ALOJARSE EN UN FUNDUQ EN AL-ANDALUS
Viajeros y comerciantes necesitaban
un lugar donde alojarse al llegar a una ciudad y un espacio seguro en el que
depositar sus mercancías. El funduq respondía a esta demanda
de alojamiento y seguridad. En él se podía descansar, comprar, vender, hacer
reparaciones, obtener nuevos suministros o informaciones, resguardarse del
clima, almacenar mercancías a buen recaudo, pagar impuestos o alimentarse
Alicia Hernández Robles
Universidad de Granada
Ilustración de las Maqāmāt de al-Ḥarīrī. París, Bibliothèque Nationale de France. MS rabe 5847, fol. 89r.
Los motivos por los que se
emprendía un viaje en la Edad Media eran muy variados (político-militares,
científicos, económicos, religiosos, etc.), así han existido diversos tipos de
viajeros como peregrinos, estudiosos o eruditos, tropas militares, comerciantes,
etc.
Con independencia de quién y porqué
se emprendía un viaje este implicaba toda una serie de necesidades a lo largo
del camino, tales como el alojamiento durante la travesía y otros servicios.
El funduq (en
plural fanādiq) era uno de los edificios que proporcionaba una
amplia oferta de servicios a viajeros y comerciantes: alojamiento, protección,
cocina, almacenamiento, entretenimiento, un lugar seguro en el que realizar
transacciones comerciales al por mayor, etc. Encontramos este tipo de
arquitectura, entre los siglos VIII y XIII, en ciudades de los territorios
islámicos, destacando especialmente en la zona occidental del Mediterráneo.
La infraestructura comercial en las
ciudades de los territorios islámicos medievales refleja la importancia del
comercio en su economía y urbanismo. El zoco era el corazón comercial de la
ciudad, el mercado principal y permanente al que acudía la población
habitualmente para adquirir productos básicos para el día a día, como alimentos
o tejidos, aunque también se realizaban mercados o ferias periódicas. Algunas
ciudades contaban con alcaicería, un edificio específico en el mercado dedicado
a la venta de productos de lujo y gran calidad como seda o joyas. Por ello
estaba más protegida y su acceso controlado. Su clientela era más selecta y
adinerada e incluía a otros comerciantes. El tercer edificio característico de
la infraestructura comercial urbana era el funduq. Por lo tanto, el
zoco puede ser entendido como el espacio de mercado más general, siendo la
alcaicería y el funduq establecimientos especializados.
Sin embargo, también existieron
otros edificios que compartieron funciones con el funduq como
el caravasar y el jān, aunque se han relacionado especialmente con
los territorios islámicos orientales. El caravasar destacó por ser un espacio
de alojamiento y avituallamiento, con aspecto fortificado, debido a su
localización en zonas rurales o a lo largo de rutas caravaneras terrestres.
Mientras que un jān podía estar ubicado tanto en contexto
urbano como rural y ofrecía servicios similares a los de un funduq (alojamiento,
almacenamiento y espacio para el comercio al por mayor). Tal y como apuntaba
Hillenbrand hace unas décadas, la cantidad de datos sobre estos edificios es
muy dispar, siendo más abundantes los de aquellos ubicados en zonas rurales o
en rutas, por lo que solo con futuras investigaciones que profundicen en el
estudio de estos inmuebles localizados en ciudades se podrían realmente
precisar las similitudes y diferencias entre el funduq, el
caravasar y el jān.
Servicios de un funduq
Viajeros y comerciantes necesitaban
un lugar donde alojarse al llegar a una ciudad y un espacio seguro en el que
depositar sus mercancías. El funduq respondía a esta demanda
de alojamiento y seguridad. En él se podía descansar, comprar, vender, hacer
reparaciones, obtener nuevos suministros o informaciones, resguardarse del
clima, almacenar mercancías a buen recaudo, pagar impuestos o alimentarse.
Los fanādiq eran
edificios de grandes dimensiones, de entre 200 y 800 m2, y planta cuadrangular
estructurada en torno a un patio central y, en ocasiones, con más de una planta
en altura. En su interior las estancias se destinarían a diversos usos, como
almacenes, establos, habitaciones donde pasar la noche, letrina, zonas donde
cocinar y espacios de reunión. Durante el día también servían como lugar de
negocios, ya que en ellos se produciría la venta al por mayor de mercancías
traídas por los comerciantes extranjeros a los mercaderes locales que,
posteriormente, vendían lo adquirido en el zoco o la alcaicería de esa ciudad.
Por lo tanto, en el interior de estos edificios se encontrarían espacios
públicos o comunes, como el patio, el zaguán de entrada o la cocina, y espacios
privados, como las habitaciones para el alojamiento y el almacenamiento de
bienes.
A partir de la documentación
escrita y arqueológica se ha concluido que la cocina podía ser tanto un espacio
permanente y concreto del edificio en el que habría personal empleado para
ello, como hogares puntuales que los viajeros o comerciantes podrían realizar
en el patio o en alguna estancia del edificio para preparar los alimentos que
hubieran adquirido en el zoco. Por ejemplo, el muḥtasib —inspector
de mercado— de la ciudad de Málaga, al-Saqaṭī al-Mālaqī, en el siglo XIII
informa de un viajero que cocinó carne en un funduq de la
ciudad con sus propios utensilios de cocina.
Otra cuestión relevante en estos
edificios era la relativa a la higiene y el aseo. Sería habitual encontrar en
ellos un pozo o alberca del que los viajeros pudieran servirse, para cocinar,
beber o asearse. Así como una letrina o letrinas colectivas, conectadas a
canalizaciones de evacuación de aguas residuales o fecales. Todas estas
estructuras configuraban un complejo sistema hidráulico en estos fanādiq.
Con respecto a los productos con
los que se comerciaba en un funduq, podemos encontrar tanto
productos de primera necesidad, como cereales o pan, verduras, huevos,
legumbres, sal, frutas, pasas, miel o aceite. Mientras que en otros se podrían
adquirir productos más lujosos, como seda, ámbar o pieles. Esta información ha
llegado hasta nosotros por el nombre con el que aparecen estos edificios en las
fuentes escritas o bien por los impuestos que se recaudaban de las mercancías
que se almacenaban en ellos en distintas ciudades del Mediterráneo medieval.
También podían estar especializados en alguna actividad, pues se menciona a
grupos de artesanos en ellos, tales como zapateros, peleteros o cordeleros.
El carácter comercial de los fanādiq los
distingue de otros edificios medievales que también daban alojamiento a
viajeros, como pudieron ser las mezquitas o las zāwiyas. Aunque el funduq pueda
tener ciertas similitudes con otras instituciones previas o contemporáneas a
él, destacará por contar con una mayor seguridad y eficacia derivadas de la
protección y regulación islámicas. Sin embargo, autores como Ibn ‘Abdūn
informan de otras actividades que se desarrollaron en su interior, más allá de
las estrictamente comerciales, por lo que se puede hablar de su uso como
tabernas, burdeles, casas de apuestas o incluso como prisión nocturna.
La ausencia de ventanas al exterior
y la existencia de una sola puerta de acceso otorgaban la seguridad necesaria
para que los comerciantes emplearan estos edificios para sus transacciones
comerciales, ya que así se evitaban robos de mercancías y la salida fraudulenta
de productos. Dicha seguridad era prioritaria en un funduq, aunque
no sucedía lo mismo con la comodidad de los usuarios. El mobiliario en su
interior debió ser sencillo y apenas debieron contar con esteras sobre las que
dormir, cubos, cuerdas, herraduras y lámparas o candiles de aceite. En el siglo
XVI, León Africano informaba sobre los fanādiq de Fez y
contaba que en ellos el encargado del edificio facilitaba al huésped una estera
de esparto en la que pasar la noche, sin que contaran con camas ni grandes
comodidades.
En distintos manuscritos del siglo
XIII que se han conservado de las maqāmāt de al-Ḥarīrī podemos ver en sus
ilustraciones la representación de un edificio de alojamiento (jān) en
Wasit, actual Irak, al relatar el caso de un robo que sufrieron en su interior.
La ilustración nos aproxima al aspecto de un funduq al
presentar un edificio de dos plantas con un patio central rodeado por
habitaciones.
Ilustración de las Maqāmāt de
al-Ḥarīrī. París, Bibliothèque Nationale de France. MS
rabe 5847, fol. 89r.
Personas usuarias, propietarias y empleadas en
un funduq
Los usuarios principales de
un funduq fueron los comerciantes extranjeros y los viajeros
de distinto tipo que necesitaran hospedarse a su paso por las ciudades como,
por ejemplo, peregrinos o estudiantes. La recepción de estos viajeros en
un funduq ha sido relacionada con una funcionalidad caritativa
en ellos, ya que podían alojarse allí sin tener que pagar nada a cambio. Sin
embargo, también podía encontrarse en un funduq a población
local residiendo en su interior, como artesanos o personas de escasos recursos,
o a prostitutas.
Los propietarios de un funduq podían
ser los propios gobernantes o miembros de la familia real, funcionarios
públicos o personas anónimas, y todos ellos podían fundar fanādiq como
legados píos. Por lo tanto, podía tratarse de edificios de propiedad pública,
privada o legado piadoso (waqf o ḥubs). En el caso de
este tercer tipo de propiedad, también conocida como bienes habices, se fundaba
un funduq con el objetivo de que los beneficios económicos que
produjera se destinaran a cuestiones concretas que sirvieran para mejorar la
ciudad y la vida de su población.
A cambio de alquileres anuales o
mensuales los propietarios podían ceder el usufructo del edificio a una tercera
persona que actuaba como administrador o encargado, como ṣāḥib
al-funduq o funduqīyya, según si se trataba de un hombre o
de una mujer. Esta persona viviría en el edificio con su familia y su sueldo
provendría de subarrendar las habitaciones del funduq a su
clientela. Así, aunque se permitiría que algunas personas se alojaran
gratuitamente en estos edificios, generalmente viajeros y comerciantes debían
pagar tarifas específicas por las habitaciones según si las destinaban para
alojamiento o almacenamiento, así como una tarifa por alojar a los animales que
los acompañaran.
Además de la ganancia que se
obtenía del cobro por el uso del edificio, también se recaudaban en ellos
impuestos sobre las mercancías que se vendían en su interior. Estos beneficios
económicos que se obtenían en el funduq podían quedar
reservados para su dueño, para el tesoro público o bien estar destinados a
obras pías públicas, en función del tipo de propietario del edificio. Al-Idrīsī
informa del censo de fanādiq (970) realizado en Almería para
el pago de un impuesto. También se ha considerado que las autoridades locales
podían usar estos lugares para controlar los precios, la distribución y el
suministro de determinados productos destinando fanādiq concretos
para ellos.
Por lo tanto, además del
propietario o arrendador del funduq podría haber en estos
edificios otras personas empleadas como personal de recaudación, guardias o
porteros, aunque todas estas funciones podía concentrarlas el mismo
propietario. La condena de Ibn ‛Abdūn a que mujeres ocuparan el cargo de
recaudador de los comerciantes y los extranjeros en el funduq permite
plantear que se encontrarían con regularidad a mujeres encargadas de la
recaudación en estos espacios.
En definitiva, el día a día de
un funduq informa de su carácter multifuncional como espacios
de residencia, de trabajo o negocios, de reunión, y de fiscalidad y
recaudación.
Localización de fanādiq en al-Andalus
Para conocer algunas de las
ciudades andalusíes en las que se podían encontrar estos edificios debemos
recurrir a obras geográficas. Diversos autores mencionan la presencia de fanādiq al
describir las ciudades de al-Andalus. Generalmente, indican que una ciudad
“contaba con mercados, baños y funduq o fanādiq”,
es decir, no proporcionan muchos detalles sobre estos edificios.
En el siglo X, según Ibn Ḥawqal,
más de treinta ciudades andalusíes contaban con hospederías. Posteriormente, a
mediados del siglo XII, la información del geógrafo al-Idrīsī permite elaborar
un listado de ciudades que contaban con algún funduq. Tal es el
caso de Almería, Adra (Almería), Quesada (Jaén), Bizilyana (Rincón de la
Victoria, Málaga), Málaga, Córdoba y Tarifa (Cádiz). Encontramos fanādiq en
una amplia variedad de ciudades tanto interiores como portuarias, aunque fueron
más numerosos en ciudades principales, en capitales o lugares de paso en alguna
ruta de comunicación. Dos de esas ciudades destacan por la cantidad de fanādiq que
se mencionan en ellas: Córdoba y Almería, cosa que no es de extrañar si tenemos
en cuenta su importancia en términos comerciales, siendo Córdoba la capital del
califato y Almería el principal puerto de al-Andalus en la plena Edad Media.
El ejemplo de funduq más
conocido en la península ibérica, por su estado de conservación, lo encontramos
en Granada. Se trata del funduq al-ŷadīd o alhóndiga nueva,
conocido como Corral del Carbón. Este edificio fue construido en el siglo XIV
por Yusuf I y fue propiedad de las reinas nazaríes. Si lo visitamos podemos
hacernos una idea de las características arquitectónicas de estos edificios
como su único acceso principal, el patio central rodeado por habitaciones, o la
existencia de varias plantas en altura.
Patio del funduq al-ŷadīd o
Corral del Carbón de Granada. Fuente: Alicia Hernández Robles
En las últimas décadas se han
llevado a cabo numerosas excavaciones en ciudades de la península. En algunas
de ellas se localizaron edificios de gran entidad, aproximadamente 40, que han
sido interpretados como edificios con un carácter público, comercial o
como funduq. A pesar de que en muchas de ellas no se conservaba la
planta completa del edificio, su recopilación y estudio están permitiendo
conocer mejor este tipo de arquitecturas en al-Andalus. A partir de ellas se
puede concluir que no nos encontramos con una tipología estandarizada y regular
de edificios, ya que el tamaño y número de las distintas estancias varía de
unos a otros. Por lo tanto, las dimensiones y distribución de estos edificios
pudieron ser variadas. Esto puede ser debido a las necesidades a las que daba
respuesta, en función de su ubicación en una determinada ciudad, o el volumen
de mercancías y viajeros que hacían uso de ellos.
En la actualidad, si pensamos en un
hotel, podemos encontrar una amplia variedad de edificios, con distintas
instalaciones y servicios, que presentan grandes diferencias de uno a otro. Por
lo tanto, no debe extrañar que también fuera posible encontrar una amplia
variedad de instalaciones a las que se haría referencia como funduq.
Mapa con las ciudades de la
península Ibérica en las que se localizan las excavaciones arqueológicas en las
que se han interpretado estructuras como posibles fanādiq de
cronología andalusí (Hernández Robles, 2022, 505).
Especialización del funduq
Bien por iniciativa de los
gobernantes locales, o de los comerciantes que usaban un funduq, algunos
de estos espacios se fueron especializando en productos concretos. Estas
distinciones entre unos edificios y otros se fueron produciendo a lo largo de
la Edad Media.
Especialmente a partir del siglo
XII, los comerciantes europeos, entre los que destacaron los italianos,
participaban activamente en los mercados islámicos, donde debieron hacer uso de
más de un funduq. En parte por su experiencia en ellos, estos
edificios acabaron adaptándose en contextos feudales como nuevas formas
institucionales, también con sus propias denominaciones derivadas del término
árabe funduq, como fondaco, alhóndiga o alfondech,
en italiano, castellano y catalán respectivamente. Estos edificios fueron
especializándose en determinados servicios, distintos según los territorios en
los que se establecieron.
El fondaco era el
edificio en el que mercaderes cristianos se hospedaban y comerciaban en
ciudades bajo control político islámico entre los siglos XII y XV. En
ellos destacaron los italianos y, posteriormente, los mercaderes provenzales,
catalanes y aragoneses. Podemos entender el fondaco como una
especialización del funduq, ya que dejó de ser un espacio en el que
se hospedaban personas de cualquier procedencia, para tratar de acomodar,
regular y, en cierto modo, segregar los negocios de los grupos de mercaderes
occidentales en ciudades islámicas portuarias. En un primer momento contaban
solo con un edificio, pero sus servicios se fueron ampliando e incluso llegaron
a configurar barrios comerciales fortificados con almacenes, horno, iglesia o
capilla, tiendas, talleres, taberna, etc.
En el caso de la península Ibérica
la adaptación del funduq la encontramos en el Reino de
Castilla con las alhóndigas y en la Corona de Aragón con los alfondechs.
Las alhóndigas se especializaron como almacenes de productos específicos, como
la sal o la harina. Mientras que en los alfondechs predominó
la función de hospedería y sirvieron como posadas para mercaderes o viajeros,
siendo utilizados solo de manera puntual como almacenes de mercancías (vino,
papel o tejidos).
Para ampliar:
·
Constable,
Olivia Remie. Comercio y comerciantes en la España musulmana: la
reordenación comercial de la Península Ibérica del 900 al 1500, Barcelona:
Ediciones Omega, 1997.
·
Constable,
Olivia Remie. Housing the Stranger in the Mediterranean World. Cambridge:
Cambridge University Press, 2003.
·
Hernández
Robles, Alicia. Comercio y alojamiento en las ciudades andalusíes.
Estudio histórico-arqueológico del funduq (siglos VIII-XIII). Tesis
Doctoral, Universidad de Murcia, Murcia, 2022.
·
Hernández
Robles, Alicia. “Del funduq al fondaco: cambios y
continuidades en los edificios de alojamiento en al-Andalus”, en Florian Gallon
(dir.). Tractations et accommodements. Pessac: Ausonius éditions, 2023.
·
Hernández
Robles, Alicia. “Comercio y alojamiento en Madīnat Mursiya. Estudio
arqueológico de los fanādiq andalusíes en Murcia”. Arqueología
y Territorio Medieval, 28 (2021),e6186, 125-152.
·
Hillenbrand,
Robert. Islamic architecture: From, function and meaning,
Edimburgo: Edinburgh University Press, 1994.
·
Sims, Eleanor.
“El comercio y los viajes: Mercados y caravansares”, en George Michell (dir.).
La arquitectura del mundo islámico: su historia y significado social. Madrid:
Alianza, 1985.
·
Torres Balbás,
Leopoldo. “Las alhóndigas hispano-musulmanas y el corral del carbón de
Granada”. Al-Andalus, 11 (1946), 446-480.
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