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miércoles, 5 de junio de 2019

HISAM III. ULTIMO CALIFA DE CÓRDOBA


Hisam III al-Mu'tadd
Hisham ben Muhammad o Hisham III, (en árabe:  (Córdoba, 975 – Lérida, 1036). Duodécimo y último califa del Califato de Córdoba, desde 1027 a 1031.
Hermano mayor del malogrado califa Abd al-Rahman IV al-Murtada.
Exiliado de Córdoba y refugiado en la corte del reyezuelo de la ciudad, Sulayman ben Hud.
Su reinado coincidió con el final de la institución Califal en al-Andalus, que dio paso al período conocido como el de los reyes de taifas (muluk al-tawaif).

Tras la expulsión de Córdoba del último califa hammudí, Yahya ben Ali ben Hammud, gracias a la colaboración de los reyezuelos de Almería y Denia, Jayran y Muchahid, respectivamente, la nobleza cordobesa, liderada por un miembro de la vieja familia de los Banu Abda, Abu al-Hazam Yahwar, intentó por última vez restaurar el Califato en la persona de un miembro de la dinastía Omeya.
Los notables cordobeses acordaron como requisito para entronizar al candidato que éste fuera reconocido por los numerosos jefes y señores eslavos y andalusíes independientes que pululaban por todo al-Andalus, con el fin de presentarlo como una especie de aglutinador o campeón nacional en la lucha contra el enemigo común, los beréberes, considerados como la única fuente de todos los males que venía sufriendo al-Andalus desde la caída de los amiríes .

Tras una exhaustiva búsqueda de casi un año, se encontró al candidato perfecto... Se trataba de Hisham ben Muhammad ben Abd al-Malik, hermano mayor de Abd al-Rahman IV al-Murtada, el desgraciado héroe de la malograda aventura granadina.
El candidato, que vivía desde los primeros tiempos de la fitna (guerra civil) en el castillo de Alpuente, al noroeste de Valencia, hospedado por el señor de la fortaleza, Abd Allah ben Qasim al-Fihri, no manifestó ninguna prisa por tomar posesión de un trono tan peligroso y problemático como era el cordobés.

Córdoba había dejado de ser una presa codiciable para cualquier príncipe, Omeya o no, que aspirase a un trono vacante.
Todo aquel que se instalaba en el Alcázar de los descendientes del Inmigrado, sabía de sobra que exponía su propia vida por un título despojado de toda su gloria y esplendor del pasado, así como un territorio sobre el que reinar que se extendía un poco más allá de la urde de Córdoba, ya que todas las provincias califales (Sevilla, Granada, Jaén, Elvira, etc), hacía ya mucho tiempo que se habían desentendido de la autoridad Califal, gobernadas por sus respectivas dinastías locales.

De todos modos, Hisham III accedió al requerimiento que se le hacía y fue proclamado Califa con el título o laqab de al-Mutadd bi-llah (El que confía en Alá), aunque continuó viviendo en Alpuente, mientras esperaba que se desvanecieran por completo las susceptibilidades que su nombramiento había suscitado en Córdoba.

Al cabo de dos años y medio de su proclamación, Hisham III hizo su aparición en Córdoba, a la cabeza de un pequeño y anodino séquito, y se instaló en el imponente Alcázar heredado de sus mayores. La impresión que causó a sus nuevos súbditos, que no pudo ser más decepcionante, preludiaba lo que habría de ser su reinado.

Tal como sospecharon todos los cordobeses, el nuevo Califa no se quedó atrás, en cuanto a mediocridad e incapacidad para gobernar, respecto de sus inmediatos predecesores.
Hisham III, recordando los tiempos del califato de Hisham II, delegó el gobierno en su primer ministro, Hakam ben Said, un advenedizo intrigante y antiguo tejedor, al que confirió plenos poderes, mientras que él se preocupaba únicamente de disfrutar con todos los lujos posibles la dorada existencia que le habían procurado los cordobeses.
Hakam asumió el verdadero mando de la nave del Estado, con una actitud arrogante que desembocó en una sucesión interminable de abusos de todo tipo, sobre todo económicos, hasta el punto de que el Tesoro Público fue sangrado hasta su último dinar...
Hakam despidió a casi todos los funcionarios de la Corte, cuyos puestos cubrió con jóvenes libertinos menos escrupulosos si cabe que el visir y el califa, atentos sólo a su medro personal. Para paliar la ausencia del dinero en las arcas públicas, Hakam impuso una serie de impuestos contrarios a la ley coránica con los que pudo recabar el dinero suficiente para cubrir los gastos derrochadores de una Corte abandonada por completo a la lujuria constante y a la deriva administrativa y política.
Ante las lógicas protestas de los juristas coránicos, Hisham III y Hakam amenazaron a éstos con iniciar una represión sangrienta en contra de todo aquel que osara enfrentarse al poder del Califa y al de su visir.
Semejante episodio colmó la paciencia de la aristocracia cordobesa y selló el principio del fin, tanto del reinado de Hisham III como de la propia institución del Califato en al-Andalus.

La aristocracia cordobesa resolvió deshacerse de semejante pelele. Para ello provocaron un levantamiento de la población, liderado por otro familiar de la dinastía Omeya, Umayya ben Abd al-Rahman ben Hisham ben Sulayman, al que la aristocracia cordobesa prometió el trono si asesinaba al odiado visir Hakam.
La promesa como tal no era cierta, ya que los notables cordobeses, con Abu al-Hazam a la cabeza, habían decidido de antemano prescindir definitivamente del Califato como forma de gobierno, dignidad ficticia que ya no correspondía a ninguna realidad, ni temporal ni espiritual, y sustituirlo por un Consejo de Notables que se encargaría de administrar la ciudad y el poco territorio que dependía de ella.

Umayya cumplió con su palabra... Reunió a un nutrido grupo de partidarios descontentos y se apostó con ellos en la calle por la que de ordinario pasaba el visir para ir a palacio. Hakam fue literalmente despedazado, mientras que su cabeza era paseada por la ciudad en el extremo de una pica ante la general alegría de todos los cordobeses.

Una vez calmados los ánimos, el infeliz Umayya fue "invitado" a abandonar la ciudad lo antes posibles, bajo pena de muerte.
Hisham III, al darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor, se refugió, muerto de miedo, en una dependencia de la Mezquita, aprovechando un pasadizo que unía ésta con el Alcázar.
Reunido el Consejo de Notables, el veredicto de la asamblea fue la pena del destierro para el califa destronado. Aunque Hisham III se atrevió todavía a protestar dicha decisión, en el fondo se felicitó por haber podido salvar la vida, cuando la tónica general ante semejante situación no era otra que la pena de muerte o la ejecución inmediata.
Hisham III se exilió en Lérida, donde encontró asilo político bajo la protección de su reyezuelo, Sulayman ben Hud. Muriendo en aquellas tierras, de manera oscura y sin aclarar.

Con este lejano y poco glorioso descendiente de Abd al-Rahman I el Inmigrado, finalizó para siempre la larga nómina de príncipes andalusíes que reinaron en al-Andalus.

Sin duda alguna, el antaño esplendoroso Emirato y Califato cordobés no merecía un final tan triste y patético como el que tuvo, proceso iniciado desde el reinado del cautivo Hisham II y que, en tan sólo un cuarto de siglo, se derrumbó como si de un castillo de naipes se tratase.
Desaparecida la institución Califal, hizo su aparición el período de los reyes de taifas.

Publicado por al-Andalus en 7:44

ABEN AL QUTIYYA


ABEN AL QUTIYYA.

 Ibn Quzman
ABU BARK MUHAMMAD IBN ABD AL AZIZ IBN IBRAHIM IBN AL KUTIYYA, más conocido como IBN AL QUTIYYA , también es conocido como IBN AL KUTIYYA, IBN AL QUTIYAH o para los latinos como ABEN AL QUTIYYA. 

Ibn Al Qutiyya o Hijo de la Goda, nació en Sevilla y era descendiente de una familia de Cristianos Unitarios (Cristianos de de la Bética y Astigitania, que contaban con el apoyo árabe). De la unión de su tatarabuela Sara –nieta de Witiza (rey visigodo que gobernó sobre el Reino visigodo de Toledo desde 694 hasta su muerte) con Isa Ibn Muzahin, (uno de los conquistadores musulmanes de Al Andalus) nacieron dos hijos; el primero de ellos sería el bisabuelo de Ibn Al Qutiyya.

Ibn Al Qutiyya era Omeya, es decir, partidario de la revolución islámica y el nacionalismo a ultranza.

Aunque nacido en Sevilla se educó en Córdoba, donde residía su familia. Destacó en el estudio de la filología, aunque abarcara con fortuna otras ramas del saber. De la amplitud de sus conocimientos nos habla el hecho de que, interrogado el sabio oriental Abu Ali Al Kali por el califa Al Hakam II, acerca de quien consideraba que era el hombre más sobresaliente en lexicografía que había encontrado en Al Andalus, respondió al instante: “ Ibn Al Qutiyya”. Pese a ello, era hombre sumamente bondadoso y humilde.

Sin lugar a dudas la obra que le dio renombre, es su “Crónica de la Conquista de Al Andalus” (Ta’rif iftitâh al-Andalus), que alcanza hasta los tiempos de Abd Al Rahman III. Aunque resulte paradójico, Ibn Al Qutiyya se basó fundamentalmente en las noticias que le transmitían sus maestros, desdeñando las narraciones y relatos de su propia familia, que participó en todo el desarrollo de los acontecimientos. Acontecimientos que abarcan el período entre 711 y 912. De esta obra, que le dio gran fama en vida, destaca hoy la nula simpatía que sentía su autor por los cristianos.

La Crónica de Ibn Al Qutiyya es bastante interesante, ya no sólo porque da gran cantidad de noticias de una forma nada árida, sino sobre todo por la exactitud en las fechas. Pero quizás lo más novedoso e interesante de su obra sea el lugar preferente de los relatos protagonizados por personajes de etnia andalusí, aspecto que no es frecuente encontrar en otros historiadores, especialmente en los de la contrarreforma bereber. Así, explica la historia de los hijos de Witiza, en especial de Artobás; refiere las hazañas de Ibn Marwan, el gallego. También cuenta las narraciones del poeta nacionalista Garbib, o la sublevación de Umar Ibn Hafsun.

Se le atribuyen, además, libros gramaticales de gran valor, como el Libro de los verbos (Kitâb al-af’âl).

Fue un delicado poeta que versificaba con exquisita habilidad. Aunque su habilidad como poeta no alcance sus conocimientos como filólogo e historiador, aquí hacemos mención a su obra poética que, llena de frescura e imaginación, ha llegado en parte hasta nuestros días.

Murió en Córdoba 8 de noviembre de 977.


Ibn Quzman (Abén Quzman)
(1078-1160)
MUHAMMAD IBN ABD AL MALIK IBN QUZMAN más conocido simplemente como IBN QUZMAN O IBN QUZMÁN y en ocasiones también por la hispanización ABÉN O ABÁN QUZMÁN, fue un famoso poeta andalusí, nacido en Córdoba hacia 1078 y muerto en la misma ciudad en 1160, conocido por sus peculiares zéjeles escritos en árabe coloquial andalusí.
Se ha querido ver en su nombre una arabización del germánico Guzmán, algo que no era infrecuente en Al Andalus, pero otras fuentes señalan que el nombre Quzman está documentado ya en la Arabia preislámica, con lo que puede que sea árabe, aunque es un nombre inusual.
Perteneció a una noble familia cordobesa llamada de los Banû Kuzmân. Respecto a la fecha de su nacimiento, muy discutida por los biógrafos e historiadores. El se describe a sí mismo de muy buena imagen y figura, alto, rubio, de ojos azul claro, libertino y malcasado; igualmente se vanagloriaba de no saber nada y de no haber visto nunca el mar; podemos observar en su obra cómo esta última aseveración es dudosa, no obstante, es interesante personaje. De vastísima cultura, conocería los mejores poetas de la revolución andalusí, el amplísimo abanico de escuelas de pensamiento y filósofos, la jurisprudencia y la retórica, además de la historia, tradiciones y otros conocimientos científicos. Ostentó el título de nobilísimo visir, cosa que, como veremos más adelante, hizo constar en todos sus escritos, más en un sentido irónico y con sorna, que realmente por el título como tal, que por aquella época ya había perdido la importancia que tuviera antaño. Vivió de sus canciones y antologías, viajando por numerosas ciudades y pueblos, y participando en certámenes literarios y en toda clase de lances picarescos y libertinos. Es en su obra donde se refleja no sólo su biografía personal, sino la mejor exposición de todo el conjunto social que convivió y conformó la forma de ser y las relaciones sociales e individuales de la nación andalusí. Lo esencial de su obra se conserva en un único códice, que fue descubierto en San Petersburgo a finales del siglo XIX: se trata de su Cancionero o Diwan (antología poética), que es también el documento que proporciona los datos que se conocen sobre su vida, ya que en sus composiciones habla también de sí mismo: que tenía entre seis y ocho años en la batalla de Zalaca ,lo que permite conjeturar su fecha de nacimiento.
Ibn Quzman conocía bien la poesía árabe clásica, de autores célebres como Abu Tammam, Al Mutanabbi, Du Al Rumma, etc. Han llegado hasta nosotros algunas composiciones suyas de aire clásico, consideradas de poco valor frente a su Cancionero. Ésta es una obra original tanto por la forma utilizada, el zéjel, escrito no en la lengua literaria habitual sino en el dialecto local, como por los temas que toca, en los cuales a menudo reinterpreta de forma irónica tópicos de la poesía árabe clásica.

Se piensa que Ibn Quzman fue el primer gran escritor que empleó el zéjel, que había sido inventado por el zaragozano Ibn Bayya, y le dio su forma definitiva, puliéndolo de las imperfecciones que a su juicio tenía.
Su Diwan o Cancionero contiene 149 zéjeles. El arabista Stern los dividió en dos clases:
• Los zéjeles moaxajeños, que son poemas de entre cinco y siete estrofas en todo similares a las moaxajas ( temas, forma, jarcha) salvo por el hecho de estar escritos en lengua coloquial en vez de en árabe clásico. Constituyen una tercera parte del Diwan.
• Los zéjeles propiamente dichos, sin límite de estrofas, de temas diversos, y que constituyen los dos tercios restantes.
Más que un poeta a secas, supone todo un acopio de estilos, costumbres, formas de ser y sentir la vida, que constituyen el mejor exponente y testigo de lo que debió ser aquella gran formación histórica andalusí.
Dedicó buena parte de los zéjeles a describir sus relaciones con jóvenes varones, las fiestas a las que solía asistir o los bailes e instrumentos musicales empleados en ellas. También habla de sí mismo y hace, como otros poetas, elogio de las personas que le protegen. De acuerdo con uno de sus zéjeles, hacia el final de sus días pareció arrepentirse de su vida disipada:
Ibn Quzman se arrepintió.
¡Bueno será para él si persevera!
Sus días pasados eran fiestas entre los días.
Pero después del sonar de atabales y adufes
y de arremangarse para el baile
Ahora sube y baja por la torre del almuédano.
Se ha hecho imam en la mezquita
y reza prosternándose e inclinándose.

Aunque también dejó escritas instrucciones para su muerte:
Cuando muera éstas son mis instrucciones para el entierro:
dormiré con una viña entre los párpados.
Que me envuelvan entre sus hojas como mortaja
y me pongan en la cabeza un turbante de pámpanos.

Ibn Quzman es el exponente más preciso del sentimiento general de la sociedad andalusí

Publicado por al-Andalus en 8:23 

MUHAMMAD IBN YUSUF IBN NAS. PRIMER SULTÁN DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA


MUHAMMAD IBN YUSUF IBN NAS. PRIMER SULTÁN DEL REINO NAZARÍ DE GRANADA.
Muhammad ibn Yusuf ibn Nasr (en árabe, . (Arjona, 1194 - Granada, 1273). Primer rey del Reino de Granada y como tal fundador de la dinastía epónima de los nazaríes.
Gobernaría entre 1238 y 1273 como Muhammad I con el sobrenombre de al-Galib bi-llah , 'el victorioso por Dios'), aunque sería más conocido como Ibn Al-Ahmar . 'El Hijo del Rojo', o Alhamar (castellanizado), por la coloración roja de su barba.

Orígenes

Miembro de los Banu Nasr, familia que afirmaba proceder de uno de los compañeros que siguieron al profeta Mahoma durante la hégira, se asentaron en la Taifa de Zaragoza donde permanecieron hasta 1118 cuando fue conquistada por el rey aragonés Alfonso I, obligando a los Banu Nasr a trasladarse a Arjona donde, en 1194, nacería el futuro Muhammad I.

Sultán de Arjona
En 1212, a raíz de la batalla de las Navas de Tolosa el poder de los almohades empieza a declinar, dando origen a los llamados Terceros reinos de Taifas, entre los que destacará la Taifa de Murcia creada en 1228 y que, bajo el mandato de Ibn Hud, extenderá su dominio sobre todo Al-Ándalus, con excepción de las taifas de Valencia y Niebla.
Muhammad ibn Nasr, aunque dedicado a la agricultura (la 'General Estoria' de Ibn al-Jatib recoge que heredó de sus padres extensos dominios «que cultivaba con sus propias manos»), alcanzó reconocimiento y prestigio en su ciudad natal al encabezar operaciones militares de defensa de la frontera ante las incursiones cristianas.
Estas incursiones cristianas y las continuas derrotas que sufren las tropas de Ibn Hud provocan el malestar de la población contra este y son aprovechadas por Muhammad ibn Nasr para, con el apoyo de su familia encabezada por su tío Yahya ibn Nasr y de los Banu Asquilula con los que se halla emparentado por matrimonio, alzarse el 16 de julio de 1232 contra el rey de la taifa de Murcia y proclamarse sultán de la Taifa de Arjona que habrá de ser el germen del futuro reino nazarí de Granada.
Inmediatamente inicia la expansión territorial tomando Guadix, Baza y Jerez de la Frontera. Las conquistas continúan en 1233 con la toma de Úbeda, Porcuna, Córdoba y Jaén, ciudad esta adonde trasladará su capital.
Su siguiente objetivo es hacerse con la taifa de Sevilla, para lo cual firma una alianza con su rey Muhammad al-Bayi, quien se ha hecho con el poder tras destronar al hermano de Ibn Hud, y a quien logran derrotar en su intento por reconquistar la ciudad. Tras hacer asesinar al monarca sevillano, Muhammad ibn Nasr sitúa como gobernante de Sevilla a su pariente Alí ben Asquilula quien tras sólo un mes en el poder se verá obligado a huir cuando los sevillanos optan por reconocer como rey a Ibn Hud quien además, en 1235, había reconquistado Córdoba y, en 1234, había conseguido que el califa de Bagdad le reconociera oficialmente como gobernante de todo Al-Ándalus.
Las pérdidas territoriales y el respaldo político conseguido por su rival al ser reconocido como el gobernador de Al-Andalus obligan a Muhammad ibn Nasr a rendir homenaje a Ibn Hud reconociéndole como emir y prestándole vasallaje a cambio de ser reconocido como señor de Arjona, Jaén y Porcuna.
Rey de Granada
Esta situación cambiará cuando, en 1236, Ibn Hud rinde la ciudad de Córdoba al rey castellano Fernando III declarándole vasallaje. Los altos impuestos que se compromete a pagar al rey castellano provocan el descontento de la población y su asesinato en 1237. Muhammad ibn Nasr aprovecha la coyuntura para tomar sucesivamente, y a lo largo de 1238, Almería, Málaga y Granada donde fijará su nueva capital proclamándose rey con el nombre de Muhammad I.
Su entrada en Granada la realizará por la Puerta de Elvira proclamando Wa lā gāliba illā-llāh|Wa lâ Ghâlib illâ Allâh ('No hay otro vencedor que Alá'), frase que, además de dar origen a su sobrenombre: al-Galib bi-llah ('el victorioso por Dios'), se va a convertir en la divisa de la dinastía nazarí que aparecerá repetida en todos lo palacios nazaríes construidos en los dos siglos siguientes comenzando por la propia Alhambra cuya construcción iniciará Muhammad I sobre la fortaleza que ya dominaba la ciudad.
Con las conquistas de Granada, Almería y Málaga Muhammad I consigue el máximo dominio territorial que alcanzará la dinastía nazarí aunque sólo lo mantendrá durante 8 años ya que esta gran expansión territorial va a despertar el recelo de los reinos cristianos, especialmente del rey castellano Fernando III quien, en la primavera de 1244, conquista Arjona y, tras sitiar infructuosamente Granada durante 20 días, cerca la ciudad de Jaén hasta obligar a Muhammad I a pactar, en 1246, la entrega de la ciudad, a declararse vasallo del rey cristiano con un pago de 150 000 maravedíes anuales y a prestarle ayuda militar a cambio de una tregua de 20 años.
La pérdida territorial supuso a la larga una ventaja para Muhammad I ya que le permitió dedicarse a fortalecer su reino sin la preocupación de posibles amenazas exteriores ya que su vasallaje con Fernando III le protegía no sólo de los castellanos sino también de los aragoneses cuyo rey, Jaime I, fijó sus objetivos expansionistas en Valencia y las Islas Baleares. El apoyo militar a que obliga el acuerdo se hará efectivo en 1248 cuando el rey granadino puso a disposición de Fernando III un contingente de 500 jinetes que intervinieron de forma decisiva en la reconquista cristiana de Sevilla. El acuerdo de paz fue renovado a la muerte de Fernando III por su hijo, el rey Alfonso X el Sabio quien nuevamente recibirá el apoyo militar de Granada en la conquista, en 1262 de la taifa de Niebla. En ese mismo año Muhammad I intenta la conquista de Ceuta aunque fracasará estrepitosamente al sufrir una severa derrota.

El pacto con los castellanos va a romperse en 1264 cuando el Reino de Granada, tras la caída de la taifa de Niebla, pasa a ser el único objetivo de reconquista que le queda a Alfonso X y Muhammad I busca nuevos aliados en los reyes benimerines que desde 1258 gobernaban parte del territorio del actual Marruecos. El envío de tropas y el apoyo del nazarí a los levantamiento mudéjares de Jerez y Murcia provocan que Alfonso X y Jaime I reaccionen enviando tropas que tras sofocar a los rebeldes pongan sitio a Granada aunque sufrirán una severa derrota.
La situación fue aprovechada por los gobernadores de Málaga y Guadix que, aunque parientes políticos de Muhammad I quien los había puesto al frente del ejército, se sienten desplazados por la llegada de los benimerines y en 1266 se sublevan y se declaran vasallos de Alfonso X. En respuesta Muhammad I sitió Málaga durante tres meses y al no lograr su conquista llega a un acuerdo con el rey castellano-leonés por el cual, a cambio de un tributo de 250 000 maravedíes anuales y a la renuncia a Jerez y Murcia, lograba que Alfonso X no prestara apoyo alguno a los sublevados. El incumplimiento de lo pactado por parte de Alfonso X provoca que Muhammad I apoye a los nobles castellanos que, encabezados por Nuño González de Lara, se rebelan en 1272 logrando a cambio el apoyo de estos en la toma de Antequera en ese mismo año.
En su aspecto religioso, y una vez que se adueñó de Granada, abandonó sus tendencias sufíes y ascéticas para apoyar la doctrina religiosa de rito malikí, la mayoritaria en todo el mundo musulmán magrebí.
Antes de morir, el 20 de enero de 1273 al caer de un caballo, dejó como heredero a su hijo primogénito Abu Abd Allah Muhammad, conocido con el sobrenombre de al-Faqih ('el jurisconsulto'), que subió al trono con el nombre de Muhammad II.
Bajo su reinado se inició la construcción de la zona palaciega de la La Alhambra, que hasta entonces era estrictamente una estructura militar que defendía la ciudad de Granada, ampliando para ello el sistema de conducción de aguas.

Publicado por al-Andalus en 22:43 

MUHAMMAD III Y SU HIJA WALLADA



Muhammad III " El cobarde "
Muhammad ben Abd al-Rahman ben Abd Allah (en árabe: . más conocido como Muhammad III.
Décimo primer califa cordobés de al-Andalus y octavo perteneciente a la dinastía omeya, entre 1024 y 1025. Era hijo de Abd al-Rahman, a su vez hijo de Ubayd Allah, uno de los hijos de Abd al-Rahman III. Por tanto, era bisnieto del célebre primer califa.
 Nacido en Córdoba, era hijo de una esclava llamada Hawra y del malocrado Abderramán ben Abd Allah que fue asesinado por mandato de Almanzor. Padre de la famosa poetisa Wallada, solo estuvo poco más de un año en el poder.

Fue elegido califa el 17 de enero de 1024 por los amotinados de una de las numerosas revueltas que asolaban Córdoba. Adoptó el título de al-Mustakfi bi-llah (El que se satisface con Alá) e inmediatamente mandó ejecutar a su predecesor y primo Abderramán V.
Después de ejecutar al califa y sin pedirle su parecer, fue nombrado Califa por unanimidad, a la edad de treinta y ocho años, aunque Muhammad jamás estuvo a la altura de las circustancias...
De naturaleza débil y vida libertina, desde el primer momento desató una desenfrenada venganza contra todos sus enemigos políticos, a los que eliminó sin más, como a su primo Ibn al-Iraqi, al que mandó estrangular después de haberle nombrado su heredero.
A otros los encarceló, caso de gran escritor y poeta Ibn Hazam.
Muhammad III empeoró más la situación al rodearse en la Corte de personas groseras, sin preparación ni escrúpulos para enderezar un reino que naufragaba por todas partes.
El año y medio largo que estuvo en el trono, en medio de grandes desórdenes, se abandonó a la disipación, a la bebida, a la comida y a todo tipo de placeres sexuales, incapaz de hacerse respetar por el pueblo, el cual se mofaba impunemente de él llamándole "miedecillo" o "barriguita", a causa de su conocida cobardía y de su impresionante obesidad.
Semejante acto de depravación e insensatez provocó las iras de los notables de la ciudad, en principio favorables a la dinastía de los Omeyas, pero que, paulatinamente, fueron separándose del califa hasta que cayeron en los brazos del depuesto Califa hammudí Yahya ben Ali ben Hammud, que estaba refugiado en Málaga.
Su pésimo gobierno, caracterizado por medidas arbitrarias y crueles, le hizo perder cualquier apoyo popular. Así, en 1025, cuando tuvo noticias de que Yahya al-Muhtal, uno de sus predecesores en el trono del califato, estaba organizando un ejército para dirigirse a Córdoba, decidió huir de la capital disfrazado de mujer y refugiarse en la Marca Superior, la zona fronteriza con capital en Zaragoza; pero antes de poder llegar, fue asesinado en Uclés (Cuenca).

Su hija fue la famosa poetisa Wallada, hija de la esclava cristiana Amin'am.

WALLADA.

WALLADA BINT AL MUSTAKFI o WALADA ALMOSTACFI también conocida simplemente con el nombre de WALLADA, nació en Córdoba en el año 994. Fue hija del califa Omeya Muhammad Mustafkí.

Fue famosa por su gran talento poético y fue la más célebre de las escritoras andalusíes, pero de igual modo mujer de una belleza apabullante: hermosa figura, tez blanca, ojos azules, pelirroja... el ideal de la época.
Tras la muerte de su padre, con apenas 17 años, prescindiendo de toda tutela masculina, abrió palacio y salón literario en Córdoba, donde ofrecía instrucción en la poesía y el canto a hijas de familias poderosas y acaso instruía a esclavas en la poesía, el canto y las artes del amor. Al cabo ella era hija de Amin Am, una esclava cristiana enviada a cultivarse a Medina, y su nodriza y maestra fue la esclava negra Safia.

Entre sus alumnas destacó Muhya Bint Al Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y que terminó denigrándola en crueles sátiras.

Su posición privilegiada en lo social le da un carácter excepcional, aunque la personalidad de Wallada, sensible y refinada, hubiese destacado de todos modos, ya que Wallada era la mujer más culta, famosa y escandalosa de Córdoba. Se paseaba sin velo por la calle y, a la moda de los harenes de Bagdad, lleva versos suyos bordados en la orla de su vestido o en túnicas transparentes. La leyenda dice que en el lado izquierdo rezaba:
"Por Alá, que merezco cualquier grandeza 
y sigo con orgullo mi camino"


y en el derecho:
"Doy gustosa a mi amante mi mejilla 
y doy mis besos para quien los quiera".


Apenas se conservan nueve poemas suyos, de los cuales cinco son satíricos, se ha visto rodeada de una cierta fama de atrevida y mordaz. Además algunas alusiones un poco subidas de tono, en sus versos, seguramente unidas a las represalias de sus enemigos, motivaron que pasara a la historia como inmoral y libertina, a lo cual contribuye el hecho de que no se casó nunca, y se le conocieron varios amantes.

A los 20 años conoció al hombre que marcó para siempre su vida. Fue en una noche de fiesta poética, jugando a completarse poemas según la costumbre cordobesa de entonces. Su historia de amor y desamor con Ibn Zaydum (noble de excelente posición, con gran influencia política y el intelectual más elegante y atractivo del momento) se convirtió en una leyenda. Fue el choque de dos vanidades literarias, en la que ella tomó la iniciativa Tras unos amores estrepitosos, apasionados, públicos y versificados, pronto se rompió el idilio.
De esta relación nacieron varios de los poemas que se conservan de ella. Poemas que tuvieron la misión de ser cartas entre los amantes, dos expresan los celos, la añoranza y los deseos de encontrarse; otro, la decepción, el dolor y el reproche; cinco son duras sátiras contra su amante, al que reprocha entre otras cosas tener amantes masculinos, y el último alude a su libertad e independencia.

Cuando rompió su relación con Ibn Zaydum, se hizo amante del hombre fuerte de Córdoba, el visir Ibn Abdus, rival político y enemigo personal de Ibn Zaydun, al que privó de sus bienes y acabó metiendo en la cárcel. En esa época de cautiverio físico y amoroso escribió Ibn Zaydun sus poemas más famosos. Pero Wallada no quiso volver a verlo. Eso es lo que creó realmente la leyenda. Ibn Zaydun, tras recobrar la libertad, recorría de noche los palacios arruinados de Medina Al Zahara, símbolos de una pasión destruida. Cuenta la leyenda que toda Córdoba lo vio errante y ojeroso, enfermo de amor, y supo de sus poemas sumisos, implorando el perdón que nunca le fue concedido.
Arruinada en su fortuna y su crédito, Wallada recorrió la España de los reinos de Taifa, quizá también la cristiana, exhibiendo su talento y acaso otorgando sus favores, pero siempre volvió a Ibn Abdús, en cuyo palacio acabó viviendo aunque sin casarse con él y bajo cuya protección le sobrevivió, siempre altiva y hermosa, hasta cumplidos los 80 años.

Muere el 26 de marzo de 1091, día en que los almorávides entran en Córdoba.


Publicado por al-Andalus en 10:10 

jueves, 9 de mayo de 2019

EN BUSCA DE LA TUMBA DE BOABDIL


.EN BUSCA DE LA TUMBA DE BOABDIL.

El último rey moro de Granada, Boabdil «el Chico», murió en la ciudad marroquí de Fez en 1533, y su cadáver fue enterrado en un lugar donde ahora un equipo hispano-emiratí se propone sacarlo del subsuelo y de paso del desprecio con que la historia lo trató.

El proyecto es financiado por el emiratí Mustafá Abdulrahman y capitaneado por el cineasta español Javier Balaguer, quien prepara un documental y un largometraje de ficción sobre lo que llama «un hombre maltratado por la historia, pese a que le debemos la salvación de Granada y de la Alhambra».

Como es bien sabido, Boabdil perdió Granada en 1492, lo que significó el fin de Al Andalus, y se exilió con su familia en el vecino Marruecos, en lo que entonces era el Sultanato de Fez.

Sin mezclarse en luchas palaciegas de Fez ni desempeñar ningún cargo relevante, vivió 40 años más y murió discretamente en 1533, según refiere Virgilio Martínez Enamorado, que ha ejercido como asesor científico del proyecto hispano-emiratí.

.Enterrado en una «musalla»
Fue 150 años después cuando un historiador árabe llamado Al Maqarri, que decía haber conocido a los nietos de Boabdil, reveló que el rey depuesto había sido enterrado en una «musalla» (ermita) cercana a la Puerta de la Justicia de la medina de Fez, una de las más imponentes de la ciudad antigua.

La puerta ha cambiado de nombre, ahora se llama «Puerta del Quemado», pero la ermita sigue allí, en medio de un descampado que en los últimos días ha sido tomado por Balaguer, cámara en mano, y el geofísico Luis Avial, quien ha realizado una prospección del terreno con georradar y asegura que ya ha encontrado bajo la cúpula restos humanos de al menos dos esqueletos, más dos lápidas.

Las dos lápidas parecen ser un buen indicio, pues los sultanes y solían ser enterrados junto a algún santón, y esa ermita es conocida en el barrio como «la tumba de (el santo) Sidi Bel Kasem», aunque la memoria de Boabdil se haya perdido.

La maraña burocrática ha impedido que los expertos realicen una excavación arqueológica-forense
Sin embargo, la maraña burocrática marroquí -y, concretamente, saber quién da el permiso- ha impedido que los expertos puedan realizar una excavación arqueológico-forense y extraer restos que puedan pasar los análisis de carbono 14 y datar al menos su antigüedad, así como la edad o posible enfermedad que tenían esas personas al morir.
El ayuntamiento de Fez ha conminado a los diferentes ministerios potencialmente capaces de autorizar o bloquear las excavaciones -Cultura, Asuntos Islámicos, Interior- a que den una opinión definitiva para poder empezar las excavaciones la próxima semana.

El prestigioso forense vasco Francisco Echevarría, acompañado de un equipo de cuatro arqueólogos de la Sociedad Aranzadi, se ha comprometido con Balaguer a analizar los restos si llega el permiso, y asegura que en cinco días podrían extraerse huesos o dientes y su análisis demorarse solo dos meses.

El último descendiente de Boabdil
Si se confirmara que en la ermita hay enterrado desde hace cinco siglos un varón de unos 70 años, podría entonces cotejarse su ADN con el de un hombre aún vivo y residente en México. Este hombre asegura poder demostrar que pertenece al linaje de Boabdil, a partir de una hermana o una hija del rey granadino que tuvo que cristianizarse con el nombre de Isabela para permanecer en Granada, la cual tuvo un hijo con Fernando el Católico y sus descendientes «hicieron las Américas», siempre según Balaguer.

Existe además la posibilidad de buscar más restos del padre o el abuelo de Boabdil, que se saben enterrados en el castillo de la localidad de Almuñécar, cerca de Granada, asegura por su parte Abdulrahmán.

El mecenas emiratí -y es también la idea de Balaguer- quiere reivindicar la figura de Boabdil, ya que según él fue «un hombre de Estado, no un guerrero, un gran negociador que debe pasar a la historia porque prefirió, antes que la guerra, salvar la vida de todo un pueblo».

Boabdil fue un excelente político y un negociador
Abdelramán lamenta que Boabdil -proveniente de su verdadero nombre, que era Abú Abdallah o Abdillah en dialecto granadino de entonces- haya pasado a la historia como un cobarde o hasta un traidor, famoso por una anécdota que además es falsa: la de que su madre lo reprendió por «llorar como una mujer lo que no pudo defender como un hombre».
El emiratí prefiere subrayar que fue «un excelente político y un negociador» que supo preservar los derechos de los granadinos y que se llevó con él al exilio a varios miles de los que no quisieron quedarse en la Granada «reconquistada» (incluidos dos mil judíos).

«Fue un hombre víctima de las circunstancias históricas. Sería hermoso encontrar sus restos, pero, si no lo conseguimos, al menos habremos logrado que se hable sobre lo que fue: un gran hombre».

ABC.es
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jueves, 2 de mayo de 2019

MAIMÓNIDES


MAIMÓNIDES

Moshé ben Maimón o Musa ibn Maymun (en hebreo: משה בן מימון‎, y en árabe, موسى بن ميمون), también llamado desde el Renacimiento Maimónides ("hijo de Maimon") o RaMBaM (el acrónimo de sus iniciales en hebreo, רמב"ם), conocido entre los cristianos como Rabí Moisés el Egipcio (1135, Córdoba - 1204, Fustat, Egipto),1 fue un médico, rabino y teólogo judío de Al-Andalus de la Edad Media. Tuvo importancia como filósofo en el pensamiento medieval.



Biografía

Nació en Córdoba (España), el 30 de marzo de 1135,1 en el seno de una distinguida familia, por vía paterna, de jueces rabínicos, estudiosos y dirigentes comunitarios, documentada desde el siglo X y que pretendía descender del Rabí Yehudá ha-Nasí, de la (segunda mitad del siglo II), redactor de la Mishná. Su familia materna, por el contrario, era de humilde condición; su madre, que murió al darle a luz, era la hija de un carnicero; y su padre se volvió a casar. Era éste un erudito formado en Lucena por Rabí Yosef ha-Leví ibn Migash. Inició ya de pequeño sus estudios bíblicos y talmúdicos en la ciudad de Córdoba, pero en 1148 una ola de fanatismo almohade hizo que su familia tuviera que aparentar su conversión al Islam y cambiar a menudo de residencia por Al-Andalus. Vivió en la ciudad de Almería, donde dio cobijo en su casa a su maestro Averroes, hasta trasladarse en 1160 con sus hijos a Fez.2 Allí residió durante sólo cinco años, debido a la intolerancia almohade que les obligó a exiliarse, primero durante unos meses, en Palestina y finalmente en Egipto. Maimónides residió allí el resto de su vida junto a su familia, en la ciudad de Alejandría y después en Fustat (hoy El Cairo, Egipto), donde se ganó la vida ejerciendo la medicina en la corte del visir Saladino, y luego en la del visir al-Fadl, hijo mayor de Saladino. Con este oficio obtuvo una gran fama y admiración popular. En 1177 fue nombrado dirigente de la comunidad judía de Egipto. Murió en Al-Fustat el 13 de diciembre de 1204. Posteriormente su tumba fue trasladada a Tiberíades, en el actual Israel.
Su fama en la cultura europea se debe a su obra filosófica. Aunque ésta fuera muy discutida por el judaísmo, entre otras razones por su fuerte oposición al misticismo de los cabalistas y su influencia aristotélica, se le considera la mayor figura pos-bíblica (según el proverbio "De Moisés a Moisés no hubo otro Moisés"). En ciertos ámbitos más conservadores se le llegó a considerar hereje de su religión, en especial, por ser el responsable de convencer a los caraístas de apartarse de sus prácticas originales, y acercándolos al judaísmo rabínico.
Fue muy conocido por sus coetáneos como médico, dejando una importante huella en la tradición popular que muestra a Maimónides, sobre todo, como un médico a quien se atribuyen milagros que le elevan al nivel de santo, un sabio juez y un rabino.

Obra

En su juventud escribió poesías religiosas y una epístola en árabe.
Sobre sus conocimientos en medicina escribió un buen número de tratados, como el que dedicó al sultán Saladino, el Tratado sobre los venenos y sus antídotos el año 1199, al hijo del sultán, Al-Fadl, Guía de la buena salud (1198) y la Explicación de las alteraciones (1200).
Sus obras mayores de tema rabínico (talmúdico) son dos: un comentario en árabe de la Mishná, El Luminar (1168), también titulado Libro de la elucidación, y la Segunda ley o Repetición de la ley del año 1180, que constituye su obra magna y consiste en una amplia y minuciosa recopilación por materias de todas las leyes y normas religiosas y jurídicas de la vida judía (es decir, del Talmud).
Estas obras tuvieron mucha fama y le otorgaron numerosos discípulos. También es autor de obras filosóficas de gran peso en el pensamiento medieval, escritas durante los últimos años de su vida, como el Tratado sobre la resurrección de los muertos (1191).
La guía de perplejos (1190), mal apodada Guía de los descarriados, es la clave de su pensamiento filosófico y ejerció una fuerte influencia en círculos tanto judíos como cristianos y sobre todo escolásticos.
En ella establece una conciliación entre la fe y la razón dirigida a quienes vacilan entre las enseñanzas de la religión judía y las doctrinas de la filosofía aristotélica que entonces imperaban, demostrando que no hay contradicción en los puntos en que fe y razón parecen oponerse.2 Es decir, una conciliación entre el sentido literal de las escrituras y las verdades racionales, acudiendo a la interpretación alegórica en casos de conflicto.
Fue así que surgieron polémicas por parte de "antimaimonistas" —básicamente, por parte de un grupo de musulmanes que pretendían una lectura literal del Corán, los mutallajim— que lo tacharon de racionalista. A pesar de ello fue una obra muy comentada y de gran influencia en el mundo musulmán y la escolástica cristiana, por ejemplo en Santo Tomás de Aquino.
Como judío en territorio islámico tuvo una vasta formación en ambas culturas: la tradicional judía y la árabe profana (con sus incorporaciones de la griega), a partir de las enseñanzas de su erudito padre Maimum, por lo que escribió obras tanto en hebreo como en árabe, en una prosa que se caracteriza sobre todo por la sistematización y la claridad expositiva.
De Maimónides surge el movimiento intelectual judaico de los siglos XIII y XIV que se extendió por España y el sur de Francia. Partidario del realismo teológico ha llegado a ser considerado precursor de las ideas de Spinoza, pero filosóficamente no se le considera muy original por seguir básicamente a Aristóteles, apartándose de él en puntos que parecen contradictorios a las creencias y tradiciones judías. Por lo tanto, su carácter es conciliador.

Versiones de Mishné Torá (El código de Maimónides)

En el texto de Mishné Torá se agregaron con el correr de los años numerosos errores como será, en el texto de cada precepto, en sus divisiones o en comentarios. Las razones de los errores son de transcripción, que quedaron fijos en el texto. Ediciones en las cuales algunos de los transcriptores “corrigieron” el texto según su entendimiento y la censura de la Iglesia en ciertas naciones europeas (Hashkenaz) que alteró todas las referencias a ella y a sus puntos de vista (por ejemplo en las relaciones matrimoniales) del texto original. Si agregamos a esto el hecho de que el propio Maimónides corrigió el texto en varias oportunidades, nos encontraremos con que el texto actual no representa el original escrito por Maimónides.
Con el propósito de dilucidar el texto correcto y exacto, es necesario basarse en manuscritos y ediciones exactas, que no fueron influenciadas por los transcriptores ni por la censura. En numerosas oportunidades las versiones incorrectas fueron la causa de interrogantes sobre las palabras de Maimónides en su obra El Código de Maimónides, y en cuanto se dilucidó el error en el texto las interrogantes pasaron a ser irrelevantes.
Desde mediados del siglo XX se han impreso cuatro ediciones científicas de la obra:
La edición de Sabetai Frenkel. Edición en la cual hay comentaristas clásicos junto con otros, y asimismo un conjunto complejo de índices. Hasta ahora se han impreso todos los libros (la obra está dividida en 14 partes según temas. Cada una es llamada “libro”) excepto el libro del Amor (Ahava).
La edición del Rabino Iosef Kapaj. Edición basada fundamentalmente en manuscritos yemenitas a la que le fue agregada un resumen de los esclarecimientos de los comentaristas de Maimónides en el transcurso de las generaciones.
La edición “Mano Simple” (Yad Pshuta) del Rabino Nahum Eliezer Rabinovich. Edición basada en varios manuscritos (que cambian de tomo en tomo según su exactitud) con un agregado de comentarios originales. Hasta hoy se ha impreso aproximadamente la mitad de la obra.
La edición “El Código de Maimónides Exacto” del Rabino Itzjak Shilat. Edición sin comentarios en la cual se encuentran las versiones más conocidas contrapuestas y revisadas. Hasta el momento se editaron cuatro tomos. El plan original es editar dos tomos por año.
La edición que presenta las versiones basadas en manuscritos sin ningún comentario, con numerosos índices y en un único tomo (1000 páginas), fue editada por “Yeshivat Or VeYeshua” Mishne Tora en un solo tomo con 8 índices. La edición presenta la versión exacta y revisada del texto basada en la edición del Rabino Iosef Kapaj e incluye las diferencias de versiones más importantes respecto de las ediciones más renombradas.
En el marco del “Proyecto Mishne Tora (El Código de Maimónides)” de la Yeshivat Or VeYeshua, está planeada la edición de una versión de bolsillo, comentada según distintas obras de Maimónides. Hasta el momento fue editado el Libro del Conocimiento.

Guía de perplejos

Artículo principal: Guía de perplejos.
En Guía de perplejos se encuentra todo su pensamiento filosófico. Las ideas que muy probablemente influenciaron a Alfonso de la Torre en la Visión deleitable son:
Maimónides distingue tres grupos de seres creados:
los minerales, las plantas y los seres vivos (incluyendo al hombre), compuestos de materia y forma perecederas.
Las esferas y las estrellas, en las cuales la forma es permanente.
Los seres dotados de forma, pero sin materia, como son los ángeles.
Admite la creación como un acto conforme a la esencia divina, el cual abarca todos los seres, no tiene otro fin que a sí mismo y por lo tanto su duración es ilimitada.
Prueba la existencia de Dios a partir de argumentos aristotélicos, y afirma su unidad e incorporeidad.
El alma es una en esencia, pero tiene cinco facultades: la fuerza vital, los sentidos, la imaginación, el apetito (pasiones y voluntad) y la razón (libertad y entendimiento).
El entendimiento es la facultad que caracteriza al hombre, pero las demás le son comunes con la mayor parte de los animales. Éste puede ser pasivo (entendimiento material que sufre la acción de la vida orgánica, es inseparable del cuerpo e individual) o activo (adquirido o comunicado, separado del cuerpo).
Habla del estado profético, constituido por una iluminación superior a lo que cada uno puede aspirar que produce el máximum de ciencia y dicha, entendiendo la profecía como una emanación de Dios que se extiende por medio del intelecto a la facultad racional y después sobre la facultad imaginativa.
El hombre es libre y la libertad es una función de la inteligencia, y este intelecto, como forma del alma humana, es inmortal porque no necesita del alma para sus operaciones, sino que entiende separado absolutamente del cuerpo.
La resurrección de los cuerpos se debe a la fe pero la razón no la puede demostrar aunque tampoco negar y la admite como un milagro compatible con la creación.
El entendimiento constituye el verdadero fondo de nuestro ser, la parte inmortal del hombre y por eso el hombre debe encaminar todos sus actos a obtener la perfección suprema de esta facultad mediante el conocimiento de Dios; conocer y amar a Dios es el fin último de la vida.
El hombre es libre y esta libertad, actuando como tal, puede por sus solas fuerzas realizar el bien desinteresadamente.

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jueves, 4 de abril de 2019

UHAMMAS II Y MUHAMMAD III


MUHAMMAD II Y MUHAMMAD III

Abû `Abd Allâh Mohammed ben Mohammed (Granada, 1235 – Granada, 7 de abril de 1302), fue el segundo rey nazarí de Granada, como Muhammad II reinó entre 1273 y 1302 con el sobrenombre de al-Faqih ('el jurisconsulto') debido a sus conocimientos jurídicos y religiosos.
Biografía[editar]
Al acceder al trono contaba con una gran experiencia política y militar gracias a las tareas de gobierno que había venido desempeñando como visir de su padre, Muhammad I, cuya política de alianzas y pactos cambiantes habría de continuar.
El primer objetivo que se fijó como monarca fue acabar con la sublevación que los Banu Asqilula, gobernadores de Málaga y Guadix, mantenían viva desde el reinado de su padre gracias al apoyo que les prestaba Alfonso X de Castilla. Para ello, en 1274, firma una acuerdo con el rey castellano por el que, a cambio de 300.000 maravedíes y de la ruptura con los nobles castellanos que se habían rebelado contra su rey, este se comprometía a dejar de apoyar a los Banu Asqilula.
El incumplimiento de lo pactado por parte de Alfonso X lleva a Muhammad II en 1275 a buscar el apoyo de la dinastía de los benimerines, asentada en el Magreb. Su emir, Abu Yusuf Yacub, desembarca al frente de su ejército y se asienta en las plazas de Algeciras y Tarifa que les cede el rey nazarí.
Los benimeries, con el apoyo de Muhammad II y de sus rivales los Banu Asqilula, se enfrentan a las tropas castellanas entre agosto de 1275 y enero de 1276, logrando una importante victoria en Écija. Sin embargo, Abu Yusuf Yacub se vio obligado a volver a África para hacer frente a la rebelión interna que estaba sufriendo su propio reino. Durante esta primera campaña militar Muhammad II logró hacerse con Martos, tras lo cual firmó una tregua contra sus enemigos los Banu Asqilula.
En 1277 retorna a la Península Abu Yusuf Yacub y reanuda las campañas militares contra los castellanos, aunque en esta ocasión no contará con el apoyo militar de Muhammad II.
En 1278 se produce un cambio de alianzas cuando los Banu Asqilula ceden Málaga a los benimeríes, lo que lleva a Muhammad II a aliarse nuevamente con Alfonso X, quien envía una flota que logra bloquear Algeciras, aislando con ello a los benimerines de sus bases en el Magreb. Esta circunstancia permite a Muhammad II la toma de Málaga en 1279 sin lucha, ya que su gobernador cedió la ciudad a cambio de 50.000 dinares y de las plazas de Almuñecar y Salobreña.
Tras nombrar gobernador de Málaga a su primo y yerno, Abu Said Faraj, Muhammad II da un nuevo giro en su política de alianzas y pacta de nuevo con los benimerines con la intención de evitar la caída de Algeciras en manos castellanas. Tras derrotar a Alfonso X se produce una nueva ruptura entre los benimerines y los nazaríes, al incumplirse los acuerdos sobre la soberanía bajo la que deberían quedar tanto Málaga como Algeciras.
Esta ruptura desembocó en una nueva alianza de los benimerines y de los castellanos contra los nazaríes, que sufrieron el ataque de la coalición sobre su capital, Granada, en 1280 y 1281. Tras rechazar ambos intentos de tomar la ciudad, Muhammad II aprovechará los conflictos dinásticos que desde 1282 enfrentaban a Alfonso X con su hijo Sancho para aliarse con este y con el rey aragonés Pedro III.
En 1284 fallece Alfonso X y Muhammad II decide acabar definitivamente con los Banu Asqilula que aún conservaban las plazas de Guadix y de Comares. Aunque Comares se entregó sin lucha, Guadix se negó a entregarse y, tras pedir infructuosamente ayuda al nuevo rey castellano, solicitó apoyo militar a los benimerines, que nuevamente desembarcaran en la Península en 1285. Sin embargo, la muerte de Abu Yusuf Yacub en 1286 provocará un cambio de las prioridades benimerines, que a partir de entonces se van a centrar en el Magreb, por lo que el nuevo sultán Abu Yaqub acordará con Muhammad II la cesión de todas las plazas benimerines de al-Andalus con la excepción de Algeciras, Tarifa, Ronda y Guadix. Finalmente Guadix pasaría a manos nazaríes en 1288.
En 1291, Muhammad II firma una alianza con Sancho IV con el objetivo de expulsar a los benimerines de las tres plazas que aún conservan en la Península: Algeciras, que quedaría en manos castellanas, Tarifa, que pasaría a manos nazaríes y Ronda.
Tras colaborar en el asedió de Tarifa, que será tomada el 13 de octubre de 1292, Muhammad II basculará nuevamente hacia los benimerines al no obtener la prometida soberanía sobre la plaza conquistada. Para ello se desplazará a Tánger, donde en 1293 se entrevistara personalmente con el sultán, acordando que, tras la conquista de Tarifa, esta quedará en poder benimerín a cambio de Algeciras y Ronda. Se inicia entonces el asedio de Tarifa, plaza que resistirá al mando de Alonso Pérez de Guzmán que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Guzmán el Bueno.
La fracasada toma de Tarifa llevará a Abu Yaqub a abandonar definitivamente sus pretensiones territoriales en la Península, por lo que, en 1295, cederá a Muhammad II las plazas de Algeciras y Ronda que aún mantenía en su poder. Sin embargo, Ronda se rebeló y su gobernador, perteneciente a la familia de los Banu Hakim, se declaró independiente. La crisis se solucionará en 1296 cuando, tras llegar a un acuerdo, Muhammad II entró en Ronda.
Con esta última conquista, la integridad territorial del Reino de Granada se restituyó en su totalidad y Muhammad II se centró a partir de entonces en lograr su consolidación, para lo cual contó con los problemas dinásticos que habría de sufrir Castilla a raíz de la muerte de Sancho IV en 1295 que sería sucedido por Fernando IV de Castilla, de tan sólo 9 años de edad, y que deberá hacer frente a las pretensiones dinásticas de los Infantes de La Cerda. Este conflicto sucesorio permitirá la toma de las plazas fuertes de Quesada (1295) y la ciudad de Alcaudete (1300).
Muhammad II falleció en 1302, siendo sucedido en el trono por su hijo Muhammad al-Makhlû.

Muhammad III de Granada
Abu Abd Allah Muhammad Ibn Muhammad (Granada, 15 de agosto de 1257 – Almuñecar, 21 de enero de 1314). Tercer rey nazarí de Granada, reinó entre 1302 y 1309 como Muhammad III , y fue conocido con el sobrenombre de al-Makhlu (el depuesto) debido a que en 1309, fue obligado a abdicar a favor de su hermano Nasr.
Sucedió en el trono granadino a su padre Muhammad II continuando su misma política exterior al mantener las campañas militares contra el Reino de Castilla lo que le permitió en 1303 tomar la ciudad de Bedmar tras lo cual firmó un acuerdo con la otra gran potencia peninsular, el Reino de Aragón. Igualmente intentó consolidar sus relaciones amistosas con los benimerines apoyando a su sultán Abu Yaqub mediante el envió de tropas que colaboraron en el asedio que este mantenía sobre Tremecén.

Estas relaciones amistosas con aragoneses y benimerines se vieron pronto enfriadas cuando Muhammad III decide, en 1303, pactar una paz de tres años con el rey castellano Fernando IV al que le rindió vasallaje comprometiéndose al pago de un importante tributo anual. Este movimiento político provocó la firma de la Paz de Ágreda entre el rey aragonés Jaime II y el rey castellano Fernando IV.
Tras sofocar la rebelión que encabezó el valí de Guadix, su pariente Abu al-Hachach ben Nasr, Muhammad III vio asegurada su posición en la Península y pasó a centrar su atención en el norte de África. En 1306 armó una potente flota que tomó Ceuta y, tras expulsar a los hasta entonces aliados benimerines, se proclamó “Señor de Ceuta”.
La importancia estratégica de Ceuta llevó a castellanos, aragoneses y benimerines a firmar una triple alianza contra Granada en la que las tres potencias pactaron que tras la derrota de los nazaríes Aragón se anexionaría Almería, Castilla tomaría posesión de Algeciras y Gibraltar, y los benimerines recuperarían Ceuta.[Citation needed]
Esta alianza desencadenó una conspiración que, encabezada por Nasr, el hermano de Muhammad III, provocaría la abdicación de este y su destierro en Almuñecar donde fallecería en 1314.

Publicado por al-Andalus en 22:51 

miércoles, 3 de abril de 2019

BOABDIL Y MORAIMA


Boabdil y Moraima.

Abû ʿAbd Al·lâh «az-Zughbî» Mohammed ben Abî al-Hasan ʿAlî  (Granada, 1459 – Fez, 1533) fue el último rey de Granada, conocido como Muhámmad XII (quizás fue el undécimo sultán que llevaba el nombre de Muhámmad, y no el duodécimo, como gracias a la Yunna de Ibn ʿĀṣim podemos deducir ahora), miembro de la dinastía nazarí, llamado por los cristianos Boabdil o Boabdil el Chico y conocido popularmente en su tiempo con el sobrenombre .Al-Zugabi, "el Desdichado". Fue llamado por los castellanos y aragoneses "el Chico" no por su tamaño sino por su menor edad comparado con su padre y tío. Abú Abdil·lah en dialecto árabe granadino.
Quitó el trono a su padre, Muley Hacén y durante un tiempo estuvo en disputa por éste tanto con él, como con su tío, el Zagal. Abu 'Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdal-lah o Bu Abdil-lah, y de ahí el nombre castellano Boabdil, a quien se añadió el epíteto de "el Chico" para distinguirlo de su tío Abu 'Abd Allāh "el Viejo".
Biografía
Nacido en la Alhambra, hijo de Muley Hacén y la sultana Aixa, se sublevó en Guadix contra su padre en 1482 y accedió al trono gracias al apoyo de los Abencerrajes y de su propia madre. Combatió a su padre y su tío, quienes también se consideraban legítimos reyes de Granada.
Durante la batalla de Martín González, en el término municipal de Lucena, fue apresado por los Reyes Católicos. Su liberación implicó dar a Castilla la parte del reino que gobernaba el Zagal, lo que favoreció la penetración castellana y la finalización de la guerra el 2 de enero de 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos. Boabdil se aseguró la colaboración de las tropas castellanas en su exilio a Fez en 1493 ante la posibilidad de una rebelión del bando opuesto.
En 1492, los Reyes Católicos entran en Granada como castigo por la negativa de este reino a pagar los tributos que le exigen. En la Capitulación de Granada se establece que Boabdil ostentará el señorío de las Alpujarras y parte a Laujar de Andarax, donde establecerá su residencia.
Según una extendida leyenda española cuya veracidad no está atestiguada por ninguna documentación, al salir de Granada camino de su exilio en las Alpujarras, cuando coronaba un collado, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa:
«Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre»
Sultana Aixa, madre de Boabdil.

Debido a esto ese monte recibe el nombre del Suspiro del moro. Esta leyenda parte de la imaginación del padre Echevarría que en el siglo XVIII publica el libro Los Paseos de Granada en los que pretende denigrar la figura de Boabdil.
En su exilio alpujarreño, se instaló en la población almeriense de Laujar de Andarax siendo ésta su última residencia en la península ibérica. En Laujar, en 1493 falleció la última sultana de Granada, Morayma, esposa de Boabdil. En 1493 abandona la península con destino a Fez tras vender a los Reyes Católicos los derechos de su señorío y recoger los restos de sus antepasados en Mondújar, junto a Talará (Granada).

Semblanza

Julio Quesada-Cañaveral, VIII Duque de San Pedro de Galatino, en su Tesis Doctoral sobre Boabdil, lo describe así:
Boabdil era rubio, de mediana estatura, más bien alto y esbelto, de ojos claros de luz, tez pálida y semblante tranquilo. Su porte era majestuoso, y en los momentos más difíciles, demostró siempre su valeroso corazón y su arrogancia de raza. Fue bravo en las batallas, y aunque herido su cuerpo, como en la batalla de Loja, siempre conservó su dignidad de rey, su dignidad de raza y su dignidad de hombre de corazón, a pesar de tantas y tantas amarguras como tuvo que sufrir constantemente su espíritu y su voluntad.
La tradición en cambio le ha conferido un aspecto moreno de piel y pelo, tanto en la pintura como en el cine, como en la obra La rendición de Granada de Francisco Pradilla. Sin embargo, el caso más llamativo se da en la serie televisiva Requiem por Granada, en la que un Boabdil niño le comenta a su abuelo su impresión sobre Isabel la Católica: "demasiado blanca, y esos ojos tan azules, y el pelo amarillo... aquí haría raro, allí queda bien".

Morayma (Loja, 1467- Laujar de Andarax, 1493), última reina de Granada, esposa de Boabdil.
Familia
Fue la hija de Aliatar, señor de Xagra, alcaide de Loja, primer mayordomo de la Alhambra y alguacil mayor del Reino de Granada.
Descripción física
Los cronistas de la época la describían de la siguiente manera:
...la novia vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro, lástima, porque sus facciones son muy lindas y seductoras.
Un poeta musulmán asegura que Morayma tenía: Ojos grandes y expresivos en un rostro admirable, a través de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas caderas y un talle de clásicos y opulentos contornos.
Matrimonio
A los 15 años de edad contrajo matrimonio con Abū ʿAbd Allāh Muḥammad b. ʿAlī, conocido como Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí que gobernó Granada.
Pocos días después de la boda, Muley Hacén, su suegro, encarceló a su hijo Boabdil y a ella la confinó en un carmen (en Granada una casa con huerto y jardín), cerca de Cuesta del Chapiz.
Después de la batalla de Lucena, donde murió su padre y Boabdil cayó prisionero y fue mantenido en cautiverio en Porcuna, se retiró de la vida pública con sus hijos. Fernando II de Aragón liberó a Boabdil, que tuvo bien ganado el mote de . Al-Zugabi, "el Desdichado", con la condición de que sus hijos fueran entregados en custodia.
Ella no volvió a ver a sus hijos hasta 1492 después de la conquista de Granada. Ellos eran:
-Aixa después conocida como Sor Isabel de Granada.
-Ahmed
-Yusef
Tesoro de Morayma
«El tesoro de la casa o palacio Nazarita era copioso en toda suerte de preciosos rubíes, perlas de gran tamaño, zomordas singularísimas, turquesas de gran valor, toda suerte de adargas preservativas, equipos militares defensivos, instrumentos primorosos, utensilios peregrinos, collares de perlas en pedazos, sartales de aljófares para los cabellos, arracadas que aventajaban a las alcordes o pendientes de María (la Copta, concubina de Mahoma) en claridad, brillantez y hermosura, corazas holgadas de vestir, adornadas de oro, casco con orlas doradas, incrustadas de perlas intercaladas de esmeraldas con rubíes en el centro; cinturones plateados, anchos de formas y esmaltados en su superficie; adargas de ante, sólidas, sin poros, dulces al tacto y renombradas por su impermeabilidad; almimbares de abalorio; atailores de Damasco, cuentas de cristal, zafas de la China, copas grandes del Irac, vasos de Tabaxis y otras».
Destierro
A la caída de Granada, le fue ofrecido a su esposo un refugio en Laujar de Andarax, como rey de Alpujarra, allí residieron hasta su marcha hacia Fez, a finales del verano de 1493.
Muerte
Falleció poco antes de que el resto de su familia partiera hacia Fez y fue enterrada en la mezquita de Mondújar, a la que ya habían trasladado, desde la Alhambra, los restos de los sultanes Mohammad II, Yusef I, Yusef III y Abu Saad.
Cuando murió Morayma, según la costumbre musulmana, sus sirvientes lavaron su cuerpo y lo perfumaron con almizcle, alcanfor y otras sustancias aromáticas. Inmediatamente después, el cadáver fue envuelto en un sudario de color blanco sin coser ni en la cabeza ni en los pies. Tras este rito, Morayma fue colocada sobre unas parihuelas, cubierta con su hhaik (vestido). Un grupo de cuatro o cinco hombres, los de más confianza de Boabdil, portaron el cadáver junto a otro numeroso grupo de personas, se trataba del entierro de la reina, la última reina de Granada y única reina de la Alpujarra.
Llegados al cementerio y después de una breve oración, el cadáver fue colocado en la huesa sin ataúd. La inhumación de Morayma se realizó en una fosa estrecha donde el cadáver se colocó sobre la tierra mirando hacia La Meca. De esta forma, quedaba cumplido el deseo de Morayma de ser enterrada en Mondújar y con un estricto rito musulmán, ya que en vida y en su testamento dejó clara su profunda religiosidad.

Una vez depositado el cuerpo en su tumba, se colocó una laja de piedra y se construyó un túmulo de tierra formada por gradas de mortero o sillares de arenisca sobre la que reposaba una lápida.
Se supone que los restos de Morayma, así como los de algunos reyes y otros miembros de la familia real nazarita, fueron removidos y desperdigados al construir una variante de la carretera N-323, bajo la cual habrían quedado sepultados.
Testamento
Morayma dejó parte de sus tierras a Hamet Aziguy, Helil Açogayar y Mahomat Almeyres para que la cuidaran y labraran. También dejó dicho que la mitad de lo obtenido por el cultivo de las tierras lo entregaran a la mezquita, al alfaquí y a sus mayordomos.
Pidió que se rezara dos veces por semana sobre su tumba.

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