viernes, 10 de junio de 2022

IBN NAGRELA, SAMUEL

 

IBN NAGRELA SAMUEL

Ibn Nagrela, SamuelSamuel b. Yosef ha-Levi b. Nagrela. Córdoba, 993 – Granada, 1056. Político, sabio y poeta judío.

Samuel b. Nagrela, llamado en las fuentes árabes Abū Ibrāhīm Ismā‛īl b. Nagrela, es uno de los personajes más importantes del judaísmo hispano medieval, tanto desde el punto de vista social y político como literario e intelectual. Su figura puede analizarse tanto a través de las fuentes árabes y que dejaron constancia del relevante papel que desempeñó en su tiempo como de su propia obra poética, muy abundante. Asimismo, esa relevancia explica que los expertos le hayan dedicado una particular atención, en especial los historiadores judíos y los hebraístas, existiendo un importante volumen de estudios sobre su figura, su trayectoria y su producción escrita que facilita el conocimiento de su trayectoria.

Buena parte de lo que sabemos de Samuel antes del inicio de su trayectoria política procede de la biografía que Abraham b. Dawud incluye en el Libro de la tradición. La familia de los Banū Nagrela procedía de Mérida y se proclamaba de ascendencia levítica. Sobre la denominación de Ibn Nagrela se han formulado dos hipótesis. Algunos especialistas consideran que sería un diminutivo del latín nagra, mientras que otros lo interpretan como otro ejemplo de una denominación típica de los judíos medievales, incluyendo una parte latina, en este caso Negrella o Negrilla, con el significado de “hijo de la Negrilla”, lo que tal vez aludiría a un origen norteafricano. Pese a los orígenes emeritenses de la familia, Samuel nació en Córdoba, donde se educó con algunos de los maestros judíos más importantes de la época, como anok b. Mošeh y el filólogo Yehudah ayyūŷ. Su biógrafo destaca su sólida formación y su profundo conocimiento en lengua y literatura árabes, lo que le sería de gran utilidad en el desarrollo de su trayectoria. Así lo ratifica uno de los primeros episodios destacados de su actividad intelectual, la polémica sostenida en 1013, siendo todavía muy joven, con Ibn azm, a la que el célebre polígrafo cordobés alude en su obra sobre la historia de las religiones. Asimismo, se ha sostenido que la célebre Refutación escrita años más tarde por Ibn azm, de fuerte contenido anti-judío, estuvo motivada por un escrito anti-coránico previamente redactado por el propio Ibn Nagrela, si bien hay motivos para dudar que el ya entonces visir de la dinastía ZÌrí fuese el verdadero autor de esa presunta obra.

La trayectoria de Ibn Nagrela experimentó un cambio decisivo en el año 1013, cuando la entrada de los beréberes en la capital del califato lo hizo abandonar su ciudad natal, instalándose en Málaga, donde se dedicó al comercio. En esta ciudad fue donde se produjo la circunstancia, al parecer algo casual, que había de conducirlo por el camino de la actividad política, que hasta entonces le había sido totalmente ajena. Según el relato de Ibn Dawud, su tienda colindaba con la vivienda de Ibn al-‛Arīf, secretario del soberano ZÌrí de Granada, quien, sorprendido por sus dotes, lo tomó a su cargo. Su biógrafo pretende que ya en 1020 Samuel se habría instalado en la corte granadina, fecha considerada demasiado temprana por los especialistas, siendo más probable que ello no sucediese hasta poco antes de la muerte de abūs en 1038. Fue la desaparición de su mentor, Ibn al-‛Arīf, la que le abrió la posibilidad de convertirse en persona de confianza del soberano. Antes de morir, el secretario confió al soberano abūs la capacidad y habilidad de Ibn Nagrela, tomándolo entonces a su servicio. En principio, era su hijo el destinado a sucederlo pero, según las fuentes árabes, Samuel hizo gala de su astucia para apartar al joven y ocupar su lugar.

A partir de entonces se inició su trayectoria política, que cabe calificar como ampliamente exitosa. Buena prueba de ello son las elogiosas caracterizaciones que le dedican las fuentes árabes, pese al hecho de que, tradicionalmente, la normativa islámica relativa a las minorías judía y cristiana prohibía que ningún no musulmán desempeñase función pública alguna que implicase preeminencia o autoridad sobre los musulmanes. Gracias a sus condiciones personales, a su inteligencia y sus profundos conocimientos, Ibn Nagrela despertó la admiración de los árabes, quienes suelen nombrarlo mediante la relación de paternidad (Abū Ibrāhīm) e incluso como šayj, claras muestras de respeto y consideración.

Ibn Nagrela alcanzó la máxima preeminencia política en su tiempo, logrando la plena confianza del soberano Zirí y convirtiéndose en el verdadero hombre fuerte dentro de la corte granadina. Las fuentes árabes destacan el monopolio judío en la recaudación de impuestos y la gran riqueza de Ibn Nagrela. Tanto su preeminencia política como potencia económica suscitaron la enemistad de los beréberes, pero su sagacidad y su eficacia le hicieron contar siempre con el apoyo del soberano. Asimismo, dichas fuentes describen cómo Ibn Nagrela supo ganarse la confianza de Bādīs, hijo y sucesor de abūs, gracias a su habilidad política. En efecto, los partidarios de Buluggīn, hermano de Bādīs, pretendieron involucrarlo en una conjura para deshacerse del soberano, pero, en lugar de unirse a los rebeldes, Ibn Nagrela comunicó a Bādīs sus intenciones y, gracias a ello, pudo evitar ser asesinado. A partir de entonces y a lo largo de dieciocho años (1038-1065), Ibn Nagrela se convirtió en el principal apoyo del soberano ZÌrí, siendo elevado al máximo rango, de forma que, a la función de secretario que desempeñó con abūs se unió a partir de entonces la de visir. A partir de la propia producción poética de Ibn Nagrela, algunos especialistas han pretendido, incluso, que Ibn Nagrela desempeñó funciones de índole militar, llegando a dirigir campañas bélicas, si bien otros autores cuestionan abiertamente este extremo, considerándola como irreal e imposible en el contexto de su época, producto del mero afán de los propios cronistas y autores judíos por engrandecer su figura. Si bien su presencia en campañas militares parece incuestionable, su papel no habría pasado del de mero consejero de operaciones.

Su relevante función en el ámbito político lo convirtió en el personaje judío más importante de su tiempo, siendo elevado a la categoría de nagid o representante de la comunidad ante las autoridades musulmanas, circunstancia que se habría producido en el año 1027, según Ibn Dawud, si bien es un autor poco fiable en el aspecto cronológico. El título, de procedencia norteafricana, no sería ostentado en al-Andalus por ningún otro después de su muerte.

Junto a su actividad política, la segunda faceta más importante es la actividad intelectual, en la que también alcanzó una posición destacada. Ello fue incluso reconocido por los propios autores árabes, como denota su mención por su coetáneo toledano Sā‛id al-Andalusī entre los más importantes sabios hebreos, destacando su conocimiento de la ley mosaica. En este ámbito se le atribuyen la primera recopilación de derecho judío relativo a las reglas de la vida cotidiana realizada en al-Andalus y una introducción al Talmud. Junto al conocimiento de la ley, también cultivó la lengua y la literatura y, como discípulo de ayyūŷ, mantuvo una conocida controversia con el lingüista Yonah b. ŶahaÊ de Zaragoza, si bien no se conoce casi nada de la parte filológica de su producción. No menores eran sus conocimientos en lengua árabe, ponderada por los propios autores árabes, siendo este particular dominio el que le abrió las puertas de la función de escribano y secretario, en la que sobresalió, al punto que Ibn ayyān señala que podría haber pasado como el más egregio secretario habido en el Islam. Asimismo, dichas fuentes mencionan sus vastos conocimientos científicos en ámbitos como las matemáticas, la geometría, la lógica y la astronomía.

Su producción poética ha sido profusamente analizada por los hebraístas, en especial A. Sáenz-Badillos, quien destaca, en primer lugar, su abundancia, con más de mil setecientos poemas en los que emplea la métrica árabe, aunque sin apartarse de la auténtica tradición judía. La temática que aborda abarca temas muy diversos y variados, entre los que destacan lo poemas bélicos, báquicos, sobre la naturaleza, sátiras y plegarias, etc. Por todo ello, es considerado el primero de los grandes poetas del “siglo de oro” de la literatura hebrea de al-Andalus. Asimismo, es preciso mencionar su importante labor de promoción y mecenazgo de la cultura hebrea y judía, no sólo en al-Andalus, llevando a cabo una amplia tarea de difusión de la Torah mediante la compra de libros y la ayuda económica a los que deseaban dedicarse al estudio o la literatura. Entre sus patrocinados se cuentan figuras relevantes de la cultura hebrea como Isaac ibn Albalyah, Isaac ibn Gayyat y Shelomoh ibn Gabirol, este último uno de los mejores poetas de la citada época dorada de la literatura hebrea sefardí.

Samuel murió en Granada en el año 1056, siendo sucedido en sus funciones como visir por su hijo Yūsuf, lo cual prolongó por espacio de otros diez años el predominio de los Banū Nagrela en la corte granadina. Sin embargo, su actuación no fue tan exitosa como la de su padre, en parte debido, al parecer, a su vanidad y ostentación, lo que alimentó el antijudaísmo popular que, convenientemente excitado por los agitadores, acabaría desembocando en 1066 en un pogromo que acabó con su vida y con la de buena parte de la comunidad judía granadina.

Bibl.: E. García Gómez, “Polémica religiosa entre Ibn azm e Ibn al-Nagrilla”, en Al-Andalus, 4, (1936), págs. 1-28; J. Schirmann, “Le diwan de Semu’el Hannagid consideré comme source pour l’histoire espagnole”, en Hesperis, 35 (1948), págs. 163-188; “Samuel ha-Nagid: The man, the soldier, the politician”, Jewish Social Studies, 13 (1951), págs. 99-126; H. R. Idris, “Les Zirides d’Espagne”, en Al-Andalus, XXIV (1964), págs. 39-145; E. Ashtor, The Jews of Muslim Spain, Filadelfia, 1973-1984, 3 vols.; M. Fierro, “Ibn azm et le zindīq juif”, en Revue du Monde Musulman et de la Méditerranée, 63-64 (1992), págs. 82-89; D. J. Wasserstein, “Samuel Ibn Naghrīla and Islamic Historiography in al-Andalus”, en Al-Qantara, XIV (1993), págs. 109-125; A. Sáenz-Badillos, “Selomoh ibn Gabirol y Semu’el ha-Nagid: de la amistad al rompimiento”, Corollas philologicas in honorem Iosephi Guillén Cabañero, Salamanca, Universidad Pontificia, 1983, págs. 575-601; A. Sáenz-Badillos, “La poesía bélica de Shmu’el ha-Naguid: una muestra de convivencia judeo-musulmana”, I Congreso Internacional Encuentro de las Tres Culturas, 3-7 octubre 1982, Toledo, Ayuntamiento, 1983, págs. 219-235; A. Sáenz-Badillos, “YisÊaq b. Khalfūn y Shmu’el ibn Nagrella ha-Nagid”, en Miscelánea de estudios Árabes y Hebraicos, 33/2 (1984), págs. 21-43; A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás (eds.), Šemu’el ha-Nagid. Poemas, I. Desde el campo de batallaGranada, 1038-1056, Córdoba, El Almendro, 1988; A. Sáenz-Badillos, Literatura hebrea en la España medieval, Madrid, Uned, 1991, págs. 80-89; A. Sáenz-Badillos y J. Targarona Borrás, “Shemuel ha-Nagid, un poère juif dans la vie politique musulmane du XIe siècle”, Chrétiens, musulmans et juifs dans l’Espagne médiévale. De la convergence à l’expulsion, París, 1994, págs. 135-180; A. García Sanjuán, “Violencia contra los judíos: el pogromo de Granada del año 459 H./1066”, De muerte violenta. Política, religión y violencia en al-Andalus (EOBA, XIV), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2004, págs. 167-206; F. Maíllo Salgado, “Los judíos en las fuentes andalusíes y magrebíes: los visires”, Del pasado judío en los reinos medievales hispánicos. Afinidad y distanciamiento. XIII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí de la Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, Universidad de Castilla La Mancha, 2005, págs. 169-204.


Alejandro García Sanjuán

 

BÄDÚS B. HABÚS

 

BÄDÚS B. HABÚS


Bādūs b. Ḥabūs: Abū ‘Abd Allāh Bādīs b. Ḥabūs, al-Manṣūr. ¿Granada?, u. t. s. IV/X – ¿Granada?, 20. Šawwāl, 465 H./ 30.VI.1073 CTercer emir de la taifa de Granada desde 429 H./1038 C. hasta 465 H./1073 C.

Tomó Bādīs b. Ḥabūs las riendas del poder de la taifa granadina tras suceder a su padre ḥabýs b. Māksan, que falleció en 429/1038; ambos pertenecían a la rama de los Zīríes que regían esta taifa desde comienzos del siglo V/XI. Esta sucesión fue aceptada por el hermano de Bādis, Buluggīn b. ḥabýs, pero no por su primo Yaddayr b. Hubasa, que mantenía la esperanza de convertirse en legítimo sucesor por haber ejercido como colaborador de ḥabýs y dado que, según ‘Abd Allāh, tenía a gala haber resuelto con inteligencia y pericia todo asunto de responsabilidad que se le hubiese encomendado (véase ḥabýs b. Māksan). Pero la evolución dinástica estatal se consolidaba y el asunto se resolvió a favor de la transmisión patrilineal que, a pesar de no ser habitual en grupos clánicos, se instauró y constituyó entre los Zīríes granadinos. Estos beréberes “nuevos” se diferenciaban de los andalusíes por la fuerza que al inicio mostraban sus estructuras tribales, aunque poco a poco se consolidó su arabización, siendo un notable ejemplo de asimilación a la cultura árabe el caso del emir ‘Abd Allāh de Granada, como queda patente en sus famosas “Memorias” (El siglo XI en 1ª persona).

El nombre del emir, Bādīs, fue habitual entre la rama de los Zīríes que regían Ifrīqiya desde finales del siglo X; Bādīs se llamó también el tercer emir Zīrí de Ifrīqiya, que enlaza a través de Zīrí con la rama de Granada -aquél era Bādīs b. al-Manṣýr b. Buluggīn b. Zīrī, que tomó como sobrenombre honorífico el de Nāṣir al-Dawla (386/996-406/1015-1016).

Una vez que Bādīs se situó en el lugar de máxima responsabilidad de su taifa, se ocupó con interés de los asuntos ya iniciados por sus antecesores. En concreto, en lo que se refiere al proceso de edificación de la capital, Bādīs mantuvo la atención y el cuidado de sus antecesores en este asunto, al menos así lo afirmaba al-IdrĪsĪ (s. XII): [fueron] “consoli­dadas sus murallas y construida su alcaza­ba por ḥabýs al-ṢinhāŷĪ, a quien sucedió su hijo Bādīs b. ḥabýs, en cuyo tiempo fue completada la edificación de Granada y su poblamiento, que aún continúa” (véase ZāwĪ b. ZĪrĪ).

Afirman las fuentes que Bādīs estuvo aconsejado, en general, por un judío, Samuel b. Nagrela, que desde los últimos tiempos de ḥabýs venía destacando en la adminis­tración, ascendiendo rápidamente en la corte Zīrí hasta su muerte en 1056. Había dejado entonces su pues­to preeminente en la administración de Granada a su hijo José. Samuel b. Nagrela estuvo siempre en la escena granadina, y cierta responsabilidad parece haber tenido en el deterioro de relaciones entre Almería y Granada, que acabaron con la invasión del territorio granadino por parte de Zuhayr, vencido en 1038, a raíz de la cual ocupó Granada tierras al noroeste de Almería y recuperó Jaén. En todo ello hubo también intervención de los Abbādíes de Sevilla, quienes, tras proclamar a su presunto califa Hišām II, desde 1035, precisamente para oponerse en similares condiciones al califa ḥammý­dí, atacaron a éste, que entonces era al-Mu’talī, ven­ciéndolo y ocasionándole la muerte en 1036, para continuar contra los Birzālíes de Carmona. Estos enfrentamientos se saldaron con la victoria del grupo beréber en Écija, en 1039. Tras estos sucesos Bādīs atacó Sevilla, muriendo en aquellos combates un hijo del señor de aquella taifa, el ḥāŷib Muḥam­mad b. Ismāil b. Abbād, en el mismo año. Entre las taifas beréberes se iba consolidando el predominio de Granada, aunque aún actuara como aparente defensora del califato ḥammýdí, preso en querellas dinásticas, aun cuando Idrīs II logró mantenerse cinco años en su primer reinado, desde 1042 a 1047, reforzándose así también la posición del granadi­no Bādīs, quien dirigía sus campañas militares en esta época contra Ronda, Osuna, Morón y Carmona, al estallar desavenencias en el bloque de esas taifas beréberes. Desconocemos los detalles de estos conflictos, pero sí sabemos que no impidieron, en 1047-1048, que sus principales figuras, Isḥāq de Carmona, Muhammad de Morón, Abdýn de Arcos y Bādīs de Granada, reconocie­ran como califa al ḥammýdí Muḥammad b. al-Qāsim en Algeciras, apartándose del califa ḥammýdí de Málaga, Muḥammad b. Idrīs b. Alī, de sobrenombre al-Mahdī. Esta situación propició la toma de Algeciras por Sevilla, hacia 1054-1055, y la toma de Málaga por Bādīs, en 1056.

La toma de Algeciras por Sevilla estuvo precedida por la reclusión de los reyes de las taifas beréberes de Morón, Arcos y Ronda por el rey sevillano al-MutaÅid, en 1053, de la que sólo salió con vida el de Ronda. Asustado Bādīs ante el atrevimiento del sevillano, y ante una posible conjura en su contra, para la que él suponía habría de contar con el apoyo de los árabes que vivían en Granada, pensó incluso en deshacerse de éstos últimos, cosa que evitó Samuel b. Nagrela. Este suceso expone con claridad absoluta el estado de las relaciones entre los beréberes ZĪríes y la heterogénea población de su taifa, que mantenían entre sí en complejo equilibrio.

Bādīs, tras la muerte de Zuhayr en 1038, retomó sus contactos con la taifa de Almería, a partir de entonces regida por la dinastía de los Baný Ṣumādiḥ, de rancio abolengo árabe Tuŷibí; seguramente este ocasional “buen entendimiento” entre Granada y Almería, se debió a intereses comunes para compensar respectivos enfren­tamientos con otras taifas.

En el gobierno de Málaga situó Bādīs en 1056 a su hijo Buluggīn ayudado por un personaje clave, el visir y cadí Muḥammad al-Nubahī (o “al-Bunnahī”, según ha pro­puesto recientemente Muḥammad Bencherifa), el cual venía ya destacando en la administración de los califas ḥammýdíes.

En 456/1063-1064, Buluggīn b. Bādīs Sayf al-Dawla, hijo mayor del soberano grana­dino, fue envenenado, acción adju­dicada al visir judío José b. Samuel b. Nagrela, dada la enemistad manifiesta entre ambos, y dadas las suspi­cacias que provocaba aquel visir, verda­dero amo de la situación, y puesto que Bādīs había enveje­cido y perdía la capacidad del control directo en sus asuntos de Estado. Dichas suspicacias las refleja el emir Abd Allah en sus “Memo­rias” (El siglo XI, 114-115), donde culpa al judío José: “... luego se descompusie­ron las cosas, por la traición de que nos hizo víctima el judío (¡Dios le maldiga!); porque Guadix, con todos sus territorios anejos pasó a poder de [Muḥa­mmad b. Man] b. Ṣumādiḥ [señor de Almería], y porque los restantes soberanos se lanzaron contra nuestros dominios, no dejándonos más que Granada, Almuñécar, Priego y Cabra.. Cuando corrió entre los súbditos la nueva de que había muerto el 'príncipe excelso', [Buluggīn b.] Bādīs, que por mucho tiempo no se había mostrado a ellos, nuestras guarnicio­nes evacuaron los castillos y éstos fueron ocupados ilegalmente por los habitantes del país”.

Este texto muestra la rela­ción entre los Zīríes Ṣinhāŷa y sus súbditos andalusíes, y el hecho de que un problema dinástico era suficiente para hacer desaparecer el buen entendimiento entre unos y otros. Bādīs, cada vez más anciano y menos capaz, empezaba a apoyarse en advenedizos, como al-Naya, que iba desplazando a José b. Nagrela de su preeminencia junto al soberano. José, intrigando contra un hijo de Bādīs, Māksan, logró que fuera expulsado de Granada, el cual, marchando a Jaén, se declaró independiente, restándole a la taifa granadina dicho territorio. Inten­tando mantenerse a toda costa, José b. Nagrela ofreció Granada al rey de Almería, al-Mutaṣim, que avanzó con sus tropas, y se instaló cerca del lugar. Los granadinos, unidos bajo una causa común —pueblo y élite, beréberes y andalusíes— se alzaron el 31 de diciembre de 1066 contra José y contra sus correli­gio­narios, dejando disminuida la presencia de judíos en esta ciudad al morir muchos de ellos en este suceso.

Ahora serían los Ṣinhāŷa los que procuraron ganar el terreno cortesano y político que otros habían venido ejerciendo en la taifa granadina y, según las “Memorias” de ‘Abd Allāh (El siglo XI, 133): “se envalentonaron los Ṣinhāŷa y mostraron con sus hechos poca sumisión al soberano, que tenía que hacer frente a los tumultos que estallaban contra él por todas partes. Dichos Ṣinhāŷa se convirtie­ron en visires y ocuparon los altos puestos del Estado”. Bādīs pidió ayuda a al-Ma'mýn de Toledo para recuperar tierras, sobre todo Guadix, y luchar contra Almería, hasta volver al equilibrio con unos y otros. Los giennenses volvieron a obedecer al señor de Granada, expulsando de Jaén a Māksan, que se refugió en Toledo, aunque tornó a Granada y, mostrando un comportamiento advenedizo, perdió la posibilidad de ser designado sucesor por su padre Bādīs, cuya última gesta fue recobrar Baeza que estaba en poder del rey de la taifa de Denia.

Murió Bādīs, el 20 de šawwāl de 465/30 de junio de 1073. Fue uno de los más importantes reyes de las taifas de al-Andalus. Se había titulado al-Nāṣir (“el Triunfante”) y al-Mu’affar (“el Victorioso”), con referencia explícita al sobrenombre honorífico del primer califa de Córdoba ‘Abd al-Raḥman al-Nāṣir, por una parte, y por otra al del primer sucesor del chambelán Almanzor, su hijo ‘Abd al-Malik al-Mu’affar, conjugando así los nexos con Omeyas y Amiríes, como también al adoptar el título de chambe­lán (ḥāŷib), había dejado claras las pautas políticas en que se situaba. Es curioso, sin embargo, que no reflejó tales títulos en sus monedas, en las que mantuvo, hasta 1063, la referencia hammudí, como vínculo legitimador, aún cuando sus califas ya se habían extinguido.

Es sabido que la acuñación de moneda es signo del Estado y que la limitación con que los reinos de taifas emitieron moneda es manifestación de su fragilidad estatal. No sólo faltó en general buen oro, excepto en algunos dinares de Zaragoza y Sevilla, en fracciones de dinar en ciertas taifas, y en los dinares de los ḥammýdíes, sino que algunas taifas nunca acuñaron tipo alguno de moneda e incluso las que sí lo hicieron, no mantuvieron emisiones a lo largo de todo su reinado. ḥabýs b. Maksan murió sin haber acuñado moneda en su nombre. En cambio, supeditadas las taifas de beréberes a los califas Hammudíes, aunque fuera simbólicamente, de ellas sólo la taifa de Granada emitió mone­da, desde 1058-59 a 1081-82, ya con posterio­ridad al final de los ḥammý­díes manteniendo siempre la referencia expresa a éstos, los cuales, venidos del Magreb, habían acuñado moneda primero en Córdoba (1016-1026) y luego en Málaga, dejando claro su convencimiento de legitimidad.

En lo que se refiere al hecho de la sucesión, algunas de las monedas de Bādīs, sin fecha, señalan como presunto heredero a su hijo Bulug­gīn, muerto en 1063-64. Pero Bādīs tenía también a su hijo Māksan, que gobernaba Jaén con autono­mía ascendente el cual, como ya hemos dicho, perdió la oportunidad de ser nombrado heredero. Y tenía dos nietos, descendientes de Buluggīn: el mayor, TamĪm al-Mu’izz al-Mustan­ṣir, y el siguiente, ‘Abd Allāh, que habría de convertirse en el último emir de la taifa granadina. Parece evidente que el primero de ellos nunca llegó a ser designado sucesor por su abuelo. Residía en Málaga, donde Bādīs había nombrado a un jeque ṣinhāŷí para que se hiciera cargo del control del lugar hasta que el príncipe tuviera edad para gober­narla. En 1073 comenzó el gobierno de aquél, al tiempo que su hermano ‘Abd Allāh accedió al trono de Granada. Tamīm se fue distanciando de su hermano, llegando el enfrentamiento a serias controversias que acabó arbitrando y usando en su propio beneficio, el emir de los Almorávides, Yýsuf b. Tašýfin, desde sus intervencio­nes en al-Andalus a partir de 1086.

Según algunas fuentes, fue Bādīs un gobernante admirado por personajes influyentes de su época debido, entre otras razones, a su ecuanimidad, ésta fue ensalzada incluso en anécdotas de adab que cabe recordar. El autor de la obra Kitāb al-Ýaharāt al-man£ýra, b. Simak (s. XIV), que pertenecía a una ilustre familia de cadíes y juristas en Málaga y Granada, redactó esta obra de prosa edificante con cien ejemplos o historias de los cuales treinta y ocho se dedican a temas andalusíes. Sólo dos historias se refieren a la Granada de su tiempo, y de ellas una se dedica a loar al emir Bādīs b. ḥabýs quien, en el correcto desempeño de su responsabilidad en materia jurídica, impuso el castigo merecido a un sobrino que había sido denunciado por el rapto de una mujer (M. Guillén Monje, “Dos azahares sobre Grana­da”, 237)


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Pocklington, “ La etimología del topónimo ‘Granada’ ”, en Al-Qantara, IX (1988), págs. 375-402; P. Guichard, “Quelques reflexions sur le monnayage des prémiers taifas andalouses (1009/400-1059/451)”, en II Jarique de Numismàtica Hispano-Àrab, Lleida, Institut d’Estudis Ilerdencs, 1990, págs. 155-162; Les musulmans de Valence et la Reconquête (XIe-XIIIe siècles), Damasco, IFAO, 1990-1991, 2 vols.; M.ª J. Viguera Molins, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992; M. Q. ṬawŪl, Mamlakat GarnāṬa fĪ ‘ahd BanĪ ZĪrĪ al-barbar, Casablanca-Beirut, Dar al-kutub al-ilmiyya, 1414/1994; M.ª J. Viguera Molins, “Historia política”, en M.ª J. Viguera Molins (Coord.), Historia de España Menéndez-Pidal, VIII-1: Los reinos de taifas. Al-Andalus en el siglo XI, Madrid, Espasa Calpe, 1994; Ch. Mazzoli-GuintardVilles d'al-Andalus, Rennes, 1996 (trad. Ciudades de al-Andalus, Granada, Ed. Almed, 2000); F. 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Calero Secall, “Los Baný l-ḥasan al-BunnahĪ: una familia de juristas malagueños (ss. X-XV)”, en C. Castillo Castillo, I. Cortés Peña y J. P. Monferrer Sala (eds.), Estudios árabes dedicados a D. Luis Seco de Lucena, Granada, 1999, págs. 53-76; M.ª J. Viguera Molins, “Al-Andalus: de Omeyas a Almoha­des”, en La Historia Medieval en España. Un balance historiográfico (1968-1998). XXV Semana de Estudios Medievales (Estella-Lizarra 1998), Pamplona, 1999, 51-147; M.ª J. Viguera Molins, “Los Reinos de Taifas y el dominio magrebí (siglos XI-XIII)”, en R. G. Peinado Santaella (ed.), Historia del Reino de Granada, I, Granada, Universidad de Granada y Legado andalusí, 2000, págs. 155-185; J. M. SafranThe Second Umayyad Caliphate. The Articulation of Caliphal Legitimacy in al-Andalus, Cambridge, Mass.-Londres, Cambridge University Press, 2000; J. Ramírez del Río, La Orientalización de al-Andalus. Los días de los árabes en la Península Ibérica, Sevilla, Universidad, 2002; Ibn al‑JaṬŪB, A’māl al-A’lām, ed. de S. K. Hasan, Beirut, Dār al-kutub al-’ilmiyya, 2002 (E.I., 2ª ed.: I, 6b; 134a; 1350; II, 1036b; 1038b; III, 150b; VI, 215ª, 216a, 717a; VII, 762b, 768ª); A. Canto y T. Ibrahim, Moneda andalusí. Colección del Museo Casa de la Moneda, Madrid, Fundación Real Casa de la Moneda, 2004.


Fátima Roldán Castro

 

jueves, 2 de junio de 2022

BACALAO GUISANDO CON ACEITE DE OLIVA CON HIERBAS

 

BACALAO GUISADO EN ACEITE DE OLIVA CON HIERBAS




Esta receta española, con mucho ajo y muchas hierbas, no sería una receta excepcional sin el sabor del aceite de oliva virgen extra, que resalta los demás sabores de los ingredientes que la componen

Ingredientes

800 gr de filetes de bacalao fresco o congelado (yo use lomo de bacalao congelado)

3 Cucharadas de harina

4 Dientes de ajos

1dl de aceite de oliva virgen extra

25 gr de cebollino fresco

30 gr de perejil fresco

 

Elaboración

Cortamos los lomos de bacalao en trozos de 4 x 4 cm. Y pasamos por harina.

Perlamos los ajos y cortamos en rodajas

En una sartén de fondo grueso, calentamos el aceite de oliva virgen extra y freímos en el los dientes de ajos laminados durante unos 3 minutos aproximadamente, o hasta que estén dorados y crujientes. Retiramos el ajo de la sartén y reservamos.

Colocamos los trozos de bacalao en el aceite caliente y freímos hasta que estén bien doraditos por todos lados durante 1 minuto. Bajamos el fuego y dejamos cocer el bacalao a fuego lento, durante 30 minutos, dándoles la vuelta a la mitad de la cocción. Agitamos la sartén de vez en cuando para liberar la gelatina y los jugos del bacalao, y crear una salsa un poco más espesa.

Mientras, picamos los cebollinos y el perejil. Agregamos las hierbas y el ajo al final del tiempo de cocción.

Mezclamos suavemente el pescado y el aceite, sazonamos el pescado con sal y pimienta negra recién molida.

Servimos el bacalao bien caliente, con patatas cocidas o al horno.

¡Buen provecho!

 

MOUSSE DE SALMÓN

 

MOUSSE DE SALMÓN





Ingredientes

200 gr de salmón ahumado

El zumo de 1 limón

Pimienta negra recién molida al gusto

½ Cucharadita de mostaza

Cebollino

Huevas de salmón o sucedáneo (opcional)

15 cl de crema fraiche semi espera (la venden en los supermercados)

 

Elaboración

En la licuadora o  trituradora, mezclamos el salmón ahumado, conservando una rodaja.

Agregamos la crema fraiche (nata fresca fermentada), el jugo de limón y la mostaza, licuamos unos segundos, hasta que veamos que queda una crema espesa.

Troceamos la rodaja de salmón ahumado reservada y la mezclamos con la mousse de la licuadora, espolvoreamos con pimienta negra recién molida al gusto, mezclamos suavemente.

Vertimos la preparación en vasitos o copas y decoramos con huevas de salmón o sucedáneos y ramillas de cebollino. Tapamos los vasitos con papel film y metemos en el frigorífico.

Servir la mousse de salmón muy fría.

¡Buen provecho!

 

 

lunes, 30 de mayo de 2022

ESTOFADO DE CORDERO A MI MANERA

 

ESTOFADO DE CORDERO A MI MANERA



Como siempre he usado en esta receta cordero ecológico “Lojeño”, Loja-Granada  www.acrol.es, por su calidad, y esta vez es “halal” que era el que tenía mi carnicero ese día. Pues me pillo en época de Ramadán y por supuesto el carnicero era el que más salida tenia, la calidad es la misma solo que esta matado según el rito musulmán “Halal”.

 

Ingredientes

1,250 de paletilla deshuesada de cordero  ecológico “Lojeño” Loja-Granada www.acrol.es

250 gr de caldo de ternera

1 Nabo pelado y cortado en dados

30 gr de mantequilla

1 Cucharada de aceite de oliva

1 Zanahoria grande cortada e en  rodajas gruesas

1 Cebolla cortada en cuartos

12 cebolletas de bulbo grande, sin  tallo

8 Patatas nuevas, peladas y cortadas por la mitad

1 Diente de ajo, machacado

400 gr de tomates pelados y picados

1 ramilletes de hierbas aromática (“Bouquet garni”)

1 Cucharada de harina

80 gr de guisantes congelados

 

Elaboración

Quitamos el exceso de grasa del cordero ecológico “lojeño” y cortamos en dados.

Calentamos el aceite de oliva y la mantequilla en una cacerola resistente al calor. Sofreímos en ella la cebolla y las cebolletas a fuego medio, durante 5 minutos o hasta que veamos que la cebolla esta tierna.

Agregamos el ajo, y salteamos durante 1-2 minutos más, luego lo retiramos de la sartén.

Colocamos el cordero troceado en pequeñas dosis y doramos rápidamente. Cuando estén  dorados los trozos de cordero, añadimos las cebollas fritas a la carne y espolvoreamos con harina, vertimos el caldo de ternera, removemos muy bien y seguimos cocinando, hasta que la mezcla este suave y ligeramente espesa.

Agregamos el nabo, la zanahoria, las patatas, los tomates y el Bouquet garni, tapamos y dejamos hervir a fuego lento durante 2 horas, o hasta que la carne de cordero este tierna, removiendo de vez en cuando.

Agregamos los guisantes después de 15 minutos, retiramos el Bouquet garni antes de servir.

¡Buen provecho!

 

 

HUEVOS AL HORNO "CHARLY"

 

HUEVOS AL HORNO “CHARLY”





Ingredientes

8 Huevos grandes y frescos

2 Pimientos rojos

1 Cebolla grande

1 Diente de ajo

Aceite de oliva

La carne de 1 pimiento seco hidratado

Sal

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 180º.

Pelamos la cebolla y los pimientos con un pelador, quitándoles las semillas a los pimientos y el pedúnculo. Troceamos las verduras.

Pelamos el diente de ajo y picamos.

En una sartén, calentamos un chorrito de aceite de oliva y sofreímos la cebolla y los pimientos (podéis usar pimientos asados de bote o pimientos del piquillo, ya está en vuestro gusto) a fuego lento, tapados durante 5-8 minutos. Agregamos el ajo picado removemos y continuamos cocinando durante 2 minutos. Salpimentamos al gusto y espolvoréamos con una pizca de carene de pimiento seco hidratado o pimentón según queráis, removemos bien, y apartamos la sartén del fuego.

Distribuimos las verduras en cuatro platos para huevos (refractarios) o en una fuente como deseéis, haciendo dos pequeños nidos.

Rompemos suavemente los huevos en la parte superior, metemos en el horno durante 7 minutos, o hasta que veamos la clara cuajada y blanca.

Servir caliente.

¡Buen provecho!

 

ENSALADA DE PATATAS EL CALDERO NAZARÍ

 

ENSALADA DE PATATAS EL CALDERO NAZARÍ



Llegaron las primeras patatas, comencemos con esta  ensalada ideal para la primavera y el verano. Es contundente y sabrosa.

 

Ingredientes

45 gr de aceite de oliva

30 gr de mantequilla

3-4 Dientes de ajos

125 gr de cebolla

800 gr de patatas nuevas

100 gr de vino blanco,

1 Cucharadita de sal

Pimienta negra recién molida

1 Cucharadita de perejil picado

1 Pizca de cebollino

1 Pizca de estragón fresco o seco

65 gr de queso de vaca curado rallado

100 gr de tomates cherry

120 gr de ensalada verde (lechuga)

 

Elaboración

Lavamos la lechuga en agua fría, centrifugamos para quitarle toda el agua, aunque ya los supermercados nos las venden cortadas y listas para usar.

Enjuagamos los tomates cherry y quitamos el tallo.

Pelamos la cebolla, lavamos con agua fría y cortamos en juliana gruesa.

Pelamos los dientes de ajos, y cortamos en rodajas gruesas.

Pelamos las patatas, lavamos en agua fría  cortamos en dados, y las dejamos en cuenco con agua para que suelten el almidón.

En una sartén grande, calentamos el aceite de oliva y la mantequilla, agregamos el ajo y la cebolla, salteamos unos minutos y cuando veamos que están un poco transparentes, añadimos las patatas muy bien escurridas de agua, cocinamos por 10 minutos, luego agregamos el vino, y continuamos cocinando, hasta que las patatas estén cocidas.

Tan pronto como las patatas estén cocidas, añadimos sal al gusto, pimienta negra recién molida al gusto, el perejil picado, el estragón picado, mezclamos bien, y cocinamos por unos minutos más y luego dejamos enfriar.

Vertimos la preparación en una ensaladera, previamente hemos puesto como cama la lechuga cortada, añadimos el queso de vaca rallado, los tomates cherry.

La ensalada podemos servirla fría o tibia, según gusto.

¡Buen provecho!