LA ARABIZACIÓN DE AL-ÁNDALUS
El andalusí es el dialecto árabe medieval mejor documentado. Hoy día es considerado un elemento esencial en la historia de la lengua árabe y su dialectología
Ángeles Vicente
Universidad de Zaragoza
Reproducción
facsímil de un fragmento del Vocabulista in arabico, según el
códice de la Biblioteca Riccardiana de Florencia, edición de C. Schiaparelli
(1871). Biblioteca Digital de la AECID.
¿Cómo se produjo la arabización de al-Andalus?
Al-Andalus llegó a ser una sociedad
arabo-islámica gracias al éxito del doble proceso de arabización e
islamización. Tras la llegada del islam, se produjo en la Península Ibérica una
transformación similar a la que había tenido lugar anteriormente en las
regiones del Mediterráneo oriental, y cuyo resultado fue la paulatina
asimilación de la población local hacia la cultura recién llegada, es decir la
cultura árabe, que se convirtió en la dominante, aunque de manera recíproca
esta fue influida también por algunos elementos de las culturas autóctonas.
La lengua árabe fue introducida en
la Península Ibérica con la llegada de población arabófona en el siglo VIII,
aunque se sabe que su número era escaso, pues la mayor parte de los
conquistadores eran bereberes islamizados procedentes del Norte de África. El
éxito y la expansión del árabe se debió, por tanto, a la llegada algo posterior
de nuevos aportes de población arabófona (especialmente los árabes que llegaron
con el ejército de base tribal sirio) y al prestigio social alcanzado por esta
lengua al ser la variedad vehicular de las clases dominantes, por lo que su uso
tendría una serie de ventajas sociales para sus hablantes. A todo ello hay que
sumar el hecho de que el árabe sea la lengua sagrada del islam, religión que
llegó a ser la mayoritaria de la sociedad andalusí.
La población de origen árabe a la
que se ha aludido procedía de diferentes partes de Oriente, por lo que el árabe
que hablaban no era una lengua homogénea sino diferentes variedades habladas en
áreas de la Península Arábiga y del territorio que en la actualidad se conoce
como Oriente Medio. Así, se han descrito características propias de los
dialectos sirio y yemení en la formación del árabe andalusí, debido a que parte
de los pobladores árabes pertenecían a tribus procedentes del sur de la
Península Arábiga y de Siria. Ya en este primigenio panorama lingüístico
andalusí encontramos la situación de diglosia que caracteriza a la lengua
árabe, es decir, una variedad usada en la escritura y la liturgia, y la
existencia de un grupo de diferentes variedades orales empleadas como lenguas
de comunicación.
La formación del árabe andalusí
La gestación del árabe andalusí se
produjo de manera similar a la de otras lenguas de tipo neoárabe, un grupo del
que forma parte en su fase antigua, siendo los actuales árabes marroquí, árabe
iraquí, árabe egipcio, etc. una fase moderna del mismo grupo de lenguas. Es
decir, les diferencia que el andalusí desapareció como lengua de comunicación
en el siglo XVII, mientras que las otras lenguas árabes vernáculas siguieron
evolucionando hasta la época actual.
El árabe andalusí se formó, por
tanto, debido a la interacción de varios elementos: las diversas variedades
árabes traídas a la Península Ibérica en el siglo VIII, junto con elementos
autóctonos como el bajo latín, primero, y el romandalusí, después. Esta última
consistía en la lengua romance hablada por la población andalusí durante los
primeros siglos y que tuvo una evolución diferente a las lenguas romances
habladas más al norte debido al contacto continuo con una variedad árabe.
Fragmento del Diván de
Ibn Quzmán, ed. de David de Gunzburg (1896). Biblioteca Digital de la AECID.
Esta realidad lingüística anterior
a la llegada de los árabes, y sobre la que se instalaron, funcionó como
substrato lingüístico y dejó una huella importante en el árabe andalusí. Hay
que contar además con otra influencia lingüística llegada del Norte de África,
la lengua bereber o amazig; en primer lugar, con la presencia entre los
conquistadores de variedades bereberes habladas por las tropas de este
origen y, más adelante, por la llegada de población berberófona durante los
imperios Almorávide y Almohade, lo que supuso también la influencia sobre el
andalusí de otros dialectos árabes magrebíes, sobre todo, el marroquí. Todo
ello dio forma a una variedad árabe particular que lograría imponerse en toda
la sociedad andalusí como lengua vehicular o de comunicación.
Además del elemento religioso y del
prestigio social ya aludidos, otros factores contribuyeron al éxito de este
proceso. Por un lado, la llegada de arabófonos procedentes de Oriente durante
la época del califato ayudó a la expansión de la arabización y, por otro, la
campaña de propagación de la variedad cordobesa promovida por el califa ‘Abd
ar-Raḥmân III en el siglo X, que tuvo un gran éxito sobre todo en las ciudades,
contribuyó a conseguir una cierta homogenización de las diversas variedades del
árabe andalusí. Así, se formó una coiné más o menos unificada y prestigiosa
que, a lo largo del siglo XI, logró imponerse en esta sociedad sin distinguir
la religión de sus hablantes; es decir, era la lengua de comunicación para los
musulmanes, los cristianos y los judíos de al-Ándalus. Con ello, el mayor
número de hablantes de esta lengua se alcanzó en los siglos XI y XII.
Su prestigio social fue tal que
llegó a convertirse en lengua literaria, un papel normalmente desempeñado en
las sociedades arabo-musulmanas por la variedad clásica, llegando a los
círculos cortesanos y a los palacios de los reinos de taifas. Incluso, en una
época concreta, los andalusíes comenzaron a exportar cultura árabe hacia el
Magreb, donde tenían una considerable influencia, convirtiéndose en una
referencia cultural y en artífices de la arabización de parte de esa región.
Disponemos de documentación textual
del árabe andalusí desde el siglo X y hasta el momento de la expulsión de los
moriscos en el siglo XVII. Así, el primer uso conservado del andalusí en un
documento escrito, que aparece en la crónica histórica al-Muqtabis V de
Ibn Ḥayyān, se documenta en un verso del año 913 en el que un partidario del
rebelde ‘Umar ben Ḥafsûn insulta al emir ‘Abd ar-Raḥmân III.
Existen también huellas de la
variedad andalusí en la producción literaria, como los proverbios o la poesía,
pues fue en al-Ándalus donde nació el género de la poesía estrófica que nos
proporciona tempranas muestras de esta lengua. Este es el caso de las xaraǧât (estribillos
escritos en árabe andalusí o bien en lengua romance de los poemas conocidos
como muwaššaḥât) y el de los cejeles (poemas estróficos escritos
completamente en árabe andalusí).
Entre los últimos ejemplos del uso
escrito de esta lengua contamos con los documentos redactados por los moriscos
de Valencia, en prosa y de uso privado, donde encontramos interesantes ejemplos
de la lengua romance hablada en esta región oriental de la Península Ibérica, a
causa de la práctica por esta población del code-switching andalusí-lengua
romance.
Gracias a esta situación, el
andalusí es el dialecto árabe medieval mejor documentado y, como consecuencia,
se ha logrado describir su gramática y su léxico a pesar del consabido registro
elevado que caracteriza a las fuentes escritas. Hoy día es considerado un
elemento esencial en la historia de la lengua árabe y su dialectología, pues su
mayor conocimiento demostró su conexión con el resto de dialectos hablados en
la región del Magreb, abandonándose con ello la denominación previa que se le
había dado (dialecto hispano-árabe). Todo ello ayudó a corroborar que
al-Andalus, aun habiéndose constituido como una entidad política diferente con
la llegada del omeya ‘Abd ar-Raḥmān I, siguió formando parte del ámbito
lingüístico y cultural creado por la expansión imperial islámica.
Contactos entre el árabe y el romance en territorio
peninsular
Durante los nueve siglos en los que
la lengua árabe se habló en parte del territorio de la Península Ibérica, su
estatus sufrió varios cambios debido principalmente a circunstancias extralingüísticas,
pasando así por tres etapas diferentes: en primer lugar, entre los siglos VIII
y X, podemos hablar de una situación de bilingüismo, donde el árabe era la
lengua que tenía el prestigio social, mientras que la lengua proto-romance de
la población autóctona era la más importante desde el punto de vista
cuantitativo. Un segundo periodo, en el que el árabe andalusí se impuso como
lengua dominante de comunicación entre los diversos grupos sociales y
religiosos que vivían en al-Ándalus, llegando a vivirse una situación de
monolingüismo árabe más o menos generalizado entre los siglos XI y XIII. Y una
tercera y última fase, del siglo XIII en adelante, en la que, tras el avance de
las conquistas cristianas y la reducción numérica de la población arabófona, se
produjo otra situación de bilingüismo entre el árabe andalusí y las lenguas
romances, pero esta vez con el árabe vernáculo como lengua minoritaria y sin
prestigio social, mientras que la lengua dominante era diferente dependiendo de
la región, pues el bajo latín había evolucionado ya hacia las diversas lenguas
romances peninsulares.
La existencia de la primera
situación de bilingüismo en al-Ándalus y su duración en el tiempo ha sido un
tema muy controvertido en la literatura científica, ya que han aparecido
numerosas teorías contradictorias entre sí, algunas de ellas muy
polarizadas. La teoría más aceptada en la actualidad consiste en que la situación
de bilingüismo vivida en al-Ándalus llegó a un nivel de interferencia tan
profundo que dejó huellas en ambas lenguas. No obstante, la arabización de al-Ándalus,
aunque fue un proceso lento y no exento de contratiempos, llegó a culminarse en
el siglo XI, unos tres siglos después de la llegada de la lengua árabe a estas
tierras. La variación dialectal siguió existiendo en forma de variantes
regionales e incluso hubo núcleos aislados de hablantes de otras lenguas, sobre
todo en las zonas rurales.
Reproducción facsímil de un
fragmento del Vocabulista in arabico, según el códice de la
Biblioteca Riccardiana de Florencia, edición de C. Schiaparelli (1871). Biblioteca Digital de la AECID.
En lo que concierne al árabe
andalusí, las interferencias con la lengua romance existen a nivel fonético,
prosódico, morfosintáctico y del léxico. Así, por ejemplo, su particular
prosodia demuestra su idiosincrasia, pues es diferente de la de cualquier otra
variedad árabe.
En cuanto a las lenguas romances,
la interacción con el árabe andalusí se refleja también en la presencia de
algunas interferencias que, aunque no muy numerosas en aspectos fonéticos y
morfosintácticos, sí lo son en el campo del léxico, donde la huella es mayor.
Se han establecido dos tipos de
influencias desde el árabe andalusí hacia las lenguas habladas en el norte
cristiano. En primer lugar, de tipo directo gracias a los grupos sociales que
vivieron entre las dos culturas peninsulares: la cristiano-occidental y la musulmana-oriental.
Esta población estaba formada primero por los mozárabes (cristianos arabizados)
de al-Andalus que empezaron a inmigrar hacia el norte peninsular desde los
siglos IX y X y sobre todo a partir del XII, transformándose así en los
principales transmisores de las interferencias lingüísticas hacia las lenguas
habladas en los reinos cristianos.
Posteriormente, existió un segundo
grupo de población que vivió entre las dos culturas, se trata del formado por
los mudéjares, con el tiempo moriscos, quienes mantuvieron un contacto
cotidiano con las lenguas romances en algunas ciudades, ya bajo poder cristiano.
Ellos contribuyeron a la transmisión de estas transferencias, pero en una menor
escala, a causa de su estatus social más bajo que aquel del que gozaron
anteriormente los mozárabes, pues estos últimos venían de una cultura vista
como superior, por lo que fueron imitados en muchos aspectos.
La segunda clase de influencias son
de tipo indirecto y se trata de un contacto lingüístico más distante y
esporádico, motivado, por ejemplo, por las relaciones comerciales, militares y
políticas.
Ilustración de la traducción
castellana del Kalila wa Dimna (siglo XIII). Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial, ms. H-III-9,
f. 11v (copia del siglo XV).
En cuanto al contacto entre las
variedades escritas, las interferencias lingüísticas se produjeron
mayoritariamente desde el árabe clásico hacia el latín y las lenguas romances,
cuando estas se convirtieron en lenguas literarias. Este contacto se produjo
principalmente a través de una importante labor de traducción de las obras
árabes orientales y andalusíes y de las obras griegas traducidas anteriormente
al árabe en la famosa Dār al-Ḥikma de Bagdad, que habían llegado a al-Ándalus
en el equipaje de muchos viajeros que llegaban de Oriente. Así, por ejemplo, en
la corte de Castilla, se tradujo todo el saber árabe al castellano, variedad
vernácula que con Alfonso X el Sabio se convirtió en lengua literaria, y al
latín, pasando de esta manera al resto de Europa. Como el castellano no era aún
una lengua de cultura bien desarrollada, se necesitó crear muchos neologismos
para expresar lo que había en esas obras árabes y griegas, y con ello las
influencias lingüísticas penetraron en las lenguas romances y en el latín,
sobre todo en forma de préstamos semánticos, conocidos como arabismos.
El declive del árabe como lengua de comunicación y su
desaparición en la España moderna
Con el paso de los siglos y el
avance cristiano hacia el sur, la situación lingüística de los mudéjares y
moriscos se caracterizó por una nueva situación de bilingüismo, como ya hemos
señalado anteriormente. Esta difiere en muchos aspectos de la que hemos
descrito para la primera época de bilingüismo en los siglos anteriores.
Primero, en la importancia del
fenómeno, ya que ahora fue menos extenso desde un punto de vista cronológico y
geográfico. En segundo lugar, la lengua de prestigio social era diferente en
los dos casos, pues en la primera etapa de bilingüismo lo era el árabe andalusí
y en la segunda lo serían las lenguas romances. En tercer lugar, porque ahora
hay que hablar más bien de un bilingüismo individual, mientras que el primero
era un fenómeno desarrollado a nivel social. Es decir, ahora en muchos casos se
trataba de algunos individuos que dominaban las dos lenguas y que eran útiles
como intermediarios, los famosos trujumanes.
La desaparición de la lengua árabe
en la Península Ibérica fue un proceso muy lento, a causa de la resistencia de
la población musulmana a abandonar su lengua, una situación que encontramos
incluso entre algunos cristianos. De esta manera, el árabe existió entre la
población de la ciudad de Toledo incluso después de la conquista de la ciudad
en 1085 por el rey Alfonso VI. Esta situación se prolongó hasta los siglos XII
y XIII, es decir, se mantuvo el uso del árabe como lengua de comunicación de
una comunidad cristiana, antiguos mozárabes toledanos, y bajo el poder de un
rey cristiano, a causa de motivos relacionados probablemente con la identidad
de grupo.
En todo caso, el retroceso de la
lengua árabe no se produjo en todas las regiones de una manera similar, y así
la situación en Castilla y Aragón no fue la misma que la de Granada y Valencia,
siendo la vitalidad del árabe mucho más fuerte en las dos últimas ciudades. De
esta manera, en la zona norte de la Península Ibérica, el árabe como lengua de
comunicación desapareció hacia el siglo XIV, mientras que en las regiones
meridional y oriental sobrevivió hasta finales del siglo XVI en Granada y hasta
el momento de la expulsión de los moriscos, al principio del siglo XVII, en el
Levante. Este hecho tuvo como consecuencia que parte de la población morisca
llevara consigo la lengua árabe al territorio donde se instaló, es decir, a
algunas regiones magrebíes, mientras que otros tuvieron que “re-arabizarse”
allí, pues solo hablaban lengua romance.
Para ampliar:
·
Corriente,
Federico, 1992. Arabe andalusí y lenguas romances. Madrid,
Editorial MAPFRE.
·
Corriente,
Federico, Christophe Pereira & Ángeles Vicente, 2015-2022. Encyclopédie
Linguistique d’Al-Andalus, 5 vols. Berlín, De Gruyter.
·
Vicente,
Ángeles, 2006. El proceso de arabización de Alandalús: Un caso medieval
de interacción de lenguas. Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del
Oriente Próximo.
·
Wasserstein,
David, 1991. “The language situation in al-Andalus”. En Studies on the
Muwaššaḥ and the Kharja: Proceedings of the Exeter international colloquium,
1–15. Oxford, Ithaca Press.
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