lunes, 9 de julio de 2012

Historia de los musulmanes en al-Ándalus. El vino en al-Ándalus (II)



EL VINO EN AL-ANDALUS(II)






Durante la dominación árabe y aunque parezca extraño, ya que nuestra religión prohibe beber bebidas alcoholicas, el vino brilló con todo su esplendor y fue musa poética y literaria.


No puede olvidarse que la gran mayoría de la población seguía siendo puramente andaluza,  cordobesa en este caso,  y que sus costumbres y tradiciones nunca fueron suplantadas aunque, en ocasiones, tuviesen que recurrir a argucias como la fatua, que era una especie de bula que debían adquirir los creyentes musulmanes para poder beber sin pecar, el vino que los médicos les recetaban como medicamento, hecho más que frecuente dadas las probadas virtudes terapéuticas que tienen los caldos cordobeses para combatir las enfermedades del cuerpo y del espíritu.


Los propios Emires y Califas, las más altas autoridades, no fueron ajenas a esa atracción por el vino. Era notoria, a modo de ejemplo, la desmedida afición al alcohol del emir al-Hakam I, que reinó entre los años 796 y 822, que fue especialmente criticada por los teólogos del momento y que constituyó una de las causas que motivaron que la población del arrabal de Shaqunda se amotinase. Posteriormente, ya en tiempos del califato, tenemos constancia de que el propio Abd al-Rahman III, con el paso de los años y a medida que envejecía se iba volviendo cada vez más dócil a la bebida y la lujuria.


Durante el Al-Ándalus la uva se vendimiaba con el objeto de tomar su fruta que desecaban en forma de pasas y formaba parte de alimentación de sus hombres durante las campaña en contra de los cristianos.


Tambien elaboraban un mosto cocido que adquría la consistencia de jarabe y que se denominaba rubb (origen etimológico de la palabra arrope), a pesar de las prohibiciones religiosas musulmanas todas las clases sociales andalusies bebían vino y el delito de embriaguez era judgado con penas leves.


Pero los abusos debían ser frecuentes... Y fue durante el reinado de Al-Hakam II para arrasar las viñas. En muchas ocasiones se comercializaba el vino con la excusa de que era un producto vendido y para mozárabes. Pero a pesar de todo, lo arrancado se repuso y alguna parcela volvió a ser arrasada, la última vez por Boabdil, en 1483, que atacó los viñedos de los ruedos de Montilla como si de guerreros de las huestes de Gonzalo Fernández de Córdoba se trataran.


Mientras, los poetas arábigo-andaluces dedicaban al vino sus más deliciosos versos, los agricultores e investigadores debieron mejorar su calidad estudiando la manera ideal de cultivar las viñas y de elaborar y envejecer sus caldos, estudios que quedaron plasmados en diversas enciclopedias escritas por árabes.

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