mitad de andaluces,
mientras los castellanos suponen el 13.8 % ( Cano, 1974, p.
26 ). Los repobladores del Condado de Casares (Málaga) provienen en
un 82% del resto de Andalucía, especialmente de la provincia de Cádiz (Rafael
Benítez Sánchez-Blanco; "Moriscos
y cristianos en el Condado de Casares" colección de estudios
cordobeses. Diputación de Córdoba-1982. pág-237-239). Los repobladores de
la pequeña población de Dólar, en el marquesado del Cenete, provienen en su
gran mayoría (62%) de la provincia de Jaén. (Ricardo y Rafael Ruiz Pérez,
"La repoblación de Dólar después
de la expulsión de los moriscos" 2ª edición, Editado por
Diputación de Granada y Ayuntamiento de Dólar. pág-50
De los repobladores del pueblo granadino
de Alfacar, alrededor del 80% son de Andalucía. (Manuel Barrios Aguilera,
"Alfacar morisco” coedición
de la Universidad y Diputación de Granada,, 1984, pág- 108).
Seguramente nuevas investigaciones
incidirán en la cuestión, pero, de momento, queda comprobado ese trasvase de
población entre las dos partes de Andalucía, lo que vendría a justificar la
importancia del legado andalusí, por un lado, y que las diferencias
históricas entre el oriente y occidente andaluz hay que matizarlas mucho.
9.3.4.-La expulsión de 1610 y los embarques hasta 1614
A finales del silo XVI el Reino de
Granada estaba “limpio” de moriscos oficialmente, auque ya hemos visto
que no era así que, sin contar los numerosos regresos, Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, cifran en unos 10.000 ( p.81 ) y Lapeyre, 1986 ( recordamos otra
vez que la edición francesa es de 1959 ) en 8 o 9.000 personas, según el
impuesto especial de la “farda”, creado en 1603, si bien los datos
derivados de fiscalidad siempre están por debajo de la realidad.
En cuanto a la parte occidental (
Jaén, Córdoba, Sevilla Cádiz y Huelva ) ya hemos visto el número de morerías y
la importancia de algunas; las cifras de principios del XVII
proporcionadas por Lapeyre ( pp. 181-204) demuestra el crecimiento de las
más: destaca Córdoba con 4 o 5 .000, Jaén, 2.225, Baeza 1986, Priego,
1768, Écija, 1.100, Úbeda 1.001, Andujar 800, Cabra 749, Alcaudete 401, Lucena
381, Beas de Segura 350, Quesada 335, Cazorla 322, Santisteban del Puerto 305,
Baena 274, El Carpio 264, Constantina 252, Utrera 231. Pasaban de la
centena las morerías de Arcos de la Frontera, Sanlúcar de
Barrameda, Alcalá de Guadaira, Carmona, Alcalá del Río, Adamuz, Aguilar, Puente
Genil, Bailén, Bédmar, Cambil, La Iruela, Martos, Porcuna y Villacarrillo. Y se
acercaban a los cien en Alcalá de los Gazules, Aracena y Castilblanco de
los Arroyos. Nótese, a propósito de este caso y de otros que se trata de
pueblos muy pequqños donde una centena de moriscos “ oficialmente censados “
suponían una importante parte de la población ( la gran mayoría en pequeños
núcleos jienenses ), incluso en Sevilla, la más importante por cierto, casi
eran el 10 % de la población total.
“ Con sus 7.503 moriscos, una buena
parte de los cuales en Triana, Sevilla era pues la ciudad de España que contaba
con mayor número de ellos…El hecho, aunque poco conocido, no tiene nada de
extraño, pues Sevilla, con más de 80.000 habitantes, era la primera ciudad de
España. Diego Ortiz de Zúñiga…pretende que había pocos…La explicación, nos dice
el marqués de San Germán, es que estos moriscos sevillanos estaban muy
mezclados con los ‘cristianos viejos’… y ‘los moriscos de la
Andaluzía les tengo por muy ricos y que en el traje y lengua se nos parecen
mucho mas que los del Reyno de Valencia “ ( carta de San Germán en octubre de
1609, citada por Lapeyre, 1986, p. 182 ). Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, recogen la publicación de Gestoso, 1904, según el cual “
moriscos eran los alfareros que bajo el disfraz de nombres cristianos poblaban
los barrios de Sevilla, siéndolos también los que en pobres viviendas producían
riquísimas telas, labrados cueros, artísticas obras de metal de cobre o de
plata, armas, jaeces de caballos y demás objetos de arte
suntuario..Los libros bautismales de la parroquia de Santa Ana nos
muestran cada paso pruebas de la clase de pobladores del extenso arrabal de
Triana en el siglo XVI “ ( p. 117 )
El 22 de septiembre del 1609 se hizo
público el bando de expulsión, en el que se incluían una serie de excepciones,
que ahora sólo enumeramos, siguiendo a Domínguez Ortiz y Vincent,
1978: los señores tenían derecho a nombrar al 6 % de las familias para
que se quedasen, se exceptuaba a los que desde hiciera dos años
viviera entre cristianos “ sin acudir a las juntas de las aljamas”, y a
los que comulgaran con licencia de sus párrocos, se permitía quedar a los
menores de cuatro años con el consentimiento de sus padres y se obligaba a
dejar a los niños de menos de siete años si los padres marchaban a
tierras mahometanas ( “ sólo en Sevilla quedaron unos 300 menores,
de cuyo sustento y educación se hizo cargo el opulento cabildo hispalense
“Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 187 ). También permanecían los
matrimonios mixtos si el marido era cristiano viejo, pero si lo era la mujer
ésta podía elegir en irse con la familia o quedarse. Así mismo los
descendientes de turcos y berberiscos que hubiesen venido a a convertirse
y aquellos moriscos, que, “ según certificado de sus prelados, hubieran
vivido como cristianos. A los que tenían ejecutorias, privilegios o pleitos
pendientes sobre su calidad de cristianos viejos o exención de
la farda , se estaría a lo que resultara de los pleitos “ ( Domínguez
Ortiz y Vincent, 1978, p. 187 ).
Como se ve, de entrada la expulsión no era
general y se dejaban puertas abiertas a numerosas exenciones, que
debieron ser muchas a juzgar por las presiones que para evitar la
deportación o disminuir sus efectos hicieron sobre todo los señores y
algunas autoridades, más por razones económicas, de mano de
obra barata, arrendamientos, impuestos, etc.. No podemos hacer una
enumeración de casos, pero citamos el de Úbeda, donde el Consejo y el Cabildo
defienden a “ los doscientos veçinos del reino de Granada, poco mas
o menos y en xeneral an sido jente pobre y de poco trato y caudal
sustentandose con su trabajo en la labor de los campos y algunas tiendas
de fustas y simillas de poco valor, an vivido con demostración de fieles
cristianos…” ( Lapeyre, 1986, p. 182 ).
Además muchos autores coinciden en que en
Andalucía hubo más exenciones y, para empezar, el bando de expulsión fue
posterior ( publicado el 10 de enero de 1910 ) y con mejores condiciones
en cuanto a la venta de bienes. Lapeyre, 1986, contabiliza 1.121 embarque
por Málaga en 1610 y 825 por ese mismo puerto y Almuñécar en 1611, procedentes
del Reino de Granada, cifras que extraña al autor y a Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, y aseguran que no están incluidos los moriscos de
Archidona. Pero por muchos que fueran éstos ( un lugar cercano como
Lucena con 381 aparece como una morería importante ) sumados a los
1.946 embarcados no tiene nada que ver con las cifras calculadas antes
sobre los moriscos que quedaron en las tres provincias después de la expulsión
de 1570. Eran las siguientes:
a) 80.000, según cifras aceptadas de
residentes antes de 1568 ( unos 160.000 ) y los 80.000 expulsados que se
calculan. Pero, aplicando las tasas acumuladas de crecimiento vegetativo ya
mencionadas antes entre 1570 y 1610 ( 40 años ) resultaría una población
de 176.000
b) Haciendo lo mismo, pero aplicando esas
tasas desde 1561, datos de Vincent, en 1610 habría 264.964 moriscos
c) Aplicando las cifras más altas de
salidas en 1570 ( Tomás González casi 250.000 ) con el mismo crecimiento
vegetativo, en 1610 habría 110.000
Es decir, que los dos mil
embarcados, más los de Archidona, más los resultados de la segunda
orden de expulsión , leída en Granada el 30 de marzo de 1611 ( de
la que no hemos visto cifras, pero que “ concernía a varias categorías de
moriscos que habían conseguido eludir las anteriores “Domínguez
Ortiz y Vincent, 1978, p. 188 ) dejan más de 100.000 moriscos con
los cálculos más restrictivos. Las opiniones y noticias, como veremos,
avalan esas tesis. Pues, “ a pesar de todo, muchos de ellos
quedaron en el reino granadino, ya ateniéndose a excepciones legales, ya
confundidos y mezclados con la población cristiana vieja, y con la
complicidad e ésta , que no sentía hacia ellos el odio que se manifiesta en
otras regiones “ ( Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 188 ) porque
habría que añadir que muchos de los repobladores de 1570 eran
andaluces, moriscos de otros lugares y descendientes de
mudéjares, como vimos. Hay documentación de que oficialmente quedaron en
Granada “ cañeros”, conocedores de tierras, tintoreros…
NÚMERO DE MORISCOS EN 1609, SEGÚN
LAPEYRE, 1986
Provincia
|
Cádiz
|
Córdoba
|
Huelva
|
Jaén
|
Sevilla
|
Total Oeste andaluz
|
Lugares
|
11
|
20
|
15
|
31
|
23
|
100
|
Personas
|
428
|
4.209
|
305
|
9.181
|
9.950
|
24.073
|
En cuanto a la parte occidental de
Andalucía, Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, recogen la cifra de 29.939
salidas, proporcionada por Lapeyre, 1986, p. 253, sumando todos los lugares (
Sevilla, 18.471 y Málaga, además de unos pocos en Gibraltar y Almuñécar
para los de Granada ), fechas ( desde enero de 1610 a principios de 1612
) y destinos ( de los 17.569 salidos desde Sevilla en 1610,
más de 8.000 iban a Ceuta y Tánger ), a los que hemos de añadir los 133
expulsados por Málaga en 1614, última deportación. O sea, unos 30.000, que, si
aplicamos, el crecimiento acumulado vegetativo que venimos utilizando para la
época ( 20 por mil ) da una población base en 1570 de 13.636, lo que
parece muy inferior a la parte de los 80.000 granadinos expulsados, si bien ratificaría
los regresos.
Recordemos que, Lapeyre 1986,
cartografía 137 lugares con moriscos antes de 1609 y en la
relación que aparece en las páginas 202-204, junto con el número de
personas, sólo constan 100, como puede verse en el cuadro anterior, de
forma que la cifra de 24.073 no es completa. De todas maneras da la
impresión que embarcaron a la gran mayoría de los registrados como moriscos, lo
que por otra parte es coherente con el decreto de expulsión. Sin embargo,
sabemos que parte de los andalusíes de la zona occidental ya se
habían asimilado desde mediados del XIII. Y, si aplicamos las tasas acumuladas
de crecimiento vegetativo del 2 % anual entre 1570 y 1610, resulta que
los 30.000 de la última fecha serían 13.636 en la primera, cifra muy baja,
ni aunque todo los embarcados fuesen descendientes de granadinos, como
apuntan la mayoría de tratadistas. Más aún cuando ellos mismos afirman
que de los 80.000 ( y no digamos si eran 250.000, como sugiere
Tomás González ) expulsados en 1570, la mayoría fueron a la parte
occidental de Andalucía. Además después de las últimas expulsiones hubo
muchos regresos, cuestión de la que nos ocupamos ahora.
9.3.5.-Los avatares tras la expulsión
Muchos andalusíes iban dirigidos a
Ceuta y Tánger, plazas portuguesas, pero “ la unión dinástica realizada por
Felipe II y la proximidad geográfica nos autorizan a considerar los enclaves de
Marruecos como un anejo de Andalucía…y, si bien facilitaron el desembarco de
exiliados en tierra africana, sirvieron también de parada a los regresos
clandestinos” Por eso había noticias de múltiples retornos a Andalucía, donde
“las autoridades eran probablemente más indulgentes “ ( Lapeyre,
1986, pp. 219 y 224-225 ). En la primavera de 1611 se enviaron nada menos
que tres comisionados para investigar los grupos más importantes de
sustraídos a la expulsión y retornados.
Uno estaba en la Algaba, cerca de
Sevilla, con unos 400, que supuestamente fueron embarcados en septiembre de
1611, pero un año después aun se preguntaban a los patrones de los barcos
si habían cumplido sus compromisos; con ellos y con los de Archidona, que
tenían ejecutorias a su favor y no consta su salida. Cerca de allí se
averiguó que 250 moriscos de Osuna y dos localidades vecinas habían
obtenido permiso para volver desde Málaga en 1610. El comisionado enviado
a Córdoba y Jaén, zonas con bastantes moriscos, como vimos, “ y donde
habían conseguido quedarse algunos, especialmente en Jaén, Quesada y
Adelantamiento de Cazorla, no parece haber sido muy fructífera…Finalmente D.
Tadeo recibió de Madrid la orden de acabar de una vez por todas y
de llevar a Málaga a los moriscos que había descubierto. Pero éste no
llevó más que 270 personas…” “ En Granada D. Francisco de Yrarrazábal…chocó
con las autoridades locales, corregidores y regidores “ ( Lapeyre, 1986, p 221
).
Tras la partida de los tres comisionados,
todavía se encargó en 1612 a Lópe de Zerón de expulsar a los que
volvían, pero tuvo también muchos problemas con las autoridades. Y por entonces
existía la impresión de grandes cantidades de ocultaciones y regresos,
como la que recoge Lapeyre ( p. 234 ) de un Memorial de 1612, según el cual, y
de forma sin duda exagerada, “ Andalucía estaría llena de moriscos”. Pero
también noticias concretas como las de Almería o Sevilla, citadas por
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 253. En noviembre de 1612 se retiró
al conde de Salazar su omnímodo poder “por estar ya hecho lo más esencial
de la expulsión “ y todos los pleitos y diligencias se pasan al Consejo
de Castilla con el descontento de los más intolerantes que veían
facilidades para la permanencia de los moriscos. En el último
embarque conocido, principios de 1614 en Málaga, sólo constan 133
personas y en febrero “ se circuló a las justicias orden de S.M.
determinando que se dé por acabada la expulsión …y que no se admitieran
más delaciones, salvo si se les probare que había vuelto del destierro…”
( Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 224 ).
Pero la tenacidad de los deportados no
parece tener límite y se suceden las opiniones y denuncias, como la del mismo
conde de Salazar en 1615. No obstante, como señalan Domínguez Ortiz
y Vincent, con el reinado de Felipe IV, la nueva administración mantiene
una postura muy distinta a la de sus predecesores con respecto a los moriscos
que quedaron y los que vuelven. En este sentido podemos entender una petición
de las Cortes de 1623 al Rey: " que S.M. mande que no se trate más desto
ahora ni adelante, y cese cualquier averiguación que en estas causas estuvieren
pendientes y no se admitan denunciaciones, ni de los que están hoy en estos
Reinos ni de los que se dijere han vuelto". La respuesta del Rey a ésta y
otras peticiones por el estilo era el de que no convenía hacer pragmática, pero
que se mandaría a las justicias que no admitiesen denuncias, y que “ contra los
sospechosos procediesen no como moriscos, sino como vagabundos".
Aunque las noticias menudean, según estos
dos mismos autores. En Granada, referidas a importantes familias de la
seda o la supuesta conspiración de 1650 desde el Albayzín; en Sevilla
acerca de un Informe emitido por la ciudad en 1625, sobre “ la
existencia de grandísimo número de moros y moras, que se habían retirado tierra
adentro por habérseles prohibido la estancia en los lugares marítimos. Se
reunían viviendo en grupos numerosos en corrales de vecindad…”.
“ Es seguro que en este subproletariado había, junto con
esclavos moriscos en régimen de ‘cortados’, moriscos libres que consiguieron
burlar las órdenes de expulsión disimulándose entre la masa anónima de la gran
urbe “ ( p. 266 ). Y hay noticias de informes similares en otros lugares (
Utrera, Villamartín , Delgado, 1986, p. 19 )
Estos moros ‘cortados’
“suministraban gran parte del peonaje de Andalucía; eran un proletariado
miserable, inquieto y mal vigilado, de los que más de una vez protestaron las
Cortes; en las de 1626 don Francisco Maldonado, procurador de Granada, dijo que
eran muy grandes los inconvenientes de permitirse en Andalucía
tanto número de moros y moras, y de ellos bautizados, que todos ellos
eran cortados y pagan jornales ( a sus dueños, se entiende )…y esto
le es de gran ganancia que en dos años queda horro ( libre ) el que ha costado
200 ducados y dejan un resto a fin de no ser expelidos como manda la ley “(
Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, p. 265 ). Cuestión ésta, tan
importante, citada también por Caro Baroja, 1957, que añade “ que, sin
duda, fueron absorbidos, poco a poco, por la plebe “ ( p.263 ).
Siguiendo el relato, hay una noticia
interesante sobre el viaje de un embajador marroquí en 1690-91, según un
manuscrito de la Biblioteca Nacional, que aparece en el libro de García
Mercadal, 1952, sobre “ Viajes de extranjeros por España y Portugal” , donde se
menciona que la mayor parte de las poblaciones que visita ( Jerez,
Lebrija, Utrera, Andujar ) “trae su origen de los Andalus”, lo que no
deja de ser una apreciación, sin duda exagerada, pero en algunos casos
proporciona detalles; como en Lebrija, donde “algunos habitantes
nos confirmaron en la idea de que descendían de los Andalus, por cierta señal
que no pueden enunciar más que con la ayuda de un lenguaje embozado “ ( p.
1.223 ). O, refiriéndose a Andujar, “ Toda la nobleza de que gozan hoy
consiste para los abencerrajes convertidos en cristianos en transmitirse por
herencia el privilegio de llevar sobre el hombro una cruz dibujada sobre
el vestido...Tal es la señal con que se distinguen entre ellos…Su número
es incalculable, los unos reivindican esa genealogía y otros no. Hay incluso
algunos a quienes horroriza el oír hablar de ella “ ( p. 1.229 ).
Domínguez Ortiz y Vincent,
1978, recogen este viaje a través de una traducción del árabe
por el francés Sauvaire, y dicen que esos embajadores
marroquíes “ al salir de Andalucía cesan tales referencias, como si en la
Mancha no hubieran encontrado rastros de sus antiguos correligionarios…La
valoración de este relato es difícil, por cuanto en él se mezclan algunas
noticias que parecen ciertas con otras exageradas o totalmente falsas. Sin
embargo, una cosa parece desprenderse con certeza: a fines del sigo XVII
había bastantes familias andaluzas que recordaban, sin ningún complejo de
inferioridad, su origen muslím, aunque practicaran sinceramente la fe cristiana
“ ( p. 263 ).
Todavía en el siglo XVIII hay noticias de
viajeros, citadas por García Mercadal, 1952. El mayor W. Dalrymple había
notado en Ronda, 1774, “ que en el interior de las casas las
mujeres conservan una costumbre que viene de los moros: es estar sentadas en el
suelo sobre una artesa, con las piernas cruzadas” ( p. 648, tomo tercero
). Y existen también documentos sobre Autos de Fe inquisitoriales desde
el principio ( véase Domínguez Ortiz y Vincent, 1978).
Así entre 1727 y 1731, 226 personas fueron perseguidas por la justicia en
Granada por profesar el Islam y en 1728 todavía existían en Granada
descendientes de moriscos que continuaban con prácticas musulmanas como se
deduce del proceso inquisitorial que se celebró ese año en Granada contra
46 personas de posición holgada. Y, como dice Bernard Vicent en Minorías y marginados en la España del siglo
XVI Diputación de Granada. 1987. pág-142 "Hoy día podemos
admitir que hubo una presencia constante de cristianos nuevos en la ciudad del
Darro”
Es decir, como apunta Caro Baroja Caro
Baroja, Julio, “Los moriscos del Reino
de Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición.
"entre las personas dedicadas a la
industria de la seda y los empleados y letrados de regular posición
existían (en las generaciones nacidas en Granada de 1680 a 1700)
mahometanos que conservaban su fe y que encubrían su origen bajo nombres
cristianos y apellidos de los que más habían sonado en el país al tiempo de la
Reconquista o algo después_ Mendoza, Guevara,. Enríquez.." (pág-247)
y añade Caro Baroja "Durante el siglo XVIII Granada ... en la vida
privada las viejas tensiones y problemas surgen de vez en vez. Dentro de la
aristocracia e hidalguía de la ciudad eran conocidas las familias de
ascendencia islámica. Sobre esto no hay que insistir. Pero de lo que no se
habla apenas es del elemento morisco permanente, acallado, incorporado a
la sociedad cristiana, de su proporción, sus hábitos, etc" (pág-245).
Incluso en uno de los sitios que más sufrió oficialmente la expulsión de los
moriscos como la Alpujarra existían familias de reconocido linaje morisco como
recoge a comienzos del siglo XIX en su diccionario el abate Miñano: "se
dice que, a pesar del rigor con que se ejecutó la expulsión de los moriscos, no
se pudo evitar que no quedasen diferentes familias" (pág-248) (Los moriscos del reino de Granada, J.
Caro Baroja). Aun podríamos añadir que en el siglo XIX algunos viajeros
anotan la presencia de mujeres tapadas en alguna localidades andaluzas, lo que
sería anecdótico, si no formara parte de un conjunto.
9.3.6.-Los andalusíes que quedaron en Andalucía
Hemos visto cifras que
indican permanencias, multitud de casos que así lo afirman y otros tantos de
regresos y, si hubiese más investigación local, resultaría un panorama bien
distinto al que suele admitirse. Si bien algunos estudiosos del tema, como los
ya tantas veces mencionados Domínguez Ortiz y Bernad Vicent, se plantean
el tener que revisar todo lo concerniente a las cifras de moriscos en general:
"si esta hipótesis se confirmase habría que admitir que la asimilación
había continuado actuando y que el grupo no afectado por la expulsión fue más
importante de lo que aquí se ha creído". Antonio Domínguez Ortiz. Bernard
Vincent. “Historia de los moriscos” Alianza Universidad- 2ª reimpresión- 1993
Pág-90 Y ellos que conocen el asunto opinan, como hemos visto, que, sobre todo
en Andalucía fueron muchos los que al final quedaron o volvieron, debido a la
proximidad, otra vez la situación, con Berbería ( de los que incluso
algunos que se fueron con indiferencia o de buen grado retornaban ante un trato
poco favorable ). Las autoridades locales actúan generalmente de defensores,
sobre todo por razones económicas, y, aunque hubo excepciones, la
actitud fue de escaso compromiso hacia Madrid, que acabó por
desistir.
Vamos a intentar una clasificación, que
sirva también de resumen de los que quedaron. Una parte, son moriscos que
quedan legalmente por diversas razones: servicios prestados a la corona, vida
de buenos cristianos convencidos (incluso hay moriscos que se hacen sacerdotes
o monjas), por intereses diversos para la administración ( conocedores de los
terrenos y las lindes, seises, determinados oficios, etc): moriscos
esclavizados por derecho de guerra (incluso algunos se ofrecen de
esclavos para salvarse de la expulsión); niños que quedan en
"encomiendas"; moriscos que vuelven del destierro y se hacen pasar
por cristianos viejos; moriscos que se integran entre los gitanos trashumantes;
y otros casos que iremos viendo.
9.3.6.1.-Los excluidos deliberadamente
Entre los que se quedaron excluidos de
las listas de moriscos estaban los descendientes de bautizados antes de la
conversión general de 1500 que quedaban equiparados jurídicamente a los
"cristianos viejos". Entre estos están las 32 familias descendientes
de los grandes linajes que habían colaborado en la conquista del Reino. Son
familias tan conocidas como los Zegríes o los Venegas y Bernard Vincent
también habla de otras familias que han prestado grandes servicios al
Estado en el plano religioso o diplomático, como los Albotodo, Alonso Castillo
o la familia Marín. A ellos habría que añadir los fieles miembros de la
administración como los magistrados o los notarios. Otros muchos son avalados
por los obispos, nobles, sacerdotes u otras personas influyentes aduciendo su
sincera conversión cristiana y su asimilación "castellana". Incluso
se les da "certificado" de cristianos viejos y en esa época existen
muchos contenciosos de personas que pretenden demostrar esa condición.
9.3.6.2.-Moriscos que quedaron legalmente
Pocos años después de la expulsión de
1570 se hacen censos por parroquias de moriscos que quedaron
"legalmente" en el Reino de Granada. El censo de 1580 hace mención de
8.698 personas, pero lógicamente en esos censos no estaban los que habían
quedado clandestinamente o los que habían sido excluidos deliberadamente de la
lista de moriscos. Porque, podríamos preguntarnos, como hace Vincent en
1985 ¿Qué criterios utilizaron los curas para definir a los moriscos? ¿No
hubo falsas declaraciones facilitadas por una inmensa red de complicidad?
Bernard Vicent en Minorías y
marginados en la España del siglo XVI Diputación de Granada. 1987.
pág-269. Lo mismo opina Lapeyre ( 1986, primera edición 1959 ) que se
pregunta “si entre las personas denunciadas no había víctimas de calumnias,
como sucede con frecuencia en épocas turbulentas” ( p. 235 ). Eso incluiría en
las listas a cristianos viejos, dejando en sus sitio a moriscos.
Los propios bandos de expulsión de 1609 y
1610 establecían multitud de excepciones como el que "en cada lugar de
cien casas quedaran seis cabezas de familia, labradores de profesión, con sus
mujeres e hijos...., los niños menores de cuatro años, cuyos padres o tutores
estuvieran conformes en dejarlos, los hijos de cristiano viejo y morisca, las
moriscas mujeres de cristiano viejo, las cristianas viejas casadas con moriscos
y los hijos de tales matrimonios menores de seis años.. Por último, también los
moriscos que "de tiempo atrás considerable, como sería de dos años,
vinieran entre Christianos, sin acudir a las juntas de las Haljamas"
(Marcos de Guadalajara, citado por Caro Baroja, 1957 Caro Baroja, Julio,
“Los moriscos del Reino de Granada”
Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición, pág-226). Según el mismo autor, en el
segundo bando también estaban exceptuados de la expulsión los que volvían del
norte de África con la firme voluntad de convertirse al cristianismo; así como
los clérigos, frailes y monjas de ascendencia morisca, o los esclavos que
quedaban del tiempo de la rebelión del Reino de Granada.(pág-231) Es decir, que
había muchos resquicios para que una gran masa de antiguos musulmanes quedara
"legalmente" en su tierra.
El número de ejecutorias
pronunciadas a favor de sospechosos es muy alta y “ sea lo que fuere, lo
cierto es que algunos millares de personas ocultas en la fronda
burocrática, resultaron más difíciles de expulsar que las masas enormes
puestas en movimiento en 1609 y 1610 “ ( Lapeyre, 1986, p. 235 ). El
conde de Salazar en 1611 se refería a 716 ejecutorias favorables a los
solicitantes y 416 apelaciones denegadas (Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, p. 249 ).
Niños moriscos en "encomienda"
La Encomienda era una figura jurídica por
la que los menores de edad podían quedar al amparo de otra persona bajo una
serie de condiciones recogidas en contrato. Los "encomendados"
quedaban en "libertad", normalmente al cumplir la mayoría de edad.
Como dice Nicolás Cabrillana, Cabrillana, Nicolás “Almería morisca” Universidad
de Granada-1989, 2ª edición pág-319 1982, "este fenómeno
fue muy general, si no se ha conocido hasta el presente ha sido por lo poco que
se ha investigado en nuestros archivos de Protocolos". Y añade:
"Cabe preguntarse si la encomienda de moriscos tuvo consecuencias en la
etnografía de la comarca almeriense; el número de niños que quedaron debió ser
grande, aquí no he podido documentar más que los 156 niños registrados ante el
escribano Cosme de Quevedo, pero se ha perdido la totalidad de los registros de
otros escribanos, y además las ocultaciones debieron ser muchísimas, pues el
control era muy difícil en épocas de tanto desbarajuste."
Y en la expulsión de 1610 habían
pasado 40 años de la guerra alpujarreña, por lo que “muchos encomendados
acabaron fundiéndose con la población cristiana…
contraen matrimonio con familias cristianas viejas pues dada la
crisis demográfica y económica…nadie renunciaría a casarse con un
morisco o morisca poseedor de un mínimo de 18 o 20 ducados..” Texto de
Cabrillana, citado por Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, (También en el libro
de cabrillana pág- 320) que añaden: Lo más importante en orden a la fusión de
razas fue que hay documentos en los que se tacha el origen cristiano nuevo, con
lo que legalmente quedaban asimilados a los viejos. ¡ Y esto, en la época en
que la preocupación por la limpieza de sangre alcanzaba en Castilla el
paroxismo ¡ ( p. 251 ) . Hechos como ,los narrados por Cabrillana para
Almería aparecen en otras investigaciones, como la de Benítez , 1982,
para Málaga.
Los moriscos esclavos
Otra de las figuras bajo la que quedaron
también bastantes moriscos era la de esclavo. Después de la rebelión de 1569,
la reducción a esclavos de poblaciones enteras no fue infrecuente, aunque
muchos de ellos recobraron su libertad -previo pago de un rescate-, otros que
no tenían medios económicos mantuvieron su estatus de esclavo, sirviendo de
mano de obra gratis de sus "dueños". Estos esclavos no fueron
incluidos en las listas de deportados porque lesionaba los intereses de los
propietarios, dándose el caso de algunos moriscos se ofrecieron como
esclavos para escapar de la expulsión. Ya nos referimos a los moros “
cortados” y su abundancia en Andalucía, 1.852, nada menos, en Málaga en 1613 (
Lapeyre, p. 223 )
9.3.6.3.- Los moriscos que quedaron clandestinamente
Los camuflados como "cristianos viejos"
No vamos a repetir las innumerables
noticias y documentos, pero, para comprender, el por qué muchos moriscos
pudieron quedar clandestinamente entre los cristianos viejos (
presentándose incluso como repobladores en otras zonas distintas de las que son
originarios ) tenemos que hablar de la semejanza física con los cristianos
viejos, cuestión sobre la que existe mucha información.
Caro Baroja apuntaba en 1957 Caro Baroja,
Julio, “Los moriscos del Reino de
Granada” Ediciones Istmo, Madrid-1976 2ª edición. pág-90
que “contra lo que pudiera
imaginarse, hacia 1550 o 1560 no cabía establecer gran diferencia racial entre
la población morisca y la cristiana vieja de muchos de los pueblos de Granada,
Almería y Murcia. La distinción entre unos y otros era de tipo social, no
biológico." Aranda Doncel, Juan en "Los Moriscos en tierras de Córdoba", Publicaciones del Monte
de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1984. (pág- 103 ", basado en los
censos municipales de 1579 y 1583, que dan datos sobre el aspecto físico de los
moriscos desterrados del Reino granadino, sobre una amplia muestra de 1.509
personas, dice que una amplia mayoría de los moriscos son de talla alta,
tez blanca, (siendo más acentuada en las mujeres), seguida de la morena y
tienen los ojos negros, seguidos de los azules. El que hubiera una importante
población morisca de tez morena no es de extrañar por la abundancia de esclavos
negros en al-Andalus que lógicamente siguieron la misma suerte que sus señores.
Vincent, 1985, afirma en Andalucía en la Edad Moderna: economía y sociedad ( pág- 313)
que "la diferencia entre las dos comunidades no se basa en el plano
físico".
Todo eso se explica porque la gran
mayoría de sus antepasados provenían de la población autóctona bético-romana.
En este sentido es muy significativa la referencia que hacen los enviados
de Jaime II al concilio de Vienne (1311) ante el papa Clemente V sobre la
población granadina del siglo XIV después de haber pasado por Granada Ziríes,
Almorávides y Almohades: "Que en aquella sazón vivían en la ciudad de
Granada doscientas mil personas, y no se hallaban quinientas que fuesen moros
de naturaleza, porque todos eran hijos o nietos de cristianos". citado en:
Rafael Gerardo Peinado Santaella y José Enrique López de Coca Castañer/ Hª de
Granada, Tomo II, La época Medieval, siglos VIII-XV. Editorial D. Quijote.
Granada 1987. pág-96 El gran pensador andalusí Averroes dice de los
habitantes de al- Andaluz que “el color de tez que comprende a estos biotipos
más equilibrados es el blanco y esclarecido y el cabello... se aproxima más al
sedoso que al lacio". Y añade:" Este color y esta clase de cabellos
son raros en Arabia." Ibn al Jatib, natural de Loja,
describe a mediados del XIV a los granadinos de mediana estatura,
tez clara y cabellos negros.
La idea simplista de que los habitantes
de al-Andalus eran de ascendencia árabe no tiene base científica ya que ellos
mismo no se consideran así, salvo para justificar su "nobleza"
religiosa. Todo buen musulmán que se precie, y más si es de posición social
elevada, aspira a estar entroncado con la familia del profeta o con alguien de
su entorno. Es entonces cuando aparecen las genealogías y los más ilustres
personajes andaluces recién convertidos al Islam o descendientes de musulmanes
conversos buscan sus antecedentes en las cercanías del profeta y cuanto más
alto se está en la cúspide social y política, más alto se apunta en la
genealogía . Maestros en esto de buscar genealogías a los ilustres andaluces
eran los poetas aduladores de las cortes; entre ellos han destacado, el hijo de
converso, Ibn Hazm de Córdoba, e Ibn Galib, genealogista y biógrafo andaluz del
siglo XII. Este último nos dice: "Los andaluces son "árabes" por
su ascendencia genealógica, por su orgullo y altiva independencia....Pero a
continuación añade: "son indúes por la importancia que conceden a las
ciencias.....bagdadíes por su cortesía.....griegos por su talento para
descubrir el agua...(." Henri Pérez, “Esplendor de al-Andalus”, Libros
Hiperión, 2ª edición, Madrid-1990, pág-26), de lo que se deduce claramente el
sentido figurado de la consideración de "árabes" a los andaluces.
Es por esta semejanza física por la que
se puede entender el que muchos moriscos desterrados al interior de la
península o al norte de Africa pudieran escapar y volver, incluso como
cristianos viejos repobladores. Así lo denuncia en 1610 Pedro de Arriola,
responsable de los embarques de moriscos en el puerto de Málaga, en una carta
dirigida a Felipe III: "Muchos moriscos de los expedidos del Andaluzía y
Reyno de Granada se van bolviendo de berbería en navíos de franceses que los
echan en esta costa de donde se van entrando la tierra adentro y he sabido que
los más dellos no buelben a las suyas por temor de ser conosçidos y denunçiados,
y como son tan ladinos residen en qualquier parte donde no los conosçen
como si fuessen christianos viejos" Aranda Doncel, Juan en "Los Moriscos en tierras de Córdoba",
Publicaciones del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, 1984. (pág-
371)
Esta posibilidad de pasarse por
cristianos viejos es resaltada por muchos autores, como ya hemos visto.
Recordemos lo que dicen Domínguez Ortiz y Vincent: "En Granada también
debieron quedar bastantes moriscos, ya ocultos, ya haciéndose pasar por
cristianos viejos, porque la dilatada convivencia con estos les había hecho
adquirir su habla y costumbres de tal manera que era muy difícil
distinguirlos." Antonio Domínguez Ortiz. Bernard Vincent. “Historia de los moriscos” Alianza
Universidad- 2ª reimpresión- 1993
También los había que quedaban
"escondidos" en sus propias poblaciones o volvían clandestinamente
con la connivencia de la población de "cristianos viejos" asentados
en el pueblo. Vincent, en Andalucía
en la época moderna... nos dice que "los miles que quedaron,
vieron crecer su número por los regresos clandestinos, que no cesaron
nunca".(pág- 285) Y el
mismo escritor nos da la clave para entender este fenómeno: "La
explicación de la ineficacia de las medidas reales es muy sencilla. La casi totalidad
de los moriscos que permanecieron en Andalucía Oriental no pudo hacerlo más que
gracias al consentimiento de los cristianos. La compenetración desde principios
del XVI entre las dos comunidades, más fuerte en los medios urbanos de lo
que se ha querido decir hasta ahora, había hecho que los cristianos tomasen
para sí algunos elementos de la civilización contraria y que no considerase a
la comunidad morisca como un bloque". (pág-281)
Los moriscos camuflados como berberiscos
Los berberiscos eran los norteafricanos
que emigraban a la península y que tenían un estatus que les permitía vivir
libremente como ciudadanos en el reino de Granada. Esta es una circunstancia
que hemos visto repetidas veces; por ejemplo, como dice Vincent Bernard
Vincent, ANDALUCÍA EN LA EDAD MODERNA: ECONOMÍA Y SOCIEDAD, Diputación de
Granada-1985 pág- 272
: "algunos moriscos no dudan en
utilizar esta licencia para hacerse pasar por berberiscos y así poder
permanecer en el lugar". “ El 19 de marzo de 1607 vinieron a la ciudad de
Granada muhos moros e moras de Berbería con sus criaturas..viniendo a volverse
cristianos, y por mandato de S.M. se les dio cogimiento en la ciudad de
Granada. Recibieron la fe…más de cuarenta con sus mujeres e niños, a
todos los cuales el arzobispo mandó vestir a la española…y a los que eran
casados en su secta los desposaron de nuevo “ ( texto de
Henríquez de Jonquera, citado por Domínguez Ortiz y Vincent, 1978,
pp. 257-58 ).
Los moriscos trashumantes
Otra de las formas que escogieron muchos
moriscos para escapar a la expulsión era la de tener "oficios"
trashumantes que le permitían trasladarse de un sitio a otro sin tener que
censarse en ningún pueblo y así escapar al control de la administración. Entre
ellos debemos destacar, por su importancia en Andalucía, la de los moriscos que
se integraron en bandas gitanas trashumantes. Hoy vemos cómo muchas de las
características de los gitanos andaluces coinciden con las de los
moriscos, como zambras, bodas, oficios, aficiones musicales, etc. son indicios
de la existencia entre ellos de muchos descendientes de moriscos (Barrios,
Manuel “Gitanos, moriscos y cante
flamenco” Sevilla, RC Editor, 1989). Otros autores relacionan el
flamenco con la música andalusí y, concretamente, las tonás y siguirillas con
las llamadas a la oración del almuédano ( Lefranc, 2000, pp.47 y ss. ). Es
frecuente entre los gitanos andaluces denominar a los demás,
"castellano" y utilizar poco el término payo, más
común en otras zonas. ¿y quién puede llamar "castellano" a otro en
Andalucía si no es un andaluz?.
“Los moriscos de las grandes
ciudades tuvieron más oportunidades para esquivar la
expulsión y pasar desapercibidos mezclados entre los bajos estratos,
sobre todo en las ciudades andaluzas, donde las bandas de vagabundos y gitanos
debieron acoger a no pocos de ellos. En cuanto a los moriscos de zonas rurales,
, sin negar que algunos señores procuraron, con éxito, conservar
una parte de sus vasallos…la distinción fundamental hay que establecerla entre
moriscos no asimilados y los que estaban en vías de asimilación. Estos
últimos trataron por todos los medios de quedarse o de volver, y en no
pocos casos su tenacidad se vio coronada por el éxito “ (Domínguez Ortiz y
Vincent, 1978, p. 264 ).
Dentro de estos moriscos trashumantes
también tenemos que incluir a los arrieros, trajineros, buñoleros-churreros, y
"quinquis" , como vendedores de quincalla y no la acepción
actual de "delincuente". Como dice Pita Mercé en "Lérida morisca" Rodrigo Pita
Mercé en "Lérida morisca” Citado
por Elena Pezzi, "Los moriscos que
no se fueron" Editorial Cajal, Almería-1991, pág- 175):
"en realidad los "quinquis" o en catalán "adobets",
según nuestra opinión, no son más que descendientes, tras varias generaciones,
de estos moriscos nómadas, que se quedaron en España y adoptaron la vida nómada
para sustraerse al edicto de Expulsión de 1610." En cuanto a los arrieros,
estas profesiones de tipo más o menos nómada ya eran desarrolladas por los
moriscos antes de la expulsión. De hecho muchas de las palabras relacionadas
con la profesión son de origen árabe, empezando por el mismo nombre que viene
del vocablo "harre" voz imperativa que se da a los mulos o caballos y
que es trascripción del árabe harri (¡anda ligero!) (Elena Pezzi, "Los moriscos que no se fueron").
(Elena Pezzi, "Los moriscos que no
se fueron" Editorial Cajal, Almería-1991, pág- 179)
Esta misma autora se refiere a los
"majos" ( personas con unas características especiales,
tanto en su estética como en su idiosincrasia que coincidía plenamente con los
moriscos ), que vivían, sobre todo, en la baja Andalucía y en la incipiente
gran urbe que estaba creciendo en torno al Madrid de los Austrias gracias al
aluvión de inmigrantes.
9.3.7.-Conclusiones
Hemos visto un largo proceso de cuatro
siglos desde la entrada de Castilla en el XIII a las últimas expulsiones de
1614, en la que una parte de la población andalusí muere o es
deportada, pero otra queda como musulmanes ( mudéjares ), primero,
y, después, como cristianos nuevos ( moriscos ) En ese largo
proceso tiene lugar una lenta de asimilación, sobre todo en la parte occidental
donde el tiempo de convivencia es mayor, si bien quedaban restos como moriscos
antiguos y la influencia de la frontera es importante, manteniéndose en las
campiñas sevillanas lo que se llamó la Banda Morisca,
La conquista del Reino de Granada, o
parte oriental de Andalucía, y, sobre todo, el final de la guerra de las
Alpujarras en 1568-70, origina un doble trasvase: de moriscos
hacia occidente y de repobladores ( algunos descendientes de andalusíes,
e incluso moriscos camuflados ) hacia oriente, homogeneizando más la población
andaluza. Hasta las últimas expulsiones de 1610 y 1614 habían pasado
varias generaciones desde las rebeliones granadinas y hubo también
o0ortunidades de integración. Tales deportaciones finales exceptúan a algunos
y muchos retornan, manteniéndose la noticias de ciertas prácticas
al menos hasta el siglo XVIII. La asimilación a estas alturas
es total y nada queda en la población que recuerde esa historia, pero una parte
del legado andalusí sólo puede explicarse por esa cierta y difícil pervivencia.
Dos cosas para terminar; siendo un
proceso tan largo y en un territorio tan extenso, como el andaluz,
no procede generalizar ni en el tiempo ni en el espacio. Decir que una ciudad,
por ejemplo en el siglo XIII, quedó vacía de moros para que entrase
el vencedor, como un acto poco más que simbólico, no puede llevar
a la afirmación de que eso ocurre en toda Andalucía ( entre
otras cosas porque en el XIII, la mitad del territorio es islámico ) ni
pararse en el tiempo. Porque inmediatamente los musulmanes trabajan en
los campos de alrededor y hasta el siglo XVII hay noticias, como por ejemplo el
caso de Sevilla, de una importante población morisca, auque algunos
fueran esclavos. La segunda cuestión es que, conocida esta
historia, al menos en sus líneas generales y algunos casos concretos, es
difícil hablar sólo de datos y hechos, sustrayéndose ( no digamos
alegrándose ) de la tragedia de este pueblo, perseguido,
humillado, expulsado ( a veces separando a la familia )…y, sin
embargo, con una tenacidad tan comprobada para permanecer y retornar.
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