AL-QANTARA (AQ)
XXVIII 1, enero-julio de 2007
pp. 143-179
ISSN 0211-3589
SUSANA CALVO CAPILLA
Universidad de Castilla
La-Mancha
Dedicado a la memoria del Profesor Christian
Ewert.
En el artículo se recogen
los relatos que las fuentes árabes,
sobre todo andalusíes, pro- porcionan
sobre las primeras fundaciones re- ligiosas
de al-Andalus. Las tradiciones de la Conquista,
en este aspecto, muestran simili- tudes
con el modelo de islamización puesto en
práctica previamente en otros ámbitos del Mediterráneo
islámico y con la historiografía árabe
de los FutūИ. Por razones de prestigio
religioso y de legitimidad política, los auto- res insisten en aspectos como la orientación de las primeras mezquitas, atribuyéndolas
a Mūsà o a los tābi‘ūn, o en
la destrucción de iglesias para
levantar mezquitas sobre ellas. En
estas tradiciones encontramos, sin embar- go,
escasos datos sobre las características ar-
quitectónicas de estos primeros oratorios an- dalusíes por lo que es imprescindible la información
aportada hasta ahora por la ar- queología.
El caso de la mezquita de Córdo- ba muestra
la importancia de analizar en con- junto ambas aportaciones.
Palabras clave: Al-Andalus; mezquita; fuen- tes árabes; conquista; Córdoba; Algeciras; Sevilla;
Zaragoza.
.
La conquista de al-Andalus
se realizó en dos fases que se sucedie- ron
muy rápidamente. Los primeros en penetrar en la Península fue- ron los beréberes acuartelados en Tánger
y encabezados por Tāriq, un mawlà
beréber de Mūsà b. Nu?ayr, el gobernador árabe de Ifrīqiya y del Magreb desde ca. 79/698. Con escasa
planificación, atacaron por sorpresa al débil estado visigodo que apenas opuso resistencia. Ambos ejércitos se enfrentaron en contadas ocasiones
tras una prime-
ra derrota de los hispano-visigodos en tierras de Sidonia. En el mismo
año 92/710-711 en que atravesaron el Estrecho, tomaron
la capital del reino visigodo,
Toledo 1.
A esas alturas ya había
llegado la noticia a Qayrawān, el campa- mento de los yund-s o tropas árabes.
Mūsà b. Nu?ayr sale al frente de sus tropas hacia la Península con el objetivo
de someter a su sub- ordinado y tomar
las riendas de la conquista. Su ejército, al contrario que aquel otro, estaba compuesto por árabes de relevantes clanes
y tribus orientales. Así, en ramaạān del año 93/junio-julio 712, Mūsà
b. Nu?ayr cruza el Estrecho
de Gibraltar y desde Algeciras se dirige presto
a Toledo, al encuentro de Tāriq. Para ello sigue un camino distinto al utilizado por su mawlà, recalando
en ciudades que los be- réberes no habían saqueado
previamente (Sevilla y Mérida, por ejemplo).
Ya cerca de Toledo, Tāriq le restituye de manera simbóli- ca el poder y le entrega el botín
incautado. Una vez dirimidas las tensiones provocadas por el famoso tesoro de los reyes godos, su-
1 Sigue abierto el debate
historiográfico sobre diversos aspectos de la conquista ára- be de la Península y sobre sus
consecuencias en los ámbitos económico y étnico. Los au- tores árabes —pro-omeyas, de origen muladí, pro-beréberes— dan
diferentes versiones de los sucesos y
por tanto sugieren muy distintas interpretaciones. Algunas de las obras citadas: Chalmeta, P., Invasión e
Islamización, Madrid, 1994 (reed. Jaén, 2003); Gui- chard, P., Al-Andalus. Estructura antropológica de una
sociedad islámica en Occidente, Barcelona, 1976;
Manzano Moreno, E., “Árabes, beréberes e indígenas: al-Andalus en su primer período de formación”, en
Barceló, M. y Toubert, P., ‘L’incastellamento’, Roma, 1998, 157-177; ídem, “Las fuentes árabes
sobre la conquista de al-Andalus: una nueva interpretación”,
Hispania, LIX/2, 202 (1999), 389-432; ídem, “La conquista del 711: transformaciones y pervivencias”, en Visigodos y omeyas: un debate entre la Antigüedad tardía y la Alta Edad Media (Mérida, abril de 1999), Anejos
de Archivo Español de Arqueología, XXIII
(2001), 401-414; Molina Martínez, L., “Los itinerarios de la con- quista: el relato de ‘Arīb’”, Al-Qantara,
20, 1 (1999), 27-46; Tāha, ‘Abdul-Wāhid Dhanūn,
The Muslim conquest and settlement of North Africa and Spain, London,
1989; Vallvé, J., “Sobre algunos
problemas de la invasión musulmana”, Anuario de Estudios Medievales, 1967, 361-67; ídem, Nuevas
ideas sobre la conquista árabe de España. To-
ponimia y onomástica, Discurso de ingreso en la Real Academia de la
Historia, Madrid, 1989. Sobre
islamización y arabización: Chejne, G. A., “Islamisation and Arabization in al-Andalus: A General View”,
en Speros Vryonis,
Jr. (ed.), Islam
and Cultural Change
in the Middle Ages, Wiesbaden,
1975, 59-86; Fernández Felix, A. y Fierro, M., “Cristianos y conversos al Islam en al-Andalus bajo los Omeyas.
Una aproximación al proceso de is- lamización a través de una fuente legal
andalusí s. III/IX”, Visigodos y Omeyas, Anejos de Archivo Español de Arqueología, XXIII (2000), 415-428. Aspectos
urbanísticos en Maz- zoli-Guintard,
C., “L’urbanisation d’al-Andalus au IXe siècle: données chronologiques”, en Genèse de la ville islamique en
al-Andalus et au Maghreb occidental, Madrid, 1999, 99-106. Después de entregar este artículo ha sido publicado:
Manzano Moreno, E., Con- quistadores, emires y califas,
Barcelona, 2006.
puestamente hallado en la
capital, árabes y beréberes al mando de Mūsà continúan
su avance hacia el Norte.
De forma muy sintetizada,
estas son las bases del relato que de la conquista
de al-Andalus hicieron los cronistas andalusíes 2. Como los primeros historiadores que, entre finales del siglo VII y
principios del VIII (s. I de la
Hégira), pusieron por escrito la historia de los FutūИ o Conquistas del Islam, transmitidas hasta
entonces de forma oral, hay que
suponer que también en al-Andalus se añadieron elementos fan- tásticos a las tradiciones históricas con
intenciones moralizantes, exe- géticas o partidistas 3. De ahí la presencia de leyendas de carácter reli-
gioso y ejemplarizante o de anécdotas (algunas son lugares comunes) que permitían justificar y explicar las
acciones de los musulmanes a su
llegada a la Península. En cuanto a su parcialidad, ésta subyace en la forma de resaltar determinados aspectos
o personajes de la con- quista en
función de los intereses dominantes en la época en que fue- ron escritas. En al-Andalus, en general,
se minimizó la actuación de los
beréberes para atribuir desde el comienzo todo el protagonismo a las tropas árabes de Mūsà. El relato de la
ocupación «elaborado» en época omeya
insistía en la idea de una conquista por la fuerza de las armas y daba mayor relieve a los
personajes de linaje árabe en detri- mento
de los beréberes, gentes escasamente islamizadas entonces 4. Es de destacar en este sentido la
animadversión de ciertos historiado- res
cordobeses hacia los beréberes. Ibn ±ayyān o Ibn ±azm (s. XI) manifiestan claramente su opinión
contraria a la masiva llegada
de és- tos en época califal, y ven en ello una de las causas de la desaparición
1.
La Mezquita de las Banderas
de Algeciras: la mezquita de Mūsà el conquistador
En el FatИ al-Andalus, una obra anónima seguramente posterior al siglo XII, encontramos el relato de la
fundación de la Mezquita de los Estandartes o de las Banderas de Algeciras. Su versión es corroborada y completada por al-Gassānī, embajador
marroquí del siglo XVII que, al visitar España, escribe una Risāla o epístola donde incluye la con-
quista de al-Andalus. Ambos podrían basarse en la misma fuente, tal vez en Mukammad b. Muzayn (m. después de
1078), el autor citado por el embajador en esta noticia 11:
Dice Mukammad b. Muzayn: en el año 471 (1078-79), en tiempos de
al-Rādī hijo de al-Mu‘tamid, encontré
en una biblioteca de Sevilla
un librito, obra de Mu- kammad b. Mūsà al-Rāzī,
llamado «Libro de las banderas»
en el que relata la en-
10 Referencias a
celebraciones religiosas en las campañas militares de época califal: Ibn ±ayyān, Al-muqtabas (V), Chalmeta,
P., Corriente, F. y Sobh, M. (eds.), Madrid,
1979, 275; Ibn ±ayyān
al-Andalusi, Crónica del califa ‘AbdarraИmān III an-Nā ir entre los años 912 y 942 (al-Muqtabis V), Viguera,
M.ª J. y Corriente, F. (trads.), Zaragoza, 1981,
302, e Ibn I ārī, Bayān III, La caida del Califato de Córdoba y los
reyes taifas, Maíllo, F. (trad.),
Salamanca, 1993, 15 [ed. 7-8]. La oración del viernes podía realizarse al aire libre
en las mu allàs. Seguramente, las primeras campañas
constructivas se centra-
ron en la reparación de las infraestructuras de las ciudades (puentes,
murallas...). Torres Balbás, L.,
“Arte califal”, Historia de España dirigida por Ramón Menéndez Pidal, V, España musulmana hasta la caida del califato
de Córdoba (711-1031 de J.C.), Madrid, 1957, 339-40.
11 Sobre las fechas de
redacción de ambas obras véase Molina, L., estudio introduc- torio del FatИ al-Andalus, Madrid,
1994, XXIII-XXIX. El texto del FatИ traducido por Mayte Penelas, Madrid, 2002, 21. La llamada “riИla” o Risāla
al-šarīfīya de al-Gassānī fue
editada y traducida por Julián Ribera, en un apéndice a la obra de Ibn al-Qūtiyya (Historia de la conquista
de España de Abenalcotía el cordobés, Madrid, 1926), bajo el
epígrafe “Unas cuantas noticias acerca de la conquista de España
tomadas de ‘La noble carta dirigida a
las comarcas españolas’”, 163-184 [189-214]. En cuanto a Ibn Muzayn, éste se sirvió del Libro
de las Banderas (Kitāb al-rāyāt)
de Mukammad b. Mūsà al-Rāzī
(m. 277/890), de Ibn ±abīb (m. 238/852)
y de Ibn ±ayyān (m. 469/1076).
trada del emir Mūsà b. Nu?ayr
y cuantas banderas entraron en España con él [...] Y dice en él que Mūsà hizo con los suyos la travesía marítima
embarcándose en el «Monte de los monos»,
lugar que hoy se llama puerto de Mūsà, dirigiendo el rumbo hacia Algeciras deseando adentrarse en al-Andalus. En ella
permaneció algunos días descansando y
arreglándose, hasta que decidió ponerse en movi- miento. Entonces hizo reunir a su alrededor las banderas de los
árabes [...] para consultarles acerca
de cómo se había de llevar a efecto la expedición. [...] Dice que la reunión de esta noble asamblea (al-mašhada)
se celebró en el lugar que hoy ocupa la Mezquita
de las Banderas (Masyid al-Rāyāt)
de Algeciras, y que se llamó
así porque se reunieron las banderas ese día, banderas que sirvieron a al-Rāzī para dar título a su obra. Añade
también que Mūsā ben Nu?ayr no aban- donó
aquel sitio ni disolvió la asamblea hasta que ordenó marcar el lugar (tajtīt mawại‘)
y lo designó
(ittajāaa-hu) [para emplazar
allí] una mezquita
12.
La tarea de Mūsà, según se
deduce del verbo utilizado, tajtīt, de-
bió consistir en trazar (delinear, demarcar, acotar) sobre el terreno la futura mezquita, pero centrando
posiblemente su atención en estable- cer
de forma correcta la dirección de la alquibla. El autor insiste en el interés personal de Mūsà por «marcar el
lugar» y levantar allí una mezquita,
igualándole de esta forma a otros dos prestigiosos conquis- tadores
musulmanes ya aludidos,
‘Amr b. al-‘Ā?, fundador de al-Fustāt
(Egipto), y ‘Uqba b. Nāfi‘, fundador de Qayrawān (Ifrīqi- ya). Ambos eran considerados Compañeros
del Profeta por haber na- cido antes
de su muerte en 11/632, mientras que Mūsà, según ciertos autores, era un tābi‘ o Sucesor de los Compañeros 13.
En el año 50/670,
‘Uqba b. Nāfi‘
fundó o trazó la primera
mezqui- ta de Occidente y la
sede del poder en Qayrawān 14. Como indica M. Rius, los textos recogen dos tradiciones sobre esta fundación
religio- sa; una atribuía la
orientación de su alquibla a una revelación mila- grosa de ‘Uqba,
obligado a decidir
después de que el grupo de aИāba
y tābi‘ūn presentes no se pusieran de acuerdo. La segunda, al
contra- rio, señalaba que fue
posible el consenso entre ellos. Esta alquibla de Qayrawān, y alguna
otra atribuida a los aИāba
y tābi‘ūn, estaban
12 Ribera, J., “Unas cuantas
noticias acerca de la conquista”, 170-171 [ed. 198]. Tra- ducción
corregida con Molina, L., estudio introductorio del FatИ al-Andalus, XXV.
13 Wensinck,
A. J., “‘Amr b. al-‘Ā?”,
EI2, I, 451. Christides, V., “Ukba b. Nafi‘’, EI2,
X, 789-90.
14 Según al-Nuwayrī (m. 732/1332): “‘Uqba ijtatta dār al-imāra wa-l-masyid al-a‘?am”, Slane en Ibn Jaldūn, Histoire des Berbères et
des dynasties musulmanes de l’África
Septentrionale, trad. parcial, Paris, 1925, I, 329 y al-Nuwayrī, Nihāyat
al-‘arab, “Historia de los
musulmanes de España y África”, Gaspar Remiro, M. (ed. y trad.), Re- vista del Centro de Estudios
Históricos de Granada
y su Reino, (1916), 15.
orientadas hacia el orto de
Sol en invierno, gracias a un método basa-
do en la observación de las estrellas y del orto del Sol 15. Lo que
aquí nos interesa señalar es la importancia
que tenía esa fundación para la orientación
de las mezquitas posteriores en el Magreb, tal y como re- salta Ibn ‘I ārī (m. 712/1320):
‘Uqba trazó (ijtatta) en
primer lugar la dār al-imāra, después fue al lugar (mawại‘) de la gran mezquita y la
delimitó (ijtatta-hu) [...] pero se comenzaron discusiones entre la gente a propósito de la alquibla, y le
dijeron: «las gentes del Magrib
dispondrán sus alquiblas según la alquibla de esta mezquita; es necesario que pongas todo tu esfuerzo
en fijarla (taqwīm) correctamente» 16.
Este caso de Qayrawān
muestra bastantes paralelismos con la fun- dación
de la mezquita de las Banderas en Algeciras. En ambas ciuda- des-campamento se designa el trazado del
espacio de oración con el verbo ijtatta,
y en el caso de la capital de Ifrīqiya se insiste en la fija- ción u orientación correcta de la alquibla
con el verbo qāma. Los dos edificios
adquirieron una trascendencia similar: se convirtieron en los primeros oratorios de un territorio
recién conquistado, símbolo reli- gioso
de la toma de posesión del Islam de nuevas tierras y quizá el modelo de orientación para los
posteriores. Desgraciadamente, se desconocen
sus características arquitectónicas y el modo en que se construyeron (con qué materiales y con qué obreros).
Al-±imyarī, geógrafo del siglo XIV, proporciona de manera algo de- sordenada dos tradiciones diferentes que explican el nombre y el origen de la Mezquita de las Banderas
de Algeciras. Dice de la ciudad:
[...] sobre la orilla del
mar, se encuentra una mezquita de tamaño mediano que se llama «Mezquita de las Banderas» (al-Masyid al-Rāyāt);
es allí donde los nor- mandos colocaron
sus banderas [cuando desembarcaron], y de ahí viene el nom-
15 Rius, M., La Alquibla en
al-Andalus y al-Magrib al-Aq à, Barcelona, 2000, 54-57 y 146-47; ídem,
“La orientación de las mezquitas
según el Kitāb
de al-Mattīyī (s.XII)”, en De Bagdad a
Barcelona, Estudios sobre Historia de las ciencias exactas en honor del Prof. Juan Vernet,
Barcelona, 1996, 785-827.
16 Ibn ‘I ārī,
Bayān, II, Histoire de l’Afrique du nord et de l’Espagne musulmane
in- titulée Kitāb al-bayān al-mughrib par ibn ‘Iaārī al-Marrākushī et fragments de la Chro- nique
de ‘Arīb, Colin, G.S. y Lévi-Provençal, É. (eds.), Leiden, 1948-51, 13;
Fagnan (trad.), 1901, 99. El texto
coincide con el de al-Nuwayrī. También lo relata Ibn al-Atīr, Al-Kāmil fī ta’rīj; trad. Fagnan,
E., Annales du Maghreb et de l’Espagne, Alger, 1898, 386-387.
Rius, M., La Alquibla en al-Andalus, 136-150 y 172-191.
bre de la mezquita;
posee una puerta para [cuyos batientes] se utilizó madera de los barcos de los normandos 17.
Sin embargo, más adelante,
cuando relata la llegada de Mūsà a Algeciras, reproduce
el siguiente pasaje de al-Idrīsī:
Algeciras fue la primera ciudad conquistada
en al-Andalus, en los primeros tiempos del Islam, en 90 (708-709), por atención de Mūsà b. Nu?ayr, y por cuenta
de los Marwāníes; con él estaba Tāriq b. ‘Abd Allāh, a la cabeza de las tropas be- réberes. No lejos de la puerta
que se abre sobre el mar (bāb
al-baИr) se encuentra la mezquita llamada
«Mezquita de las Banderas» (Masyid al-Rāyāt). Se dice que fue allí donde se reunieron los portaestandartes
de la expedición para mantener un consejo
(li-ra’y) 18.
Las versiones
contradictorias indican que el nombre pervivía aún en el siglo XI y XII —momento en que escriben al-Bakrī, al-‘U rī o al-Idrīsī,
los geógrafos que sirven de base a al-±imyarī—, pero no tanto la memoria
del suceso histórico al que se refería. La mezquita se ubicaba,
según estos autores, al sureste (o al este) de la medina, cerca del mar o de la Puerta del mar. Es
probable que Tāriq o Mūsà funda- ran un campamento en la llamada
al-Yazīra al-Jaạrā’ (la
Isla Verde), nombre que pasó a designar la bahía de
Algeciras (o «laguna» según el Moro
Rasis) 19,
cerca de la ciudad antigua de Carteya 20. La citada reunión de la «gente de la bandera» o ahl al-rāya, la
estructura de mando del ejército,
debió celebrarse al aire libre en un espacio a
modo de mu āra o mu allà.
Pero lo más curioso en esta
descripción de al-±imyarī es la men-
ción de una tercera mezquita
(aparte de la aljama), situada fuera de la
17 Al-±imyarī, Al-Rawạ al-Mi‘tār
fī jabar al-aqtār, Lévi-Provençal, E. (ed. y trad.), La Pénninsule Ibérique
au Moyen Age, d’après le “Kitāb al-Rawạ
al-Mi‘tār” d’Ibn ‘Abd al-Mun‘im
al-±imyarī, Leiden, 1938, 91 [73]. Como nos informa Ibn ‘I ārī, los norman- dos desembarcaron en la Península por Algeciras, apoderándose de la ciudad
en 245/867, e incendiando su mezquita aljama (158 [99]).
18 Al-±imyarī reproduce las
palabras de al-Idrīsī (s. XII), Description de l’Afrique et de l’Espagne, Dozy,
M. et Goeje, M.J. de (ed. y trad.), Leiden,
1866, 212-213 [176-177]. El texto es casi igual al del FatИ y al-Gassānī; sólo
varía la palabra que designa la reu- nión: al-mašhada (asamblea) en el FatИ /al-Gassānī; li-ra’y (mantener un consejo, tomar
una decisión) en al-±imyarī.
19 Crónica del Moro Rasis, ed. 1975, 103-104.
20 Algeciras, “la Isla Verde”
(al-Yazira al-Jaạrā’) fue
conquistada por Tāriq después de su desembarco en Gibraltar (Yabal
Tāriq) y de ocupar Carteya (la Qartāyanna árabe, medina,
y que, dice, se consideraba la primera de al-Andalus. La noti- cia procede esta vez de al-‘U rī:
Al este de Algeciras se
encuentra una mezquita que se dice fue edificada (banā) por uno de los Compañeros del Profeta ( āИib):
fue, se dice, la primera mezquita
fundada (bunya) en al-Andalus. El lugar donde se alza es conocido con el nombre de Qartāyanna (Carteia). En épocas de sequía los habitantes de Algeci- ras van a esta mezquita
para hacer rogativas
(istisqā’) 21.
En opinión de Joaquín
Vallvé, se mezclarían aquí tradiciones mu-
sulmanas y cristianas, quizá por un error de transmisión de al-‘U rī o de
al-±imyarī. Parece confundirse Carteya, Cartagena y Cartago, asi- milándose la tradición cristiana sobre
las reliquias del obispo-mártir de
Cartago, San Cipriano (s. III), depositadas en Tahūda-Carteya, con aquella que sitúa la muerte de ‘Uqba b.
Nāfi‘, el fundador de la pri- mera
mezquita de Occidente en Qayrawān, como mártir en Tahūda (en 682-83) 22.
No obstante, lo que nos
parece esencial aquí es la intencionalidad de
los transmisores de la noticia. Existía una tradición en al-Andalus que situaba el primer oratorio andalusí en
Algeciras y que atribuía su fundación
a los conquistadores árabes. Según varias crónicas, esa pri- mera mezquita fue la de las Banderas,
trazada por Mūsà b. Nu?ayr al tomar
Hispania en el año 712 23. Sospechamos que las tres mezquitas referidas en la obra de al-±imyarī eran la misma,
esta de las Banderas atribuida a Mūsà. Quizá el problema es que este autor seleccionó sin
21 Al-±imyarī, al-Rawạ, 94 [75]. Este mismo autor dice que la mezquita aljama,
fun- dada por ‘Abd al-Rakmān
I en 780 sobre una iglesia, se hallaba en el centro
de la medina, en lo alto de la colina (91 [73]); también en Ibn ‘I ārī, Bayān, Historie de l’Afrique et de l’Espagne intitulée al-bayano ‘l-Mogrib, Fagnan, E. (trad.),
Alger, 1901-04 (trad. 99 [ed. 158]); FatИ al-Andalus, González, J. (trad. y ed.), 1889, 75 [67]. La manipulación de los
topoi por parte
de las fuentes se manifiesta claramente en este caso: J. Vallvé cita otra tra-
dición en la que se dice que cuando los árabes ocuparon Carteya (refugio
de los visigo- dos) en šawwāl de 92/711,
consagraron la primera
mezquita musulmana sobre una anti- gua iglesia donde se habían depositado unas
banderas para impetrar la ayuda divina. “Sobre algunos
problemas”, 367.
22 Vallvé, J., Nuevas ideas,
83-86. También en Rius, M., La Alquibla en al-Andalus, 184-85. El hecho de que no se
mencione el nombre del Compañero indicaría su falsedad, según Vallvé.
23 ‘Abd al-Wākid al-Marrākušī (Marrākuš,
581/1185), cronista almohade, es uno de los pocos que atribuye los hechos a Tāriq en el Kitāb al-mu‘yib fī taljī ajbār al-Magrib,
“Lo admirable en el resumen de las noticias del Magrib”, Huici Miranda, A.
(trad.), Co- lección de Crónicas Árabes de la Reconquista, IV,
Tetuán, 1955, 8 y Dozy, R. (ed.), Lei- den, 1847/1885, diferente
de Cartagena, Murcia —Tudmir—). Vallvé,
J. Nuevas ideas, 79-86
orden la información de
varios geógrafos anteriores, quienes, a su vez,
quizá ya mezclaban los hechos y los lugares. Por ello, es proba- ble que no se tratara sólo de una
confusión de mitos y de topónimos, como
indicó J. Vallvé, sino que fuera una asociación consciente de Mūsà con ‘Uqba, conquistadores e «islamizadores».
.
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