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sábado, 13 de diciembre de 2025

YAHYA B. IDRIS AL-MAHDI

 

YAHYA B. IDRíS AL-MAHDI


Señor de Málaga (1055) durante el tiempo de los Reinos de Taifas * , perteneciente a la familia beréber de los hammudíes * . En la línea sucesoria de los hammudíes malagueños sería Yahya III. Era el hijo menor de Idrís, el hijo de Yahya, que había gobernado durante cuatro meses en los años 1039-40. Su nombramiento es meramente teórico porque el soberano zirí de Granada, Bádis b. Habús * se anexiona el territorio malagueño ante el intento de al-Mutadid de Sevilla * por conquistarlo. Yahya va entonces hacia Almería y luego a la Córdoba de los Banu Yahwar.

 

MUHAMMAD II AL-MAHDI


MUHAMMAD II AL-MAHDI

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Califa de Córdoba (1009-1010) durante los sucesos que llevan a la finalización del periodo omeya y la aparición de los Reinos de Taifas. El descontento contra Abderrahmán Sanchuelo * , hijo y segundo sucesor de Almanzor * al frente de la administración de al-Ándalus, toma cuerpo en un levantamiento contra él, aprovechando, en enero del 1009, que se encuentra de expedición en territorio castellano. Los sublevados cuentan como candidato a califa con un bisnieto de Abderrahmán III * an-Násir, Muhammad b. Hixam b. Abd al-Yabbar, que gobierna con el nombre de Muhammad II, abdicando en él el califa Hixam II * . Tras el asalto a Medina Azahira * , la ciudad gubernativa de los amiríes * , el nuevo califa declara abolidos una serie de impuestos e inscribe en el ejército, con derecho a soldada, a todo aquel que lo pida. Abderrahmán Sanchuelo recibe la noticia en Toledo y se encamina hacia Córdoba, pero el ejército regular va abandonándolo y es asesinado, en marzo del 1009, antes de llegar a la capital. La posición de Muhammad II se debilita sin embargo de forma inmediata: la idea de un ejército popular repugna a la aristocracia cordobesa, con gran poder todavía en el país. A la vez expulsa a Hixam II de Medina Azahara * y poco después anuncia que ha muerto. Los partidarios de los amiríes son expulsados a Levante, pero con concesiones territoriales, lo cual empieza a configurar la división administrativa de al-Ándalus hacia el régimen de los Taifas. En la capital, Muhammad II no corta la violencia contra los beréberes, elementos importantes tras el mandato de Almanzor. En junio del 1009 tiene lugar en la capital una matanza de beréberes. Éstos y otros descontentos buscan un candidato que puedan poner fin al gobierno de Muhammad II. Se trata de otro bisnieto de Abderrahmán III an-Násir: Sulaymán b. al-Hakam b. Sulaymán, conocido por Sulaymán al-Mustaín * . Al mismo tiempo los Estados del norte peninsular aprovechan para intervenir en los asuntos de al-Ándalus. El califa al-Mahdi cuenta con un contingente de mercenarios barceloneses. Sancho García, el conde castellano, tras intentar hacer de árbitro entre Muhammad al-Mahdi y Sulaymán al-Mustaín, opta al final por este último. A pesar de la ayuda de las tropas regulares al mando del general Wádih * , gobernador de la Frontera Media, los beréberes entran en Córdoba en noviembre del 1009 y entronizan a Sulaymán al-Mustaín como califa.

Muhammad II al-Mahdi, expulsado de Córdoba,  se refugia en Toledo. Meses más tarde, el 22 de mayo del 1010 entra sin embargo de nuevo en la capital califal, gracias a la ayuda del general Wádih y el concurso de tropas barcelonesas. Esta vez impone un significativo aumento de impuestos, al encontrarse las arcas del Estado exhaustas. A la vez persigue a los beréberes, partidarios de su antecesor Sulaymán al-Mustaín. En junio del 1010 se enfrentará a ellos en el Guadiaro, cerca de Ronda, donde sale derrotado y es abandonado por las tropas del conde de Barcelona. El 23 de julio de ese mismo año muere al-Mahdi, según algunos autores asesinado por el general Wádih. Éste permanecerá en Córdoba, asediada, hasta su muerte. Los beréberes y Sulaymán al-Mustaín entrarán de nuevo en la capital en el 1013. [ Rafael Valencia ].

 

viernes, 12 de diciembre de 2025

IDRIS III


IDRIS (III)

Idrīs [III]: Idrīs b. Yaḥyà b. Idrīs b. ‘Alī b. Ḥammūd, al-Sāmī, y /o al-Muwaffaq. ?, p. t. s. XI – Málaga o Ceuta, 444-445 H./1053 C. Califa de al-Andalus, rey taifa de Málaga.

Rey de Taifa

Biografía

Idrīs III b. Yaḥyà b. Idrīs b. ‘Alī b. Ḥammūd era hijo del que fuera durante cuatro meses califa, Yaḥyà II b. Idrīs (431/1040). Sucedió en el califato a su tío Muḥammad [I] b. Idrīs al-Mahdī en Málaga, cuando éste fue envenenado por orden del emir Bādīs b. Ḥabbūs de Granada, a causa de su política contra los bereberes (444 o 445/1053). Al ser proclamado califa, Idrīs III tomó el título de al-Muwaffaq billāh (el Secundado por Allāh), según Al-Maqqarī, y el de al-Sāmī (el Sublime), según Ibn ‘Iārī, aunque es probable que no llegara a ser invocado como Califa en las mezquitas. Este último autor refiere que, muy poco tiempo después de subir al poder, dejó Málaga y, haciéndose pasar por comerciante, se dirigió al Rīf de Gumāra, en el Magreb. Allí fue reconocido, capturado y llevado a Ceuta donde le mató el gobernador de la ciudad, Suqqūt Sawāŷŷāt al-Bargawātī, partidario de su tío el califa Idrīs II b. Yaḥyà al-‘Ālī, expulsado años antes de Málaga, la capital ḥammūdí (438/1047). Sin embargo, según al-Maqqarī, fue el mismo Idrīs II el que se dirigió desde Comares contra su sobrino, entrando en Málaga sin resistencia y deponiéndole inmediatamente después de su proclamación. Así Idrīs II gobernaría en Málaga por segunda vez, poniendo fin al efímero califato de Idrīs III al-Sāmī.

Bibliografía

Al-Maqqarī, Nafḥ al-ṭīb, vol. I, Leiden, E. J. Brill, 1855

F. Codera, “Estudio crítico sobre la historia y monedas de los Hammudíes de Málaga y Algeciras”, en Miscelánea de Estudios Árabes, VIII (1877), págs. 427-466

Al-Qalqašandī, Ṣubḥ al-A‘šā, El Cairo, 1913-1919 (ed. trad. por L. Seco de Lucena, vol. V, Valencia, 1975, págs. 211-272 [col. Textos Medievales, vol. 40])

Ibn ‘Iḏārī al-Marrākušī, Al-Bayān al-Mugrib fi ajbār mulūk al-Andalus wa-l-Magrib, ed. Lévi-Provençal, vol. III, París, 1930

L. Seco de Lucena, Los Ḥammūdíes, señores de Málaga y Algeciras, Málaga, Ayuntamiento, 1955

Ibn al-Jaṭīb, Kitāb A‘māl al-A‘lām fi-man būyi‘a qabla al-iḥtilān min mulūk al-Islām. Histoire de l’Espagne Musulmane, ed. de E. Lévi-Provençal, Beyrouth, Dar al-Makchouf, 1956

G. Robles, Málaga Musulmana. Sucesos, antigüedades, ciencias y letras malagueñas durante la Edad Media, Málaga, Imprenta de Enrique Montes Oliver, 1957

H. Roger Idris, “Les Zīrīdes d’Espagne”, en Al-Andalus, XXIX (1964), págs. 70-71 [32-33]

Ibn Ḥazm, Naqṭ al-‘Arūs, trad. de L. Seco de Lucena, Valencia, 1974

R. P. Dozy, Historia de los Musulmanes de España, IV. Los Reyes de Taifas, Madrid, Turner [1984]

Crónica Anónima de los Reyes de Taifas, introd., trad. y notas de F. Maillo Salgado, Madrid, Akal, 1991

M.ª J. Viguera Molíns, Los Reinos de Taifas y las invasiones Magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992

D. J. Wasserstein, The Caliphate in the West. An Islamic Political Institution in the Iberian Peninsula, Oxford, Clarendon Press, 1993

La caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas (al-Bayān al-Mugrib), est. trad. y notas de F. Maillo Salgado, Salamanca, Universidad, Estudios Árabes e Islámicos, 1993

M.ª J. Viguera Molins, “Historia política”, en Historia de España Menéndez Pidal, VIII-1. Los Reinos de Taifas. Al-Andalus en el s. XI, Madrid, Espasa Calpe, 1994, págs. 31-129

F. Clément, Pouvoir et légitimité en Espagne musulmane à l’époque des taifas (Ve-Xie siècle), Paris, l’Harmattan, 1997

M. Acién Almansa, “Los ḥammūdíes, califas legítimos de Occidente en el siglo XI”, en Actas del Congreso De Toledo a Huesca. Sociedades medievales en transición a finales del siglo XI (1080-1100), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1998, págs. 45-59

Autor/es

  • Almudena Ariza Armada

 

jueves, 11 de diciembre de 2025

ABU L-WAHLID MUHAMMAD B.YAHWAR, AL-RASID


ABU L-WAHLID MUHAMMAD B. YAHWAR, AL-RASID

Abū l-Walīd Muḥammad b. Ŷahwar al-Rašīd. Córdoba, 1000 – Córdoba, 1065. Segundo gobernante de la taifa de Córdoba (1043-1063).

Rey de Taifa

Biografía

Los Banū l-Ŷahwar asumieron el poder, que no el título soberano, en Córdoba tras la caída de los omeyas. Se trataba de una familia relevante en la administración omeya durante siglos, una rama de los Banū Abī ‘Abda, y gracias al apoyo de otros notables de la región consiguieron estabilizar la situación tras largos años de guerras internas, aboliendo el califato de Córdoba.

Abū l-Walīd tuvo una educación muy esmerada con algunos de los principales maestros de la capital de al-Andalus y secundó la actividad de su padre, Abū l-Ḥazm b. Ŷahwar, cuando éste accedió al poder en Córdoba.

Durante su gobierno no adoptó título soberano alguno, siguiendo en esto a su padre y mantuvo su condición de ḥāŷib y su residencia particular, sin tomar posesión del alcázar omeya. También mantuvo los esfuerzos iniciados por su padre para mediar en las disputas de los con los reyes de taifas, especialmente entre al-Mu‘taḍid de Sevilla y al-Muẓaffar de Badajoz; finalmente consiguió establecer la paz entre ellos, aunque tras una larga guerra.

Al-Rašīd acogió en Córdoba a distintos reyes destronados de al-Andalus, generalmente víctimas del expansivo reino de Sevilla: los régulos Ibn Yaḥyà de Niebla, ‘Abd al-‘Azīz al-Bakrī de Huelva-Saltés y al-Qāsim b. Ḥammūd de Algeciras, aunque en algún caso también a los descendientes de Sābūr, el primer rey de la taifa de Badajoz. Todos ellos recibieron asilo en Córdoba tras perder sus reinos.

Abū l-Walīd levantó la confiscación de los bienes de los personajes huidos de la guerra civil, devolviéndoselos a sus dueños; también redujo el poder de los jefes de policía.

La seguridad interior y exterior de Córdoba fueron las principales preocupaciones de Abū l-Walīd, que hubo de enfrentarse a intentos de partidarios de los omeyas de restaurar el califato, a las apetencias expansivas de los reinos de Sevilla y del de Toledo. Sin embargo, un delicado equilibrio, en el que enfrentaba a unos con otros, le permitió mantener la independencia durante unas décadas más, hasta que la descuidada actuación de su hijo y sucesor ‘Abd al-Malik dieron al traste con su política.

Al-Rašīd protegió a algunas de las figuras intelectuales más destacadas de su tiempo, en especial debemos agradecerle el nombramiento del historiador Ibn ­Ḥayyān para un puesto en la cancillería, con lo que éste no sólo dispuso de medios económicos para vivir sino también de acceso a los documentos con los que redactó gran parte de sus obras, fundamentales para el conocimiento de la historia de al-Andalus.

La quebradiza salud de al-Rašīd le condujo a delegar buena parte de sus funciones en un primer ministro, Ibn al-Saqqā’, y tras la caída en desgracia y el asesinato de éste a manos del hijo de Muḥammad al-Rašīd, ‘Abd al-Malik (1062), éste asumió la mayoría de las funciones hasta que su padre delegó en él el gobierno de Córdoba. No conocemos la fecha exacta de su defunción, en la que hay diferencias en las distintas fuentes, pero debió producirse hacia el año 1065.


Bibliografía

Al-Marrākušī, Al-Mu‘ŷib fī taljīṣ ajbār al-Magrib, ed. Dozy, Leiden, Brill, 1881, 42-43

Ibn ‘Iḏārī, Al-Bayān al-Mugrib, ed. E. Lévi-Provençal, Paris, 1930, III, 232, 244-248 (est., trad. y notas de F. Maíllo, La caída del Califato omeya y los reyes de taifas, Salamanca, Universidad, 1993)

Ibn al-Jaṭīb, Kitāb a‘māl al-a‘lām, Beirut, Dār al-Makchouf, 1956

Kh. Soufi, Los Banū Ŷahwar en Córdoba, Real Academia de Córdoba, 1968, págs. 71-90

Ibn Bassām, Al-Ḏajīra fī maḥāsin ahl al-ŷazīra, ed. I. ‘Abbās, 1979, I, 337-338, 384, 392-3, 604-611, I, 2, 118-120, II, 127, 233-237, III, 251, IV, 191

Al-Maqqārī, Nafḥ al-ṭīb, ed. I. ‘Abbās, Beirut, 1979

‘Abd Allāh al-Buluqqīn, Ṭibyān, trad. E. García Gómez y E. Lèvi-Provençal, Madrid, Alianza, 1980

J. Bosch y W. Hoenerbach, “Las taifas de Andalucía en la obra histórica de Ibn al-Jaṭīb. Los Banū Ŷahwar de Córdoba”, en Andalucía Islámica, I (1980), págs. 65-104

M.ª J. Viguera Molins, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992

M.ª J. Viguera Molins, “Las taifas”, en Historia de España de Menéndez Pidal, VIII. Al-Andalus en el siglo XI., Madrid, Espasa Calpe, 1994

P. Guichard, Al-Andalus frente a la reconquista cristiana, Valencia, Universidad, 2001

Autor/es

  • José Ramírez del Río

 

ABÚ NASR FATH B. JALAF B. YAHYÁ AL-YAHSUBI


ABÚ NASR FATH B. JALAF B. YAHYÀ AL-YAHSUBI

Abū Naṣr Fatḥ b. Jalaf b. Yaḥyà Al-Yaḥṣubī Nāṣir Al-Dawla?, s. XI – Córdoba, s. XI. Tercer y último soberano de la taifa Yaḥṣubí de Niebla.

Rey de Taifa

Biografía

Sobrino paterno de Muḥammad b. Yaḥyà al-Yaḥṣubī, su antecesor al frente del gobierno de la taifa iliplense, y último soberano de la misma. La Crónica anónima, única fuente documental que nos informa con cierto detalle sobre este personaje, ofrece la siguiente caracterización del gobierno del tercer y último soberano del linaje Yaḥṣubí:

“Fue proclamado antes de la partida de su tío paterno de Niebla. Su situación se consolidó y cuando su autoridad fue completa pidió la paz a al-Mutaḍid, que le concedió una tregua e hizo las paces con él por una suma anual. En seguida al-Mutaḍid [violando lo pactado] rompió con él y luego le concedió [nuevamente] una tregua e hizo las paces con él por una suma anual.

Una vez más al-Mutaḍid [violando lo pactado] rompió con él, así pues, lo traicionó, rechazó sus ofertas de paz y le hizo la guerra; como consecuencia hubo combates entre los dos, murieron gentes de ambos [bandos], fueron pilladas riquezas y fue devastado el país.

Al-Mutaḍid enviaba algaras contra las llanuras de Niebla; entonces mataba, hacía prisioneros, devastaba e incendiaba. Mientras, Nāṣir al-dawla enviaba algaras contra el Aljarafe de Sevilla; entonces mataba, asesinaba, saqueaba y hacía prisioneros, hasta que la situación se hizo angustiosa para el señor de Niebla; por lo cual salió de ella (de la ciudad) y se la entregó. Luego fue a reunirse con su tío paterno a Córdoba en el año 445 (1053-1054)”.

Según esta breve narración, el gobierno de Fatḥ b. Jalaf se habría extendido durante sólo dos años, marcados por la declarada hostilidad de al-Mu‘taḍid de Sevilla. Su actuación, por lo tanto, nos remite al momento final de la taifa iliplense, que sucumbió al expansionismo de la taifa ‘Abbādí, al igual que la mayor parte de las establecidas en la Andalucía occidental y el Algarve. Dicho final tuvo dos etapas. La primera supuso el voluntario exilio a Córdoba del antecesor de Fatḥ, su tío Muḥammad b. Yaḥyà, en 443/1051, año en el que al-Mu‘taḍid se apoderó de la taifa Bakrí de Huelva y Saltés, cuyo soberano también buscó refugio en Córdoba.

Aunque algunas fuentes no vuelven a mencionar la presencia de ningún otro soberano Yaḥṣubí, la citada Crónica anónima añade la breve noticia del reinado de Fatḥ, que, antes de la partida de su tío, habría sido proclamado soberano en Niebla. Su gobierno, sin embargo, se sitúa bajo la presión de al-Mu‘taḍid, de quien Fatḥ se habría declarado tributario, comprometiéndose a la entrega de una suma anual a cambio del reconocimiento de su soberanía. Sin embargo, el acuerdo no parece haber sido efectivo, ya que la propia crónica alude al hostigamiento al que Ibn ‘Abbād sometió a la taifa iliplense, algaras a las que Fatḥ habría tratado de dar respuesta hasta que finalmente, se produjo la anexión en el año 445/1053-1054, lo que supuso el fin de la efímera autonomía política de la taifa de Niebla.


Bibliografía

D. Wasserstein, The Rise and Fall of the Party Kings. Politics and Society in Islamic Spain, 1002-1086, Princeton, Princeton University Press, 1985

F. Maíllo Salgado, Crónica anónima de los reyes de taifas, Madrid, Akal, 1991

M.ª J. Viguera Molins, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992

M.ª J. Viguera Molins (coord.), Los reinos de taifas. Al-Andalus en el siglo XI, Madrid, Espasa Calpe, 1994

A. García Sanjuán, Evolución histórica y poblamiento del territorio onubense durante la época andalusí (siglos VIII-XIII), Huelva, Universidad, 2003

Autor/es

  • Alejandro García Sanjuán

 

jueves, 4 de diciembre de 2025

AL-AZIZ (O AL-'IZZ) B. ISHAQ AL-MUSTAZHIR B. MUHAMMAD AL-BIRZALI AL-MJUSTAZHIR

 

AL-AZIZ (O AL-'IZZ) B. ISHAQ AL-MUSTAZHIR B. MUHAMMAD AL-BIRZALI AL-MUSTAZHIR


Al-‘Azīz (o Al-‘Izz) b. Isḥāq Al-Mustaẓhir: Al-‘Azīz (o al-‘Izz) b. Isḥāq b. Muḥammad al-Birzālī al-Mustaẓhir. ¿Carmona (Sevilla)?, p. m. s. XI – Sevilla, 459 H./1067 C. o 460 H./1068 C. sup. Tercero y último régulo de la taifa beréber de Carmona.

Rey de Taifa

Biografía

Ascendió al trono luego de la muerte de su padre Isḥāq b. Muḥammad acaecida hacia 444/1052-1053, tomando el título sultánico de al-Mustaẓhir (el vencedor). “Su autoridad, dice la llamada Crónica Anónima de los Reyes de Taifas, fue completa, y las cosas estuvieron en buen orden. Los precios de los géneros bajaron. Las ciudades que reconocieron por jefe a su padre lo reconocieron a él”. Y no sólo Carmona, sino también Écija, Osuna, Almodóvar y otras. Las fuentes sin pararse en detalles hablan de una larga guerra entre los birzālíes de Carmona y los abadíes de Sevilla. Poco a poco el rey de Sevilla fue terminando con todas las pequeñas taifas del sudoeste y del sur de al-Andalus, la última, la más poderosa militarmente, fue la de Carmona. En efecto, según todas las fuentes (excepto la Crónica Anónima y el Kitāb al-‘Ibar de Ibn Jaldūn, que sigue de cerca el texto de la Crónica) esa larga guerra llevó al agotamiento y casi a la aniquilación de los brizālíes que eran de etnia zanāta. Sabiendo que el final estaba próximo, al-‘Azīz (o al-‘Izz) decidió ceder al rey de Toledo, al-Ma’mūn Yaḥyà b. Ḏī-l-Nūn, Carmona y sus distritos, a cambio de que le diera permiso de aposentarse con sus contríbulos en Almodóvar, cuando ya al-Mu‘taḍid de Sevilla se había hecho con la ciudad de Écija y las otras localidades pertenecientes a los birzālíes. Esta proposición fue aceptada y llevada a cabo la operación, según al-‘Uḏrī, el 15 de raŷab de 460/20.V.1068. Carmona fue entonces ocupada por las tropas toledanas. El rey de Sevilla, no obstante, obtendría la posesión de Carmona tres días después, al decir del geógrafo anteriormente citado, tras prometer al rey toledano su ayuda para conquistar Córdoba, cosa que por supuesto no cumplió. En cuanto al birzālī al-Mustaẓhir, sometido a las presiones del soberano sevillano, no pudo mantenerse en Almodóvar; parece que se entregó al rey de Sevilla, muriendo poco después en esa ciudad en 459 o 460/1067 o 1068.

Mientras, una parte de los birzālíes junto con sus familias optó por replegarse hacia territorio granadino, sirviendo a los reyes beréberes de etnia ṣinhāŷí, los zīríes de Granada, a fin de continuar la lucha contra los abadíes de Sevilla. Ibn Jaldūn de forma lapidaria resume el fin de los birzālíes: “Así terminó el reino que los Banū Birzāl habían fundado en al-Andalus […] en época más reciente los Birzāl, establecidos en Sillat, perecieron por completo. Se cuentan, pues, entre las tribus extintas”.

Bibliografía

Ibn Jaldūn, Kitāb al-‘Ibar, t. VI, ed. Būlāq, 1867, pág. 54 (trad. parcial de [M. G.] de Slane, Histoire des Berbères, nueva ed. de P. Casanova, t. III, París, Paul Geuthner, 1982, pág. 293)

Ibn ‘Iḏārī, al-Bayān al-Mugrib fī [ijtiṣār] ajbār mulūk al-Andalus wa l-Magrib, con el tít. y subtít. en fr., Al-Bayān al-Mugrib. Tome troisième. Histoire de l’Espagne Musulmane au XIème siècle. Texte Arabe publié par la première fois d’après un manuscrit de Fès, ed. de E. Lévi-Provençal, Paris, Paul Geuthner, 1930, pág. 283 [trad. crítica (con centenares de correcciones, merced a la Ḏajīra de Ibn Bassām y a las “Observations sur le texte du tome III du Bayān de Ibn ‘Iḏārī”, establecidas por E. Lévi-Provençal, en Mélanges Gaudefroy de Mombynes, El Cairo, 1935-1945, págs. 241-258) de F. Maíllo Salgado, La Caída del Califato de Córdoba y los Reyes de Taifas (al-Bayān al-Mugrib), Salamanca, Estudios Árabes e Islámicos, Universidad de Salamanca, 1993, pág. 234]

Anónimo, Ḏayl (texto fragmentario incluido en apéndice en la edición del mal llamado) Bayān III, ed. de E. Lévi-Provençal, Paris, P. Geuthner, 1930, pág. 312 (trad. de F. Maíllo Salgado, bajo el tít. de Crónica Anónima de los Reyes de Taifas, Madrid, Akal, 1991, págs. 64-66)

Anónimo, Mafakhir al-Barbar. Fragments historiques sur les berbères au Moyen-Age, ed. de E. Lévi-Provençal, Rabat, 1934, págs. 44-45

Ibn al-Jaṭīb, Kitāb A‘māl al-a‘lām, ed. de E. Lévi-Provençal bajo el tít., Histoire de l’Espagne Musulmane (Kitāb A‘māl al-A‘lām), Beirut, Dār al-Makchouf, 1956, págs. 237-238 (trad. de W. Hoenerbach, Islamische Geschichte Spanien. Übersetzung der A‘māl al-A‘lām und Ergänzender Texte, Zürich-Stuttgart, Artemis Verlag, 1970, págs. 428-429)

al-‘Uḏrī, Tarṣī‘ al-ajbār wa tanwī‘ al-āṯār wa l-bustān fī garā’ib al-buldān wa l-masālik ilà ǧamī‘ al-mamālik, ed. de ‘A. ‘A. al-Ahwānī, Madrid, Instituto de Estudios Islámicos, 1965, pág. 108 [trad. parcial de R. Valencia, “La cora de Sevilla en el Tarsī‘ al-ajbār de Aḥmad b. ‘Umar al-‘Uḏrī”, en Andalucía Islámica, IV-V (1986), pág. 140]

H. R. Idris, “Les Birzalíes de Carmona”, en Al-Andalus, XXX (1965), págs. 58-59

C. López Morillas, “Los beréberes zanata en la historia y la leyenda”, en Al-Andalus, XLII (1977), págs. 307-308

R. le Tourneau, “Birzāl (banū)”, en Encyclopédie de l’Islam, t. I, Paris-Leide, Brill-Maisonneuve, 1978, págs. 1275-1276

J. Bosch-Vilá, “Karmuna”, en Encyclopédie de l’Islam, t. IV, Paris-Leide, Brill-Maisonneuve, 1978, pág. 692

R. Arié, “Aperçus sur les royaumes berbères d’al-Andalus au Vème/XIème siècle”, en Instituto de Estudios Islámicos, XXIII (1985-1986), págs. 153-154

M.ª J. Viguera Molíns, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes, Madrid, Mapfre, 1992, págs. 128-129

Autor/es

  • Felipe Maíllo Salgado

 

miércoles, 3 de diciembre de 2025

SULAYMAN AL-MUSTA'IN

 

SULAYMAN AL-MUSTA'IN

Sulaymān al-Musta‘īn. ?, s. m. s. X – Córdoba, 1016. Califa omeya durante el período de la guerra civil (noviembre de 1009-julio de 1016). Bisnieto del califa ‘Abd al-Raḥmān III, y miembro del clan omeya. Quinto califa omeya de Córdoba.

Califa omeya

Biografía

La trayectoria política de Sulaymān se inscribe en el turbulento comienzo del siglo XI en la capital de al-Andalus. El dominio absoluto que consiguió la dinastía ‘āmirí, fundada por Almanzor, sobre los descendientes directos del omeya al-Ḥakam II, causó que los legitimistas tuvieran que buscar candidatos adecuados al Trono entre personajes del clan omeya de ramas secundarias, lo que hizo que la familia de Sulaymān fuera una opción obvia; cuando otra familia del clan omeya alcanzó el poder y entronizó a Muḥammad II b. ‘Abd al-Ŷabbār al-Mahdī, se produjo un enfrentamiento entre las dos ramas, una apoyada por la población cordobesa y otra por los beréberes traídos del norte de África por los ‘āmiríes, a los que el gobierno intentaba arrebatar algunos de los privilegios que detentaban en época ‘āmirí. Cuando el tío de Sulaymān, Hišām, campeón de los omeyas apoyados por los beréberes y que había adoptado el sobrenombre califal de al-Rašīd, fue apresado por los partidarios de al-Mahdī, él se unió en la misma zona del arrabal de Ṣaqunda a los principales jefes beréberes huidos de la matanza perpetrada contra los norteafricanos en Córdoba (junio de 1009). Al llegar a Despeñaperros fue proclamado califa por éstos.

Sulaymān era hijo de una esclava cristiana, Zabya, y accedió al Trono con cincuenta y dos años, tras un largo período de inactividad política forzada por la vigilancia ejercida por los ‘āmiríes sobre los posibles pretendientes omeyas. Gozaba de fama como hombre instruido tanto en literatura como en historia, compuso algunos poemas que han llegado hasta nosotros gracias a Ibn Bassām, y durante su mandato favoreció a muchos poetas y a los secretarios con conocimientos literarios, en lo que se puede advertir un avance de lo que sería el siglo XI en las Cortes de los reyes de taifas.

Su actividad militar comenzó con una campaña en la zona de la Marca Media, derrotando al general al mando de esta frontera, el eslavo Wāḍiḥ, enviado del Califa, en el Jarama, cerca de la actual Alcalá de Henares; éste había intentado apresar al propio Sulaymān. Tras la derrota huyó a Córdoba, adonde lo siguió el ejército beréber. El poder real del pretendiente omeya dentro del Ejército era muy relativo, pues su fuerza dependía del apoyo de los notables de origen norteafricano, que en caso de desacuerdo con él podían optar por utilizar a otro candidato.

Entretanto, las familias de los soldados beréberes que se encontraban aún en la capital andalusí sufrieron sevicias por parte de los partidarios de al-Mahdī, lo que enconó aún más la lucha. Ante la falta de un Ejército regular con el que defenderse, Muḥammad II llamó a filas a los hombres en edad de combatir del pueblo llano, con los que configuró una tropa de muy escaso valor militar. Se encontraron los dos ejércitos en las cercanías de Córdoba, y el ejército del califa al-Mahdī fue barrido en Qantīš; pocos días después, el 5 de noviembre de 1009, la ciudad fue asaltada, el alcázar ocupado y Sulaymān proclamado califa, con el sobrenombre califal de al-Musta‘īn bi-Allāh (El que implora la ayuda de Dios); un destacamento de cien castellanos permaneció en Córdoba junto a Sulaymān. Al-Mahdī había intentado en el último momento que los jefes beréberes reconocieran a Hišām II, al que él había destronado, para llegar a un acuerdo, pero éstos no aceptaron ya componendas, seguros de su triunfo.

Al-Mahdī no fue perseguido e incluso permaneció en Córdoba varios días; finalmente consiguió huir a la Marca Media, donde se mantenían la mayor parte de sus partidarios. Los pocos soldados de caballería del Ejército del depuesto califa fueron degradados en Córdoba, y los que se resistieron a este castigo fueron ejecutados. Posteriormente Sulaymān realizó varias gestiones para conseguir la sumisión de la ciudad de Toledo y la Marca Media, que fueron infructuosas, así como la campaña que realizó hasta las mismas puertas de Medinaceli entre febrero y abril de 1010. En estas fechas adoptó otra medida que resultó impopular: la designación de su hijo Muḥammad, un niño de corta edad, como sucesor al califato, hecho que fue interpretado como poco juicioso por los notables de Córdoba.

Debido a la enemistad existente entre los beréberes recién llegados a al-Andalus, sustentadores de Sulaymān, y la población andalusí —incluso aquella de origen beréber, llegada a la Península Ibérica en la época de la conquista—, consiguió un respaldo amplio para al-Mahdī en su intento de recuperar el Trono. Con el socorro de los condes de Urgel y de Barcelona, y posiblemente de elementos del reino de Castilla, dado que se comprometió la entrega de la plaza de Medinaceli para congraciárselos; se preparó un ejército lo bastante fuerte como para atacar al de Sulaymān en El Vacar, a diez kilómetros de Córdoba, en junio de 1010. Aunque los beréberes derrotaron a los cristianos e incluso mataron al conde de Urgel, Armengod, la desbandada del ejército regular de Sulaymān, que consideró que estaban siendo derrotados, les llevó a retirarse de Córdoba. Los beréberes evacuaron sus cuarteles de Madīnat al-Zahrā’, que fue saqueada por el gentío y huyeron perseguidos de cerca por al-Mahdī, que les alcanzó en el Guadiaro, aunque pudieron rechazarlo y obtener ventajas en su enfrentamiento, que resultó desastroso para el ejército de los condes catalanes; éstos se retiraron de al-Andalus a consecuencia de estas pérdidas. Tras esta victoria, Sulaymān volvió al campo de los beréberes, que seguían reconociéndolo como califa.

Al-Mahdī no pudo disfrutar de su victoria, ya que fue asesinado por los esclavones Wāḍiḥ y Jayrān, que aspiraban a consolidar sus reinos establecidos en el Levante (julio de 1010). El depuesto Hišām II, el califa legítimo, volvió al poder, aunque los beréberes no aceptaron esta restauración proclamada por Wāḍiḥ; el propio Sulaymān condenó el asesinato de su rival e hizo llegar sus condolencias al hijo de éste, ‘Ubayd Allāh, en Toledo.

Las tropas beréberes de Sulaymān volvieron a Madīnat al-Zahrā’, asediando Córdoba, desde noviembre de 1010, un año después de su huida. El asedio duró hasta mayo de 1013, y fue motivo de un gran sufrimiento para la población, que reclamó en varias ocasiones sin éxito la ayuda de las demás regiones de al-Andalus.

Tras la rendición de la ciudad, Hišām II fue asesinado, aunque según algunas versiones pudo huir, y comenzó el segundo califato de Sulaymān, que a la postre consagraría la disgregación territorial de al-Andalus. Las circunstancias en las que fue asesinado el Califa legítimo fueron bastante oscuras y no fueron conocidas por la población andalusí, por lo que las apariciones de impostores que reclamaban ser Hišām II fueron una constante en la política andalusí de los años siguientes, en especial el surgido a iniciativa del reino lajmí de Sevilla.

Las tendencias centrífugas se habían manifestado en varias ocasiones a lo largo de la historia de al-Andalus, muy notablemente en la época del emir ‘Abd Allāh, que había estado a punto de presenciar la ruina del país, dividido en multitud de pequeños estados; sin embargo su nieto y sucesor ‘Abd al-Raḥmān III había conseguido atajar la crisis y reunificar el país. Aun así, durante las luchas para acceder al califato, los cabecillas de cada partido habían establecido un núcleo de apoyo en algún territorio concreto, que sirvió posteriormente como punto de partida de algunos de los reinos independientes, como se ha podido observar en el caso de los esclavones del Levante. En este mismo sentido se puede apreciar el hecho de que los distintos jefes del ejército beréber recibieran impuestos recaudados en algunas regiones del país durante la guerra. Al terminar la misma y a partir del año 1014, los distintos jefes militares que habían apoyado a Sulaymān recibieron la investidura del propia Califa para gobernar y recibir las rentas de las distintas provincias: así, al-Munḏir al-Tuŷibī, recibió el gobierno de Zaragoza, que ya detentaba en realidad, los ziríes recibieron el dominio de Elvira-Granada, los Magrāwa el norte de Córdoba, los banū Birzāl y los banū Yafrān Jaén, los banū Dammar y los Azdaŷa, Sidonia y Morón. La forma en que lo recibieron puede hacer pensar en el régimen de iqṭa‘, por el que recibieron unas tierras a cambio de prestar un servicio militar al estado; en la realidad fue el comienzo del fin de la unidad, pues estas concesiones excesivas sirvieron de base en los años siguientes para la creación de las taifas independientes, en la mayoría de los casos en la misma circunscripción territorial, aunque en otras ocasiones los jefes militares cambiaron de lugar, como los birzālíes, que se trasladaron a Carmona. Muchos de los antiguos gobernadores de las provincias en nombre del califato reconocieron a Sulaymān sólo tras esta victoria, hecho que el propio Califa se encargó de reprocharles en algunos escritos que se han conservado (Huesca, Albarracín...), y otros, de incierto origen, aprovecharon la coyuntura para independizarse de Córdoba en los años siguientes. Aun así, varias regiones de gran importancia dentro del califato, como Sevilla, mantuvieron la fidelidad a Sulaymān, que buscaba consolidar su poder en el resto del país.

Las dificultades que encontraba para llevar a cabo un gobierno efectivo en esas circunstancias, unido al hecho de ser considerado “el califa de los beréberes” por la mayor parte de la población andalusí, condujeron a que apenas pudiera llevar a cabo medida de ningún tipo. Sin embargo, en las pocas ocasiones en que pudo efectuarlas tampoco se mostró acertado, como demuestra su concesión del gobierno de Ceuta a ‘Alī b. Ḥammūd, que estaba junto a él en la residencia palatina de Madīnat al-Zahrā’; éste reclamaba para sí la condición de descendiente del profeta Muḥammad a través de los idrisíes del Magreb, y con sus ambiciones causó la ruina final del gobierno de Sulaymān. Sus desaciertos fueron ponderados como decisivos por parte del historiador más destacado de este período, el nada sospechoso de desafección por los omeyas Ibn Ḥayyān.

La incapacidad de Sulaymān al-Musta‘īn para hacer frente a la situación de desorden condujo a algunos intentos de sustituirlo con otro omeya, como ‘Abd Allāh al-Mu‘aṭī, en la taifa de Denia, sostenido por Muŷāhid (enero de 1014). Éste intentaba reproducir en Denia la situación de los ‘āmiríes junto a los omeyas de Córdoba en época de Hišām, por lo que en ningún momento planteó dificultades a Sulaymān en la propia capital. Sin embargo, el golpe final lo recibió Sulaymān de un supuesto aliado. ‘Alī b. Ḥammūd había guardado en secreto sus planes para rebelarse contra el Califa, y había ordenado el asesinato del juez de Ceuta, Muḥammad b. ‘Īsà y del alfaquí Ibn Yarbū’ cuando consideró que conocían sus planes y deseaban comunicárselos a Sulaymān. Una vez en su poder la entrada hacia al-Andalus desde el norte de África, ‘Alī b. Ḥammūd hizo público un escrito que, supuestamente, le había dirigido el califa Hišām II, en que le urgía a liberarle de la usurpación de Sulaymān y, en caso de no encontrarlo con vida, lo nombraba su sucesor en el califato. Desembarcó en Málaga, donde mantuvo conversaciones con Zuhayr al-‘Āmirī y con el régulo beréber Hābūs, y se dirigió contra Córdoba, de donde salió el califa para combatirle. Sulaymān al-Musta’īn fue derrotado y cayó prisionero, junto con sus hombres de confianza. El 1 de julio de 1016 ‘Alī b. Ḥammūd entraba en Córdoba y asesinaba a Sulaymān, a su padre y a su hermano ‘Abd al-Raḥmān, cuyos cuerpos fueron expuestos de forma infamante como castigo, según los ḥammūdíes, por el asesinato de Hišām II. Estos acontecimientos condujeron la crisis del califato omeya a una situación sin salida. El nuevo Califa era el primer soberano no omeya de al-Andalus desde el año 756.


Bibliografía

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Autor/es

José Ramírez del Río