PASAJES
DE LA HISTORIA DE AL-ANDALUS
CONDENA DE BOABDIL
POR LOS ALFAQUÍES DE GRANADA
La trascendencia militar y sobre todo política que para los cristianos
tuvo la batalla de Lucena fue puesta de relieve antes de que se apagaran los
ecos que levantó hecho tan sonado. Boabdil, vencido y apresado por sus enemigos
naturales, era una importante carta que los Reyes Católicos supieron mantener
en reserva para jugarla a su debido tiempo.
Aunque las fuentes cristianas coetáneas están en desacuerdo sobre las
circunstancias precisas de la captura de Boabdil y de la persona a quien
correspondía en derecho la singular hazaña, y aunque la rivalidad y el espíritu
de partido hiciesen correr, entonces y más tarde, mucha tinta, de todo ello, lo
realmente importante era que la persona de Boabdil estaba en manos de los
cristianos.
Del aprisionamiento de Boabdil hubo pronto noticia en todo el reino de
Granada. A uña de caballo, tras haber logrado salvar la vida en la derrota
sufrida por su rey, un caballero granadino llevó la nueva, y con ella la
consternación, a los musulmanes. Es Andrés Bernáldez quien informa
puntualmente:
El primer moro de los de a caballa que entró solo en Loxa, fue uno que
se llamaba Cidi Caleb, sobrino del alfaquí mayor del Albaicín de Granada; e
como lo vieron ansí solo, fue muy grande alboroto por un poco en la villa, y
dixéronle: «¿caballero, dó el rey y la gente?» y él respondió: «allá quedan,
que el Cielo cayó sobre ellos, e todos son perdidos e muertos». Estonce
comenzaron en Loxa muy gran llanto, e muy gran lloro y tristeza, e este moro
mesmo llevó la nueva a Granada, donde la gente de ella fue muy triste y
cuitada, e fue muy llorada por los moros la pérdida del Rey.
Ni las fuentes musulmanas (que son pocas y parcas), ni la rica
historiografía cristiana, hablan sino por encima de lo que pasó en Granada ante
este colapso que supuso la captura de Boabdil. Sólo vagas referencias a lo que
era fácil de prever:
Sabido por los moros este desbarato - dice Pulgar - cómo su rey era
preso, algunos caualleros de aquel reyno, que le obedeçían por rey, se tornaron
a la obidiençia del rey su padre.
Andrés Bernáldez es un poco más explicito:
En el dicho año de 1483, luego como los moros de Granada vieron perdido
a el Rey, e vieron que era tanta gente con él estragada e perdida, enviaron por
el viejo a Málaga, que volviese a reynar, e vino luego, e apoderóse en Granada
como antes estaba y tuvo la ciudad fasta San Juan del año de 1485 que fueron
tres años, en su honra y prosperidad...
Entre las razones expuestas por el marqués de Cádiz ante el Rey Católico
en el consejo celebrado en Córdoba con sus caballeros y capitanes para
deliberar sobre el destino del Rey Chico, aquel prudente soldado, partidario de
dejarlo libre bajo determinadas condiciones, de lo que se seguiría un mayor
provecho para la causa cristiana, se refiere por dos veces a lo que sucedía
mientras tanto en el reino de Granada. Oigamos sus propias palabras, recogidas
fielmente por Pulgar:
Porque los moros tienen poca fe con sus reyes, e les an tan poco
acatamiento, que ligeramente los fazen y desfacen estando libres; mayormente
estando presos, según que en diversos tienpos lo avemos visto, e agora veemos
en la prisión deste. La qual sabida, luego los más que estauan a su obidiençia
tornaron a la del rey su padre, e priuaron al fijo del nonbre de rey que le
avían dado.
Y más tarde:
Agora, después que este rey fue preso, algunos de los prinçipales de
Granada que estauan por el fijo se an juntado con el padre, an avido lugar para
defender mejor su tierra.
La primera medida, sin duda, que Abu l-Hasan se vio obligado a tomar,
una vez que el azar le devolvía el poder, fue la de mostrarse clemente con los
que le habían derrocado y los que se habían mantenido leales a su hijo. Las
circunstancias le forzaban a descartar todo propósito de venganza, a la que
habría dado rienda suelta de haberle sido más favorables. La cautela y un
elemental sentido político, que las últimas experiencias habrían contribuido a afinar,
le aconsejaron, pues, dictar una amnistía general, y dejar crecer su rencor
para desfogarlo en mejor ocasión, si llegaba. A seguido de narrar la triste
suerte de Boabdil, cautivo tras la batalla, y lo tocante a su prisión, a las
conversaciones sostenidas, y a las concesiones hechas para conseguir su
libertad, Hernando de Baeza pasa a hablarnos de lo que acontecía, mientras
tanto, al otro lado de la frontera:
Dexemos esta ystoria en este estado, y tornemos a dezir del Rey muley
abulhazen su padre, el qual, como estuuiese huido en el alpuxarra, como
diximos, y supiese la prisión y captiuerio de su hijo, embió a la cibdad sus
mensajeros y pregoneros, que hazia perdón general a todos quantos hizieron y
dixeron algo contra su seruicio en las rrebueltas pasadas, si agora se tornasen
a él... .
Como quiera que fuese, los musulmanes no tenían, de momento, otra
alternativa. Si no todos, una gran parte de las gentes que contaban en Granada
le reconocieron de nuevo y seguramente aceptaron con alivio una fórmula que
podría haber sido muy distinta si, por ejemplo, como estuvo a punto de ocurrir,
Boabdil hubiera perdido la vida en su desdichada empresa de Lucena, por lo cual
- sigue diciendo Baeza -, muchos mouidos luego algaron pendones por él y le
embiaron sus mensajeros para que viniese a la cibdad; lo qual él hizo luego....
No sabemos
si la vuelta del rey Abú l-Hasan a Granada
fue inmediata o se tomó algún tiempo antes de decidirse a ello. Lo que es más
que seguro es que tuvo noticia de las conversaciones de su hijo con los Reyes
Católicos, las cuales desembocaron en los acuerdos con que Boabdil firmaba la
sentencia de muerte del reino de Granada, sentencia que había de cumplirse
antes de una década.
Mucho después de estos acontecimientos, teniendo ya la confirmación de
lo que había sido previsible, un historiador musulmán anónimo dice, al
referirse a la batalla de Lucena: « Lo más afrentoso de esta derrota fue la
cautividad del emir Abú ‘Abd Allah Muhammad, porque ello fue la causa de la
destrucción de la patria.
Sabedor Abú l-Hasan de lo que se estaba fraguando en Córdoba, y a qué
precio iba Boabdil a comprar su libertad - lo que significaba, además, que el
hijo rebelde volvería por sus fueros con el auxilio de los cristianos -, su
primera medida, para conjurar el grave problema que se cernía sobre Granada y
sobre su propia persona, fue tratar de mermar el prestigio de Boabdil,
prestigio muy venido a menos con la derrota de Lucena, y de asegurarse que sus
antiguos partidarios no le apoyarían de nuevo. No tardaría en decidir cómo
podría lograrlo: recurriendo a la fibra más sensible de los musulmanes, o sea a
su sentimiento islámico.
Abú 1-Hasan consiguió en buena medida su propósito, y, aunque no indique
las verdaderas razones, subraya el hecho el autor de la Historia de la Casa
Real de Granada:
Buelto el rey Chiquito a Granada, fue tan grande el aborrecimiento que
le tomaron los suyos por aber hecho pacto con los cristianos y balerse de su
fabor contra su padre, que todos los pueblos y muchos caballeros de los de su
bando lo desampararon. Con que se hubo de recoger en Almería, de donde con
ayuda de los cristianos de las fronteras proseguía la guerra contra su padre.
Esa toma de conciencia de los granadinos se debió a un «escrito
conjunto» de las mayores autoridades en materia jurídica islámica con que
contaba el Islam andalusí.
El documento es una fatwá incluida en la colección que compuso el famoso
jurista Abu 1-‘Abbás Ahmad ibn Yahyá al-Wansharîsî (1430-1508) y que tituló
Kitáb almi’yâr wa al-mugrib wa-l- ÿâmi’ al-mu'rib ‘an fatâwá ahl Ifriqiya
wa-1-Andalus wa-1-Magrib, editada litográficamente en Fez entre los años 1896 y
1897.
La fatwá está fechada a mediados del mes de ramadán del año 888 - 17 de
octubre de 1483 - y contiene la consulta hecha a los alfaquíes de Granada
acerca de la postura que debían adoptar los musulmanes con respecto a la
conducta de Boabdil, alzado contra su padre Abú 1-Hasan, y sobre la
cualificación de esta sublevación, a lo que sigue el correspondiente dictamen.
El documento fue, pues, redactado en vida del autor de al-Mi'yâr y es, por
tanto, uno de los más tardíos que figuran en su magna compilación y, desde
luego, uno de los últimos emitidos por los muftíes andaluces. El copista que
escribió las páginas que corresponden a este pasaje (porque son varios los que
corrieron con la no floja empresa de llenar los once volúmenes) declara al
margen haber dispuesto de varias copias, si es que la apostilla no pertenece en
realidad al manuscrito autógrafo de al-Wansharîsî, refiriéndose a las varias
copias de la fatwá en cuestión llegadas a sus manos. Es razonable suponer que
abundasen ya que, sin duda, dado el carácter de la misma y por razones
políticas obvias, se trataría, en su momento, de darle la mayor difusión
posible.
La consulta fue inspirada tal vez por Abú 1-Hasan, o dictada a tenor de
sus instrucciones, asesorado por algún prestigioso ulema de toda su confianza.
No consta, en cualquier caso, el nombre de la persona o personas que plantearon
la cuestión, y queda también en el anonimato su destinatario. Aunque la
consulta se inicia con un vocativo (sayyidi) que presupone un solo consultante
y un solo consultado, el resto del documento usa siempre el plural de primeras
y segundas personas (caso, el último, que podría entenderse como un plural
mayestático). La respuesta, la fatwà propiamente dicha, fue elaborada, en todo
caso, según consta en el documento, por una comisión de muftíes y alfaquíes
cuyo nombres figuran todos en el mismo, precediendo al texto del dictamen.
Probablemente, ante la gravedad de la situación con que se enfrentaba el reino
de Granada y las dramáticas consecuencias previsibles, y la incertidumbre que
acosaba más y más a cualquier musulmán, la cuestión sería largamente debatida
por la flor y nata de los ulemas granadinos. Lo que no suponía sólo adoptar una
decisión de acuerdo con las normas de la ley islámica - para lo que contaban
con precedentes inequívocos en que apoyarse -, sino definirse políticamente,
optar entre Abú 1-Hasan y Boabdil, sin poder saber cuál sería el giro de los
acontecimientos y las consecuencias que el día de mañana iba a tener su
decisión.
¿Cuál fue 1a repercusión de la fatwà en el reino de Granada? Sin duda,
se multiplicaron las copias, y los pregoneros por calles y zocos la
proclamarían incansables. El sereno y lúcido análisis de la difícil situación,
expuesto en la consulta, y el firme tono, de condena del partido de Boabdil
(prisionero en ese momento de los cristianos), con una mesurada promesa de
perdón a los arrepentidos, contenido todo ello en la respuesta, con acopio de
ayas coránicas, harían profunda mella en el ánimo y la conciencia de los
musulmanes. Por lo mismo que los textos árabes no hablan de nuestra fatwá,
tampoco por ellos podemos saber de su eficacia. Tal vez un eco lejano del golpe
que produjo sean las palabras de Hernando del Pulgar cuando, libre ya Boabdil,
pinta el cambio de conducta operado en la mayor parte de los granadinos:
E en este tienpo, los moros que estauan en obidiençia del rey viejo,
sabido que el rey moyo era libre, que avía demandado al Rey gente para facer
guerra a los lugares que le estauan rebeldes, conçibieron grand odio contra él,
porque creyan que metería cristianos en su tierra para les facer guerra. E por
esta causa fue aborregido de todos los moros, no fue bien reçebido por aquellos
que avían sido en su parçialidat, e de quien ésperaua ayuda.
Buena parte del éxito logrado por la fatwá hay que anotarlo a la cuenta
de los ilustres ulemas que - sinceramente, o por las dramáticas circunstancias
que amenazaban de muerte al Islam andalusí - se prestaron a respaldarla con el
peso de sus nombres.
Fatwà emitida en la ciudad de Granada
a mediados de ramadán del año 888
(17 de octubre de 1483)
Hicieron a los alfaquíes de Granada la siguiente consulta:
Señor mío - Allah esté satisfecho de vos y mantenga el provecho que de
vos se saca -, [¿Cuál es] vuestra respuesta tocante a [esta cuestión?]:
Una facción de alcaides y caballeros de al-Andalus se volvieron atrás
del juramento de fidelidad prestado a nuestro señor (mawlaná) Abú 1-Hasan -
Allah le defienda -; se desligaron de su obediencia, y llevaron a cabo la
proclamación de su hijo, habiendo además invitado a las gentes a que le
reconocieran por soberano y encontrado ayuda por parte de cuantos Allah Altísimo,
ha querido, hasta que, acaecida la rota de Lucena, en la que perdieron la vida
buen número de ellos, fue hecho prisionero el propio príncipe, y los que
lograron salvar la vida se exiliaron de la capital y buscaron refugio cerca del
señor de Castilla - Allah le aniquile -, pidiéndole ayuda, acogiéndose a los
lazos de su protección, y conviniendo con él [determinadas] condiciones a que
han quedado obligados. [El cristiano] les ha prometido, en connivencia con el
citado príncipe, salir con él a tierras musulmanas, y ha firmado un tratado de
paz con los territorios que le prestan obediencia, viéndose claramente cuáles
son los propósitos que abriga el infiel - Allah le arruine -, al hacer lo que
hizo.
Dignaos dar vuestro dictamen en lo tocante a la conducta de estos
musulmanes y, en primer lugar, si ésta puede encontrar respaldo en la Sharia, o
si se trata, por el contrario, de pura y simple rebeldía contra Allah y de
desobediencia a Allah y a su Enviado. Y en caso de que Allah disponga que
abandonen las tierras cristianas, obstinados como están en su ardor por
provocar la guerra civil y la disensión, si le es lícito a cualquier musulmán
ayudarles en su intento y colaborar en él, y si es lícito a los habitantes de
cualquier ciudad o castillo darles cobijo, y cuál es la sentencia divina contra
quienes lo hagan, les ayuden, se adhieran a su causa o se pongan de su parte,
de corazón o, con dichos y hechos. Hacednos una declaración que baste para
iluminar con su luz y guiar con su orientación, y Allah haga durar en vosotros
vuestra baraka, ensalce vuestro rango entre los grandes ulemas, y sean sobre
vosotros la noble paz, la misericordia y las bendiciones de Allah.
La respuesta textual es la siguiente:
En el nombre de Allah, clemente y misericordioso. Allah bendiga y salve
a nuestro señor Muhammad y a sus familiares.
Dictamen emitido por los señores ulemas, ilustres y sapientísimos, guías
del género humano, lámparas en las tinieblas, en la sublime corte, Granada -
Allah la guarde -, con respecto a la cuestión planteada arriba.
(Estos señores son: el muftí Abú 'Abd Alláh al-Mawwáq, el cadí mayor Abú
`abd Alláh Muhammad ibn al-Azraq, el muftí Abú 1-Hasan `Ali ibn Dáwúd, el muftí
Abú `Abd Alláh Muhammad al-Ya'dála, el imam Abú `Abd Alláh Muhammad al-Fajjár,
el shayj y háÿÿ Abú 1-Hasan 'Ali a1-Qalasádi, el shayj Abú Hámid ibn al-Hasan,
el cadí Abú `Abd Alláh Muhammad ibn Sarhúna, el imam Abú `Abd Alláh Muhammad
al-Masaddáli, el imam Abú Muhammad `Abd Alláh al-Zulayyi, el imam Abú `Abd
Alláh Muhammad al-Haddám, el profesosr y háÿÿ Abú Ya'far Ahmad ibn `Abd
al-Yalil, el profesor Abú `Abd Alláh Muhammad ibn Fath, el cadí Abu `Abd Alláh
Muhammad ibn `Abd al-Barr, el profesor Abú Ya'far Ahmad al-Baqanni - Allah haga
durar la baraka de todos ellos y mantenga en su grado el rango de sabios que
tienen).
La violación del juramento de fidelidad prestado a nuestro señor Abú
1-Hasan - Allah le guarde - por parte de las gentes responsables, y el haber
llevado a cabo la proclamación de su hijo, no encuentran el menor respaldo en
la ley de Allah, ni tienen más calificación que la de puro y simple negligencia
y abandono de la obediencia debida a Allah y a su Enviado - Allah le bendiga y
salve -, en razón de los muchos perjuicios que han ocasionado y que desagradan
a Allah: la escisión del Islam en este país, abandonado a sus propios medios
(garib); la división de su poder, después de haber estado unido; encender el
fuego de la guerra civil y, por su causa, sembrar la enemistad y el odio en los
corazones de los musulmanes y corromper la concordia. De esto dijo el Enviado
de Allah - Allah lo bendiga y salve - «No es otra cosa que la muerte», por lo
que significa: destrucción de los musulmanes, incitación al enemigo a extirpar
de raíz la flor y nata de los creyentes y violar sus cosas más sagradas, todo
lo cual está declarado ilícito en el Libro de Allah, en la sunna de su Enviado
- Allah lo bendiga y salve -, y en la opinión unánime de los ulemas, aparte
otros peligros evidentes, ya que apoyarse en los no musulmanes y pedirles ayuda
cae con toda evidencia bajo la amenaza contenida en las palabras de Allah
Altísimo: « ¡Oh, creyentes! No toméis por amigos a los judíos y a los
cristianos, porque unos son amigos de los otros. Aquel de entre vosotros que
los tome por amigos se convertirá en uno de ellos. Allah no es guía de la gente
injusta». Y en estas otras palabras: «Aquel de vosotros que lo hiciere, se
apartaría del camino llano».
Haber prestado juramento de fidelidad al príncipe prisionero es
obstinarse en los errores y hechos ilícitos a que nos hemos referido e insistir
en los crímenes y maldades que ya han perpetrado. Todo aquel que les dé amparo
o les ayude de palabra o de obra, presta ayuda a la rebeldía contra Allah
Altísimo y se pone en contra de la sunna de su profeta. Y todo aquel que se complazca
en lo que hacen, o desee su victoria, tiene el deseo de rebelarse contra Allah
en la tierra de Allah con la más grave de las rebeldías. Esta es la
cualificación en tanto persistan en tal conducta.
Ahora bien, si vuelven a Allah y renuncian a la disensión y a la
rebeldía en que se encuentran, los musulmanes tienen el deber de aceptarlos,
porque Allah Altísimo dice: «Quien después de haber cometido injusticia vuelve
a Allah y se enmienda, también Allah se vuelve a él». A Allah pedimos para que
nos inspire el recto camino que debemos seguir, nos libre de la maldad de
nuestras almas y afiance con bien nuestra concordia. El, que puede hacerlo, nos
valga en ello.
Los señores mencionados en la lista anterior han declarado lo que queda
escrito, redactado según sus palabras, en respuesta a la cuestión planteada, y
lo admiten y reconocen como emanado de ellos, en pleno uso de sus facultades
mentales y en perfecto estado para dar testimonio.
Se consignó por escrito el contenido de esta declaración a mediados del
honrado mes de ramadán - háganos Allah conocer su bien - del año 888 [= 17 de
octubre de 1483].
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