jueves, 24 de abril de 2025

CARRILLERAS DE TERNERA CON REDUCCIÓN DE VINO TINTO

 

CARRILERAS DE TERNERA CON REDUCCIÓN DE VINO TINTO

No te dejes asustar por la carrillera de ternera. Cocinarla es mucho más fácil de lo que pensamos, aunque este corte de  ternera no se encuentra entre los más habituales en las carnicerías. Basta con preparar un sofrito clásico de cebolla, apio y zanahoria, corarlos en una cacerola con un poco de mantequilla, luego agregar la carne, mezclar con un poco de caldo y dejamos cocer a fuego lento durante 40 minutos.

 

Ingredientes

1 Carrillera de ternera

300 ml de vino tinto de calidad

40 gr de  de apio, zanahoria y cebolla cortado en daditos pequeños

Caldo de ternera al gusto

40 gr de azúcar moreno

2-3 Bayas de enebro

2-3 Bayas de pimienta

1 Hoja de laurel

Hierbas aromatizas

Sal

Pimienta negra recién molida

Mantequilla

Sésamos (ajonjolí)

Elaboración

En una cacerola, doramos el apio, la zanahoria y la cebolla cortada en dados pequeños, con mantequilla y una vez sofritos, añadimos la carrillera de ternera bien limpia.

Doramos bien la carne por todos lados, luego añadimos un manojo de hierbas aromáticas, sal , pimienta negra recién molida, removemos bien  y cubrimos de caldo de ternera (o carne) y cocinamos a fuego lento durante 40 minutos, o hasta que la veamos que la carrillera este tierna.

En una cacerola colocamos el vino tinto, el azúcar moreno, la hoja de laurel, las bayas de enebro los granos de pimienta, cocinamos hasta que se reduzca a más de la mitad, para obtener un buen glaseado.

Filtramos la salsa y Emplatamos colocando la carrillera festoneada, encima la reducción de vino tinto y por ultimo las semillas de sésamo.

¡Buen provecho!

PECHUGA DE PATOO AL VERMUT ROJO CON CEBOLLA CARAMELIZADA, COL MORADA Y CRUJIENTE DE MORAS

 

PECHUGA DE PATO AL VERMUT ROJO CON CEBOLLA CARAMELIZADA, COL MORADA Y CRUJIENTE DE MORAS



Ingredientes

500 gr de pechuga de pato

6 Cebollas pequeñas moradas

3 Cucharadas de azúcar moreno

1 Vaso de vermut rojo  ZECCHINI (Madrid)

10 hojas de col morada

Sal

Pimienta negra recién molida

Granos de pimienta rosa

1 Cucharada de aceite de oliva

Moras o cualquier fruto rojo

 

Elaboración

Pelamos las cebollas moradas y las cortamos en 4.

Coloque los gajos en una fuente de horno pequeña, cubierta con papel de horno y espolvoree con un vasito de vermut rojo ZECCHINI, una generosa dosis de sal, una pizca de pimienta negra recién molida y 2 de las 3 cucharadas de azúcar moreno.

Durante unos 40 minutos la cociné la pechuga de pato en el horno previamente calentado a 180º, hasta que quedaron doradas ligeramente en las puntas, añadiendo la última cucharada de azúcar unos minutos antes de terminar la cocción, para que el resultado fuese caramelizado.

Separamos las cebollas del líquido de cocción y lo reservamos.

Lavamos las hojas más pequeñas de col morada y las salteamos en una sartén untada con un poco de aceite de oliva, hasta que quedaron crujiente y ligeramente tostadas...

Cogemos la pechuga de pato, la limpiamos del exceso de piel y hacemos unas incisiones en forma de red en el costado de la piel. Comenzamos a cocinarla justo por ese lado, unos 8-10minutos a fuego medio, desglasando con media taza de vermut rojo ZECCHINI, le damos la vuelta y la cocinamos unos 5 minutos más.

Una vez dorada, pasamos la pechuga de pato a una hoja de papel de aluminio y la cerramos sin presionar para dejarla reposar unos  minutos.

Agregamos el jugo de la cebolla al líquido de cocción del pato y lo dejamos escurrir durante unidos minutos junto con las moras y otra media taza de vermut rojo ZECCHINI,


En un plato hondo componemos la elaboración: la reducción de vermut ZECCHINI, 3 lonchas  de pechuga de pato, unas cebollas caramelizadas, las hojas de col morada con su componente acido. Terminamos con algunos granos de pimienta rosa triturados.

¡Buen provecho!

 

 

miércoles, 23 de abril de 2025

SEFARAD. CRISOL DE CULTURAS

 

SEFARAD

CRISOL DE CULTURAS

Con la caída del Imperio Romano y las invasiones bárbaras a comienzos del siglo V d.C., comienza una nueva etapa en la historia de Andalucía, pues el pueblo que terminó por imponerse y asentarse en en el sur de la península Ibérica fue el visigodo. No obstante, su definitiva dominación del territorio fue lenta y progresiva, y no se culminó hasta la muerte del rey Leovigildo, a finales del siglo VI. Mientras se producía esa unificación, las costas andaluzas y amplias zonas del interior oriental andaluz estaban controladas por el Imperio Bizantino, heredero del Imperio Romano, que nombró a esta provincia Spania.

Malaca y Asidonia fueron dos de las grandes ciudades bizantinas andaluzas de este periodo. Y de la Andalucía visigoda, caben destacar varios personajes a nivel religioso: San Isidoro de Sevilla y San Hermenegildo quien, a pesar de nacer en Medina del Campo, fue gobernador de la Bética visigoda y con su conversión fue uno de los grandes artífices del abandono del arrianismo y la adopción del catolicismo como religión oficial.

Si bien todos los periodos son importantes en el conjunto de la historia de Andalucía, no exageramos si decimos que la invasión árabe a partir del 711 supuso un auténtico momentum. Y es que fue una una conquista que, paradójicamente, supuso un gran impulso para la región, a todos los niveles, especialmente a nivel cultural. Propició una convivencia, no siempre pacífica, entre hebreos, cristianos y árabes, con dominio de estos últimos, que llamaron genéricamente al sur peninsular Al-Andalus.

La primera entidad política que aquí se organizó fue el Emirato de Córdoba, inicialmente dependiente del Califato omeya de Damasco y posteriormente independiente del Califato abbasí de Bagdad, a partir de Abderramán I. Una independencia civil que posteriormente se convirtió también en religiosa, pues Abderramán III instituyó el Califato de Córdoba en 912, proclamándose de esta manera califa, es decir, sucesor mismo de Mahoma. La mezquita de Córdoba o el complejo palaciego de Medina Azahara son algunos de los mejores ejemplos de este periodo.

La expansión árabe fue tan grande que alcanzó casi toda la península ibérica, pero a partir del siglo IX comenzó un paulatino retroceso, fruto del avance reconquistador de los reinos cristianos del norte. Paralelamente, las divisiones internas propiciaron la caída del Califato en 1031, dando lugar a una descomposición territorial en diferentes reinos, conocidos como los Reinos de Taifas, siendo la Taifa de Sevilla una de las más importantes.

A finales del s. XI y durante el XII, se produjeron dos invasiones bereberes procedentes del otro lado del Estrecho de Gibraltar (primero almorávides y posteriormente almohades) que trataron de dar una mayor unidad a los reinos Taifas.

A comienzos del siglo XIII se produce un importante avance cristiano, cuyo principal hito fue la Batalla de las Navas de Tolosa (1212), episodio fundamental en la historia de Andalucía y de España en general, por haber supuesto la unión de los diferentes reinos septentrionales (Castilla, Aragón y Navarra). Como consecuencia de esa victoria surgieron posteriormente los reinos cristianos de Sevilla, Córdoba y Jaén, bajo dominio castellano aunque con cierta autonomía, mientras que bajo dominio musulmán quedó solo el de Granada, que había nacido con la dinastía zirí en el s. XI y que a partir de entonces estaría gobernada por los nazaríes.

Esta situación geopolítica, en la que la actual Andalucía quedaba dividida entre cristianos (noroeste) y musulmanes (sureste), se mantuvo durante aproximadamente dos siglos. En el lado cristiano, destacaron reyes como Fernando III el Santo y Alfonso X el Sabio, ambos enterrados en la catedral de Sevilla, que muestra en sí misma esa mezcla de culturas de la Andalucía medieval: un templo gótica iniciado a comienzos del siglo XV, cuyo campanario era el minarete de una mezquita musulmana del siglo XII. Y en el lado musulmán, la gran joya que ha llegado hasta nosotros es la Alhambra de Granada, símbolo del esplendor de la dinastía nazarí.

1492 es otro momento destacado de esta breve historia de Andalucía, como también lo es para España y para el mundo en general. Es la época del reinado de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, y la fecha en la que tomaron tres importantes decisiones, fraguadas precisamente en lo que hoy es Andalucía.

En primer lugar, termina la Guerra de Granada con la toma de la ciudad el 2 de enero, tras el acuerdo con el rey nazarí Boabdil. Esta guerra, que había comenzado mucho antes y que tuvo otros capítulos destacados (como la Batalla de Málaga en 1487) se considera el último episodio de la Reconquista. Meses después se produjo la expulsión de los sefardíes (judíos de Castilla y Aragón), ampliamente asentados en lo que hoy es Andalucía, como atestiguan importantes juderías (Córdoba, Jaén o Lucena). Y por último, la llegada de Cristóbal Colón, bajo bandera castellana, a América. Un viaje que se organizó en gran medida en la provincia de Huelva, como da cuenta de ello la ruta de los Lugares Colombinos.

De esta manera, se inaugura la Edad Moderna, con un papel central de España, y en particular de lo que hoy es Andalucía. Entramos así en una nueva etapa para la historia de Andalucía: la de la dinastía de los Austrias, con Carlos I y Felipe II como grandes exponentes del poder del nuevo imperio. Y aunque Felipe II estableció la capital en Madrid, los puertos andaluces mantuvieron un tráfico inusitado, especialmente el de Sevilla. Esto la convirtió en una de las ciudades más cosmopolitas y ricas del continente, gracias al establecimiento aquí de la Casa de Contratación, para fomentar los viajes a Ultramar y acaparar el monopolio de su comercio.

Otra consecuencia palpable en esta y otras muchas ciudades fue la proliferación de conventos y templos religiosos, impulsados precisamente por la misión evangelizadora en el Nuevo Mundo y por los recursos que de él llegaban. La fuerte defensa de la religión católica se extendió también a la relación con los moriscos que aún habitaban en territorio andaluz, como da cuenta de ello la crisis de la rebelión de las Alpujarras (1570-72) o la definitiva expulsión en 1609.

El mejor exponente de esta época dorada de la historia de Andalucía es el arte, en particular:

  • La arquitectura, con su esplendoroso Renacimiento (catedral de Jaén, monumentos de Úbeda y Baeza) y su exuberante barroco (cartuja de Jerez de la Frontera y numerosas capillas). Un estilo que, por cierto, es aún más importante por su exportación a América Latina (catedral de Cuzco o catedral de México DF, entre otras)
  • La pintura: es la época en la que surgen algunos de los más grandes pintores españoles, como Velázquez y Murillo
  • La escultura: es el periodo de trabajo de importantes nombres como Pedro de Mena o Alonso Cano


martes, 22 de abril de 2025

FILETES DE RUBIO CON CORAZONES DE ALCACHOFAS, MENTA, ALBAHACA Y TOMILLO

 

FILETE DE RUBIO CON CORAZONES DE ALCACHOFAS, MENTA, ALBAHACA Y TOMILLO

Ingredientes

2 Rubios de tamaño mediano

1 Ramita de tomillo

1 Docena de corazones de alcachofas, limpias cortadas en cuartos

Salvia fresca

Menta fresca

1 Cebolla muy picada

Unas hojas de albahacas

Aceite de oliva virgen extra

Vino blanco

Sal

Ajo

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

Lo ideal es que el pescadero limpie los rubios y saque cuatro filetes, pues es un poco entretenido el comprarlos y limpiarlos y filetearlos en casa si uno no es muy  diestro con los pescados.

En un bol con  agua y limó  metemos los corazones de alcachofas (yo los compro congelados, me facilita la tarea) para que no se oxiden.

En una cacerola con unas cucharadas de aceite, añadimos un diente de ajo con piel y lo dejamos dorar, luego lo retiramos y añadimos las alcachofas bien escurridas y la cebolla picada, rehogamos a fuego fuerte, luego añadimos un poco de vino blanco y dejamos cocer unos minutos con la tapa puesta junto con unas hojas de menta.

Mientras en una sartén antiadherente, vertemos un par de cucharadas de aceite de oliva, disponemos los filetes de rubio con la piel hacia abajo, añadimos unas hojas de salvia, unas ramitas de tomillo y unas hojas de albahaca,  salpimentamos al gusto y cocinamos durante unos minutos, luego añadimos un poco de sal y humedecemos con vino blanco, volvemos los filetes con una espátula y terminamos de cocinar unos minutos más, luego revisamos las alcachofas, las sazonamos y terminamos de cocinar.

Disponemos los filetes de rubio en cada plato y añadimos las alcachofas, decoramos con algunas hierbas.

¡Buen provecho!

 

CONEJO CON SEMILLAS DE MOSTAZA, ALCAPARRAS, ZANAHORIA Y ROMERO

 

CONEJO CON SEMILLAS DE MOSTAZA, ALCAPARRAS, ZANAHORIAS Y ROMERO

Ingredientes

1 Conejo ya limpio

1 Cucharada de semillas de mostaza

2 Zanahorias

1 Cucharada de alcaparras encurtidas, enjuagadas

2 Ramitas de romero fresco

1 Vaso de buen vino blanco

Aceite de oliva virgen

Sal

Pimienta negra recién molida

1 Diente de ajo con piel

 

Elaboración

Cortamos el conejo en trozos, reservando algunos despojos al gusto (corazón, riñones, pulmones, hígado,……), si la carne tiene un olor fuerte, pasamos la carne por agua y vinagre.

Lavamos y pelamos las zanahorias y luego las picamos en daditos pequeños.

En una cacerola ponemos 3 cucharadas de aceite, doramos el ajo y una vez dorado lo retiramos y reservamos, luego añadimos las zanahorias picadas y las sofreímos. Luego añadimos los trozos de conejo y los doramos durante unos minutos.

Añadimos el vino blanco y dejamos que se evapore. Cuando el nivel del vino haya bajado a la mitad, añadimos las alcaparras, las semillas de mostaza y las hojas  de romero sin  la ramita, sal y pimienta negra recién molida al gusto, removemos bien para la integración de  todos los ingredientes al objeto que de cada uno de ellos suelten sus sabores y los aboba la carne del conejo.

Tapamos la cacerola dejando una pequeña abertura para dejar salir el vapor y cocinamos durante unos veinte minutos a fuego moderado, dándole la vuelta a los trozos de conejo de vez en cuando. Si se seca, añadimos un poco más de vino blanco.

Servimos en el centro del plato y disfrutar de este exquisito conejo.

¡Buen provecho!

 

PATATAS DAUPHINE

 

PATATAS DAUPHINE

Ingredientes

700 gr de patatas harinosas

Para la pasta choux:

100 gr de mantequilla

150 gr de harina

4 Huevos grandes

Sal

Aceite para freír

 

Elaboración

Lavamos las patatas y cocemos en una olla grande con agua  con sal. Dejamos hervir de 20 a 30 minutos.

Preparamos la pasta choux: Vertemos 25 centímetros de agua en una cacerola, añadimos una pizca de sal y la mantequilla, llevamos a ebullición. Retiramos del fuego y agregamos la harina de una vez. Mezclamos  muy bien y añadimos los huevos de uno en uno mientras removemos la masa para la integración del huevo, cuando la veamos bien integrado, echamos el siguiente y volvemos a batir la mezcla hasta la integración del huevo, así hasta que los 4 huevos estén bien mezclados e integrados en la masa.

Precalentamos el aceite de la freidora a 170º.

Pelamos las patatas calientes, las hacemos pure con un machacador o con un pasapuré, una vez  estén hechas pure, las mezclamos en un bol la pasta choux y el pure de patatas hasta que estén bien integrados y formen una masa homogénea.

Tomamos el equivalente de una cucharadita de masa y las vamos friendo en la freidora.

Freímos de 10-12  unidades de bolitas durante 6 o 7 minutos, procurando que estén doradas por todos lados.

Sacamos y las ponemos sobre papel absorbente de cocina, para quitarles el exceso de aceite.

Sazonamos con sal y servimos inmediatamente como guarnición.

¡Buen provecho!

lunes, 21 de abril de 2025

ALCACHOFAS Y PATATAS AL WOK

 

ALCACHOFAS Y PATATAS AL WOK

Ingredientes

4 Alcachofas

1 Limón natural

2 Dientes de ajos

12 Patatas nuevas

4 Lonchas finas de jamón serrano

80 Gr de aceitunas negras

½ Manojo de menta o hierbabuena

½ Manojo de eneldo

Aceite de oliva

Sal

Pimienta negra recién molida

 

Elaboración

Con un rallado, rallamos la piel del limón y reservamos.

Enjuagamos las patatas y cortamos en cuartos.

En un wok echamos un chorrito de aceite de oliva y freímos las patatas.

Cortamos el tallo de las alcachofas por la base y retiramos las hojas más duras. Cortamos los extremos duros y puntiagudos de  las hojas. Cortamos las alcachofas en cuartos a lo largo y rociamos con jugo de limón para que no se oxiden.

Luego añadimos las alcachofas con las patatas y doramos dándoles vueltas regularmente.

Cuando veamos que las alcachofas están en su punto, añadimos las aceitunas negras, el ajo machacado y la ralladura de limón, continuamos cocinando removiéndolas suavemente de vez en cuando.

Cuando las verduras estén cocidas, añadimos el jamón serrano cortado en tiras, y por ultimo las ramitas de menta o hierbabuena, y el eneldo. Añadimos la sal y la pimienta negra recién molida, removemos suavemente para que se integren con las verduras, y disfrutar caliente o tibias.

¡Buen provecho!

ISLA FLOTANTE DE CHOCOLATE

 

ISLA FLOTANTE DE CHOCOLATE

Ingredientes

5 Huevos

500 ml de leche entera

80 gr + 59 gr de azúcar moreno de caña

60 gr + 59 gr de chocolate negro 70%

1 Pizca de sal

1 Nuez de mantequilla

100 ml de nata fresca

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 140º.

Separamos las claras dé las yemas, Batimos las claras con una pizca de sal y 80 gr de azúcar moreno de caña, hasta que estén a punto de nieve fuerte.

Untamos un molde de suflé con mantequilla.

Trituramos el chocolate negro.

Añadimos a las claras a punto de nieve la mitad del chocolate con una espátula, removiéndolo suavemente con movimiento envolvente para su integración. Vertemos en el molde de suflé, y colocamos en una fuente con la mitad de agua caliente cubriendo el molde de suflé... Horneamos durante 15 minutos.

Calentamos la leche en una cacerola. Batimos en un bol las yemas de huevo con el azúcar moreno; vertemos la leche caliente una vez bien batidas las yemas con el azúcar y que hayan doblado su volumen,  mezclamos y devolvemos a la cacerola, ponemos a fuego lento y dejamos espesar. Vertemos la nata caliente sobre el resto de chocolate triturado y removemos  muy bien para emulsionar todo.

Vaciamos en un recipiente ancho. Desmoldamos la isla flotante y la colocamos en el centro del recipiente.

Cubrimos con la mezcla de las yemas de huevo.

¡Buen provecho!

 

 

 

 

sábado, 19 de abril de 2025

"ANEDOCTAS DE HASDAY". MECENAS DE LA CULTURA SEFARDÍ ANDALUSÍ

 

“ANECDOTAS DE HASDAY”

Mecenas de la cultura sefardí andalusí

Elisa Simón


En este artículo, quiero recordar con Ustedes la importancia e influencia que tuvo Hasday ibn Shaprut en el origen de la cultura sefardí de al-Andalus. Gracias a su mecenazgo, su tenacidad y su cargo como na´sí o príncipe de las comunidades judías andalusíes, convirtió la ciudad de Córdoba en el centro del saber para los judíos de dentro y fuera de al-Andalus. 

Hasday atrajo a sabios y eruditos sefardíes, del Magreb y de Oriente, para que desarrollaran en Córdoba los estudios del Talmud, la poesía, la ciencia, la medicina y las artes. Bajo su patrocinio trajo libros de Oriente y de todos los rincones del mundo conocido, para ser traducidos y ampliar el saber en al-Andalus. Hasday sentó las bases para alcanzar el esplendor de la cultura sefardí andalusí en todos los campos del saber en los siglos siguientes.

Personajes que florecieron bajo Hasday 

Tres personajes que florecieron gracias al mecenazgo de Hasday. Menahem ben Saruq, Dunash ben Labrat y Moshe ben Hanok.


Menahem ben Saruq

Recordarán de los artículos anteriores a su secretario, Menahem ben Saruq. Hasday le encargó un trabajo muy especial: la redacción de un diccionario-hebreo de las raíces bíblicas, llamado “Mahberet”.

En dicho diccionario Menahem incluyó:

“con claridad la lengua hebrea de acuerdo con el contenido esencial de sus fundamentos y la esencia de sus raíces, aplicando la plomada de la razón y el cordel de medir de la instrucción para explicar los sentidos de sus especies según leyes regulares, exponer las clases de significados de acuerdo con sus divisiones, mostrar las acepciones de la palabra según su significado, enseñar las letras que forman parte de la raíz y las que tienen función servil en medio de la palabra y en sus dos extremos, hasta llegar a abarcar plenamente la lengua hebrea y hacerla inteligible en toda su extensión. “ 

Menahem se tomó muy en serio su tarea. Fue agrupando las palabras hebreas según sus raíces biconsonanticas, uniconsonanticas y triconsonanticas. Explicó y ofreció su interpretación, en hebreo, del significado de la raíz de cada palabra en lengua hebrea. Así surgió una literatura hebrea andalusí unido a estudios lingüísticos.  Cuando este diccionario se dio a conocer, comenzó una gran discusión de tipo gramatical, semántica, filológica y hasta religiosa. Esto afectó, en parte, a la vida diaria de los judíos de al-Andalus.

Las interpretaciones del diccionario llegaron a confundir al pueblo en sus quehaceres diarios. Los defensores y detractores del diccionario de Menahem dividieron a los sefardíes. Sin embargo, dejando aparte lo que se formó, es relevante la importancia de que se trata del primer diccionario en hebreo, que daría lugar al desarrollo de la lengua hebrea en al-Andalus. Además, este diccionario sería de máxima ayuda para los judíos que desconocían el árabe, así fueron favorecidos los judíos europeos. Aquellos que no sabían árabe, desconocían el origen de la raíz de las palabras hebreas, similar a las árabes. 


Dunash ben Labrat ha Leví 

Uno de los principales detractores del diccionario de Menahem fue el poeta Dunash ben Labrat ha Levi. Este poeta había llegado a Córdoba gracias a la invitación de Hasday. Dunash ben Labrat, “ …originario de Bagdad y educado en Fez…”, como nos indica Moseh ibn Ezra. Nació hacia 920-925, estudió en Sura, Babilonia, donde aprendió no solo la lengua y cultura árabe sino la gramática y jurisprudencia rabínica.
Uno de sus maestros fue Se´adyah Ga´on, impulsor de la renovación y apertura de la cultura judía. Estas enseñanzas hicieron que Labrat contribuyera de forma destacada al florecimiento de la poesía sefardí. La relevancia de Dunash y su gran aportación a la poesía fue adoptar el sistema métrico árabe en poesía y a las características de la lengua hebrea. Lo importante es que Dunash adoptó la temática de la poesía en árabe, tales como descripciones de la naturaleza, temas amorosos, poesía dedicada a los pájaros, el agua, el vino, las fiestas, la amistad, etc.

“Me dice: no
duermas, bebe vino viejo.

Hay alheñas y
lirios, mirra y áloes,

En el jardín con
granados, palmeras y parras,

Plantas agradables
y muchos tamariscos,

Ruidos de acequias
y sones de laúdes,

Acompañados de la
voz de cantores con cítaras y adufes. ….”


Según parece fue el hazzan o cantor de sinagoga de Córdoba. Compuso poemas litúrgicos que son hoy conocidos en todo el mundo judío.

Las  desavenencias y controversias gramaticales y filológicas entre Dunash y Menahem, pronto se convirtieron en discusiones, que se extendía más allá de los salones de las Academias. Dunash escribió una serie de artículos y libros criticando la postura de Menahem en su diccionario. Sin embargo, fueron los discípulos de ambos filólogos, los que más crudamente se enfrentaron en sendas cartas, poemas, artículos, defendiendo a sus maestros. De ahí que Menahem no se defendiera personalmente de ninguno de los ataques de Dunash. Con el paso del tiempo, estas discusiones dieron lugar a dos posturas enfrentadas dentro de la comunidad sefardí. Mientras unos defendían las viejas tradiciones de Menahem,  la otra hacía lo propio con las ideas innovadoras de Dunash. Hasday ibn Shaprut se vio, sin querer, entre ambas facciones. Intentó mantenerse neutral, sin embargo, parece que se vio forzado a decantarse por una de ellas. Optó por las ideas innovadoras introducidas por los sabios de Oriente. De esta manera, su secretario Menahem, perdió el favor de su mecenas.  

Menahem se lamenta en este poema:


“… tendrías que
honrarme por haber trabajado en casa de mi señor, tu padre…..

Sirviéndote agua
en las manos… el me tenía aprecio y me atraía con los lazos de la amistad…

Y mientras me tuvo
bajo su sombra, no me hizo daño el sol.

En la medida de
las pocas fuerzas de mi inteligencia proclamé yo sus alabanzas.

Grabadas están en
el Arca del Testimonio en la Sinagoga que él construyó en honor del Señor,

Y la inscripción
es obra de mi mano… “




Moshe ben Hanok 

El tercer personaje relacionado con Hasday. El rabi Moshe ben Hanok. Mientras en al-Andalus los sefardíes fueron adquiriendo importancia gracias a los patrocinios y esfuerzos de Hasday, en Oriente las grandes Academias Talmúdicas estaban ya en decadencia, y eran regidas por directores o gaonim (singl. Gaon). Dos de estos centros talmúdicos se situaban en las ciudades de Sura y Pumbeditha respectivamente. En ellas se estudiaba la interpretación del Talmúd y se velaba por los intereses de las comunidades judías. En estas Academias se estudiaba no solo el saber religioso, sino el profano también, como la medicina o la poesía, por ejemplo. Lo que se dictaba como enseñanza servía de guía o apoyo a todas las comunidades judías esparcidas por el mundo conocido de aquella época. Hacia mediados del siglo X, estas Academias iniciaron una imparable decadencia. La precaria situación de las Academias de Babilonia forzó su cierre y la migración de sus directores o gaonim hacia otros países.  



Fue así como cuatro de los sabios de estas Academias embarcaron hacia Occidente con la idea de crear nuevas Academias. En una de estas naves viajaba el gaon rabi Moshe ben Hanok con su esposa y su hijo. Una tempestad  empujó su embarcación hacia las costas italianas. Allí el corsario Ibn Rumahis, asaltó la nave y apresó a sus pasajeros. La esposa de Hanok, temerosa de lo que le pudiera ocurrir, decidió arrojarse al mar, dejando desolado a su esposo e hijo pequeño. Como Ibn Rumahis estaba subvencionado por el califa abd ar-Rahman III, los prisioneros convertidos en esclavos arribaron al puerto de Córdoba, donde fueron ofrecidos al mejor postor en el mercado de esclavos. A todo esto,  Hasday sabiendo que entre los esclavos se encontraban judíos, éste los redimió y pasaron a formar parte de la comunidad cordobesa. Moseh y su hijo, cansados, humillados y tristes por la muerte de su esposa y madre, llevaban una vida anónima en la capital del califato. No habían dicho a nadie que Moseh había sido gaón de Babilonia.

Moseh solía asistir regularmente a las sesiones de la escuela talmúdica en la sinagoga. Se sentaba en un rincón para escuchar al dayyan o juez, rabí Nathan. Un día estando rabí Nathan explicando un pasaje del Talmud, dio una interpretación que no compartía Moseh.
Sin embargo, guardó silencio y esperó hasta que los asistentes expusieran sus preguntas y que el rabí respondiera. Fue entonces, cuando Moseh hizo su comentario, dejando tanto al dayyan como a los allí presentes atónitos por su forma de expresarse y de exponer su argumento. Su modestia y humildad con la que demostró su sabiduría, hizo que se ganara la simpatía de los asistentes y la admiración del dayyan Nathan. En aquella misma sesión, rabí Nathan terminó invitando a Moseh a subir a su cátedra para que continuara sus explicaciones e interpretaciones de los pasajes del Talmud. Una vez finalizada la sesión, rabí Nathan declaró solemnemente que a partir de ahora el cargo de juez y maestro lo ostentaría Moseh ben Hannoch. Hasta ese momento no se descubrió su identidad.
De esta forma Córdoba se convirtió en uno de los centros del saber más sobresalientes del judaísmo. La herencia de la gran Academia de Babilonia acababa de establecerse en la capital de al-Andalus, lo cual atrajo a un sinfín de judíos que se asentaron en Córdoba.

BIBLIOGRAFÍA

– Judíos Españoles de la Edad de Oro. Antonio Antelo Iglesias. Fundación Amigos de Sefarad. Madrid 1991 
–  Literatura Hebrea en la España Medieval. Ángel Sáenz-Badillos. Fundación Amigos de Sefarad. Madrid 1991