HASDAY BEN ŠAPRU£
Abñ Yñsuf asday b. Ishaq b. žhapruð. Córdoba, c. 915 – 970 o
975. Médico y diplomático judío.
Hasday
es la primera personalidad judía de relevancia destacada en la historia de
al-Andalus, con una doble proyección, política y diplomática, de un lado, y
cultural e intelectual, por otro. Su familia, originaria de Jaén aunque
asentada en Córdoba, gozaba de una posición económica desahogada, lo que, sin
duda, favorecería la trayectoria ascendente de asday. Su formación fue especialmente
completa en los ámbitos lingüístico y médico, siendo este segundo aspecto el
que, con toda probabilidad, le abrió las puertas del contacto con los medios
cortesanos y le permitió el desarrollo de una carrera administrativa. En este
sentido, asday es tal vez el mejor ejemplo de la creciente prosperidad de
las comunidades judías andalusíes y del ambiente propicio que supuso la época
del califato para la integración de las distintas comunidades religiosas.
De su
faceta médica hubo de derivarse la segunda, que hace de asday un
destacado miembro de la administración Omeya, tanto en los servicios fiscales
como en la diplomacia. Dentro del primer ámbito, ejerció como director general
de aduanas. Las fuentes árabes lo designan como “secretario”, si bien el rango
de sus funciones lo asemejaba, en realidad, a un ministro. Se trata, en
cualquier caso, del primer personaje judío que ejerció funciones políticas
relevantes, principalmente de carácter diplomático.
Sus
amplios conocimientos y sus dotes personales lo convirtieron en uno de los
principales representantes del Estado Omeya en el exterior, llevando a cabo
importantes y difíciles misiones en la península Ibérica. Sus conocimientos de
idiomas, hebreo como árabe y latín, le ayudaron en el desempeño de estas funciones.
La relevancia de su condición de embajador de ‘Abd al-RaÊmªn III obligan a
considerarlo hombre de su plena confianza, en un momento en el que el estado
Omeya de Córdoba era una de las principales formaciones políticas
mediterráneas. Las propias fuentes árabes no escatiman elogios a la hora de
ponderar sus cualidades, definiéndolo como “persona sin par en su tiempo entre
los servidores de reyes por su cultura, habilidad y sutileza”. Ya en 940 lo
encontramos en Barcelona, donde concluyó un tratado de paz con el conde Suñer,
volviendo a Córdoba en compañía de Gotmar, obispo de Gerona, enviado por el
noble catalán para ratificar el tratado. Al año siguiente aparece actuando ante
Ramiro II de León para obtener un acuerdo de paz y lograr la liberación de
MuÊammad b. Hāšim, que había caído prisionero en la rota de Alhándega de 939.
Asimismo, en 958 actuó como embajador en Pamplona ante la reina Toda de
Navarra, que después viajó a Córdoba con su nieto, Sancho, llamado el Craso,
para ser tratado de su obesidad: la soberana navarra formalizó una alianza con
el califa por la que, a cambio de ayuda para recuperar el control de León,
entregó la posesión de diez fortalezas.
Además
de actuar como representante del califa ante los principales soberanos
cristianos peninsulares, asday fue también el encargado de tratar con los
mandaderos llegados a Córdoba desde diversos puntos, tales como el monje Juan
de Gorze, que en el año 953 vino en nombre del emperador Otón I para lograr que
Abd al-RaÊman III pusiera fin a las acciones piráticas sarracenas sobre
territorio francés e italiano. Se han conservado varios testimonios de su
actividad epistolar en forma de cartas redactadas en hebreo por su secretario.
En una de ellas, hacia 948, dirigida al Emperador de Bizancio, pide un
tratamiento más tolerante para los judíos. Asimismo, hacia 954 se dirige al
soberano del reino caucásico judío de los Jázares, misiva que se abre con un
poema que contiene como acróstico el nombre de asday y el del propio Ben
Saruq: en ella informa al soberano de la situación de al-Andalus y pide
referencias sobre el origen del reino de los Jázaros y sus características.
Aunque el geógrafo Ibn awqal, que visitó al-Andalus en el año 948, afirma
que asday recorrió tierras caucásicas, en realidad nunca estuvo allí,
pero sí es probable que ambos se conocieran en Córdoba e intercambiaran
información.
La
segunda faceta de su trayectoria es la que lo vincula con el ámbito del saber y
del conocimiento. En su Libro de las categorías de las naciones, el
toledano Sā‛id al-Andalusī hace una breve pero elogiosa semblanza
de asday, en la que destaca dos dimensiones principales dentro de esta
faceta: la medicina, que ejerció al servicio del califa al-akam II, y su papel
pionero en la introducción, dentro de su propia comunidad, de los saberes de
jurisprudencia e historia judía. En su actuación médica, es preciso destacar su
colaboración en la traducción de la obra De materia médica, de
Dioscórides (siglo V), enviada a Córdoba por el emperador de Constantinopla Constantino
VII y que, con ayuda del monje Nicolás, fue trasladada del griego al latín,
contribuyendo asday a la elaboración de la correspondiente versión árabe.
Elevado
a la categoría de nasi o “príncipe” de las comunidades judías
de al-Andalus, asday se convierte en mecenas e impulsor de la cultura
hebrea y judía, para lo cual se sirvió de la colaboración de su secretario,
MenaÊem ben Saruq, originario de Tortosa, encargado de su correspondencia y
también destacado poeta. A él le encomendó la redacción de un “trabajo sobre la
lengua santa”, concebida como un regalo de Dios, que se plasmó en el primer
diccionario hebreo-hebreo de raíces bíblicas, el MaÊberet,
terminado antes de 958 y considerado como un gran hito en el desarrollo de la
filología hebrea en al-Andalus.
Bajo su
impulso, Córdoba se convertiría en un centro judío de primer orden
internacional. Como señala el antes citado Sā‛id, hasta entonces, los
judíos de al-Andalus tenían que recurrir a los de Bagdad respecto a su ley
religiosa y para fijar su calendario y las fechas de sus fiestas. Sin
embargo, asday, gracias a su relación con el califa, logró que fuesen
traídos desde Oriente los textos hebreos necesarios con los que enseñó a sus
correligionarios. Por todo ello, fue uno de los promotores de la revitalización
de la lengua hebrea, corriente iniciada en Oriente a comienzos del siglo X,
entendida como un vector esencial en la propia vivencia religiosa judía. De
esta forma, su labor fue la base sobre la que se apoyaron los logros
posteriores, como la obra gramática de aŷŷūŷ a finales del siglo X y la
lexicográfica de Yonah ben ŶanaÊ en el XI.
Además, asday
invitó a destacadas personalidades de la cultura judía, como Mošeh
ben anok, gran maestro talmúdico, que vino procedente de Italia y fue nombrado dayyan de
Córdoba, y también Dunaš ben Labrað, el más joven discípulo del ga’on Še‛adyah,
el cual tuvo un papel relevante en el desarrollo cultural hebreo. La llegada de
estas influencias exteriores, promovida por asday, suscitó, sin embargo,
los recelos de ciertos sectores judíos autóctonos, temerosos de quedar
desplazados, generándose ciertas tensiones en el seno de la comunidad.
Probablemente como consecuencia de esta situación se produjo la caída en
desgracia de su secretario, Ben Saruq, que perdió la confianza del maestro, e
incluso es posible que el propio Ben Labrað acabase enemistado
con asday.
Bibl.: D.
Gonzalo Maeso, “Un jienés ilustre, ministro de dos califas (asday ibn Šapruð)”, en Boletín de
Estudios Gienenses, 8 (1956), págs. 63-94; A. Ali el-Hajji, Andalusian
diplomatic relations with Western Europe during the Umayyad period (AH
138-366/AD 755-976). An Historical Survey, Beirut, Dar
al-Irshad, 1970; E. Ashtor, The Jews of Muslim
Spain, vol. I, Filadelfia, Jewish Publication Society, 1973-1984,
págs. 155-227;
A. Sáenz-Badillos, Literatura hebrea en la España medieval, Madrid,
Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), 1991, págs. 20-40; F.
Maíllo Salgado, “Los judíos en las fuentes andalusíes y magrebíes: los
visires”, en Del pasado judío en los reinos medievales hispánicos.
Afinidad y distanciamiento. XIII Curso de Cultura Hispanojudía y Sefardí de la
Universidad de Castilla-La Mancha, Cuenca, Universidad de Castilla-La
Mancha, 2005, págs. 169-204.
Alejandro
García Sanjuán
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