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martes, 11 de diciembre de 2018

al-mutamid (1040-1095)



Si los andalusíes hubiesen compuesto cantares de gesta, su héroe indiscutible hubiese sido el rey al-Mu`tamid de Sevilla. Al–Mutamid, ocupa un distinguidísimo lugar entre los poetas árabes y por su extraño destino, y por la trágica caída en que arrastró a todos los suyos, aparece como un héroe digno de la poesía. A pesar de su índole malvada, este tirano cruel, no sólo fue amante y favorecedor de las letras, sino también poeta y autor de muchas composiciones. Sirva de ejemplo la siguiente a la ciudad de Ronda:
La perla de mis dominios, mi fortaleza te llano,
desde el punto en que mi ejercito,  a vencer
acostumbrado, con lazas y con alfanjes,
te puso al fin en mi mano. Hasta que llega
a la cumbre de la gloria peleando, mi ejercito
valeroso no se reposa en el campo. Yo soy
tu señor ahora, tu mi defensa y amparo.
Dure mi vida, y la muerte no evitaran
mis contrarios. Sus huestes cubrí de oprobio.
En ellas sembré el estrago, y de cortadas
cabezas. Hice magnífico ornato, que ciñe,
cual gargantilla. Las puertas de mi palacio .

V. 1.  LA POESÍA DE AL-MU`TAMID.

La poesía de Al-Mu`tamid de Sevilla está, en gran parte, libre del lenguaje hermético para los no iniciados que emplea con profusión la poesía árabe medieval. La clave de su claridad se encuentra, tal vez, en un hecho extraliterario: su condición real, que le permitió servirse de la poesía y no ser el sirviente de ésta.
Su poesía no está libre de retórica, pues utiliza diversos juegos de palabras típicos de la poesía árabe: Tagnís o paranomasia, tadmín o intercalación, e incluso un acróstico, pero siempre con un refinado equilibrio. Su léxico, por otra parte, es sencillo, sin arcaísmos ni palabras rebuscadas.
Su lenguaje poético parece centrarse en la antítesís, especialmente en la contraposición luz/oscuridad, por lo que su poesía se convierte, en su primera época, en nocturna y astral: la noche iluminada por los astros es la única descripción de la naturaleza que se encuentra en sus poemas. Los otros elementos naturales (jardín, flores, animales, agua) sólo aparecen como comparaciones antropológicas. El léon será el guerrero; la gacela, la mujer; el agua será metáfora de la generosidad como rocío o como nube y en sus poemas del exilio, será llanto, hiperbólicamente transformado en lluvia y océano; los pájaros serán, también en Agmat, metáforas de la libertad. La mujer será jardín perfumado, rama por su cintura y  rosa por sus mejillas, pero sobre todo astro:

La amada

¡Oh mi elegida entre todos los seres humanos!
¡Oh Estrella! ¡Oh luna!
¡Oh rama cuando camina,
oh gacela cuando mira!
¡Oh aliento del jardín, cuando
le agita la brisa de la aurora!
¡Oh dueña de una mirada lánguida,
que me encadena!
¿Cuándo me curaré? ¡Por ti daría la vista y el oído!
Tu frescor aliviaría
la oscuridad de mi corazón .

Y él mismo se describe como un astro, la luna, rodeado de los antitéticos doncellas/estrellas y caballeros/tinieblas. La oposición tinieblas/luz se convierte en tropos de los sentimientos:

La noche de tu ausencia es larga
¡Que nuestro abrazo de amor sea como el alba !

Sin el contraste de las tinieblas, al-Mu`tamid no gusta demasiado del sol diurno, símbolo de la gloria:
Nuestra gloria es como el sol, en altura y brillo .
Por eso lo prefiere velado, por la luna o las nubes:
Se levantó y veló de mis ojos con su figura,
el disco solar ¡Ojala se velase igual la desgracia!
Ella sabe sin duda que es una luna.
¿Qué puede ocultar el sol sino la faz de la luna?

Cuando te lanzaste al combate, enlorigado,
velado el rostro con el almófar,
creímos que tu rostro era el sol de la mañana,
velado por una nube de ámbar .

La noche tiene otro significado para el poeta: el sueño, lleno de visiones eróticas. Sus poemas oníricos son los más sensuales, como vemos en este poema:
Amor onírico
Te he visto en sueños en mi lecho
y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada,
era como si me abrazases y sintieses
el amor y el desvelo que yo siento,
es como si te besase los labios, la nuca,
las mejillas, y lograse mi deseo.
¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen
en sueños, a intervalos, no dormiría más .

El vehículo normal de su poesía es la casída (es una forma poética propia de la Arabia preislámica; se trataba de un género poético extenso, de más de 50 versos e incluso más de 100. ) y la métrica clásica árabe. En los siguientes ejemplos presentamos una antología de poemas del poeta, donde creemos que podrá observarse su calidad poética:

TRES COSAS
Tres cosas impidieron que me visitara
por miedo al espía y temor del irritado envidioso;
la luz de su frente, el tintineo de sus joyas
y el fragante ámbar que envolvía sus vestidos.
Supón que se tapa la frente con la amplia bocamanga,
y se despoja de las joyas, más ¿Qué hará con su aroma?

EL COPERO, LA COPA Y EL VINO
Apareció, exhalando aromas de sándalo,
al doblar la cintura por el esbelto talle,
¡Cuántas veces me sirvió, aquella oscura noche,
en agua cristalizada, rosas líquidas!

DESPEDIDA
Cuando nos encontramos para despedirnos, de mañanita,
ya tremolaban las banderas en el patio del alcázar;
eran acercados los corceles, redoblaban los atabales:
eran las señales de partida.
Lloramos sangre, hasta que nuestros ojos eran como heridas
al fluir aquel líquido rojo.
Y esperábamos volver a vernos a los tres días...
¿Qué habría sucedido si hubiesen sido más?

EL RELÁMPAGO
El relámpago le asustó, cuando en su mano
el relámpago del vino resplandecía.
¡Ojalá supiera cómo, si ella es el sol de la mañana,
se asusta de la luz!
CARTA
Te escribo consciente de que estás lejos de mí, 
y en mi corazón, la congoja de la tristeza; 
no escriben los cálamos sino mis lágrimas 
que trazan un escrito de amor sobre la página de la mejilla; 
si no lo impidiera la gloria, te visitaría apasionado 
y a escondidas, como visita el rocío los pétalos de la rosa; 
Te besaría los labios rojos bajo el velo 
y te abrazaría del cinturón al collar; 
¡Ausente de mi lado, estás junto a mí!
Si de mis ojos estás ausente, no de mi corazón.
¡Cumple la promesa que nos hicimos, pues yo, 
tú lo sabes, cumplo mi parte!

LA AURORA LADRONA
Disfrazó la pasión que quería ocultar, 
más la lengua de las lágrimas se negó a callar;
Partieron, y ocultó su dolor, más lo divulgó 
el llanto de la pena, tan evidente y balbuceante; 
les acompañé mientras la noche descuidaba su vestidura, 
hasta que apareció ante sus ojos una señal evidente:
Me detuve allí perplejo: la mano de la aurora 
me había robado las estrellas.

EL CORAZÓN
El corazón persiste y yo no cesa; 
la pasión es grande y no se oculta; 
las lágrimas corren como las gotas de lluvia, 
el cuerpo se agosta con su color amarillo; 
y esto sucede cuando la que amo, a mí está unida: 
¿Qué sería, si de mí se apartase?

la casida clásica estaba formada por una única rima que se mantenía a lo largo de todo el poema, en su forma más extendida suele componerse de pareados, aunque en la versión persa posterior sólo hay un pareado al comienzo, mientras que a partir de ahí sólo el segundo verso de cada par rima con dicho pareado inicial
En el siglo IX, el escritor de ascendencia irania ibn Qutayba dice en su obra Kitāb aš-šiʿr wa-š-šuʿarāʾ (Libro de la poesía y los poetas) que la casida se compone de tres partes: comienza con una apertura nostálgica, denominada naṣīb, en la que el poeta reflexiona sobre el pasado. Un tópico usual es el del poeta persiguiendo la caravana de su amor; cuando logra alcanzar el campamento, la caravana ya lo ha abandonado. Tras el naṣīb suele venir el tajalluṣ, una especie de alivio de la nostalgia, que sirve de transición a la siguiente parte del poema, el raḥīl, en que el poeta contempla la dureza de la naturaleza y de la vida alejado de la tribu. Finalmente, el último apartado está dedicado al mensaje central del poema, que puede dedicarse a alabar a la tribu (fajr); a bromear sobre otras tribus (hiŷāʾ); o a presentar máximas morales (ḥikam).
Aunque muchas de las casidas posteriores se apartan de este esquema, en muchas de ellas sigue siendo reconocible, al menos como referencia. Una de las casidas más famosas, especialmente entre los musulmanes suníes, es la Qaṣīdat al-Burda («Casida del Manto») de Muhammad al-Busiri, que la escribió por atribuir la sanación de su parálisis a un sueño donde el profeta Mahoma lo había cubierto con su manto.


Publicado por al-Andalus en 2:11 

ABRAHAM BEN MEIR IBN EZRA




El rabí Abraham ben Meir ibn Ezra, conocido también como Aben Ezra o Esra, Abraham Judaeus, Abendre y Avenara, y calificado como el Sabio, el Grande, el Admirable, (Tudela, Taifa de Zaragoza; 1092 - Calahorra, Reino de Castilla 1167) fue un destacado intelectual judío andalusí.
Hombre polifacético, destacó en poesía, filosofía, gramática, cábala, medicina, matemática y astronomía. Ibn Ezra fue además, a su pesar, un notable viajero; con motivo de la invasión almohade hubo de abandonar al-Ándalus hacia 1140 y viajó por el norte de África, Egipto, Palestina, Italia, Francia e Inglaterra antes de intentar regresar a la península, sin que haya constancia de que efectivamente pudiera haberlo conseguido.

En el año 1934, se decidió llamar en su honor «Abenezra» a un cráter de impacto lunar.
Vida
Según José María Millás Vallicrosa nació en Tudela en 1092, aunque otros consideran 1089. Es en esta ciudad donde permanecerá hasta su juventud. Ubicado en un entorno judío, recibirá allí una enseñanza de los diferentes ámbitos de las culturas judía y árabe.3
Antes de 1119,4 cuando Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y Pamplona, tomó Tudela, Ibn Ezra partió de su localidad, en un errante viajar que le llevaría, primeramente, por diversas zonas de la península, y posteriormente a lugares más alejados.
Pasó por Toledo, por el cual avanzó hacia el sur, donde visitó Córdoba, Lucena, Granada y Sevilla, conociendo a varios ilustres pensadores judíos con los que mantendría relación, y logrando ocupar algún cargo relevante. Especial relación fue la que tuvo, en Granada, con Yehudah Ben Samuel Halevi.
Más tarde viajaría Ibn Ezra por el norte de África, donde fue testigo del gobierno almohade. También presenciaría las matanzas de judíos que se desarrollarían en Marruecos y Al-Ándalus, así cómo la destrucción de algunas comunidades.
En 1140 (o 1139) se dirigió a Roma, pasando por la península. En bastantes de sus obras refleja las desdichas que le ocurrieron en su paso por la península, y el dolor que sintió al abandonarla. Seguramente fue debido a los acontecimientos que recaían sobre los judíos que tuviera que alejarse del territorio español; como les pasó a otros ilustres judíos (por ejemplo, Yehuda ben Samuel Halevi, que marchó a Oriente, acompañado, precisamente de un hijo de Ibn Ezra).
Permaneció en Roma alrededor de cinco años, y es allí donde redactó los comentarios al libro del Eclesiastés y al de Job. Después se retiró a Lucca, donde continuó dedicándose a la exégesis del libro deIsaías y al Pentateuco. Tras pasar por Pisa, se instaló en Mantua, donde en 1146 escribió su obra considerada hoy más relevante sobre gramática de la lengua hebrea, el Sefer Saḥot. Más adelante lo encontramos en Verona, donde escribiría el Sefer ha-'Ibbur, obra sobre el calendario, el Sefer ha-Mispar, sobre aritmética, y el Safah Berurah, otro tratado gramatical de cierta consideración. Se marchó de Italia hacia los años 1147-1148.
Pasó a Provenza, donde se estableció en Béziers. Aquí escribiría el Sefer ha-Shem. Los viajes que realizó por Francia resultaron muy fructíferos, pues durante los cuales retomó su actividad exegética con elÉxodo, el libro de Daniel, los Salmos, los libros de los Profetas Menores, el libro de Ester, y el Cantar de los Cantares. Fue testigo en esta ocasión de la Segunda Cruzada. Más tarde se quedaría en Ruan, dedicándose a traducir obras árabes.
De Ruan se trasladó a Inglaterra en 1158. Durante su estancia escribiría el Sefer Yesod Mora ve-Sod ha-Tora, que trata sobre los mandamientos de la Biblia, y el Iggeret Shabbat, sobre el Shabat. Se desconoce cuánto tiempo permaneció en Inglaterra. Después volvería a Narbona.
Falleció hacia los años 1165-1167, de nuevo en la Península, en Calahorra según Millás; según otros, en Rodas.
Obra


Ibn Ezra fue uno de los más destacados literatos hebreos del medievo, y sus comentarios a la Biblia hebrea o Tanaj se distinguen por su erudición y originalidad; su empleo de métodos gramaticales para laexégesis del sentido del texto preludia la actividad de la crítica textual moderna. Además del comentario completo al Tanaj recogido en el Sefer ha-Yashar, publicado poco antes de su muerte, comentó losSalmos y varios de los libros de los Profetas. Llegaron a imprimirse sus Comentarios sobre los Libros Santos (Venecia, 1526) en 24 libros, que fueron muy leídos y reimpresos después parcialmente enConstantinopla (1532), París (1556, 1563, 1570) y Utrecht (1556), aunque la parte dedicada al Pentateuco fue ya impresa en 1488 de manera independiente en Nápoles, en una edición que hoy es muy rara de encontrar. Realizó también muchas obras sobre diversas materias, entre las que cabría señalar el primer intento de sistematización de la gramática hebrea.
Sus libros fueron muy leídos durante la Edad Media y son objeto de otros comentarios. Sus interpretaciones filosóficas revelan la influencia del neoplatonismo. Otros escritos suyos hablan de temas tan diversos como las matemáticas, la astronomía, la medicina, la filosofía y la astronomía. También escribió poesía, tanto profana como religiosa, en un hebreo de gran belleza.
También fue reconocida su labor astronómica, que incluyó desde tablas de posiciones estelares conocidas como Luhot hasta un Sefer ha-'Ibbur sobre el calendario, el Keli ha-Nejoshet sobre el uso delastrolabio y la traducción de obras astrológicas de Mashallah. Al latín fueron vertidos sus Fundamenta tabularum astronomicarum (1154).
Escribió además una obra moral, Chai-Ben-Megir (que se traduce por Vive el hijo que resucitó; el Libro de los seres animados, en el que se prueba la existencia de Dios por la perfección estructural de los vivientes, obra escrita en árabe y traducida al hebreo por Jacob ben Alphander.
Su poesía religiosa es de carácter litúrgico, pero también profana de tema amoroso y burlesco, aunque se le tiene por un poeta bastante frío; sin embargo destaca su poema Mahadanne Melech (Delicias del rey), en que analiza en setenta y tres versos el juego del ajedrez. Sus Rimas y poemas fueron traducidos al alemán por Rosín, en 1885.

Publicado por al-Andalus en 0:36 

jueves, 30 de agosto de 2018

IBN HAFSUN



Rebelde muladí. Umar b. Hafsun. Turriyilla (Málaga), c. 846-Bobastro, Ardales, (Málaga), 1-II-918. Rebelde muladí contra el emirato de Córdoba. Se trata del más importante de los rebeldes andalusíes contra el emirato de Córdoba, que llegó a enfrentarse con cuatro de ellos desde el inicio de su revuelta en el año 878 hasta su rendición en 916 a Abderramán III.
Esa importancia se refleja en la relativamente abundante información que suministran las fuentes árabes sobre este personaje, si bien algunas noticias han sido puestas en duda por determinados historiadores, al igual que han permitido contradictorias interpretaciones en la historiografía desde el s. XIX.
Entre estas, se encuentran las que lo consideran un héroe nacional, caudillo de la raza española en lucha contra los árabes invasores, hasta las que lo entienden como un bandido con éxito depredador de las clases menesterosas, mientras que últimamente se considera como un ejemplo de la crisis que sufrieron los herederos del protofeudalismo visigodo ante la consolidación del estado islámico.
Según esas fuentes, el origen de su familia se remonta a un comes de época visigoda, un tal Alfonsus, asentado en la zona de la serranía de Ronda, del que se transmite su descendencia directa hasta el biografiado. Se informa también que un miembro de esa genealogía, Ya´far, se islamizó, al añadirle el apodo al Islam, y se trasladó a la zona de los montes de Málaga en tiempos del emir al Hakam I, apareciendo ya el resto de sus descendientes con onomástica árabe.
Otro cambio en la onomástica tuvo lugar con el padre de Umar, Hafs, del que se dice que, ya en el nuevo asentamiento de la familia, se engrandeció, por lo que pasó a denominarse Hafsun, si bien no se tiene constancia clara de en qué consistió ese engrandecimiento, pues las fuentes tan solo aluden a que construyó una iglesia en una almunia que poseía, aunque la familia si debía ostentar un cierto control sobre los hombres, pues en el inicio de la rebeldía de Ibn Hafsun, su tío Mutahir le cedió cuarenta jóvenes, operación que volvió a repetir tras el abandono del ejército cordobés y la instalación definitiva de Umar en Bobastro.
En esta zona tuvo lugar el nacimiento de Ibn Hafsun en la aldea de Turriyilla (Torrecilla), topónimo que alude a una posible residencia aristocrática, cerca de la fortaleza de Awta, que se ha querido identificar con el actual cortijo de Auta (término municipal de Ríogordo, Málaga).
Los primeros datos de su biografía se asemejan a un relato novelesco, pues huido de la justicia por haber asesinado a un convecino, se refugió en lo que será luego el centro de su rebelión, Bobastro, si bien, en busca de mayor seguridad, se trasladó a Tahart, capital de Estado Rustami, en la actual Argelia, donde permaneció un tiempo oculto, hasta que decidió volver al territorio originario debido a la doble coyuntura del temor a ser reconocido y entregado a la justicia y a un relato premonitorio del éxito como rebelde en al Andalus.
La vuelta se produjo en 878, iniciando la rebelión con los jóvenes cedidos por su tío en Bobastro, donde se rodeó de sospechosos y malvados a los que ataría con la promesa del botín, según las fuentes, con los cuales consiguió los primeros objetivos, la ocupación de las fortalezas de AwtaComares y Mijas, en las proximidades.
El inicio de la rebelión coincidió con la revuelta generalizada que se estaba dando en todo el territorio de al Andalus, en la que participaron grupos sociales de los más diverso, como tribus beréberes, importantes linajes árabes y poblaciones autóctonas, tanto cristianas como mozárabes, musulmanas o muladíes, entre los que se encuentra Ibn Hafsun.
El punto en común de esos diversos grupos era su oposición al reforzamiento del estado emiral cordobés, en especial tras las reformas introducidas por Abderramán II, entre las cuales se encontraba una fiscalidad novedosa y homogénea, basada en el Derecho islámico, y que puso fin a los privilegios de diverso tipo que venían gozando desde el momento de la conquista y la instalación de los musulmanes en la Península. 
La diversidad de grupos en liza se manifestó en una multitud de revueltas que, en su momento más álgido, finales del s. IX, tuvieron como consecuencia que el estado emiral solo controlase la ciudad de Córdoba y sus inmediaciones, lo que se tradujo a su vez en la casi desaparición de las acuñaciones monetarias y con ello los ingresos fiscales.
Pero pese a la generalización de las revueltas por todo el territorio, no se observaron uniones o actuaciones conjuntas que obedecieran a motivos étnicos, o religiosos, aunque si se dieron alianzas entre los elementos más diversos, bien duraderas o coyunturales, al igual que enfrentamientos entre unos grupos y otros. En lo que se puede constatar, para el caso de los muladíes, en la evolución de la revuelta de Umar b. Hafsun.
Su primera etapa como rebelde saqueador de caminos y consecución de botín de las poblaciones de los alrededores tuvo su final cuando fue derrotado en 883 por el general del ejército emiral Hashim b. Abd al Aziz, quien le ofreció el perdón a cambio de trasladarse a Córdoba con su gente y alistarse como mercenario en el ejército emiral.
Era esta una práctica que tenía antecedentes en la política del emirato, con el fin de integrar a través del ejército a importantes linajes muladíes, como había sucedido con el rebelde de Mérida Ibn Marwan al-Yilliqi, aunque sin éxito, al igual que sucederá con Ibn Hafsun, pese a haberse distinguido militarmente frente a Pancorbo y contar con el patrocinio del general aludido, pero las diferencias con un oficial del palacio tuvieron como consecuencia el abandono del ejército y su vuelta a Bobastro, para seguir con la rebelión en 885.
En esta nueva etapa, amplió algo más su radio de acción, consiguiendo apoderarse de la vecina ciudad de Archidona y de las fortalezas-refugio que se encontraban entre él y la costa, lo que consiguió, según las fuentes, atrayéndose a la gente por el lado de la concordia.
Dichas fortalezas-refugio respondían a un fenómeno generalizado en todo el Mediterráneo occidental de minúsculos establecimientos campesinos en lo alto de los montes, cuya principal defensa consistía en su ubicación, que comenzaron a implantarse en la Península en la época visigoda y se incrementaron a raíz de la conquista islámica.
Pese a la ausencia de violencia en la ocupación, la situación de rebeldía aumentaba prestando ayuda a los rebeldes árabes Banu Rifa de Alhama de Granada, por lo que se van a repetir los ataques del ejército contra el territorio de Ibn Hafsun, llegando el emir al Mundir a retomar Archidona y a poner cerco a su centro de Bobastro, si bien la muerte del emir en el asedio el año 888 impidió si propósito.
Con el nuevo emir Abdállah, se dio un nuevo intento de atracción, nombrado a Ibn Hafsun cogobernador de la kura (provincia) de Málaga, al igual que hará con el jefe de los árabes rebelados de Elvira (Granada), en clara muestra de debilidad del emirato. Fue la ocasión que aprovechó Ibn Hafsun, tras deshacerse del cogobernador árabe, para conquistar toda la kura, ahora mediante operaciones militares, e iniciar la expansión de su sistema, por muy diversos medios.
Así, atacó a otros rebeldes menores de la zona de Algeciras y Sidonia, aceptando algunos de ellos su autoridad, se alió con los beréberes Banu Jali del occidente malagueño, y consiguió también la alianza de los más importantes linajes muladíes, como Ibn Mastana de la sub-bética cordobesa, e Ibn al Saliya y los Banu Habil en el territorio jienense.
Con ellos consiguió expandirse por el valle del Guadalquivir, es especial desde la plaza fuerte de Poley (Aguilar de la Frontera), conquistando lugares como Écija, Baena, Lucena y llegando con sus algaras hasta la campiña cordobesa y las inmediaciones de la ciudad, donde se atrevió a atacar la tienda de campaña del emir Abdállah, saliendo derrotado en esta ocasión.
También con sus aliados jienenses consiguió conquistar la capital, Jaén, mientras que en Elvira (Granada), donde los habitantes muladíes de la ciudad se enfrentaban a los árabes rebeldes del territorio, obtuvo por un tiempo la ciudad, gracias al apoyo de un sector de sus habitantes, contrarios al perecer de la mayoría.
Dicha expansión se llevó a cabo indiscriminadamente sobre todo tipo de poblaciones de diverso origen y confesionalidad, mediante el uso de la fuerza, de la que existen relatos de especial crueldad, como el sufrido por los pobladores de Baena tras su artera conquista.
Pero la expansión se acompañó de transformaciones en el sistema, pues de una primera fase de bandolerismo y saqueo que implicaba la rebeldía, se pasó a la usurpación de los impuestos ordinarios y, en ocasiones, a imponer multas y requisiciones excesivas, según los cronistas, como en los casos de Jaén y Elvira.
Ello se hizo necesario ante la concentración de población militarizada y jerarquizada en Bobastro, que se transformó en una enorme fortaleza, con alcázares, arrabales, mezquitas e iglesias, modelo de plaza fuerte que se reprodujo en el territorio donde se ubicaban los dependientes de b. Hafsun en fastuosos palacios y admirables mansiones.
Las fuentes expresan claramente la jerarquización de los dependientes de Ibn Hafsun, situándose a su cabeza los propios hijos del rebelde, pero destacándose de entre los dependientes los importantes y notables, un número limitado de personajes, entre los que se encontraban un obispo, mercenarios, rebeldes menores englobados, y algunos que lo consiguieron por méritos militares en una especie de promoción interna.
Para mantener este complejo sistema, se buscaron legitimidades y alianzas externas, como el intento de ser reconocido por el califa abbasí a través de los príncipes aglabíes de al Qayrawan, contactos con un príncipe Idrisí de Marruecos, o, dentro de la Península, la búsqueda de apoyos, sin éxito, del gran linaje muladí de los Banu Qasi del valle del Ebro, o del propio Alfonso III de Asturias, aunque si conseguiría la alianza y el apoyo con hombres y dinero de los Banu Hayyay, árabes rebeldes de Sevilla, al igual que reconoció al recién proclamado califato fatimí en Túnez en el año 910, por lo que en la mezquitas de Bobastro se dictaron prédicas si´íes, y ello pese a que desde el año 899 Umar b. Hafsun había renegado del Islam y adoptado el cristianismo de sus ancestros.
Sin embargo, las alianzas y legitimidades no iban a permitir la expansión de b. Hafsun, quien sufrió una estrepitosa derrota en Poley ante el ejército emiral en el año 891, advirtiéndose con el cambio de siglo un giro en la situación, ahora favorable para el estado cordobés, e iniciándose con la llegada al poder del emir Abderramán III en 912, una lucha sistemática contra todo tipo de rebeldes.
En efecto, recién llegado al poder organizó las campañas sucesivas de Algeciras, con las que obtuvo todo el territorio gaditano, y la llamada de Monteleón, en la que consiguió la rendición de los rebeldes muladíes de la zona de Jaén y de los árabes de Elvira, con lo que el territorio de Ibn Hafsun quedó aislado de sus más importantes aliados.
En los años siguientes se inició el cerco de Bobastro con la construcción de varias fortalezas a su alrededor, lo que trajo consigo la división de sus ocupantes, apareciendo una sección partidaria de pedir la paz encabezada por el obispo Ibn Masqim, quienes consiguieron convencer a Ibn Hafsun, el cual envió cartas en tal sentido al emir, asentándose las paces en el año 916, situación que se mantuvo hasta que murió en total lealtad y rectitud, al decir de las fuentes, dos años después, lealtad que se manifestó al combatir con el ejército emiral a su propio hijo Sulayman, rebelde en la fortaleza de Úbeda.
El pacto fue bastante generoso, pues, además de los intercambios de regalos en los que se mostró la munificencia del emir, este le permitió la conservación con carácter hereditario, de un total de ciento sesenta y dos fortalezas de su territorio.
Sin embargo, los hijos de Ibn Hafsun mantuvieron la rebeldía en Bobastro durante diez años más, donde se sucedieron en un ambiente de rivalidades cada vez más enrarecido, hasta la rendición final del último de ellos, Hafs, ante el Ejército sitiador en 928, poniendo fin a la más importante revuelta contra el emirato de treinta años de duración.
Ese mismo año Abderramán III se presentó en Bobastro y, tras mandar destruir las fortificaciones y la mezquita mayor, porque en ella se habían lanzado proclamas si´íes, ordenó abrir las sepulturas de Umar y de su hijo Yafar, decidiendo exhumar los cadáveres al observar que estaban enterrados según el rito cristiano, y trasladarlos a Córdoba, donde fueron colocados en sendas cruces, hasta que una riada los hizo desaparecer.
Al año siguiente de la conquista de Bobastro, Abderramán III decidió autoproclamarse califa, adoptando el título que habían llevado sus antecesores en Oriente, y, si bien no se puede establecer una relación directa entre ambos hechos, puesto que la causa fundamental fue la rivalidad con el recién creado califato fatimí en el Magreb, la victoria sobre los hafsuníes significaba el inicio de la pacificación definitiva de al Andalus.
Esta se llevó a cabo mediante la combinación de dos procedimientos, pues, por una parte, los cabecillas de los rebeldes fueron ejecutados o llevados a Córdoba, como sucedió con el último de los hijos de Umar, mientras que al común de la población se le obligó a bajar al llano y vivir en las alquerías, tras la destrucción de la mayoría de las fortalezas en que se habían instalado durante la revuelta, iniciándose así el siglo más pacífico en la historia de al Andalus.
ACIÉN ALMANSA, Manuel, Diccionario Biográfico Español, Real Academia de la Historia, 2010, Vol XXVI, págs. 790-793.