LOS JUECES DE LA CÓRDOBA CALIFAL
Pasajes de la historia de al-Andalus
10/05/2017 - Autor: Redacción - Fuente: Musulmanes Andaluces
A los jueces los
nombraba el soberano, en quien residían de modo eminente todas las facultades
judiciales: se consideraba al monarca como juez nato, y de la fuerza de su
autoridad pendía la eficacia de las resoluciones de los jueces; pero como el
pueblo de Córdoba en muchas ocasiones se mostró muy celoso de sus intereses, y
durante largo tiempo poseyó bastante vivo su civismo, insinuó su intervención
en la forma en que podía, imponiendo al monarca la condición de que el juez
fuese grato y aceptado por el elemento popular. No ha de extrañar, por
consiguiente, que los monarcas tomaran precauciones para acertar en su
nombramiento; al efecto, consultaban con ministros y personas de prestigio en
Córdoba, los cuales indicaban a los posibles candidatos. Son raras las
ocasiones en la que los jueces de Córdoba fueron nombrados sin una consulta
previa, por consideraciones de mera simpatía personal o por intriga política.
Para el cargo de juez (cadí),
se nombraba a una única persona, que había de desempeñar personalmente las
funciones sin delegar en otro que le sustituyera. Cuando la edad o los achaques
no consentían el ejercicio personal y directo del cargo, se le destituía y se
nombraba otro.
En una sola ocasión, se
cuenta que el monarca estableció turno entre dos jueces que se alternaban,
ejerciendo un año cada uno de ellos; pero este hecho se refiere a tiempos en
que por su lejanía no es posible asegurar plenamente la veracidad de las
tradiciones orales sobre este asunto.
Entre las cualidades
intelectuales exigida al juez mayor de Córdoba, no parece que en los primeros
tiempos se le exigiera una buena instrucción literaria, ni aun jurídica.
Fueron nombrados bastantes jueces que no las tenían; siendo tildado alguno de
ellos de supino ignorante. Cuando eran verdaderamente instruidos, los
narradores históricos lo hicieron notar, si algún juez es hombre ducho en
materias notariales, lo dicen; si sabe un poco de literatura, lo declaran; si
es verdaderamente literato, no dejan de consignar tal noticia, diciendo que
sabe escribir al dictado o redacta documentos en forma retórica elegante, o es
muy culto, o es orador.
No debe sorprendernos
su poca instrucción literaria y aun la jurídica, si se tiene en cuenta, que en
su curia había casi siempre algún letrado o letrados (muftíes), que eran
sus consejeros técnicos y los que le orientaban en sus decisiones.
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