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sábado, 19 de marzo de 2022

MOSEH BEN JACOB IBN EZRA

 

MOSEH BEN JACOB IBN  EZRA


Ibn Ezra, Moëeh ben Jacob. Granada, c. 1055 – ?, c. 1138. Poeta, filósofo y exegeta.


Procedente de una familia noble judía de Granada, Moëeh ibn ‘Ezra marchó a Lucena en su juventud para estudiar en la academia rabínica con el prestigioso rabino Isaac ibn Gayyat. Allí aprendió la cultura tradicional judía y las técnicas de la poesía litúrgica hebrea. En la década de los ochenta del siglo XI, regresó a su ciudad natal cuando sus hermanos habían alcanzado una situación económica y social importante.


Moëeh ibn ‘Ezra ocupó un alto cargo en la corte y participó en círculos de intelectuales judíos y musulmanes en los que se debatía sobre filosofía y poesía. Gracias a estas actividades conoció a YÆhudá ha-Leví, al que le unió una intensa amistad y con el que compartió su afición por componer poemas en hebreo. En esta época escribió su Sefer ha-anaq (Libro del collar), un libro de composiciones poéticas cuya estructura se basa en la rima de palabras homónimas en cada poema. Aborda los temas clásicos de la poesía cortesana de la época, llena de convencionalismos: panegíricos a amigos y familiares, poemas báquicos, de amor, descripciones de jardines y flores y otros.


Ante la llegada de los almorávides en 1090, muchos judíos emigraron de Granada y, entre ellos, varios familiares y amigos de Moëeh ibn ‘Ezra. Él decidió quedarse pero, poco tiempo después, inició un largo exilio por tierras cristianas que le ocuparía el resto de su vida. Fue testigo de la muerte de sus hermanos y de su hijo Jacob a los que dedicó poemas en los que expresa el enorme dolor que le produjo su pérdida.


Es en esta época cuando Moëeh ibn ‘Ezra compuso sus poemas más personales. Precisamente el hecho de estar alejado de su tierra natal es lo que despierta en él los sentimientos de nostalgia y anhelo del paraíso perdido que fue su juventud en Granada, mientras se lamenta de la fuerza indomable del Destino, que le ha llevado a una tierra que él no desea. Al mismo tiempo, Moëeh ibn ‘Ezra se queja de la incultura que encuentra tanto entre judíos como entre cristianos y marca en sus poemas un fuerte contraste con el ambiente intelectual y exquisito de la corte granadina en la que vivió.


Al final de su vida, Moëeh ibn ‘Ezra decidió dedicarse a la filosofía y compuso en árabe el tratado Al-Hadiqa fi ma‘na am-mayaz wa-l-haqiqa (El jardín, en sentido figurado y verdadero), que fue traducido al hebreo con el título ‘Arugat ha-bosem (Jardín de aromas). En él desarrolló un sistema para interpretar el sentido figurado o metafórico de la Biblia y, basándose en él, poder establecer las relaciones entre los conceptos filosóficos griegos y árabes y los principios fundamentales de la religión judía, tales como la unidad de Dios, la creación, la naturaleza del ser humano y los mandamientos.


Pero quizá su obra más conocida, compuesta también en su etapa del exilio, es Kitab al-muhadara wal-mudakara (Libro de la disertación y el estudio). Se trata de un estudio de crítica literaria en el que analiza la literatura hebrea desde la época bíblica hasta la Edad Media y destaca la superioridad de la poesía en lengua árabe. Ofrece, al mismo tiempo, un manual para aprender a componer poemas en hebreo y muestra cómo las técnicas y figuras literarias usadas por los árabes aparecen también en textos bíblicos. Esta obra tuvo un fuerte[f1]  impacto en los cabalistas judíos de siglos posteriores.


En sus interpretaciones de la Biblia, Moëeh ibn ‘Ezra no sintió ningún reparo en utilizar la filosofía griega y la exégesis musulmana del Corán y, en general, todos aquellos elementos que le permitían explicar el texto bíblico desde un punto de vista científico y racional.

A la muerte de Moëeh ibn ‘Ezra, su íntimo amigo YÆhudá ha-Leví compuso una sentida elegía en la que le alababa y recordaba las penas y desgracias que tuvo que vivir en su etapa del exilio.


Obras de ~: The Collected Liturgical Poetry, ed. de S. Bernstein, Tel Aviv, Massadah Publishing Company, 1957; Secular Poems, ed. de H. Brody, Jerusalem, Jewish Theological Seminary of America, 1977, 3 vols.; Kitab al-muhadara wa-l-mudakara, ed. y trad. de M. Abumalhan Mas, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1985-1986, 2 vols.; Antología poética. Moseh ibn Ezra, trad., pról. y notas de R. Castillo, Madrid, Hiperión, 1993.

 

Bibl.: A. Díez Macho, Mose Ibn Ezra como poeta y preceptista, Madrid, CSIC, 1953; M. Abumalhan Mas, “Breve noticia sobre las fuentes árabes del Kitab al-Muhadara wa-l-Mudakara de Mose ibn Ezra”, en VV. AA., I Congreso Internacional “Encuentro de las tres culturas”, Toledo, Ayuntamiento, 1983, págs. 331-336; J. D. Katzew, “Moses Ibn Ezra and Judah Halevi: Their Philosophies in Response to Exile”, en Hebrew Union College Annual, 55 (1984), págs. 179-195; F. Pérez Castro, “Algunos poemas de Moseh Ibn Ezra (c. 1055-post 1135)”, en D. Muñoz León (ed.), Salvación en la palabra: Targum – Derash – Berith. En memoria del profesor Alejandro Díez Macho, Madrid, Ediciones Cristiandad, 1986, págs. 775-781; M. Abumalhan Mas, “Reflexión acerca de los métodos de Mose ibn ‘Ezra”, en Sefarad, 46 (1986), págs. 17-26; A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás, Poetas hebreos de Al-Ándalus (siglos X-XII): Antología, Córdoba, Ediciones El Almendro, 1988; A. Schippers, “Symmetry and Repetition as a Stylistic Ideal in Andalusian Poetry: Moses Ibn Ezra and Figures of Speech in the Arabic Tradition”, en M. Woidich (ed.), Amsterdam Middle Eastern Studies, Wiesbaden, Dr. Ludwig Reichert Verlag, 1990, págs. 160-173; A. Sáenz-Badillos, “Las muwassahat de Moseh Ibn ’Ezra’”, en F. Corriente y A. Sáenz-Badillos (eds.) Poesía estrófica, Madrid, Universidad Complutense de Madrid, Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe, 1991, págs. 297-310; R. Castillo, “Moshé Ibn Ezra, poeta de las lágrimas y de los sueños”, en El Olivo, 37 (1993), págs. 25-31; A. Navarro Peiro, El tiempo y la muerte: las elegías de Moseh ibn Ezra, Granada, Universidad de Granada, 1994; “El tema del exilio en la poesía de Moseh ibn Ezra”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 44 (1995), págs. 47-59; J. Dana, “Natural Qualifications of a Medieval Poet According to Moshe Ibn Ezra”, en Journal of Semitic Studies, 41 (1996), págs. 251-261; A. Tannenbaum, “Nine Spheres or Ten? A Medieval Gloss on Moses ibn Ezra’s ‘Be-Shem El Asher Amar’”, en Journal of Jewish Studies, 47 (1996), págs. 294-310; P. B. Fenton, Philosophie & exégèse dans Le Jardin de la métaphore de Moïse Ibn ‘Ezra, philosophe & poète andalou du XIIe siècle, Leiden-New York-Köln, E. J. Brill, 1997; S. Wahnón, “Humanismo y pensamiento judío: sobre la poética de Mosé ibn Ezra”, en M. Beltrán, J. M. Mardones y R. Mate (eds.), Judaísmo y límites de la modernidad, Barcelona, Riopiedras, 1998, págs. 159-173; P. B. Fenton, “Traces of Moseh ibn ‘Ezra’s ’Arugat ha-Bosem in the Writings of the Early Qabbalists of the Spanish School”, en I. Twersky and J. M. Harris (eds.), Studies in Medieval Jewish History and Literature, vol. 3, Cambridge-London, Harvard University Press, 2000, págs. 45-81; A. Salvatierra Ossorio, “El elogio de la vejez: uso y ruptura de la convención en un poema de Moseh Ibn ‘Ezra’”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 49 (2000), págs. 147-169; M. Z. Cohen, “The Aesthetic Exegesis of Moses ibn Ezra”, en M. Saebo (ed.), Hebrew Bible/Old Testament. The History of Its Interpretation. Volume I: From the Beginnings to the Middle Ages (Until 1300). Part 2: The Middle Ages, Göttingen, Vandenhoeck and Ruprecht, 2000, págs. 282-301; R. Scheindlin, “Moses Ibn Ezra”, en M. R. Menocal, R. P. Scheindlin and M. Sells (eds.), The Literature of Al-Andalus, Cambridge, Cambridge University Press, 2000, págs. 252-264; A. Navarro Peiro, “Mosé ibn ’Ezrá: el poema de los dos exilios”, en Sefarad, 61 (2001), págs. 381-393; M. Abumalhan Mas, “La interpretación de los sueños o la poesía, oficio de alfarero”, en E. Romero (ed.), Judaísmo hispano: Estudios en memoria de José Luis Lacave Riaño, vol. 1, Madrid, CSIC, 2002, págs. 99-108; M. Z. Cohen, “A Poet’s Biblical Exegesis”, en Jewish Quarterly Review, 93 (2003), págs. 533-556; J. Martínez Delgado, “Moseh Ibn ‘Ezra’”, en J. Lirola Delgado y J. M. Puerta Vílchez (eds.), Biblioteca de al-Ándalus, vol. 3, Almería, Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, 2004, págs. 78-85; M. Zonta, “Moses ibn Ezra’s Treatise of the Garden and Maimonides’ Guide of the Perplexed”, en Revista Española de Filosofía Medieval, 12 (2005), págs. 49-45; M. Z. Cohen, “Rashbam vs. Moses Ibn Ezra: Two Perspectives on Biblical Poetics”, en M. Bar-Asher, D. Rom-Shiloni, E. Tov and N. Wazana (eds.), Shai le-Sara Japhet: Studies in the Bible, its Exegesis and its Language, Jerusalem, Bialik Institute, 2007, págs. 193-217 (en hebreo); M. Gómez Aranda, “Border Crossing and Identity Consciousness in the Jews of Medieval Spain”, en S. Doubleday and B. Sampedro (eds.), Border Interrogations: Questioning Spanish Frontiers, Oxford-New York, Bergham, 2008, págs. 228-245.


Mariano Gómez Aranda


 


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martes, 2 de noviembre de 2021

YOSEF IBN NAGRELA

 

YOSEF IBN NAGRELA


Ibn Nagrela, Yosef. Yosef b. Nagrela ha-Nagib. ¿Granada?, 1035 – Granada, 1066. Visir, poeta.

Hijo del conocido visir y hombre de letras Samuel ibn Nagrela, quien le proporcionó una esmerada educación y se ocupó personalmente de que conociese a fondo las culturas árabe y hebrea. A la edad de ocho años empezó a recopilar los poemas de su padre en un diwan, precedidos de breves introducciones y encabezamientos. Un año más tarde compuso la única poesía suya que se ha conservado.

Se casó con la hija de uno de los sabios de la época, Rabbi Nissim de Cairouán. Al fallecer su padre le substituyó como visir en la corte de la dinastía zirí de Granada, bajo el gobierno del rey Badis. Existen numerosas referencias de signo muy distinto sobre Yosef ibn Nagrela tanto en fuentes musulmanas como judías. Autores judíos como Moëhe ibn Ezra’ o Yehudah ha-Levi hablan de él como un poeta de renombre y hombre sabio que protegió las ciencias y las letras. Entre las fuentes musulmanas la que mayor información proporciona es Memorias del rey zÌrí ‘Abd Allªh, quien lo describe como un hombre pérfido, arrogante y sin escrúpulos.

Fue asesinado en 1066, junto con gran parte de sus correligionarios, en uno de los episodios más dramáticos de la vida judía en al-Andalus, al desatarse contra ellos una revuelta popular en Granada. Como detonante de este episodio suele señalarse un poema antijudío de Abū Ishaq de Elvira que gozó de gran popularidad en círculos literarios y cortesanos. En él, Abū Ishaq insulta y recrimina a los judíos por no haber respetado el acuerdo legal que regulaba sus relaciones con los musulmanes (dhimma), según el cual deberían hallarse subordinados a ellos y no ocupar ningún cargo que les diese superioridad sobre un creyente del Islam. Por otra parte, varios versos de este poema apoyan la tesis de algunos investigadores sobre que el Patio de los Leones de la Alhambra constituyese parte de su mansión granadina: “El mono [Yosef] ha solado de mármol su casa y se ha llevado allí el mejor manantial de agua”.

El ataque a los judíos de Granada de diciembre de 1066, simbolizado en la muerte de Yosef ibn Nagrela, suele considerarse como un punto de inflexión en las relaciones judeo-islámicas y como el inicio del declive social y cultural de los judíos de al-Andalus

Bibl.: A. M. Habermann, “Yehosef bar Shmuel ha-Nagid”, en Tesoro de los judíos sefardíes: Estudios sobre la historia de los judíos sefardíes y su cultura, vol. 4 (1961), págs. 44-58 (en hebreo); A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás (eds. y transcr.), Šěmu‘el ha-Nagid: PoemasVol. 1. Desde el campo de batalla: Granada 1038-1056Vol. 2. En la corte de Granada, Córdoba, El Almendro, 1988-1998; T. Beeri, “Yehosef ha-Nagid a la luz de los documentos de la Genizah de El Cairo”, en J. Targarona Borrás y Á. Sáenz-Badillos (eds.), Poesía hebrea en al- Andalus, Granada, Universidad, 2003, págs. 111- 125.

María Angeles Gallego

 

SAMUEL IBN NAGRELA

 

SAMUEL IBN NAGRELA


Ibn Nagrela, SamuelSamuel b. Yosef ha-Levi b. Nagrela. Córdoba, 993 – Granada, 1056. Político, sabio y poeta judío.

Samuel b. Nagrela, llamado en las fuentes árabes Abū Ibrāhīm Ismā‛īl b. Nagrela, es uno de los personajes más importantes del judaísmo hispano medieval, tanto desde el punto de vista social y político como literario e intelectual. Su figura puede analizarse tanto a través de las fuentes árabes y que dejaron constancia del relevante papel que desempeñó en su tiempo como de su propia obra poética, muy abundante. Asimismo, esa relevancia explica que los expertos le hayan dedicado una particular atención, en especial los historiadores judíos y los hebraístas, existiendo un importante volumen de estudios sobre su figura, su trayectoria y su producción escrita que facilita el conocimiento de su trayectoria.

Buena parte de lo que sabemos de Samuel antes del inicio de su trayectoria política procede de la biografía que Abraham b. Dawud incluye en el Libro de la tradición. La familia de los Banū Nagrela procedía de Mérida y se proclamaba de ascendencia levítica. Sobre la denominación de Ibn Nagrela se han formulado dos hipótesis. Algunos especialistas consideran que sería un diminutivo del latín nagra, mientras que otros lo interpretan como otro ejemplo de una denominación típica de los judíos medievales, incluyendo una parte latina, en este caso Negrella o Negrilla, con el significado de “hijo de la Negrilla”, lo que tal vez aludiría a un origen norteafricano. Pese a los orígenes emeritenses de la familia, Samuel nació en Córdoba, donde se educó con algunos de los maestros judíos más importantes de la época, como anok b. Mošeh y el filólogo Yehudah ayyūŷ. Su biógrafo destaca su sólida formación y su profundo conocimiento en lengua y literatura árabes, lo que le sería de gran utilidad en el desarrollo de su trayectoria. Así lo ratifica uno de los primeros episodios destacados de su actividad intelectual, la polémica sostenida en 1013, siendo todavía muy joven, con Ibn azm, a la que el célebre polígrafo cordobés alude en su obra sobre la historia de las religiones. Asimismo, se ha sostenido que la célebre Refutación escrita años más tarde por Ibn azm, de fuerte contenido anti-judío, estuvo motivada por un escrito anti-coránico previamente redactado por el propio Ibn Nagrela, si bien hay motivos para dudar que el ya entonces visir de la dinastía ZÌrí fuese el verdadero autor de esa presunta obra.

La trayectoria de Ibn Nagrela experimentó un cambio decisivo en el año 1013, cuando la entrada de los beréberes en la capital del califato lo hizo abandonar su ciudad natal, instalándose en Málaga, donde se dedicó al comercio. En esta ciudad fue donde se produjo la circunstancia, al parecer algo casual, que había de conducirlo por el camino de la actividad política, que hasta entonces le había sido totalmente ajena. Según el relato de Ibn Dawud, su tienda colindaba con la vivienda de Ibn al-‛Arīf, secretario del soberano ZÌrí de Granada, quien, sorprendido por sus dotes, lo tomó a su cargo. Su biógrafo pretende que ya en 1020 Samuel se habría instalado en la corte granadina, fecha considerada demasiado temprana por los especialistas, siendo más probable que ello no sucediese hasta poco antes de la muerte de abūs en 1038. Fue la desaparición de su mentor, Ibn al-‛Arīf, la que le abrió la posibilidad de convertirse en persona de confianza del soberano. Antes de morir, el secretario confió al soberano abūs la capacidad y habilidad de Ibn Nagrela, tomándolo entonces a su servicio. En principio, era su hijo el destinado a sucederlo pero, según las fuentes árabes, Samuel hizo gala de su astucia para apartar al joven y ocupar su lugar.

A partir de entonces se inició su trayectoria política, que cabe calificar como ampliamente exitosa. Buena prueba de ello son las elogiosas caracterizaciones que le dedican las fuentes árabes, pese al hecho de que, tradicionalmente, la normativa islámica relativa a las minorías judía y cristiana prohibía que ningún no musulmán desempeñase función pública alguna que implicase preeminencia o autoridad sobre los musulmanes. Gracias a sus condiciones personales, a su inteligencia y sus profundos conocimientos, Ibn Nagrela despertó la admiración de los árabes, quienes suelen nombrarlo mediante la relación de paternidad (Abū Ibrāhīm) e incluso como šayj, claras muestras de respeto y consideración.

Ibn Nagrela alcanzó la máxima preeminencia política en su tiempo, logrando la plena confianza del soberano Zirí y convirtiéndose en el verdadero hombre fuerte dentro de la corte granadina. Las fuentes árabes destacan el monopolio judío en la recaudación de impuestos y la gran riqueza de Ibn Nagrela. Tanto su preeminencia política como potencia económica suscitaron la enemistad de los beréberes, pero su sagacidad y su eficacia le hicieron contar siempre con el apoyo del soberano. Asimismo, dichas fuentes describen cómo Ibn Nagrela supo ganarse la confianza de Bādīs, hijo y sucesor de abūs, gracias a su habilidad política. En efecto, los partidarios de Buluggīn, hermano de Bādīs, pretendieron involucrarlo en una conjura para deshacerse del soberano, pero, en lugar de unirse a los rebeldes, Ibn Nagrela comunicó a Bādīs sus intenciones y, gracias a ello, pudo evitar ser asesinado. A partir de entonces y a lo largo de dieciocho años (1038-1065), Ibn Nagrela se convirtió en el principal apoyo del soberano ZÌrí, siendo elevado al máximo rango, de forma que, a la función de secretario que desempeñó con abūs se unió a partir de entonces la de visir. A partir de la propia producción poética de Ibn Nagrela, algunos especialistas han pretendido, incluso, que Ibn Nagrela desempeñó funciones de índole militar, llegando a dirigir campañas bélicas, si bien otros autores cuestionan abiertamente este extremo, considerándola como irreal e imposible en el contexto de su época, producto del mero afán de los propios cronistas y autores judíos por engrandecer su figura. Si bien su presencia en campañas militares parece incuestionable, su papel no habría pasado del de mero consejero de operaciones.

Su relevante función en el ámbito político lo convirtió en el personaje judío más importante de su tiempo, siendo elevado a la categoría de nagid o representante de la comunidad ante las autoridades musulmanas, circunstancia que se habría producido en el año 1027, según Ibn Dawud, si bien es un autor poco fiable en el aspecto cronológico. El título, de procedencia norteafricana, no sería ostentado en al-Andalus por ningún otro después de su muerte.

Junto a su actividad política, la segunda faceta más importante es la actividad intelectual, en la que también alcanzó una posición destacada. Ello fue incluso reconocido por los propios autores árabes, como denota su mención por su coetáneo toledano Sā‛id al-Andalusī entre los más importantes sabios hebreos, destacando su conocimiento de la ley mosaica. En este ámbito se le atribuyen la primera recopilación de derecho judío relativo a las reglas de la vida cotidiana realizada en al-Andalus y una introducción al Talmud. Junto al conocimiento de la ley, también cultivó la lengua y la literatura y, como discípulo de ayyūŷ, mantuvo una conocida controversia con el lingüista Yonah b. ŶahaÊ de Zaragoza, si bien no se conoce casi nada de la parte filológica de su producción. No menores eran sus conocimientos en lengua árabe, ponderada por los propios autores árabes, siendo este particular dominio el que le abrió las puertas de la función de escribano y secretario, en la que sobresalió, al punto que Ibn ayyān señala que podría haber pasado como el más egregio secretario habido en el Islam. Asimismo, dichas fuentes mencionan sus vastos conocimientos científicos en ámbitos como las matemáticas, la geometría, la lógica y la astronomía.

Su producción poética ha sido profusamente analizada por los hebraístas, en especial A. Sáenz-Badillos, quien destaca, en primer lugar, su abundancia, con más de mil setecientos poemas en los que emplea la métrica árabe, aunque sin apartarse de la auténtica tradición judía. La temática que aborda abarca temas muy diversos y variados, entre los que destacan lo poemas bélicos, báquicos, sobre la naturaleza, sátiras y plegarias, etc. Por todo ello, es considerado el primero de los grandes poetas del “siglo de oro” de la literatura hebrea de al-Andalus. Asimismo, es preciso mencionar su importante labor de promoción y mecenazgo de la cultura hebrea y judía, no sólo en al-Andalus, llevando a cabo una amplia tarea de difusión de la Torah mediante la compra de libros y la ayuda económica a los que deseaban dedicarse al estudio o la literatura. Entre sus patrocinados se cuentan figuras relevantes de la cultura hebrea como Isaac ibn Albalyah, Isaac ibn Gayyat y Shelomoh ibn Gabirol, este último uno de los mejores poetas de la citada época dorada de la literatura hebrea sefardí.

Samuel murió en Granada en el año 1056, siendo sucedido en sus funciones como visir por su hijo Yūsuf, lo cual prolongó por espacio de otros diez años el predominio de los Banū Nagrela en la corte granadina. Sin embargo, su actuación no fue tan exitosa como la de su padre, en parte debido, al parecer, a su vanidad y ostentación, lo que alimentó el antijudaísmo popular que, convenientemente excitado por los agitadores, acabaría desembocando en 1066 en un pogromo que acabó con su vida y con la de buena parte de la comunidad judía granadina.

Bibl.: E. García Gómez, “Polémica religiosa entre Ibn azm e Ibn al-Nagrilla”, en Al-Andalus, 4, (1936), págs. 1-28; J. Schirmann, “Le diwan de Semu’el Hannagid consideré comme source pour l’histoire espagnole”, en Hesperis, 35 (1948), págs. 163-188; “Samuel ha-Nagid: The man, the soldier, the politician”, Jewish Social Studies, 13 (1951), págs. 99-126; H. R. Idris, “Les Zirides d’Espagne”, en Al-Andalus, XXIV (1964), págs. 39-145; E. Ashtor, The Jews of Muslim Spain, Filadelfia, 1973-1984, 3 vols.; M. Fierro, “Ibn azm et le zindīq juif”, en Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64 (1992), págs. 82-89; D. J. Wasserstein, “Samuel Ibn Naghrīla and Islamic Historiography in al-Andalus”, en Al-Qantara, XIV (1993), págs. 109-125; A. Sáenz-Badillos, “Selomoh ibn Gabirol y Semu’el ha-Nagid: de la amistad al rompimiento”, Corollas philologicas in honorem Iosephi Guillén Cabañero, Salamanca, Universidad Pontificia, 1983, págs. 575-601; A. Sáenz-Badillos, “La poesía bélica de Shmu’el ha-Naguid: una muestra de convivencia judeo-musulmana”, I Congreso Internacional Encuentro de las Tres Culturas, 3-7 octubre 1982, Toledo, Ayuntamiento, 1983, págs. 219-235; A. Sáenz-Badillos, “YisÊaq b. Khalfūn y Shmu’el ibn Nagrella ha-Nagid”, en Miscelánea de estudios Árabes y Hebraicos, 33/2 (1984), págs. 21-43; A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás (eds.), Šemu’el ha-Nagid. Poemas, I. Desde el campo de batallaGranada, 1038-1056, Córdoba, El Almendro, 1988; A. Sáenz-Badillos, Literatura hebrea en la España medieval, Madrid, Uned, 1991, págs. 80-89; A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás, “Shemuel ha-Nagid, un poère juif dans la vie politique musulmane du XIe siècle”, Chrétiens, musulmans et juifs dans l’Espagne médiévale. De la convergence à l’expulsion, París, 1994, págs. 135-180; A. García Sanjuán, “Violencia contra los judíos: el pogromo de Granada del año 459 H./1066”, De muerte violenta. Política, religión y violencia en al-Andalus (EOBA, XIV), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, págs. 167-206; F. Maíllo Salgado, “Los judíos en las fuentes andalusíes y magrebíes: los visires”, Del pasado judío en los reinos medievales hispánicos. Afinidad y distanciamiento. XIII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, Universidad de Castilla La Mancha, 2005, págs. 169-204.

Alejandro García Sanjuán


SELOMON BEN GABIROL IBN GABIROL

SELOMON BEN GABIROL IBN GABIROL 

Ibn Gabirol, Sĕlomoh ben GabirolAvicebrón, Avencebrol. Málaga, c. 1020 – Valencia, c. 1070. Filósofo, gramático, poeta.

Conocido en árabe con el nombre de Abñ Ayyñb Sulaymªn b. YaÊyà b. Gabirol; aunque el mundo latino medieval lo conoció por el nombre de Avicebrón, sin embargo en la Europa occidental no se llegó a conocer su verdadera identidad hasta mediados del siglo XIX. En la primera década de este siglo, Salomon Munk identificó al Avicebrón o Avencebrol latino con el Ibn Gabirol judío al hallar un resumen de la Fuente de la vida, la principal obra de nuestro autor, en un manuscrito hebreo de la Biblioteca Nacional de París, que contenía varios tratados filosóficos. El resumen había sido hecho por žem £ob ibn Falaqera, quien indicaba en el prefacio de su compendio que el autor fue Ibn Gabirol.

Son muy pocos los datos que se han conservado acerca de su vida. Unos son proporcionados por algunos autores contemporáneos de Ibn Gabirol o posteriores a él. Otros son debidos a sus propios poemas, en los que se pueden encontrar diversos pormenores autobiográficos.

Nació en Málaga y era descendiente de una familia cordobesa, según se deduce del sobrenombre al-qurðubÌ que le atribuye algún autor posterior. Él solía firmar sus poemas con acrósticos en los que a veces hacía figurar el gentilicio malaqÌ, “el malagueño”. Fue en Málaga donde se había establecido la familia tras abandonar la ciudad cordobesa por razón de las revueltas que acabaron con el califato omeya. Siendo aún niño —o quizá ya joven, si se tiene en cuenta una de sus poesías, Al salir de al-Andalus, escrita tal vez al marcharse de Málaga, en cuyo caso debía ser ya un joven algo crecido—, su familia se trasladó a Zaragoza, en la que existía una muy importante comunidad judía. Fue aquí donde mostró su ansia insaciable de saber y donde, según Ibn ’Ezra, recibió su educación judaica, pues allí se habían dado cita afamados estudiosos judíos, donde acabó de desarrollar su gran capacidad para la composición de poesía y donde entró en contacto también con las fuentes filosóficas. Recibió una excelente educación, dominando el hebreo bíblico y el árabe, asimilando la filosofía neoplatónica y parte de la aristotélica, y adelantando en los secretos de las ciencias.

A los dieciséis años ya había compuesto varios poemas y en uno de ellos habla de que posee ya la experta madurez de un anciano. Fue en Zaragoza donde murieron sus padres, pérdida que fue profundamente sentida por él durante mucho tiempo, llegando incluso a lamentarse en una poesía: “Estoy lleno de dolor, sin madre ni padre, pobre, solitario y necesitado. Me he visto separado de mi hermano, sin más compañero que mis pensamientos”. Se ha afirmado que muchos de los rasgos de carácter de su personalidad estuvieron marcados por este hecho y por su enfermedad de la piel, de la que fue consciente desde muy pronto: “Aprisionan mis piernas unas llagas que en mi cuerpo producen exterminio y venganza”.

También en Zaragoza, donde reinaban los Banñ Hñd, hubo de buscar un protector que le ayudara a sobrevivir económicamente. Lo encontró pronto, debido quizá a su genio creativo y a su inteligencia. Fue el mecenas Yĕquti’el ibn YiîÊaq ibn assan al-Mutawakkil ibn Kabrun, conocedor de la tradición judaica, que ocupaba una importante posición en la corte musulmana de los tuÿibíes y a quien Ibn Gabirol consagró unos doscientos versos elegíacos y laudatorios: “Déjate de loar a cualquier noble. Con descontentadizos y taimados no compitas. Ensalza

solamente a Rabí Yĕquti’el, el hijo de Isaac, señor de los señores; quien revistió alabanzas como mantos y se envolvió de gloria con un ceñir de paños”. Bajo su protección, Ibn Gabirol se abrió a los goces de la vida, cantando la amistad, la naturaleza, el vino y el amor, en términos de una elevada espiritualidad. En el año 1039, Yĕquti’el ibn assan murió en los disturbios ocasionados por la deposición y asesinato de al-Mundir II de Zaragoza. También entonces Ibn Gabirol le dedicó unas sentidas endechas.

Permaneció en Zaragoza hasta que la situación le obligó a abandonar la ciudad, hecho que cantó en un poema, Al salir de Zaragoza, en el que describe su marcha de una manera amarga y despectiva hacia la ciudad y sus gentes, aunque el sentimiento de soledad podía haberse visto acentuado por la muerte de su protector: “¿Acaso es poco estar entre una gente que piensa que mi izquierda es mi derecha? Sepultado, mas no en cementerio, que mi morada está en mi propia caja. Doliente estoy, de madre y padre falto, adolescente, asilado y miserable; solitario, no tengo ni un hermano, y salvo el pensamiento, ni un amigo [...]. Tenido por foráneo y extranjero, me siento en un concierto de avestruces, entre tanto taimado y tanto necio”. Hay que señalar que las relaciones que mantenía con sus correligionarios de la comunidad de Zaragoza fueron distantes, menospreciando a muchos de ellos por no ocuparse del estudio de las ciencias y de la poesía, cruzándose alusiones mordaces entre ellos. A esta situación general parece aludir en su obra La corrección de los caracteres, compuesta en Zaragoza y donde afirma: “Vivimos en tiempos de males y de miseria, de continuas desgracias y circunstancias perturbadoras”.

Se dirigió probablemente a Granada, donde encontró la protección de žĕmu’el ibn Nagrella, político y poeta con una gran formación en las culturas árabe y hebrea, que ocupaba un cargo de confianza en la corte del rey zÌrÌ abñs, con quien tenía relación desde años antes y a quien había dedicado ya varios poemas, elogiando las cualidades poéticas de Ibn Nagrella: “Amigo de mi alma, amado, eres bálsamo de dolores y de toda dolencia remedio y cura [...]. En tu presencia tiemblan todos los vates y de rubor se cubre y de vergüenza”. Sin embargo, parece que las relaciones entre ambos no fueron muy cordiales, a pesar de que Ibn Gabirol fue preceptor de Yosef, hijo de žĕmu’el, a cuyo palacio dedicó un poema fechado en 1060. A pesar de todo, Ibn Gabirol tuvo una gran estima por el visir granadino, como lo prueba la elegía que le consagró cuando murió Ibn Nagrella en 1055-1056. Su vida posterior apenas es conocida.

Algunos biógrafos señalan como fecha de su muerte los años 1056 ó 1057. El musulmán Sª‘id al-AndalusÌ, que murió en 1070, señala como fecha de su fallecimiento el año 1056-1057. De hecho, tanto Moëeh ibn ‘Ezra’ como Yĕhuda al-arizÌ, que escribió un siglo después que Ibn ‘Ezra’, señalan que murió en torno a los treinta años, en plena juventud: “Su rama fue arrancada mientras que su verdor estaba aún tierno, cuando la sabia de la juventud corría aún por él; su lámpara se extinguió a los veintinueve años, pues ni siquiera llegó a ver los treinta”. Sin embargo, algunos poemas, en los que habla en unos de los mil años de destierro que ya llevaban sufriendo los judíos y en los que se ocupa en otros de los pecados de vejez, parecen indicar que aún vivía en 1068-1070. Él mismo, al final de su Corona real, afirma que ya ha vivido lo suficiente cuando dice: “La mayor parte de mis días ha pasado y desaparecido y los que me restan se extinguirán en el pecado [...] ¡Dios mío, dígnate echar sobre mí una mirada propicia, para los pocos días que me quedan!”. Palabras que suelen ser interpretadas como aludiendo a una edad avanzada. El también poeta y filósofo cordobés Yosef ben Yaÿaqub ibn Saddiq, que vivió en la primera mitad del siglo XII (murió en 1149) y cuyo pensamiento filosófico debe mucho a Ibn Gabirol, declaró que éste murió en el año 5430 de la era judía, esto es, en 1070. Lo mismo afirmaron los autores judíos de los siglos XV-XVI Abraham Zacut, en su Sefer ha-yuÊasin y Gediliah ibn Yahyà, en su Sefer ëalëelet ha-Qabbalah. Ibn ‘Ezra’ dice que murió en Valencia, aunque otro testimonio lo hace morir en Ocaña. Y existe una tradición, muy poco fiable, en la que se afirma que Ibn Gabirol murió asesinado por un musulmán envidioso de su talento.

De él afirmó poco después el granadino Ibn ‘Ezra’ que encaminó su alma hacia lo espiritual y que adoptó las sutilezas de las ciencias filosóficas; también aseguró que aunque era filósofo por naturaleza y conocimientos, su alma colérica dominaba sobre su inteligencia, pues poseía un genio indómito que le produjo muchos problemas con los poderosos. Un poema autobiográfico refiere que se interesó muy pronto por la ciencia: “Me esforcé en la ciencia desde mi primera juventud, puesto que amable a mi alma era su fruto; ella, desde mi adolescencia, ha sido como mi hermana, y entre los donceles me ha distinguido como pariente”. De su precoz talento da muestras el hecho de que a los diecinueve años ya había compuesto su Collar (ÿAnaq), gramática hebrea en cuatrocientos versos acrósticos, para facilitar su estudio. Sin embargo, le atraían más las cuestiones filosóficas, especialmente las referentes a la explicación de la realidad y a las cuestiones morales. El filósofo se descubre también en la obra poética, pues su visión religiosa expuesta en esa poesía se manifiesta enriquecida con aportaciones filosóficas y astronómicas, complaciéndose el poeta en seguir la acción creadora de Dios; en la poesía el autor muestra su actitud de búsqueda de la sabiduría como actitud vital: “Yo he escrutado los secretos del lenguaje cadencioso, y he franqueado las puertas de las ciencias y del saber, entre sus piezas dispersas, collares pude recoger, y entre lo que era olvidado, perlas pude coleccionar […]. Yo penetré en sus moradas, las cuales permanecían arcanas a todo sabio, y así escribo cánticos que a mi alma alivian, y al corazón refrigeran de sus aflicciones”. Este interés queda confirmado por una frase que inserta en su obra más importante, donde dice: “Aplícate a esto y ama (stude ergo in hoc et ama), porque tal es el fin de la existencia del alma humana y allí está la gran delicia y la mayor felicidad”. Escribió más de veinte obras, pero sólo han llegado unas cuantas, entre ellas su obra más importante, La fuente de la vida, escrita en árabe, como sus otras obras filosóficas y luego traducidas al hebreo, pero conservada sólo en su versión latina; en ella expone la derivación de las substancias a partir de Dios, que es Voluntad o Palabra, al modo de la emanación, siendo el común denominador de toda la realidad la materia y la forma universales, creadas en el momento de su unión al formar la Inteligencia, a la que siguen el Alma, la naturaleza y el mundo corpóreo. También compuso un diván con más de quinientos poemas abarcando todos los géneros, religiosos y seculares, en las que se percibe influencias de la Cábala del Séller Yĕîirá. Estas poesías han contribuido a realzar la importancia de Ibn Gabirol como poeta y no sólo como filósofo, tal como fue considerado antaño.

 

Obras de ~: ÿAnaq (Collar) (c. 1040); Kitªb iîlªÊ al-ajlªq (Libro de la corrección de los caracteres) (c. 1045); Mujtªr al-ÿawªhir (Selección de perlas); Yanbñ‘ al-Êayªt (La fuente de la vida); Poesías seculares y religiosas.

 

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Rafael Ramón Guerrero