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jueves, 24 de marzo de 2022

HASDAY BEN SAPRUO

 

HASDAY BEN ŠAPRU£

 Abñ Yñsuf asday b. Ishaq b. žhapruð. Córdoba, c. 915 – 970 o 975. Médico y diplomático judío.


Hasday es la primera personalidad judía de relevancia destacada en la historia de al-Andalus, con una doble proyección, política y diplomática, de un lado, y cultural e intelectual, por otro. Su familia, originaria de Jaén aunque asentada en Córdoba, gozaba de una posición económica desahogada, lo que, sin duda, favorecería la trayectoria ascendente de asday. Su formación fue especialmente completa en los ámbitos lingüístico y médico, siendo este segundo aspecto el que, con toda probabilidad, le abrió las puertas del contacto con los medios cortesanos y le permitió el desarrollo de una carrera administrativa. En este sentido, asday es tal vez el mejor ejemplo de la creciente prosperidad de las comunidades judías andalusíes y del ambiente propicio que supuso la época del califato para la integración de las distintas comunidades religiosas.


De su faceta médica hubo de derivarse la segunda, que hace de asday un destacado miembro de la administración Omeya, tanto en los servicios fiscales como en la diplomacia. Dentro del primer ámbito, ejerció como director general de aduanas. Las fuentes árabes lo designan como “secretario”, si bien el rango de sus funciones lo asemejaba, en realidad, a un ministro. Se trata, en cualquier caso, del primer personaje judío que ejerció funciones políticas relevantes, principalmente de carácter diplomático.


Sus amplios conocimientos y sus dotes personales lo convirtieron en uno de los principales representantes del Estado Omeya en el exterior, llevando a cabo importantes y difíciles misiones en la península Ibérica. Sus conocimientos de idiomas, hebreo como árabe y latín, le ayudaron en el desempeño de estas funciones. La relevancia de su condición de embajador de ‘Abd al-RaÊmªn III obligan a considerarlo hombre de su plena confianza, en un momento en el que el estado Omeya de Córdoba era una de las principales formaciones políticas mediterráneas. Las propias fuentes árabes no escatiman elogios a la hora de ponderar sus cualidades, definiéndolo como “persona sin par en su tiempo entre los servidores de reyes por su cultura, habilidad y sutileza”. Ya en 940 lo encontramos en Barcelona, donde concluyó un tratado de paz con el conde Suñer, volviendo a Córdoba en compañía de Gotmar, obispo de Gerona, enviado por el noble catalán para ratificar el tratado. Al año siguiente aparece actuando ante Ramiro II de León para obtener un acuerdo de paz y lograr la liberación de MuÊammad b. Hāšim, que había caído prisionero en la rota de Alhándega de 939. Asimismo, en 958 actuó como embajador en Pamplona ante la reina Toda de Navarra, que después viajó a Córdoba con su nieto, Sancho, llamado el Craso, para ser tratado de su obesidad: la soberana navarra formalizó una alianza con el califa por la que, a cambio de ayuda para recuperar el control de León, entregó la posesión de diez fortalezas.


Además de actuar como representante del califa ante los principales soberanos cristianos peninsulares, asday fue también el encargado de tratar con los mandaderos llegados a Córdoba desde diversos puntos, tales como el monje Juan de Gorze, que en el año 953 vino en nombre del emperador Otón I para lograr que Abd al-RaÊman III pusiera fin a las acciones piráticas sarracenas sobre territorio francés e italiano. Se han conservado varios testimonios de su actividad epistolar en forma de cartas redactadas en hebreo por su secretario. En una de ellas, hacia 948, dirigida al Emperador de Bizancio, pide un tratamiento más tolerante para los judíos. Asimismo, hacia 954 se dirige al soberano del reino caucásico judío de los Jázares, misiva que se abre con un poema que contiene como acróstico el nombre de asday y el del propio Ben Saruq: en ella informa al soberano de la situación de al-Andalus y pide referencias sobre el origen del reino de los Jázaros y sus características. Aunque el geógrafo Ibn awqal, que visitó al-Andalus en el año 948, afirma que asday recorrió tierras caucásicas, en realidad nunca estuvo allí, pero sí es probable que ambos se conocieran en Córdoba e intercambiaran información.


La segunda faceta de su trayectoria es la que lo vincula con el ámbito del saber y del conocimiento. En su Libro de las categorías de las naciones, el toledano Sā‛id al-Andalusī hace una breve pero elogiosa semblanza de asday, en la que destaca dos dimensiones principales dentro de esta faceta: la medicina, que ejerció al servicio del califa al-akam II, y su papel pionero en la introducción, dentro de su propia comunidad, de los saberes de jurisprudencia e historia judía. En su actuación médica, es preciso destacar su colaboración en la traducción de la obra De materia médica, de Dioscórides (siglo V), enviada a Córdoba por el emperador de Constantinopla Constantino VII y que, con ayuda del monje Nicolás, fue trasladada del griego al latín, contribuyendo asday a la elaboración de la correspondiente versión árabe.


Elevado a la categoría de nasi o “príncipe” de las comunidades judías de al-Andalus, asday se convierte en mecenas e impulsor de la cultura hebrea y judía, para lo cual se sirvió de la colaboración de su secretario, MenaÊem ben Saruq, originario de Tortosa, encargado de su correspondencia y también destacado poeta. A él le encomendó la redacción de un “trabajo sobre la lengua santa”, concebida como un regalo de Dios, que se plasmó en el primer diccionario hebreo-hebreo de raíces bíblicas, el MaÊberet, terminado antes de 958 y considerado como un gran hito en el desarrollo de la filología hebrea en al-Andalus.


Bajo su impulso, Córdoba se convertiría en un centro judío de primer orden internacional. Como señala el antes citado Sā‛id, hasta entonces, los judíos de al-Andalus tenían que recurrir a los de Bagdad respecto a su ley religiosa y para fijar su calendario y las fechas de sus fiestas. Sin embargo, asday, gracias a su relación con el califa, logró que fuesen traídos desde Oriente los textos hebreos necesarios con los que enseñó a sus correligionarios. Por todo ello, fue uno de los promotores de la revitalización de la lengua hebrea, corriente iniciada en Oriente a comienzos del siglo X, entendida como un vector esencial en la propia vivencia religiosa judía. De esta forma, su labor fue la base sobre la que se apoyaron los logros posteriores, como la obra gramática de aŷŷūŷ a finales del siglo X y la lexicográfica de Yonah ben ŶanaÊ en el XI.


Además, asday invitó a destacadas personalidades de la cultura judía, como Mošeh ben anok, gran maestro talmúdico, que vino procedente de Italia y fue nombrado dayyan de Córdoba, y también Dunaš ben Labrað, el más joven discípulo del ga’on Še‛adyah, el cual tuvo un papel relevante en el desarrollo cultural hebreo. La llegada de estas influencias exteriores, promovida por asday, suscitó, sin embargo, los recelos de ciertos sectores judíos autóctonos, temerosos de quedar desplazados, generándose ciertas tensiones en el seno de la comunidad. Probablemente como consecuencia de esta situación se produjo la caída en desgracia de su secretario, Ben Saruq, que perdió la confianza del maestro, e incluso es posible que el propio Ben Labrað acabase enemistado con asday.


Bibl.: D. Gonzalo Maeso, “Un jienés ilustre, ministro de dos califas (asday ibn Šapruð)”, en Boletín de Estudios Gienenses, 8 (1956), págs. 63-94; A. Ali el-Hajji, Andalusian diplomatic relations with Western Europe during the Umayyad period (AH 138-366/AD 755-976). An Historical Survey, Beirut, Dar al-Irshad, 1970; E. Ashtor, The Jews of Muslim Spain, vol. I, Filadelfia, Jewish Publication Society, 1973-1984, págs. 155-227; A. Sáenz-Badillos, Literatura hebrea en la España medieval, Madrid, Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), 1991, págs. 20-40; F. Maíllo Salgado, “Los judíos en las fuentes andalusíes y magrebíes: los visires”, en Del pasado judío en los reinos medievales hispánicos. Afinidad y distanciamiento. XIII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2005, págs. 169-204.

 

Alejandro García Sanjuán


SAADIA IBN DANÁN

 

SAADIA IBN DANÁN


Ibn Danán, Saadia (ben Maimón ben Musa). El último judío de al-Andalus. Granada, m. s. XV – Orán (Argelia), 1500-1510. Polígrafo (cultivó la gramática, lexicografía, casuística, historia, literatura, filosofía, exégesis y poesía) y copista.


Nació en Granada donde su abuelo, Musa ben Maymón, ejercía como rabino allá por el año 1438. Saadia disfrutó de una fuerte formación en las tradiciones judía y árabe de su época, como demuestra gran parte de su obra redactada en árabe. Su valía le llevó a ser nombrado por las autoridades regentes dayán (juez de la comunidad judía) de Granada, donde alcanzó su madurez intelectual durante la década de 1460 ejerciendo de maestro, rabino y copista. Fue víctima del decreto de expulsión emitido contra los judíos por Fernando el Católico y en 1492 abandonó la Península camino de Orán (Argelia), donde falleció durante la primera década del siglo XVI.

Una importante característica de su obra es que casi toda está perfectamente fechada. Sus escritos están unas veces redactados en árabe y otras en hebreo. Él mismo tradujo al hebreo parte de su obra. Sus obras carecen de título, a excepción de su trabajo gramatical y lexicográfico, por lo que se les denomina atendiendo a su contenido.

Su obra gramatical Lo necesario sobre la lengua hebrea incluye una introducción gramatical y un diccionario bíblico en judeoárabe. La concluyó en el año 1468 y él mismo tradujo la primera parte de esta obra al hebreo en al año 1473, ampliando algunos pasajes.

La gramática es un claro ejemplo de sistematización y continuación de esta labor durante cinco siglos en al- Andalus. El léxico, dispuesto en veintidós capítulos, contiene dos mil ciento treinta y ocho raíces hebreas divididas en diferentes acepciones. Sus epístolas son cuatro responsa que, en su labor de rabino, enviaba a quien le solicitaba una solución a las dudas que se le presentaban en el transcurso de la vida diaria. Nos informan de los problemas que la comunidad se encontraba al intentar seguir una vida piadosa. Siguiendo la línea trazada por Maimónides, contesta a la comunidad de Málaga una carta en la que explica que los conversos forzosos siguen siendo hijos de Israel. Destaca otra en la que se explican los valores de diferentes insultos en varias ocasiones por diferentes autores. Además compuso oscuros y difíciles poemas hebreos.

Su Comentario sobre las letras y sus formas, compuesto en 1476 y de carácter filosófico y cabalístico, analiza y explica el origen y la forma de las letras que componen el alefato hebreo. Se conserva en cuatro copias manuscritas. Su Tratado sobre los géneros literarios de la Biblia carece de título. Agrupa siete géneros literarios: enigma, alegoría, admonición, profecía, poesía, máxima y narración. En el Pentateuco se dan, además, preceptos, leyes y descripción de trabajos. Su comentario al pasaje de Isaías 52, 13-54, es una reprimenda a todo el que intente negar el sentido mesiánico del pasaje por el simple hecho de que los cristianos vean en él alusiones a Cristo. Según Ibn Danán el pasaje habla del Mesías de una forma metafórica, pues toda ella se refiere al rey Ezequías. El tratado sobre la sucesión de las generaciones es una crónica que presenta la relación de los patriarcas, profetas y sabios, empezando por Adán y terminando por Maimónides, que han ido transmitiendo sin interrupción la tradición sinaítica Finalmente, su Historia de los reyes de Israel (fechada en Granada el martes, día 12, del mes de tamuz del año [4]245 = 29 de junio de 1485). Abarca diferentes épocas en las que se suceden cincuenta y seis monarcas.

Según él hay dos tipos de monarquía: la profética (Moisés y Josué) y la dinástica (los reyes). Los cinco grupos dinásticos en la historia de Israel, como estado monárquico son el reino de Israel, el de Judá, el de los Asmoneos, los monarcas siervos de los Asmoneos y el pequeño reino seudomesiánico de Béter.

 

Obras de ~: Poemas: J. Targarona, “Poemas de Se’adyah ibn Danán. Edición, traducción y notas”, en SefaradHomenaje a F. Pérez Castro, 46 (1986), págs. 449-461. Gramática: M. Cohen, The grammatical Introduction to The Book of sources of Rabbi Sa’adia Ben Maimon Ibn Danan. Linguist, Poet and historian of the period of the expulsion from Spain. Critical Edition (en hebreo), Jerusalén, Kfir press, Meqor Baruch Publications, 2000. Lexicografía: Sefer ha-shorashim, introd., ed. del original árabe e índices de M. Jiménez Sánchez, Granada, Universidad, 1996 (trad. esp. de M. Jiménez Sánchez, con el tít. Libro de las raíces: Diccionario de hebreo bíblico, Granada, Universidad, 2004). Varia: D. Obadia, Fas we-hokmeyhah, Jerusalén, Bet ‘Oved, Makhon le-heqer Yahadut Maroqo, 1979, 2 vols.; J. Targarona, “Ma’amar ‘al Seder ha-Dorot de Se’adyah Ibn Danan, ed., trad. y notas”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 35.2 (1986), págs. 81-149; “Tratado sobre los géneros literarios de Se’adyah Ibn Danan”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 36.2 (1987), págs. 29- 53; C. del Valle y G. Stemberger, Saadia Ibn Danán. El Orden de las Generaciones. Seder ha-Dorot, Alcobendas, Aben Ezra Ediciones, 1997.

 

Bibl.: Á. Sáenz-Badillos y J. Targarona, “Los capítulos sobre métrica del granadino Se’adyah Ibn Danan”, en VV. AA., Homenaje a D. Cabanelas, vol. II, Granada, Universidad, 1987, págs. 471-89; J. Targarona, “La transmisión de la Ley Oral según El tratado sobre la sucesión de las generaciones de Se’adyah ibn Danan”, en Estudios Mirandeses, 8 (1988), págs. 141-167; M. Jiménez Sánchez, “Un estudio comparativo de la raíz hebrea GLL en los principales gramáticos medievales con Se’adyah Ibn Danan”, en Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos, 43.2 (1994), págs. 97-126; Á. Sáenz-Badillos,“La teoría sobre las vocales de Se’adyah Ibn Danán” y J. Targarona, “La clasificación de las consonantes hebreas en Se’adyah Ibn Danán”, en VV. AA., History and Creativity in the Sephardi and Oriental Jewish Communities. The Third International Congress for Research on the Sephardi and Oriental Jewish Heritage, Jerusalén, Misgav Yerushalayim, ha-makhon le-heqer moreshet Yahadut Sefarad weha-Mizrah, 1994, págs. 3-13 y págs. 15-26, respect.; M. Jiménez Sánchez, “Estudio del campo semántico de ‘recipientes’ en el diccionario judeo-árabe de Se’adyah Ibn Danan”, en Anaquel de Estudios Árabes, 6 (1995), págs. 111-125; M. Jiménez Sánchez, “El campo semántico de ‘cereales’ en el diccionario judeoárabe del granadino Se’adyah Ibn Danan”, en VV. AA., II Coloquio Historia y Medio Físico. Agricultura y regadío en al-Andalus, Granada, THARG, 1996, págs. 39-56; M. Jiménez Sánchez, “El Sefer haShorashim de Se’adyah Ibn Danan. Consideraciones generales”, en VV. AA., Homenaje al Profesor Tomás Quesada, Granada, Universidad, 1998, págs. 363-381.


José Martínez Delgado


sábado, 19 de marzo de 2022

SELOMON BEN GABIROL IBN GABIROL

 

SELOMON BEN GABIROL IBN GABIROL

Ibn Gabirol, žĕlomoh ben GabirolAvicebrón, Avencebrol. Málaga, c. 1020 – Valencia, c. 1070. Filósofo, gramático, poeta.


Conocido en árabe con el nombre de Abñ Ayyñb Sulaymªn b. YaÊyà b. Gabirol; aunque el mundo latino medieval lo conoció por el nombre de Avicebrón, sin embargo en la Europa occidental no se llegó a conocer su verdadera identidad hasta mediados del siglo XIX. En la primera década de este siglo, Salomon Munk identificó al Avicebrón o Avencebrol latino con el Ibn Gabirol judío al hallar un resumen de la Fuente de la vida, la principal obra de nuestro autor, en un manuscrito hebreo de la Biblioteca Nacional de París, que contenía varios tratados filosóficos. El resumen había sido hecho por žem £ob ibn Falaqera, quien indicaba en el prefacio de su compendio que el autor fue Ibn Gabirol.

Son muy pocos los datos que se han conservado acerca de su vida. Unos son proporcionados por algunos autores contemporáneos de Ibn Gabirol o posteriores a él. Otros son debidos a sus propios poemas, en los que se pueden encontrar diversos pormenores autobiográficos.

Nació en Málaga y era descendiente de una familia cordobesa, según se deduce del sobrenombre al-qurðubÌ que le atribuye algún autor posterior. Él solía firmar sus poemas con acrósticos en los que a veces hacía figurar el gentilicio malaqÌ, “el malagueño”. Fue en Málaga donde se había establecido la familia tras abandonar la ciudad cordobesa por razón de las revueltas que acabaron con el califato omeya. Siendo aún niño —o quizá ya joven, si se tiene en cuenta una de sus poesías, Al salir de al-Andalus, escrita tal vez al marcharse de Málaga, en cuyo caso debía ser ya un joven algo crecido—, su familia se trasladó a Zaragoza, en la que existía una muy importante comunidad judía. Fue aquí donde mostró su ansia insaciable de saber y donde, según Ibn ’Ezra, recibió su educación judaica, pues allí se habían dado cita afamados estudiosos judíos, donde acabó de desarrollar su gran capacidad para la composición de poesía y donde entró en contacto también con las fuentes filosóficas. Recibió una excelente educación, dominando el hebreo bíblico y el árabe, asimilando la filosofía neoplatónica y parte de la aristotélica, y adelantando en los secretos de las ciencias.

A los dieciséis años ya había compuesto varios poemas y en uno de ellos habla de que posee ya la experta madurez de un anciano. Fue en Zaragoza donde murieron sus padres, pérdida que fue profundamente sentida por él durante mucho tiempo, llegando incluso a lamentarse en una poesía: “Estoy lleno de dolor, sin madre ni padre, pobre, solitario y necesitado. Me he visto separado de mi hermano, sin más compañero que mis pensamientos”. Se ha afirmado que muchos de los rasgos de carácter de su personalidad estuvieron marcados por este hecho y por su enfermedad de la piel, de la que fue consciente desde muy pronto: “Aprisionan mis piernas unas llagas que en mi cuerpo producen exterminio y venganza”.

También en Zaragoza, donde reinaban los Banñ Hñd, hubo de buscar un protector que le ayudara a sobrevivir económicamente. Lo encontró pronto, debido quizá a su genio creativo y a su inteligencia. Fue el mecenas Yĕquti’el ibn YiîÊaq ibn assan al-Mutawakkil ibn Kabrun, conocedor de la tradición judaica, que ocupaba una importante posición en la corte musulmana de los tuÿibíes y a quien Ibn Gabirol consagró unos doscientos versos elegíacos y laudatorios: “Déjate de loar a cualquier noble. Con descontentadizos y taimados no compitas. Ensalza solamente a Rabí Yĕquti’el, el hijo de Isaac, señor de los señores; quien revistió alabanzas como mantos y se envolvió de gloria con un ceñir de paños”. Bajo su protección, Ibn Gabirol se abrió a los goces de la vida, cantando la amistad, la naturaleza, el vino y el amor, en términos de una elevada espiritualidad. En el año 1039, Yĕquti’el ibn assan murió en los disturbios ocasionados por la deposición y asesinato de al-Mundir II de Zaragoza. También entonces Ibn Gabirol le dedicó unas sentidas endechas.

Permaneció en Zaragoza hasta que la situación le obligó a abandonar la ciudad, hecho que cantó en un poema, Al salir de Zaragoza, en el que describe su marcha de una manera amarga y despectiva hacia la ciudad y sus gentes, aunque el sentimiento de soledad podía haberse visto acentuado por la muerte de su protector: “¿Acaso es poco estar entre una gente que piensa que mi izquierda es mi derecha? Sepultado, mas no en cementerio, que mi morada está en mi propia caja. Doliente estoy, de madre y padre falto, adolescente, asilado y miserable; solitario, no tengo ni un hermano, y salvo el pensamiento, ni un amigo [...]. Tenido por foráneo y extranjero, me siento en un concierto de avestruces, entre tanto taimado y tanto necio”. Hay que señalar que las relaciones que mantenía con sus correligionarios de la comunidad de Zaragoza fueron distantes, menospreciando a muchos de ellos por no ocuparse del estudio de las ciencias y de la poesía, cruzándose alusiones mordaces entre ellos. A esta situación general parece aludir en su obra La corrección de los caracteres, compuesta en Zaragoza y donde afirma: “Vivimos en tiempos de males y de miseria, de continuas desgracias y circunstancias perturbadoras”.

Se dirigió probablemente a Granada, donde encontró la protección de žĕmu’el ibn Nagrella, político y poeta con una gran formación en las culturas árabe y hebrea, que ocupaba un cargo de confianza en la corte del rey zÌrÌ abñs, con quien tenía relación desde años antes y a quien había dedicado ya varios poemas, elogiando las cualidades poéticas de Ibn Nagrella: “Amigo de mi alma, amado, eres bálsamo de dolores y de toda dolencia remedio y cura [...]. En tu presencia tiemblan todos los vates y de rubor se cubre y de vergüenza”. Sin embargo, parece que las relaciones entre ambos no fueron muy cordiales, a pesar de que Ibn Gabirol fue preceptor de Yosef, hijo de žĕmu’el, a cuyo palacio dedicó un poema fechado en 1060. A pesar de todo, Ibn Gabirol tuvo una gran estima por el visir granadino, como lo prueba la elegía que le consagró cuando murió Ibn Nagrella en 1055-1056. Su vida posterior apenas es conocida.

Algunos biógrafos señalan como fecha de su muerte los años 1056 ó 1057. El musulmán Sª‘id al-AndalusÌ, que murió en 1070, señala como fecha de su fallecimiento el año 1056-1057. De hecho, tanto Moëeh ibn ‘Ezra’ como Yĕhuda al-arizÌ, que escribió un siglo después que Ibn ‘Ezra’, señalan que murió en torno a los treinta años, en plena juventud: “Su rama fue arrancada mientras que su verdor estaba aún tierno, cuando la sabia de la juventud corría aún por él; su lámpara se extinguió a los veintinueve años, pues ni siquiera llegó a ver los treinta”. Sin embargo, algunos poemas, en los que habla en unos de los mil años de destierro que ya llevaban sufriendo los judíos y en los que se ocupa en otros de los pecados de vejez, parecen indicar que aún vivía en 1068-1070. Él mismo, al final de su Corona real, afirma que ya ha vivido lo suficiente cuando dice: “La mayor parte de mis días ha pasado y desaparecido y los que me restan se extinguirán en el pecado [...] ¡Dios mío, dígnate echar sobre mí una mirada propicia, para los pocos días que me quedan!”. Palabras que suelen ser interpretadas como aludiendo a una edad avanzada. El también poeta y filósofo cordobés Yosef ben Yaÿaqub ibn Saddiq, que vivió en la primera mitad del siglo XII (murió en 1149) y cuyo pensamiento filosófico debe mucho a Ibn Gabirol, declaró que éste murió en el año 5430 de la era judía, esto es, en 1070. Lo mismo afirmaron los autores judíos de los siglos XV-XVI Abraham Zacut, en su Sefer ha-yuÊasin y Gediliah ibn Yahyà, en su Sefer ëalëelet ha-Qabbalah. Ibn ‘Ezra’ dice que murió en Valencia, aunque otro testimonio lo hace morir en Ocaña. Y existe una tradición, muy poco fiable, en la que se afirma que Ibn Gabirol murió asesinado por un musulmán envidioso de su talento.

De él afirmó poco después el granadino Ibn ‘Ezra’ que encaminó su alma hacia lo espiritual y que adoptó las sutilezas de las ciencias filosóficas; también aseguró que aunque era filósofo por naturaleza y conocimientos, su alma colérica dominaba sobre su inteligencia, pues poseía un genio indómito que le produjo muchos problemas con los poderosos. Un poema autobiográfico refiere que se interesó muy pronto por la ciencia: “Me esforcé en la ciencia desde mi primera juventud, puesto que amable a mi alma era su fruto; ella, desde mi adolescencia, ha sido como mi hermana, y entre los donceles me ha distinguido como pariente”. De su precoz talento da muestras el hecho de que a los diecinueve años ya había compuesto su Collar (ÿAnaq), gramática hebrea en cuatrocientos versos acrósticos, para facilitar su estudio. Sin embargo, le atraían más las cuestiones filosóficas, especialmente las referentes a la explicación de la realidad y a las cuestiones morales. El filósofo se descubre también en la obra poética, pues su visión religiosa expuesta en esa poesía se manifiesta enriquecida con aportaciones filosóficas y astronómicas, complaciéndose el poeta en seguir la acción creadora de Dios; en la poesía el autor muestra su actitud de búsqueda de la sabiduría como actitud vital: “Yo he escrutado los secretos del lenguaje cadencioso, y he franqueado las puertas de las ciencias y del saber, entre sus piezas dispersas, collares pude recoger, y entre lo que era olvidado, perlas pude coleccionar […]. Yo penetré en sus moradas, las cuales permanecían arcanas a todo sabio, y así escribo cánticos que a mi alma alivian, y al corazón refrigeran de sus aflicciones”. Este interés queda confirmado por una frase que inserta en su obra más importante, donde dice: “Aplícate a esto y ama (stude ergo in hoc et ama), porque tal es el fin de la existencia del alma humana y allí está la gran delicia y la mayor felicidad”. Escribió más de veinte obras, pero sólo han llegado unas cuantas, entre ellas su obra más importante, La fuente de la vida, escrita en árabe, como sus otras obras filosóficas y luego traducidas al hebreo, pero conservada sólo en su versión latina; en ella expone la derivación de las substancias a partir de Dios, que es Voluntad o Palabra, al modo de la emanación, siendo el común denominador de toda la realidad la materia y la forma universales, creadas en el momento de su unión al formar la Inteligencia, a la que siguen el Alma, la naturaleza y el mundo corpóreo. También compuso un diván con más de quinientos poemas abarcando todos los géneros, religiosos y seculares, en las que se percibe influencias de la Cábala del Séller Yĕîirá. Estas poesías han contribuido a realzar la importancia de Ibn Gabirol como poeta y no sólo como filósofo, tal como fue considerado antaño.

 

Obras de ~: ÿAnaq (Collar) (c. 1040); Kitªb iîlªÊ al-ajlªq (Libro de la corrección de los caracteres) (c. 1045); Mujtªr al-ÿawªhir (Selección de perlas); Yanbñ‘ al-Êayªt (La fuente de la vida); Poesías seculares y religiosas.

 

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Rafael Ramón Guerrero