LOS ÚLTIMOS POETAS DE AL ÁNDALUS
Yusuf III, Ibn Furkun, Ibn al-Qaysi
al-Basti
Autor: Soha
Abboud-Haggar - Fuente: Identidad Andaluza
Nenúfares en una alberca de los jardines de Yusuf III en la Alhambra
Cuando se habla de literatura andalusí de
los Banu Nasr, señores de la Alhambra y últimos reyes musulmanes en la
Península, dos nombres resplandecen con luz propia: el del visir, secretario de
Cancillería, literato y polígrafo granadino Lisan al-Din lbn al-Jatib
(1313-1375) y el de su discípulo y sucesor en el cargo, el poeta Abu Abd Allah
Muhammad lbn Zamrak (1333-1393).
El primero destacó en muchos campos de las
letras: prosa epistolar, poesía —compuso miles de versos, según los patrones
árabes tradicionales y con el contenido habitual de su tiempo, como el
panegírico y la descripción—; sin embargo, dio su verdadera talla en el campo
de la Historia.
lbn Zamrak, que accedió al funcionariado
cortesano gracias al apoyo de su maestro lbn al-Jatib —al que luego traicionó
como hicieron muchos otros—, dejó su nombre escrito con letras de oro en las
salas y fuentes de los palacios de la Alhambra, gracias a sus numerosos versos,
grabados en ellos, que se hicieron famosos tras la traducción realizada por el
gran arabista Emilio García Gómez. Como su contemporáneo, lbn Zamrak siguió las
reglas de la poesía árabe tradicional con sus metros, sus rimas y sus
hemistiquios.
Sin embargo, ambos poetas, ligados al siglo
XIV, no marcaron el final de la poesía andalusí. El primero será recordado
siempre como gran compilador de poesía propia y ajena, mientras que el segundo,
relacionado, por un lado, con los magníficos palacios nazaríes, fue
inmortalizado por otro, en la recopilación que hizo de su obra uno de los
últimos poetas nazaríes destacados, el sultán Abu al-Haggag Yuso al Nasir
li-din Allah, Yusuf III, hijo del sultán Yusuf II y nieto de Muhammad V.
Yusuf III, un poeta en las mazmorras
Primogénito y famoso desde muy joven por su
ciencia, habilidad y buen sentido, fue nombrado por su padre heredero del
trono. A la muerte prematura de Yusuf II, en 1392, Yusuf III fue víctima de una
intriga palaciega urdida por su hermano, Abu Abd Allah Muhammad, que reinó como
Muhammad VII. Yusuf III permaneció encerrado durante dieciséis años en las
mazmorras del castillo de Salobreña (1392-1408) hasta el fallecimiento de su
hermano.
Los años de prisión avivaron en él el
sentimiento poético, y cuando fue liberado, a los 32 años, ya había escrito
numerosas composiciones cuyo común denominador eran la amargura y la tristeza;
son numerosos sus versos elegiacos en honor a su padre desaparecido; las
lamentaciones y reproches por la traición de su hermano; los tristes versos por
la humillación de la cárcel se entremezclan con los que claman venganza.
Destaca, sobre todo, la poesía en la que
expresó la profunda añoranza por su Granada: por la Alhambra, morada de su
familia, y sus palacios, los campos, las colinas, el Generalife, el oratorio y
el hipódromo de al-Sabbika’. Se incluyen también algunos poemas amorosos que,
según explicó el propio sultán, eran puro fruto de la imaginación.
Liberado de su largo cautiverio, Yusuf III
recibió la adhesión de destacadas personalidades de Granada, algunas de las
cuales lo hicieron por medio de composiciones poéticas que fueron recopiladas
por el poeta de su corte, Abu al-Husayn lbn Furkun, en un libro titulado Muzhir al-nur al basir fi amdah mawlana Abi
al-Haggagal-Malik al Nasir (El libro que arroja luz sobre lo que se
dijo en alabanza de nuestro señor Abu al-Haggag, apodado al-Nasir).
Aparte de sus propios versos, compuestos en
las distintas ocasiones sociales y políticas que constituyen su diwan, Yusuf
III emprendió la tarea de recoger toda la obra del poeta lbn Zamrak, con el que
le unió una relación de admiración y, sobre todo, una lealtad política que, sin
duda, fue causa de las desgracias que afligieron al poeta de la Alhambra.
Esta recopilación, denominada al-Baqiyya wal-Mudrak mm ka/am Ibn Zamrak
(Lo que queda y se conoce de lo que dijo Ibn Zamrak), sirvió de base al
conocido literato marroquí de Tremecén, al-Maqqari, para dar una muestra de la
obra de lbn Zamrak en su gran y famosa enciclopedia literaria Nafh al-Tib.
Cultura literaria y valor histórico
Yusuf III, que murió en 1417, hacia los 40
años, probablemente debido a las secuelas de su larga prisión, hizo una poesía
impersonal en gran parte, cuya calidad literaria es acorde con los parámetros
de la poesía andalusí tal como se desarrolló a lo largo del siglo XIV.
Enmarcada dentro de las normas generales del
clasicismo lírico árabe, su poesía muestra un profundo conocimiento de la obra
de los grandes vates árabes orientales y occidentales, como lo prueba el uso
frecuente de la figura retórica de plagio explícito, reconocida en las letras
árabes, que consiste en insertar en la composición poética versos de poetas
famosos o crear versos parecidos a los suyos.
En el estudio minucioso de la poesía de
Yusuf III se observa que no tomaba en serio el proceso de realización poética.
Los versos fáciles, sencillos y espontáneos, muestran una falta de revisión,
evidente por los errores métricos que se detectan. Sin embargo, el gran caudal
de comentarios literarios e históricos que se le conocen confirma la gran
cultura que atesoraba.
Su vocación poética le impulsó durante su
corto reinado a fomentar la poesía, que se declamaba tanto en los actos
oficiales como en los populares habituales en las cortes árabes: con motivo,
por ejemplo, de las dos fiestas musulmanas, del Sacrificio y de la Ruptura del
Ayuno al concluir el Ramadán, de la investidura de alguno de los príncipes o de
la circuncisión de los hijos de los cortesanos principales.
El valor de la obra de Yusuf III no reside
únicamente en el aspecto literario, sino también en su información histórica,
acrecentada porque las crónicas árabes sobre este postrer periodo de la Granada
islámica —de las cuales se tiene referencia a través de recopilaciones
posteriores— son escasísimas; la más relevante de ellas es una crónica anónima
titulada Nubdat al-asr fi inqi da’ dawlat
BaniNasr (Corta referencia sobre la desaparición del Estado de los
Banu Nasr).
Esta circunstancia obligó a los
historiadores a reconstruir los últimos acontecimientos de este turbulento
periodo únicamente por medio de las crónicas cristianas lo que, sin duda, no
resulta muy preciso.
La pasada década se descubrió en la
riquísima Biblioteca de al-Husayniyya, en Marruecos, tal y como precisa el
académico marroquí Muhammad Ben Chrifa, una de estas crónicas, obra de lbn
casim, titulada Gannat al-Rida,
que trata del reinado de Muhammad IX, y que el gran arabista español Luis Seco
de Lucena echaba en falta a la hora de redactar su obra sobre el reinado de
este sultán granadino.
lbn Furkun, un preciso poeta
cortesano
Los hallazgos del último cuarto de siglo en
las bibliotecas particulares marroquíes han sacado a la luz otra de las fuentes
literarias poéticas de indudable valor histórico, según confirma su editor y
comentarista, el profesor Ben Chrifa. Se trata del diwan del poeta cortesano de Yusuf III, Abu al-Husayn Ibn
Furkun, que proporciona precisos detalles de carácter histórico en la
introducción de cada uno de los poemas.
lbn Furkun, de cuyo nombre sólo se tenía,
hasta hace pocos años, referencia en el título de la recopilación poética que
hizo de los panegíricos dirigidos al sultán Yusuf III con ocasión de su subida
al trono, mencionado anteriormente, habría nacido alrededor del año 1379, en el
seno de una familia de escribanos cortesanos, cuyos miembros más destacados
eran el abuelo y el padre del poeta; éste último, discípulo de lbn al-Jatib,
fue uno de los que traicionaron al visir al final de su vida.
De lbn Furkun no se tienen referencias
seguras, salvo las que se pueden deducir de su obra. Así, tal como precisa el
profesor Ben Chrifa, habría ingresado en la Cancillería Real en el año 1408,
con la subida al trono de Yusuf III, al que acompañó durante todo su reinado.
Con la desaparición de Yusuf III, se pierden las referencias sobre lbn Furkun.
Versos para la Alhambra
Aparte del valor literario de la poesía de
lbn Furkun, su obra se caracteriza por una especial precisión histórica y por
el esmero a la hora de detallar circunstancias y fechas referidas al
acontecimiento para el que compuso sus versos. Así, se tienen noticias precisas
sobre los viajes que realizó Yusuf III a las distintas provincias, sobre las
relaciones que mantuvo con el Reino de Castilla y con los Benimerines, así como
sobre la extraordinaria actividad constructora desplegada por Yusuf II en la
Alhambra.
Sobre esto último, lbn Furkun precisó, por
ejemplo, que con fecha del 2 de saban de 815 hg/1412 había recibido órdenes de
Yusuf I de escribir versos para que fuesen grabados en relieve en el interior
de la cúpula del edificio que se encuentra delante de la puerta de al-Dar
al-Kabir (La Casa Grande), cuando se llevaron a cabo las obras de su
ampliación. Estos versos, como precisó el propio poeta, los compuso siguiendo
las indicaciones del sultán en cuanto al contenido, a la rima y a la métrica
(poema 18 de su diwan).
En este mismo edificio, según detalló lbn
Furkun, escribió muchos otros poemas de entre doce y cinco versos, para decorar
los arcos de las distintas ventanas y accesos, como la puerta principal y la
ventana que se encuentra frente a ella, desde la que se divisa la Alhambra. El
estudio pormenorizado de estos versos podría arrojar nuevas luces sobre el
magnífico complejo nazarí.
Por medio de los poemas que se recitaron con
ocasión de los desplazamientos y viajes del Sultán, lbn Furkun informa de que
Yusuf II tenía un palacio en la localidad de El Nublo, a las afueras de
Granada, que visitó tres veces; una de ellas, en el año 1412. Se sabe también
que la Fiesta del Cordero del año 1415 la celebró en Málaga, en su palacio
al-Muhdat, en donde reunió a los alfaquíes de la ciudad, a sus soldados y a los
ancianos para participar en los festejos que solían organizar los soberanos
musulmanes anualmente en estas fechas.
Como sus antecesores, Yusuf III ofrecía banquetes
y recibía la pleitesía de dignatarios y plebeyos. De los versos de lbn Furkun
se deduce, por ejemplo, que Granada y Málaga se disputaban el favor del Sultán.
Enriquecedoras informaciones
históricas
Se sabe, igualmente, que visitó la ciudad de
Almuñécar en dos ocasiones: una en 1415 y otra en 1417; allí, a causa de una
enfermedad muy grave que se intentó remediar operándole, encontró la muerte,
cuatro días después de despedir al sultán mariní, Abu Yusuf Yaqub, en el puerto
de la ciudad, el miércoles, 26 de Ramadán del 820 hg/1417, después de haber
ordenado organizar los festejos populares para celebrar la fiesta de la Ruptura
del Ayuno, que deberían tener lugar tres días después.
En cuanto a las relaciones de Yusuf I con
los reinos cristianos, lbn Furkun reflejó en su diwan, por ejemplo, las
discrepancias que hubo entre los consejeros reales, tras la subida de Yusuf III
al trono, respecto a la negociación de la tregua con Fernando, el regente del
infante Juan I algunos, como el alfaquí y poeta lbn al-Sarrag de Ronda, eran
partidarios de seguir la lucha (al-Yihad);
Abu Gafar lbn Furkun, tras analizar que la débil situación interna de Castilla
era propicia para los intereses musulmanes, opinaba lo mismo; mientras que el
hijo de este último, el poeta cuyo diwan se analiza, era partidario de la
tregua, según se desprende de su poema 61.
La postura del propio sultán se conoce por
medio de los versos, como el número 5, en el que se muestra proclive a la
continuación de la lucha armada contra los cristianos, pero lamenta, a la vez,
la precariedad de sus propias fuerzas y la falta de arrojo y valor detectada
entre su gente de las fronteras.
En lo que respecta a las relaciones de los
andalusíes con sus vecinos del Sur, los poemas de Yusuf III y de su poeta Ibn
Furkun corroboran las tempestuosas relaciones existentes entre los nazaríes y
los meriníes, hasta entonces sus aliados y protectores. Así, Yusuf III se jacta
de haber arrebatado Gibraltar a los meriníes después de un largo sitio marítimo
y terrestre, que terminó con la entrada del príncipe Abu al-Hasan Ali, hermano
de Yusuf III, en la plaza.
Este acontecimiento está narrado en el poema
67 de lbn Furkun: “Escribí cuando llegó el
mensajero del Emir Abu al-Hasan, Dios le proteja, anunciando el sábado 16 de
Gumada al-ula 817 hg/1414 la entrada a Gibraltar el viernes anterior lo
siguiente: 'Brilló la mañana de al-Fath (la conquista) en Yabal al-Fath (Gibraltar, en árabe), conquista que anuncié con una alegría indescriptible'”.
El poema en cuestión se compone de 58 versos, construidos según las normas
clásicas árabes.
Otro acontecimiento importante de este
reinado fue la caída de Ceuta en manos portuguesas. A esto se refiere Ibn
Furkun en su poema 209, aportando datos nuevos sobre el desarrollo de esta
batalla: “Y cuando aparecieron los barcos
portugueses en el Estrecho y permanecieron varios días en el puerto de
Algeciras hasta conquistar Ceuta, una grave enfermedad, por la cual se le
practicaron varios cortes en su piel con hierro, impidió al Sultán, Dios se
apiade de él, salir a su defensa, entonces recité a mediados del mes de gumada
al-taniya del año 818 1415 después de que los barcos portugueses, cuyo número
ascendía a 204, aparecieran el 26 de gumada primero del mismo año”.
Por tanto, los poemas de Ibn Furkun y de su
soberano Yusuf III constituyen un material de gran importancia para rastrear el
desarrollo político y militar de esta época desde el punto de vista musulmán y
se puede hasta corregir alguna que otra imprecisión en las informaciones
instaladas en la historiografía medieval cristiana.
Al respecto, el profesor Ben Chrifa, editor
del diwan de lbn Furkun, señala que el poema 258 de la antología indica que el
sucesor de Yusuf III fue su hijo Muhammad VIII, apodado 'El Pequeño', y no
Muhammad IX Ibn Nasr, apodado 'al-Galib bi
l-Llah', como supone cierta historiografía cristiana; lo ocurrido
es que este último se rebeló contra aquél, que era primo suyo, logrando
encarcelarle y sustituirle en el trono. Esta información corrobora lo que Luis
Seco de Lucena había ya indicado con anterioridad.
Ibn al-Qaysi al-Basti
La poesía de Yusuf III e Ibn Furkun no
anuncia el catastrófico final que iba a sufrir al-Andalus unos años más tarde,
perdiendo poco a poco sus territorios. Al contrario, presenta la sociedad
islámica habitual, con sus fiestas y sus celebraciones, con los lazos
personales establecidos por el soberano con los habitantes de los lugares clave
para preservar su trono y su reino; refleja la política pactista con los
cristianos, el clima de intrigas internas y las enemistades y recelos con los
reinos marroquíes, hechos que desembocarían en el desmoronamiento final del
poder nazarita.
Quien sí habló de la pérdida de pueblos y
ciudades y reflejó la tristeza y el miedo de los musulmanes andalusíes de su
época, que veían cerrarse cada vez más el cerco a su alrededor, fue Abd
al-Karim. Muhammad al-Qaysi al-Basti, llamado por los estudiosos 'él último poeta andalusí'.
Su diwan,
hallado en la Biblioteca Nacional de Rabat, Marruecos, no contiene la precisión
histórica que caracteriza la obra de su contemporáneo Ibn Furkun, en cuanto a
la aclaración de la fecha de cada uno de los acontecimientos a los que se
refiere. La única fecha explicitada es la de 1433, año en que cayó el castillo
de Alicun en manos cristianas.
Sin embargo, aparte del valor literario
intrínseco de esta composición poética para el estudio del ocaso de la lengua y
literatura árabes en al-Andalus, los versos de al-Qaysi al-Basti constituyen un
importante testimonio histórico, porque el poeta vivió personalmente los
acontecimientos que llevaron al desastre andalusí. Su interés se acrecienta
ante la práctica ausencia de otras fuentes documentales árabes sobre el período
en cuestión.
Los datos precisos de su biografía son
desconocidos, aunque los editores de su obra, los marroquíes G. Sayja y M.
al-Hadi, así como el citado profesor Ben Chrifa, han hallado algún vestigio de
ellos tras un rastreo minucioso de sus versos.
Nació en Baza, probablemente en la primera década
del siglo XV, y se educó bajo la dirección del sayj Abu Abd Allah al-Baggani.
Tuvo tres hijos, dos de ellos gemelos, que murieron a edad temprana. Ocupó
varios cargos como imam y jeque encargado del sermón del viernes, así como
gobernador de alguna provincia nazarí en dos ocasiones, cargos de los cuales
fue destituido. Era dueño de una escribanía a la que acudían amigos suyos para
intercambiar, tal vez, opiniones políticas o literarias.
Sus versos se caracterizan por un claro
sentimiento intimista. Al no escribir para un soberano, ni estar obligado a
componer versos para celebraciones ajenas, su obra adquiere un valor histórico
único por que en ella expresa sinceramente, sin omisiones ni disimulo, lo que
sentían los andalusíes ante el desastre ineluctable al que se veían abocados.
Por un lado, el lamento y la tristeza por la
pérdida de tierras y la huida de sus conciudadanos, como en estos versos en los
que describe un ataque cristiano contra su ciudad natal, Baza:
Por ello abandonamos los hogares
y nuestros párpados se alcoholaron de desvelo.
No quedó allí, en este lugar, ningún ser humano
al que no vieras que el exilio le sobreviniera
por estos enemigos que nos dañaron, quemando
las cosechas de nuestra tierra que ardieron.
y nuestros párpados se alcoholaron de desvelo.
No quedó allí, en este lugar, ningún ser humano
al que no vieras que el exilio le sobreviniera
por estos enemigos que nos dañaron, quemando
las cosechas de nuestra tierra que ardieron.
(poema 171;
traducción C. Castillo)
Por otro, la rabia y la impotencia ante la
ineficacia de los gobernantes, dedicados a las intrigas y a las luchas
intestinas en vez de a la defensa. Así se lamentaba ante la pérdida de
Archidona:
Nosotros seguimos la senda de la desunión,
pretendieron los bienes de nuestros correligionarios o el poder.
¡Imposible es lograr un derecho con falacias y
fraude, engaño, calumnia o falsía!
Nosotros seguimos la senda de la desunión,
pretendieron los bienes de nuestros correligionarios o el poder.
¡Imposible es lograr un derecho con falacias y
fraude, engaño, calumnia o falsía!
(poema 232;
traducción C. Castillo)
Con sus versos dirigía un llamamiento
desesperado a la guerra contra el enemigo, para intentar sacudir a los
andalusíes del letargo en el que se hallaban, al ver que todo se perdía:
¡Despertad, despertad! ¡Dejad el sueño!
¡Verídico
relato es el que os hago y cuento:
Quien hasta ahora lágrimas sólo haya derramado,
bermeja sangre deberá llorar desde ahora!
relato es el que os hago y cuento:
Quien hasta ahora lágrimas sólo haya derramado,
bermeja sangre deberá llorar desde ahora!
(final del
poema 232, sobre la pérdida de Archidona; traducción C. Castillo)
La rebeldía del poeta también se agota y,
entonces, adopta una postura resignada y providencialista, común a la mayoría
de los andalusíes contemporáneos:
El tiempo acabó con todo y permitió
violar el honor de su pueblo;
quién sabe si Allah salvará (Lorca) de estas dificultades y penas;
sólo le pedimos que esté cerca la victoria.
quién sabe si Allah salvará (Lorca) de estas dificultades y penas;
sólo le pedimos que esté cerca la victoria.
(estrofa
del poema 80, que escribió cuando cayó Lorca; traducción propia)
Los versos de al-Qaysi corroboran lo ya
sabido como la pérdida de Gibraltar, la caída de los castillos de Alicun y
Archidoria en manos cristianas y los ataques castellanos contra las ciudades de
Lorca y Baza, que causaron cuantiosas bajas entre sus moradores.
Estas informaciones son de escaso valor,
pues las fechas carecen de precisión y no identifican a los personajes
involucrados. Ahora bien, su testimonio tiene gran valor por ser la única voz
andalusí que, en un árabe propio de la época y de la zona, testimonia las
condiciones reales de la vida en Al Andalus.
Del cautiverio que sufrió en las mazmorras
cristianas de Úbeda dejó constancia, en los versos en los que se lamenta del
estado de postración al que se vio reducido: trabajar duramente bajo las
órdenes de un cristiano para ser vendido, luego, como esclavo:
¡Oh tú, que me sentenciaste al
sufrimiento y a la desgracia
al servicio de estos viles cristianos
fío en ti para liberarme del desastre!
al servicio de estos viles cristianos
fío en ti para liberarme del desastre!
(poema 137;
traducción propia)
Tuvo que reunir un rescate de 1.000 dinares
para recuperar la libertad y de sus versos se desprende que no recibió ayuda
económica alguna y que tuvo que vender sus libros para reunir la suma
necesaria.
Pero le esperaba otra desgracia, que muestra
el estado de lamentable inseguridad que se vivía en Baza y en las ciudades
andalusíes en general. Su escribanía, repleta de formularios notariales,
documentos y libros, fue pasto de las llamas a causa de una revuelta producida
en la villa.
La valoración literaria de la obra de los
poetas andalusíes del XV es tan interesante como la histórica. Fue parte del
conjunto general de la poesía árabe, tanto por sus formas como por su
estructura y su contenido. Por supuesto, tuvo rasgos diferenciadores propios
del momento y de la zona donde se desarrolló, distinguiéndose, además, por el
uso de un léxico coloquial de influencia magrebí.
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