JUEGOS DE GUERRA Y ACOSO DE FIERAS EN
AL-ANDALUS Y
REINOS CRISTIANOS PENINSULARES IBÉRICOS
Rodríguez López, Juan
Universidad de Granada
Sucesivamente mostraremos
algunos juegos de guerra y de acoso de fieras en al-Andalus, en los
reinos cristianos, a través
de la crónica de Lucas de Iranzo y, por último, propondremos una vía
de explicación del
significado de estos juegos medievales.
I) Juegos en al-Andalus
La cultura de Al-Andalus,
y con ella las importantes manifestaciones deportivas, tiene un
componente Oriental y
comienza a desarrollarse tras una primera pacificación, algo después de la
conquista, tal como afirma
Gamal ´Abd Al-Karin1:
Los viajes y emigraciones
que se realizaron durante toda la dominación musulmana hacia
la península Ibérica y
entre Este y Oriente, concretamente a partir de fines del emirato de
‘Abd al-Rahman I, pues
durante los primeros años de la conquista y, sobre todo durante
el emirato dependiente de
Damasco (710-755), el ambiente de luchas intestinas no
favorecían el estudio ni
los viajes con fines culturales. Así, una vez llevada a cabo la
pacificación de
al-Andalus, y tras aquellas primeras décadas de disturbios, surgen los
primeros brotes de una
cultura que, transplantado, pronto habría de florecer
Las comunidades de
cristianos y judíos fueron toleradas a cambio de tributos y la población de
al-Andalus resultó una
mezcolanza de razas y religiones. Para poder mantener la paz en los
territorios tuvieron que
acudir a políticas de pactos y alianzas. El reino nazarí de Granada (1238-
1492), sobresale en la
clase de juegos que hemos elegido en este estudio. Última dinastía reinante
en España, fundado por
Muhammad, también llamado al-Ahmar (el Magnífico), se declaró
vasallo y aliado del rey
de Castilla, y con ello, Granada consiguió su estabilidad y permanencia;
lograda la paz la
población se triplicó, creció la industria y se fomentaron las artes y las
ciencias;
comenzó la edificación de
la Alhambra, que sus descendientes irán engrandeciendo. La ciudad
palatina de la Alhambra
será uno de los escenarios deportivos más importantes según las fuentes
literarias y pictóricas .
Se suele destacar la
propensión a la fiesta de los andalusíes y la celebración tanto de fiestas
islámicas como de algunas
cristianas, imitando a los mozárabes, por ejemplo Navidad y Año
Nuevo. Sobresalientes eran
las fiestas de entrada de la primavera (Nayruz) con desfiles de
caballos2 y regatas en el
río Guadalquivir y de entrada del verano (Mahrayan) con hogueras y
bailes en los patios, en
las que participaban también los mozárabes.
Los acontecimientos
familiares reales eran frecuentemente ocasión de fiesta general de la
población y de celebración
de juegos deportivos, tal como acontecía en los reinos cristianos.
El excelente estudio de
Rachél Arié3, muestra que los juegos de guerra y acoso de fieras en al-
Andalus, son tardíos y las
fuentes, casi exclusivamente procedentes del reino nazarí
granadino, especialmente a
partir del reinado de Muhammad V4.
2
El arte de la equitación y
las carreras de caballos en al-Ándalus son posteriores al siglo X, ya
en la decadencia omeya.
Habrían llegado a la península con los jinetes magrebíes,
principalmente de
Ifriqiya, experimentarían cierto auge en los reinos de Taifas y sobre todo en
el reino y dinastía nazarí
que lo convertirán en pasatiempo favorito. Muhammad V es descrito
como jinete consumado5,
muy aficionado a asistir a las carreras de caballos6.
En las Cantigas de Alfonso
X, aunque apenas ofrece información sobre juegos ecuestres y de
armas, encontramos una
alabanza a esos jinetes benimerines –“cenetes”-, que parece reforzar la
idea de la excelencia de
lo ecuestre en el reino nazarí, con el que estuvieron relacionados
especialmente; se trata de
la Cantiga profana N° 43 en donde aparece: “Después que el cenete
espolea su caballo veloz;
el coteife se estremece y se desmorona de pavor” 7
De la fiesta de
circuncisión del hijo de Muhammad V, tenemos noticia de la celebración de
uno de los juegos de
manejo de armas típicamente medieval, el juego de la tabla, consistente
en lanzar a galope unos
palos al blanco de madera.8 Rachel Arié hace la observación de que
“no parece que se
practicara antes de los nazaríes”. Ello solo es posible si pensamos en el
origen de la dinastía
nazarí –en 1238-, y no en el reinado de Muhammad V, pues la cantiga
profana n° 47, de Alfonso
X, unos cien años anterior a este rey, ya informa de la práctica en
los reinos cristianos de
“lanzar al tablado” y “bafordar”, que parecen ser el juego de la tabla.
Ni tampoco me siento
pagado de lanzar al tablado, así Dios me ampare, ni de bafordar
(juego de armas); y andar
de noche armado lo hago con desagrado y el andar de ronda;
pues me pago más del mar
que de ser caballero; porque ya fui marinero y me quiero hoy
guardar más del alacrán, y
a lo que fui primero tornar9
Cantiga que, por cierto,
refleja rechazo de la vida militar y de los juegos en relación con la
preparación militar,
quizás cuando las cosas le van mal a Alfonso X, retirado a Sevilla y
depuesto por su hijo
Sancho.
En cuanto a los combates
de fieras, el origen directo de la afición de los granadinos
musulmanes, lo sitúa
Rachel Arié en el occidente musulmán, en los magrebíes, pues se puede
testimoniar un combate
entre león y toro –con muerte del león-10, presenciado por el sultán
mariní y el embajador
granadino Ibn al-Jatib, en 1351, todavía en el reinado de Yusuf I, padre
de Muhammad V. En Granada
se imitarían, pero enfrentando un toro a varios perros: en una
palestra rodeada de
empalizada, perros entrenados muerden las orejas del toro, luego salen
jinetes que pican al toro
y le dan muerte.11 De nuevo, Muhamad V era buen aficionado a
presenciar estas luchas e
incluso intervenir en ellas.12
Para la autora son el
antecedente de las corridas de toros de España. Veremos como en época
de Enrique IV -1454-1474-,
cien años posterior a los combates de animales relatados en
territorio musulmán,
juegos de correr toros tenían lugar en reinos cristianos. Pero, en realidad,
la presencia de las luchas
de toros como espectáculo y juego popular en el reino de Castilla
son muy anteriores a los
relatos musulmanes, pues el Código de la Siete Partidas de Alfonso
X (1252-1284) y Fernando
IV (1295-1312) los menciona: en la Partida 1, ley 57, título 1,
prohíbe a los prelados su
asistencia a estos espectáculos y en la Partida 7, la ley 4, coloca
entre los “infamados” a
los que lidian con las fieras por dinero. Por tanto, en la segunda mitad
del siglo XIII están
desarrollados los juegos populares y espectáculos con toros en los reinos
cristianos e incluso
existen profesionales, mucho antes del acontecimiento de 1351
presenciado por Ibn
al-Jatib en la corte mariní y citado por Rachel Arié.
Observamos un cierto
paralelismo entre reyes cristianos y reyes musulmanes en lo que se
refiere a costumbres
“deportivas”. Si Muhammad V intervenía en luchas de fieras, también,
por esas fechas, del rey
de Castilla Enrique III (1390-1406) sabemos que también gustaba de
3
ello; sobre los festejos
de recibimiento al rey en Sevilla tras el cerco de Gijón, dice del rey la
Crónica de Pedro Nino13:
E algunos corrían toros,
en los cuales no fue ninguno que tanto se esmerase con ellos, así
a pie como a caballo,
esperándolos, poniéndose a gran peligro con ellos, e faciendo
golpes de espada tales,
que todos eran maravillados
El paralelismo entre reyes
y culturas se extiende a los torneos y justas. Muhammad V, desde
adolescente, participaba
en estos juegos de armas y los granadinos destacaron en los torneos
en campo cerrado.14 Puede
haber existido una permeabilidad de formas mutua, aunque, quizás como
excepción, una modalidad
caracterizada por ágiles evoluciones en espacio circular cerrado,
característica de los
musulmanes de Egipto, Siria e Irak no se practicó por los magrebíes ni por los
musulmanes españoles.15
Las fuentes permiten
reconstruir bien el escenario de las justas y torneos granadinos y de otros
juegos
de armas practicados en
Granada; se celebraban en plazas públicas y destacaban especialmente tres
lugares: la plaza de Bab
al-Ramla junto al río Darro (“Bibrrambla”); la de Bab al-Tawwabin
(“Bibataubin”, “Puerta de
ladrilleros”, hoy Carrera de la Virgen) y la explanada de la Tabla de la
misma Alhambra, cerca de
la Torre de los Siete Suelos.16
Éste último escenario
parece ser el recogido en pintura sobre un panel de madera conservado en el
museo de la Alhambra y
encontrado en 1863 en uno de los pasillos que dan al Patio de los Leones. El
fondo del panel representa
la fachada sur de la Alhambra, desde la Puerta de la Justicia hasta la
Torre de Siete Suelos.
En la escena se enfrentan
dos caballeros cristianos, por la vestimenta de cota de maya (79).17
Se ha interpretado que
refleja un duelo real de 1414 -en el que el sultán granadino se ofreció
como mediador-.18 Se sabe
de otros duelos entre caballeros cristianos en suelo granadino, y
entre castellanos y
granadinos en los últimos avatares de la Reconquista, aunque algunos
pueden ser relatos
imaginativos de la literatura española del XVI, por ejemplo de Ginés Pérez
de Hita.19
Un bello y detallado
relato del juego de cañas nos ofrece Munzër, celebrado muy
posiblemente en el mismo
escenario –entre la Puerta de la Justicia y la Torre de los Siete
Suelos- representado en el
panel descubierto en 1863 y del que hemos hablado. Ocurrió dos
años después de
conquistada la ciudad, el 26 de octubre de 1494, víspera de la fiesta de San
Simón
y San Judas.20 El
gobernador de Granada –conde de Tendilla- escogió a cien caballeros:
... en cierta explanada de
más de ciento treinta pasos de longitud que hay en la Alhambra
destinada a este género de
ejercicios. Divididos en dos cuadrillas comenzaron los unos a
acometer a los contrarios
con largas cañas,21 agudas como lanzas; otros, simulando una
huída, cubríanse la
espalda con adargas y broqueles, persiguiendo a otros a su vez, y
todos ellos montados a la
jineta en corceles tan vivos, tan veloces, tan dóciles al freno,
que no creo que tengan
rival. El juego es bastante peligroso, pero con este simulacro de
batalla acostúmbranse los
caballeros a no temer las lanzas de veras en la verdadera
guerra. Después con cañas
más cortas a modo de flechas, y a todo correr de los caballos,
hicieron tiros tan
certeros como si las dispararan con ballesta o con bombarda. Nunca vi
tan bizarro espectáculo.22
También tenemos noticia de
que el juego de cañas se practicaba con entusiasmo en Jaén por los
andaluces, en el día de
San Juan.23
Algunos datos sugieren que
el juego de cañas era bastante emblemático de los nazaríes, aunque no
exclusivo: ante el
soberano castellano Juan II (1405-1454) una embajada granadina tuvo gran éxito
en
una demostración del juego
de cañas24, y entre los regalos que Muhammad VIII hacía a Alfonso V de
Aragón -conocidos por una
carta de 1418-, había un valioso equipo de juego de cañas.25
4
J. Samsó26, historiador de
la ciencia de al-Ándalus recoge, dentro del acervo científico de
influencia oriental, cinco
libros nazaríes sobre “hipología”, que confirman la importancia de la
equitación entre los
granadinos. Los libros27 tratan cuestiones biológicas, arte y aprendizaje de la
equitación, torneos y
armas de caballeros. Tres de ellos están dedicados a los monarcas nazaríes
Muhammad I (“Al-Ahmar”) y
Muhammad V.
II) Juegos en los reinos
cristianos
Parece observarse que los
juegos medievales son inseparables de la fiesta religiosa y política, en
la que con frecuencia
participa, o se hace participar a todo el pueblo –lo cual, no deja de tener
fuerte significado e
importancia política. Religión, política, banquetes, juegos, con la
participación de todo el
pueblo, formaría un conjunto casi inseparable, que Huizinga llamaría
“juego” o “esfera del
juego” y que se caracteriza por romper con la vida corriente, no ser la vida
corriente.
Recogeremos los juegos
relatados en la Crónica Miguel Lucas de Iranzo28 incluida en el
Memorial histórico español,
que aporta información interesante sobre nuestro tema de juegos
medievales de mediados del
siglo XV. Narra los acontecimientos de la boda del Condestable -
máximo jefe militar- de
Enrique IV de Castilla, y del nacimiento y bautizo de su primera hija.29
Después de la misa del
desposorio regresan a la posada del Condestable. Se comienzan a celebrar
los festejos; banquetes,
bailes, mimos, juegos de cañas y suelta de toros forman parte del
programa de las bodas. En
los juegos de cañas intervienen hasta cuatrocientos hombres divididos
en dos bandos que se
enfrentan a modo de batalla:
El Comendador de Montizón
(hermano del Condestable) de un cabo con fasta dozientos
cavalleros christianos, y
de la otra parte el asistente Fernando de Villafañe con otros
dozientos cavalleros
moriscos con barbas postizas y tiznadas, con muchas trompetas y
atavales y añafiles, con
muchas antorchas y faraones, andovieron corriendo y dando
gritos por todas las
calles, y vinieron delante de la posada del señor Condestable, estando
el con otros muchos
cavalleros alto en la torre de ella mirando, y alli escaramuzando un
rato y faziendo muchos
juegos de guerra. Y esto fecho descavalgaron y entraron en
palacio do tantas serian
las gentes y las danzas, y corros y bayles y juegos y momos y
personages y de tantas
maneras, que no se daban lugar unos a otros, y todos andaban
como locos de plazer. Los
cuales plazeres, alegrías, corros y juegos duraron por ocho días
continuos o más 30
Los recién casados asisten
a vísperas al caer la tarde en otra Iglesia y a los pobres y vecinos
de la ciudad se les
reparten ricos y abundantes alimentos.31 Las campanas llenan de alegría y
estruendo la ciudad
durante todo el día y durante toda la noche.32
En 1465 la condesa da a
luz y el acontecimiento se celebra durante diez días:
ca como nació, luego
tocaron las trompetas y atavales a á la hora, como se supiere por
toda la ciudad así se
alteraron grandes y chicos de una alegría tan grande que todos los
ministriles y otras
personas desampararon sus oficios, y casas y tiendas, hombres y
mugeres, se travaron en
coro, asimismo cavalleros y escuderos, regidores y jurados,
letrados, licenciados y
bachilleres en cuerpos, sin mantos con muchos panderos y gritas; y
así vinieron a su posada y
anduvieron por todas las calles faziendo grandes alegrías.33
Después de comer, el
condestable, montado a la jineta con traje morisco de seda de muchos
colores y acompañado de
sus hermanos y cuatrocientos hombres a caballo, va a la plaza
mayor y allí se hicieron
de nuevo juegos de cañas; mientras, las mujeres iban a saludar a la
señora.
5
La condesa había dado a luz
un lunes, y al domingo siguiente “allegando plazeres a plazeres y
fiestas a fiestas”, se
soltaron seis novillos34. Acudió gente de toda la comarca y, el
Condestable y la nobleza,
incluidas “dueñas y doncellas” lo presencian desde los “miradores
de la posada del Obispo”:
los cuales toros fueron
tales y tan bravos que nunca hombres mejores los vieron, tanto
que alcanzaron y
trompicaron con los cuernos quinze o veinte personas; pero plugo a
nuestro Señor que ninguno
no peligró, ni murio. Demás de ésto, como en las gradas del
pilar estuviese mucha
gente, cuando el toro venía por allí, por fuir cayan muchos en el
dicho pilar, y el toro en
pos de ellos, que era el mayor plazer del mundo mirallo 35
Esa noche se ofreció un
banquete para los hidalgos. La celebración del bautizo tiene lugar a
los ocho días en la
catedral adornada con todo su esplendor; y la crónica nos ofrece, con este
motivo, una sucinta pero
emocionante descripción de juegos con animales, consistente en la
suelta de dos osos que
serán guiados por caballeros y por la multitud hacia el palacio del
Condestable:
y en tanto que ella se
bautizó estaban en la Cruz cerca del castillo nuevo muchos
cavalleros y escuderos
vestidos de hábitos de monteros, e mas de dos mil o tres mil
hombres con muchos canes
corriendo dos osos por aquellas peñas abajo, y así vinieron
por toda la ciudad fasta
la posada de dicho Señor tañiendo muchas vocinas... a todos... fue
mandado dar colación de
muchos confites y conservas de mui finos vinos a la noche 36
III) La explicación de los
juegos medievales
Proponemos para una mejor
explicación y comprensión de los juegos medievales cuatro teorías
de autores, todos ellos
funcionalistas excepto R. C. Bell -que situamos entre los difusionistas-.
Las explicaciones más
características en historia son funcionalismos de índole socio-económica;
esta tarea la depositamos
en Fossier, autor especialista de Edad Media; en Huizinga, nos parece
encontrar un claro y
particular funcionalismo “cultural”, absolutamente separado de los
funcionalismos socioeconómicos
y en los autores M. Avedon y Sutton-Smith, que se declaran
expresamente
funcionalistas, se aporta una visión netamente psicológica que suele estar
ausente
de las explicaciones
históricas del juego. Quisiéramos destacar la absoluta diferencia entre ellas y
su complementariedad para
una comprensión que se acerque algo más a la compleja realidad del
significado de los juegos.
A) Funcionalismo
socioeconómico de Fossier
Sobre los aspectos
internos de la vida de las personas de la Edad Media Bueno Domínguez37
expresaba su convicción de
semejanza con el hombre actual
Pensaba, y hoy sigo
pensando, que las personas, no fueron diferentes en sus formas de
sentir y de percibir las
sensaciones a las de hoy (...) Así, aspectos como la autoestima, el
quererse a uno mismo, el
tener una actitud positiva ante la vida, la independencia y
libertad, tan manejados en
la actualidad, se valoran igual en la edad media
Es posible que, en
esencia, seamos bastante parecidos los señores de la Edad Media y los
actuales, pero también es
cierto que el contexto social es bien diferente. Sigamos para explicarlo
las ideas de Fossier38:
6
Con un contenido viril y
moral particularmente exaltado, incluso para la Iglesia, la
caballería se convertía en
símbolo de la actitud noble por excelencia. Esta sublimación
tiene origen de clase, más
reforzada en el siglo XV que en el XIII. El género de vida del
caballero y sus reacciones
no pueden ser como las del vulgo. Entre las causas de la
aparición de esta
mentalidad destaca la consolidación de la aristocracia dominante, que
desea distinguirse de los
plebeyos. En un momento en que la base territorial de la nobleza
empieza a tambalearse
debido a la disolución de los dominios, la expansión demográfica
y el despertar campesino
(es decir, a finales del siglo XI en los países más avanzados), la
aristocracia se aficiona,
cada vez más, al oficio de las armas, símbolo de su superioridad,
tipo de actividad
específica del ocioso.
El prestigio de las armas
fue creciente. Desde el siglo IX se crean pequeños ejércitos por la
imposibilidad de convocar,
conducir y equipar a campesinos.
La caballería pesada se
convierte en el arma decisiva y también en el arma de los ricos:
armamento y caballo podían
equivaler a la renta de 150
hectáreas a principios del siglo XII y a la
de 500 hectáreas a
finales del XIII. El costo de la investidura podía ser considerable e incluso
el
resultado del torneo se
traduce en ganancias o pérdidas directas
Muchos caballeros
endeudados por su propia investidura, no pudieron hacer gala de su
propia dignidad, y
tuvieron que vivir de rescates pagados por sus adversarios capturados
en torneo o combate,
llegando a obtener el reembolso de su montura “afligida”
(restauratio equorum, o
restour).
La dedicación al
entrenamiento militar ha justificado a lo largo de la historia muchas formas
deportivas. Así ocurre con
los torneos medievales e incluso con la caza o el acoso de fieras:
Al perfeccionarse el
combate (lanza sujeta a lo largo del cuerpo, arzón y perilla, estribos)
no basta con ser rico para
comprar un yelmo, una cota y uno o dos caballos de guerra.
Hay que dedicase por
completo a la preparación. Son indispensables la caza, abundante
comida y todos los
deportes, así como los torneos, contra los que Inocencio II clama en
vano. En ellos se libran
furiosos combates en grupo con armas reales, con heridos,
cautivos y muertos, una
brutal costumbre, cuyo origen desconocemos, como no sea esa
especie de “fantasía” de
los guerreros germanos del siglo VIII
La Iglesia intervendrá
sacralizando la caballería. Ciertamente el rito de investidura y el propio
oficio de las armas eran
profanos en su origen, pero con esta intervención, que tiene diversas
manifestaciones, se crea
un orden de gentes de armas, del mismo modo que existía un orden de
clérigos. En 1950 en
Maguncia, la investidura era precedida de una velada piadosa. En el siglo
XI se generaliza la
bendición de las armas. En el ritual un clérigo entrega las armas al caballero.
Lo más importante es el
juramento del caballero: al consagrar su espada jura que solo la utilizará
en defensa de la justicia.
El desarrollo de las instituciones de paz con el juramento impuesto a los
nobles fue el principal
instrumento de la Iglesia.
Por último, la caballería
al ser sacralizada por la Ilglesia, se convierte en una mentalidad
después de ser un modo de
vida. El caballero tiene que obedecer a un código de honor en
el que es tan importante
el servicio de las armas como el servicio a las damas. Animado
por el espíritu cortés
combina la valentía en el combate, una fe ardiente y una devoción
absoluta a las personas a
las que ha decidido servir. Dado que no todos reúnen estas
cualidades, la realidad
debe tolerar caballeros perezosos, malvados o descorteses. No
todos pueden ser San Luis,
es más fácil encontrar caballeros como Ricardo Corazón de
León
7
Los jóvenes nobles son
adiestrados juntos en el manejo de las armas. No se identifican con los
plebeyos, que no pueden
compartir sus hazañas, ni tampoco con los clérigos. Su camaradería se
torna en agresividad
contra los que ocupaban los puestos cuando se retrasa el cumplimiento de
sus reivindicaciones y la
satisfacción de su afán de poder
Fueron muchos los que por
no seguir siendo escuderos, simples “donceles” con 20 años
cumplidos, y permanecer
bajo la autoridad de su padre o su hermano, que apenas les daba
oportunidad de divertirse,
ir a los torneos, o sencillamente, hacer fortuna, partieron en su
busca por los caminos o a
Siria.
Conviene anotar que del
protagonismo de las fuentes literarias, dice Werner Rösener39, quedan
relegados los campesinos,
tanto en los reinos cristianos como en Al-Andalus. En poblados y
aldeas, al contrario que
en las ciudades, lo individual queda supeditado a lo colectivo: “El
campesino carece de
historia (...) El campesino es el hombre eterno al margen de las culturas, que
radican en las ciudades”
de Spengler 1922 “La decadencia de Occidente”.
B) El difusionismo de R.
C. Bell
R. C. Bell40, en una
teoría ecléctica e histórica del juego, insiste en la alegría como
característica primordial,
hasta el punto de que su atractivo reside en el puro placer de
entretenerse; y este
placer intangible le distinguiría del deporte profesional, que procede de la
transformación de algunos
de estos juegos y en donde lo más importante –dice- es vencer. El
deporte es, pues, para el
autor, una transformación reciente y negativa de algunos de estos
juegos.
Cita el “Libro de los
juegos” de Alfonso X el Sabio, que dirigió un grupo de expertos que
deberían plasmar el
conocimiento de distintas áreas. Los juegos fueron incluidos entre los
temas importantes junto
con la historia, el derecho, la religión, la astronomía y la magia. Y
ello nos da una idea de su
importancia en la forma de vida del medievo:
Dios quiso dar a los
hombres toda clase de alegrías en la vida, para que disfrutando de
ellas, lograsen soportar
mejor las penas y trabajos que pudieran sobrevenirles. Y los
hombres buscaron muchas y
muy diversas maneras para que esa alegría pudiesen haber
cumplidamente.
Según R. C. Bell los
juegos descritos en el libro de Alfonso X y practicados por los moriscos,
databan del antiguo
Egipto; los juegos de tablero estudiados en el manuscrito habrían viajado
a través de casi medio
mundo, con una historia de más de un milenio. El juego se nos muestra
como un impulso universal
sin fronteras culturales ni lingüísticas. Muchos juegos parecen ser
comunes a los seres
humanos de diversas partes del mundo.
En este “difusionismo”
geográfico e histórico, las formas de los juegos habrían permanecido,
aunque con diferencias que
aportan interesante información de las culturas receptoras, a modo
de espejo de cada
civilización o cultura, sus aspectos simbólicos y políticos. De Demóstenes
toma la siguiente
sentencia en referencia a los juegos de los griegos: “nuestro carácter
depende de estos nobles y
honorables afanes”.
Bien patente queda en los
relatos y explicaciones de Huizinga sobre los torneos en “El otoño
de la Edad Media”41 el
carácter irrepetible del hombre medieval occidental: pasión, orgullo,
valor, deformación de la
realidad, recargamiento barroco, sueño de heroísmo y de amor…Del
mismo modo queda bien
patente la permeabilidad y semejanza de las formas de los juegos
que encontramos en
al-Andalus y los reinos peninsulares en la Edad Media.
8
C) El funcionalismo
cultural de Huizinga
Nada menos que el avance
de las sociedades sería para Huizinga la función del juego, en base a
la competitividad,
principalmente de dos grupos opuestos, en todo tipo de cualidades y que se
desarrollan en beneficio
social e individual: el mundo avanzaría dirigido por la fuerza del juego,
del “homo ludens”, que no
se limita a lo necesario y que compite por el supremo motivo de
mostrar su superioridad y
ser honrado como superior.
Al analizar Huizinga las
etapas de la historia universal y aplicar su teoría del “homo ludens” a la
Edad Media42 dirá que esta
época se nos presenta llena de juego; por una parte los juegos
populares, que habían
perdido su sentido religioso antiguo y eran ya “pura broma”. Por otra, los
juegos de caballería,
pomposos y señoriales, “juegos refinados de cortes de amor o cosa
parecida”. Es cierto que
la mayoría de las formas lúdicas ya no poseen una función cultural
creadora, porque esta
época había heredado del pasado las grandes formas culturales: la poesía,
rito, doctrina, ciencia,
política y guerra. Pero en el campo en que no se nutría de raíces antiguas,
hubo sitio para la acción
creadora del factor lúdico, surgiendo así, y gracias al “juego” a lo largo
de los siglos medievales,
la caballería, formas feudales, consagración de caballero,
enfeudamiento, heráldica,
órdenes de caballería, votos, gremios y mundo universitario.
En “El Otoño de la Edad
Media” los torneos aparecen como un escenario artificial para dar cauce
a los sentimientos de
bravura y amor del caballero medieval, que no pueden expresarse en la
monotonía de la vida
corriente.
Junto a los funcionalismos
socioeconómico y cultural, y a la teoría difusionista de los juegos, ya
vistos, se nos ofrecen
explicaciones funcionalistas psicológicas, más que posiblemente aplicables
a los juegos de cualquier
época y entre estas explicaciones podríamos destacar la teoría de
“conflicto y
enculturación” del juego de Sutton-Smith.
D) El funcionalismo de E.
M. Avedon y B. Sutton-Smith
Avedon y Sutton-Smith43 distinguen
dos formas de juego, para las que el idioma inglés tiene
términos específicos:
“play” y “game”; el “play” es efímero e individual; el “game” exige una
forma de oposición, aunque
sea simple, incluso en los “games” individuales, y una cierta
planificación y reglas.
Pero ya en el simple
“play” se contendría una riqueza extraordinaria en cuanto a sus funciones de
“preadaptación” y
otorgaría al individuo “un incremento de poder combinatorial y de rango de
posibles nuevas
respuestas, y de esta manera “prepararía al jugador en general pero no en un
camino específico”. Llega
a definir al “play” como “ejercicio voluntario de los sistemas de
control”.
Tal control voluntario
implicaría formas de dominio (“mastery”), concretamente: anticipación de
resultados, elección
eficaz de conductas instrumentales, libertad con respecto a los controles
sensoriales inmediatos,
capacidad para sostener la dirección de la conducta sobre un número
posible de respuestas,
organización secuencial eficaz de la acción y habilidad en la movilización
de los recursos. La
función de los juegos consistiría, pues, en dotar al individuo con un
perfeccionamiento en estas
conductas. Todo ello implicaría como consecuencia la “nueva
variación de las
respuestas del propio sujeto sin tener en cuenta la variación de los
estímulos”.
¿Qué aportaría el “game”
al “play”?. En realidad toda la esencia de las posibles aportaciones está
básicamente, tal como lo
expone el autor, en el “play”. Define “game” como “ejercicio de los
sistemas voluntarios de
control en los cuales hay una oposición entre fuerzas, determinadas por
un procedimiento y reglas
en orden a producir un desequilibrio en el resultado del desenlace.
9
Sugerimos que el juego
“game” facilita una abundancia de juego “play”, lo hace quizás más
complejo, rico y
motivante. Avanza en la dirección en que ya apuntaba el “play”.
Este funcionalismo
psicológico se complementa en Avedon y Sutton-Smith con otra idea fruto de
investigación cultural: la
existencia de múltiples correlaciones entre variables de los juegos que
se realizan las sociedades
y otras variables sociales ajenas a los juegos.
Existen sociedades sin
juegos (competitivos) de estrategia. Se trata generalmente de grupos
tropicales con patrones de
subsistencia muy elementales, tecnología simple, escasa organización
política, no
estratificación en clases, comunidades homogéneas familiares, bajo estrés en la
socialización de los niños
–culturas no complejas en muchos órdenes-. Por ello, el juego “game”
no es un imperativo
biológico, sino un invento cultural, relacionado con el nivel de desarrollo:
los “games” no son
acontecimientos biológicamente inevitables sino fenómenos
multidimensionales,
variados en el propósito cultural al que son aplicados y por ello
susceptibles de muchos
sistemas conceptuales de análisis
En todo tipo de sociedades
observa la presencia de juegos competitivos físicos. Los juegos de
azar o fortuna tienen
mayor presencia en aquellas sociedades en las que son muchas las
cuestiones importantes que
han de ser dejadas al destino, pues no se encuentra modo de
controlarlas y, por
último, las sociedades desarrolladas se caracterizarían por la importancia de
los juegos de estrategia.
Los autores denominan su
teoría “juego, enculturación y conflicto” (“conflict enculturation
game”), para insistir en
sus conclusiones sobre dos clases de funciones del juego: la función
psicogénica de reducción
de tensión emocional de las personas ante los cometidos que se ven
obligados a realizar
socialmente y la función sociogénica de enculturación o aprendizaje cultural.
En resumen, ¿cuáles son
las razones o las causas de la presencia atractivo de esos juegos de
guerra o manejo de armas y
acoso de fieras en la sociedad medieval?
Podemos dividir las causas
o funciones en dos tipos: generales, que pueden satisfacer en buen
grado cualquier tipo de
juego; y específicas, que solo pueden satisfacer esas formas
concretas de juegos de
guerra y acoso de fieras.
Entre las causas generales
de la presencia de estos juegos podemos incluir:
a) El haberse difundido
entre culturas y ser formas de buscar la alegría y divertirse, lo cuál es
suficiente y principal
para Bell; b) que los juegos pueden mostrar la superioridad, apetencia
esencial del “homo
ludens”, suprema ley macrosociológica que defiende Huizinga, y que
desarrollaría todo tipo de
cualidades humanas y sociales haciendo avanzar a las sociedades; c)
ser actividades útiles
para el ejercicio voluntario de los sistemas de control (Avedon y Sutton-
Smith)
Entre las causas más
específicas podríamos incluir: d) ser un instrumento para adaptarse a las
necesidades económicas y sociales
concretas: preparación de la guerra y, sobre todo,
pertenencia a la
caballería (Fossier), e) ser formas de enculturación importante, ya que hay
múltiples variables en
ellos que correlacionan con otras variables sociales ajenas al juego
(Avedon y Sutton-Smith),
f) reducir la tensión emocional tratando en el juego lo que preocupa
socialmente y seriamente
(Avedon y Sutton-Smith).
10
1 Gamal ´Abd Al-Karin:
“Al-Ándalus en el “Mu´yam al-Buldan” de Yaqut”
2 Confróntese Bellido,
Juan Félix: Cartas a Nazhum. Viaje a las entrañas de Al-Ándalus. Sevilla 1999,
p. 132.
3 Arié, Rachel: “Las
diversiones en la España musulmana”, en: Tuñón de Lara, Manuel (Dir.): Historia
de
España. Vol. III, págs.
308-322.
4 Muhammad V (1354-1391)
formó un gobierno de intelectuales, entre ellos el polígrafo Ibn-al-Jatib y el
poeta
Ibn Zamrak.
5 Ibn al-Jatib, al-Lamha
al-badriyya fï l-dawla al-nasriyya, El Cairo 1347, Beirut 1978. p. 77.
6 Al-Maqqarï al-Tilimsani:
Nafh al-tïb min gusn al-Andalus al-ratïb, El Cairo, 10 tomos, 1367/ 1949; X,
30-36, 44-48.
7 Alfonso X: Cantigas
profanas, N° 43: “O genete/ pois remete/ seu alfaraz corredor:/ estremece/ e
esmorece/ o
cotefe con pavor”. Alaba a
los cenetes, tribu guerrera del sur del Atlas de Marruecos, mercenarios
caracterizados por
su gran dominio ecuestre.
Aunque ya estaban presentes en la península en tiempos de Alfonso VIII,
tuvieron
intervención muy especial
con la venida de los benimerines o mariníes, tribu beréber que intervino en el
reino nazarí
a mediados del siglo XIII
y que finalmente serán vencidos por Alfonso XI en 1340. La intención de la
cantiga es
ridiculizar a los
“coteifes”, caballeros sin preparación militar, de origen labriego, (cfr.
289-292)
8 Al-Maqqarï: al-Lamha. X,
p.165.
9 La reproducción del
original Cantiga N° 47 de Alfonso X “El Sabio” dice así: “Nen de lancar a
tavlado/ pagado/
non soo, se Deus m´ampar,/
aqui, nen de bafordar;/ e andar de noute armado,/ sen grado/ o faco, e a
roldar;/ ca máis
me pago do mar/ que de
seir cavaleiro; ca en foi já marinheiro/ e quero-mói-mais guardar/ do alacran,
e tornar/ ao
que me foi primeiro.
10 Al-Maqqarï: al-Lamha.
VIII, p.46.
11 Ibn al-Jatïb: al-Ihäta
fi ta´rïj Garnäta, manuscritos de la Biblioteca de El Escorial núm. 1673, f°
441;
Al-Maqqarï: Nafh IX ,
p.165-168, X, p.157.
12 Al-Maqqarï: al-Lamha.
X, p. 16; Al-Maqqarï al-Tilimsani: Azhär al-riyäd fï al-qadi Iyäd, 3 t., 1 El
Cairo,
1358/1361-1939-1942. II, p. 106.
13 Colección de Crónicas
españolas, ed. crítica de Juan de Mata Carriazo, 8 vols., 1940-1946. I. El
Victorial,
Crónica de Don Pedro Nino,
conde de Buelna por su alférez Gutierre Díez de Games, partida 1, capítulo 7.
14 Ibn al-Jatïb: ed.
completa por M.´A. ´Inän, vol. I, El Cairo, 1375/1955; Ibn Luyün: Tratado de
agricultura, edición y
trad. española por J. Eguaras, Granada, 1975.
15 Rachel Arié no
encuentra ninguna referencia de esta forma de torneos en las fuentes musulmanas
españolas:
“ni siquiera Ibn Hudayl la
menciona en su antología de veterinaria de los caballos, “Hilyat al-Fursan
wa-si´ar
sukkan al-Ándalus”, de
finales del siglo XIV.
16Al-Andalus, Revista de
las Escuelas de Estudios árabes de Madrid y Granada, Madrid-Granada, VII,
1492, 449-451; Nuddat
al-´asr fï ajbär mulük Banï Nasr aw taslïn Garnäta wa nuzül al-Andalussiyyïn
ilä
l-Magrib, manuscrito árabe
anónimo, traducido por C. Quirós en Larache en 1940: Fragmentos de la
época sobre noticias de
los Reyes nazaritas o capitulación de Granada y emigración de los andaluces a
Marruecos, págs. 4-5.
17 Al-Maqqarï
al-Tilimsani: Azhär al-riyäd fï al-qadi Iyäd, 3 t., 1 El Cairo,
1358/1361-1939-1942.
18 Arié: Diversiones,
p.317.
19Al-Näsirï al-Saläwï, A.,
al-Istiqsä bi-ajbär duwal al-Magrib al-aqsä, 4 t., El Cairo, 1312/1894-1895.
20 Münzer, J., “Viaje por
España y Portugal (1494-1495), trad. esp. en Boletín de la Real Academia de la
Historia, LXXXIV, Madrid,
1924, p. 108.
21 Al-Nubähï (Ibn
al.Hassan): Kitäb al-Marqaba al-´ulyä. El Cairo, 1947.
22 Al-Nubähï: Nuzhat
al-basäír wa-l-absar, manuscrito de El Escorial, núm.1653.
23 Colección de Crónicas
españolas, ed. crítica de Juan de Mata Carriazo, 8 vols., 1940-1946. I. El
Victorial,
Crónica de Don Pedro Nino,
conde de Buelna por su alférez Gutierre Díez de Games. III. Hechos del
Condestable Miguel Lucas
de Iranzo (crónica del siglo XV), p. 65.
24Baeza, Hernando de: “Las
cosas que pasaron entre los reyes de Granada desde el tiempo del rey don Juan
de
Castilla, segundo de este
nombre hasta que los Católicos Reyes ganaron el reyno de Granada”, en Relaciones
de
algunos sucesosde los
últimos tiempos del reino de Granada. Sociedad de Bibliófilos españoles,
Madrid, 1868,
p. 4.
25Archivo de la Corona de
Aragón, Barcelona (ACA), Registros de Cancillería (siglos XIV y XV) núm.
95, Reg. 266, f° 3.
11
26 Samsó, J: Las ciencias
de los antiguos en al-Ándalus. Madrid, 1992, 430-433.
27 Los cinco tratados de
hipología son los siguientes: 1. De Muhammad ibn Ridwan ibn Arqam al-Numayri
(muere
en 1259) y está dedicado a
Muhammad I. No se conserva. 2. Compilado hacia 1369-1390 por Abu Muhammad
´Abad Allah Ibn Yuzayy.
Dedicado a Muhammad V y del que disponemos en la actualidad. El 3° y 4°,
elaborados
por Ibn Hudayl, con la
intención de “convencer a los granadinos de que se dediquen a organizar una
caballería digna
de sus antepasados”. 5.
Del mismo autor y treinta años posterior, con el título de “Hilyat alfursan
wa-sicar al-suyan”
(“Gala de caballeros y
blasón de paladines”). Está dedicado a Muhammad V en 1392, con el objeto de
“componer,
pulir, cesar y cribar este
libro sobre guerra y torneo, armas y caballos, las buenas cualidades que poseen
o los
defectos que los hacen
rechazables, más todo lo que con la equitación viene trabado, y normas de
aprender la jineta
con todo lo que esto puede
precisarse”
28 Academia de la
Historia: “Relación de los fechos del mui magnifico é mas virtuoso señor el
señor don Miguel
Lucas, mui digno
Condestable de Castilla”, en Memorial histórico español, Vol. VIII. Madrid
1855.
29 Confróntese Blanco
González, Bernardo: Del cortesano al discreto. Examen de una decadencia. Madrid
1962, p.
348; el autor expresa su
asombro por “la importancia concedida a los aspectos “decorativos” de la vida:
vestidos,
trajes, fiestas,
ceremonias religiosas como tales”, en donde incluso lo militar “tiene más de
juguete y de escarceo,
que de cosa seria”.
30 Academia: Relación,
p.263.
31 Academia: Relación,
p.50.
32 Academia: Relación,
p.263.
33 Academia: Relación,
p.262.
34 Blanco: Cortesano,
p.264; sugiere la ausencia de toreros profesionales y un carácter de los juegos
más
semejante a los
“encierros” que a las corridas de toros actuales.
35 Academia: Relación,
p.264.
36 Academia: Relación,
p.266.
37 María Luisa Bueno
Domínguez: Pasiones, júbilos y lamentos en la Edad Media. Madrid 1995, p 19-20.
38 Robert Fossier: La
sociedad medieval, 1996, 304-306.
39 Werner Rösener: Los
campesinos en la Edad Media, Barcelona, 1985.
40 Bell, R.C.
“Introducción”, en Grundfeld, Frederich V.: Juegos de todo el mundo. Madrid
1978, 9-15.
41 Huizinga: El otoño de
la Edad Media. Madrid 1945, 118-125.
42 Huizinga: Homo ludens. Madrid 1984,
p.213.
43 Avedon, E. M. y Sutton-Smith, B.: “The Function of Games”, en:
Avedon, Elliott M. y Sutton-Smith, B
(eds.): The Study of the
Games. Nueva York 1971.
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