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domingo, 19 de mayo de 2024

FERNANDO III

 

FERNANDO III

Fernando IIIEl Santo. Peleas de Arriba (Zamora), 24.VI.1201 – Sevilla, 30.V.1252. Rey de Castilla (1217-1252) y de León (1230-1252). Conquistador de Córdoba, Murcia, Jaén y Sevilla, santo.




Cuando a fines de junio del año 1201, probablemente el día 24, festividad de san Juan, nacía el que iba a ser Fernando III de Castilla y de León en el camino de Salamanca a Zamora, en el monte al que luego se trasladaría el monasterio bernardo de Valparaíso, Castilla y León eran desde hacía cuarenta y cuatro años dos reinos distintos, separados y frecuentemente enfrentados. Fernando era hijo del rey Alfonso IX de León y de la castellana doña Berenguela, hija primogénita de Alfonso VIII de Castilla. Aunque procedente de doble estirpe regia, Fernando no nacía como heredero de ninguno de los dos tronos: en León le precedía un hermanastro suyo, nacido hacia 1194 y llamado igualmente Fernando, hijo del Rey leonés y de doña Teresa de Portugal, que ya había sido jurado como heredero del Trono de León; en Castilla el heredero era igualmente otro Fernando nacido en 1189, hijo de Alfonso VIII y hermano de doña Berenguela, la madre del Fernando nacido en 1201.

El matrimonio de sus padres no pudo mantenerse, pues había sido contraído sin la necesaria dispensa papal del impedimento de consanguinidad, pues el padre de doña Berenguela, Alfonso VIII de Castilla, era primo carnal de Alfonso IX de León. Ante los requerimientos de Inocencio III a los cónyuges para que se separaran, éstos rompieron su convivencia, tras seis años y medio de vida matrimonial (1197-1204) en los que nacieron cinco hijos, dos de ellos varones: el futuro Fernando III y su hermano Alfonso de Molina. Rota la convivencia de los padres cuando Fernando no había cumplido aún los tres años, la educación infantil de éste corrió a cargo de su madre doña Berenguela que había regresado a Burgos con su prole; más tarde la formación y la vida del pequeño infante se repartieron entre Burgos, donde era conocido como el leonés, para distinguirlo de su tío Fernando, heredero del Trono castellano y doce años mayor, y en León al lado de su padre, donde era llamado el castellano para diferenciarlo de su hermano mayor, también homónimo y heredero de la Corona de León. Además en Burgos, había nacido ya a Alfonso VIII, el 14 de abril de 1204, otro hijo varón, Enrique, que igualmente precedía a doña Berenguela y a su hijo Fernando en el orden sucesorio.

Mas la muerte imprevista el 14 de octubre de 1211 de Fernando, el hijo y heredero de Alfonso VIII, a los veintidós años de edad, acercó al pequeño Fernando al Trono castellano, del que sólo lo separaba su tío el infante Enrique. En agosto de 1214 otra muerte igualmente impredecible, la de Fernando, el hijo de Alfonso IX, cuando rondaba los veinte años de edad, aproximaba también al futuro Fernando III al Trono de León.

El 6 de octubre de 1214 fallecía el rey de Castilla Alfonso VIII, el vencedor de las Navas de Tolosa, y lo sucedía en el Trono su hijo Enrique, un menor de diez años y medio de edad; veintiséis días más tarde fallecía la reina doña Leonor, por lo que recayó la tutoría y la regencia en doña Berenguela, pero al cabo de algunos meses las intrigas de los tres hermanos Lara forzaron la renuncia de la madre de Fernando y se hizo cargo de ambos oficios Álvaro Núñez de Lara. Las tensiones entre los hermanos Lara y los magnates que apoyaban a doña Berenguela se trocaron en choque armado y mientras aquéllos cercaban a doña Berenguela en Autillo (Palencia), en el palacio episcopal de Palencia un accidente de juego causaba graves heridas al rey Enrique I, a resultas de la cuales falleció el 6 de junio de 1217, cuando acababa de cumplir los trece años. En ese momento el futuro Fernando III se encontraba en Toro junto a su padre; doña Berenguela envió mensajeros para reclamar la presencia de su hijo, sin declarar nada de lo sucedido; Alfonso IX autorizó la partida del infante, que fue a reunirse con su madre.

Los Lara levantaron el asedio de Autillo, marcharon a Palencia y con el cadáver del rey Enrique abandonaron la ciudad, seguidos a corta distancia por doña Berenguela y los suyos. Los intentos de llegar a un acuerdo entre ambos bandos fracasaron, pues los Lara exigían que les fuera entregado el infante don Fernando, que estaba por esos días a punto de cumplir los dieciséis años, y quedara sometido a su tutela.

Doña Berenguela se estableció con su hijo en Valladolid, desde donde trataba de ganarse el apoyo de los concejos de la Extremadura castellana. Dichos concejos estaban reunidos en Segovia, deliberando para mantener una cierta unidad entre ellos, cuando, invitados por doña Berenguela, accedieron a trasladarse a Valladolid. El 2 o el 3 de julio los concejos congregados en el campo del mercado rogaron a doña Berenguela que acudiese ante ellos con sus hijos; allí tras reconocerla como reina y señora de Castilla, le rogaron que hiciese entrega del reino a su hijo mayor, al infante don Fernando, a lo que accedió en el acto la Reina, siendo así aclamado por todos Fernando III como rey de Castilla.

La primera tarea que tuvo ante sí el joven Monarca fue la pacificación del reino, superando la rebeldía de los Lara y logrando que su padre Alfonso IX, que había penetrado en el reino castellano como aspirante también a esta Corona, se retirara pacíficamente y depusiera sus aspiraciones; ambos objetivos eran alcanzados en el transcurso de los años 1217 y 1218. Al año siguiente, el 30 de noviembre de 1219, tuvo lugar en Las Huelgas Reales de Burgos el matrimonio de Fernando III con la princesa alemana doña Beatriz de Suabia, hija de Felipe de Suabia, emperador electo de Alemania en 1198 y que falleció en 1208, sobrina del emperador Enrique VI (1190-1197) y nieta de Federico I Barbarroja. Por parte de su madre, la bizantina Irene, era también nieta del emperador de Oriente Isaac de Ángel (1185-1204) y de su esposa Margarita, hija del rey Bela de Hungría. Con la elección de esta princesa extranjera quiso sin duda doña Berenguela evitar a su hijo la triste experiencia de una anulación matrimonial, ya que estaba unido por lazos de sangre a todas las casas reinantes en España.

Los primeros años del reinado de Fernando III transcurrieron en paz, pues desde 1214 se venían renovando las treguas firmadas por Alfonso VIII poco después de la batalla de Las Navas con los almohades, treguas que continuaron observándose durante el reinado de Enrique I (1214-1217) y los cuatro primeros años del de Fernando III, esto es, hasta 1221. En este año las treguas se renovaron hacia el mes de octubre por tres años más, por lo tanto, hasta 1224. Las treguas fueron escrupulosamente observadas por ambas partes, a pesar del clima de cruzada creado en Europa por el concilio de Letrán de 1215 y promovido por el papa Inocencio III.

Al finalizar el mes de septiembre de 1224 expiraban las treguas suscritas entre Castilla y el Califa almohade; había que tomar una decisión que significaba la paz o la guerra, y en la toma de esta decisión quiso Fernando III que participara primero su curia ordinaria, reunida en el castillo de Muñó (Burgos) el domingo de Pentecostés, 2 de junio de 1224, y luego una curia extraordinaria de todos los magnates y prelados del reino convocada en Carrión de los Condes a principios del siguiente mes de julio. En ambas asambleas la decisión fue la misma: no renovar por más tiempo las treguas, que venían durando ya diez años completos.

Así se cerraban los siete primeros años de reinado de Fernando III, caracterizados por la pacificación y recuperación interior, por el sometimiento de los magnates y por el robustecimiento de la autoridad regia, todo ello destinado a la creación de un reino próspero, fuerte y unido a las órdenes del Monarca. Ahora se abría otra época de su reinado de veintiocho años de duración, que sólo acabó con su muerte, durante los cuales, sin pausa ni desmayo y con el apoyo incondicional y entusiasta de su pueblo, Fernando III se consagró a extender sus fronteras a costa del enemigo musulmán hasta acabar con el poder islámico, expulsándolo hacia África o sometiendo a vasallaje al último reino mahometano que quedaba en España, el de Granada.

Las circunstancias no podían ser más propicias para el inicio de las operaciones militares. El 6 de enero de 1224 había muerto el califa almohade al-Mustanşir (Yūsuf II); la desaparición del Emir había dado lugar a luchas intestinas en al-Andalus, destacando entre los rebeldes el llamado al-BayasÌ, esto es, el Baezano, que, asediado en su ciudad de Baeza por el gobernador de Sevilla, no dudó en reclamar la ayuda del Rey cristiano. Respondiendo a esta llamada, el 30 de septiembre de 1224 salía de Toledo Fernando III y, unidas sus fuerzas a las del Baezano causaron grave quebranto a los enemigos, ya que conquistaron Quesada y no menos de otros seis castillos, que fueron entregados al aliado musulmán.

Esta alianza permitió repetir la entrada en al-Andalus al año siguiente, 1225, cuando los cristianos recorriendo las comarcas de Jaén, Andújar, Martos, Alcaudete, Priego, Loja, Alhama de Granada y Granada y colocaron ya guarniciones permanentes en las fortalezas de Andújar y Martos, la primera custodiando la entrada en Andalucía por Puertollano o río Jándula, la segunda como una flecha clavada en el interior de la Andalucía islámica. La alianza con el Baezano se demostraba muy fructífera, sobre todo cuando éste, en el año 1226, logró apoderarse de Córdoba y, reconociéndose fiel vasallo del Monarca castellano, le ofreció los castillos de Salvatierra, Borjalamel y Capilla. Pero la guarnición de Capilla no obedeció las órdenes del Baezano y no entregó la fortaleza a Fernando III, por lo que a principios del verano de 1227 éste se puso en campaña para someter el castillo rebelde; estaba sitiando Capilla cuando recibió la noticia de que los cordobeses habían asesinado al Baezano, por lo que, tras rendir Capilla, pasó a Andalucía a asegurar la posesión de Baeza, Andújar y Martos. Este año y el siguiente se aceleró la desintegración del imperio almohade en la Península, dividiéndose en varios principados o reinos taifas, lo que facilitaría la conquista de al-Andalus por Fernando III.

En el año 1228 tampoco faltó la campaña anual de quebranto y castigo del enemigo musulmán dirigida, como todas las demás, personalmente por Fernando III; al llegar a Andújar, donde se encontraba como jefe militar de todas las fuerzas de la frontera Álvar Pérez de Castro, recibió del gobernador almohade de Sevilla la oferta de 300.000 maravedís de oro, a cambio de que respetara sus tierras por un año; habiendo aceptado la oferta, Fernando III pudo talar impunemente las tierras de Jaén, que obedecían a Ibn Hūd. Al año siguiente, 1229, de nuevo el gobernador de Sevilla compró otra tregua de un año por otros 300.000 maravedís; también Ibn Hūd, imitando al sevillano, pagó otra tregua con la entrega de tres fortalezas: Saviote, Garcíez y Jódar, que vinieron a aumentar la base castellana para futuras operaciones al sur del puerto Muradal. Desde esta base, en el año 1230, intentó Fernando III apoderarse de la ciudad de Jaén, a lo que puso cerco hacia el 24 de junio, pero ante la tenaz resistencia de la plaza, que aguantó más de tres meses de duro asedio, el Rey cristiano cejó en el empeño e inició el regreso hacia Castilla.

En el camino de retorno, al pasar por Guadalerza (Toledo), le llegó un mensajero de doña Berenguela que le anunciaba la muerte de Alfonso IX en Villanueva de Sarria el 24 de septiembre de 1230. Ante Fernando III se abría la posibilidad de acceder también al Trono leonés. Su madre salió a recibirlo a Orgaz y juntos siguieron hasta Toledo, donde madre e hijo deliberaron sobre la línea de conducta que convenía seguir. Aunque tenía a su favor la varonía, ante las reticencias de su padre y el no reconocimiento por parte de éste de su derecho a sucederlo una vez que contra los deseos paternos había alcanzado el trono castellano, don Fernando se había procurado una bula del papa Honorio III, de 10 de julio de 1218, que le declaraba legítimo heredero del Trono leonés. A su vez Alfonso IX, ignorando los derechos de su hijo, venía, desde 1218, reconociendo en reiterados documentos y actos públicos, como sucesoras suyas, a las infantas doña Sancha y doña Dulce, hijas de su primera mujer, Teresa de Portugal. El conflicto estaba servido.

Por Ávila, Medina del Campo y Tordesillas, Fernando III se dirigió hacia el reino de León en el que entró por San Cebrián de Mazote y Villalar (Valladolid), donde fue acogido como Rey; reclamado por la ciudad de Toro fue en esta ciudad y su castillo reconocido también como Rey, lo mismo hicieron Villalpando, Mayorga y Mansilla a su llegada. En esta última villa tuvo noticias de que los obispos de Oviedo, Astorga, León, Lugo, Salamanca, Mondoñedo, Ciudad Rodrigo y Coria con sus ciudades se habían declarado por él, mientras que León se hallaba dividido en banderías; tras una espera en Mansilla, también en León triunfaban sus partidarios. Fernando III hacía su entrada en la ciudad regia, donde fue proclamado Rey, probablemente el 7 de noviembre de 1230. De este modo volvían a reunirse bajo un único Monarca los dos reinos separados setenta y tres años atrás.

Por esos días llegaban a León mensajeros de la reina doña Teresa que, con el apoyo de Zamora, había avanzado hasta Villalobos, dieciocho kilómetros al sureste de Benavente, trayendo proposiciones de paz. Doña Berenguela y doña Teresa, ésta con sus dos hijas, se reunieron en Valencia de Don Juan el 11 de diciembre de 1230. El acuerdo logrado por ambas Reinas consistió en la renuncia de las dos infantas a sus derechos a cambio de una pensión vitalicia de 30.000 maravedís anuales. Fernando de Castilla se convertía también en rey indiscutido de León. Tras el acuerdo de Valencia de Don Juan, dedicó lo que restaba de 1230, y los dos años siguientes a visitar la Extremadura leonesa, las tierras centrales de su reino en la Meseta y Galicia, para conocer a sus nuevos súbditos y ser conocido por ellos.

Esta ausencia del Rey, ocupado en los asuntos leoneses, no impidió que en el año 1231 dos ejércitos castellanos penetraran en territorio musulmán; el primero, movilizado y dirigido por el arzobispo de Toledo, atacó y conquistó Quesada; el segundo, a las órdenes de Álvar Pérez de Castro, llevando consigo al infante heredero, el futuro Alfonso X, entonces de nueve años de edad, llegó en sus incursiones hasta Vejer (Cádiz). Sorprendido junto a los muros de Jerez de la Frontera por un ejército islámico muy superior en número, en una serie de ataques suicidas logró dispersarlo y aniquilarlo causando una mortandad tremenda y obteniendo un botín cuantioso. Ésta fue la última batalla campal reñida con el islam durante el reinado de Fernando III; a partir de entonces sólo se tratará de asedios de ciudades y escaramuzas durante los mismos, sin que los musulmanes osaran presentar en todo el resto del reinado fernandino una batalla en campo abierto.

La derrota de Jerez precipitó todavía más la descomposición y desunión en el territorio musulmán; en el año 1232 se proclamó independiente el gobernador de Arjona (Jaén) MuÊammad b. Naşr al-AÊmar (MuÊammad I), fundador de la dinastía nazarí que perduró en Granada durante más de doscientos cincuenta años. En ese mismo período en el sector leonés, los freires de Santiago y la hueste del obispo de Plasencia conquistaron Trujillo.

Unidas ya las fuerzas de Castilla y de León, en el año 1233 el rey Fernando reanudó las operaciones militares con la conquista de Úbeda, que se rindió en el mes de julio; al mismo tiempo el rey Jaime I iniciaba sus profundas incursiones en el Reino de Valencia.

En 1234, el rey Fernando estuvo ausente de la primera línea, porque tuvo que ocuparse de las graves discordias surgidas entre la Monarquía y algunos nobles, como Lope Díaz de Haro y Álvar Pérez de Castro; esto no impidió que los caballeros de la órdenes militares conquistaran en ese verano Medellín, Santa Cruz y Alange y que toda la comarca de Hornachos se entregara a los caballeros de la Orden de Santiago.

En 1235, resueltas las discordias nobiliarias, pudo Fernando III continuar sus campañas por Andalucía con la conquista de Iznatoraf y Santisteban; pero en ese mismo año tuvo que sufrir la pérdida de su esposa doña Beatriz, muerta en Toro el 5 de noviembre de 1235, después de dieciséis años de matrimonio bendecido con diez hijos, de los que sobrevivían ocho. Al año siguiente, 1236, se inician las grandes conquistas de Fernando III en la cuenca del Guadalquivir con las fuerzas unidas de Castilla y de León, a las que sólo pondrá fin en el año 1248 la toma de Sevilla.

En un audaz golpe de mano, un grupo de soldados de la frontera se apoderaba en la noche del 24 de diciembre de 1235 de algunas torres y de una puerta de la muralla cordobesa, que abrieron a un destacamento cristiano que se apoderó del barrio conocido como La Ajarquía y se hizo fuerte en él. Tan pronto como le llegó la noticia de lo sucedido, Fernando III marchó lo más aprisa que pudo hacia Córdoba, al mismo tiempo que ordenaba la movilización de los concejos castellanos y leoneses más próximos; los socorros llegaron puntuales para mantener y reforzar las posiciones ya obtenidas e iniciar el asedio de la ciudad, que tuvo que rendirse el 29 de junio de 1236. En los años siguientes toda la campiña cordobesa fue entregándose a Fernando III mediante capitulaciones que permitían por primera vez la continuidad de los musulmanes en sus hogares; no así en la sierra cordobesa, que tuvo que ser conquistada militarmente, y en la que no se toleró la presencia islámica.

Al mismo tiempo los concejos de Cuenca, Moya y Alarcón aprovechaban el derrumbamiento del reino islámico de Valencia, que se entregaba a Jaime I, para ganar para su Rey y para Castilla las villas de Utiel y Requena. En el sector de Extremadura continuaron los avances de las órdenes militares: la de Santiago ganaba y repoblaba Almendralejo y Fuentes del Maestre, mientras los caballeros de Alcántara, desde Magacela, ocupaban Benquerencia y Zalamea; en el sector de Murcia los mismos santiaguistas se instalaban en el campo de Montiel y en la sierra de Segura.

En marzo del 1243, Fernando III, enfermo en Burgos, confiaba el mando del ejército, que como otros años se disponía a partir de Toledo hacia Andalucía, a su hijo Alfonso; todavía en Toledo el infante, llegaron mensajeros del Rey de Murcia que ofrecía un pacto de vasallaje por el que sometía su reino al Monarca de Castilla y León. El futuro Alfonso X, sin vacilar un instante, aceptó la oferta y, modificando el destino de la expedición, marchó hacia las tierras de Murcia; en Alcaraz, a principios de abril, se suscribió el pacto por el que el rey de Murcia con los arráeces de Alicante, Elche, Orihuela, Alhama, Aledo, Ricote, Cieza y Crevillente se sometían a la soberanía y autoridad del rey cristiano permaneciendo ellos en sus hogares, practicando su religión y trabajando sus heredades. En cumplimiento del pacto, el ejército de don Alfonso fue ocupando pacíficamente las villas y castillos del reino; Lorca, Cartagena y Mula que se negaron a entrar en el convenio, tuvieron que ser sometidas por la fuerza. La pacificación del Reino de Murcia ocupó también los años 1244 y 1245; y al rozar con las fuerzas de Jaime I, que estaban completando la ocupación de Valencia hubo precisión de fijar la frontera entre Castilla y Valencia, lo que se hizo el 26 de marzo de 1244 por el tratado de Almizra.

En 1244 Fernando III duplicaba el esfuerzo de sus fuerzas bélicas; mientras una hueste operaba en tierras murcianas, otra penetraba en el reino granadino, conquistaba Arjona, Menjíbar y Pegalajar y asolaba su territorio; estas razias pretendían debilitar al reino musulmán de Granada para asestar el gran golpe contra Jaén al año siguiente. En efecto, los campos de Jaén y de las ciudades de su contorno fueron arrasados a partir de julio de 1245, para formalizar el asedio de la urbe jienense a finales de septiembre de 1245. Era el tercer sitio que sufría la ciudad. Los anteriores, de 1225 y 1230, habían fracasado; pero éste, llegado enero de 1246, proseguía con todo ahínco, por lo que el rey de Granada MuÊammad b. Naşr al-AÊmar consideró perdida la ciudad de Jaén y, deseando salvar una parte de su reino, se presentó directamente ante el rey Fernando y, entregándose a su merced, le besó la mano declarándose su vasallo para que dispusiese de él y de su tierra, cediéndole además al instante la ciudad de Jaén.

El pacto de vasallaje obligaba no sólo a MuÊammad b. Naşr y a Fernando III, se extendía también a sus sucesores en Granada y Castilla; el Rey musulmán serviría fielmente a Fernando III en tiempo de paz, acudiendo cada año a su Corte, y en tiempo de guerra engrosaría su hueste contra cualquier enemigo del Rey castellano-leonés. El de Granada conservaría en pleno señorío todo su reino, excepto la ciudad de Jaén, bajo la protección del Monarca cristiano, al que debía abonar cada año la suma de 150.000 maravedís. La ciudad de Jaén sería entregada en el acto a Fernando III y sus habitantes debían abandonarla perdiendo casas y heredades. Establecidas estas capitulaciones, el monarca cristiano hizo su solemne entrada en Jaén comenzado ya el mes de marzo de 1246. Pocos meses después, el 8 de noviembre, sufrió don Fernando la pérdida de su madre, la reina doña Berenguela, que durante todo su reinado había sido su más íntima consejera e inspiradora, y en cuyas manos dejaba el gobierno del reino durante las largas temporadas que él pasaba en Andalucía, consagrado a las operaciones militares.

Desde el año 1224, Fernando III venía acrecentando las fronteras de su reino, pero le faltaba todavía la joya de al-Andalus: la ciudad de Sevilla. Después de la conquista de Jaén en el mes de marzo no demoró mucho el dirigir sus armas contra la capital de al-Andalus, y ya en el mes de octubre de 1246 aparecía con una reducida hueste de trescientos caballeros e iniciaba la tala de los campos de Carmona; allí se presentó sin tardanza, como fiel vasallo, el Rey de Granada con quinientos caballeros. Desde Carmona, ambos Reyes se dirigieron contra Alcalá de Guadaira, que se entregó a Fernando III, actuando de intermediario el Rey de Granada.

Con el invierno no interrumpió don Fernando las hostilidades contra Sevilla, pero comprendió que un verdadero asedio de la ciudad no era posible sin contar con una flota que bloquease también las comunicaciones por el río; en consecuencia, hizo acudir a Jaén, adonde se había retirado, al burgalés Ramón Bonifaz, al que ordenó preparar en el Cantábrico la flota mayor y mejor pertrechada que pudiese, de naves y galeras. Del mismo modo ordenó una movilización de las mesnadas nobiliarias y de las milicias concejiles para el siguiente verano de 1247.

Mientras llegaba la flota, puso Fernando III sitió a Carmona, que optó por capitular ante el Rey cristiano y lo mismo hicieron Reina y Constantina. Lora del Río se rindió sin resistencia, Cantillana fue tomada por asalto, mientras Guillena se entregaba sin hacer frente; también sucumbían Gerena y Alcalá del Río. Antes de que llegara la flota ya dominaba Fernando III todo el norte y el este de Sevilla. Por fin, en la primera quincena de julio de 1247, aparecía por el Guadalquivir la esperada flota de Ramón Bonifaz, integrada por trece galeras.

Con la llegada de las naves a Sevilla se inició una dura guerra de desgaste, de hostigamiento y destrucción de cosechas, de ataques a cualquier avituallamiento y asaltos a los arrabales, guerra que se iba a prolongar durante todo el invierno y que se trocó en un duro y ceñido asedio al fin de marzo del 1248, cuando apareció ante la ciudad el heredero de la Corona, el infante don Alfonso, con grandes contingentes de castellanos, leoneses y gallegos. Sevilla ya no tenía reservas, Castilla y León podían movilizar más y más hombres y armas. El dogal que apretaba a Sevilla era cada día más recio: en el mes de mayo ya no quedaba otra vía a los musulmanes, para recibir auxilio, que el puente de Triana. Contra este puente y las gruesas cadenas de hierro que enlazaban las barcas que lo formaban, lanzó el 3 de mayo de 1248 Ramón Bonifaz sus dos naves más pesadas; el puente cedió y Sevilla quedó aislada de Triana, cuyo castillo se rindió seguidamente. La pérdida de Triana hizo que los sitiados ofrecieran capitular, conservando la mitad de la ciudad, lo que fue rechazado; otra segunda propuesta, ahora ya de dos tercios de la ciudad, fue asimismo declinada por la firme decisión de Fernando III de tener para sí Sevilla entera libre de musulmanes. Éstos finalmente tuvieron que capitular el 23 de noviembre de 1248, entregando la ciudad entera y disponiendo de un mes para partir hacia África o hacia el Reino de Granada.

El 22 de diciembre de 1248 hacía Fernando III su solemne entrada en Sevilla. En los meses siguientes se fueron entregando y sometiendo al castellano-leonés, mediante pactos y capitulaciones, todas las ciudades de la ribera meridional del Guadalquivir. Con la conquista de Sevilla se puede decir que la Reconquista había finalizado, pues en ese momento ya sólo quedaba a los musulmanes el Reino de Granada, como vasallo del Monarca cristiano.

En Sevilla se asentó Fernando III los tres años y medio últimos de su vida; sólo se ausentó para un corto viaje a Jaén, de dos meses de duración, pasando por Córdoba, en febrero y marzo de 1251. En Sevilla le alcanzó la muerte el 30 de mayo de 1252, cuando estaba abrigando proyectos de continuar sus conquistas por el norte de África; a sus exequias y sepultura en la antigua mezquita, convertida en catedral, asistió el Rey de Granada.

A partir de 1224 y hasta el fin de sus días, Fernando III concentró todos sus esfuerzos en engrandecer las fronteras de su reino y en ultimar la recuperación de todo el territorio peninsular. Había recibido de su madre un reino, el de Castilla, de unos 150.000 km2; heredó de su padre otro reino, el de León, con otros 100.000 km2; había conquistado el territorio de un tercer reino de unos 100.000 km2 más ricos y feraces. No sólo se había ocupado de conquistas, tuvo también que entregarse a la repoblación cristiana de ese tercer reino que había ganado, efectuando llamamientos a castellanos, leoneses y gallegos para que acudieran a poblar las ciudades y los campos de Andalucía, ofreciendo y realizando entre ellos los repartimientos de casas y heredades.

Con su primera esposa, Beatriz de Suabia, Reina de 1219 a 1235, tuvo diez hijos, siete de ellos varones: Alfonso, Fadrique, Fernando, Enrique, Felipe, Sancho y Manuel, y tres hembras, dos de éstas muertas en edad infantil; la tercera, Berenguela, ingresó en Las Huelgas Reales de Burgos, donde fue designada como “señora de la casa”. Contrajo Fernando segundas nupcias en noviembre de 1237 con Juana de Ponthieu, con la que tuvo otros cinco hijos: Fernando, Leonor, Luis, Simón y Juan, pero los dos últimos murieron en su tierna infancia.

La profunda religiosidad de don Fernando a lo largo de toda su vida, no desmentida en ningún momento, así como la memoria de su vida limpia, fueron creando en torno a su persona una fama de virtudes y santidad. El proceso de beatificación se puso en marcha en 1628, duró veintisiete años, y el 29 de mayo de 1655 fue aprobado el culto como beato, limitado a Sevilla y a la capilla de los Reyes. El 7 de febrero de 1671, el papa Clemente X extendía su culto a todos los dominios de los reyes de España y finalmente, el mismo Pontífice, lo canonizaba el 6 de septiembre de 1672.

 

miércoles, 19 de abril de 2023

LA HISTORIA DE DON RODRIGO, EL ÚLTIMO REY DE LA ESPAÑA VISIGODA

 

LA HISTORIA DE DON RODRIGO, EL ÚLTIMO REY DE LA ESPAÑA VISIGODA


Tal día como hoy, el 1 de marzo del 710, Don Rodrigo era ungido como monarca de la España visigoda tras la muerte de Witiza

El 1 de marzo del 710, Don Rodrigo era ungido como monarca de la España visigoda tras la muerte de Witiza.

Don Rodrigo era el duque de la Bética, la actual Andalucía, aunque sus verdaderos orígenes se desconocen. Tras la muerte del Rey Witiza en el 720, Don Rodrigo encabezó una revuelta nobiliaria que se oponía a que Ágila II, el hijo y sucesor del monarca ya fallecido subiese al trono.

Ágila II fue apartado de la Corona por una asamblea que eligió a Don Rodrigo como Rey de los visigodos. Don Rodrigo fue nombrado monarca tal día como hoy del 710, sin embargo, poco duraría en el poder.

La descomposición del Reino visigodo ya era una realidad. Las tensiones internas entre facciones rivales estaban a la orden del día y Don Rodrigo tuvo que hacer frente a todas estas luchas internas, especialmente en el norte del Reino, con los vascones.

Por si fuera poco, un nuevo enemigo llamaba a las puertas, los árabes del norte de África que, bajo el mando de Musa ibn Nusair, aprovecharon las luchas internas de los visigodos para entrar en la Península Ibérica con la ayuda del gobernador de Ceuta, el conde vitizano Don Julián.

Las fuerzas de Don Rodrigo rechazaron una pequeña expedición árabe, capitaneada por Tarif, que pasó el estrecho de Gibraltar en el 710, pero más tarde, en el 711 sucumbió a una expedición mayor que Tariq ben Ziyad lideró en el 711.

Don Rodrigo falleció en la batalla de Guadalete. Con la muerte del último Rey de los visigodos, se inició la conquista musulmana de la Península Ibérica, conquista que unos mermados visigodos liderados por Ágila II no pudieron detener.

 

jueves, 13 de abril de 2023

TOMA DE VELEZ MÁLAGA

 

TOMA DE VELEZ MALAGA

(MÁLAGA)

En el año 711, grupos provenientes de Oriente y del Norte de África (árabes, sirios y bereberes), de religión musulmana, al mando de Tarik, derrotaron al rey visigodo Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Empezó así la dominación árabe de la Península Ibérica que se prolongará durante ocho siglos, hasta 1492, momento en que el último rey nazarí rindió Granada a los Reyes Católicos.

La conquista fue rápida; en menos de ocho años conquistaron toda Hispania a excepción de una pequeña franja en el Norte de la Península, donde los núcleos de resistencia dieron lugar a los reinos cristianos peninsulares, que fueron recortando progresivamente el espacio musulmán. Gobernaron con éxito durante varios siglos y España se islamiza, su nombre fue Al-Andalus y adoptó en gran parte las costumbres, la cultura y la lengua del invasor y esa influencia jugó un importante papel en su evolución histórica. Fue durante esta época cuando se constituyó el núcleo urbano de Vélez-Málaga. La ciudad musulmana se estructuraba con la fortaleza que era el punto más alto de la población, de gran valor defensivo y estratégico, extendiéndose en la falda occidental del monte, en lo que hoy se conoce con el nombre de La Villa. La fortaleza era un potente reclamo visual, ya que su ubicación era un despliegue de poder ya que estaba diseñada para disuadir cualquier levantamiento o rebelión de la población conquistada. El crecimiento de población que experimentó la ciudad en este período tendría como consecuencia el desbordamiento del área fortificada y la aparición de zonas que conocemos hoy en día como el barrio del Arroyo de San Sebastián y la zona del Pajarillo, en la falda del Cerro de los Remedios. El sistema productivo nazarí, basado en avanzadas técnicas agrícolas altamente productivas hacían posible una gran abundancia de variedades de frutas y verduras.

Tiempos Prósperos


Vélez-Málaga fue durante los siglos XIII al XV una de las medinas más importantes del reino nazarí con una importante ruta comercial entre la capital de Granada y la costa. La ciudad se encontraba bien fortificada y defendida por las murallas y con la imagen imponente de la Fortaleza que disuadía cualquier intento de ataque. El crecimiento de la población durante esta época hizo que las nuevas construcciones se realizan fuera de las murallas, por lo que surgieron nuevos arrabales que hoy en día todavía existen como el barrio del Arroyo de San Sebastián y las actuales plazas de la Constitución y de San Francisco. No solo en Vélez-Málaga se disfrutaba de esta prosperidad, junto a la ciudad se crearon otros núcleos rurales fundamentales para la explotación agrícola del medio como son Almayate, Benamocarra, Benajarafe, Pedupel, Benadalid, Cajiz, Iberos, Iznate, Torrentes, Alcalaín, etc., dedicadas a una agricultura especializada en el cultivo de almendras, higos, viñas y seda que se exportaban en su mayoría.

Tras desencadenarse la guerra final contra el trono de Granada a raíz de la toma de Alhama en 1482, Vélez-Málaga se convirtió en una codiciada presa. Los gobernantes luchaban entre sí,  lo que hizo que las fuerzas cristianas aprovecharan la situación ante un pueblo dividido y vulnerable, capturando fortalezas árabes y enfrentado a los emires. La reconquista cristiana se había iniciado.

El reino nazarí de Granada sería el último estado musulmán de la península ibérica. Entre las razones de su supervivencia a lo largo de más de 200 años se encuentran las barreras montañosas (Sistema Penibético) que lo protegían, la ayuda de los benimerines, guerreros musulmanes llegados de África, y las crisis políticas y guerras civiles de el reino de Castilla durante el siglo XIV. En el siglo XV se inicia un período de debilidad a causa de las frecuentes luchas entre las familias nobles que querían el trono granadino. El último rey Nazarí de Granada fue Boabdil (Abu Abd Allah). En 1483 fue hecho prisionero por las tropas de Fernando el Católico y en 1486 fue restituido como rey con la condición de pagar tributos a los Reyes Católicos. Poco después estalló la guerra civil entre los partidarios de Boabdil y los de su tío el Zagal (Abu ‘Abd Allah Muhammad), lo que facilitó el avance cristiano hacia Granada. Sitiada por los ejércitos de los Reyes Católicos desde la primavera de 1491, Granada cayó el 2 de enero de 1492, cinco años después de la conquista de Vélez-Málaga.  Con la toma de Granada se culmina el proceso político-militar de la reconquista.

Nacimiento Del Mudéjar

Vélez-Málaga capituló ante el rey D. Fernando el 27 de abril de 1487, entrando por la puerta de Granada y procediendo a consagrar las mezquitas existentes. La mayor parte de la población musulmana se quedó como mudéjares en las alquerías de la jurisdicción de Vélez-Málaga, debido a que la corona quería mantener el sistema productivo de la época nazarí, con un conocimiento excepcional de la agricultura, que era parte integral del éxito del área..

Tras la expulsión de los musulmanes, la repoblación de la ciudad tuvo un marcado carácter militar, pues la zona aún seguía siendo frontera con el reino nazarí y aún no había caído Granada, por lo que en buena parte fue ocupada por escuderos de los guardas reales participantes en su conquista.

En los privilegios obtenidos por la ciudad tras la conquista se destaca especialmente el de su jurisdicción, que situaba su gobierno en un término más amplio, pues se añadieron los distritos rurales de Bentomiz y Frigiliana primero y Zalia en 1488. En el ámbito fiscal se otorgaron dispensas especiales a Vélez por privilegio de los Reyes Católicos, que incluían no pagar impuestos en los productos básicos de consumo como alimentación y ropa pero también en artículos de lujo como seda, jabón y el lino. Pero aún persisten los disturbios como consecuencia del levantamiento de los mudéjares de Nerja y Torrox en 1488 que ocasionó numerosas muertes en el bando cristiano. Esto provocó la preocupación de los líderes cristianos y se nombró como alcaide de la ciudad de Vélez a D. Francisco Enríquez (tío del Rey) para tratar de apaciguar los disturbios. Bajo su gobierno, Vélez experimentó cambios significativos en sus edificios y sus usos. El cambio más notable fue que todas las mezquitas se convirtieron en iglesias.

La implantación de una nueva formación social, trae consigo una reorganización espacial y demográfica. El  reciente poder establecido, con sus propias necesidades y con un concepto de ciudad distinto al musulmán, trae consigo la renovación arquitectónica que se plantea, fundamentalmente, desde la ordenación de plazas públicas, edificios civiles y religiosos.

miércoles, 23 de marzo de 2022

EL POBLAMIENTO RURAL DE LA TIERRA DE LOJA A FINALES DE LA EDAD MEDIA

 

EL POBLAMIENTO RURAL DE LA TIERRA DE LOJA A FINALES DE LA EDAD MEDIA

Miguel Angel Puertas

Universidad de Jaén


 A fines de la Edad Media se producen importantes transformaciones a todos los niveles en el reino nazarí de Granada como consecuencia de la conquista castellana. El control y la ocupación del territorio por parte de los cristianos, máxime en las zonas donde la población musulmana desaparece o queda como un grupo muy minoritario, dieron lugar a trascendentales modificaciones en la organización social del espacio en función de los intereses derivados de la estructura social y de poder característica de la sociedad castellana, cualitativamente diferente de la nazarí. En esta línea de trabajo se sitúa el presente estudio que pretende analizar la evolución del poblamiento rural durante la época nazarí y las modificaciones que tienen lugar tras la conquista castellana en una zona concreta, la tierra de Loja, que se caracteriza por su situación fronteriza. I. EL POBLAMIENTO NAZARÍ La tierra de Loja constituía en época nazarí una división político-administrativa cuya delimitación territorial heredó el Concejo castellano organizado tras la conquista de 1486, tal como queda claro cuando los repartidores disponen señalar e alindar los terminos d esta ciudad de Loxa... por donde los moros los tenian en el tiempo que la çiudad era de moros 1, por lo cual podemos saber de forma aproximada su extensión gracias a que conocemos esta delimitación realizada a raíz de la ocupación castellana (MALPICA, 1981, pp ). Todo el conjunto que englobaba este territorio estaba organizado en torno a la ciudad de Loja. Esta ciudad era un importante núcleo de población 2 estructurado en tres sectores: la Alcazaba, situada en el peñón que domina el resto de la ciudad, con una función eminentemente militar; el barrio del Jaufín, situado al norte, que estaba amurallado; y el Arrabal, ubicado en la zona sur, también amurallado, y que en el momento de la llegada de los castellanos es el sector más destacado de la ciudad, dado que es probablemente el más poblado 3, el que cuenta con la más importante infraestructura comercial 4 y donde se ubicó la Iglesia Mayor cristiana. La ciudad era además la sede del poder político-militar, el cual estaba personificado en el alcaide de Loja. Mención especial merece la gran importancia de la figura de Alatar, que fue alcaide de Loja durante gran parte de la segunda mitad del siglo XV hasta su muerte en 1483 durante la batalla de Lucena, en la cual los castellanos capturaron a Boabdil. 1 BARRIOS AGUILERA, M. (1988): Libro de los Repartimientos de Loja. Granada, f. XXVIII. En adelante citaremos esta edición abreviadamente como LRL. 2 En 1489 se habían repartido 456 lotes de casas, lo que puede dar idea del volumen demográfico de la ciudad (LRL, fols v). 3 De los 456 lotes de casas repartidos en 1489, 41 están en la Alcazaba, 191 en el Jaufín y 224 en el Arrabal (LRL, fols. 1-29v). 4 El Concejo recibió en el Arrabal un mesón y veinte tiendas (LRL, fols v y 152 v).

2 Su control sobre el resto de los castillos o fortalezas de la tierra de Loja explica que una crónica castellana se refiera a él como alcaide de Loja y señor de Zagra (BAEZA, 1868, p. 23). Sin embargo este control no lo hace a título personal. No es realmente un señor tal como entendían los castellanos, sino que ejerce este poder como representante en esta zona del Estado, es decir, del sultán de Granada. Esta cuestión está perfectamente clara tal como se aprecia en un precioso y brevísimo documento de 1487 estudiado por A. Malpica Cuello, que además revela la relación fiscal entre los lugares del alfoz, en este caso Zagra, y su cabecera, ya que indica que, en época de paz, el diesmo dauan en Loxa (MALPICA, 1987). En este contexto de un territorio fuertemente influenciado por el mundo urbano es en el que encontramos un poblamiento rural que es el resultado tanto de una herencia anterior como de las circunstancias nuevas que surgen en esta etapa, sobre todo en relación con el carácter fronterizo que adquiere este sector del reino de Granada a fines de la Edad Media. Combinando el análisis de las fuentes escritas, entre las que destaca el Libro de Repartimiento de Loja, y los resultados de la prospección arqueológica, hemos intentado determinar las alquerías existentes en época nazarí. En este sentido, tenemos que señalar que dado que las fuentes escritas, tanto árabes como castellanas, son muy parcas a la hora de informarnos sobre la red del poblamiento rural en época nazarí, nos hemos aproximado al conocimiento de ésta partiendo de la hipótesis de que las torres existentes en zonas de topografía llana y junto a espacios cultivados, sobre todo si éstos son de regadío, son fortificaciones vinculadas a alquerías, entendidas éstas como núcleos de población que tienen una cierta entidad demográfica y unos límites propios, aunque no habría que descartar que haya que vincularlas a otro tipo de poblamiento disperso como almunias o cortijos. Esta problemática no evita que podamos distinguir claramente a nivel espacial en el conjunto de la tierra de Loja dos sectores con características diferenciales: la Vega de Loja y el resto del territorio vinculado a esta ciudad. Tras el análisis de ambos territorios pasaremos posteriormente a estudiar individualmente las alquerías existentes. 1. Análisis territorial del poblamiento rural nazarí La Vega de Loja constituye una llanura aluvial que se extiende en torno al río Genil en el tramo situado entre las desembocaduras de sus afluentes Cacín y Riofrío, en cuyos márgenes encontramos zonas alomadas arcillosas y, sobre todo, las sierras de Loja y del Hacho, que estrechan la Vega a la altura de la ciudad y, en consecuencia, esta zona se convierte en un obligado paso que pone en contacto la Depresión de Granada con las de Archidona y Antequera, todas ellas en el denominado surco intrabético, así como con el Valle del Guadalquivir siguiendo el curso del río Genil. Junto a estas circunstancias hay otras que han contribuido a que la ocupación humana haya sido muy importante desde tiempos prehistóricos, destacando fundamentalmente el hecho de que las sierras calizas del Hacho y de Loja son unos inmensos acuíferos kársticos que afloran precisamente en la Vega de Loja, en importantes manantiales como son los de Riofrío, Plines, Manzanil, Frontil, etc. Constatada la importancia del poblamiento romano en la zona -yacimientos de la Esperanza (PELLICER, 1962, pp ) y Plines (GENER, 1992, especialmente pp ), entre otros-, se evidencia la existencia de una continuidad en época tardorromana (necrópolis de Loja, propiedades de Artobás 5 ) que se prolonga en la época altomedieval con un importante asentamiento de individuos árabes del yund de Damasco a mediados del siglo VIII en Turrus, al-funtayn y fiikanb. Esta 5 Artobás era uno de los hijos del rey Witiza que había heredado parte del patrimonio de los monarcas visigodos. Sus propiedades en esta zona las conocemos por el testimonio transmitido por Ibn al-qutiyya relativo a las fincas de al-funtayn y Turrus, topónimos que se vienen ubicando en la tierra de Loja, que fueron donadas a dos individuos árabes (VALLVÉ, 1986, pp ). 64

 continuidad es probablemente la causante de la preponderancia de una toponimia de origen latino (Riofrío, Plines, Torrox, Loja, Manzanil, Salar, Frontil, etc.). Esta evidencia toponímica, así como las noticias proporcionadas por las fuentes escritas y las cronología aportada por el estudio de la cerámica recogida en la prospección de los yacimientos arqueológicos, llevan a concluir que las alquerías existentes en época nazarí tienen su origen en etapas precedentes y no ha tenido lugar en esta época el surgimiento de nuevos núcleos de población. El elemento más característico de este grupo de alquerías de la Vega de Loja (Plines, Salar, Tájara, Huétor, Agicampe y Frontil) es el hecho de que su economía está basada fundamentalmente en la agricultura de regadío, pero además hay que destacar que en los últimos tiempos nazaríes constituyen la única zona donde se mantuvo una explotación agrícola importante y permanente, tal como demuestra el hecho de que es en esta zona donde el Libro de Repartimiento de Loja recoge la existencia de infraestructuras vinculadas a la agricultura (sistemas de regadío en Riofrío, Plines, Loja, Manzanil, Salar, Tájara, Huétor, Agicampe y Frontil; molinos en Plines, Terciado, Manzanil, Tájara y Frontil). Esta circunstancia estuvo favorecida por ser el sector más alejado de la frontera y, sin duda, por la proximidad de la ciudad de Loja, fortaleza en torno a la cual giraba la defensa del territorio. Además tuvo lugar una fortificación de las alquerías existentes en esta zona, constatándose en todos los casos la presencia de torres de diferente complejidad, como respuesta a las amenazas derivadas de las incursiones militares castellanas que se hacen más frecuentes en el siglo XV. Desconocemos prácticamente todo en relación a las características de estas alquerías, pero vamos a intentar definir algunos rasgos. A nivel de topografía de las alquerías sólo tenemos una alusión a las casas del arrabal de Salar, nombre que recibiría por su situación en los alrededores de la fortaleza de este lugar. Ya en época morisca se menciona en Huétor una estructura urbanística compuesta por el fuerte, un barrio alto y un barrio nuevo, surgido éste probablemente ya en el siglo XVI. En todos los casos una torre, o una fortaleza más compleja como en el caso de Tájara, dominaría desde el punto de vista visual el conjunto de la alquería. El estudio realizado por A. Bazzana y P. Guichard sobre las torres de alquería de la Huerta de Valencia en el siglo XIII les permitió concluir provisionalmente que este tipo de fortificaciones surgen en íntima relación con el aumento de la presión militar cristiana, sin ninguna vinculación a poder señorial alguno; es más, probablemente, han sido construidas a iniciativa del poder estatal. Su función era, además de estar integradas en el conjunto del sistema defensivo de un territorio, proteger a la población de la alquería, en este sentido no constituyen un elemento aislado, siendo habitual la existencia de un espacio de refugio y, en algunos casos, una muralla que protegía al conjunto de las casas. A nivel de poblamiento estas alquerías fortificadas hacen girar en su órbita al resto de las alquerías y al poblamiento disperso (almunias o cortijos) existentes en su entorno (BAZ- ZANA, GUICHARD, 1978, pp ). Pensamos que en el caso de la tierra de Loja las características que acabamos de exponer tienen validez en gran parte. Así, respecto a la cronología del surgimiento de estas fortalezas podemos asegurar que la técnica de construcción de las torres de Agicampe y Salar, es decir la mampostería ripiada formando hiladas con sillares en los ángulos rectos, es propia de la época nazarí (ESLAVA, 1984, pp ), lo que relaciona la construcción de estas edificaciones con la amenaza castellana derivada del carácter fronterizo de la tierra de Loja. En relación al carácter estatal y no señorial de estas torres, hemos de señalar que tenemos la información relativa a la iniciativa de Muhammad III para construir torres en las proximidades de la Vega de Granada (LADERO, 1989, p. 27). Ahora bien, también es cierto que en las propiedades de la familia real nazarí en esta zona existían torres, los alcázares mencionados en algunas crónicas castellanas, que eran a la vez fortaleza y palacio. Respecto al carácter de refugio de estas fortificaciones es ejemplar el caso de Tájara, según recogen las crónicas cas- 65

4 tellanas, tal como veremos posteriormente al analizar individualmente cada núcleo de poblamiento rural existente en la tierra de Loja. En relación al carácter de estas alquerías con torre como elementos que vertebran el poblamiento rural existente en su entorno, nuestros datos sobre alquerías no fortificadas o sobre poblamiento disperso son muy escasos y no permiten corroborar esta cuestión. Normalmente un camino de primer orden pasaba por la alquería o sus inmediaciones. La red de caminos reales de la tierra de Loja es radial, ya que éstos enlazaban las principales ciudades del reino, lo que nos informa del papel que juegan a nivel comercial las urbes, que concentran esta actividad. Pero esta red caminera principal también pasa por las alquerías, conectando así la ciudad con los núcleos rurales de su tierra. Ello no tiene sólo sentido desde el punto de vista comercial, sino también fiscal, debido a que los impuestos en especie se entregaban en la ciudad de Loja, como hemos visto anteriormente en el caso de Zagra. En este sentido sabemos que las autoridades eran las que decidían donde se entregaban los impuestos, como se constata en el caso de Málaga: los moros de la jurediçión de la çibdad de Málaga sean obligados de poner el pan del dicho diezmo donde el dicho recabdador lo quisyere syendo en la jurediçión (LADERO, 1988, doc. 76 bis, p. 407). En este sentido los caminos son, a todos los efectos, las vías por donde circula el excedente. Junto a la alquería, por debajo de las casas, se sitúan los espacios irrigados, que constituyen en esta zona el elemento básico de la economía. Los sistemas de irrigación están construidos tanto a partir de ríos como de manantiales, creándose presas, como la mencionada en el Libro de Repartimiento de Loja en Salar, a partir de las cuales del agua se conduce por medio de acequias, algunos de cuyos nombres conocemos: açequia gorda del rio de Caçin que biene a Taxara (LRL, fol. 140 v), açequia alta en Huétor (LRL, fol. 138), açequia primera de Manzanil (LRL, fol. 160). Incluidos en esta red se sitúan los molinos. Sobre los productos cultivados en estas áreas tenemos pocas noticias, lo que contrasta fuertemente con el minucioso detalle con que se puede conocer a través del Libro de Repartimiento de Loja el espacio de huertas situadas alrededor de la ciudad de Loja. La existencia de molinos indica que los cereales debían ser uno de los cultivos más importantes, lo cual está apoyado por el testimonio referente a Tájara que alude a los muchos panes que ay abía (CARRILLO, 1946, pp ). Sólo en referencia a Salar tenemos noticias de la existencia de olivos en el regadío. Los cultivos de secano se sitúan entre el regadío y el monte, teniendo en esta zona un papel secundario, salvo en el caso del campo de Huétor, una amplia llanura aluvial sólo regada en una pequeña parte. El Libro de Repartimiento de Loja recoge la cuantía y ubicación de las tierras de secano repartidos a raíz de la repoblación castellana, pero no siempre tenemos la certeza de que estos campos estuviesen anteriormente cultivados, máxime en los casos, como en Plines, donde el secano se reparte en los Retamales, topónimo que alude a esta especie arbustiva propia del monte mediterráneo. Fuera de las áreas de secano, el Libro de Repartimiento de Loja recoge la presencia del monte o la sierra, aunque no suele ofrecer más especificaciones, salvo en algunos casos. Así en Salar, las tierras de secano entregadas a Fernando del Pulgar limitaban unas con las ençinas del Portichuelo (LRL, fol. 130 v) y otras se sitúan entre unos çerros espartosos, que va a dar a unas ençinas (LRL, fol. 148); en Tájara unas tierras de secano concedidas a Antonio de Córdoba lindan con un pinar que está delante del Algarvejo (LRL, fol. 140 v). El resto del territorio vinculado a la tierra de Loja, pero alejado de la próspera llanura aluvial, presenta un poblamiento más débil, debido tanto a su situación fronteriza como a su vocación ganadera. Este conjunto se caracteriza por su pertenencia al subbético, presentando a grandes rasgos desde el punto de vista geomorfológico tres tipos de paisaje. Por una parte nos encontramos con las sierras calizas (Sierras Gorda de Loja, de 66

Gibalto, del Hacho, de las Chanzas, etc.), actualmente sin vegetación, sometidas a una constante erosión. Por otra parte se sitúa una franja de tierra de naturaleza yesífera (Trías de Ante-quera), de relieve intrincado, caracterizada a nivel hidrológico por su endorreismo, lo que origina una zona de escasos cultivos y donde ha permanecido en gran parte una vegetación natural de tipo mediterráneo, aunque ésta representa sólo una parte de los bosques de encinas y quejigos existentes a finales de la Edad Media en la zona de los Durmientes (actual Dehesa de los Montes), las Salinas y el Contarín. Por último, hay que aludir a la existencia de otra zona de lomas suaves, que se extendía sobre todo en el sector noroeste del término de Loja, en los actuales términos municipales de Algarinejo y Zagra, donde en la actualidad se ha desarrollado casi de modo exclusivo el cultivo del olivar, pero que a finales de la Edad Media sería una zona también ocupada de modo abrumador por el bosque mediterráneo, salvo en las tierras próximas a las fortificaciones, donde existían campos cultivados. El poblamiento existente en esta zona estuvo muy influenciado por el carácter fronterizo. En este sentido al amparo de los castillos de Cesna 6 y Zagra debió desarrollarse un población más o menos importante, ya que ambos lugares son mencionados en las fuentes escritas castellanas como villas y en concreto Zagra aparece citada como fortaleza enemiga de población pequeña (MALPICA, 1987, p. 969). En torno a ambas fortalezas se repartieron tierras tras la conquista castellana 7. Cesna pasó a manos castellanas en 1435, tal como veremos posteriormente, aunque desconocemos si fue de manera definitiva, mientras que Zagra sólo fue conquistada tras la caída de Loja en Además de estos castillos, toda una serie de torres atalayas se extendían por el sector occidental de la tierra de Loja, subsistiendo en la actualidad los restos de algunas de ellas 8. Aparte de los núcleos de población asociados a los castillos, constatamos la existencia de otros núcleos rurales que están asociados a fortalezas de menores dimensiones. Se conservan en la actualidad la torre, o más bien pequeño castillo, de Pesquera y la existente junto al cortijo de la Torre, a los pies de la sierra de Campo Agro, que nosotros identificamos con la torre de Abor citada en el Libro de Repartimiento de Loja. En ambos casos la técnica constructiva es la misma que se observa en las torres de Agicampe y Salar, es decir, mampostería ripiada formando hiladas horizontales que se remata con sillares en los ángulos rectos. La abundante cerámica existente en las proximidades de ambas torres nos induce a pensar en su conexión con núcleos de población rural, probablemente alquerías. La conquista de Iznájar en 1433 debió incidir en el despoblamiento de Abor, mientras que el castillo de Pesquera fue conquistado por los castellanos en 1436, lo que nos indica que estos lugares estaban despoblados con varias décadas de antelación a la conquista de Loja. La proximidad de la frontera, unida a unas condiciones favorables desde el punto de vista geográfico, dieron como resultado que la actividad económica fundamental en esta zona fuese la ganadería, existiendo importantes dehesas (Alazores, Contarín, Marrojas) y unas salinas. Alquerías de la tierra de Loja en época nazarí A continuación vamos a pasar a exponer las características de cada alquería de forma individual, siguiendo un orden alfabético. Abor. La torre de Abor se sitúa junto al cortijo de la Torre, término municipal de Loja, cerca del 6 El castillo de Cesna ha sido descrito por ARJONA, Erróneamente, a nuestro parecer, lo identifica con el hisn Turrus citado en las fuentes escritas árabes a finales del siglo IX y comienzos del X. 7 Para Cesna, véase LRL, fols ; en el caso de Zagra, LRL, fols. 132 v y 139 v. En este caso se cita la existencia de muchos olibos. 8 Es el caso de la torre de Martilla y de las atalayas existentes junto al Cortijo del Aire, Riofrío y Venta del Rayo. 67

6 camino que desde Ventorros de la Laguna conduce a la sierra de Campo Agro. Se localiza en el Mapa Militar de España 1:50.000, (1007) Rute, cuadrícula UTM / , a una altitud de unos 690 metros. La zona donde se ubica esta torre es una llanura arcillosa situada entre la sierra de Campo Agro y las tierras de la Dehesa de los Montes, cultivada con cereales de secano y olivos, aunque en la zona más próxima al cortijo de Balerma existen tierras de regadío. En el Libro de Repartimiento de Loja tenemos referencias a la torre de Abor, situada en el Campo del mismo nombre, un pago donde se repartieron importantes cantidades de tierras de secano. La torre fue concedida en 1491 a mosén Fernando Rejón, que también recibió una merced de 400 fanegas de tierra en el Campo de Abor (LRL, fols. 74, 74v y 136). Esta alquería se comunicaba con Loja a través de un camino que conectaba con el que unía Iznájar y Loja y que en el Libro de Repartimiento de Loja se alude a él como el camino que biene de los Durmientes a la torre (LRL, fol. 74 v). A pesar de que sólo se repartieron tierras de secano, algunos topónimos de la zona parecen indicar la existencia de ciertas estructuras hidraúlicas, como es el caso del arroyo de la Alberca (LRL, fol. 74 v) o la fuente de Malerva (LRL, fol. 76), que tal vez procede del árabe ma al-arba', agua del miércoles, que parece aludir a un turno de riego (BARRIOS, MARTÍNEZ, 1984, pp ). El topónimo Abor debe proceder del árabe al-bur, cuyo significado es el de campo que no se labra, erial tierra non labrada 9, que puede hacer referencia a la ocupación de un espacio anteriormente improductivo desde el punto de vista agrícola. Por otra parte, las referencias contenidas en el Libro de Repartimiento de Loja indican una importante actividad ganadera, así en el alindamiento de la merced concedida a Fernando Rejón leemos: e vuelve hasta el canto de las eras e a dar en la vereda que queda para el Conzejo, para abrebadero e paso de los ganados; que an de quedar treinta pasos de la un parte del agua e otros treinta pasos de la otra parte; e a dar al baldío del dicho soto; e an de tener salida los ganados a la sierra (LRL, fol. 74 v). Otros datos relativos a la importancia de la ganadería proceden de la toponimia, así en lugares próximos al campo de Abor el Libro de Repartimiento de Loja menciona la fuente del Hato 10 y el topónimo Huévar (MALPICA, 1981, p. 53; LRL, fols. XXXv, 73, 74, 74 v, 127 y 136 v), que debe proceder del árabe wabar, plural de wabra, que significa lana de cabras 11. La zona situada al este del Campo de Abor y que limitaba con Riofrío es conocida en la actualidad por Dehesa de los Montes, tratándose de un espacio que aún hoy en día ha conservado en determinados sectores la vegetación del monte mediterráneo, debido a que la mala calidad de estas tierras, situadas sobre un substrato de Trías de Antequera, no propicia su aprovechamiento agrícola. Esta zona es denominada en el Libro de Repartimiento de Loja como Los Durmientes 12, conservándose aún este topónimo referido a una casa existente cerca de la población de Ventorros de la Laguna. En esta zona debió ubicarse la cueva que es insistentemente mencionada por los autores árabes, sobre la cual se llegó a construir un oratorio VÁZQUEZ, , pp ; FERNÁN- DEZ, 1971, pp ). 9 CORRIENTE, 1988 p. 23, *bwr, s.v. campo que no se labra, erial tierra non labrada bor avbár. Este topónimos es muy parecido a otro de la tierra de Loja, Arborbis, del árabe al-bawwar, que significa terreno baldío, yermo, improductivo, barbecho, y que en árabe granadino se podría pronuncias al-bobar o al-bobir (PEZZI, , PP ). 10 LRL, fol. 77. Sobre la localización de este topónimo véase MALPICA, 1981, p CORRIENTE, 1988, p. 213, *wbr, s.v. lana de cabras, guábra guábar. Sobre la utilización textil de este producto nos informa Ibn al- Jatib al referirse a las costumbres de los granadinos: En cuanto á su vestimenta, la principal que usan comunmente en el invierno son alquiceles persianos, almalafas ostentosas y otros trajes de mucho precio, de lana, lino, seda, algodón y pelo de cabra, mantos africanos y mocathas tunecinas, que se hacen de seda gruesa con vistosas labores, en el estío visten todos blancos almaizares (SECO DE LUCENA, 1910, p. 10). 12 LRL, fols. 74 v, 145 y 149 v. La existencia de vegetación arbórea en esta zona se deduce del siguiente texto del LRL, fol. 145: A Pasqual Merino, un pedaço de monte para que faga una roça donde a cortado madera, ençima de los Durmientes. 68

La torre, como hemos mencionado, se ubica en una zona llana, junto a tierras de cultivo, por lo cual pensamos que se trata de una torre de alquería. Sin duda ha perdido gran parte de su primitiva altura. Es de planta rectangular, construida con mampostería ripiada que forma hiladas horizontales, utilizándose sillares en las esquinas. En la parte inferior no conserva ninguna apertura, siendo probablemente maciza, y sólo observamos a media altura un vano bordeado con ladrillos en la cara oeste de la torre. En esta misma cara, en la esquina suroeste, se observa el arranque de un arco. Junto a la torre se conserva un espacio rodeado de muros de mampostería que está ocupado por escombros y matorrales y debe corresponder a la antigua ubicación del cortijo de la Torre. Según nos informó un vecino de la zona este edificio fue utilizado como torre de una ermita o iglesia y, tras su abandono, las pilas y la campana se trasladaron a la iglesia del lugar de Venta del Rayo, un anejo situado en el término municipal de Loja. A esta ocupación deben corresponder algunos añadidos o reformas de la torre, como los restos de enlucido o de tejas. En los alrededores, sobre todo en las tierras cultivadas situadas frente a las caras sur y este de la torre, abundan los restos cerámicos de época romana (terra sigillata, tegulae) y medieval. Entre éstos destacan los fragmentos de cazuelas de vedrío melado, tanto de borde recto o con ligero engrosamiento al exterior, como con el borde en alero; de ataifores de vedrío melado con decoración a base de trazos de manganeso y de vedrío verde, algunos con decoración estampillada; fragmentos pertenecientes a alcadafes, uno de ellos vidriado en verde; etc. La mayor parte de este conjunto cerámico hay que datarlo en los siglos XI- XIII, aunque no falta la cerámica nazarí. Al parecer procede también de esta zona una inscripción honoraria romana datada en el siglo III, por lo cual se ha llegado a decir que esta torre, aunque medieval, es de origen ibérico-romano (CARRASCO, 1986, pp. 189 y 230), aunque más bien hay que pensar que el asentamiento islámico se ubicó en donde anteriormente hubo una villa romana. Muy próxima a los restos constructivos descritos está la fuente de la Torre, la cual, según la información de un vecino de la zona, es de carácter público y se usa como abrevadero de ganados y no para regar tierras. Agicampe. El cortijo de la Torre de Agicampe se sitúa en el término municipal de Loja, a los pies de la sierra del Hacho, no lejos del antiguo camino que comunicaba esta ciudad con Montefrío. Se localiza en el Mapa Topográfico Nacional de España 1:25.000, 1008-III Huétor-Tájar, cuadrícula UTM / , a una altitud de unos 620 metros. La torre se ubica en una zona de suaves lomas que se encuentran situadas entre la sierra del Hacho y la llanura aluvial de la Vega de Huétor-Tájar, predominando el cultivo de cereales y olivos. Junto al cortijo se sitúa el manantial de Agicampe, dedicado en la actualidad al abastecimiento de agua del pueblo de Huétor-Tájar. Ibn al-jatib ( ) alude a la instalación de C Uqba b. Nu c aym, individuo árabe del yund de Damasco, en qaryat fiikanb (IBN AL- JATIB, 1976, p. 524), por lo cual cabe pensar en su existencia desde un momento muy temprano, en concreto desde mediados del siglo VIII que es cuando se produce la llegada de los aynad sirios a al-andalus. Sin embargo no volvemos a tener más referencias en fuentes escritas anteriores a la conquista castellana. En el Libro de Repartimiento de Loja encontramos la mención a la torre de Agicampe, ubicada junto al regadío del mismo nombre, donde se repartieron 106 fanegas de tierra, y muy cerca del camino que comunicaba Loja y Montefrío (LRL, fols. 48 y 48 v). Además en los alrededores se repartieron tierras de secano (LRL, fols. 48 v, 49, 50 v, 51 y 51 v) y se delimitó una dehesa (LRL, fol. 50 v). En 1504 nos consta que la torre estaba en posesión de Juan Alvarez Zapata por cédula real, aunque se denunció su pertenencia a la ciudad (MALPICA, 1981, p. 215). En una fuente posterior (ss. XVII-XVIII) leemos: en el partido de Ajicampe, hay otro nacimiento que llaman la fuente de Ajicampe, de aguas muy cristalinas y 69

8 delgadas. Está en una apasible campaña donde riega las tierras de cinco cortijos y cae al Genil (BARRIOS, 1983, p. 62). Los restos de la torre de Agicampe, desmochada, se sitúan junto al cortijo de este nombre, con casas adosadas a ella. Es de planta elíptica, construida con mampostería ripiada formando hiladas horizontales. Se observa en su cara este un pequeño vano a media altura. La cerámica existente en los alrededores es escasa y está muy fragmentada, aunque se observa la existencia de un conjunto que podría datarse en época nazarí y/o en un momento inmediatamente anterior: fragmentos amorfos de piezas de cocina con vedrío melado; fragmentos de ataifores (bases con pie anular, bordes, amorfos) con vedrío verde y, en algún caso, melado; bordes de alcadafes sin vidriar, uno de ellos con decoración de cuerda impresa en la parte exterior del borde; etc. Diferentes a este grupo son algunos escasos fragmentos que parecen corresponder a un momento anterior, debido a la características de las pastas y su morfología, entre los que destaca un borde perteneciente a una olla de labio vuelto sin vidriar, similar a los que en principio asignamos una cronología romana. Se pueden reconocer los restos de la estructura de regadío existente, que consiste en el trazado de una acequia que parte de la fuente de Agicampe y discurre junto a la vereda que desde el camino de Montefrío conduce al cortijo. Alfur. Esta alquería hay que ubicarla en la zona conocida como Los Nabos (MALPICA, 1981, p. 47) (Cortijo de los Nabos, Casa de los Nabos, Haza de los Nabos, Collado de los Nabos), en el término municipal de Loja, que se localiza en el Mapa Topográfico Nacional de España 1:25.000, 1008-I Algarinejo, cuadrícula / , a una altitud entre 700 y 800 metros. Esta zona se caracteriza por la existencia de tierras de labor dedicadas al cultivo de cereales en secano en el área más baja y llana y en las laderas de los montes que la circundan está presente el olivar. El aprovisionamiento de agua, según se observa en los mapas topográficos, se realiza a través de pozos. La única referencia a este lugar es la que aparece en el Libro de Repartimiento de Loja, donde en el amojonamiento del término podemos leer: ladera arriba fasta vnas casas derribadas que se disen Alfur, que quiere desyr alquería de los Nabillos, allí está otro mojón; e la cordillera adelante a dar al atalaia Çanax, e aguas vertientes a la parte de Taxara es de Loxa, e a la otra parte es de Montefrío (MAL- PICA, 1981, p. 47). El topónimo Alfur creemos que procede del árabe alfut, plural de lafta, nabo 13. Respecto a la atalaya Çanax hay que identificarla con el cerro del Cenacho (814 m.), procedente aquel topónimo del árabe granadino Sanay, capacho 14. Birmodur. Esta alquería debemos ubicarla en las proximidades del cortijo de los Pozos, en el término municipal de Loja, junto a un viejo camino que enlazaba Loja con Vélez-Málaga, que podemos localizar en el Mapa Topográfico Nacional de España 1:25.000, 1025-I Loja, cuadrícula UTM / , a una altitud de 940 metros. Este lugar se sitúa a los pies de la Sierra de Loja, en una zona donde está muy presente la vegetación natural del monte mediterráneo, aunque las zonas llanas próximas a los cortijos 15 se dedicaban tradicionalmente al cultivo cerealista de secano, sustituido hoy en día por 13 CORRIENTE, F. (1988): El léxico árabe andalusí según P. Alcalá, p. 185, *lft, s.v. nabo ortaliza léfte left. No recoge este plural. 14 CORRIENTE, F. (1988): El léxico árabe andalusí según P. de Alcalá, p. 120, *snc, s.v. capacho de molino de aceite çanách çanánich. 15 Además del cortijo de los Pozos se ubican en esta zona desde antiguo, constatándose ya en los siglos XVIII-XIX, los cortijos del Ángel y del Cardador, topónimo este último que revela la importancia de la actividad ganadera de los cortijos existentes en esta zona. 70

9 los cultivos de olivos y almendros. Hay que destacar por otra parte que la sierra de Loja es un espacio dedicado al aprovechamiento ganadero, donde las únicas construcciones existentes son las majadas para el ganado. Esta alquería es mencionada en el Libro de Repartimiento de Loja en el deslinde del término de esta ciudad: comienza el primer moxon en la sierra de Salar; e de alli va derecho a dar al otro mojon que esta en una cornicabra zerca de unos allozos, mas çerca del poço que se diçe de Bilmodan, que esta junto con el camino biejo de la sierra que ba a Zalea; e aguas vertientes a la parte del pozo es termino de Alhama e las vertientes a estotra parte es termino de Loxa; e tomar alli abaxo fasta juntar con una alcaria que se dize Bilmodan, e la cañada abaxo a dar a un zerro grande en una loma do esta un zimiento antiguo, e en medio de el esta otro moxon (LRL, fol. XXVIII v). Respecto al topónimo, Bilmodan es la variante que aparece en una copia del siglo XVII, pero las variantes más fieles al original árabe son Birmodur o Bilmodur, cuya etimología árabe podría ser bir al-mudur, pozo de las casas 16. Frontil. El manantial de Frontil se ubica en el término municipal de Loja, junto a la carretera de Priego, localizándose en el Mapa Topográfico Nacional de España 1:25.000, 1008-III Huétor- Tájar, cuadrícula UTM / , a una altitud de unos 500 m. La zona donde se ubica presenta tres elementos: la sierra del Hacho, a sus pies una zona de suave pendiente donde se ha desarrollado el cultivo del olivar y a continuación una llanura aluvial que es regada con las aguas del manantial de Frontil y con las de otros existentes en las laderas de la sierra. El topónimo al-funtayn, que se viene identificando con el actual Frontil, aparece citado en las fuentes escritas árabes como el lugar donde se instaló a mediados del siglo VIII c Abd Allah b. Jalid, un personaje árabe 17 que había recibido en esta zona una propiedad agrícola (day c a) donada por Artobás, noble hispanovisigodo, hijo del rey Witiza, que había heredado parte del patrimonio de los monarcas visigodos 18. Nos consta que c Abd Allah b. Jalid se instaló en este lugar 19, convirtiéndose en un asentamiento tribal, como se observa cuando a fines del siglo IX las fuentes árabes que narran el enfrentamiento entre el Estado cordobés e Ibn HafSun citan a al-funtayn como hisn de los Banu Jalid 20, clan del que surgió un nutrido grupo de funcionarios administrativos y militares vinculados al poder omeya de Córdoba, sobre todo durante el emirato de c Abd Allah 21. La siguiente mención a este lugar que encontramos en las fuentes escritas corresponde al siglo XV, en concreto la Crónica del Halconero de Juan II al referirse a la incursión del condestable Alvaro de Luna en 1431 por territorio granadino cita a Frontí como una de las aldeas atacadas, de la cual se dice que era de la infanta Arnalmao (CARRILLO, 1956, p. 100). Por el Libro de Repartimiento de Loja sabemos que existía una torre ubicada en las proximidades del regadío de Frontil (LRL, fol. 52 v). Según se deduce de este texto la acequia que desde el manantial 16 No hemos encontrado la forma mudur, pero podría tratarse de un derivado de la palabra dur, plural de dar casa. 17 Un antepasado suyo, c Amr, había sido mawlà del primer califa omeya c U man b. c Affan ( ), según se deduce de las genealogías de sus descendientes (cfr. CASTILLA, 1992, p. 222, donde se alude a la muerte en el año 931 de Abu l-ya c d Aslam, descendiente de c Abd Allah b. Jalid). Sabemos también que junto a su primo Abu c U man b. c Ubayd Allah b. c U man, que residía en qaryat Turrus, también cerca de Loja, participó activamente en la llegada de c Abd al-rahman I a al-andalus en el año 755 (Ajbar Maymu c a, ed. y trad. E. Lafuente Alcántara, Madrid, 1867, p. 76). Cfr. FIERRO, 1990, p Ibn al-qutiyya, Ta'rij Iftitah al-andalus, trad. en VALLVÉ 1986, pp se retiró á su casa de Alfontin, donde permaneció hasta su muerte, sin aceptar cargo ninguno del sultan (Ajbar Maymu c a, p. 98). 20 Al-Muqtabis de Ibn Hayyan, trad. J.E. Guráieb, Cuadernos de Historia de España, 17, 1952, año 275 ( ), p. 158; 23-24, 1955, año 278 ( ), p. 342; 25-26, 1957, año 281 ( ), p En esta traducción este topónimo aparece citado como al-famatina, Fontana y al-fontin respectivamente. 21 Sobre varios miembros de los Banu Jalid nos informa Ibn Hayyan al narrar los acontecimientos de los años 275 ( )-276 ( ): "Al-Muqtabis de Ibn Hayyan", trad. J.E. Guráieb, Cuadernos de Historia de España, 17, 1952, pp. 158 y ; 18, 1952, p. 155; 19, 1953, pp. 155 y

 discurre hacia el oeste es la que abastecía de agua a las huertas de la ciudad de Loja existentes en esta zona 22, mientras que la acequia que se dirigía hacia el este regaba una menor porción de tierras que no son denominadas huertas 23. Además se alude a la concesión de un edifiçio de molino en Frontil al comendador Alonso de la Peñuela (LRL, fol. 107). Por esta zona pasaban los caminos que desde Loja conducían a Íllora y Montefrío (LRL, fol. 81 v). La prospección arqueológica superficial llevada a cabo en la zona nos ha permitido constatar la existencia de un importante asentamiento romano, conocido desde el siglo XIX 24, al sur de la ermita de la Esperanza, dada la gran abundancia de cerámica tanto común como terra sigillata encontradas, así como tegulae. Por otra parte existen estructuras excavadas en la roca, destacando una necrópolis. No obstante este predominio aplastante de cerámica romana, también hemos recogido en esta zona algunos fragmentos de cerámica medieval que pueden corresponder tanto a una cronología almohade como nazarí: fragmentos pertenecientes a piezas de cocina de vedrío melado; otros de vedrío melado claro y verde que deben corresponder a ataifores; borde de alcadafe; fragmentos pertenecientes a tinajas con decoración a base de cordones con incisiones; etc. A modo de hipótesis, creemos que la ermita de la Esperanza, en torno a la cual se ha formado un importante barrio, es la torre existente en época nazarí. También hemos comprobado la importancia de las estructuras hidráulicas existentes en la zona, algunas de ellas aún en uso, como ocurre con las acequias, otras ya abandonadas, como en el caso de los restos de lo que fue el molino alto de Frontil o una gran alberca denominada estanque Muela, que, según las noticias proporcionadas por un vecino de la zona, recogía el agua de un manantial que surge en la ladera de la sierra del Hacho y se destinaba a regar las tierras de los cortijos del Viso y las Peñuelas, situadas por encima de la acequia que del manantial de Frontil se dirige hacia el oeste. Hoy en día este sistema se ha sustituido por una conducción de tubos subterráneos. Gibralpulpo. Creemos que esta alquería debió ubicarse en las proximidades del actual cortijo de la Artichuela, en el término municipal de Loja, cercano al núcleo de Fuente-Camacho y a la sierra de Gibalto. Este cortijo se localiza en el Mapa Topográfico Nacional de España 1:50.000, 1024 Archidona, coordenadas 4º 14 de longitud oeste y 37º 05 de latitud norte, a una altitud de unos 790 metros. La zona donde se ubica este cortijo se caracteriza por un paisaje alomado, existiendo una pequeña zona irrigada gracias a las aguas de una fuente que nace cerca del cortijo, mientras que en el resto de la zona predominan en las áreas más llanas los cultivos de cereal de secano, en tanto que en los montes y zonas con pendiente se ha desarrollado el cultivo de olivos y almendros. Creemos que en este lugar debió ubicarse una alquería por el hecho de encontrarnos, como en otras zonas de la tierra de Loja donde existen núcleos de población rural, con la mención de una torre junto a espacios cultivados, normalmente de regadío. En el Libro de Repartimiento de Loja podemos leer en referencia a una partida de 25 fanegas repartidas en esta zona a un vecino de Loja: alinda con un 22...repartimiento de las viñas e huertas que estan rebueltas, que ai en ellas muchos arboles frutales, a la parte de Frontil (LRL, fol. 31) repartimiento de las tierra de regadio en Frontil, de aquella parte de la torre fasta la foia donde se acaba el dicho regadio (LRL, fol. 52 v) 24 E. Lafuente Alcantara en referencia a la localización de al-funtayn nos dice: Parece casi seguro que estaba este pueblo en las ruinas que hay en el pago del Frontil, como a media legua al norte de Loja y a la otra parte del río, en el camino de Montefrío, donde brota un buen golpe de agua. Hace poco que allí se descubrieron varios trozos arquitectónicos y un busto de Ariadna, que posee el Sr. Fernández Guerra. Es sitio fuerte por su naturaleza (Ajbar Maymu c a, índice geográfico, p. 245). Más recientemente M. Pellicer, a raíz de las prospecciones llevadas a cabo en la zona de Loja en 1957 y 1959, escribe: 100 m. al sur de la ermita de la Esperanza, un yacimiento romano imperial con abundantes tegulas y terra sigillata. Tumbas excavadas en la roca, de planta trapezoidal alargada y extraordinariamente estrecha (PELLICER, 1962, pp ). 72

11 torrejon caido, que esta cave la guerta de Gibralpulpo (LRL, fol. 62). La identificación de esta huerta con el cortijo de la Artichuela nos parece plausible teniendo en cuenta que esta zona se conoce como Llano de la Hortichuela, además en una descripción de las fuentes de la tierra de Loja en la época moderna se menciona una fuente que llaman de Mari Sanches, que está por encima del cortijo de la Ortichuela (BARRIOS, 1983, p. 58). A pesar de la mención a la guerta de Gibralpulpo en el Libro de Repartimiento de Loja en esta zona no se menciona ningún repartimiento de tierras de regadío, tan sólo se entregaron importantes cantidades de tierras de secano. Habría que señalar, en otro orden de cosas, que esta zona se sitúa en el punto de encuentro de importantes elementos relacionados con la ganadería, como es el caso de las Salinas (MALPICA, 1991, pp ), lugar donde en el Libro de Repartimiento de Loja se alude a la existencia de una dehesa (LRL, fol. 63 v) y corrales (LRL, fol. 61), o de las dehesas del Contarín y Alazores 25, topónimo este último relacionado con la ganadería, ya que en la primera documentación castellana aparece citado como campo de Aynaçof (MALPICA, QUESADA, 1993, doc. 60, p. 141), del árabe c ayn al-suf, fuente de la lana. La prospección llevada a cabo en las proximidades del cortijo de la Artichuela ha proporcionado escasa cerámica, que parece corresponder a época romana, con excepción de dos fragmentos: un borde de ataifor de vedrío melado con decoración de trazos de manganeso y un borde de disco o tapadera. También hemos constatado la existencia de una gran alberca, hoy en desuso, que era utilizada como colector-distribuidor del agua de la fuente existente en las proximidades del cortijo. Huétor. Esta alquería se situó donde hoy está el pueblo de Huétor-Tájar, que se localiza en el Mapa Topográfico Nacional de España 1:25.000, 1008-III Huétor-Tájar, cuadrícula UTM / , a una altitud de 487 m. Este pueblo se sitúa junto al río Genil, contando con una amplia vega de regadío que, en gran parte, ha sido creada recientemente, ya que hasta mediados del presente siglo la única zona de regadío era el actual pago de La Veguilla, que aprovechaba las aguas del arroyo Vilano, quedando el resto de la llanura aluvial para cultivos cerealistas de secano. La qaryat Wat citada por Ibn al-jatib ( ) (JIMÉNEZ, 1990, p. 82) no debe relacionarse con este Huétor, sino con Huétor-Santillán, que en la documentación castellana de fines del siglo XV y principios del XVI aparece denominada como Huete 26. A falta de esta referencia, la primera cita de Huétor en las fuentes escritas la encontramos en el relato que la Crónica del Halconero de Juan II hace de la campaña del condestable Alvaro de Luna en 1431, donde se cita a Hector o Vector, como una de las aldeas destruidas (CARRILLO, 1946, p. 100; Cfr. CARRIAZO, 1971, pp ). En el Libro de Repartimiento de Loja encontramos referencias a la torre de Huétor, situada junto a las tierras de regadío y secano del denominado Campo de Huétor, por donde cruzaba el camino de Loja a Íllora (LRL, fols. 49, 49 v y 50). En concreto, en los alrededores de la torre el alcaide de Loja, Alvaro de Luna recibió 400 fanegas de regadío y secano, uno de cuyos lindes era el açequia alta (LRL, fols. 137 v y 138), a las que hay que sumar las que fue comprando posteriormente hasta conformar un señorío territorial (MALPICA, 1981, pp ). Los Reyes Católicos concedieron en 1496 a este personaje la torre y cortijo de Huétor, fundando posteriormente un mayorazgo, culminando este proceso con la concesión a los Luna del señorío jurisdiccional en 1559 por ducados. La iniciativa de Alvaro de Luna para 25 Quedo por medir el campo de Zafaiona, dende el rio de Cazin e lo del Contaril e campo de Añazor e otros lugares lexos de la çiudad que no son para labor salvo para baldios de ganados (LRL, fol. XXXII). 26 SECO DE LUCENA, 1964, p. 323 identificó esta alquería con Huétor-Tájar, llevando a una equivocación a otros estudiosos posteriores. En cambio A. Díaz García ya ha señalado que probablemente haya que identificarla con Huétor-Santillán (DÍAZ, BARRIOS 1991, p

poner en explotación sus tierras fue atraer población mudéjar, firmando una capitulación en 1497 con Hamete Gerafi, alfaquí, moro vecino de Granada, y Abraen Antique, alguacil musulmán de Huétor y Tájar (MALPICA, 1981, pp ; BARRIOS, 1986). En 1512 la población de Huétor se estimaba en unos 80 vecinos (SÁNCHEZ RODULFO, 1987, p. 127), cifra que está en la línea de otros datos conocidos, así en 1568 la población morisca poseía un total de 79 casas. En este momento la topografía del lugar estaba definida por la existencia del fuerte, el barrio alto y el barrio nuevo (BARRIOS, 1986). El único elemento existente en el actual pueblo que merece la pena citar es un edificio a modo de torre, de cronología desconocida, cuya ubicación debe corresponder a la de la torre existente en la época nazarí. Pesquera. Los restos de la torre de Pesquera se emplazan junto al arroyo del mismo nombre, en el término municipal de Algarinejo, localizándose en el Mapa Militar de España 1:50.000, (1007) Rute, cuadrícula UTM / , a una altitud de unos 440 metros. Se ubica esta torre en el estrecho valle del río Pesquera, cuyo fondo de depósitos aluviales es regado por las acequias que, a la altura de la torre, derivan del río. En las laderas del valle encontramos tanto vegetación arbustiva mediterránea en las zonas con más pendiente y pedregosas, como un desarrollo creciente del olivar, que está suplantando a antiguas tierras calmas de labor. Sobre el lugar de Pesquera tenemos tempranas referencias escritas, puesto que aparece en documentos castellanos del siglo XIII relacionados con la implantación castellana en los vecinos territorios del subbético cordobés. Un documento de 1253 hace referencia a que el maestre de Calatrava dio en tenencia a Arias Pérez el castillo de Algarín, situado entre Pesquera y Priego, con el fin de que lo poblase 27. Otro documento de 1262 menciona a Mohamat aben alí Alcancan y Mahomat aben Hyar, moros de Pesquera entre aquellos enviados por el rey de Granada para ayudar a los castellanos en la delimitación del término de Tiñosa (NIETO, 1980, doc. 637), castillo que se ubicaba entre Priego y Rute, en la actual provincia de Córdoba 28. Las siguientes noticias sobre Pesquera en las fuentes escritas son relativas al siglo XV. Un documento de 1442, recogido en la Historia de la Casa de Córdoba, por el que se concede a Diego Fernández de Córdoba la villa de Cabra, dice: E por quanto el dicho Diego Fernández de Cordova Mariscal faciendo señalados servicios al dicho Señor Rey gano la villa de... e el Castillo de Pesquera de los Moros del Reyno de Granada en los años de 1435 e de 1436 (FERNÁN- DEZ DE CÓRDOBA, 1958, p. 252). A esta conquista alude también una carta de 1470, que el hijo del conde de Cabra envía a su rival don Alonso de Aguilar, donde podemos leer: et vos sabés bien como el conde mi señor ganó la villa de Cexua (sic) de los moros por conbate y el castillo de pesquera (LAFUENTE, 1868, pp ). Por ello en la tregua de 1439 se cita a Zixna y Pesquera entre los lugares que los castellanos habían conquistado recientemente (GAMIR, 1956, pp ). La conquista de ambos lugares fue posibilitada por la conquista definitiva de Iznájar en 1433 por los castellanos. En el Libro de Repartimiento de Loja no se alude al reparto de tierras en esta zona, tan sólo en la zona próxima a la desembocadura del río Turcal, actual arroyo Pesquera, en el río 27 La regesta del documento es la siguiente: 1253, marzo, 28. (s.l.) El maestre de Calatrava, queriendo repoblar, da en tenencia para los días de su vida a Arias Pérez el castillo de Algarín, situado entre Pesquera y Priego, con el fin de que lo poblase y labrase según fuero de Priego, reservándose el diezmo que pagarían los pobladores. (NIETO 1979, doc. 423). 28 ARJONA, 1985, pp El castillo de Tiñosa fue abandonado y destruido por los castellanos en 1280 por ser muy costoso su mantenimiento y por los continuos ataques de los moros de Rute. Creemos que el castillo de Algarín debió sufrir un destino similar, teniendo en cuenta que en los siglos XIV y XV no es mencionado en las fuentes escritas y que no hay evidencias de su posible ubicación, con la excepción de su situación en las proximidades del pueblo de Algarinejo. 74