sábado, 13 de julio de 2019

TASUFIN IBN ALI


Datos biográficos
Califa almorávide: 1224-1227
Fallecimiento: 22-II-1145
Predecesor: Ali Yusuf Tasufin

Biografía
Ibrahim, el gobernador de Sevilla procuró detener los avances de Alfonso I hacia el Bajo Aragón, y que por entonces asediaba Calatayud; juntó tropas de todo el al Andalus, tremendamente derrotadas en Cutanda (Teruel), el 17 de junio o 16-VII-1120. La impresión del desastre fue enorme, por la muerte de muchos (15.000, según las exageradas fuentes cristianas) y destacados personajes, como el piadoso ulema al Sadafi. Tras la derrota, los musulmanes perdieron Ricla, Épila, Calatayud, Daroca y Singra. Al síntoma de tal caída militar frente al exterior, vino a sumarse el descontento de los andalusíes, que se manifestó por todas partes, hartos de pagar a perdedoras tropas almorávides.
En 1121 hubo de acudir Ali b. Yusuf por cuarta vez a al Andalus, para hacer frente a la grave rebeldía de la población de Córdoba, que había saltado, manifestando su general descontento, por un incidente entre una cordobesa y un soldado almorávide. Meses duró la rebeldía de toda la población de Córdoba, y sintomático fue que tuviese que acudir a apagarla, con más tropas, el mismo emir Ali b. Yusuf, que debió regresar enseguida al Magreb, ante la alarmante pujanza que allí adquiría el levantamiento del madhi almohade Ibn Tumart, quien en 1121 se parapeta con su gente en el Atlas, para resurgir, imparables desde entonces. Ese mismo año, el emir almorávide designó a su hermano mayor Tamimgobernador de Granada, como precisan Ibn Idari e Ibn al Qattan.
Pero la situación andalusí sigue tan decaída, tan incapaz de reacción militar rápida, que tolera el paseo triunfante de Alfonso I el Batallador por al Andalus, durante quince meses desde septiembre de 1125, algareando y destruyendo cuanto pudo por tierras de Valencia, Alcira, Denia, Murcia, Guadix, Granada, Luque, Baena, Écija, Cabra, Córdoba y Salobreña. El emir almorávide destituye en 1127 a su hijo Tamimcomo gobernador de al Andalus. Ali proclamó a su hijo Sir como heredero, en 1128, y ello provocó la rebeldía de su también hijo Ibrahim, depuesto de forma inmediata y deportado al Sáhara. Otra gravedad, ahora dinástica, para el declive almorávide.
Pero la incapacidad llega a su cima con el desastre de Cullera o Alcalá, cerca de Alcira, en la ribera izquierda del Júcar, en junio de 1129, y entonces se manifiesta sin rebozo la profunda ruptura entre almorávides y andalusíes, pues encargado el secretario andalusí Abu Marwan Ibn Abi Jisal, por el mismo emir almorávide, escribir a los responsables andalusíes de aquella derrota, redacta una carta impresionante, que le valió la destitución, y que es bien significativa, pues les insulta.
Hijos de madre vil, huís como asnos salvajes... Ha llegado el momento en que os vamos a dar largo castigo, en que ningún velo seguirá tapándoos la cara, en que os echaremos a vuestro Sáhara y en el que lavaremos al Andalus de vuestra inmundicia.
Otros textos insultantes contra los almorávides, aunque no podamos situarlos cronológicamente con tanta precisión, se encuentran en la Maqamas del zaragozano Abu Tahir al-Saraqusti (m. en 1143). A todo esto pronto vendrá a sumarse la actividad conquistadora de Alfonso VII el Emperador llamado por la fuentes árabes el sultanito al Sulaytan.
Entre las reacciones que intenta el emir Ali contraponer a tanto desastre está su designación de su hijo Tasufin como gobernador de Granada, adonde llegó en diciembre de 1129, cuya actividad, referida por Ibn Idari, pronto fructifica, y aunque se empeña inútilmente en dirección a Toledo, por allí logra al menos, en verano de 1130, tomar el castillo de Azeca, defender territorios levantinos contra una incursión aragonesa, en 1131, uniendo sus fuerzas con las de Ibn Ganuna, gobernador de Córdoba, y con las de Yahya b. Ali Ganiya, gobernador de Murcia, presentarse en Sevilla, en el verano de 1132, para confortar a sus habitantes, derrotados por Alfonso VII en Azareda, marchando desde allí hacia el occidente (que debe ser la zona extremeño-portuguesa central, y no el meridional Algarve) y derrotando una incursión de salmantinos.
En este último año, 1132, el emir Ali b. Yusuf nombra a Tasufin gobernador de Córdoba, para contrarrestar las acometidas, por allí intensas, de los castellanos, quedando Granada gobernada por Abu Muhammad al-Zafir, el Azuel de las crónicas cristianas. Alfonso VII en 1133 algarea hasta Jerez, según Nazm al-yuman, sin que Tasufin salga a detenerlo, pero, en cuanto los cristianos se retiran, marcha contra Idanha-a-Vella (mal transcrita por los copistas como Intakia o Antaniya).
En 1134, destacándose ahora (ya el final almorávide) tropas andalusíes con sus jefes locales, de Lérida y Fraga, Ibn Iyad y Sa´d al Mardanis, vencen, junto a los almorávides, a Alfonso I de Aragón, cerca de Fraga, en 1134. No son sino contenciones temporales al avance cristiano, como también lo es la victoria de Tasufin frente a los castellanos, en la primavera de 1134, cerca del famoso lugar de Zallaqa, y en el otoño vuelve a batirse con ellos, en Albacar, reflejando Ibn Idari de forma imprecisa el resultado de este segundo encuentro.
Otra victoria logra Tasufin en 1136-1137, en lugar no bien identificado del occidente de al Andalus, señalando Ibn al Qattan que tomó enseguida Escalona. En la ruina generalizada sobresale alguna personalidad almorávide, como Tasufin, hijo y heredero del emir Ali, y como el por entonces gobernador de Valencia Yahya b. Ali Ganiya. En estas, se agravó Ali b. Yusuf, enfermo desde el año anterior, y convocó a Marrakech a su hijo Tasufin, el cual retrasó su partida para hacer frente a un ataque contra Úbeda y Baeza de los castellanos, que, estorbados por torrenciales lluvias de aquel otoño, debieron retirarse tras atacar Sabiote.
Al fin cruzó Tasufin el Estrecho, en enero de 1138, alcanzando Marrakech en marzo, ya retenido allí como heredero, pues su hermano Sir muere ese mismo 1138. Cuatro años después, el emir Ali fallecía, en su capital magrebí, el 11-II-1143. Ali b. Yusuf no estuvo a la altura político-militar de su padre y antecesor, y fracasó rotundamente en su empeño de compensar su mediocridad a través del poder absoluto y anquilosado de los ulemas —doctores de la ley 


VIGUERA MOLINS, Mª Jesús, Historia de España Menéndez Pidal,

 Editada por Espasa Calpe; 1994, Tomo VIII págs. 57-59.

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