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martes, 3 de junio de 2025

TARTA ANDALUSI DE NARANJA

 

TARTA ANDALUSÍ DE NARANJA

 

Uno de los aspectos en que mejor se ha conservado la influencia andalusí en nuestra cocina, es la repostería, dulces de almendra, pistachos, y delicados, piñones rociados con agua de azahar y en rosas y embebidos en miel transparente y dorada, mazapanes, hojaldres, masa-quebrada espolvoreada con azúcar fino y semillas de ajonjolí (sésamo), con aceite de almendras dulces, o de sésamo.

En Al-Ándalus encontramos dos grandes grupos de dulces, ligados a los procesos básicos de elaboración: fritura y horneado; no obstante, también se daban otras formas combinadas o intermedias.

Los productos estrella para endulzar eran el azúcar y la miel. A los andalusíes debemos la introducción de los cítricos y también de la caña de azúcar. Hicieron fortuna y lo siguen haciendo, las combinaciones de azúcar y frutas.

Ingredientes

12 huevos

1 k de azúcar

180 gr de harina

6 naranjas

2 cucharadas de maicena

 

Elaboración

En un bol grande batimos 6 huevos, con 200 gr de azúcar, y la ralladura de piel de una naranja, hasta que estos doblen su volumen y tengan un color blanquecino, añadimos el zumo de una naranja y lo batimos suavemente para su integración, añadimos la harina y con movimientos envolventes la incorporamos suavemente hasta su integración total.

En molde desmoldarle de 20 centímetros, debidamente engrasado tanto la base como las paredes, vertemos la masa del bizcocho, y metemos en el horno previamente precalentado a 180º. Durante 25-30 minutos, o hasta que al pincharlo con una aguja veamos que esta sale limpia. Una vez en su punto, sacamos del horno y dejamos enfriar a temperatura ambiente.

En dos boles, vamos abriendo los huevos y en uno echamos las yemas y en otro las claras. En un cazo vertemos las yemas de los 6 huevos junto con el zumo de las naranjas y azúcar al gusto, batimos bien y ponemos al fuego medio-bajo batiendo continuamente hasta que estén cremosos.

Desmoldamos el bizcocho, cubrimos con la crema de huevo y naranja.

Por último, montamos las claras de huevo a punto de nieve fuerte, con bastante azúcar glas, y cubrimos la preparación anterior.

Metemos en el horno solo con el gratinador y espolvoreado con ralladuras de naranja.

Una vez sacado del horno, dejamos enfriar y servimos adornados con rodajas de naranjas confitadas.

¡Buen provecho!

 

LECHE DE ALMENDRAS

 

LECHE DE ALMENDRAS

Bebida refrescante, deliciosa y energética. La leche de almendras era simplemente conocida y utilizada por los musulmanes. Posteriormente en Al-Ándalus, se utilizó tanto como bebida, como en cocina. En la edad media ya era ampliamente conocida en toda Europa y se le denominaba con la forma latinizada “amygdalate”, por esa razón aparece en muchas recetas de origen medieval como alimentos empleados en los platos cuaresmales y también en otros que actualmente se preparan con leche de vaca.

Muy adecuada para los calurosos meses estivales, porque aporta gran cantidad de electrolitos como el potasio y vitaminas sobre todo del grupo B como la tiamina y la niacina.

 

Ingredientes

200 gr de almendras

350m gr de azúcar glas

1 litro de leche

Agua de azahar

 

Elaboración

 Pelamos las almendras y se mezclan con la mitad del azúcar glas, pasando a cuatro veces por la picadora.

En un mortero vaciamos la mezcla de almendras y azúcar y las majamos lo mas fina posible, y después la ponemos en una jarra con un litro de agua fría para su maceración.

Mezclamos otros 175 gramos de azúcar glas con el litro de leche, perfumamos con un chorrito de agua de azahar y pasamos la pasta de almendras por el chino, mezclamos con la leche azucarada, removiendo para la integración total de los ingredientes.

Servir bien fría.

¡Buen provecho!

 

 

viernes, 30 de mayo de 2025

PIMIENTOS ASADOS ANDALUSIES

 

PIMIENTOS ASADOS ANDALUSIES

Los pimientos asados, los podemos usar como ensalada, para conserva o como acompañamiento de platos de nuestro gusto-Los pimientos dulces, aportan a la dieta compuestos con capacidad antioxidante, entre ellos carotenoides, tocoferoles, acido ascórbico y polifenoles, además de minerales, fibra y agua.

Es una delicia sabrosa, solo o como acompañamiento.

Ingredientes

Pimientos grandes de calidad

Ajo

Sal

Pimienta negra recién molida

Aceite de oliva virgen extra

 

Elaboración

Precalentamos el horno a 200º, calor arriba y abajo.

Lavamos y secamos los pimientos, los disponemos en una bandeja de horno y los impregnamos en aceite de oliva virgen extra. Metemos en el horno y horneamos durante 40-45 minutos, dependiendo del tamaño de los pimientos.

Apagamos el horno y los dejamos entibiar sin sacarlos. así se reblandecen y luego nos resulta más fácil de pelar.

Sacamos del horno y escurrimos. Reservamos el liquido que han desprendido al asarse para combinarlos o para la conserva.

Pelamos y vaciamos los pimientos eliminando todas las semillas.

Los cortamos en tiras largas.

Apartamos los que vamos a utilizar para la ensalada y el resto lo introducimos en botes de cristal con cierre hermético. Los cubrimos con su caldo.

Vertemos un chorro de aceite de oliva virgen extra sobre ellos y cerramos los tarros. Podemos conservarlos en el frigorífico durante bastante tiempo, sin abrir, una vez abierto se estropearán en unos días, por eso mejor conservarlos en tarros pequeños que uno o dos grandes.

Para la ensalada de pimiento; pelamos y picamos un diente de ajo, montamos la ensalada de pimientos asados, salpimentamos al gusto, y coronamos con ajo picado y aderezamos con aceite de oliva virgen extra.

Podemos servirla sola, o acompañando otros platos.

¡Buen provecho!

domingo, 25 de mayo de 2025

AGRICULTURA ANDALUSÏ´Y SU LEGADO EN SHARQ AL-ANDALUS

 

AGRICULTURA ANDALUSÍ Y SU LEGADO EN SHARQ AL-ANDALUS.

(711-1492) Al-Andalus es el nombre con el que se conoció a todas aquellas tierras, gobernadas por musulmanes, que habían formado parte del reino visigodo: la Península Ibérica, la Septimania francesa y las Islas Baleares.  La zona este andalusí de la Península Ibérica se denominó Xarq o Sharq al-Andalus. Su herencia agrícola ha perdurado hasta nuestros días.

La llegada de los árabes a partir del s. VIII marca el comienzo de un nuevo y más profundo desarrollo agrícola en la Península Ibérica. Es a partir del siglo X cuando los científicos andalusíes comienzan a hacer aportaciones originales a la ciencia.


Sabemos de la tristeza y añoranza de los hispano-musulmanes valencianos expulsados de Sharq al-Andalus, la melancolía de sus corazones al recordar la tierra que les vio nacer, murieron manifestando que nunca vieron ni encontraron otras tierras, a sus ojos más ricas y bellas, que las de sus antepasados, cruelmente perdidas en guerras contra los invasores catalano-aragoneses. Ibn al-Abbâr es un buen ejemplo de ello.


Pero lo más paradójico es que aquellos que se las arrebataron también admiraron su belleza y la exuberancia conseguida con el trabajo y esfuerzo de generaciones y generaciones de sus anteriores pobladores: valencianos musulmanes, judíos y cristianos; Jaime I, en su Crónica, hace una detallada descripción de la tierra recién conquistada, la veían sus ojos en toda su belleza natural y el esplendor que le habían proporcionado sus antiguos pobladores; por ejemplo, cuando en su Crónica nos describe el Pla de Xátiva (Medina Sateba):

«Anc no vim Xátiva, e volem-la veer. E anam lla, a aquell coll agut qui és part del castell, e veem la pus bella horta, moltes e espesses, e veem encara lo Castell, tan noble e tan bell, e tan bella horta, e haguem-ne gran goig e gran alegre en nostre cor».

Cuando los musulmanes llegaron a la Hispania romanogoda, se encontraron con un panorama alimentario poco reconfortante. La tierra era pobre de recursos, y por tanto la alimentación escasa y poco variada; se basaba casi exclusivamente en el consumo de cereales y en la vid, una agricultura de base romana, conservada, prácticamente sin variación, por los visigodos, cuyos elementos principales eran los cereales. Lo mismo sucedía en el resto de Europa donde el cultivo de frutas y hortalizas era prácticamente inexistente.


En base a esta situación, la política de los dirigentes Omeyas de al-Andalus, fue la de impulsar todo lo relacionado con el desarrollo agrícola Para ello en primer lugar se recopilaron y tradujeron gran cantidad de textos antiguos sobre agricultura -la mayoría orientales- y se perfeccionaron y aumentaron los sistemas de regadío de origen romano existentes en el suelo peninsular, tanto en las técnicas de extracción, como de conducción del agua. Se aclimataron e introdujeron nuevas especies vegetales.


La agricultura que, a partir de ese momento se iba a desarrollar en al-Andalus se basaría en tres modelos:

A) El modelo Oriental que tenía cuatro fuentes básicas: 1.- Bolo Demócrito de Mendes agrónomo egipcio. 2.- Enlaza la tradición griega con la siriaca y la persa 3.- Bizantinos (rumíes). 4.- Agricultura Nabatea.
B) El modelo Latino proviene de distintos autores entre los que destacan Columela, Varrón, Plinio, Paladio y Martialis.
C) El modelo Mozárabe se reduce al uso de los textos latinos que los musulmanes hallaron en España guardados en monasterios.



La prosperidad que alcanzó la comunidad musulmana conllevó una elevada densidad de la población y determinadas formas de asentamiento, lo que implica asimismo la necesidad del máximo aprovechamiento de los recursos, naturales o creados. De donde se derivan unas formas de utilización intensiva de la tierra, pero sumamente respetuosa del equilibrio del ecosistema.


La agricultura andalusí se orientó hacia cultivos preferentemente alimentarios aunque existieran otros de uso comercial, como los empleados en los tejidos, en la cría de gusanos de seda, o en la fabricación del papel, por lo que no podemos olvidar las moreras, las plantas textiles y las medicinales.


La base de la agricultura la constituían los cereales, las hortalizas y verduras, legumbres, arroz, plantas aromáticas, frutas y árboles frutales…

Para los cereales, existían molinos de diversos tipos, incluso móviles y transportables, que daban idea de la gran demanda de este producto y de su valía, algo que, también, se refleja en las ordenanzas de los zocos. Las frutas también originaron una industria, la conservera, con la creación de almíbares, arropes o jarabes, mientas las plantas aromáticas creaban una industria de perfumes.



Las labores del campo se desarrollaban de acuerdo con un calendario popular, en enero se amontonaba las cañas de azúcar, en marzo se plantaba el algodón, en abril aparecían las violetas y las rosas y se plantaban las palmeras y las sandias. Las lluvias de ese mes hacían crecer el trigo, la cebada y los demás cereales, en mayo cuajaban la aceitunas y aparecían los albaricoques, las ciruelas y las manzanas tempranas. Se recogían las habas, se segaba la cebada y las abejas producían la miel; junio y julio eran los meses de la siega y de la trilla; a finales de agosto maduraban la uvas y los melocotones, se recogían las nueces, se sembraban los nabos, las habas, y los espárragos; septiembre traía la vendimia y la recolección de granadas y membrillos; en octubre se preparaba la carne de membrillo; en noviembre se cosechaba el azafrán; diciembre era mes de lluvias abundantes y en los huertos se plantaban calabazas y ajos.


Los cambios introducidos en la agricultura hispano-goda, además de repercutir en los sistemas de cultivo y en los productos, provocaron una alteración sustancial en la alimentación. Frente a la clásica trilogía cristiana de trigo, carne y vino, los andalusíes crearon nuevos hábitos alimenticios en los que las verduras no fueron solo la base, sino el elemento imprescindible, bien a solas, bien acompañando las carnes, las sopas, el pescado, con una enorme cantidad de variantes en sus recetas.



Los andalusíes podían consumir verduras y hortalizas frescas durante todo el año. Precisamente, este elevado consumo de verduras y de frutas, frescas y secas, será tan andalusí que el posterior tribunal del Santo Oficio descubrirá al moro reincidentemente por la afición al consumo de vegetales.

En cuanto a las frutas, desde el siglo XI se daban en al-Andalus prácticamente las mismas que hoy se encuentran en nuestros campos. La producción agraria llegó a ser tan elevada, que surgieron «Excedentes alimentarios», que al ser vendidos, favorecieron el que otras personas de la comunidad se especializaran en determinados oficios, lo que dio lugar a una economía y a una cultura urbana muy desarrolladas. Lo que sucedió fue, en definitiva, lo que los especialistas han dado en llamar una auténtica «revolución verde».



Las buenas mañas hortícolas de los andalusíes, no solo fueron estimadas por los musulmanes norteafricanos que les acogieron tras ser expulsados de España, sino que también eran valoradas por los propios cristianos, como así lo demuestra un refrán popular que todavía se emplea entre nosotros y que dice: «¡Una huerta es un tesoro, si el que la trabaja es un moro!».

En el 714 los musulmanes llegaron a Sharq al-Andalus, los hispano-latinos que la habitaban se mostraron pacíficos, por lo que, los de estado independiente conservaron íntegra su libertad personal y el dominio de sus bienes. En cuanto a las clases serviles, la llegada de los musulmanes les favoreció ostensiblemente. Los siervos de los cristianos, continuaron en verdad ligados a sus amos como antes, pero adquirieron el inapelable derecho de disponer de sus bienes, y los que permanecieron en tierras de los musulmanes, se transformaron en una especie de arrendatarios aparceros, casi sin ninguna dependencia de sus tareas agrarias.


Todos los antiguos esclavos y siervos que declaraban la fe islámica, se convertían en verdaderos musulmanes y eran liberados, pasando inmediatamente a tener derecho sobre el reparto de las tierras, lo que provocó un crecimiento demográfico espectacular a causa de la cantidad de nativos que llegaban huidos de las tierras del interior, todavía bajo el dominio visigodo, también se produjo un considerable aumento de la producción agraria, pues, ya no eran siervos ni posesión de nadie, ahora trabajaban su propia tierra.

La primera medida tomada fue la parcelación y redistribución de las tierras, haciendo desaparecer la mayoría de los antiguos latifundios visigodos, convirtiéndolos en pequeñas explotaciones familiares.

En Shar al-Andalus solo quedó una pequeña zona sin parcelar, la Almúnia del rey Ibn ‘Abd al-‘Aziz al norte de la capital (donde ahora están los Viveros), no era ninguna explotación agraria latifundista, sino el parque o jardín de esparcimiento de los reyes musulmanes. En las Almúnias, se entremezclaban exóticas flores de ornamentación, con plantas aromáticas, árboles frutales, juegos de agua y albercas rodeadas de pavos reales que se contoneaban desplegando impasibles toda su belleza. En Denia hay un pueblo denominado Ràfol d’Almúnia, pero es solo el apellido de su último señor, su nombre anterior era Ràfol dels Murs por la misma razón.


En el siglo X los científicos andalusíes comienzan a hacer aportaciones originales a la ciencia. Junto a una incipiente tendencia a independizarse de la cultura y ciencia orientales, en al~Andalus van a confluir, a partir de este momento, una serie de elementos y circunstancias que serán el embrión de la llamada «escuela agronómica andalusí». Esta alcanzará su máximo auge en los siglos XI y XII.

En el siglo XI surgió en Sharq al-Andalus un nuevo género literario que describía con júbilo los jardines y frutos de la época. Conocidas son las narraciones del poeta Ali ben Ahmad sobre lo que presenciaba en los jardines de la almunia de al-Mansu, en Valencia. En el siglo XI-XII se crearon los primeros jardines botánicos, a menudo estos jardines tenían un fin puramente farmacológico y terapéutico, y se creaban junto a los propios hospitales.

Las tierras de regadío se dividieron en pequeñas parcelas, la unidad rural más importante en tierras de regadío era la qariya que tenía una casa principal con habitaciones, solía tener una torreta, patio interior y disponía de construcciones anexas, de hornos, graneros, molinos, etc. por esa razón abundan los pueblos denominados Alquería: de la Condesa, de Aznar, de Roca, de Jordá, de Pallés, de Alba… Alquerieta y el diminutivo árabe de Alcoraia (Alicante) y el plural Alcora.

El núcleo rural y unidad más abundante era el rahl, una masía de cierta importancia provista de graneros, almáceras, corrales, etc. en la toponimia valenciana tenemos Rafal y Rafol, y los compuestos: Rafelcofer, Rafelguaraf, Rafelbuñol. Debían ser muy modestas las explotaciones agrarias que originaron los actuales pueblos denominados Zucaina ó Bunia, que significa caseta; Xinquer igual a cabaña y muchos otros topónimos valencianos de etimología arábiga denotan que se desarrollaron sobre determinadas construcciones agrícolas como: Algorfa y Alforí (granero), Almássera (molino de aceite), y tantos otros que resultan innumerables.

Para el cultivo de la tierra de secano había numerosas posesiones de mediana extensión, dichas en singular diya, provistas de un castillo donde solían protegerse de las incursiones de castellanos, aragoneses y catalanes, y alrededor de los cuales se desarrollaba pequeños centros urbanos.

Establecieron el cultivo intensivo para las tierras de regadío, con numerosas acequias era aprovechada al máximo el agua de los ríos Millares, Turia o Guadalaviar, Júcar, Alcoy y Segura, había también numerosas balsas y pozos. La condición de los labradores iba mejorando continuamente, la mayoría de los trabajadores de las tierras pasaron a ser parceleros. Con el tiempo, esta masa de campesinos indígenas de ascendencia ibero-romana se islamizó totalmente, y los moriscos expulsados de la Península en el siglo XVII eran descendientes de ellos.

La tierra era estudiada para su mayor aprovechamiento. Ibn Bassal en su libro de Agricultura (siglo X), estudia las diferentes clases de tierra, su naturaleza, sus propiedades y el modo de distinguir la buena tierra de la mala. Registra dieciséis clases de tierra. Analiza su naturaleza o complexión y sus ventajas o desventajas agrícolas. Distingue la viabilidad de la tierra según la estación del año en que se cultive, así como las distintas plantas que prosperan en cada tipo de terreno.

Se seleccionaban los tipos de cultivo según las características del terreno, la composición de la tierra y la climatología del lugar. En el secano abundaban los algarrobos y los olivos, siendo muy nombradas las de Morvedre, Xátiva y Crevillente. También eran importantes los cultivos de vid para la obtención de uvas y pasas de gran fama valoradas tanto dentro como fuera de la Península y muy utilizadas en la gastronomía andalusí, abundando en el litoral desde las tierras de Tudmir hasta Burriana, siendo especialmente apreciadas las de Denia. Tenía fama el esparto de Alicante y el azafrán de Valencia. Abundaban las moreras para la cría de los gusanos de seda, también introducidos por los árabes. Igualmente abundaban los árboles frutales en tierras levantinas, higueras, perales, palmeras datileras, almendros.

Una práctica a la que se prestó mucha atención en aquella época, fue la de la producción de plantas de vivero. Ibn al-Awwänó Abü Zaccaria es el autor de origen andalusí que con más detalle escribió sobre agronomía en su Libro de Agricultura Kitäb al-filäha. Durante la Edad Media, los escritores hispano-musulmanes de al-Andalus nos legaron un completo tratado de citricultura muy adelantado para su época, algunas de cuyas prácticas están aún vigentes.

En los siglos XI-XII, Abu l’jayr, en su Tratado de Agricultura, dedica un capítulo de injerto de frutales. El injerto necesita un preciso conocimiento de la naturaleza, de los árboles, de las estaciones y los instrumentos para operar. L’jayr cita las diferentes clases siguientes de injerto. Clasifica también los géneros básicos de los árboles, distinguiendo los árboles oleosos como el olivo, el acebuche o el laurel; los resinosos como el melocotonero, el almendro o el ciruelo; los lechosos como la higuera y la morera; y los acuosos como el manzano el ciruelo, la vid o el granado.

El éxito o fracaso de los injertos está basado en diferentes conceptos, pero sobre todo en la naturaleza de la savia. Ibn Bassäl las clasificó en cuatro grupos y estableció un quinto grupo formado por plantas acuosas pero de hoja perenne. Además, creó una clasificación climática estableciendo siete categorías y situando a los cítricos: cidro, naranjo amargo, limero, zamboa, limonero y semejantes como idóneos para nuestro clima, por ser caluroso y seco pero no extremo.

Ibn al-AwwänIbn Bassäl y Abü-l-Jayr nos proporcionan la información más interesante respecto a los fertilizantes, especificando épocas de utilización, tipos de estiércol según su procedencia: ser humano, palomina, de otros animales, diferentes beneficios y utilidades según fuera fresco o fermentado y si era de cabra, de caballería, de cenizas de algodón, o de distintas leñas….. Tratados con infinidad de combinaciones según la especie a abonar y el resultado deseado con respecto al crecimiento, a la floración o al fruto.

Los musulmanes también perfeccionaron inmensamente las técnicas de riego, se convirtieron en los maestros de la técnica hidráulica agrícola, aprovecharon los sistemas de riego romanos que aquí encontraron, y junto a las técnicas orientales que conocían, pudieron lograr un excepcional aprovechamiento del agua, no podemos pasar por desapercibido el hecho del contenido etimológico árabe de las palabras actuales con las que se designan las obras hidráulicas o de riego: sèquia, assut, assarb, sínia, nória, alcaduf, aljub, safareig, martava, tanda, etc.

Los dos sistemas de regadío tradicionales todavía vigentes en la actualidad provienen de la época musulmana, además de las canalizaciones del agua ó acequias, por las que corría el agua de los ríos o de los manantiales, sirviéndose de los desniveles del suelo. En la utilización de las aguas fluviales emplearon los azudes o presas, y los alquezares o cortes. Para captar aguas subterráneas se utilizaron pozos y unas galerías perforabas, aplicando técnicas de origen oriental. También utilizaron técnicas de drenaje y desecación de marchales y tierras pantanosas.

Tanto las aguas de los ríos como de los pozos y las galerías se podían aprovechar empleando ruedas elevadores que permitían llevar el agua hasta una alberca de donde salían las acequias y los canales. Entre estas ruedas se encontraban las que se movían directamente por la corriente del agua, las que funcionaban con la fuerza de un animal, o las de balancín.

Ar-Razí nos habla del sistema de regadío del Segura, muy similar al del Nilo en Egipto.

Lo que más evidencia el alcance de la agronomía árabe es la introducción de nuevas especies, hasta entonces exóticas, realizada con tanta sabiduría y acierto, que no se malogro ninguna de las que intentaron añadir a las indígenas.

Hasta nuestros días han llegado fragmentos y reproducciones de los escritos que narran las experiencias de los musulmanes que estaban repartidos por todo el mundo conocido, pero unidos por el sentir religioso, por las redes comerciales y las peregrinaciones a la Meca; sus escritos nos revelan el alto nivel cultural y agrónomo de aquellas gentes.

Los musulmanes introdujeron nuevos productos muy populares hoy, no solamente en la Península, sino en toda Europa, como es la berenjena (badinÿana), originaria de la India y difundida por el Mediterráneo a través de Irán. Tan apreciada llegó a ser ésta en al-Ándalus, que los almuerzos de mucho bullicio y gentío, se les llamaba «berenjenales».

Entre las verduras también trajeron la espinaca (para los árabes era la reina de las verduras y la trajeron a Europa a finales de la Edad Media, donde no tardó en imponerse), las alcachofas (jarshuf) y los espárragos, que tenían la propiedad de evitar los malos olores de la carne. Las hortalizas más cultivadas eran, además, la calabaza, los pepinos, las judías verdes, los ajos, la cebolla, la zanahoria, el nabo, los jaramagos, las acelgas (as-silqa), las espinacas (isfanaj) y muchas otras.

El higo, que llegó a ser reputado en al-Ándalus hasta el punto de exportarse a Oriente, se introdujo en la península, procedente de Constantinopla, en tiempos de Abderrahmán II. Los cítricos, como el limón (laimún), el toronjo y la naranja (del árabe: naranÿa, y éste del persa: naranguí) amarga fueron importados de Asia oriental. Eran utilizados para conservar los alimentos, pero también se extraía de ellos para la elaboración de zumos y de sus flores, esencias para la elaboración de perfumes. Igualmente, la ciencia del injerto se desarrolló en al-Ándalus hasta límites insospechados, logrando, por ejemplo, una extraordinaria variedad de pomelos.

El naranjo amargo, en al-Andalus närany fue introducido por los árabes a finales del siglo X o principios del XI y aparece citado en el Tratado Agrícola Andalusí Anónimo. El método de reproducción por semilla lo aplicaban a todos los cítricos y se hacía en un lugar resguardado del frío. Según Ibn Bassäl, las semillas se sembraban en enero-febrero. Un año más tarde se hacía el trasplante a macetas teniendo en cuenta que solo debía haber una planta en cada una, donde permanecían dos años, al cabo de los cuales se llevaban al terreno definitivo.

El limón, su nombre deriva del árabe «laymun» y parece que fueron ellos quienes los introdujeron en la península Ibérica en el siglo X, según los que mantienen el que ya aparecía en las obras gastronómicas cordobesas del siglo X, mientras que otros afirman que el limonero debió ser introducido por los árabes hacia la segunda mitad del siglo XI, ya que no aparece en el Calendario de Córdoba (s. X), ni en el Tratado Agrícola Andalusí Anónimo (ss. X-XI), ni tampoco en la obra de Ibn Wäfid de Toledo (primera mitad del s. XI). Sin embargo si lo nombra Ibn Bassäl (s. XI). Procedente del sureste asiático. Florece en abril – mayo. Los frutos, conocidos como limones, de color amarillo, se han usado en gastronomía desde entonces. No resisten bien las heladas. Es frecuente en huertas y jardines, especialmente en las ciudades de al Andalus.

También cabe destacar la introducción de la caña de azúcar en el siglo X, su cultivo fue numeroso en la etapa musulmana de la actual Comunidad Valenciana, siendo uno de los más importantes cuando se produjo la expulsión de los moriscos valencianos; el arroz, que sigue siendo un cultivo primordial en la marchal, base de nuestra alimentación más tradicional, y producto de exportación; la sandía, que provenía de Persia y del Yemen; el melón, del Jorasán; el altramuz, tan ligado a nuestra tradición; el azafrán, indispensable en nuestra cocina actual, fue el cultivo mayoritario en Balansiya; el algodón, para el textil; el albaricoque; el plátano; el jazmín y muchas otras.

La granada de Siria, convertida, en la imaginación colectiva, en el símbolo por excelencia de la España musulmana. A propósito, en el «Libro de Agricultura» de Ibn al-Awwám (siglos XII y XIII), traducido por Banqueri, AECI, Madrid, 1988, podemos leer una tradición del Profeta Muhammad sobre esta hermosa fruta, rescatada por este hacendado andalusí de la zona de Aljarafe, cerca de Sevilla:

«Cuidad del granado; comed la granada, pues ella desvanece todo rencor y envidia».

en general se produjo un sensible aumento de variedades de verduras, hortalizas, y árboles frutales, algunas de ellas ya eran conocidas por lo chinos, persas o indios, pero fueron los árabes los que consiguieron su difusión en Occidente.

Otras especies frutales, como el olivo, ya existían en nuestro suelo, pero fueron los hispanomusulmanes quienes fomentaron y organizaron su cultivo a gran escala, así como la introducción del aceite de oliva en la gastronomía, de hecho, el uso del aceite de oliva prácticamente desapareció de la cocina en amplias zonas, después de la expulsión de los moriscos, siendo sustituido por la indigesta manteca de cerdo, hasta hace bien poco.

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA:

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jueves, 10 de abril de 2025

LA VID EN AL-ANDALUS: MITOS Y REALIDADES

 

LA VID EN AL-ANDALUS: MITOS Y REALIDADES

Las plantaciones de la vid Durante el periodo de al-Andalus el estado musulmán aportó un importante desarrollo de las técnicas agrícolas,...

Las plantaciones de la vid

Durante el periodo de al-Andalus el estado musulmán aportó un importante desarrollo de las técnicas agrícolas, con la inserción de nuevas especias en la agricultura y un destacado desarrollo del  comercio. El caso de la vid tiene importantes peculiaridades, ya que la plantación de la vid en el al-Andalus estaba estrechamente asociada a la producción de las uvas pacificadas, que era el producto de lujo más demandado del comercio exterior andalusí. Era  uno de los cultivos más importantes del  mediterráneo, conocido como la "trilogía mediterránea".

Por lo tanto en muchas ocasiones se asocia de forma errónea la producción y el consumo del vino con la agricultura de la vid,  y como consecuencia se asume que al ser prohibido el consumo del alcohol por el Corán, la plantación de la vid era escasa. Podemos ver que muchos artículos que tratan la historia del vino, describen la producción del vino y las técnicas de la vid en la época romana o visigoda, y luego pasan directamente al siglo XV, describiendo la época después de la conquista cristiana, omitiendo 800 años de historia de la vid en la Península Ibérica.

En el congreso "La Vid en al –Andalus" organizado en 2019 por la Universidad de Granada  se presentaron datos sobre el volumen de las plantaciones de la vid antes de la llegada de los reyes católicos y después, pudiéndose observar una drástica reducción de las plantaciones de vides en los territorios que ocupan actualmente las provincias de Granada y de Málaga (sobre todo la zona de Axarquía)   después de la llegada de los Reyes Católicos.

Los tratados andalusíes y el comercio del vino

 La copia manuscrita en 1348 del Tratado de Agricultura de Ibn Luyūn , obra que conserva la Biblioteca de la Escuela de Estudios Árabes de Granada.

Las referencias en los tratados andalusíes sobre la elaboración, conservación y comercio del vino, o incluso del vinagre, son muy escasas y la mayoría de los autores insiste que las uvas de los  viñedos se destinaban para el consumo en fresco o para la pacificación.  Por lo tanto cabe mencionar las principales esclarecimientos sobre porque esto ocurre:

  • teniendo en cuenta que la producción del vino se permitía solo a los judíos y cristianos, autores musulmanes  no se atrevían a dejar por escrito testimonios sobre la producción o el consumo por el miedo de la ley coránica.
  • según Claude Cahen su breve artículo «Unas palabras sobre el declive comercial del mundo musulmán a finales de la Edad Media», se expresa una hipótesis que esto ocurre porque era un producto que no merecía la pena ser comerciado fuera del ámbito local.

Esta hipótesis es bastante interesante, el investigador Eduardo Escartin Gonzales cree que esto podría haber ocurrido por la razón de que "el  principal objetivo del comercio para los árabes era el comercio de larga distancia", para poder especular con los precios y así de esta manera poder obtener mayores beneficios, y debido a las restricciones islámicas sobre el alcohol, no es sorprendente la escasez de referencias a la exportación y al consumo abierto de vinos andalusíes, como el ejemplo tenemos referencias a que el cadí de Algeciras, Abū-l-asan al-Jazīrī, en un manuscrito inédito resalta que las prohibiciones coránicas no lograron poner fin a la cultura del vino en Al-Andalus, ni en otros países islámicos.

El consumo de vino en al-Andalus y los castigos de Ibn Abdún.

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El hecho de que la única descripción de la elaboración del vino dulce de Ibn Al-Awwam, esta fechada en la época de los almohades es un dato muy interesante, ya que la vida cotidiana en esta época sobrellevo importantes cambios  de las normas religiosas que produjo después de su desembarque en la Península  Ibérica en 1145  y la instauración de la dinastía almohade. Podemos encontrar referencias sobre los castigos de acuerdo con los preceptos contenidos en el Corán,  en la obra de  Išbīlī Ibn Abdūn quien deseando preservar las buenas costumbres propone una cierta regulación sobre el vino,  como por ejemplo sobre la embriaguez:

Ibn Abdún dice "No se vendan muchas uvas a quien se sospeche que las va a exprimir para hacer vino".

Ibn Abdun hace grandes esfuerzos para poder erradicar el consumo del vino, incluso sugiere que  para evitar  la elaboración del vino casera y erradicar su consumo,  "sugiere que el vinagrero vaya por las casas poco a poco elaborando el vinagre para asegurarse de que el mosto no se convierta en vino de una manera natural".

A pesar de que no se pueden considerar los datos obtenidos de las fuentes literarias como 100% fiables, pero en su conjunto, con los escasos datos sobre vinicultura en la fuentes arqueológicas y jurídicas, sobre los impuestos o castigos por el consumo, venta o producción,  y debido a la gran cantidad de viñas que existían podríamos deducir que el vino se elaboraba y se consumía.

Un artículo de Maria Demidovich