SAN SISENANDO
Sisenando, San. Beja
(Portugal), c. 825 o 826 – Córdoba, 16.VII.851. Diácono, mártir y
santo.
Acerca
de su vida y martirio san Eulogio de Córdoba, padre y doctor de la iglesia
mozárabe escribió: “Denique Levita Sisenandus ex Pacensi oppido ortus”.
Ciudad Pax
Julia (Beja), no Pax Augusta (Badajoz), erróneamente
atribuida debido a que dicho título pasó en 1255 a la sede episcopal de la Baja
Extremadura.
Llegó a
Córdoba animado por el deseo de aprender.
“Fue
aquí esmeradamente educado —escribe san Eulogio— en la iglesia del santísimo
Acisclo, donde descansa el cuerpo del mismo mártir y, según él mismo refirió a
sus familiares, por invitación de los santísimos Pedro y Walabonso, ya
instalados en el cielo, también él personalmente afrontó el martirio”.
Cierto
día se disponía a contestar una carta a un amigo suyo; estaba escribiendo los
primeros renglones, cuando de repente se la entregó a un joven que estaba junto
a él y le dijo: “Vete, hijo, al instante, para que no te atropellen los sayones
de la justicia; pues el poder de las tinieblas ordena que me saquen de la
cárcel.
Me van a
degollar al momento”. Era ya diácono, cuando presintió el martirio “con alegre
ánimo, seguro de la corona de su victoria, pues había sido invitado al banquete
celestial por exhortación de los santos”.
Murió
joven. Su tránsito ocurrió un jueves a 16 de julio de 851, en tiempo del rey
‘Abd al-Raűmān de Córdoba. El cuerpo lo dejaron abandonado a las puertas del
Alcázar. Muchos días después, unas mujeres encontraron sus restos mortales en
la grava del río Guadalquivir. Después recibió sepultura en la Iglesia de San
Acisclo.
Su
memoria permaneció ignorada hasta 1574, en que se publicaron las obras de san
Eulogio. Seguidamente, en 1586, el Martirologio Romano lo
inscribe así: “Cordubae in Hispania S. Sisenandi Levitae, et matyris, qui por
fide Christi a sarracensis jugulatus est”.
Desde
1601 la diócesis de Córdoba lo introduce en su calendario litúrgico, y celebra
el 20 de julio su fiesta juntamente con Pablo, diácono. Sigue Beja declarándole
patrono principal de la ciudad el 24 de octubre de 1651. Por fin, comienza una
gran devoción al santo en la ciudad de Badajoz desde el 1654, figurando en el
propio diocesano.
La
iconografía que se conserva es una litografía de todos los mártires cordobeses
que sitúa detrás de San Pelagio a Pablo, diácono, con dalmática, y Sisenando,
también diácono, con túnica blanca “Ang. M.ª Barcia inv. Et pinxt.”. Un relieve
de la sillería del coro en la Catedral de Córdoba lo muestra vestido de
dalmática y con la palma del martirio en la mano.
Bibl.: Memorial
de los Santos, San Eulogio de Córdoba, s. l., s. f., lib. 2, 5; J. Solano
de Figueroa, Historia eclesiástica de la ciudad y obispado de
Badajoz, Badajoz, 1664 (Badajoz, Centro de Estudios Extremeños, 1929-1935); Continuación
de la Historia de Badajoz. S. xviii, Badajoz, s. xviii; J. P. Migne, Patrologia
Latina, París, 1844-1865, págs. 772-773; T. Lozano Rubio, Aportación
a la Historia de Badajoz, Badajoz, Imprenta Arqueros, 1930; A. Camacho
Macías, Episcopologio pacense, en VV. AA., Actas del VI Congreso
Histórico de Extremadura, Badajoz, 1975; T. A. López López, “Los Propios de
los Santos en la Archidiócesis de Mérida-Badajoz” en Apuntes para
Historia de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz III, Cáceres, 1999; M. Nieto
Cumplido, Córdoba: Patrimonio de la santidad, Córdoba, Catedral de
Córdoba, 2004.
Teodoro
A. López López
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