viernes, 26 de julio de 2019

GRANDES LINAJES ÁRABES Y BERÉBERES


GRANDES LINAJES ÁRABES Y BERÉBERES
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Periodo 
Al-Andalus omeya
Lugar 
Derechos 
Dolmen WEB.ARTE-HISTORIA
Desarrollo
El ejemplo de los Banu Tuyib, sobre los que hay más información que otros linajes árabes, puede ser útil para solucionar el problema de las estructuras tribales en la sociedad de al-Andalus. El nombre es el de una de las tribus registradas al comienzo del Islam. Es probable que estos tuyibíes constituyeran en el VIII y en el IX un grupo todavía consolidado por una especie de asabiyo tribal. Debían representar una fuerza militar consistente cuando el emir Muhammad los destinó a las cuatro plazas de la Marca que mandó fortificar para que residieran ellos e hicieran frente a los Banu Qasi. Entonces su poder no era territorial, ya que el soberano los instaló en un lugar que no ocupaban anteriormente y tuvieron que poner al servicio del poder omeya un qawm o grupo clánico suficiente para constituir un contingente de guerreros, ya que les dio 100 dinares por campaña. Como vimos, los tuyibíes ganaron a los Banu Qasi. En el siglo X los textos que se refieren a la capitulación de Calatayud y Zaragoza en el 937 todavía les presentan como un grupo clánico coherente. En Calatayud estos tuyibíes aparecen operando como un grupo militar asociado a un contingente de aliados cristianos. En Zaragoza, hemos visto que la mayoría de los testigos del acuerdo con el califa pertenecían a los Banu Tuyib, de los cuales algunos no formaban parte del linaje dirigente cuya genealogía nos es conocida. Este parece haber sido prolifero y amplio. En dos ocasiones miembros pertenecientes a ramas nuevas se impusieron para dirigirla: en el 989, el gobernador tuyibí de Zaragoza, ejecutado por al-Mansur por haber participado en un complot, fue sustituido por uno de sus sobrinos. Pero fueron sobre todo otras dos ramas muy lejanas las que aparecieron en primera fila a comienzos del XI: la de Mundhir I, a quien Sulayman al-Mustain reconoció como gobernador tras su vuelta a Córdoba en el 1013, y los Banu Sumadih, a quienes el mismo Mundhir I expulsará de la Marca y terminarán haciéndose con el gobierno de Almería al comienzo de la segunda mitad del siglo. En la capitulación de Zaragoza en el 937, los términos utilizados para designar a los tuyibíes que se beneficiaron del aman acordado por el califa eran los siguientes: Muhammad b. Hashim, hermanos, hijos, allegados (dhawi), todos sus compañeros (ashab), y la gente de Zaragoza que con él y con ellos se habían unido. Años más tarde, cuando se logró la victoria militar de Ibn Abi Amir y Ghalib en las fronteras en el año 971, un tal Abu l-Ahwas Man b. Abd al-Aziz al-Tuyibí que Levi Provençal identificó con un mawla o cliente de los tuyibíes, mandaba parte del ejército. Encontramos a este personaje más tarde como uno de los fieles de al-Mansur. Este gran número de personajes tuyibíes, al parecer, no formaba parte de un linaje vertical sino más bien de una especie de clan agnaticio, constituido por varias ramas distintas que debía comprender, en el siglo X, decenas, tal vez centenas de individuos. Es probable que otros conjuntos del mismo género existieran, en particular en los grupos arabo-beréberes de las Marcas que se hicieron con el poder cuando se derrumbó el califato. El ejemplo de los Banu Dhi l-Nun de Santaver, que eran de origen beréber no es muy diferente del de los Banu Tuyib de Zaragoza. No parece que fueran descendientes directos de los Banu Zannun que dominaron la región en la época de la primera fitna a finales del IX y comienzos del X, a pesar de que pertenecían a la misma tribu beréber de los Hawwara y al mismo clan gentilicio descendiente de un ancestro común, cuyo nombre fue arabizado. Al comienzo de la crisis cordobesa, uno de los jefes militares fieles de los Amiríes, que pertenecía a estos Banu Dhi l-Nun, volvió a Santaver donde reagrupó en torno suyo a sus primos (banu amm) para imponerse localmente y hacer que Sulayman al-Mustain le reconociera, un poco más tarde, como gobernador de Uclés y luego de Cuenca. El califa le concedió además la dignidad de visir y el sobrenombre casi soberano de Nasir al-Dawla (Defensor de la dinastía o del Estado). Este Ismall b. Dhi l-Nun logró, poco antes del final del califato, hacerse con el poder en Toledo cuyos habitantes, en el siglo IX, no habían dejado de luchar con los Banu Dhi l-Nun, entonces jefes de los beréberes de Santaver. Se constata que, allí donde se habían desarrollado violentas luchas entre muladíes y arabo-beréberes al final del emirato, fueron las potentes familias que se declararon de origen árabe-beréber las que se impusieron como soberanas de taifas en trance de constitución, cuando no había grupos saqaliba o beréberes magrebíes que se hicieran con el poder. En Badajoz y en la Marca Media de Medinaceli los jefes saqaliba que existían al comienzo de la fitna desaparecieron favoreciendo la situación de dos dinastías de origen beréber, los Banu Zannun y los Banu al-Aftas. En Sevilla, los que accedieron al poder en los mismos años fueron también árabes, los Banu Abbad. En Valencia, encontramos a partir del 1021 descendientes de amiríes. En Murcia, dos familias rivalizaban para establecer su preponderancia sobre la ciudad, los Banu Tahir y los Banu Jattab, que eran dos líneas árabes.


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