Datos biográficos
Califa almorávide: 1224-1227
Fallecimiento: 22-II-1145
Predecesor: Ali Yusuf Tasufin
Biografía
Ibrahim, el gobernador
de Sevilla procuró detener los avances de Alfonso I hacia el Bajo
Aragón, y que por entonces asediaba Calatayud; juntó tropas de todo el al Andalus,
tremendamente derrotadas en Cutanda (Teruel), el 17 de junio o
16-VII-1120. La impresión del desastre fue enorme, por la muerte de muchos
(15.000, según las exageradas fuentes cristianas) y destacados personajes, como
el piadoso ulema al Sadafi.
Tras la derrota, los musulmanes perdieron Ricla, Épila, Calatayud, Daroca y
Singra. Al síntoma de tal caída militar frente al exterior, vino a sumarse el
descontento de los andalusíes, que se manifestó por todas partes, hartos de
pagar a perdedoras tropas almorávides.
En 1121 hubo de
acudir Ali b. Yusuf por cuarta vez a al
Andalus, para hacer frente a la grave rebeldía de la población de Córdoba, que
había saltado, manifestando su general descontento, por un incidente entre una
cordobesa y un soldado almorávide. Meses duró la rebeldía de toda la población
de Córdoba, y sintomático fue que tuviese que acudir a apagarla, con más
tropas, el mismo emir Ali b. Yusuf, que debió regresar
enseguida al Magreb, ante la alarmante pujanza que allí adquiría el
levantamiento del madhi almohade Ibn Tumart, quien en 1121 se parapeta con su gente en el Atlas,
para resurgir, imparables desde entonces. Ese mismo año, el emir almorávide
designó a su hermano mayor Tamimgobernador
de Granada, como precisan Ibn
Idari e Ibn al Qattan.
Pero la situación
andalusí sigue tan decaída, tan incapaz de reacción militar rápida, que tolera
el paseo triunfante de Alfonso I el Batallador por al Andalus, durante quince meses desde septiembre de 1125,
algareando y destruyendo cuanto pudo por tierras de Valencia, Alcira, Denia, Murcia,
Guadix, Granada, Luque, Baena, Écija, Cabra, Córdoba y Salobreña. El emir
almorávide destituye en 1127 a su hijo Tamimcomo gobernador de al Andalus. Ali proclamó a su hijo Sir como heredero, en 1128, y
ello provocó la rebeldía de su también hijo Ibrahim, depuesto de forma inmediata y deportado al Sáhara. Otra
gravedad, ahora dinástica, para el declive almorávide.
Pero la incapacidad
llega a su cima con el desastre de Cullera o Alcalá, cerca de
Alcira, en la ribera izquierda del Júcar, en junio de 1129, y entonces se
manifiesta sin rebozo la profunda ruptura entre almorávides y andalusíes, pues
encargado el secretario andalusí Abu
Marwan Ibn Abi Jisal, por el mismo emir almorávide, escribir a los
responsables andalusíes de aquella derrota, redacta una carta impresionante,
que le valió la destitución, y que es bien significativa, pues les insulta.
Hijos de madre vil, huís como asnos
salvajes... Ha llegado el momento en que os vamos a dar largo castigo, en que
ningún velo seguirá tapándoos la cara, en que os echaremos a vuestro Sáhara y
en el que lavaremos al Andalus de vuestra inmundicia.
Otros textos
insultantes contra los almorávides, aunque no podamos situarlos
cronológicamente con tanta precisión, se encuentran en la Maqamas del
zaragozano Abu Tahir al-Saraqusti (m.
en 1143). A todo esto pronto vendrá a sumarse la actividad conquistadora
de Alfonso VII el Emperador llamado por la fuentes árabes el sultanito al Sulaytan.
Entre las reacciones
que intenta el emir Ali contraponer a tanto desastre está su designación de su
hijo Tasufin como gobernador de Granada, adonde llegó en diciembre de 1129,
cuya actividad, referida por Ibn
Idari, pronto fructifica, y aunque se empeña inútilmente en dirección a
Toledo, por allí logra al menos, en verano de 1130, tomar el castillo de Azeca,
defender territorios levantinos contra una incursión aragonesa, en 1131,
uniendo sus fuerzas con las de Ibn
Ganuna, gobernador de Córdoba, y con las de Yahya b. Ali Ganiya, gobernador de Murcia, presentarse en Sevilla,
en el verano de 1132, para confortar a sus habitantes, derrotados por Alfonso VII en Azareda,
marchando desde allí hacia el occidente (que debe ser la zona
extremeño-portuguesa central, y no el meridional Algarve) y derrotando una
incursión de salmantinos.
En este último año,
1132, el emir Ali b. Yusuf nombra a Tasufin
gobernador de Córdoba, para contrarrestar las acometidas, por allí intensas, de
los castellanos, quedando Granada gobernada por Abu Muhammad al-Zafir, el Azuel de las crónicas
cristianas. Alfonso VII en 1133 algarea
hasta Jerez, según Nazm al-yuman,
sin que Tasufin salga a detenerlo, pero, en cuanto los cristianos se retiran,
marcha contra Idanha-a-Vella (mal transcrita por los copistas como Intakia o
Antaniya).
En 1134, destacándose
ahora (ya el final almorávide) tropas andalusíes con sus jefes locales, de
Lérida y Fraga, Ibn Iyad y Sa´d al Mardanis, vencen, junto a los
almorávides, a Alfonso I de Aragón, cerca de Fraga, en 1134. No son sino contenciones temporales al
avance cristiano, como también lo es la victoria de Tasufin frente a los
castellanos, en la primavera de 1134, cerca del famoso lugar de Zallaqa, y en
el otoño vuelve a batirse con ellos, en Albacar, reflejando Ibn Idari de forma imprecisa el
resultado de este segundo encuentro.
Otra victoria logra
Tasufin en 1136-1137, en lugar no bien identificado del occidente de al
Andalus, señalando Ibn al Qattan que
tomó enseguida Escalona. En la ruina generalizada sobresale alguna personalidad
almorávide, como Tasufin, hijo y heredero del emir Ali, y como el por entonces
gobernador de Valencia Yahya b. Ali Ganiya. En estas, se agravó Ali b. Yusuf, enfermo desde el año
anterior, y convocó a Marrakech a su hijo Tasufin, el cual retrasó su partida
para hacer frente a un ataque contra Úbeda y Baeza de los castellanos, que,
estorbados por torrenciales lluvias de aquel otoño, debieron retirarse tras
atacar Sabiote.
Al fin cruzó Tasufin el Estrecho, en enero de 1138, alcanzando Marrakech
en marzo, ya retenido allí como heredero, pues su hermano Sir muere ese mismo 1138. Cuatro
años después, el emir Ali fallecía, en su capital
magrebí, el 11-II-1143. Ali b. Yusuf no estuvo a la
altura político-militar de su padre y antecesor, y fracasó rotundamente en su
empeño de compensar su mediocridad a través del poder absoluto y anquilosado de
los ulemas —doctores de la ley
VIGUERA MOLINS, Mª Jesús, Historia de
España Menéndez Pidal,
Editada por Espasa Calpe; 1994, Tomo VIII págs. 57-59.
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