ABEN AL QUTIYYA.
Ibn Quzman
ABU BARK
MUHAMMAD IBN ABD AL AZIZ IBN IBRAHIM IBN AL KUTIYYA, más conocido como IBN AL
QUTIYYA , también es conocido como IBN AL KUTIYYA, IBN AL QUTIYAH o para los
latinos como ABEN AL QUTIYYA.
Ibn Al Qutiyya o Hijo de la Goda, nació en Sevilla y era descendiente de una familia de Cristianos Unitarios (Cristianos de de la Bética y Astigitania, que contaban con el apoyo árabe). De la unión de su tatarabuela Sara –nieta de Witiza (rey visigodo que gobernó sobre el Reino visigodo de Toledo desde 694 hasta su muerte) con Isa Ibn Muzahin, (uno de los conquistadores musulmanes de Al Andalus) nacieron dos hijos; el primero de ellos sería el bisabuelo de Ibn Al Qutiyya.
Ibn Al Qutiyya era Omeya, es decir, partidario de la revolución islámica y el nacionalismo a ultranza.
Aunque nacido en Sevilla se educó en Córdoba, donde residía su familia. Destacó en el estudio de la filología, aunque abarcara con fortuna otras ramas del saber. De la amplitud de sus conocimientos nos habla el hecho de que, interrogado el sabio oriental Abu Ali Al Kali por el califa Al Hakam II, acerca de quien consideraba que era el hombre más sobresaliente en lexicografía que había encontrado en Al Andalus, respondió al instante: “ Ibn Al Qutiyya”. Pese a ello, era hombre sumamente bondadoso y humilde.
Sin lugar a dudas la obra que le dio renombre, es su “Crónica de la Conquista de Al Andalus” (Ta’rif iftitâh al-Andalus), que alcanza hasta los tiempos de Abd Al Rahman III. Aunque resulte paradójico, Ibn Al Qutiyya se basó fundamentalmente en las noticias que le transmitían sus maestros, desdeñando las narraciones y relatos de su propia familia, que participó en todo el desarrollo de los acontecimientos. Acontecimientos que abarcan el período entre 711 y 912. De esta obra, que le dio gran fama en vida, destaca hoy la nula simpatía que sentía su autor por los cristianos.
La Crónica de Ibn Al Qutiyya es bastante interesante, ya no sólo porque da gran cantidad de noticias de una forma nada árida, sino sobre todo por la exactitud en las fechas. Pero quizás lo más novedoso e interesante de su obra sea el lugar preferente de los relatos protagonizados por personajes de etnia andalusí, aspecto que no es frecuente encontrar en otros historiadores, especialmente en los de la contrarreforma bereber. Así, explica la historia de los hijos de Witiza, en especial de Artobás; refiere las hazañas de Ibn Marwan, el gallego. También cuenta las narraciones del poeta nacionalista Garbib, o la sublevación de Umar Ibn Hafsun.
Se le atribuyen, además, libros gramaticales de gran valor, como el Libro de los verbos (Kitâb al-af’âl).
Fue un delicado poeta que versificaba con exquisita habilidad. Aunque su habilidad como poeta no alcance sus conocimientos como filólogo e historiador, aquí hacemos mención a su obra poética que, llena de frescura e imaginación, ha llegado en parte hasta nuestros días.
Murió en Córdoba 8 de noviembre de 977.
Ibn Quzman (Abén Quzman)
(1078-1160)
MUHAMMAD IBN ABD AL MALIK IBN QUZMAN más conocido simplemente como IBN QUZMAN O IBN QUZMÁN y en ocasiones también por la hispanización ABÉN O ABÁN QUZMÁN, fue un famoso poeta andalusí, nacido en Córdoba hacia 1078 y muerto en la misma ciudad en 1160, conocido por sus peculiares zéjeles escritos en árabe coloquial andalusí.
Se ha querido ver en su nombre una arabización del germánico Guzmán, algo que no era infrecuente en Al Andalus, pero otras fuentes señalan que el nombre Quzman está documentado ya en la Arabia preislámica, con lo que puede que sea árabe, aunque es un nombre inusual.
Perteneció a una noble familia cordobesa llamada de los Banû Kuzmân. Respecto a la fecha de su nacimiento, muy discutida por los biógrafos e historiadores. El se describe a sí mismo de muy buena imagen y figura, alto, rubio, de ojos azul claro, libertino y malcasado; igualmente se vanagloriaba de no saber nada y de no haber visto nunca el mar; podemos observar en su obra cómo esta última aseveración es dudosa, no obstante, es interesante personaje. De vastísima cultura, conocería los mejores poetas de la revolución andalusí, el amplísimo abanico de escuelas de pensamiento y filósofos, la jurisprudencia y la retórica, además de la historia, tradiciones y otros conocimientos científicos. Ostentó el título de nobilísimo visir, cosa que, como veremos más adelante, hizo constar en todos sus escritos, más en un sentido irónico y con sorna, que realmente por el título como tal, que por aquella época ya había perdido la importancia que tuviera antaño. Vivió de sus canciones y antologías, viajando por numerosas ciudades y pueblos, y participando en certámenes literarios y en toda clase de lances picarescos y libertinos. Es en su obra donde se refleja no sólo su biografía personal, sino la mejor exposición de todo el conjunto social que convivió y conformó la forma de ser y las relaciones sociales e individuales de la nación andalusí. Lo esencial de su obra se conserva en un único códice, que fue descubierto en San Petersburgo a finales del siglo XIX: se trata de su Cancionero o Diwan (antología poética), que es también el documento que proporciona los datos que se conocen sobre su vida, ya que en sus composiciones habla también de sí mismo: que tenía entre seis y ocho años en la batalla de Zalaca ,lo que permite conjeturar su fecha de nacimiento.
Ibn Quzman conocía bien la poesía árabe clásica, de autores célebres como Abu Tammam, Al Mutanabbi, Du Al Rumma, etc. Han llegado hasta nosotros algunas composiciones suyas de aire clásico, consideradas de poco valor frente a su Cancionero. Ésta es una obra original tanto por la forma utilizada, el zéjel, escrito no en la lengua literaria habitual sino en el dialecto local, como por los temas que toca, en los cuales a menudo reinterpreta de forma irónica tópicos de la poesía árabe clásica.
Ibn Al Qutiyya o Hijo de la Goda, nació en Sevilla y era descendiente de una familia de Cristianos Unitarios (Cristianos de de la Bética y Astigitania, que contaban con el apoyo árabe). De la unión de su tatarabuela Sara –nieta de Witiza (rey visigodo que gobernó sobre el Reino visigodo de Toledo desde 694 hasta su muerte) con Isa Ibn Muzahin, (uno de los conquistadores musulmanes de Al Andalus) nacieron dos hijos; el primero de ellos sería el bisabuelo de Ibn Al Qutiyya.
Ibn Al Qutiyya era Omeya, es decir, partidario de la revolución islámica y el nacionalismo a ultranza.
Aunque nacido en Sevilla se educó en Córdoba, donde residía su familia. Destacó en el estudio de la filología, aunque abarcara con fortuna otras ramas del saber. De la amplitud de sus conocimientos nos habla el hecho de que, interrogado el sabio oriental Abu Ali Al Kali por el califa Al Hakam II, acerca de quien consideraba que era el hombre más sobresaliente en lexicografía que había encontrado en Al Andalus, respondió al instante: “ Ibn Al Qutiyya”. Pese a ello, era hombre sumamente bondadoso y humilde.
Sin lugar a dudas la obra que le dio renombre, es su “Crónica de la Conquista de Al Andalus” (Ta’rif iftitâh al-Andalus), que alcanza hasta los tiempos de Abd Al Rahman III. Aunque resulte paradójico, Ibn Al Qutiyya se basó fundamentalmente en las noticias que le transmitían sus maestros, desdeñando las narraciones y relatos de su propia familia, que participó en todo el desarrollo de los acontecimientos. Acontecimientos que abarcan el período entre 711 y 912. De esta obra, que le dio gran fama en vida, destaca hoy la nula simpatía que sentía su autor por los cristianos.
La Crónica de Ibn Al Qutiyya es bastante interesante, ya no sólo porque da gran cantidad de noticias de una forma nada árida, sino sobre todo por la exactitud en las fechas. Pero quizás lo más novedoso e interesante de su obra sea el lugar preferente de los relatos protagonizados por personajes de etnia andalusí, aspecto que no es frecuente encontrar en otros historiadores, especialmente en los de la contrarreforma bereber. Así, explica la historia de los hijos de Witiza, en especial de Artobás; refiere las hazañas de Ibn Marwan, el gallego. También cuenta las narraciones del poeta nacionalista Garbib, o la sublevación de Umar Ibn Hafsun.
Se le atribuyen, además, libros gramaticales de gran valor, como el Libro de los verbos (Kitâb al-af’âl).
Fue un delicado poeta que versificaba con exquisita habilidad. Aunque su habilidad como poeta no alcance sus conocimientos como filólogo e historiador, aquí hacemos mención a su obra poética que, llena de frescura e imaginación, ha llegado en parte hasta nuestros días.
Murió en Córdoba 8 de noviembre de 977.
Ibn Quzman (Abén Quzman)
(1078-1160)
MUHAMMAD IBN ABD AL MALIK IBN QUZMAN más conocido simplemente como IBN QUZMAN O IBN QUZMÁN y en ocasiones también por la hispanización ABÉN O ABÁN QUZMÁN, fue un famoso poeta andalusí, nacido en Córdoba hacia 1078 y muerto en la misma ciudad en 1160, conocido por sus peculiares zéjeles escritos en árabe coloquial andalusí.
Se ha querido ver en su nombre una arabización del germánico Guzmán, algo que no era infrecuente en Al Andalus, pero otras fuentes señalan que el nombre Quzman está documentado ya en la Arabia preislámica, con lo que puede que sea árabe, aunque es un nombre inusual.
Perteneció a una noble familia cordobesa llamada de los Banû Kuzmân. Respecto a la fecha de su nacimiento, muy discutida por los biógrafos e historiadores. El se describe a sí mismo de muy buena imagen y figura, alto, rubio, de ojos azul claro, libertino y malcasado; igualmente se vanagloriaba de no saber nada y de no haber visto nunca el mar; podemos observar en su obra cómo esta última aseveración es dudosa, no obstante, es interesante personaje. De vastísima cultura, conocería los mejores poetas de la revolución andalusí, el amplísimo abanico de escuelas de pensamiento y filósofos, la jurisprudencia y la retórica, además de la historia, tradiciones y otros conocimientos científicos. Ostentó el título de nobilísimo visir, cosa que, como veremos más adelante, hizo constar en todos sus escritos, más en un sentido irónico y con sorna, que realmente por el título como tal, que por aquella época ya había perdido la importancia que tuviera antaño. Vivió de sus canciones y antologías, viajando por numerosas ciudades y pueblos, y participando en certámenes literarios y en toda clase de lances picarescos y libertinos. Es en su obra donde se refleja no sólo su biografía personal, sino la mejor exposición de todo el conjunto social que convivió y conformó la forma de ser y las relaciones sociales e individuales de la nación andalusí. Lo esencial de su obra se conserva en un único códice, que fue descubierto en San Petersburgo a finales del siglo XIX: se trata de su Cancionero o Diwan (antología poética), que es también el documento que proporciona los datos que se conocen sobre su vida, ya que en sus composiciones habla también de sí mismo: que tenía entre seis y ocho años en la batalla de Zalaca ,lo que permite conjeturar su fecha de nacimiento.
Ibn Quzman conocía bien la poesía árabe clásica, de autores célebres como Abu Tammam, Al Mutanabbi, Du Al Rumma, etc. Han llegado hasta nosotros algunas composiciones suyas de aire clásico, consideradas de poco valor frente a su Cancionero. Ésta es una obra original tanto por la forma utilizada, el zéjel, escrito no en la lengua literaria habitual sino en el dialecto local, como por los temas que toca, en los cuales a menudo reinterpreta de forma irónica tópicos de la poesía árabe clásica.
Se piensa que
Ibn Quzman fue el primer gran escritor que empleó el zéjel, que había sido
inventado por el zaragozano Ibn Bayya, y le dio su forma definitiva, puliéndolo
de las imperfecciones que a su juicio tenía.
Su Diwan o Cancionero contiene 149 zéjeles. El arabista Stern los dividió en dos clases:
• Los zéjeles moaxajeños, que son poemas de entre cinco y siete estrofas en todo similares a las moaxajas ( temas, forma, jarcha) salvo por el hecho de estar escritos en lengua coloquial en vez de en árabe clásico. Constituyen una tercera parte del Diwan.
• Los zéjeles propiamente dichos, sin límite de estrofas, de temas diversos, y que constituyen los dos tercios restantes.
Más que un poeta a secas, supone todo un acopio de estilos, costumbres, formas de ser y sentir la vida, que constituyen el mejor exponente y testigo de lo que debió ser aquella gran formación histórica andalusí.
Dedicó buena parte de los zéjeles a describir sus relaciones con jóvenes varones, las fiestas a las que solía asistir o los bailes e instrumentos musicales empleados en ellas. También habla de sí mismo y hace, como otros poetas, elogio de las personas que le protegen. De acuerdo con uno de sus zéjeles, hacia el final de sus días pareció arrepentirse de su vida disipada:
Ibn Quzman se arrepintió.
¡Bueno será para él si persevera!
Sus días pasados eran fiestas entre los días.
Pero después del sonar de atabales y adufes
y de arremangarse para el baile
Ahora sube y baja por la torre del almuédano.
Se ha hecho imam en la mezquita
y reza prosternándose e inclinándose.
Aunque también dejó escritas instrucciones para su muerte:
Cuando muera éstas son mis instrucciones para el entierro:
dormiré con una viña entre los párpados.
Que me envuelvan entre sus hojas como mortaja
y me pongan en la cabeza un turbante de pámpanos.
Ibn Quzman es el exponente más preciso del sentimiento general de la sociedad andalusí
Su Diwan o Cancionero contiene 149 zéjeles. El arabista Stern los dividió en dos clases:
• Los zéjeles moaxajeños, que son poemas de entre cinco y siete estrofas en todo similares a las moaxajas ( temas, forma, jarcha) salvo por el hecho de estar escritos en lengua coloquial en vez de en árabe clásico. Constituyen una tercera parte del Diwan.
• Los zéjeles propiamente dichos, sin límite de estrofas, de temas diversos, y que constituyen los dos tercios restantes.
Más que un poeta a secas, supone todo un acopio de estilos, costumbres, formas de ser y sentir la vida, que constituyen el mejor exponente y testigo de lo que debió ser aquella gran formación histórica andalusí.
Dedicó buena parte de los zéjeles a describir sus relaciones con jóvenes varones, las fiestas a las que solía asistir o los bailes e instrumentos musicales empleados en ellas. También habla de sí mismo y hace, como otros poetas, elogio de las personas que le protegen. De acuerdo con uno de sus zéjeles, hacia el final de sus días pareció arrepentirse de su vida disipada:
Ibn Quzman se arrepintió.
¡Bueno será para él si persevera!
Sus días pasados eran fiestas entre los días.
Pero después del sonar de atabales y adufes
y de arremangarse para el baile
Ahora sube y baja por la torre del almuédano.
Se ha hecho imam en la mezquita
y reza prosternándose e inclinándose.
Aunque también dejó escritas instrucciones para su muerte:
Cuando muera éstas son mis instrucciones para el entierro:
dormiré con una viña entre los párpados.
Que me envuelvan entre sus hojas como mortaja
y me pongan en la cabeza un turbante de pámpanos.
Ibn Quzman es el exponente más preciso del sentimiento general de la sociedad andalusí
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