.LA PRIMERA ALJAMA DE CÓRDOBA:
UNA FUNDACIÓN DE LOS CONQUISTADORES
AL-QANTARA (AQ)
XXVIII 1, enero-julio de 2007
pp. 143-179
ISSN 0211-3589
SUSANA CALVO CAPILLA
Universidad de Castilla La-Mancha
La tradición transmitida por algunos
autores árabes sobre el repar- to de
la «iglesia mayor» de Córdoba entre los musulmanes y los cris- tianos, tras la conquista de la ciudad,
recuerda casos como el de Da- masco
y, si bien puede tener cierta base real, como veremos después, ha sido mitificada por la historiografía.
Así lo ponía de relieve Ma- nuel
Ocaña en 1942, al hacer un repaso de los textos conocidos sobre Córdoba en época de la conquista de
al-Andalus y ponerlos en rela- ción
con los restos arqueológicos hallados en el subsuelo de la Gran Mezquita cordobesa 67. Hemos seleccionado a
continuación algunas de esas noticias sobre el primer oratorio musulmán
en Córdoba.
67 Ocaña,
M., “La basílica de San Vicente”; Nieto Cumplido, M., La Catedral
de Córdoba, Córdoba, 1998, 40-52.
Sobre la primitiva iglesia y la primera
mezquita aljama de Córdo- ba 68, la
referencia más antigua conocida es la fechada en el año 131/748-49, recogida por el Ajbār
Maymū‘a (s. X) y el FatИ al-Anda-
lus. Según estos dos autores anónimos, uno de los primeros goberna- dores de al-Andalus, al-?umayl, «degolló»
a unos rebeldes musulma- nes en el
interior de «una gran iglesia (kanīsa kabīra) que había dentro de la medina de Córdoba donde hoy
se encuentra su mezquita aljama» 69. Ambos
hablan de iglesia y no especifican que ésta se hu- biera ya islamizado, lo que, según Ocaña, significaría que la
basílica de San Vicente estaba abierta
todavía al culto cristiano, casi cuatro décadas
después de la ocupación de la ciudad por los musulmanes 70. Si así fuera, el caso cordobés no resulta singular al compararlo
con otros lugares del mundo islámico. En Jerusalén y Damasco se dan pa- recidos
procesos de conquista y ocupación de la ciudad: la primera es conquistada por ‘Umar en 16/637, pero
los cristianos conservan sus iglesias
y los musulmanes hacen sus oraciones probablemente en al- gún lugar de la explanada
del templo hasta que ‘Abd al-Malik (685-705) construye en ella la Cúpula de
la Roca (hacia 72/691-2) y al-Walīd
(705-717), la Mezquita al-Aq?à. Damasco, por su parte, es conquistada en 14/634-635 y su gran
mezquita se levanta en torno a 714 71.
En 138/756, poco después de que ‘Abd al-Rakmān
b. Mu‘āwiya (al-Dājil, «el
Inmigrado») tomara la ciudad de Córdoba, tropas insu- misas atacan a su guarnición y a su jefe, Abū ‘Utmān, que «fue
sitia- do en el alminar
( awma‘a) de
la mezquita aljama,
el cual estaba en el alcázar (fī-l-qa r) [...]» 72. Esta primitiva
mezquita, situada junto al al-
68 La capital de al-Andalus se estableció primero
en Sevilla, hasta que al-±urr
(716-719) la trasladó
a Córdoba.
69 Ajbār Maymū‘a, Lafuente
Alcántara, 65 [61] y FatИ
al-Andalus, Penelas, M., 57 y Molina, L., [n.º 59].
70 Resultaría inadmisible, en opinión
de este autor,
que se realizase ese acto impío en una mezquita,
aunque no hubiera
sido ni el primero ni el último,
como indican los textos, tanto dentro como fuera de al-Andalus: Ocaña,
M., “La basílica de San Vicente”, 349-51;
ídem, “Precisiones”, 277; Torres Balbás,
L., “Arte Califal”,
HEMP, V, 340-41.
71 No sucedía lo mismo si se trataba de
campamentos, transformados en ciudades cuando
se fundaba la aljama y la residencia del gobernador, como Fustāt en Egipto y Qayrawān
en Ifrīqiya.
72 Ajbār Maymū‘a, Lafuente Alcántara, 88-89 [93]. La
versión del FatИ al-Andalus es: “‘Ubaid
Allāh se refugió
en el alminar de la mezquita (sawma‘at al-masyid) en la que se congregaban para la oración
los cordobeses”, Penelas,
M., 78 y Molina, L. n.º 22. Más adelante el autor del FatИ al-Andalus dice que la mezquita levantada
por ‘Abd
cázar, no pudo estar lejos de aquella
gran iglesia citada antes, por lo que
la supuesta instalación musulmana en el recinto episcopal cordo- bés habría tenido lugar entre este suceso
del año 138 y el anterior de 131, durante
el gobierno de Yūsuf al-Fihrī (130/748-138/756) 73. Pero, hasta ese momento, ¿dónde realizaron
las oraciones los musul- manes cordobeses? 74
Más interesante nos parece la noticia que
de al-Rāzī facilita Ibn Hayyān, historiadores usualmente bien informados:
Dijo al-Rāzī: El emir ‘Abd al-Rakmān II
b. al-±akam amplió (zāda) la mez- quita
aljama de Córdoba, siendo el primer emir de los Banū Marwān que hizo esta clase de obras. Su ampliación era
visible en la dirección de la alquibla para quien
entrase en ella, patente entre lo que queda de la primera construcción de su bisabuelo ‘Abd al-Rakmān ibn Mu‘āwiya, el primer emir emigrado a al-Andalus, sobre los cimientos de los árabes
conquistadores de la Península, que fundaron
esta mezquita bendita 75.
Al-Rāzī, que no se hace eco del supuesto reparto de una iglesia, atribuye explícitamente «el trazado de los cimientos» de la primera mezquita (asās mujtatt al-masyid al-mubārak) a los conquistadores (al-fātiИīn), refiriéndose a los árabes llegados con Mūsà o a los prime- ros gobernadores de al-Andalus (711-755). Una noticia recogida por al-Maqqarī sobre la polémica surgida en época de al-±akam II (s. X) por la conveniencia de reformar la orientación errónea de la mezquita cordobesa habla asimismo del prestigio de esta «qibla de tiempos de la conquista» 76. Ambos pasajes sugieren que se levantó un oratorio cuyos cimientos fueron aprovechados después por ‘Abd al-Rakmān I para le-
al-Rakmān I se asentó sobre una iglesia:
Penelas, M., 93-94 y Molina, L., n.º 62. La aw- ma‘a,
término que designaba los alminares en el Magreb,
¿pudo ser una torre del alcázar?
73 Ocaña, M., “Precisiones”, 276-277.
74 Al igual que en Damasco, no parece lógico que los conquistadores rezaran en una
mu
allà al aire libre durante cuarenta
años. Burns, R., Damascus, 112.
75 Ibn ±ayyān, Muqtabis II; ídem,
“Les citations du ‘Muqtabis’ d’Ibn ±ayyān relati- ves aux agrandissements de la Grande Mosquée de Cordoue au IXe
siècle”, Arabica, I (1954), 89. Traducción de ‘Alī Makkī, M. y Corriente,
F., Crónica de los emires AlИa- kam I y ‘AbdarraИmān II entre los años 796 y 847 [Almuqtabis II-1], Zaragoza, 2001,
173.
La noticia no fue analizada
por M. Ocaña.
76 Al-Maqqarī (s. XVII), toma esta noticia
de Ibn Baškuwāl (s. XII), en la que se atri-
buye
a los tābi‘ūn Mūsà b. Nu?ayr y ±anaš al-Šan‘ānī la orientación sur de las alquiblas de al-Andalus: NafИ, Analectes I, Dozy, R. (ed.), 369, traducción de Gayangos, P., The
History of the Mohammedan Dynasties in Spain, London, 1840, I, 225-26.
vantar (ibtanā) su mezquita en torno al año 785. Su orientación «bendi- ta» fue respetada
en todas las ampliaciones posteriores del oratorio.
En este punto, existe también un
paralelismo con la mezquita de Damasco,
donde, según dicen los textos, los Compañeros del Profeta que conquistaron la ciudad en 15/636
establecieron una primera mez- quita en el interior
del temenos del templo romano; Mu‘āwiya (41/661- 60/680), el primer gobernador de la
ciudad y primer califa omeya, construyó en su honor,
en aquel punto,
el llamado desde entonces
«mihrab de los Compañeros (del Profeta)». Sobre ese lugar, respetando aquella alquibla y el mihrab, se construyó más tarde la aljama omeya 77. La duda que plantea
esta información de Ibn ±ayyān
es si aquel oratorio cordobés
«de los conquistadores» fue una construcción ex
novo o aprovechó un edificio preexistente en el que se marcó la direc-
ción de La Meca. Tanto en un caso como en otro debió hallarse cerca del alcázar (en el que se ubicó
el alminar) y de la iglesia hispano-visi- goda de San Vicente, tal vez en el interior
del propio recinto
episcopal cordobés. Los
hallazgos arqueológicos bajo la mezquita no confirma- ron la supuesta división de una iglesia entre musulmanes y
cristianos; en cambio,
sí sugieren un reparto de ese conjunto episcopal, denomina- do kanīsa, como sugirió M. Ocaña 78. Los restos de edificios
paleocris- tianos e hispanovisigodos excavados
por Félix Hernández en 1932-33 son de pobre factura
y de diversa orientación (N-S y NE-SO)
79: los en- contrados bajo el patio podrían corresponder a la basílica de San Vicen- te, una iglesia
de tres naves,
demasiado pequeña como para dar cabida a las dos comunidades, aunque sus materiales fueron en parte utilizados
77 Bahnassi, A., La Grande Mosquée
Omeyyad à Damas, Damas, 1990, 56-57 y Burns, R., Damascus, 112.
Ibn Šākir (s. XIV) aclaraba
que aquel mihrab
no fue un nicho cóncavo
en origen.
78 L. Torres Balbás
(HEMP, V, 341), pensaba que la primera
mezquita pudo instalar-
se en la parte expropiada a los mozárabes de su recinto
religioso, junto a la iglesia
encon- trada bajo el patio
por Félix Hernández, y que sobre ambos edificios se construyó la gran mezquita. M. Ocaña asume
que musulmanes y cristianos se dividieron el conjunto de edi- ficaciones que formaban parte de la kanīsa
cristiana (“Precisiones”, 278). Conclusiones parecidas saca P. Marfil al revisar aquellos hallazgos
arqueológicos a la luz de nuevos datos
sobre la Córdoba preislámica, en “Córdoba de Teodosio a ‘Abd al-Rakmān III”, Anejos
de Archivo Español
de Arqueología (2000), 117-141.
79 Los mosaicos de pavimento hallados
datarían de los s. V y VI. Éstos y las técnicas constructivas relacionan estas estructuras con la iglesia de
Santa Catalina (Convento de Santa
Clara) de la misma ciudad, si bien sufrieron reformas en época visigoda, según Marfil, P., “Córdoba de Teodosio”,
127-129; ídem, “Crónicas de al-Andalus: Arqueolo- gía”, Qurtuba, I (1997), 334.
FOTO 2.—Plano de la primera fase de la Mezquita
de Córdoba (del siglo VIII) con las estructuras excavadas
por Félix Hernández
marcadas
en la construcción de la mezquita; en el subsuelo
de la sala de oración
se hallaron unas estructuras y un muro orientado al sur con un nicho
de planta semicircular que
se interpretó como un mihrab, lo que habría confirmado la conversión en mezquita de un edificio
del complejo. Re- cientemente, sin embargo, se ha negado ese extremo puesto
que el cita- do muro parece que fue amortizado ya en época visigoda 80.
La mayor parte de las crónicas de la Conquista
conservadas, por lo tanto,
no menciona ni directa ni indirectamente la cohabitación de ri- tos en la basílica de San Vicente de
Córdoba. Es en el Bayān al-Mu- grib
de Ibn ‘I ārī (s. XIV), donde encontramos la primera referencia conocida.
Este autor y al-Maqqarī (s. XVII), que repite casi las mismas
palabras, dicen basarse en al-Rāzī (s. X) quien, a su vez, tomaría la historia
de Mukammad b. ‘Isà (m. 836):
80 Según Marfil, P., “Córdoba de Teodosio”,
nota 42. Apuntaban el dato del nicho: Ocaña,
M., “La basílica de San Vicente”, 361; ídem, “Precisiones”, 276-278;
Torres Bal- bás, HEMP,
341, nota 13, y Gómez Moreno, Ars Hispaniae, III,
1949, 20 y 29.
[...] cuando los musulmanes
conquistaron al-Andalus, siguieron la conducta de Abū ‘Ubayda y Jālīd, según la opinión del emir de los Creyentes
‘Umar ibn al-Jattāb, compartir con
los cristianos la mitad de sus iglesias según el pacto de rendición ( ulИ), como
se había hecho con la iglesia de Damasco y otras. Así, los musulmanes compartieron con los cristianos la gran iglesia
de Córdoba, que esta- ba en el interior de la ciudad; los
musulmanes construyeron en su parte su mez- quita
aljama y quedó la otra parte para los cristianos y fueron destruidas el resto de las iglesias
[...] Cuando ‘Abd al-Rakmān ibn Mu‘āwiya entró en al-Andalus y se instaló en
Córdoba, decidió sobre el asunto de la mezquita para ampliarla y perfeccionarla; llamó a los cristianos de
Córdoba y les pidió que le vendiesen la parte que tenían de la iglesia,
compensándolos por el cambio para cumplir el pac- to que habían suscrito y les concedió que
construyesen las iglesias que habían sido destruidas en los tiempos
de la conquista; salieron, pues,
de su parte y ésta se añadió
a la mezquita 81.
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