Desde el
Oriente, donde se desarrolló, la música entró en al-Andalus. Según Averroes fue
cultivada en Sevilla con mucha pasión. Los filósofos discutían la estética
musical, los efectos de los sonidos sobre el alma humana y su poder de
expresión.
La historia ha conservado la memoria de una pléyade entera de cantantes y
músicos famosos. Mencionemos, sólo como ejemplo, a Abulhasán Ali ben Nafi
conocido por Ziryab o también Pájaro Negro (por su tez morena, fluidez de
palabra y dulce carácter). Fue discípulo de Isaq al-Mawsili (767-850) y se
trasladó a Kairuán y Córdoba durante el califato de Abd al-Rahman II (822-852).
Fundador de las distintas tradiciones musicales de la España musulmana, conoció
de memoria más de diez mil canciones e introdujo numerosas reformas que
modificaron profundamente el arte musical de la época. "Demostró ser un
genio innovador en la música", dice Levi- Provencal. "Creó un
Conservatorio dónde la música andalusí, al principio fue muy similar a la de la
Escuela Oriental, desarrolló su propia originalidad cuya tradición todavía
sigue viva en todos los lugares del Occidente musulmán". (E. Levi-Provencal:
La civilización árabe en España, París, 1948). Podemos afirmar que creó en
Córdoba lo que se puede considerar el primer Conservatorio de Música del mundo
islámico.
Ziryab realizó importantes modificaciones en el laúd, al añadirle una quinta
cuerda. El laúd antiguo sólo tenía cuatro cuerdas, las cuales según el
simbolismo de los teóricos, correspondían a los humores del cuerpo humano, y
son, según Julián Ribera, los siguientes: "La primera era amarilla, y
simbolizaba la bilis; la segunda, teñida de rojo, simbolizaba la sangre; la
tercera, blanca sin teñir, simbolizaba la flema, y el bordón estaba teñido de
negro, color simbólico de la melancolía".
La quinta cuerda añadida por Ziryab, representaba el alma, hasta entonces
ausente en el laúd; estaba teñida de rojo, y colocada en el centro, entre la
segunda y tercera. De este modo el instrumento adquirió grandes posibilidades y
mayor delicadeza en la expresión. Julián Ribera narra también que dicho músico
inventó el plectro de pluma de águila -costumbre que persiste en la
actualidad-, en lugar del acostumbrado de madera.
Ziryab fue también un gran pedagogo. El arabista Ribera, extrae del historiador
Ibn Hayyán el siguiente párrafo: "Aún es práctica constante en España que
todo aquel que empieza a aprender el canto, comienza por el anejir (recitado en
verso), como primer ejercicio, acompañándose de cualquier instrumento de
percusión; inmediatamente después, el canto simple o llano para seguir luego su
instrucción y llegar al fin a géneros movidos, hasta los hezeches, según los
métodos de enseñanza que introdujo Ziryab".
fue un innovador en la enseñanza del canto. Su método lo dividía en tres partes
o tiempos: "Primero la enseñanza del ritmo puro, haciendo que el discípulo
recitase la letra acompañado por un instrumento de percusión, un tambor o un
pandero que señalara el compás; segundo, la enseñanza de la melodía en toda su
sencillez, sin añadidos de ninguna clase; y tercero, los trémulos, gorjeos,
etc., con que se solía adornar el canto, dándole expresión, movimiento y
gracia, en lo cual se echaba de ver la habilidad del artista" . Este
método se hizo muy popular en España, postergando a los anteriores a él.
Los diversos ritmos y melodías surgidos de la escuela andalusí forjada por
Ziryab, como las zambras, pasarían a América con los moriscos y se
transformarían en danzas como la zamba, el gato, el escondido, el pericón, la
milonga y la chacarera en la Argentina y el Uruguay, la cueca y la tonada de
Chile, las llaneras de Colombia y Venezuela, el jarabe de México o la guajira y
el danzón de Cuba (cfr. Tony Evora: Orígenes de la música cubana, Alianza,
Madrid, 1997, pág. 38). El mismo tango tiene origen flamenco, voz que según el
eminente andalucista Blas Infante (1885-1936) proviene del árabe fellahmenghu:
«campesino errante». La mayoría de los flamencólogos, incluso un intérprete y
compositor de la talla de Paco de Lucía (nacido Francisco Sánchez Gómez, en
1947, en el puerto de Algeciras), y un cantaor de los quilates de Camarón de la
Isla (nacido José Monge Cruz, 1950-1992), afirman el origen andalusí-morisco de
su especialidad (cfr. Félix Grande Lara: Memoria del flamenco, 2 vols., Espasa
Calpe, Madrid, 1987). La música del Islam igualmente tuvo una influencia
evidente en la música culta y religiosa de España, Francia e Italia.
Grandes poetas como Ibn Hazm y el régulo de la taifa de Sevilla
al-Mutamid (1040-1095) adoptan en sus obras una concepción platónica del amor ,
el que se ha denominado amor espiritual, en árabe hubb udhrí; de la tribu
mítica de los Bani Udhra, llamados los «Hijos de la Virginidad», que cita Ibn Qutaibah.
Asimismo, en al-Andalus el canto mozárabe había suplantado en las iglesias al
visigodo. Donde es muy grande la influencia de la música andalusí es en las
famosas Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio (1221-1284), rey de
Castilla y León. Este repertorio de más de 400 canciones tiene textos en
galaico-portugués y presentan la forma de «zéjel». La mayoría de aquéllas
narran milagros de María, la Paz sea con ella.
Los textos se conservan con melodías en tres manuscritos del siglo XIII junto con
una rica colección de miniaturas que representan intérpretes con instrumentos
musicales. Las miniaturas proporcionan un material inestimable para evaluar los
alcances de la mencionada influencia: hay laúdes, rabeles, panderos, etc.
"La música es sin duda una de las artes más hermosas que nos lleva a
conocer el sentir de un pueblo, y en la cultura árabe-islámica constituye junto
con la poesía una de las formas de expresión más importantes de su
civilización. El artista árabe encontró en la música y la poesía esa evasión
que le permitiría plasmar el genio que encerraba en su interior, de ahí que su
patrimonio musical sea una de las más bellas huellas que ha ido dejando a
través de su andadura histórica como un auténtico museo oral. Dentro de este
patrimonio, la música andalusí, dadas sus características, es un hecho cultural
imprescindible para el conocimiento de la civilización árabo-islámica en su
rama hispano-árabe” (CORTES GARCIA, 1996).
El Islam fue el crisol de un arte musical que se plasmó como fruto de una
permanente interacción entre árabes, persas, turcos e hindúes.
La ortodoxia islámica es, en principio, muy reservada en su actitud hacia la
música. La liturgia islámica la ignora. La mayoría de los teólogos estuvieron
francamente contra ella. Solo fue importante para las órdenes místicas.
Sin embargo, la música forma parte de la práctica islámica.
La primera práctica musical del Islam fue y es el adan «llamada a la oración» a
cargo del muecín, al que puede juzgarse por el impacto emocional de voz y su
fraseología musical, la realiza en la mezquita antes de cada oración.
La segunda música fundamental del Islam en la mezquita es la lectura o salmodia
del Sagrado Corán, labor encomendada a un solista, el almocrí (del árabe
muqri’) que emplea una profusa ornamentación. Esta desarrolló la ‘ilm
al-qira’a, «ciencia de la recitación».
Otra muy característica del misticismo islámico, es el dhikr (recuerdo,
memoria, invocación, alabanzas a Dios). El dhikr es la repetición de alguna
palabra laudatoria en exaltación de Dios acompañada o no de movimientos
rítmicos, música y danza. Rumí dijo: "El samá’ es el adorno del alma que
ayuda a ésta a descubrir el amor, a experimentar el escalofrío del encuentro, a
despojarse de los velos y a sentirse en presencia de Dios" (cfr. Eva de
Vitray-Meyerovitch: Mystique et poésie en Islam, Djalal Uddin Rumi et l’ordre
des derviches tourneurs, Desclée De Brouwer, París, 1972).
El polígrafo granadino Ibn al-Jatib en una de sus últimas obras la Nufadat
al-ÿirab fi ‘ulalat al-igtirab «Sacudida de alforjas para entretener el
exilio», Manuscrito de El Escorial Nº 1750, nos relata una recepción en la
Alhambra, ofrecida por el sultán nazarí Muhammad V en 1362, durante la fiesta
de inauguración de varias salas de la «fortaleza roja»: "Al acabarse las
recitaciones subió de tono el tumultuoso ruido del dhikr, que rebotaba en unas
y otras paredes, duplicado por el eco de la nueva construcción".
Algunas órdenes místicas, como la de los Mawiawi (conocidos como la Orden de
los Derviches Giradores), los Derkawas (extendidos por todo el Norte de África
muy particularmente) y otras órdenes sufíes, dan mucha importancia a la música.
El canto de los poemas místicos y el baile acompañado por instrumentos
musicales es una de las bases de sus métodos de realización espiritual. Los
sufíes creían que podían encontrar en la música el eco eterno de la primera
palabra.
Deseaban que la música fuese una ayuda en su vocación de armonizarse con el
ritmo cósmico y alcanzar la contemplación de la Realidad Divina.
Los teólogos y los doctores de la ley temían la fuerza emotiva de la música. Veían en ella una magia incontrolable, capaz de templar muy sutilmente el corazón del hombre, pero al mismo tiempo suficientemente poderosa para liberar las pasiones más confusas y conducir al hombre a una turbulencia mortal.
Sin embargo, el rechazo de los defensores de la teología no impidió, el desarrollo de la música en la sociedad musulmana.
En los primeros tiempos del Islam, la música se consideraba como una rama de la filosofía y de las matemáticas. En este campo los creadores y teóricos eran los filósofos. La música desempeñó un importante papel en la corte de los Omeyas, en Damasco, así como en la de los Abásidas, en Bagdad. El Califa Harun Al-Rachid y sus sucesores la protegieron con la misma dedicación que a las ciencias y a las artes.
Gracias a las traducciones al árabe de textos griegos, siríacos, persas y sánscritos, realizadas en la Casa de la Sabiduría de Bagdad, se dan a conocer las teorías musicales de Pitágoras de Samos (580-500 a.C. ), Aristóteles (384-322 a.C.), Aristóxeno de Tarento (350-? a.C.), Nicómaco de Gerasa —Gerasa o Ÿerasa era una de la ciudades de la Decápolis, cuyas ruinas se localizan en el norte de Jordania— (fl. 100 d.C.), y Claudio Ptolomeo (90-128). La concepción griega de la música como como «ciencia de la fabricación de melodías», manifiesta ya en Ishaq al-Mausilí (m. 849), se difunde por todo el mundo islámico y abre el camino a un panorama totalizador de los fenómenos vocales e instrumentales, fundamentando en los principios científicos de la Antigüedad clásica.
Publicado
por al-Andalus




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