ABŪ L-‘ABBĀS AḤMAD B. YAḤYÀ AL-YAḤṢUBĪ TĀŶ AL-DAWLA
Abū l-‘Abbās Aḥmad b. Yaḥyà al-Yaḥṣubī
Tāŷ al-Dawla. ?, f. s. X – Niebla
(Huelva), 433 H./1041-1042 C. Primer soberano de la taifa de Niebla.
Aḥmad b. Yaḥyà al-Yaḥṣubī fue el primer soberano de la taifa de Niebla,
capital del territorio onubense durante la Edad Media, efímera y débil entidad
política cuya existencia se desarrolla a lo largo de treinta años, entre
414/1023-1024 y 445/1053-1054, sucediéndose consecutivamente tres soberanos del
mismo linaje a su frente, si bien existen ciertas discrepancias en las fuentes
árabes respecto a sus respectivas identidades.
Al igual que el conjunto de las taifas del Occidente andalusí, las del
territorio onubense fueron gobernadas por linajes “andalusíes”, es decir, que
pretendían remontarse a un origen árabe. Los Yaḥṣubíes eran un linaje yemení
sólidamente establecido en el área onubense a partir de la propia conquista
musulmana, ejerciendo el control político en Niebla ya desde el siglo VIII,
como atestiguan las noticias relativas al papel desempeñado en ella hacia
138/756 por ‘Abd al-Gaffār, sobrino de Abū-l-Ṣabāḥ al-YaḥṣubĪ, señor del
Occidente de al-Andalus, y a la rebelión en 148-149/765-767de Sa’īd al-Yaḥṣubī,
conocido como al-Maðarī, contra el poder
central cordobés. Teniendo en cuenta estos antecedentes, la proclamación como
soberano independiente de un miembro del mismo linaje cuatro siglos después
resulta verosímil y muestra la continuidad del papel preeminente ejercido por
la aristocracia árabe yemení en Niebla desde el mismo momento de su conquista.
El desarrollo del período taifa en la zona onubense ejemplifica de modo muy
fiel las características generales de esta fase de la Historia andalusí. La más
importante de ellas es el fuerte desarrollo de las fuerzas centrífugas, que se
expresa en la aparición de un buen número de entidades independientes, que aquí
serán dos, con centro en Huelva y Niebla respectivamente, gobernadas por
linajes de pretendido origen árabe, Bakríes y Yaḥṣubíes. Así pues, el proceso
de fragmentación territorial alcanza en esta zona cotas elevadas, como
evidencia el establecimiento de dos entidades independientes en un área
comprendida en un radio de unos 30 km. Ambas, según la mayor parte de los
datos, fueron completamente autónomas entre sí, aunque existen algunas
referencias que apuntan a una posible dependencia de la taifa Bakrí respecto a la
Yaḥṣubí. Sin embargo, la evolución de la etapa taifa se desarrolla en el
sentido de la progresiva disminución del número de entidades independientes, en
virtud del proceso de anexión, pacífica o violenta, de las más débiles por las
más fuertes. En nuestro caso, las taifas onubense e iliplense caerán bajo el
dominio de la taifa más expansiva del Occidente, la de los ‘Abbādíes
sevillanos.
La información de que disponemos para reconstruir la evolución de esta
etapa y la actuación de cada uno de los tres soberanos Yaḥṣubíes resulta muy
insuficiente. En la práctica se reduce a la información textual, careciéndose
por completo, en cambio, de datos procedentes de dos importantes referentes del
registro material, como son la numismática y la epigrafía. La ausencia de
acuñaciones en las taifas de Huelva y Niebla nos da la pauta de su escasa
relevancia política, mientras que la ausencia de epigrafía nos impide
profundizar en una cuestión fundamental de este período como es el de la
titulatura de los gobernantes.
Nuestro conocimiento sobre la dinámica de ambas taifas es bastante similar,
caracterizándose por la fragmentariedad y precariedad de la información. Desde
el punto de vista cronológico, la taifa Bakrí se adelantó en más de diez años a
la Yaḥṣubí, donde no hay noticia de la aparición de un poder independiente de
Córdoba hasta la proclamación en 414 (26 de marzo de 1023/14 de marzo de 1024)
de Abū-l-‘Abbās Aḥmad b. Yaḥyà al-Yaḥṣubī. No obstante, a diferencia de la
Bakrí, en la de Niebla tenemos constancia de la sucesión de tres gobernantes al
frente de ella. Al margen de esa diferencia cronológica en su génesis, su
destino fue idéntico, pues, como se ha indicado, ambas acabarían siendo
sometidas por los ‘Abbādíes de Sevilla.
La Crónica anónima, única fuente que ofrece la secuencia
completa de todo el desarrollo de la taifa Yaḥṣubí, menciona a tres soberanos
al frente de la misma. Sin embargo, apenas aporta información precisa sobre la
actuación de cada uno de ellos, limitándose nuestros datos a los aspectos más
generales de la evolución del período y a la cronología de sus respectivas
proclamaciones y deposiciones.
El período más largo corresponde al primero de los tres soberanos
Yaḥṣubíes, extendiéndose a lo largo de veinte años, desde su proclamación en el
año 414 (1023-1024) hasta su muerte en Niebla en el año 433 (31 de agosto de
1041/20 de agosto de 1042). Además, fue el único de los tres que murió en el
poder, ya que los otros dos hubieron de exiliarse a Córdoba. Dado que no dejó
descendencia, testó en favor de su hermano, Muḥammad b. Yaḥyà al-YaḥṣubĪ. El
breve texto de su reinado inserto en la mencionada Crónica anónima describe
en términos favorables su gobierno: “Se alzó en ella y fue proclamado en el año
414 (1023-1024). Las gentes de aquellas regiones, tales como Huelva y
Gibraleón, lo reconocieron por jefe. Los asuntos fueron bien para él y no hubo
quien se negase a reconocerle, ni rebelde que se levantase contra él.
Fue bienhechor, cuidadoso de sus asuntos y atento en lo concerniente a la
prosperidad de su país. Sus días fueron un período de calma y de vida fácil.
Continuó siendo así hasta que murió en Niebla, en el año 433 (31 de agosto de
1041 a 20 de agosto de 1041-1042). Su reinado fue de veinte años. No dejó
descendencia; como consecuencia, testó a favor de su hermano e hizo de él su
presunto heredero”.
Aparte de los datos ya
reseñados, el texto pone de manifiesto la extensión de la soberanía del primer
Yaḥṣubí sobre los núcleos de Huelva y Gibraleón, dos de los principales
asentamientos del territorio en la época musulmana, lo que obliga a plantear la
posible sumisión de la taifa Bakrí a la Yaḥṣubí.
En definitiva, la
función histórica que podemos asignar a este personaje es la de haber fundado
la efímera y débil taifa iliplense, asegurando el gobierno de dicho territorio
en manos de los miembros de su linaje, lo que atestigua la preeminencia de la
aristocracia árabe sobre la zona desde la época de la conquista musulmana.
Bibl.: D. Wasserstein, The Rise and Fall of the Party
Kings. Politics and Society in
Islamic Spain, 1002-1086, Princeton, University
Press, 1985; F. Maíllo Salgado, Crónica anónima de los
reyes de taifas, Madrid, Akal, 1991; M.ª J. Viguera Molins, Los
reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992; M.ª J.
Viguera Molins (coord.), Los reinos de taifas. Al-Andalus en el siglo XI, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia
de España de Menéndez Pidal, vol. VIII-I, Madrid, Espasa Calpe, 1994; A. García Sanjuán, Evolución histórica y
poblamiento del territorio onubense durante la época andalusí (siglos
VIII-XIII), Huelva, Universidad, 2003.
Alejandro
García Sanjuán
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