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miércoles, 10 de julio de 2024

LA MUJER Y LOS ESPACIOS PÚBLICOS

 

LA MUJER Y LOS ESPACIOS PÚBLICOS.

   La mujer musulmana no disponía de libertad para ocupar los espacios públicos, aunque su grado de enclaustramiento dependía del nivel socio-económico y del estado civil. También, la obligatoriedad de llevar el velo estaba íntimamente relacionada con la calidad de la familia a la que pertenecía. Las esclavas y las campesinas no lo necesitaban. La mujeres libres debían usarlo fuera de los muros de su casa a modo de privacidad. Sin contar la visita a los familiares, eran cuatro básicamente las oportunidades de salir del domicilio y deambular por las calles que tenían las mujeres: la visita a la mezquita, a los baños, al zoco y a los cementerios. Siendo esta última una de las más propicias para el encuentro con el otro sexo.


Los cementerios andalusíes se convirtieron en lugares de paseo y recreo. Las mujeres, tras la oración del mediodía del viernes, marchaban en grupos, solas o con niños de corta edad a visitar las tumbas de sus familiares. Las mujeres que estaban de luto incluso acudían con el rostro descubierto y numerosos hombres se sentían atraídos por la seducción del encuentro con mujeres desveladas. Además, si el luto era muy reciente, algunas levantaban tiendas cerca de la tumba para poder llorar sin ser vistas aunque también se prestaban a situaciones promiscuas que ponían nerviosos a los legisladores.
   El censor Ibn Abdun , viendo estas situaciones, prohíbe la instalación de vendedores ambulantes en los cementarios porque , en su opinión, lo que van a hacer allí no es otra cosa que a contemplar los rostros descubiertos de las mujeres. Así mismo, manda tapiar las puertas y ventanas que dan a los cementerios para proteger la intimidad; e incluso, prescribe que los agentes de policía registren las acrópolis en verano a la hora de la siesta para evitar que las mujeres se diesen al comercio carnal.
   Este censor sevillano Ibn Abdun informa de que se deberían:

" suprimir los paseos en barca por el río de mujeres e individuos libertinos, tanto más cuanto las mujeres van llenas de afeites "

   Estas mujeres que salían a divertirse dando paseos por el Guadalquivir tampoco llevaban velo y mostraban su maquillaje. No eran mujeres que se tuvieran que preocupar por guardar el honor de la familia pues serían mujeres del pueblo llano, trabajadoras que así se solazaban. Este moralista quiere impedir que ambos sexos utilicen el mismo camino para cruzar el río e incluso que hombres y mujeres se sienten en el mismo sitio. Esta serie de impresiones las recoge en su tratado de hisba, unas utopías con destino a salvaguardar la moralidad de la población musulmana.
   De todos modos, son las mujeres trabajadoras y las amas de casa las que tienen que salir con mayor frecuencia del domicilio particular para realizar actividades como lavar la ropa. Los huertos también podían ser un lugar de encuentro entre hombres y mujeres dada la soledad de algunos parajes.

Ibn Abdun prohíbe que las mujeres laven en estos sitios apartados, que, a su juicio, se convertían en lupanares. (prostíbulo ).
   Otra ocasión en la que las mujeres salían de los hogares, era con ocasión del deber religioso y de peregrinar a La Meca. Desde al-Andalus el camino era muy largo y a veces, las peregrinas viajaban sin la compañía de varones lo cual les daba bastante libertad para entablar relaciones con los hombres que encontraban en su viaje. Ibn Hazn relata una anécdota protagonizada por 5 mujeres y una anciana llamada Hind que navegaban por el Mar Rojo con destino a Arabia. En el barco había un marinero especialmente atractivo de buena planta y ancho de hombros que consiguió tener relaciones sexuales con las cinco mujeres del barco e incluso con la anciana Hind:

 " La noche primera lo vi que venía hacia una de mis compañeras y que le ponía en la mano su miembro, que era muy grueso. Ella, al punto, se le entregó. En las noches siguientes fue haciendo otro tanto con las demás. Cuando ya no quedaba sino una, que era yo, me dije para mis adentros : "- Ahora las pagarás todas juntas ", tomando una navaja, la empuñé en mi mano. Por la noche vino, según tenía costumbre y, cuando quiso hacer como otras veces, vio la navaja. Se asustó y se levantó para irse; pero, al momento no enternecí y le dije, asiéndolo: " - No, no te irás hasta que tome de ti lo que me corresponde ". Entonces - concluyó la anciana - cumplió su cometido, de lo que pido perdón a Dios ".

Publicado por al-Andalus en 23:15 

 

martes, 9 de julio de 2024

EROTISMO Y PRIVACIDAD II "CRIADAS Y ESCLAVAS"

EROTISMO Y PRIVACIDAD II

CRIADAS Y ESCLAVAS




   La situación de las criadas y de las esclavas es de mayor libertad dentro de los muros de la casa o palacio. Pueden compartir con los hombres de la familia y sus amigos el espacio doméstico de una manera que les está vedada a las mujeres de la familia. La razón es que no tienen honor que defender, ni su intimidad es tan valiosa como para ocultarse de las miradas masculinas. Las criadas parecen seres asexuados, de hecho, el vocablo con el que se las llama, jadim ( sirviente ), se usa indistintamente tanto para hombres como para mujeres. Estas criadas realizan sus tareas domésticas en presencia de propios y ajenos sin tener que esconderse.
 
   En cuanto a las esclavas, había un grupo llamado yawari. Se trata de mujeres cultas que eran instruidas con la finalidad de entretener en los palacios andalusies. Cantaban, bailaban, tocaban instrumentos como el laúd y recitaban versos. Por tanto, compartían numerosas veladas con la familia, amenizaban fiestas y agasajaban a los huéspedes de la casa.  Frecuentemente acababan siendo las concubinas de sus amos aunque éstos no podían forzarlas a ello. El concubinato era una de las opciones más inteligentes por la serie de ventajas que tal unión les reportaba, si quedaban embarazadas y se convertían en una umm walad o madre de un hijo del señor, las esclavas podían incluso solicitar la manumisión y casarse con el amo.

   Las esclavas jóvenes a menudo se enamoraban de los hijos de la familia con los que tenían contacto a diario y éstos les correspondían puesto que no podían enamorarse fácilmente de una mujer libre. IBN HAZM relata como el amor más fuerte de su vida lo sintió por una esclava que se llamaba Nu´m ( Felicidad ). Ambos se enamoraron cuando eran adolescentes y vivieron su pasión hasta que , inesperadamente, la muerte se llevó a Nu´m cuando IBN HAZM no había cumplido los veinte años. El poeta cordobés describió que sintió una depresión tan fuerte que estuvo meses sin cambiarse de ropa y sin parar de llorarla.
  


   Estas esclavas desprovistas de honor también tomaban la iniciativa en los asuntos sexuales. El poeta también proporciona el relato de una esclava que se enamoró de un muchacho libre y decidió declarársele mediante poemas, pero su amado no se daba por enterado hasta que :
   " Al fin, la esclava perdió la paciencia, el amor desbordó de su pecho y no pudo sujetarse. Una noche tuvieron una entrevista en la que se quedaron solos. El era temeroso a Dios, casto, circunspecto e incapaz de mal. Cuando llegó el momento de separarse, ella se abalanzó y le besó en la boca ".

   Si bien las anécdotas relatadas por IBN HAZM nos hablan de un mundo en el que la aristocracia respetaba y llegaba a amar a las mujeres esclavas, existen testimonios más prosaicos de la situación de las esclavas obligadas a prostituirse a pesar de que estuviera prohibido. Incluso si ya no eran virgenes les fabricaban un himen postizo con corazones de granada ácida y asfa, amasados con hiel de vaca.

María Dolores Rosado Llamas.
Doctora en Historia Medieval.

 

Publicado por al-Andalus en 12:55 

 


EROTISMO Y PRIVACIDAD I "EL HAREN"

 

EROTISMO Y PRIVACIDAD I

EL HAREN.
 

   Un musulmán, según la ley islámica, podía tener hasta cuatro esposas pero, si su nivel económico se lo permitía, podía convivir con más mujeres y detentar un harén. En al-Andalus existieron harenes bien nutridos y famosos como el de Madinat al-Zahra' en la época del califato omeya que contaba con 6.300 mujeres incluyendo las esclavas o el harén del rey al-Mutamid de la taifa sevillana que disponía de más de 800 mujeres cuando marchó al destierro. El prestigio de un soberano andalusí también se medía por el número de mujeres que podía mantener en su harén y éste a menudo incluía a las mujeres que habían pertenecido a sus antecesores en el poder.



   El sexo en los harenes no se limitaba al oficialmente establecido sino que existían otras prácticas alternativas. Como bien es conocido, las mujeres no convivían solas en los harenes, encargados de su guarda y protección estaban los eunucos. Estos guardianes solían estar castrados con la doble amputación de testículos y pene. Sin embargo, lo que ya no es tan bien conocido es que muchas mujeres se las apañaban para tener relaciones con sus eunucos que las satisfacían mediante el método del cunnilingus.( práctica de sexo oral ).
 
   Por otro lado no se puede descartar el lesbianismo, IBN HAZM recoge una tradición del profeta en la que se señalan los castigos para las lesbianas. No era un pecado tan grave el lesbianismo entre solteras aunque si entre las casadas. El castigo para las solteras era un azote y el destierro durante un año, en cambio, para las casadas estas prácticas suponían la muerte por lapidación tras haber recibido 100 azotes.

SEÑORAS RECLUIDAS EN SUS ALCÁZARES.

   Las mujeres de la jassa o clase alta eran las que llevaban una existencia regalada y opulenta pero, por contra, las más presionadas por el código de honor islámico que les exigía guardar la honorabilidad de la familia alejándose de las miradas ajenas. IBN HAZM habla de las mujeres recluidas en sus alcázares. Sus relaciones sexuales estaban limitadas a la endogamia que practicaban con los de su clase. Como siempre hubo excepciones a esta regla, una de las más famosas fue la protagonizada por la princesa WALLADA. Sus amorios con el poeta IBN ZAYDUN y con otros hombres le reputaron en su día fama de mujer deshonesta y mujer emancipada. Otras poetizas siguieron su estela : HAFSA AL-RAKUNIYYA y NAZHUN.

 



   En general era frecuente que , entre las mujeres con menores posibilidades para conocer hombres y enamorarse, se despertara el amor hacia algún pariente varón por el relato elogioso que de él se les hacía y que llegaran a amarlo sin haberle visto. Cuando se concertaba el matrimonio, el novio elegido por la familia a veces solicitaba ver a su prometida antes de la boda. En el caso de cierto personaje, su deseo se hizo realidad sin que se enterara su futuro suegro y las mujeres de la casa hicieron introducirlo en la casa: el novio tropezó en el zaguán de la casa y fue a parar al pesebre de las caballerizas donde lo encontró su futuro suegro que salía hacia la mezquita y que se mostró comprensivo con el prometido de su hija.

   Sin embargo, la privacidad de estas mansiones en las que las mujeres circulaban por sus patios y azoteas no era total. Los almuédanos desde los alminares podían dedicarse a observas a las mujeres e incluso se atrevían a conversar con ellas, aprovechando la altura que les permitía superar los recios muros exteriores de la vivienda. En la literatura árabe existen referencias a estas situaciones como la que se ejemplifica en el conocido cuento titulado " El almuédano y la mujer del barbero ".

Tampoco resultaba impenetrable el domicilio para las "celestinas " que tan magistralmente describe IBN HAZM: mujeres ancianas con báculo, rosario y vestido encarnado que visitaban las casas o se acercaban a las mujeres en la calle y hacían de correo entre los amantes. Ante ellas, de nada servían ni los velos, ni las cortinas, ni los muros más sólidos, tal y como reconoce el poeta cordobés.

María Dolores Rosado Llamas...Erotismo en al-Andalus.

 

USO DE LA MUJER COMO ELEMENTO TERAPEUTICO

 

USO DE LA MUJER COMO ELEMENTO TERAPÉUTICO



   La medicina andalusí se preocupó de la conservación de la salud. Una de las " seis cosas no naturales " imprescindibles para el cuidado del cuerpo era el mantenimiento de relaciones sexuales. En la Granada nazarí del siglo XIV se encuentra un texto , el kitab al-wusul li-hifz al- sihha fil l-fusul o " libro de higiene ", obra del célebre IBN AL-JATIB dedicada a prescribir las normas adecuadas para mantener una vida sana. Por supuesto, Ibn al-jatib se ocupa extensamente del coito como una de las necesidades humanas, pero en su análisis diferencia las cuatro estaciones del año y la complexión de los sujetos como factores determinantes del tipo de prácticas sexuales apropiadas a cada persona en cada época. Ello incluirá el uso, por parte del varón, de mujeres también muy determinadas según su complexión, edad, raza y carácter en cada estación del año. de la lectura atenta de las prescripciones médicas del ministro granadino se puede inferir que realmente todas las mujeres eran aptas para yacer con ellas aunque no siempre, ni con cualquier hombre. Así pues, un varón, por prescripción médica, tenía que mantener relaciones sexuales con diferentes tipos de mujeres durante el año. Esta clase de "cuidados " presuponía la existencia de un pequeño harán y que el público al que iba destinado el  " libro de higiene " de IBN AL-JATIB tenía que pertenecer a la aristocracia.

MUJERES JÓVENES Y DELGADAS.
 
   Las muchachas eran recomendables a los hombres de complexión equilibrada en primavera. También en primavera resultaban aconsejables a los hombres sanguíneos, especificando que sus parejas habían de ser de pocas carnes y deben yacer con ellas en lechos bañados por la luz de la luna donde el agua corriera en sus inmediaciones. Este mismo tipo de hombre también utilizaría muchachas proporcionadas en otoño. Las muchachas equilibradas eran las apropiadas para los flemáticos en verano teniendo que yacer con ellas sobre lechos de algodón y lino. Por último, las jóvenes vírgenes se recetaban para los flemáticos en invierno.

 


MUJERES JÓVENES DE ASPECTO ANDRÓGINO.

   En esta categoría se englobaban las muchachas que por su extrema juventud aún no presentaban rasgos femeninos muy marcados aunque, eso sí, debían tener los senos bien formados. IBN AL-JATIB se refiere a ellas como " mujeres parecidas a muchachos ". Eran recetables en invierno a los hombres de complexión equilibrada, a los sanguíneos y a los de complexión biliar. Es probable que este tipo de adolescentes se usara para combatir la homosexualidad masculina evitando la tentación de mantener relaciones con muchachos por parte de los señores. Según el Islam el pecado de sodomía es uno de los más repugnantes que se pueden cometer. El coito con muchachas de aspecto varonil podía ser una excelente solución para los hombres más piadosos atraídos por su mismo sexo.

MUJERES GRUESAS

   Su empleo era apropiado para hombres de complexión equilibrada en verano. Estas mujeres debían ser de  " formas opulentas, gruesas y lozanas " y así mismo, eran apropiadas para los hombres flemáticos en otoño. En las obras médicas consultadas se encuentra una receta para engordar a las mujeres : se cuece alharma con trigo hasta que queden integrados y se alimenta con la masa una gallina hasta que engorde. Después se mata el animal y la mujer que deseara engordar sólo comería de esa gallina durante varios días.

MUJERES DE RAZA NEGRA.

   Eran esclavas procedentes sobre todo de Nubia. Según ibn al-Jatib resultaban convenientes a los flemáticos en invierno y en primavera.

MUJERES DE CARÁCTER DULCE Y DE MAL CARÁCTER.

   Aunque las primeras podrían parecer apropiadas para todo tipo de hombre, IBN AL-JATIB las recomienda a los hombres de complexión equilibrada en primavera:
   " Se yacerá con muchachas equilibradas de costumbres tiernas y moderadas, que suministran cariño y placer en su justa proporción "
   Los varones, en los que predomine la bilis negra, debían cohabitar con mujeres dulces de complexión húmeda cuando éstas hubieran salido del baño. Como el régimen de los ancianos era semejante a los de bilis negra, también era recomendable este tipo de mujer para ellos.
   Sólo hay una referencia a mujeres "irascibles " en toda la obra de Ibn al-Jatib pero resulta bastante curiosa como contrapunto a las mujeres de carácter dulce. Por prescripción facultativa, debían yacer con ellas los hombres flemáticos en primavera.

Publicado por al-Andalus en 15:06 

 

lunes, 8 de julio de 2024

LA CIENCIA EN LA GRANADA ISLAMICA

 

 

LA CIENCIA EN LA GRANADA ISLÁMICA


La ciencia en al-Andalus, como el resto de manifestaciones culturales y artísticas, sigue un lento proceso de asimilación de unos conocimientos llegados del Oriente islámico en los que se funden la tradición indo-irania y, sobre todo, la helenística, para iniciarse a mediados del s. X como una ciencia con características y aportaciones originales.

En Granada se experimenta, sin grandes diferencias, el mismo proceso evolutivo que el resto de territorio andalusí, salvo un hecho aislado que se produce a mediados del siglo IX. En esta fecha temprana el alfaquí e historiador nacido en la cora de Ilbira, Abd al-Malik Ibn Habib, redacta un tratado de medicina considerado el más antiguo de los andalusíes conservados. La obra, pese a estar inscrita en el género de la denominada Medicina del Profeta vigente en la época, con prácticas mágico-creenciales, refleja una tímida introducción de elementos racionales derivados de las teorías hipocrático-galénicas, adquiridos por el autor durante su larga estancia en Oriente.


Tras este caso excepcional habrá que esperar a que la dinastía zirí, de origen beréber, se instale en Granada en el siglo XI para tener noticias de alguna actividad científica en ella. En los últimos momentos del califato de Córdoba algunos de sus científicos se refugian en la recién surgida taifa zirí, igual que en los restantes reinos de taifas expandidos por todo el territorio andalusí, entre los que destaca el matemático y astrónomo Ibn al-Samh. Este autor iniciará en la corte granadina el interés hacia la astronomía que perdurará hasta su desaparición en 1090 y se prolongará hasta el final del reino nazarí; junto a ella convivirá su manifestación práctica, la astrología. Esta inclinación es patente incluso en el último de sus monarcas, Abd Allah, en cuyas Memorias se encuentra una de las escasas referencias seguras a una concepción física del cosmos, con unas curiosas estimaciones del tamaño de los planetas, diferentes a las comúnmente aceptadas.

En los últimos años de la taifa zirí y comienzos de la época almorávide destaca la figura de al-Tignari, gran poeta y literato que, como otros muchos hombres de ciencia andalusíes, cultivó diversos campos del saber, caso de la medicina y la botánica aplicada, además de las disciplinas antes señaladas. Fue especialmente conocido por el tratado agrícola que compuso, uno de los más claros y sistemáticos de los redactados en al-Andalus, tal vez el que refleja de forma más directa y concreta la realidad agrícola andalusí y, de forma especial, la del territorio granadino, aportando una valiosa información de carácter lingüístico y botánico, junto a otra relativa a prácticas locales. Este tratado, en el que una teoría racional va acompañada de una experiencia vivida y constatada, lo dedicó al-Tignari al gobernador almorávide de Granada.

Aparte de esta figura puente entre los dos períodos históricos correlativos, no volvemos a encontrar autor ni acontecimiento científico digno de resaltar hasta alcanzar la época nazarí, pese a que la etapa almorávide y almohade fue un período particularmente activo en el campo de las ciencias.


El período que cubre el reino nazarí (s. XIII-XV), tal vez por ser más amplio temporalmente y de mayor trascendencia en numerosos aspectos, fue más rico –o al menos, más conocido- que la etapa anterior, aunque ya en él se inicia el declive de la ciencia. La materia científica que más interés suscitó en el reino granadino fue la medicina que, como en épocas anteriores y en todo el territorio andalusí, aparece estrechamente ligada a la botánica y farmacología. Le siguen la astronomía (astronomía matemática, dedicada al cálculo de las posiciones planetarias, cosmología y construcción de instrumentos astronómicos) y las matemáticas en sus diversas ramas (matemáticas en general, aritmética y geometría teórico-práctica), aunque la astronomía acabó absorbiendo como ciencias auxiliares a las matemáticas y geometría. La astrología, como sucede a lo largo de la Edad Media, va a seguir estando muy unida a la astronomía, en calidad de rama aplicada o práctica de la misma.

Son varias las causas del auge que alcanzan tanto la medicina como la astronomía en el período nazarí. En primer lugar, va ligado al interés que algunos monarcas demostraron por estas ciencias, ya dedicándose ellos mismos a su estudio, ya protegiendo a quienes las desarrollaban. Entre estos monarcas que desempeñan un mecenazgo decidido destaca Muhammad II, que protegió a médicos y astrónomos e impulsó la creación de una escuela científica en la que se forman diversos médicos que después ejercen en la corte. Las principales figuras aglutinantes que desempeñan una labor de magisterio en ésta y otras escuelas cortesanas suelen tener una formación adquirida fuera del reino nazarí, especialmente en la corte de Alfonso X, como es el caso de al-Riquti e Ibn al-Raqqan. Otros realizan sus estudios en Oriente y en el Magreb, para después instalarse en Granada.

Este decidido apoyo de determinados monarcas se plasma también en la fundación (1349), en tiempos de Yusuf I, de la madraza, en la que se imparte la medicina de modo oficial, aunque se sigue manteniendo la tradicional enseñanza de ésta y otras disciplinas en las casas y en las escuelas coránicas. Una nueva iniciativa de gran transcendencia por parte de otro soberano nazarí, Muhammad V, fue la fundación del que parece haber sido el primer maristán u hospital de al-Andalus.





Otro factor importante en el desarrollo de las ciencias fue el intercambio científico y cultural que tuvo lugar entre Granada, los reinos cristianos fronterizos, el norte de África y los países islámicos orientales. En ellos hay que destacar los que se producen con el Magreb, donde se está originando un importante desarrollo cultural y científico potenciado por las figuras que allí se refugian ante el avance cristiano. En cuanto a los contactos con Oriente, no son suficientes para introducir en el reino nazarí las aportaciones de la renovación científica que se desarrolla allí a partir del XIII; también aparecen en la Granada nazarí ciertos indicios de una influencia cultural y científica de los reinos cristianos, especialmente de la corte de Alfonso X.

La medicina existente en el reino nazarí va desde la erudita o racional que se ejerce en la corte hasta la popular, de magia y curanderismo, que se desarrollará sobre todo a partir del siglo XIV. La mayoría de los médicos comparten su interés por esta ciencia con otras materias, como sucede con Ibn al-Jatib, conocido historiador, literato, filósofo y político. En el campo de la medicina son varios los autores en los que su dedicación a ella es una tradición familiar, caso de algunas de las más destacadas figuras; como ejemplo aislado encontramos a una mujer, Umm al-Hasan, que estudió medicina en Loja.





Esta rama de la ciencia sobresalió en la Granada nazarí por la labor realizada por los médicos granadinos con ocasión de la gran epidemia de peste bubónica, la llamada Peste Negra, que se extendió por Europa en el siglo XIV. Posiblemente, la novedad más destacable fueron las medidas profilácticas a adoptar por la población propuestas por tres grandes médicos que también destacaron en otras parcelas del saber, el ya citado Ibn al-Jatib, junto a Muhammad al-Saquri e Ibn Jatima. Se recurrió, como en épocas pasadas, a las fumigaciones con diversas materias aromáticas para sanear la atmósfera, se prescribió una dieta estricta en la que se prohibían los alimentos dulces y se aconsejaba evitar la carne, al tiempo que se recomendaban las verduras y aderezar las comidas con vinagre fuerte. No obstante, los médicos nazaríes se anticiparon a los del occidente europeo al señalar la importancia del aislamiento y los peligros de la contaminación por contacto, cuya existencia había sido establecida por la experiencia. En definitiva, estos médicos granadinos dieron muestras de una innegable perspicacia, denotando un claro progreso tanto en la teoría como en la práctica de sus predecesores.

En cuanto a la segunda ciencia en importancia, la astronomía, podemos distinguir entre una astronomía teórica y la construcción de instrumentos, y otra de carácter práctico que determina la posición de los astros por medio de tablas. Destacan los astrónomos Ibn al-Arqam al-Numayri, quien introdujo en al-Andalus el astrolabio lineal, así como Muhammad Ibn al-Raqqam, autor de unas tablas astronómicas. Otras figuras importantes fueron Hasan y Ahmad Ibn Baso, padre e hijo respectivamente, astrónomos y constructores de instrumentos. Ambos desempeñaron en la mezquita aljama de Granada el cargo de muwaqqit, consistente en ocuparse de todas aquellas cuestiones astronómicas relacionadas con el culto, por ejemplo, para elaborar los calendarios que servían para indicar las horas del culto o para establecer la dirección de la alquibla.

Siguiendo la tradición agronómica iniciada siglos atrás por al-Tignari, el almeriense Ibn Luyun compuso a mediados del siglo XIV, un año antes de su muerte, una obra agrícola en verso en la que resume las obras de agrónomos anteriores, especialmente la de su predecesor granadino.

Relacionadas con la agronomía se desarrollan técnicas de regadío, con la construcción de norias y sistemas de captación de agua. En época nazarí se produce un notable auge de los textos sobre hipología, dedicados al caballo pero, a diferencia de los tratados agrícolas, que solían incorporar temas dedicados a la veterinaria, éstos estaban orientados más al arte de la guerra o de la equitación que a la veterinaria.

Dentro de la tecnología hay que destacar el uso de la pólvora en las armas defensivas, utilizándose por primera vez en al-Andalus en el sitio de la fortaleza de Huéscar, en tiempos de Ismail I en 1324. En líneas generales, el nazarí es un largo período en el que resulta fácil detectar una actividad científica que, sin embargo, va decayendo lentamente en su tramo final, el siglo XV.

Fuente: www.webislam.com


Publicado por al-Andalus en 9:10 

 


viernes, 21 de junio de 2024

IBN YUIYUI

 

IBN YULYUL


Suleimân ibn Hasan ibn Yulyul Abû Dâwûd.

Médico, botánico e historiador.

Nació en Córdoba en 943. Murió en 982.


Hombre de una extensísima educación, estudia en la madraza de su ciudad natal los fundamentos de la gramática árabe, y realiza sus primeras lecturas del Corán. Pronto, a los catorce años, empieza a interesarse por la medicina, llegando a ser médico de cámara de los califas cordobeses Al-Hakam II y Al-Haksam II.


Escribió un Comentario a la obra De Materia Médica, de Discórides, que fue introducida en Al-Andalus en tiempos de ‘Abd al-Rahmân III, y que fue traducida al árabe por el monje Nicolás, en el 951, quien vino expresamente de Bizancio para traducir esta obra, y que contó con la colaboración de nuestro autor para dicha empresa. En el Comentario se describe cada uno de los fármacos a los que dio nombre el médico griego, explicando a continuación sus cualidades y su uso como medicamentos.


Es autor, además, de un tratado sobre las plantas medicinales de Al-Andalus, que no estaban incluidas en la obra de Discórides, y de una obra donde hace una exposición de los errores más comunes cometidos por algunos médicos.


A su faceta como médico unió la de historiador, pues escribió una obra bibliográfica, Clases de Médicos (Tabakât), escrita por deseo del califa Al-Haksam II. Esta nos hace referencia a nueve categorías de médicos y abarca la historia de la ciencia médica desde sus fundadores mitológicos, Hermes y Esculapio, hasta sus días; contiene biografías de médicos y sabios, tanto griegos –Hipócrates, Discórides, Platón, Aristóteles, Ptolomeo, Euclides, etc.-, como del periodo musulmán –Al-Kimdî, Al-Râzi, etc.- y compatriotas.


Esta obra tuvo pronto una amplia difusión, sirviendo de base para posteriores estudios médicos, basándose en ella para sus escritos tanto sabios andaluces como orientales. Su conocimiento es fundamental para comprender el estado y extensión de los estudios científicos en la Andalucía del siglo X.


Sabemos, gracias a Ibn Yulyul, que en los primeros años de la revolución islámica, los médicos andaluces se apoyaban todavía en algunas obras de la Antigüedad clásica, transmitidas a través de las Etimologías de  Isidoro de Sevilla –entre ellas el Aforismo de Hipócrates.


Ibn Yulyul nos habla de cómo en aquellos tiempos aún se realizaban prácticas médicas tan contraproducentes como las famosas sangrías –ejercicio luego habitual en los siglos XVI-XVII.


Sería con la expansión y desarrollo de la civilización islámica en Al-Andalus, cuando la medicina alcanzaría su máximo esplendor.

 

ABU-L-KASIM

 

ABÛ-L-KÂSIM


Abû-l-Kâsim al-Zahrâwi Khalf ibn ‘Abbâs.

Médico andalusí.

Nació en Madînat Al-Zâhyra, cerca de Córdoba, en el 936. Murió en el año 1013.


Al-Zahrâwi –conocido en Occidente por Abulcasis por derivación de su nombre Abû-l-Kâsim-, médico de la corte de Al-Hakam II, se hizo famoso sobre todo como autor de tratados de cirugía. Sus obras fueron traducidas ya en la Edad Media al latín, provenzal y hebreo, e impresas repetidas veces durante el Renacimiento. De hecho la cirugía árabe se hallaba considerablemente adelantada con respecto a la latino-europea; los árabes ya practicaban la autopsia desde época temprana y conocían tanto la narcosis como los antisépticos.


Es el principal tratadista andalusí de medicina quirúrgica, que constituye precisamente el tema de su obra más importante, Al-Tasrîf. El amplio relieve que se da en ella a las heridas de guerra, hacen suponer que su autor fue cirujano militar.


Al-Tasrîf es una vastísima enciclopedia en treinta libros, que es, por lo general, una obra de recopilación de los conocimientos de sus sucesores –sobre todo de Al-Râzî-, pero importante por las observaciones originales sobre las enfermedades del oído y de la garganta, y sobre las técnicas operatorias.

 

La primera parte de la obra trata, en especial, de la cauterización de las intervenciones quirúrgicas, en las apoplejías y en la epilepsía. El segundo libro trata de cirugía, recordando al operado la santidad de su obra, inspirada en Allah y que, por consiguiente, no debe ser comenzada con fines lucrativos, sin un planteamiento maduro y sin conocimiento de las causas de la enfermedad y de la anatomía de ni la zona afectada. No debe usarse la cirugía antes de tener la prueba de que todos los demás remedios no producen efectos. De ningún modo se debe realizar una operación por desesperación, ya que la cirugía sólo es admisible cuando el estado general del enfermo hace probable el deseado éxito de la misma. Si el médico no ha reconocido de antemano la naturaleza de la dolencia, si no ha sido capaz de reconocer su causa verdadera y si tiene en su conciencia alguna duda acerca de ella, sería un crimen intentar una operación que pueda poner en peligro la vida de un prójimo.

 

Se describe a continuación las intervenciones que deben realizarse cuando se trata de heridas de abdomen, de la litotomía, de la trepanación del cráneo, de las amputaciones, de las operaciones de hernia, de las fístulas, etc. Se aconsejan las prótesis de hueso de buey y el uso del catéter de plata en las enfermedades de la vejiga.


El tercer libro trata de las luxaciones y fracturas. Otros capítulos tratan extensamente de farmacología. El último libro es el más interesante para la historia de la cirugía, y que puso a su autor a la altura de Hipócrates y Galeno. Contiene una descripción bastante clara de las técnicas operatorias y una preciosa reproducción del instrumental quirúrgico de la época. La obra fue traducida al latín por Gerardo de Cremona en 1181, y al hebreo por Sem Tob.


Otra obra suya es su libro Liber Servitoris –sólo ha llegado hasta nuestros días la traducción latina de Pablo de Egina-, donde describe la preparación de medicamentos a base de plantas, minerales y animales. Para Al-Zahrâwî, como para el resto de los médicos andalusíes, el equilibrio exacto de los alimentos constituía el fundamento de la salud. Clasifica los medicamentos simples –con arreglo a sus cualidades: calientes, fríos, secos o húmedos: 


El higo es de  naturaleza caliente y húmeda de primer grado. La mejor clase es el blanco con la boca abierta. Es empleado para los riñones, cuyos cálculos disuelve. Su inconveniente es que llena y ceba; ello se pede contrarrestar tomando caldo salado y bebida de vinagre.


La ciruela es de  naturaleza fría en primer grado. La mejor es la ciruela pasa dulce. Se emplea para evacuar la bilis. Tiene el inconveniente de perjudicar al estómago. Esto se contrarresta tomando azúcar de rosas.


La pera es de naturaleza fría en primer grado y húmeda en segundo. Las mejores son naturalmente las pasas. Se emplean en casos de debilidad de estómago. Tienen el inconveniente de producir cólicos. Esto se contrarresta tomando después de la peras frutas de  otra clase.


La violeta es de naturaleza fría en primer grado y húmeda en segundo. La mejor clase es de color azul, como el lino, con muchas hojas. El olor a violeta adormece y un jarabe fabricado a base de ella fomenta la evacuación de bilis. Sus inconvenientes es que enfría y produce catarros. Esto se contrarresta utilizando grano de sauco y clavos.

Las lentejas son de naturaleza fría y seca en segundo grado. Las mejores son las rojas, gordas. Se emplean para aliviar la acidez de la sangre y fortalecer el estómago. Tienen el inconveniente de dificultar el coito y de disminuir la visión. Esto se contrarresta comiendo berros y tomando duchas.


El melocotón es de naturaleza fría y húmeda en segundo grado. La clase mejor es la que huele a almizcle. Los melocotones se emplean en casos de fiebre ardiente. Tienen el inconveniente de descomponer los humores; esto se contrarresta con vino aromático.


La albahaca que huele a limón es de naturaleza caliente en segundo grado. La mejor es la fresca, roja y cultivada. Disuelve la gota, pero perjudica al cerebro. Esto se contrarresta con un remedio preparado de almendras y vinagre...


Un simple estudio estadístico, acerca de la esperanza de vida que alcanzaban los andaluces –cuando en el continente europeo apenas si se llegaba a los 30 años- era de una media de 70 años, lo que nos debe hacer pensar tanto en las condiciones sanitarias de las ciudades andaluzas como en el nivel alcanzado por la medicina en este período. Cuando leemos relatos acerca de los éxitos andalusíes en sus curaciones, debemos suponer la exactitud de sus métodos e hipótesis, pues éstos, y en general todos los médicos musulmanes, entendían que la constitución del cuerpo humano formaba parte de un todo indivisible.