martes, 10 de enero de 2012

Historia de los musulmanes en al-Ándalus.La cultura del agua en Al-Andalus

LA CULTURA DEL AGUA EN AL-ANDALUS


Muchas de las tecnologías introducidas por los árabes en Al-Andaluz tienen origen romano o principalmente oriental, siendo esta utilizada para mejorar el manejo y aplicación del riego, y para llevar agua a las ciudades. Sin embargo los árabes comienzan una etapa prospera respecto a la agricultura, desde el sigo VIII. La práctica del riego fue mejorada y extendida en todo el territorio islámico incluyendo Al-Andalus. Entonces, la civilización islámica desarrolla y mejora las técnicas conocidas de la antigüedad.
Estas mejoras fueron basadas en la necesidad de una correcta distribución del agua y de un mejor aprovechamiento, al objeto de evitar conflictos con esta.


 La ingeniería y la gestión  del agua en Al-Andalus se circunscribe en gran medida a la tecnología hidráulica ligada a los sistemas de riego, además del riego propiamente dicho, los sistemas de captación y distribución del agua, los ordenamientos jurídicos para el reparto del agua  y todos los aspectos ligados a la aplicación del agua en la agricultura, sin olvidar la importancia que tuvo la gestión del agua en las ciudades (baños,  aljibes, suministro y saneamiento).


El reparto del agua entre los regantes seguian reglas de proporcionalidad: cada regante recibía el agua en proporción a la tierra que poseía. El total de agua repartido no era una cantidad fija por unidad de superficie sino en función del caudal del río.


Si la cantidad disponible era muy escasa, el regante no podía regar a voluntad sino siguiendo un turno preestablecido. El sistema proporcional garantizaba un reparto de agua equitativo, sin necesidad de tiempo ni de medidas. La unidad de medida abstracta se denominaba fila (hila o hilo de agua) que representaba una parte de la cantidad total de agua en un río, fuent o acequia.
En conclusión la aportación árabe al regadío de Al-Andaluz está fuera de toda duda. La transmisión de conocimientos científicos y técnicos desde Oriente y su continuación hacia América ha quedado plenamente demostrada. Buena prueba de todo ello son los topónimos y nombres de origen árabe que jalonan la práctica del riego y el uso del agua.


 Las captaciones de agua mediante azudes,  norias y ganats constituyen su aportación más significativa. El trazado de acequias y las técnicas de derivación de agua hacia los campos de riego u otras acequias se hace usando partidores de gran presición que aún es posible ver funcionando en nuestras redes de  riego tradicionales.
La Edad de Oro del Islam fue testigo de una transformación fundamental en la agricultura conocida como la “Revolución Agrícola Musulmana”, la “Revolución Agrícola Árabe” o la “Revolución Verde”, tal como hemos visto en lo anteriormente descrito.


Gracias a la difusión de los comerciantes musulmanes a lo largo del Viejo Mundo, se permitió la difusión de muchas plantas y técnicas de cultivo. Cultivos procedentes de África, como el sorgo, o de China como los cítricos, y numerosos cultivos de la India, como el mango, el arroz, y especialmente el algodón y la caña de azúcar, fueron distribuidas por todo el territorio Islámico, que sin este intercambio comercial no hubiera podido acceder a estos cultivos.


Durante la Revolución Agrícola Musulmana, la producción de azúcar se refinó y fue transformada en una gran industria por los árabes, que construyeron las primeras refinerías de azúcar, y las primeras plantaciones.


Gracias a esta cultura del agua los andalusíes podían calmar su sed, elaborar las más variadas comidas de olla y cazuela.


En Al-Andalus los médicos, auténticos polígrafos, practicaron esencialmente una medicina preventiva, única que podía proporcionar al hombre una vida equilibrada. En este sentido, el tratado de Ibn Al-Jatib – medico, poeta, historiador y visir en la Granada nazarí del siglo XIV- que conocemos como “libro de la Higiene”, pero cuyo titulo exacto es “Libro del cuidado de la salud durante las estaciones del año”, es un compendio completo de medicina preventiva y dietética, entendiéndose esta como higiene y, a su vez, como una forma de vivir equilibrada y encaminada a la perfección  a que todo musulmán debe aspirar.


El agua en el mundo islámico se urbaniza para cumplir una función social en la higiene de los musulmanes, en el consumo domestico o en el uso cortesano y religioso.


Los árabes tuvieron una gran experiencia en la técnica de los ganats o conducciones subterráneas, que aprendieron en Persia, Mesopotámica y Siria, llegando a ser consumados maestros y extendiéndola por todo el norte de África y Al-Andalus.


El llamado ganat o canal de irrigación subterráneo conducía el agua desde el depósito localizado en el subsuelo hasta el lugar donde se  necesitara. Su proyección era horizontal  o con una ligera pendiente, y podía reducirse a una sola conducción o complicarse, cuando la técnica estaba muy avanzada en una red de conducciones, autentico laberinto bajo el suelo. Las dimensiones de las galerías eran considerables: 1 metro de ancho por 1,80 de alto, por lo que un hombre de pie podía circular perfectamente. Eran verdaderos acueductos subterráneos, revestidos de ladrillo en su interior, especialmente en las zonas donde la roca podía resquebrajarse.

Cada cierta distancia, unos 50 metros, se practicaba una perforación  en comunicación con la superficie del suelo, para extraer  los escombros acumulados y además se evitaba la acumulación de gases.
En Al-Andalus y concretamente en Granada,  siempre ha habido buena agua fresca venida directamente de Sierra Nevada. La Acequia Gorda o la de Aynadamar y muchas otras canalizaciones y cursos de agua que abastecen actualmente a la ciudad y su provincia datan de aquellos tiempos.

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