QANATS.
INFRAESTRUCTURA HIDROGEOLÓGICA SUBTERRÁNEA.
Los
árabes tuvieron una gran experiencia en la técnica de los qanats o conducciones
subterráneas, que aprendieron en Persia, Mesopotamia y Siria, llegando a ser
consumados maestros y extendiéndola por todo el norte de África y al-Andalus.
Imagen: De NAEINSUN - Trabajo propio, CC BY-SA 3.
(711-1492) Al-Andalus es el nombre con el que se conoció a todas
aquellas tierras, gobernadas por musulmanes, que habían formado parte del reino
visigodo: la península Ibérica, la Septimania francesa y las Islas
Baleares.
EL AGUA o
las aguas son indispensables para la vida, para calmar la sed y para elaborar
las más variadas bebidas y comidas de olla y cazuela. Es la esencia de los
cultivos y los sistemas de irrigación.
En el Islam, el agua es origen de la
vida, creada por Dios. La sura
21, aleya 30, del Sagrado Corán recuerda al hombre este origen:
«¿Es que no
han visto los incrédulos que los cielos y la tierra estaban unidos y los
separamos? ¿Y que hicimos provenir del agua a todo ser viviente? ¿No creerán
aún?
En
Al-Andalus se desarrolló una gran tecnología en ingeniería hidráulica, sistemas
de captación, canalización y almacenamiento además de diversos ingenios y
mecanismos. La literatura andalusí contiene numerosas apariciones y menciones
del agua relacionada con lluvia, surtidores, ríos, acequias, norias, albercas,
etc.
Los
musulmanes de Al-Ándalus perfeccionaron inmensamente las técnicas de riego, se
convirtieron en los maestros de la técnica hidráulica agrícola, aprovecharon
los sistemas de riego romanos que aquí encontraron, y junto a las técnicas
orientales que conocían, pudieron lograr un excepcional aprovechamiento del
agua, no podemos pasar por desapercibido el hecho del contenido etimológico
árabe de las palabras actuales con las que se designan las obras hidráulicas o
de riego: sèquia, assut, assarb,
sínia, nória, alcaduf, aljub, safareig, martava, tanda, etc..
Los dos
sistemas de regadío tradicionales todavía vigentes en la actualidad provienen
de la época musulmana, además de las canalizaciones del agua o acequias, y de
los qanats (canales subterráneos) por las que corría el agua de los ríos o de
los manantiales, sirviéndose de los desniveles del suelo. En la utilización de
las aguas fluviales emplearon los azudes o presas, y los alquezares o cortes.
La comunidad
científica coincide en que fueron los musulmanes los que exportaron a la
Península Ibérica numerosas técnicas y sistemas de irrigación, entre ellas las
foggaras, qanat(s) o galerías drenantes (TROLL y BRAUN, 1972; MARTÍ, 1989;
AL-HASSAN y HILL, 1992).
Los árabes
tuvieron una gran experiencia en la técnica de los qanats o conducciones
subterráneas, que aprendieron en Persia, Mesopotamia y Siria, llegando a ser
consumados maestros y extendiéndola por todo el norte de África y al-Andalus.
Efectivamente,
en España existe una importante presencia de las galerías drenantes por todo el
territorio del antiguo Sharq Al-Andalus. Los musulmanes, que basaron su patrón
de asentamiento en función de los recursos hídricos que les permitieran
abastecerse y crear perímetros de regadío, desarrollaron complejos sistemas de
captación y reparto del agua superficial de cursos fluviales y manantiales.
Pero en
aquellas áreas de la Península Ibérica en que su disponibilidad no era
suficiente para el mantenimiento de los perímetros regados (la España más
árida), las soluciones que adoptaron consistieron en la captación de las aguas
freáticas a partir de la construcción de pozos, norias y sobre todo de galerías
drenantes. En este sentido, destacan por su concentración y abundancia los
territorios del sudeste andaluz (Granada, Jaén y especialmente Almería),
Murcia, Alicante, Valencia, Mallorca y algunos sectores de Cataluña.
Ahora bien,
las galerías subterráneas se extendieron por todo el territorio español, aunque
no con la misma densidad que en las áreas citadas. Por consiguiente, se
localizan galerías en Teruel, Cuenca, Madrid, Córdoba, Sevilla, Badajoz, Toledo
y Albacete, como provincias más representativas.
El llamado
«qanat» (del árabe قناة, qanāh:
«canal»), era una infraestructura hidrogeológica subterránea de irrigación,
suavemente inclinada para transportar agua desde un acuífero o pozo de agua a
la superficie para riego y bebida, actuando como acueductos subterráneos.
En ocasiones
eran galerías drenantes, sistema de captación de agua subterránea muy singular.
Forman parte de este legado hidráulico, de gran trascendencia espacial, social
y económica. Estas captaciones aparecen fuertemente relacionadas con áreas de
escasos recursos hídricos superficiales.
Conducía el
agua desde el depósito localizado en el subsuelo hasta el lugar donde se
necesitara y su proyección podía reducirse a una sola conducción o complicarse,
cuando la técnica estaba muy avanzada podía convertirse en una red de
conducciones, auténtico laberinto bajo el suelo.
Tradicionalmente,
los qanats son construidos por un grupo de trabajadores calificados, muqannīs,
con mano de obra. Es una profesión históricamente bien pagaba y generalmente se
transmitía de padres a hijos.
Las
dimensiones de la galería eran considerables: 1 metro de ancho por 1,80 de
alto, por lo que un hombre de pie podía circular perfectamente. Eran verdaderos
acueductos subterráneos, revestidos de ladrillo en su interior, especialmente
en las zonas donde la roca podía resquebrajarse.
Cada cierto
tramo (alrededor de 50 metros) se practicaban en las galerías unas
perforaciones de comunicación con la superficie del suelo; agujeros por los
que, a un tiempo, se echaban fuera los escombros acumulados en la perforación y
se creaba una corriente de ventilación de aire, que evitaba la acumulación de
gases y la acumulación de agua. Incluso, si la corriente de aire era de
importancia, ayudaba al agua a que ésta fluyera más rápidamente. A veces estas
perforaciones constituían profundos pozos verticales, de hasta 55 metros de
profundidad en aquellos tramos más cercanos al depósito acuífero madre.
Los sistemas
de qanats no servían sólo para la agricultura, sino también para llevar agua a
las ciudades, como sucedió en Marrakech. En al-Andalus ése fue el caso de
Guadalajara, Crevillente, Cádiz, Granada, Turrillas (Almería), o Madrid –el
famoso Mayrit árabe–, entre otras ciudades.
La famosa
red de qanats de Madrid (ciudad cuyo nombre indica agua: Mayrit, del árabe
mayra, canal de agua) ha sido tan celebrada como discutida por los distintos
autores contemporáneos. Mayrit fue fundado por el emir omeya de Córdoba
Muhammad I en el año 871 como plaza defensiva del paso hacia la sierra de
Guadarrama. Dependiente de Toledo, en su trazado se repetían las constantes de
toda ciudad islámica: alcazaba (la Almudena), mezquita aljama, baños, zocos y
barrios o rabal.
Encaramada
en un risco a cuyo pie fluía el río Manzanares, quedaba un tanto lejos de sus
aguas como para poder aprovecharlas. No obstante, a lo largo de la historia
siempre se ha conocido a Madrid como la ciudad construida sobre las aguas, y
esto es debido a que la leyenda decía que bajo el suelo de Madrid había
numerosas corrientes de agua. A buen seguro que se trataría de la red de
qanats, una red de galerías de 7 a 10 km, y con unos pozos de aireación con la
superficie que a veces sobrepasan los 50 metros de profundidad.
Toda esta red
de irrigación subterránea hizo posible que el Madrid medieval pudiera tener en
su contorno un gran número de huertas que enriquecieron la ciudad, y no sólo en
el medievo sino también en época de Felipe II, quien la eligió como capital de
sus reinos en 1561. la red de qanats continuó abasteciendo a Madrid a lo largo
de los siglos hasta 1860, lo que es todo un récord en honor de aquellos
ingenieros hispano-musulmanes.
FUENTES Y
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