Abderramán
III
La intervención del primer califa cordobés no afectó al interior del oratorio.
Amplio el patio hacia el norte, razón por la cual el antiguo alminar fue
derribado. El lugar donde se levantó dicho alminar está marcado mediante
sillares de granito embutidos en el pavimento del Patio de los Naranjos, los
cuales marcan la planta del mismo.
El nuevo alminar, el más alto de la ciudad, sería modelo para los minaretes
almohades y los campanarios mudéjares. Este alminar se conserva actualmente
desmochado y embutido en el campanario cristiano, aunque se conoce su alzado
aproximado gracias al estudio de Félix Hernández Giménez y a las imágenes
conservadas. Una de ellos podemos verlo en la enjuta izquierda de la Puerta de
Santa Catalina. Otro, curiosamente, decora una campana de la época de los Reyes
Católicos conservada en el museo arqueológico.
El nuevo alminar constaba de dos cuerpos decrecientes, ambos de planta
cuadrada, coronados con una cúpula con yamur, la tradición barra con tres
esferas insertadas. Ver recreación del alminar
Otra intervención destacable del Abderramán III fue el reforzamiento de la
arcada de acceso al oratorio la cual se estaba inclinando debido al empuje
extra añadido por la ampliación de Abderramán II. Superpuso a la original una
nueva arcada, de más de un metro de grosor. Como resultado, puede observarse en
el interior de la sala de oración que la primera arcada de las naves (allí
donde no hay capillas perimetrales) es sensiblemente más estrecha que el resto.
Alhakén II.
Coincidiendo con el esplendor del califato, durante el siglo X se
llevarán a cabo las más extensas intervenciones en la mezquita. Pero será la de
Alhakén II la ampliación más bella y rica. El segundo día de su reinado encarga
a su chambelán Chafar (o Yafar) las obras.
Se derriba el muro de la qibla de Abderramán II, del que también quedan restos
visibles en la actualidad, y se amplía el oratorio en doce crujías más en el
sentido sur seguido hasta entonces. Para mejorar la iluminación se construyen
cuatro lucernarios con bellas cúpulas nervadas. El primero de ellos, previo a
la macsura, lo ocupa actualmente la Capilla de Villaviciosa. Los otros tres se
elevan delante del nuevo muro de qibla; uno delante del mihrab y los otros dos
flanqueándolo.
Previos a la macsura aparecen nuevos arcos polilobulados y entrecruzados, y en
las columnas se alternan fustes rosas y azules. Los materiales ya no son de
acarreo, sino labrados ex profeso, con presencia de capiteles de pencas, una
abstracción y esquematización de los corintios y compuestos del mundo romano y
que derivarán en los de avispero que se pueden observar en Medina Azahara. Todo
esto configura la unidad estilística del arte califal ya presente en Medina
Azahara.
Otras novedades son el doble muro de la qibla, que facilita la conexión con el
sabat y que permite que el mihrab no se límite a un simple nicho, sino que se
abra como una pequeña habitación octogonal cubierta con una cúpula con forma de
concha. La portada del mihrab y las cúpulas que lo preceden van recubiertas de
mosaicos ejecutados por artesanos bizantinos enviados por el basileus cargados
con trescientos veinte quintales de teselas.
" Desde su advenimiento al trono ( Al-Hakam II ) se ocupó de agrandar la
mezquita principal de Córdoba y fue esa orden la primera que dio... Para trazar
el plan y fijar los detalles de los trabajos, se trasladó al lugar mismo de la
futura construcción acompañado de los jeques y arquitectos que decidieron
agrandar la mezquita desde la extremidad sur de la misma, hasta la extremidad
del patio, añadiéndole así 11 naves...
En Chumada II (junio 965) fue acabada la cúpula que dominabe el mihrab, trabajo
que formaba parte de las obras de ensanche de la mezquita.
Se comenzaron las incrustaciones de mosaico de tal edificio. Al-Hakam había
escrito al rey de los rumíes y le había ordenado que le enviara un obrero
capaz, a imitación de lo que había hecho Al-Walid ben Abd al-Malik con ocasión
de la construcción de la mezquita de Damasco.
Los enviados del califa trajeron consigo al mosaísta y 320 quintales de
cubitos de mosaico que el rey de los rumíes le enviaba de regalo...
En Muharram 355 (28 diciembre 969) hizo colocar la antigua cátedra al lado del
mihrab y erigió de nuevo la antigua maqsura. En la quibla del ensanche hizo
levantar una tribuna de madera...
La cátedra que hizo hacer Al-Hakam estaba incrustada de madera de sándalo rojo,
de ébano, de marfil y de áloe; costó 35,705 dinares y se tardaron cinco años en
terminarla". (Del Bayan al Mugrib, de Ibn Idhari. Citado por Julio Valdeón
en Cuadernos Historia16).
Almanzor
Dado el continuo crecimiento demográfico de Córdoba, este hayib decide llevar a
cabo la tercera y última de las intervenciones en la mezquita durante el siglo
X. Su ampliación, que se realiza el año 988, es la más extensa de todas,
afectando tanto al oratorio como al patio. Pero esta ampliación no hará hacia
el sur como las anteriores, puesto que la cercanía del Guadalquivir lo impide.
La expansión será hacia el este, para lo que Almanzor debió expropiar
el caserío que ocupaba la zona. Se construyen ocho nuevas naves que
dejan descentrado el mihrab y el extendido muro de la qibla ya no es doble,
sino simple. En los arcos la alternancia de dovelas es solo cromática y no de
materiales puesto que todas son de piedra caliza, aunque pintadas de almagra
las rojas.
Desde la Baja Edad Media hasta la actualidad
Tras la conquista cristiana de Córdoba en 1236, San Fernando convirtió la
mezquita en catedral,8 sufriendo diversas alteraciones que acabarán
configurando la actual Catedral de Córdoba. Durante toda la Baja Edad Media
prevaleció ya convertida en Catedral, adaptándose el culto y la liturgia
cristiana a la espacialidad islámica con algunos acomodos.
En 1371 fue terminada la Capilla Real de la Mezquita-Catedral de
Córdoba, donde estuvieron sepultados los reyes Fernando IV y Alfonso XI hasta
que, en 1736, los restos mortales de ambos monarcas fueron trasladados a la
iglesia de San Hipólito de Córdoba, donde reposan en la actualidad.
La Capilla Mayor fue situada bajo uno de los lucernarios de Alhakén II, en el
ámbito rico de la Mezquita del siglo X, pero sin provocar destrucciones
arquitectónicas; asimismo, la magnificencia del edificio determinó que el
ámbito de mayor esplendor, la Macsura y el Mihrab, no fueran tocados ni
destruidos, quedando indeleble su construcción. Sin embargo, con el paso de los
siglos la Catedral precisaba mayores acomodos y una mayor dignificación en la
Capilla Mayor, realizándose a finales del siglo XV (1489) una capilla cristiana
donde estaba la antigua capilla del siglo XIII.
Esta nueva capilla catedralicia (dentro de la antigua mezquita) será promovida
por el obispo D. Íñigo Manrique (1486-1496), quien promueve la construcción de
una nave con formulación arquitectónica gótica y algunas modificaciones en los
accesos, que también prosiguieron los prelados siguientes: Juan Rodríguez de
Fonseca (1499-1505.) D. Juan Daza (1505-1510), D. Martín (1510-1516). Sin
embargo, la mayor quiebra del edificio islámico se va a producir a lo largo del
siglo XVI, pues en medio de la antigua mezquita se levantará una gran nave
cristiana bajo los auspicios artísticos y arquitectónicos de los aires
renacentistas; esto supuso una ruptura grave para los postulados espaciales
islámicos. No en vano la propuesta fue polémica y estuvo sujeta a duros
enfrentamientos entre diferentes próceres (a favor y en contra).
Finalmente intercedió el emperador Carlos V para que se realizara la obra,
aunque más tarde se lamentara, como recogió J. B. Alderete, con la famosa frase
habéis destruido lo que era único en el mundo, y habéis puesto en su lugar lo
que se puede ver en todas partes.
La obra se comenzó en 1523 por iniciativa del obispo D. Alonso Manrique
(1518-1523, hijo del gran comendador de la Orden de Santiago), que supo atraer
hacia Córdoba los principios planimétricos de las catedrales castellanas, pues
había sido obispo de Badajoz y Salamanca. La nueva nave de la Catedral de
Córdoba estuvo al cargo del arquitecto Hernán Ruiz, el Viejo, que aunque
desarrolla sus primeras actuaciones bajo postulados góticos con ciertos
arcaísmos, también es verdad que muestra ya claramente los postulados del
Renacimiento.
Su hijo Hernán Ruiz el Joven, el gran arquitecto de la saga de los Ruiz,
manifiesta ya claramente la formulación clasicista en la nueva nave, que hará
evolucionar el estilo, y es el artífice de las más notables magnificencias de
esta nave. También de muchas de las capillas y rejería. Después de cien años de
obras la nueva nave de la Catedral serán concluida con principios estéticos
manieristas, como puede verse en la cúpula del crucero del maestro Juan de
Ochoa, o la formulación de la bóveda con lunetos del Coro que anuncia los
prolegómenos del arte barroco, donde los criterios estéticos ya van claramente
por otros derroteros a los del Renacimiento (yeserías, luces y sombras,
escenografías, etc.).
Tras esta gran reforma del siglo XVI, la antigua mezquita solamente recibirá
aditamentos menores y complementos de liturgia. A pesar de los avatares de la
Historia, la antigua mezquita pervive en su esencia islámica, con la
singularidad de los elementos básicos. No obstante, superado el empeño
decimonónico por subrayar el elemento islámico, se trata de un híbrido
arquitectónico que sintetiza una buena parte de los valores artísticos de
Oriente y Occidente. Desde esa perspectiva, la Mezquita-Catedral representa una
síntesis de los vaivenes de la historia de España.
Tesoro de la Catedral
El Tesoro de la Catedral se encuentra en la "Capilla de Sta. Teresa"
y estancias adjuntas. En esta capilla puede destacarse el "Sepulcro del
Cardenal Salazar y Góngora", auténtica figura del siglo XVIII cordobés,
conocido por sus numerosas aportaciones a la ciudad, caso del hospital que
lleva su nombre, hoy Facultad de Filosofía y Letras. Como uno de sus tesoros
principales, guarda la catedral, la custodia, labrada por Enrique de Arfe. Mide
2,63 metros de altura y pesa más de 200 kilos, esta custodia procesiona todos
los años por la calles de Córdoba el día del Corpus. Representa una catedral
gótica de planta dodecagonal, se compone de dos cuerpos que alojan en un
interior al viril y una imagen de la Virgen de la Asunción. Sufrió una
restauración en el año 1735, donde Damián de Castro le añadió un basamento y
elementos decorativos barrocos y en el año 1966 fue aureolado con brillantes el
viril.
Hay una colección de portapaces, cálices y copones de oro y plata así como
grandes cruces, de materiales preciosos una de ellas donada a la catedral por
el obispo Diego de Mardones en el año 1620.
Información WIKIPEDIA.
Publicado por al-Andalus en 8:09
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