ALCAUDETE (JAEN)
Época árabe
En el año 715, el caudillo Tarik se apoderó de Alcaudete, en posesión
hasta entonces de los visigodos.
En el 715, Tarik, camino de Toledo y siguiendo las calzadas romanas, tomaba
Alcaudete. Los árabes, que aquí se instalaron en pequeño número, no lo hicieron
en el poblado visigótico del parque, sino en torno a una antigua torre romana
situada en un cerro. Reforzada y acondicionada, fue el antiguo castillo.
Alrededor fueron creciendo las cinco murallas y el núcleo urbano. Entre este
año y el 888, Alcaudete sufrió diversos saqueos, junto con Jaén y otros pueblos
de la provincia por rebeldes árabes. Finalmente, Abderramán III en el 888 forma
un ejército y se apodera de la ciudad.
En esta primera época lo más importante fue la sublevación de los mozárabes
y muladíes contra los emires de Córdoba, lo que motivó que uno de estos, Abd
Allah, enviara a su propio hijo en el 894, y destruyera el castillo primitivo,
al igual que hizo con los de Luque y Priego de Córdoba. Abderramán III se
apoderó definitivamente de Jaén y de Alcaudete, en el año 912 a 918.
Durante el Califato hubo un largo periodo de paz. La agricultura prosperó,
incluso con nuevos cultivos como la morera, para el gusano de seda. Había
muchos manantiales (Serrano Díaz dice que Alcaudete -Medina al-Qabdat-,
significa "ciudad de los manantiales"). Hay variantes como Algaldair,
Alcabdet, Algatdat, Algaidac, más la primera. Las fuentes actuales tienen
nombres árabes, como Zaide, Zagales, Alcubilla, Amuña y Benamazor.
En los siglos siguientes Alcaudete será testigo del paso de diferentes
ordas militares musulmanas, así en el 1090 es conquistado por los almorávides.
En el siglo XII y dada su posición estratégica político-militar, Alcaudete
se convertirá en un importante punto de intercambios.
Como podemos observar, la autentica trayectoria histórica de la villa
comienza durante la época musulmana en torno al actual emplazamiento, donde
levantaron un castillo, que actuó como aglutinante de un pequeño núcleo de
población en principio, fortalecido a su vez por un cinturón amurallado, cuyos
vestigios, aún son hoy visibles. En este sentido conviene señalar dos rasgos importantes
de Alcaudete, destacados ya por Idrisi durante el siglo XII, que son su
fortaleza o "fuerte considerable, bien poblado, construido al pie de una
montaña que mira al occidente" y su mercado, "muy concurrido".
Esta actividad comercial estaría en función de su privilegiada situación en
un cruce de caminos equidistante de Córdoba, Jaén y Granada.
De entre los personajes más relevantes de esta villa durante este período
debemos destacar la figura de Ahmad B. Zakariya b. Mas’ud al-Ansari Abu Yafar
al-Kassad, que fue almocri, es decir, lector del Corán en la mezquita, y además
recitador de poesías religiosas, transmisor de la tradición profética del
Islam, insigne estudioso de la lengua árabe, prestigioso comentador del libro
del Corán, y brillante profesor de gramática árabe y de cultura general. Nación
entre los años 1156/7 y murió en Córdoba.
Época cristiana
Se sabe que en 1085, Alfonso VI, acompañado por el Cid, tomó Alcaudete. Lo
vuelve a retomar Yusuf y en 1212 tras la batalla de las Navas, lo recupera
Alfonso VIII, manteniéndola en su poder hasta 1214 en que volvió a manos de los
musulmanes cuando se pierde nuevamente y, Fernando III “el Santo” (1217-1252),
la reconquista en 1243. El rey Fernando IV "el Emplazado"
(1285-1312), murió en Alcaudete. Vuelve a perderse y en el 1340, la recobra
Alfonso XI “el Justiciero” (1311-1350), definitivamente. Quedó ya en poder de
los reyes cristianos y cedido a la casa de Córdoba, y después a las de Oropesa,
Alba y Frías.
A partir del siglo XIII, cuando la mayor parte de la depresión Bética se
vio envuelta en el torbellino militar que culmina con la conquista de Fernando
III de la Andalucía del Guadalquivir y la creación del último estado musulmán,
la villa de Alcaudete, situada en la línea divisoria de las Subbética, frontera
natural y política entre los dos reinos fluctuó alternativamente entre Castilla
y Granada. Así, Fernando III la conquistó en repetidas ocasiones en 1225, 1240
y 1245 a los musulmanes y éstos de las de aquél en otras tantas, incluso en
posteriores reinados, como bajo la minoría de edad de Fernando IV, en que fue
arrebatada entre 1299 y 1300 por Muhammad II, incorporándola nuevamente a la
frontera del reino granadino. Los monarcas nazaríes retuvieron la villa no solo
militar, sino incluso diplomáticamente, con un firme y decidido interés en
mantenerla en su territorio, dado su valor de enclave fronterizo y estratégico,
según se puede deducir de los tratados de paz realizados con Castilla a
comienzos del siglo XIV. Pero si por la diplomacia no fue posible recuperarla,
Fernando IV lo intentó por la fuerza de las armas, cercándola en la
primavera-verano de 1312, aunque por su enfermedad tuvo que retirarse a Jaén,
donde moriría días más tarde, mientras que "el infante don Pedro que
fincara en la hueste afinco a los moros tanto fasta que le dieron la villa e
entregaron la lunes cinco días de septiembre".
Estas vicisitudes hacen que durante los siglos XIII y XIV, la población
disminuyera notablemente, quedando sólo la guarnición militar. Las casas eran
pocas y dentro del recinto amurallado. A mediados del siglo XIV queda
definitivamente en poder de los cristianos, así como Alcalá la Real, lo que
hace que ya no se encuentre en primera línea con los árabes. Alfonso Xl concede
privilegios con objeto de atraer nuevos habitantes y poco a poco éstos
aumentan, así como las edificaciones.
Esta conquista marcó un cambio en los anteriores propietarios de la villa,
que dejo de ser patrimonio de la Orden de Calatrava en el obispado de Jaén, si
bien ésta continuó como beneficiaria y recipendiaria de "las dos partes de
todo el diesmo del dicho lugar e de su término por composiçion que era entre la
dicha orden e el obispo e el cabildo de la Eglesia de la noble çibdat de
lahen", pasando a depender ahora de la Corona como villa de realengo:
"porcue al tiempo que el rey don Fernando, mio padre, que Dios perdone,
gano el lugar de Alcabdete de lo moros lo detovo en si e lo tenemos nos agora
en quanto la nuestra merced fuese”; según palabras de Alfonso XI. Fue también
este monarca que de una forma firme y definitiva se planteó la repoblación de
la villa para consolidar la definitivamente en el territorio castellano, como
resultado de una concepción global de afianzamiento y refuerzo de los enclaves
fronterizos, mediante la concesión de una amplia serie de ventajas, mercedes y
exenciones a "todos los vecinos e moradores que agora moran e hicieren
morar e poblar a Alcaudete de aquí adelante". De esta manera la empresa
repobladora de la villa contó y se vio reforzada por unos privilegios de
carácter jurídico-político, como la concesión del fuero de Córdoba a la villa
de Alcaudete, así como el mismo "status" de libertades y franquicias
de los vecinos de aquella ciudad, derecho de asilo para redención de los
homicianos, dependencia de la justicia real a la población alcaudetense; y como
complemento, por una serie de privilegios, o mejor dicho, de ventajas
comerciales y económicas como exenciones de impuestos de tráfico a las
personas, diezmos, veintena, portazgo, montazgo, castillería, pasaje, peaje,
roda, etc. y del impuesto comercial o alcabalas, donación de la aldea de
Cabañas, normativa para realizar el repartimiento de la villa y término de
Alcaudete; libertad de saca de cereal y otros mantenimientos para
abastecimiento de la villa.
En el último tercio del siglo XIV, instalada ya la dinastía Trastámara en
el trono castellano, se produjo un cambio radical en la historia de la villa al
ser enajenada de la Corona y donarla en merced a un particular como señorío.
Una de las ramas de los Fernández de Córdoba, la de Montemayor, asentó su base
territorial y estableció un amplio marco jurisdiccional sobre la villa y
término de Alcaudete hasta finalizar el Antiguo Régimen, primero como señorío y
luego como condado. Entre los señores de la vilIa de Alcaudete a lo largo de la
baja Edad Media hay que señalar: Alonso Fernández de Córdoba y Montemayor
(1372-1390). D. Martín Alonso de Córdoba y Montemayor (1390-1428). D. Alonso
Fernández de Córdoba y Montemayor (1426-1459). D. Martín Alonso de Córdoba y Montemayor
(1459-1489). D. Alonso Fernández de Córdoba y Montemayor (1489-1521). D. Martín
Alonso de Córdoba y Velasco (1521-1558), sexto señor y primer conde de la Casa
de Alcaudete.
El siglo XV muestra el desarrollo y afianzamiento del régimen señorial en
Alcaudete, iniciado anteriormente, la pervivencia de la frontera, aunque cada
vez más alejada, que tuvo una triple influencia en la vida de la villa:
militarmente va a ser escenario de la última gran algarada granadina por
tierras castellanas que concluyó con el cerco de la misma por el ejército de
Muhammad VII, la conversión a su vez de la villa en enclave y plataforma de
entrada de las tropas castellanas en territorio granadino, sobre todo en la
guerra de Granada, y socialmente la frontera no fue una barrera infranqueable,
sino más bien una línea de separación entre dos mundos que estaban más
relacionados de lo que hoy pudiera pensarse, como lo testimonian instituciones
originarias (alcaide entre moros y cristianos, alfaqueques, fieles del rastro,
etc.) o los continuos intercambios comerciales. En este sentido, Alcaudete jugó
un importante papel dentro del comercio granadino-castellano, como lugar de
trueque e intercambios en la frontera de ambos estados durante los momentos de
paz y tregua. Concretamente con la capitulación provisional de tregua realizada
en Jaén el 11 de Abril de 1439, se regulaba este carácter de mercado fronterizo
estipulando "que los cristianos y judíos del reino de Castilla puedan
entrar en el de Granada con sus mercancías no vedadas, precisamente por Alcalá
la Real y hasta Puerto Lope, y no más allá; y que los moros que vinieren a
Castilla con mercancías, siempre por el camino de Alcalá puedan llegar hasta
Alcaudete, y no más adelante.
En 1455 la grandeza, conjurada, intentó prender a Enrique IV durante su
estancia en Alcaudete, pero, avisado a tiempo por D. Iñigo de Mendoza, aquél
logró marchar secretamente a Córdoba.
A finales del siglo XV vuelve a disminuir la población a consecuencia de
las matanzas de judíos. Los que no murieron se marcharon. Fueron sustituidos
por los gitanos, que acudieron en gran número y se establecieron, hacia el año
1470, dejando su nomadismo, y favorecidos por el mismo Martín Alonso de
Montemayor señor de la ciudad. Los Reyes Católicos pasaron por aquí en varias
ocasiones durante el año 1490, e incluso firmaron varios decretos.
Durante la guerra de la conquista de Granada, sirvió de base de
aprovisionamiento y punto de partida para expediciones. Terminada la conquista
pierde su carácter militar, aunque conserva guarnición y alcaide, hasta
mediados del siglo XVII.
Martín Alonso de Montemayor entró en Granada, con el séquito de los Reyes
Católicos, el 2 de enero de 1492, según consta en el archivo de la Casa de
Alba. Iba con la artillería, en unión del Alcaide de Soria, con 300 lanzas y
200 peones.
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