miércoles, 3 de abril de 2019

LEYENDAS DE LA ALCAZABA DE MÁLAGA Y CÓRDOBA


LEYENDAS DE LA ALCAZABA DE MÁLAGA Y CÓRDOBA

  Los fantasmas de la Alcazaba de Málaga

La Alcazaba de Málaga se construyó sobre una fortificación romana, en el monte de Gibralfaro.
Un lugar privilegiado por su situación estratégica.
La Alcazaba como tal se empezó a construir en el s.VIII y se termino en el s. XI.
Desde siempre se ha tenido como un lugar encantado, ya desde la antigüedad.
Excavaciones realizadas cerca de  la alcazaba han dejado a la luz figuras de la época romana de extrañas características como seres de nariz larga y gorro, como nuestros conocidos duendes.
Las calles de acceso a la Alcazaba, durante los siglos XVIII y XIX, se convirtieron en las calles mas siniestras y peligrosas de Málaga. Nadie se atrevía a pasar por allí cuando oscurecía. Nadie quería vivir allí, la pobreza se apoderó de ellas, eran calles deshabitadas, abandonadas, con ruidos de pasos de gente inexistente, sombras en las paredes y piedras que caían de los tejados.
Hoy en día, estas calles fueron remodeladas y recalificadas con relucientes edificios de nueva construcción,
calles nuevas y pisos nuevos, pero..los mismos espíritus.
Hace poco tiempo, se corrió la voz, de que por las noches, se veía una sombra enorme pasear por los tejados de estas nuevas casas, caían piedrecitas al suelo y se oían ruidos, voces y cuchicheos extraños.
También existen testimonios de vigilantes de seguridad que han visto siluetas de personas paseando de noche por la Alcazaba y al llegar a una esquina desaparecen.
De paredes en las que se ven sombras andando sin que halla nadie.
De gritos nocturnos, de voces que ponen los pelos de punta.
Se dice sobre que las almas de los moros que allí vivieron e incluso romanos, se han quedado entre sus viejas paredes, y de noche se lamentan.

La Leyenda de los Caminos Secretos de Córdoba. 

Cuenta una antiquísima historia que los jardines del Alcázar son las terrazas, llenas de flores arboles y agua, de un grandioso palacio que hay debajo y a todo lo largo del río y los puentes de Córdoba. El palacio es de esmeralda y cristal, el suelo de mármol y jade, las persianas de las ventanas son de hiedra que filtran la luz como si fuesen abanicos de seda. Del salón principal salen caminos subterráneos; uno de ellos va hacia el rio por debajo de las torres hasta enfilar la linea apretada y oscura que dibujan bajo el agua los ojos del puente. llega hasta la Calahorra y allí, estrechándose , hace pie en la escalera de piedra que llega hasta el salón redondo del castillo, desde este camino secreto llegan los tesoros que vienen de Granada y de Lucena de Carmona y de Sidonia.....y también las doncellas mas hermosas de Montilla de Ronda y de Loja, que el Califa espera.
Otro camino igual de secreto llega a la Fuente del Olivo del Patio de los Naranjos y allí recoge las canciones, poesías y rumores de poetas oradores y charlatanes y los lleva suavemente, sin hacer apenas ruido hasta la cámara del Califa; ! cuanto daría el por poder asomarse a la fuente de las abluciones, por mirar desde la celosía pequeña y escondida, las caras de sus súbditos, el brillo de sus ojos o la pena de sus rostros! El otro camino subterráneo llega a los Baños Califales, y por debajo de la Casa de las Pavas, llega a la fuentecilla del Zoco, roza la Sinagoga y ya esta en la Puerta de Almodovar sube hasta las almenas y desde allí, trae recuerdos y visiones fabulosas, hasta el palacio real, el dorado alminar de la Mezquita, como una palmera en medio del Patio de los Naranjos Estos caminos, como otros muchos secretos y tesoros de Córdoba aun están sin descubrir, esperando que llegue el verdadero héroe que los encuentre para que todos podamos disfrutarlos.

Publicado por al-Andalus en 22:29 

BOABDIL Y MORAIMA


Boabdil y Moraima.

Abû ʿAbd Al·lâh «az-Zughbî» Mohammed ben Abî al-Hasan ʿAlî  (Granada, 1459 – Fez, 1533) fue el último rey de Granada, conocido como Muhámmad XII (quizás fue el undécimo sultán que llevaba el nombre de Muhámmad, y no el duodécimo, como gracias a la Yunna de Ibn ʿĀṣim podemos deducir ahora), miembro de la dinastía nazarí, llamado por los cristianos Boabdil o Boabdil el Chico y conocido popularmente en su tiempo con el sobrenombre .Al-Zugabi, "el Desdichado". Fue llamado por los castellanos y aragoneses "el Chico" no por su tamaño sino por su menor edad comparado con su padre y tío. Abú Abdil·lah en dialecto árabe granadino.
Quitó el trono a su padre, Muley Hacén y durante un tiempo estuvo en disputa por éste tanto con él, como con su tío, el Zagal. Abu 'Abd Allāh, en el habla granadina, debía pronunciarse como Bu Abdal-lah o Bu Abdil-lah, y de ahí el nombre castellano Boabdil, a quien se añadió el epíteto de "el Chico" para distinguirlo de su tío Abu 'Abd Allāh "el Viejo".
Biografía
Nacido en la Alhambra, hijo de Muley Hacén y la sultana Aixa, se sublevó en Guadix contra su padre en 1482 y accedió al trono gracias al apoyo de los Abencerrajes y de su propia madre. Combatió a su padre y su tío, quienes también se consideraban legítimos reyes de Granada.
Durante la batalla de Martín González, en el término municipal de Lucena, fue apresado por los Reyes Católicos. Su liberación implicó dar a Castilla la parte del reino que gobernaba el Zagal, lo que favoreció la penetración castellana y la finalización de la guerra el 2 de enero de 1492 con la toma de Granada por los Reyes Católicos. Boabdil se aseguró la colaboración de las tropas castellanas en su exilio a Fez en 1493 ante la posibilidad de una rebelión del bando opuesto.
En 1492, los Reyes Católicos entran en Granada como castigo por la negativa de este reino a pagar los tributos que le exigen. En la Capitulación de Granada se establece que Boabdil ostentará el señorío de las Alpujarras y parte a Laujar de Andarax, donde establecerá su residencia.
Según una extendida leyenda española cuya veracidad no está atestiguada por ninguna documentación, al salir de Granada camino de su exilio en las Alpujarras, cuando coronaba un collado, volvió la cabeza para ver su ciudad por última vez y lloró, escuchando de su madre la sultana Aixa:
«Llora como una mujer lo que no supiste defender como hombre»
Sultana Aixa, madre de Boabdil.

Debido a esto ese monte recibe el nombre del Suspiro del moro. Esta leyenda parte de la imaginación del padre Echevarría que en el siglo XVIII publica el libro Los Paseos de Granada en los que pretende denigrar la figura de Boabdil.
En su exilio alpujarreño, se instaló en la población almeriense de Laujar de Andarax siendo ésta su última residencia en la península ibérica. En Laujar, en 1493 falleció la última sultana de Granada, Morayma, esposa de Boabdil. En 1493 abandona la península con destino a Fez tras vender a los Reyes Católicos los derechos de su señorío y recoger los restos de sus antepasados en Mondújar, junto a Talará (Granada).

Semblanza

Julio Quesada-Cañaveral, VIII Duque de San Pedro de Galatino, en su Tesis Doctoral sobre Boabdil, lo describe así:
Boabdil era rubio, de mediana estatura, más bien alto y esbelto, de ojos claros de luz, tez pálida y semblante tranquilo. Su porte era majestuoso, y en los momentos más difíciles, demostró siempre su valeroso corazón y su arrogancia de raza. Fue bravo en las batallas, y aunque herido su cuerpo, como en la batalla de Loja, siempre conservó su dignidad de rey, su dignidad de raza y su dignidad de hombre de corazón, a pesar de tantas y tantas amarguras como tuvo que sufrir constantemente su espíritu y su voluntad.
La tradición en cambio le ha conferido un aspecto moreno de piel y pelo, tanto en la pintura como en el cine, como en la obra La rendición de Granada de Francisco Pradilla. Sin embargo, el caso más llamativo se da en la serie televisiva Requiem por Granada, en la que un Boabdil niño le comenta a su abuelo su impresión sobre Isabel la Católica: "demasiado blanca, y esos ojos tan azules, y el pelo amarillo... aquí haría raro, allí queda bien".

Morayma (Loja, 1467- Laujar de Andarax, 1493), última reina de Granada, esposa de Boabdil.
Familia
Fue la hija de Aliatar, señor de Xagra, alcaide de Loja, primer mayordomo de la Alhambra y alguacil mayor del Reino de Granada.
Descripción física
Los cronistas de la época la describían de la siguiente manera:
...la novia vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro, lástima, porque sus facciones son muy lindas y seductoras.
Un poeta musulmán asegura que Morayma tenía: Ojos grandes y expresivos en un rostro admirable, a través de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas caderas y un talle de clásicos y opulentos contornos.
Matrimonio
A los 15 años de edad contrajo matrimonio con Abū ʿAbd Allāh Muḥammad b. ʿAlī, conocido como Boabdil, el último rey de la dinastía nazarí que gobernó Granada.
Pocos días después de la boda, Muley Hacén, su suegro, encarceló a su hijo Boabdil y a ella la confinó en un carmen (en Granada una casa con huerto y jardín), cerca de Cuesta del Chapiz.
Después de la batalla de Lucena, donde murió su padre y Boabdil cayó prisionero y fue mantenido en cautiverio en Porcuna, se retiró de la vida pública con sus hijos. Fernando II de Aragón liberó a Boabdil, que tuvo bien ganado el mote de . Al-Zugabi, "el Desdichado", con la condición de que sus hijos fueran entregados en custodia.
Ella no volvió a ver a sus hijos hasta 1492 después de la conquista de Granada. Ellos eran:
-Aixa después conocida como Sor Isabel de Granada.
-Ahmed
-Yusef
Tesoro de Morayma
«El tesoro de la casa o palacio Nazarita era copioso en toda suerte de preciosos rubíes, perlas de gran tamaño, zomordas singularísimas, turquesas de gran valor, toda suerte de adargas preservativas, equipos militares defensivos, instrumentos primorosos, utensilios peregrinos, collares de perlas en pedazos, sartales de aljófares para los cabellos, arracadas que aventajaban a las alcordes o pendientes de María (la Copta, concubina de Mahoma) en claridad, brillantez y hermosura, corazas holgadas de vestir, adornadas de oro, casco con orlas doradas, incrustadas de perlas intercaladas de esmeraldas con rubíes en el centro; cinturones plateados, anchos de formas y esmaltados en su superficie; adargas de ante, sólidas, sin poros, dulces al tacto y renombradas por su impermeabilidad; almimbares de abalorio; atailores de Damasco, cuentas de cristal, zafas de la China, copas grandes del Irac, vasos de Tabaxis y otras».
Destierro
A la caída de Granada, le fue ofrecido a su esposo un refugio en Laujar de Andarax, como rey de Alpujarra, allí residieron hasta su marcha hacia Fez, a finales del verano de 1493.
Muerte
Falleció poco antes de que el resto de su familia partiera hacia Fez y fue enterrada en la mezquita de Mondújar, a la que ya habían trasladado, desde la Alhambra, los restos de los sultanes Mohammad II, Yusef I, Yusef III y Abu Saad.
Cuando murió Morayma, según la costumbre musulmana, sus sirvientes lavaron su cuerpo y lo perfumaron con almizcle, alcanfor y otras sustancias aromáticas. Inmediatamente después, el cadáver fue envuelto en un sudario de color blanco sin coser ni en la cabeza ni en los pies. Tras este rito, Morayma fue colocada sobre unas parihuelas, cubierta con su hhaik (vestido). Un grupo de cuatro o cinco hombres, los de más confianza de Boabdil, portaron el cadáver junto a otro numeroso grupo de personas, se trataba del entierro de la reina, la última reina de Granada y única reina de la Alpujarra.
Llegados al cementerio y después de una breve oración, el cadáver fue colocado en la huesa sin ataúd. La inhumación de Morayma se realizó en una fosa estrecha donde el cadáver se colocó sobre la tierra mirando hacia La Meca. De esta forma, quedaba cumplido el deseo de Morayma de ser enterrada en Mondújar y con un estricto rito musulmán, ya que en vida y en su testamento dejó clara su profunda religiosidad.

Una vez depositado el cuerpo en su tumba, se colocó una laja de piedra y se construyó un túmulo de tierra formada por gradas de mortero o sillares de arenisca sobre la que reposaba una lápida.
Se supone que los restos de Morayma, así como los de algunos reyes y otros miembros de la familia real nazarita, fueron removidos y desperdigados al construir una variante de la carretera N-323, bajo la cual habrían quedado sepultados.
Testamento
Morayma dejó parte de sus tierras a Hamet Aziguy, Helil Açogayar y Mahomat Almeyres para que la cuidaran y labraran. También dejó dicho que la mitad de lo obtenido por el cultivo de las tierras lo entregaran a la mezquita, al alfaquí y a sus mayordomos.
Pidió que se rezara dos veces por semana sobre su tumba.

Publicado por al-Andalus en 8:19 

HISTORIAS SOBRE BOABDIL


Historias sobre Boabdil.

CAUTIVERIO DE BOABDIL
A principios de 1483, un ejército cristiano al mando del marqués de Cádiz se dirige a conquistar Málaga, en manos del destronado Muley Hacen, pero sufre una gran derrota. El rey granadino Boabdil, aprovechando la posición de debilidad en la que esta derrota sume a los cristianos, decide marchar contra Lucena (Córdoba), que había sido conquistada por Fernando III en 1240.

Gracias a su suegro y alcaide de Loja, Ibrahim Aliatar, Boabdil consigue armar un ejército que sale de Granada con 1.500 jinetes y más de 6.000 infantes. Llegan a Lucena el 20 de abril, pero parte de las tropas nazaríes, dirigidas por el abencerraje Ahmad ibn Sarria, atacan Aguilar, Montilla, La Rambla, Santaella y Montalbán en busca de botín, mientras el grueso ejército al mando de Boabdil intenta tomar la ciudad, defendida por el alcaide Henando de Argote.

Cuando el rey granadino ve que no puede tomar Lucena por la fuerza, y ante la posibilidad de la llegada de tropas en ayuda de la ciudad, decide proponer una capitulación a los lucentinos, que estos aceptan, por lo que levanta el cerco y regresa a Granada.

Durante el camino de vuelta, son atacados por Diego Fernández de Córdoba y el conde de Cabra y otros nobles que habían acudido a la llamada de socorro de la ciudad cordobesa. A mediodía, cuando las tropas granadinas hacen un alto para comer en el campo de Aras, son avisados por medio de sus vigías que están siendo perseguidos. Boabdil manda formar al ejército y se enfrenta a los cristianos, pero es derrotado. En el campo de batalla, junto al río Pontón de Bindera, mueren muchos nobles granadinos.

Cuando Boabdil intenta huir, es detenido por el peón Martín Hurtado en el arroyo Martín Gonzalo, y es llevado junto a otros prisioneros de alta alcurnia a los calabozos del castillo del Moral de Lucena, aunque pasarán varios días hasta que sus captores descubren que se trata del rey de Granada. Los Reyes Católicos deciden enviarlo al castillo de Porcuna, donde permanecerá varios meses hasta su liberación.

Después de diversas entrevistas en la ciudad de Córdoba, los Reyes Católicos y Boabdil llegan a un acuerdo sobre su liberación. Los términos del acuerdo incluyen que el rey nazarí pase a ser vasallo de Castilla, y, por tanto, se avenga al pago de tributo, y el compromiso de combatir a su padre, Muley Hacen, que, aprovechando la situación, se había hecho de nuevo con el trono de Granada. En este pacto jugó un papel determinante la madre de Boabdil, la sultana Aixa, que había negociado previamente con Isabel de Castilla la liberación de su hijo a cambio de que este luchara contra su padre para recuperar Granada.

Aventuras de la Historia.

ÚLTIMAS LÁGRIMAS DEL REY BOABDIL.
"Llora como una mujer lo que no supiste defender como un hombre". Con estas palabras, en el hoy llamado Suspiro del Moro, el último lugar camino de las Alpujarras desde el que puede divisarse la colina sobre la que se asienta la Alhambra; Aixa, madre del último rey nazarí, quiso profundizar en la herida de su hijo, que había decidido aceptar un señorío en la sierra en el que poder reconstruir su vida. La última esperanza del rey Chico, al que una profecía había anunciado que todo a su alrededor sería llanto, pérdida y muerte y que nadie sobreviviría a su destino; era su esposa, la hermosa Moraima, que nunca había gozado de la simpatía de Aixa.

"Tú tampoco supiste defenderla, ni fuiste bastante para cambiar ni tu destino ni el mío", contestó Boabdil a su madre, que ya comenzaba a intuir su muerte. Pero la profecía debía cumplirse y, después de haber perdido el reino que marcaría la historia de Andalucía, Boabdil se enfrentó a su destino.

Durante el camino, Aixa se quedó en el viejo castillo de Mondújar junto con dos viejas sirvientas, como de manera excelente relata Magdalena Lasala en su libro Boabdil: Tragedia del último rey de Granada. Tras esta primera despedida, el rey Chico fijó su residencia en Laujar de Andarax con la esperanza de construir una nueva vida feliz para su adorada esposa, abatida por una gran melancolía.

Al-Zagal, tío de Boabdil, llegó a Fez, en el norte de África, pero por su carácter temible se enfrentó con el rey. Condenado a vivir un largo confinamiento en un calabozo, Al-Zagal recibió la oscuridad eterna cuando un verdugo quemó sus ojos. Tras comprar su libertad con todas sus posesiones, se convirtió en un mendigo que contaba viejas historias sobre el reino nazarí, del que afirmaba haber sido rey sin que nadie lo creyera.

La desgracia, que ya se había cebado desde el nacimiento del rey Chico con la última familia de la dinastía nazarí, no cesó en su empeño de que el destino corroborara la profecía. En medio de un inmenso lago de tristeza Moraima quedó encinta, lo que le devolvió parte de la felicidad arrebatada. Fue entonces cuando ambos decidieron abandonar las Alpujarras camino de Fez, con cuyo rey, Boabdil mantenía una fraternal amistad, a pesar del trato que había recibido su tío. Antes de partir, en la primavera de 1493, Moraima cayó enferma. Cuando la hermosa reina se puso de parto, las complicaciones hicieron que tanto ella como la niña que llevaba en el vientre perdieran la vida. El desconsuelo de Boabdil el Chico frente al cuerpo sin vida de su amada dio lugar a un sollozo que algunas noches puede oírse en el paisaje alpujarreño, entre una leve llovizna que acompañó a Moraima en sus últimas horas. Mientras los árboles ven resbalar la lluvia por sus ramas, las lágrimas del rey dan lugar al nacimiento de nuevos olivos.

Boabdil, desconsolado, intentó acabar con su vida. Pero fue inútil. Condenado a la inmensa soledad de ver morir a todos los que le seguían, y tras cruzar el mar en octubre de 1493, Boabdil se instaló en Fez. En 1528, resignado a la vida eterna, pocos días después de su 60 cumpleaños, Boabdil subió a su caballo para defender la ciudad de Fez de las tropas jerifes. En la batalla murieron el sultán y los generales amigos de Boabdil. Desesperado, el rey Chico, el último rey de Granada, arremetió contra sus enemigos y encontró la muerte sobre su corcel, que arrastró su cuerpo por todo el lecho del río hasta llegar al mar.

Fernando Valverde. El País.
Publicado por al-Andalus en 9:35 

EL ARTE NAZARI



El arte nazarí, también llamado arte granadino, constituye la última etapa del arte hispanomusulmán. Se desarrolla durante los siglo XIII, XIV y XV, extendiéndose además de por el Reino Nazarí de Granada, por Berbería y los dominios cristianos de la Península Ibérica, contribuyendo al surgimiento del arte mudéjar.
La obra por antonomasia que define a la dinastía nazarí (1237-1492) es la Alhambra, Qalat al-Amra, "el castillo rojo", verdadera síntesis de arquitectura palatina islámica y de los nuevos elementos de fortificación incorporados a la arquitectura militar. A ella se asocia una almunia o huerta de recreo conocida como el Generalife o Yannat al-Arif o "huerta del Arquitecto".

Contexto histórico

Al debilitarse el imperio almohade surgen en al-Ándalus nuevos pequeños reinos que se hacen con el poder entre los siglos XIII y XV. La batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, abre el camino hacia el sur a los conquistadores cristianos. En contraposición, a partir de 1232, los musulmanes de Arjona (Jaén) proclaman sultán a Muhamad ibn Yusuf ibn Nasr. Se inicia así un proceso de reconstrucción territorial mediante el cual se forma en la Andalucía penibética un nuevo reino, el nazarí, cuya capital desde 1237 será Granada. La constante presión cristiana redujo paulatinamente el reino, terminando con la capitulación de Granada el 2 de enero de 1492. De este modo, desaparecía el último bastión islámico de al-Andalus. Surgiendo así el término de 'Arte Nazarí'

La Alhambra.
La Alhambra es iniciada por el fundador de la dinastía, Muhammad I, que abandona la alcazaba taifa emplazada en el Albaicín y elige esta colina para su situar su residencia. El lugar contaba con los restos de una pequeña fortificación del siglo XI que transforma en su propia alcazaba. Para ello, la dota de un doble recinto, uno exterior, a modo de barbacaba o antemuro, y otro interior reforzado por altas torres. E instala, en su interior, un barrio castrense con casas, baño y aljibe.
A partir de la alcazaba se desarrolla el recinto amurallado de la ciudad jalonado de torres defensivas, si bien algunas de ellas introducen la novedad de convertirse en viviendas palatinas. A pesar del carácter de estas torres, el verdadero núcleo palatino lo constituye la denomina Casa Real Vieja de la Alhambra de la que forman parte los palacios de Comares y de los Leones. Aparte de estos conjuntos residenciales y protocolarios, la ciudad también fue dotada con mezquita congregacional, baños, ceca, barrio de servidores, cementerio real y talleres.
Entre los principales núcleos palatinos hay que destacar en primer lugar el mexuar (maswar) o sala donde se reúne el consejo de ministros o visires. Su construcción se debe a Ismail I, siendo reformado por Muhammad V. A pesar de haber sufrido grandes transformaciones, su sala rectangular cuenta en la parte central con cuatro columnas que soportaban una linterna. En torno a este espacio central cuadrado se disponen otras tantas estancias rectangulares.

Capiteles nazaríes.

Al norte del mexuar se levanta el patio del Cuarto Dorado. Uno de sus lados está cerrado por una gran fachada llamada de Comares por ser el acceso monumental a dicho conjunto palatino. El palacio de Comares, construido por Yusuf I y reestructurado por Muhammad V, debe su nombre al término árabe qamriyya o qamariyya que en Oriente se utiliza para designar las vidrieras de colores. La gran fachada de Comares situada en el patio del Cuarto Dorado, siguiendo la tradición de los monarcas orientales, servía de marco al monarca cuando sentado ante ella concedía audiencias públicas a sus súbditos. Pero, al mismo tiempo, la fachada revela claramente su doble destino puesto que una de sus puertas sirve de acceso a la zona residencial mientras que la otra introducía en el patio del palacio. Este gran patio rectangular, denominado de los Arrayanes o de la Alberca, está articulado en torno a un eje longitudinal cuya parte central va ocupada por una alberca. Los dos lados mayores del rectángulo estaban ocupados por cuatro viviendas privadas -dos a cada lado- para las cuatro esposas legítimas del sultán. Los lados menores, porticados, acogían el meridional la vivienda del príncipe heredero mientras que en el septentrional se hallaba la del sultan. Esta última es una sala rectangular acotada con alcobas a la que se conoce como la sala de la Barca (baraka, bendición). Un pequeño pasillo paralelo a la sala conduce en su extremo derecho a un pequeño oratorio mientras que en el extremo izquierdo una escalera ascendía a otra cámara situada sobre el salón del trono. Finalmente, y alojada en la potente torre de Comares se hallaba el salón del Trono o de Embajadores cuya techumbre de madera ha sido interpretada como los siete cielos del Paraíso coránico. En esta sala de aparato el monarca celebraba sus recepciones y actos solemnes.
De forma transversal a este conjunto se encuentra el palacio de los Leones, construido por Muhammad V. De forma tradicional ha sido considerado la residencia privada del monarca, si bien recientemente se le ha atribuido una función similar al núcleo anterior. De manera que, la sala de las Dos Hermanas actuaría como mexuar mientras que el mirador de Lindaraja sería el salón del Trono. Con independencia de cualquiera de estas posibles funciones, el conjunto se articula en torno a un patio crucero en cuya intersección se encuentra la fuente con doce leones de mármol procedentes de una construcción del siglo XI. Avanzan en los lados menores del patio sendos pabellones mientras que sus cuatro lados están porticados. En el eje de cada uno de ellos se abren las correspondientes estancia conocidas con los nombres de Sala de los Mocárabes, de los Abencerrajes, de los Reyes.

Características
Así pues, el conjunto de la Alhambra y algunos otros edificios como el Cuarto Real de Santo Domingo y Alcázar Genil, ambos en Granada, los vestigios de la ciudad de Ronda y los numerosos castillos permiten establecer el marco general del arte nazarí que no es otro sino la síntesis del arte hispanomusulmán. estas no son las caracteristicas

Arquitectura militar
La arquitectura militar desarrolla los sistemas generados en época anterior dotándolos de una mayor complejidad. La arquitectura palatina emplea dos tipos de organización de patios cuyos precedentes se rastrean desde Medinat al-Zahra. Se trata del patio monoaxial -patio de los Arrayanes o de la Alberca- y del patio crucero -patio de los Leones. Las estancias vinculadas a ellos responden nuevamente a dos tipogias: una alargada con extremos acotados por alcobas y otra cuadrada rodeada por habitaciones. Sirvan de ejemplo la Sala de la Barca y la Sala de las Dos hermanas..

Arquitectura religiosa
Los escasos vestigios de arquitectura religiosa permiten pensar en mezquitas que siguen el modelo almohade con naves perpendiculares al muro de la quibla. La única novedad proviene del hecho de utilizar columnas de mármol cuando el edificio tiene cierta relevancia. En cuanto al repertorio ornamental utilizan una profusión decorativa que enmascara la pobreza de los materiales, empleando desde zócalos de alicatado y yeserías de estuco a decoración pintada como la conservada en la bóveda de la Sala de los Reyes. Es característica la columna de fuste cilindrico

Arquitectura civil
Por lo que respecta a la arquitectura civil cuenta en la ciudad de Granada con el testimonio de dos edificios: el funduq y el maristan. El funduq, denominado en la actualidad Corral del Carbón, era una especie de albergue o posada destinada al alojamiento de comerciantes foráneos y de sus mercancías, a veces, estaban especializados en un producto determinado. El maristán u hospital, asociado con posterioridad a manicomio, fue edificado por Muhammad V y demolido en 1843. Ambas fundaciones tenían una estructura cuadrangular de dos pisos en torno a un patio con alberca.

Ornamentación

En cuanto al repertorio ornamental utilizan una profusión decorativa que enmascara la pobreza de los materiales, empleando desde zócalos de alicatado y yeserías de estuco a decoración pintada como la conservada en la bóveda de la Sala de los Reyes. Es característica la columna de fuste cilíndrico y el capitel de dos cuerpos, uno cilíndrico decorado con cintas y otro cúbico con ataurique. Los arcos preferidos son de medio punto peraltado y angrelados. Las cubiertas de madera alternan con bóvedas de mocárabes realizadas en estuco como las de la Sala de las Dos Hermanas o la de los Abencerrajes. Asimismo, a los motivos ornamentales habituales -geométricos, vegetales y epigráficos- se une el escudo nazarí que será generalizado por Muhammad V.

Artes decorativas

Similar al esplendor arquitectónico es el adquirido por las artes suntuarias, destacando las cerámicas de reflejo metálico y los tejidos de seda a las que pueden añadirse los bronces, las taraceas y las armas. La cerámica de lujo, conocida como de reflejo metálico o loza dorada, se caracteriza por someter su última cocción a fuego reducido -de oxigeno- y menor temperatura. Con este procedimiento, la mezcla de sulfuro de plata y cobre empleada en la decoración llega a la oxidación produciendo el brillo metalizado. También fue frecuente añadir óxido de cobalto dando lugar a una serie en azul y dorada. Con esta técnica se realizaron los famosos "vasos" o jarrones de la Alhambra.
Los tejidos nazaríes, por su parte, constituyen la última etapa de esplendor de los tejidos de seda andalusíes que serán sustituidos por terciopelos labrados. Se caracterizan por sus intensos colores y la utilización de motivos idénticos a los empleados en la decoración arquitectónica. lo creo el hispano musulman Abdul-II

Publicado por al-Andalus en 1:10 


EL AMOR ENTRE CRISTIANOS Y MOROS: ALFONSO VI Y ZAIDA


El amor entre cristianos y moros: Alfonso VI y Zaida.

Es esta una historia real y verdadera, entre un rey cristiano Alfonso VI y una bella princesa musulmana, hija del rey de taifa de Sevilla, Mutamid. Tal vez sea la mas hermosa historia de amor, no solo de la España medieval, sino de la España de todos los tiempos.

Al rey Mutamid le nació una hija de su esclava favorita. La niña fue bautizada con el nombre de Zaida, y era de una belleza espectacular. Se educó en una corte de cultura refinada y exquisita, recibiendo clases de canto, de música, de poesía, de relaciones sociales… convirtiéndose en una mujer inteligente, discreta, que causaba admiración en cuantos la veían y la trataban. Pero eran tiempos duros para los reinos de taifas, nacidos de la disgregación del Califato. Aunque Mutamid tenía uno de los reinos más fuertes, no por eso dejo de ser tributario de los cristianos el Norte, en concreto de Alfonso VI, que por aquel entonces eran más poderosos que sus desmembrados vecinos del sur.

Cuando Zaida contaba solo 12 años, entró en los acuerdos políticos que su padre intentaba cerrar con el rey castellano. Durante años, los dos reinos fueron aliados y, era frecuente, que los ejércitos castellanos acudiesen en socorro de las tropas sevillanas, principalmente, para sofocar rebeliones internas que solían darse a menudo en los reinos de taifas. Mutamid quiso cerrar el pacto con Alfonso VI y le ofreció lo mejor que tenía su hija Zaida.

Alfonso, que había oído hablar de las muchas virtudes que adornaban a la princesa así como de su singular hermosura, no dudó en aceptar a la jovencita como prometida, si bien para un futuro, puesto que ella era muy niña, todavía, y el estaba casado con Inés de Aquitania.

El rey cristiano aseguró al rey musulmán que el matrimonio no tardaría mucho en celebrarse, pues su esposa, que debía estar enferma, no podía vivir mucho más. La princesa Zaida llevaba como dote, nada menos que numerosas plazas fuertes, lo que si cabe, le hacía aún mas deseable y el monarca castellano no estaba dispuesto a renunciar a ella bajo ningún concepto.

Pero el tiempo pasaba y la boda no llegaba a concretarse, mientras Alfonso VI iba casándose con otras princesas cristianas. Desde el momento en que se vieron Zaida y Alfonso se amaron, pero constituía un escándalo que un rey cristiano se casase con una musulmana, por muy princesa que fuera. El monarca dejo que se impusiesen los criterios de la orden religiosa de Cluny que tenía gran influencia en todas las cortes europeas. Un delegado de esta orden se acercó hasta la corte castellana, para disuadir a Alfonso  de su casamiento con una mora, cuando muy bien podía hacerlo con Constanza de Borgoña, por ejemplo, princesa también y además cristiana.

En 1091 Zaida se desplazó a Castilla con un mensaje desesperado de su padre, Mutamid. El reino de Sevilla estaba en grave peligro de caer en manos de los almorávides, de hecho los dominios sevillanos estaban ya cercados por ellos, y enviaba a su mejor embajadora, Zaida, para que animase al rey castellano a que corriera en su ayuda.

Pero nada se pudo hacer, cuando la princesa andalusí llegó a la corte castellana, se recibieron noticias de que Sevilla había caído y Mutamid, así como el resto de la familia real, eran prisioneros de los almorávides. Zaida quedó sola, en una tierra que le era extraña, y se acogió a la protección de su eterno prometido, el rey Alfonso VI. De ahí a convertirse en amantes, solo había un paso. Ambos se querían, y la pasión que sentía el uno por el otro les acabó de unir definitivamente.

En 1094 tuvieron un hijo, el infante don Sancho, que se convertiría en el heredero de la corona, Zaida decidió renunciar al islamismo y se bautizó con el nombre de Isabel. El rey, su prometido y padre de su hijo, en aquellos momentos estaba casado con Berta de Borgoña, a los que los asuntos amorosos de su esposo, no le importaban ni mucho ni poco.

Así esperaron otros cinco años más, hasta que en el 1099 murió la reina y Alfonso, cansado de casarse con mujeres que no quería, contrajo, por fin, matrimonio con la amada de su corazón. El 14 de mayo de 1100 se casaron y su hijo quedo legitimado. El rey tenía esposa y heredero, un heredero por el que corría la noble sangre de cristianos y musulmanes, una ocasión de oro para el entendimiento entre ambas culturas.

Pero la felicidad para los tres fue muy corta. Apenas siete años después, cuando la reina Isabel, que tenía tan solo 41 años, enfermó y murió al poco tiempo. Alfonso, que ya era muy mayor, quedó desolado, pero ella, por lo menos, se libró del dolor de ver morir a su hijo, un año mas tarde, en la terrible batalla de Uclés. Ese dolor quedó entero para Alfonso, que en un tiempo tan breve, perdió a los dos seres que más quería en este mundo.

   Zaida fue enterrada en el panteón de los reyes de León, en San Isidoro, y más tarde fue llevada a Sahagún. El pueblo la amó y la respetó y con ella murió también una historia de amor que fue  más allá de la cultura, de la religión y de los condicionamientos sociales... y que hizo lo que era aún más difícil: esperar y superar el paso del tiempo.

Concha Masiá. Al - Andalus.
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ZAIDA



ZAIDA....

Zaida (1063 - 1101) fue una princesa musulmana de al-Ándalus, nuera de al-Mu'tamid y concubina de Alfonso VI con quien tuvo a Sancho Alfónsez muerto en la Batalla de Uclés (1108).

Primeros datos
Su nacimiento debió de producirse hacia 1063 en Al-Ándalus.
Las primeras informaciones sobre la vida de Zaida nos la proporciona la crónica árabe Al-Bayan al-mugrip de Ibn Idari, traducida por E. Levi-Provençal, para decirnos que se casó con Abu Nasr Al'Fath al-Ma'mun, rey de la taifa de Córdoba, hijo del rey sevillano Muhammad ibn 'Abbad al-Mu'tamid (1040-1095). Por lo tanto fue nuera y no hija del rey 'Abbad al-Mu'tamid.
El Cronicón de Cardeña dice que era sobrina de d'Auenalfage, personaje al que Menéndez Pidal, en La España del Cid, identifica con Alhayib, rey de Lérida y Denia (1081-1090).
La toma de Toledo y la venida de los almorávides
Alfonso VI (1040-1109) toma en 1085 Toledo, alarmando a los andalusíes que ven peligrar su futuro, forzándoles a tomar la decisión, no sin grandes reparos, de llamar en auxilio a unos curtidos guerreros, nómadas bereberes -sobre todo lamtunas- del otro lado del estrecho llamados almorávides.
El rey sevillano al-Mutamid le pide ayuda en estos términos:


Él [Alfonso VI] ha venido pidiéndonos púlpitos, minaretes, mihrabs y mezquitas para levantar en ellas cruces y que sean regidos por sus monjes [...] Dios os ha concedido un reino en premio a vuestra Guerra Santa y a la defensa de Sus derechos, por vuestra labor [...] y ahora contáis con muchos soldados de Dios que, luchando, ganarán en vida el paraíso. (Citado por al-Tud, Banu Abbad, de Ibn al-Jakib, al-Hulal, pg. 29-30).

Yusuf cruza cinco veces el estrecho. La primera vez derrota a Alfonso VI en Sagrajas (1086), la segunda vez tuvo lugar el cerco del castillo de Aledo (1088), en la tercera venida (1090) traía la firme decisión de destituir a todos los reyes de taifas y proclamarse emir de todo el Al-Ándalus. Caen Málaga, Granada y viendo el giro que habían tomado los acontecimientos, el rey al-Mu'tamid le pide a su hijo al-Ma'mun, que dejó al cargo de Córdoba, que mantuviese a todo trance la posición de la ciudad, pues sería impensable que tras la caída de esta fortaleza se pudiera mantener la de Sevilla. Los almorávides se acercan a Córdoba y al-Ma'mun, previendo un fatal desenlace, pone a salvo a su esposa, Zaida, y a sus hijos enviándolos con setenta caballeros, familiares incluidos, al castillo de Almodóvar del Río que anteriormente había fortificado y abastecido.
La dispersión de los barrios cordobeses y la connivencia de sus moradores influyeron decisivamente para que el 26 de marzo de 1091 cayera la capital según lo cuenta Abbad, T.I, pp 54-55, en su obra Cartás y Abd-al-Wahid: "Fath al-Ma'mun intentó abrirse camino con su espada a través de los enemigos y de los traidores pero sucumbió al número. Se le cortó la cabeza, que la pusieron en la punta de una pica y pasearon en triunfo".
En verano de 1091 Alfonso VI de León, que recibía las parias de la taifa de Sevilla, intentó cumplir con sus obligaciones de protector enviando, al mando de Álvar Fáñez, un ejército de socorro a Almodóvar del Río. Tras una dura batalla a campo abierto contra los almorávides en la que ambas partes sufrieron numerosas bajas, el magnate de Alfonso VI fue derrotado, pero Zaida fue acogida en la hueste cristiana y llegó a la corte de Toledo de Alfonso VI, con quien casó tras convertirse esta al cristianismo y adoptar el nombre de Isabel.
Nacimiento de Sancho
Mucho se ha debatido sobre el nacimiento de Sancho, pues las crónicas son contradictorias, lo más probable es que naciera en el segundo semestre de 1093 o en el primero de 1094.
El rey castellano era de edad madura y tras cinco matrimonios y dos concubinatos no tuvo ningún hijo varón que le sucediera. Desde el mismo momento que nació Sancho Alfónsez, el rey lo reconoció como su directo descendiente llamado a gobernar León, Castilla, Galicia con Portugal y el resto de condados. En El quirógrafo de la moneda se da la noticia de que su padre lo había nombrado en 1107 gobernador de Toledo.
No queda claro en las fuentes si Zaida llegó a casarse o no. En la crónica De rebus Hispaniae, del arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada, se cuenta entre las esposas de Alfonso VI. Pero la Crónica najerense y el Chronicon mundi indican que Zaida fue concubina y no esposa de Alfonso VI.
Otras fuentes dicen que Zaida se acomodó en la corte leonesa, renunció al islam, y se bautizó en Burgos con el nombre de Isabel. No solo conservó todas sus costumbres sino que las difundió e introdujo nuevos y frescos aires culturales de la sociedad musulmana. El arabista González Palencia escribe en su Historia de la España Musulmana que la corte de Alfonso VI, casado con Zaida (sic), parecía una corte musulmana: «sabios y literatos muslimes andaban al lado del rey, la moneda se acuñaba en tipos semejantes a los árabes, los cristianos vestían a usanza mora y hasta los clérigos mozárabes de Toledo hablaban familiarmente el árabe y conocían muy poco el latín, a juzgar por las anotaciones marginales de muchos de sus breviarios».
Descendencia
Fruto de su relación con Alfonso VI el Bravo, rey de Castilla y León, nacieron tres hijos:
Sancho Alfónsez (c. 1093–1108), su único hijo varón y heredero del trono, murió en la batalla de Uclés.
Elvira (1100–1135), contrajo matrimonio en 1117 con Rogelio II de Sicilia, rey de Sicilia, con descendencia.

Sancha (1101–c. 1125), primera esposa de Rodrigo González de Lara, conde de Liébana con quien tuvo a Elvira Rodríguez de Lara, mujer del conde Ermengol VI de Urgel.
Sepultura de Zaida
El rey Alfonso VI quiso que los restos mortales de Zaida descansaran en el mismo lugar que había destinado para él mismo, sus reinas e hijos, y por ello, ciertas fuentes señalan que fue sepultada en el Monasterio de San Benito de Sahagún, exactamente en el coro bajo, antes de llegar al atril. Quadrado, en sus Recuerdos y bellezas de España, dice que en "Sahagún descansa en túmulo alto el rey y debajo de una sencilla lápida Isabel y el joven Sancho, su hijo". En la lápida que cubría los restos de Zaida aparecía esculpida la siguiente inscripción:

UNA LUCE PRIUS SEPTEMBRIS QUUM FORET IDUS SANCIA TRANSIVIT FERIA II HORA TERTIA ZAYDA REGINA DOLENS PEPERIT4

No obstante, en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León se conserva una lápida, cuyo epitafio, redactado en términos latinos, dice así:

H. R. REGINA DOMNA ELISABETH, UXOR REGIS ALFONSI, FILIA BENAUET REGIS SIVILIAE, QUAE PRIUS ZAIDA FUIT VOCATA.

El sepulcro que contenía los restos de Alfonso VI fue destruido en 1810, durante el incendio que sufrió el Monasterio de San Benito. Los restos mortales del rey y los de varias de sus esposas, entre ellos los de Zaida, fueron recogidos y conservados en la cámara abacial hasta el año 1821, en que fueron expulsados los religiosos del monasterio, siendo entonces depositados por el abad Ramón Alegrías en una caja, que fue colocada en el muro meridional de la capilla del Crucifijo, hasta que, en enero de 1835, los restos fueron recogidos de nuevo e introducidos en otra caja, siendo llevados al archivo, donde se hallaban en esos momentos los despojos de las esposas del soberano. El propósito era colocar todos los restos reales en un nuevo santuario que se estaba construyendo entonces.4 No obstante, cuando el monasterio de San Benito fue desamortizado en 1835, los religiosos entregaron las dos cajas con los restos reales a un pariente de un religioso, que las ocultó, hasta que en el año 1902 fueron halladas por el catedrático del Instituto de Zamora Rodrigo Fernández Núñez.
En la actualidad, los restos mortales de Alfonso VI el Bravo reposan en el Monasterio de Benedictinas de Sahagún, a los pies del templo, en un arca de piedra lisa y con cubierta de mármol moderna, y en un sepulcro cercano, igualmente liso, yacen los restos de varias de las esposas del rey, entre ellos los que se atribuyen a Zaida.
Los restos que se conservan de la reina Zaida (la bóveda craneal, la clavícula derecha, el húmero izquierdo y la mitad del distal del radio de ese mismo lado) dictaminan que tenía una estatura de 152,6 cm. Los especialistas que estudiaron sus restos llegaron a la conclusión de que en el momento de su muerte debía tener unos 30 años de lo que se deduce que debió nacer hacia 1063.
Homenajes
Cuenca ha querido reconocer a la que de una u otra forma ha influido en su historia y así, en el pleno del Ayuntamiento del 16 de febrero de 1959, siendo alcalde Bernardino Moreno Cañadas, se adoptó el acuerdo de otorgar una calle en el Polígono de Los Moralejos, en el Cerro Pinillos, de San Agustín, a la Princesa Zaida.
En Madrid, Zaida también dispone de su calle, desde el 14 de julio de 1950, siendo alcalde el Conde Santamarta de Babio. Discurre desde la de Carlos Daban a la de la Oca en el distrito de Carabanchel.
También hay una calle nombrada por Zaida en Arboleas (Almería), en el barrio de La Perla.
En la ciudad de León existe también una calle con el nombre de Reina Zaida.

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martes, 2 de abril de 2019

AIXA. Madre de Boabdil



A'isha bint Muhammad ibn al-Ahmar, reina de Granada, llamada A'isha al-Hurra (La Honesta o la Fría) a pesar de los pocos documentos que tenemos sobre su vida e incluso de la polémica surgida en torno a su nombre verdadero, era conocida en la tradición española como Aixa.

Al parecer, Aixa era hija del rey de Granada Muhammad X el Cojo, aunque según otros autores lo era de Muhammed VIII el Zurdo. Procedía de la familia real de Granada y debía de gozar de considerable patrimonio y prestigio por sí misma, que explicarían su notable influencia pública posterior.

Según un documento aportado por Luis Seco de Lucena, recibió de su hermana Umm al-Fath la alquería de Sujayra (hoy Zujaira), que vendería el 3 de octubre de 1492 al caballero cristiano D. Luis de Valdivia por el precio de dos mil quinientos reales de plata, alquería que pasaría luego a ser propiedad de los Reyes Católicos.

En la misma ciudad de Granada, poseía el palacio de Dar al-Horra y en la vega de Granada, extramuros de la ciudad, el palacio del Alcázar Genil que tenía una naumaquia, en donde se celebraban juegos navales de recreo en verano y eran estos los lugares donde pasaba sus períodos de recreo y que estaba muy cercano al morabito almohade, hoy ermita de San Sebastián.

Esta naumaquia, de la que hasta hace unos años aún se conservaban restos de muros y de carácter hidráulico, iniciaron su definitivo declive con el trazado del camino de ronda, que la partió en dos mitades y la edificación de las posteriores urbanizaciones que allí se ubicarían, siendo la única voz que se opuso en Granada a su destrucción definitiva la de una diputada socialista por Granada, María Izquierdo Rojo, con sus interpelaciones y preguntas parlamentarias en 1979 y 1980.

Palacio Alcazar del Genil, residencia de verano
de la reina Aixa, madre de Boabdil

Aixa fue durante unos veinte años la sultana consorte del rey Abu l-Hasan Alí, conocido como Muley Hacem en las crónicas cristianas, con el que tuvo dos hijos varones, Abu Abd Allah Muhammad (conocido en las fuentes castellanas como Boabdil el rey chico) y Abu-l-Hayyay Yusuf, y una hija llamada Aixa.

El sultán se enamoró de una esclava cristiana llamada Isabel de Solís, que tomó el nombre de Zoraya al convertirse al Islam, y con la que tendría dos hijos varones, hasta tal punto que acabó por desbancar a Aixa de la condición de sultana y confinarla en habitaciones menos regias, dentro de los palacios nazaríes de la Alhambra. Al ser repudiada por Muley Hacen, Aixa pasaría a habitar la sala de Dos Hermanas con sus hijos.

Cuentan las crónicas que Aixa era llamada también al-Horra, es decir, la fría o la sexualmente indiferente, lo que la incapacitaba para hacer feliz al rey Muley Hacén, un rey que eligió a esclava Isabel de Solís, Soraya para los musulmanes de Granada, que se dice estaba encerrada en la hoy llamada torre de la Cautiva.
Era Aixa un desatino de la naturaleza, que la había privado de cualquier signo de belleza. Su virilismo hipofisario se evidenciaba en su voz grave, en el pelo que le crecía en sus mejillas y en su desarrollo muscular, más propio de un hombre.

Favorecedora de las intrigas palaciegas y rival de Isabel de Solís, fue el alma de la resistencia contra los Reyes Católicos y acompañó a su hijo en 1492 a La Alpujarra y en 1493 a Fez.

En 1484, los celos, la rivalidad entre Aixa y Zoraya, el temor por la sucesión de sus hijos, junto con la desconfianza ante las intenciones del sultán, instaron a Aixa a participar, con la facción noble de los Abencerrajes, en una conspiración para destronar a su esposo y poner en su lugar a su hijo Boabdil.

Tras liberar a éste de una de las torres de la Alhambra, según la tradicións se dice que su padre, el rey Muley Hacen, le tenía preso en la torre de las Damas, y Aixa incitó a Boabdil y su hermano Yusuf a huir a Guadix, donde el primero se rebeló contra su padre y fue proclamado rey, según refiere Hernando de Baeza. Poco después, tras una sangrienta guerra civil, el 5 de julio de 1482, Boabdil era proclamado rey de Granada. Aixa volvió a intervenir con tenacidad y firmeza en 1483, cuando su hijo cayó prisionero de los cristianos en la batalla de Lucena, y ella negoció su liberación.

Poco se sabe de su vida en los siguientes años, pero debió de seguir -y de implicarse muy de cerca en los agitados y decisivos acontecimientos que estaban teniendo lugar en Granada: las pretensiones al trono de El Zagal, su cuñado, y el hostigamiento constante de las tropas cristianas. Aixa se convirtió en el alma de la resistencia contra éstas.

Si se sabe que a la muerte de Muley Hacén, el Zagal proclamó su sucesor, que mandaría asesinar al hermano de Boabdil, Abu-l-Hayyay Yusuf, el segundogénito de la dinastía, y que envió su cabeza a la Alhambra envuelta en alcanfor.

Mujer enérgica y de carácter fuerte y acusada personalidad, el retrato que de ella hacen las fuentes castellanas es el de una persona de arrebatos pasionales y genio viril. Su agitada vida ha dado lugar a ser utilizada como tema recurrente en la literatura hasta nuestros días. En realidad, fue una mujer capaz de tomar importantes decisiones que influyeron en la evolución política del reino, para asegurarse la sucesión de su hijo primogénito al trono de la Granada nazarí.

Los abencerrajes eran una de las familias más relevantes de la política granadina, jugando un importante papel a lo largo del siglo XV. Los Banu Sarray -nombre originario de la familia- procedían del norte de África, participando la mayor parte de sus miembros en las diversas revueltas socio-políticas que tuvieron lugar en la Granada nazarí.

Se dice que Boabdil ordenó el asesinato de los principales miembros del clan para evitar así las intrigas políticas y fortalecer la corona cuando descubrió que en el patio de la Sultana, llamado así por la leyenda que cuenta que, junto al tronco de un ciprés, se veían a escondidas la esposa de Boabdil y un caballero de la familia de los Abencerrajes y que, al ser descubiertos por el rey, éste mando asesinar a toda la familia en la sala de Abencerrajes de la Alhambra.

Llamó a todos sus rivales a un salón contiguo al Patio de los Leones de la Alhambra y allí los asesinó; desde ese momento ese salón recibe el nombre de los Abencerrajes.
Los abencerrajes, lienzo de Fortuny y foto de la sala

Mariano Fortuny se hace eco de esa leyenda para crear un atractivo lienzo que está sin concluir, apreciándose claramente el abocetamiento reinante en la composición. A pesar de ello, el decorativismo de la estancia donde tiene lugar la matanza es digno de elogio, mostrándose todos los ornamentos que caracterizan al palacio nazarí con sus variados colores de gran riqueza decorativa.

Las figuras están someramente elaboradas aunque podemos dar cuenta de la crueldad del ejecutor que apoyado en la pared dirige su mirada a un grupo de nobles que se arrodilla a la entrada de la sala. La luz tiene un importante papel en esta composición al resaltar los brillos del alicatado e inundar con toda su fuerza la zona central del espacio, creándose un acertado contraste lumínico.

El Tribunal de la Alhambra se relaciona con este lienzo, creando una temática de gran éxito para el artista.

La leyenda dice que en Enero de 1492, cuando iban camino de La Alpujarra, en un momento dado, al alcanzar un viso en la zona de Al Badul, cercano a Otura, se detuvo y, volviendo la mirada hacia sus palacios, exclamó con un profundo suspiro de resignación:

¡Alá Akbar! (Dios es grande)

Boabdil volvió la vista atrás llorando para contemplar Granada por última vez y Aixa, su madre, la sultana Aixa Al-Horrá, increpó su vano lamento con las siguientes palabras:

“Bien haces, hijo, en llorar como mujer
lo que no fuiste capaz de defender como hombre"

Dado que en aquellos tiempos, la historia se transmitía por vía oral de generación en generación, existen otras variantes sobre tan lacerante sentencia:


“Llora, llora como mujer
lo que no supiste defender como hombre.”

“Justa cosa es que el rey y los caballeros lloren como mujeres,
pues no pelearon como soldados.”

Debido a esto el pequeño puerto de montaña recibe el nombre del Suspiro del moro (Fer Allah Akbar), que también se denominó en épocas pasadas, en la época romántica, como “la cuesta de las lágrimas”.

Cuando la ciudad se rindió a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492, Aixa partió al exilio con su hijo, primero al señorío de Andarax, en La Alpujarra, donde su visir Aben Comixa concretó la venta de todos sus bienes en 1943, a espaldas de Boabdil.

El rey chico, que un tiempo antes había visto morir a su fiel Morayma en el exilio de Andarax, embarcó en Adra y fue recibido por el rey meriní de Marruecos. En la ciudad marroquí de Fez se cuenta que construyó un palacio parecido a la Alhambra y se dice que murió en campaña treinta y dos años después de su partida. A Aixa seguramente le sobrevendría la muerte en Fez.
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LA POESIA EN EL PERIODO DE LOS REINOS DE TAIFAS Y PERIODO ALMORAVI. LA POESIA EN EL PERIODO DE LOS REINOS DE TAIFAS


LA POESÍA EN EL PERÍODO DE LOS REINOS DE TAIFAS.

En el siglo X, después de la caída de los omeyas, la vida de los poetas árabes presenta mucha analogía con la de los trovadores. Todas las pequeñas cortes que había entonces en España hubieran parecido desiertas a sus soberanos si no las hubiese embellecido la poesía.
Para la historia de la España musulmana  el siglo XI representa el profundo contraste de un notable esplendor cultural y poético mientras que paralelamente se produce la desintegración de la unidad política del califato cordobés. Desaparecido el califato cordobés en 1031, durante el siglo XI la Península se halla dividida en multitud de reinos enfrentados entre sí. En el lado musulmán, cada reyezuelo lucha bien por la supervivencia bien para ampliar sus dominios a costa de sus vecinos y correligionarios. Pero, por encima de estas guerras locales, subsiste el enfrentamiento entre árabes, beréberes y eslavos. Durante un siglo se tendió conscientemente a la fusión de los grupos étnicos de la península, tendencia que había caracterizado la política de Abd ar-Rahman III. Tras esto, y como consecuencia, aparece un nuevo elemento en la sociedad musulmana: ahl al-andalus, en terminología de los historiadores árabes de la época; es decir, la población de al-Andalus, cuyas acciones y reacciones permiten identificarlo como un grupo de lealtades políticas muy próximo a lo que hoy podríamos llamar partido nacional andalusí.
Después de la caída del califato, empezó un nuevo período histórico, en general favorable a la literatura. Los numerosos estados independientes que se levantaron entre las ruinas del destrozado imperio fueron otros tantos centros de actividad literaria y artística. Entre las pequeñas dinastías de Sevilla, Almería, Badajoz, Granada y Toledo reinaba una verdadera rivalidad por proteger las ciencias y cada una procuraba aventajar a las otras en sus esfuerzos para lograr este fin.
Multitud de escritores y de floridos ingenios se reunían en estas cortes, algunos disfrutando de elevadas pensiones, otros recompensados con ricos presentes por las dedicatorias de sus obras. Otros sabios conservaban toda su independencia para consagrarse al saber libres de todo lazo. En balde envió Muyahid al–Amiri, rey de Denia, mil monedas de oro, un caballo y un vestido de honor al filólogo Abu Galib, rogándole que le dedicara una de sus obras. El orgulloso autor devolvió el presente, diciendo: “He escrito mi libro para ser útil a los hombres y para hacerme inmortal. ¿Cómo he de ir ahora a poner en él un nombre extraño, para que se lleve la gloria? ¡Nunca lo haré!” Cuando el rey supo esta contestación de Abu Galib se admiró mucho de su magnanimidad y le envió otro presente mayor. Todas las preocupaciones religiosas desaparecieron de estas pequeñas cortes y reinaba una tolerancia  como aún no se ha visto igual en nuestro siglo en ninguna parte de la Europa cristiana.
Los filósofos podían, por lo tanto, entregarse a las más atrevidas especulaciones. Muchos príncipes procuraban ellos mismos sobresalir por sus trabajos literarios. Al–Muzaffar, rey de Badajoz, escribió una gran obra enciclopédica en cerca de cien volúmenes; al–Muqtadir, rey de Zaragoza, fue famoso por sus extraordinarios conocimientos en astronomía, geometría y filosofía.

La poesía en el período de los almorávides (1056-1147).
Las diferencias entre los almorávides, gobernadores del norte de África,  y los reyes de taifas desembocaron en un conflicto armado cuando los alfaquíes y la población musulmana solicitaron la intervención de Yusuf contra sus soberanos acusándolos de no cumplir los preceptos coránicos y de cobrar impuestos ilegales. En 1090, Abd Alá de Granada era depuesto y desterrado al norte de África. Un año más tarde, Yusuf ocupaba Sevilla y en 1094 se apoderaba de Badajoz, a pesar de los intentos de Alfonso VI de salvar ambos reinos. Sólo Valencia y Zaragoza pudieron resistir durante algún tiempo a los almorávides. Valencia sería ocupada en 1102 y, en este mismo año, los almorávides atacaban las posesiones del reino de Zaragoza, que conquistarían en 1110.
Sin bien esta dinastía había subido al trono por una revolución nacida del fanatismo religioso, hubo en ella muchos príncipes aficionados a las letras. En la corte de Abd-al–Mumin vivieron Averroes (Ibn Rusd), Avenzhoar (Ibn  Zuhr) y Abu Bakr (Ibn Tufail), que después se hicieron tan famosos en el resto de Europa.
Mucho antes de que floreciera en Occidente el estudio de las humanidades, estudiaron estos hombres los escritos de Aristóteles y divulgaron los conocimientos filosóficos; pero se debe advertir que no leían el texto original, sino sólo las traducciones siríacas, por medio de las cuales conocían ya los árabes, desde el siglo VIII, los autores griegos. Si Córdoba sobresalía por su amor a la literatura, en Sevilla se estimaba y florecía principalmente la música. Como en cierta ocasión se discutiese sobre cuál de las dos ciudades, Córdoba o Sevilla, destacaba más por su cultura, Averroes dijo: “Cuando en Sevilla muere un sabio y se trata de vender sus libros, éstos se envían a Córdoba, donde hay más seguro despacho; pero si en Córdoba muere un músico, sus instrumentos van a Sevilla a venderse” . El mismo escritor que refiere esta anécdota añade que, entre todas las ciudades sujetas al Islam, Córdoba es aquella donde se hallan más libros. Yusuf, sucesor de Abd al–Mumin, fue el príncipe más instruido de su época, y reunió en su corte sabios de todos los países.


Aunque los soberanos de esta misma dinastía, que reinaron después, no tenían las mismas inclinaciones, y aunque hacia finales del siglo XII hubo una gran persecución contra la filosofía, no se puede dudar de la duración del movimiento intelectual en la España mahometana.
Se puede afirmar que la conquista almorávide representó el final de la poesía clásica árabe y coincidió con el gran desarrollo de lo que podemos llamar poesía popular, que utilizaba como vehículo de expresión  la moaxaja, poema de cinco estrofas con un pareado final que se utilizaba como estribillo y proporcionaba un elemento de referencia, ya que cada una de las restantes estrofas se componía  de tres versos con rima propia, seguidos de un pareado que reproducía la rima inicial.  El pareado final recibe el nombre de jarcha y se compone en árabe vulgar o en romance, mientras que los demás versos pueden estar escritos en árabe clásico. Una variante de la moaxaja era el zéjel, escrito en su totalidad en lengua vulgar y con una construcción más sencilla, ya que cada estrofa, en lugar del pareado final, sólo incluía un verso con la rima de la jarcha. El origen de estas composiciones suele fecharse a comienzos del siglo X y su descubrimiento se atribuye al poeta ciego Muadam de Cabra, pero las principales moaxajas conocidas son de finales del siglo XI y del siglo XII. El poeta popular por antonomasia es el cordobés Ibn Quzmán (1100-1160) cuyas poesías tienen muchos puntos en común con la de los goliardos occidentales.



Publicado por al-Andalus en 8:36 

OBSERVACIONES GENERALES SOBRE LA POESIA ANDALUSÍ



Entre las producciones  de la poesía arábigo-hispana se encuentran muchas que manifiestan sentimientos extraordinariamente parecidos a los nuestros y que  contienen ideas que no podían nacer en la antigua Arabia sino bajo el más dilatado horizonte del Occidente.
En todas las épocas y en las más distintas regiones del mundo a donde sus conquistas los llevaron los árabes guardaban vivos en el alma los recuerdos de la patria primera. La historia de sus antepasados les era familiar desde la infancia y la peregrinación a los lugares santos de su creencia, que casi todos emprendían, no dejaba que jamás se entibiase en ellos el sentimiento de amor y dependencia del país de donde salieron. Por esto sus poesías están llenas de alusiones a las leyendas, héroes y localidades de la antigua Arabia, de imágenes de la vida nómada y de descripciones del desierto.
Consideraban, además, las mu´allaqat y el Hamasa como modelos insuperables, y bastantes creían que el medio más seguro de llegar a ser clásicos era imitar mucho su estilo. La poesía de los árabes en España tenía muchos rasgos iguales a la de su hermana oriental, pues todavía no dejó de sentir el influjo del suelo de Andalucía. Los poetas, a pesar de toda su admiración del Hamasa y  de las mu´allaqat, y a pesar del deseo de imitarlos, no pudieron desechar los nuevos asuntos que se ofrecían para sus canciones. Ya no podían  cantar las enemistades entre tribu y tribu ni las discordias por causas de los pastos sino la gran contienda del Islam contra las huestes reunidas del occidente. En vez de convocar a los compañeros de tienda para la sangrienta venganza de un pariente asesinado, debían convocar a todo un pueblo para que defendiese la hermosa Andalucía de donde los enemigos de la fe amenazaban lanzarlos .
A la par de las peregrinaciones por el desierto y de la vivienda abandonada del dueño querido, lo cual, por convención, había de tener siempre lugar en una qasida, había entonces que descubrir risueños jardines impregnados con el aroma del azahar, arroyos cristalinos con las orillas ceñidas de laureles, blandas y reposadas, siestas bajo las umbrosas bóvedas de los bosquecillos de granados, y nocturnos y deleitosos paseos en barca por el Guadalquivir. Inevitablemente tuvieron los poetas, al tratar estos nuevos asuntos, que adoptar imágenes desconocidas para sus antepasados, y el estado de la civilización, enteramente distinto, hubo también de imprimirse en sus versos. A semejanza de su lengua, toda la actividad creadora de los árabes tiene un carácter subjetivo. Pinta con preferencia la vida del alma, hace entrar en ella los objetos del mundo exterior y se muestra poco inclinada a ver clara la realidad, a representar la naturaleza con rasgos y contornos firmes y bien determinados y a penetrar en el seno de otros individuos para describir los sucesos de la vida y retratar a los hombres.
Los asuntos sobre los que escriben son de varias clases. Cantan las alegrías del amor bien correspondido y el dolor del amor desgraciado. Pintan con los más suaves colores la felicidad de una tierna cita y lamentan con acento apasionado el pesar de una separación. La bella naturaleza de Andalucía los mueve a ensalzar sus bosques, ríos y fértiles campos, o los induce a la contemplación del tramontar resplandeciente del sol o de las claras noches ricas de estrellas. Entonces acude de nuevo a su memoria el país nativo de su raza donde sus antepasados vagaban sobre llanuras de candente arena. Expresiones de un extraño fanatismo salen a veces de sus labios como el ardiente huracán del desierto y otras sus poesías religiosas rezuman blanda piedad y están llenas de aspiraciones hacia lo infinito.

Elogian la magnanimidad y el poder de los príncipes, la gala de sus palacios y la belleza de sus jardines. Van con ellos a la guerra y describen el relampaguear de los aceros, las lanzas bañadas en sangre y los corceles rápidos como el viento. Los vasos llenos de vino circulan en los convites y los paseos nocturnos por el agua a la luz de las antorchas son también celebrados en sus canciones. En ellas describen la variedad de las estaciones del año, las fuentes sonoras, las ramas de los árboles que se doblegan al impulso del viento, las gotas de rocío en las flores, los rayos  de la luna que rielan sobre las ondas, el mar, el cielo, las pléyades, las rosas, los narcisos, el azahar y la flor del granado. Tienen también epigramas que elogian todos aquellos objetos que adornaban con lujo refinado la mansión de los magnates, como estatuas de bronce o de ámbar, vasos magníficos, fuentes y baños de mármol y leones que vierten agua.
Sus poesías morales o filosóficas discurren sobre lo fugaz de la existencia terrenal y lo voluble de la fortuna, sobre el destino, al que ningún hombre puede sustraerse, y sobre la vanidad de los bienes de este mundo y el valor real de la virtud y de la ciencia. Con predilección, procuran que perduren en sus versos ciertos momentos agradables de la vida, describiendo una cita nocturna, un rato alegre pasado en compañía de lindas cantadoras, una muchacha que coge fruta de un árbol, un joven copero que escancia el vino, y otras cosas similares. Las diversas ciudades y comarcas de España, y también sus mezquitas, puentes, acueductos, quintas y demás edificios suntuosos, son encomiadas por ellos.
Por último, la mayor parte de estas poesías están enlazadas con la vida del autor; nacen de la emoción del momento; son en suma, improvisaciones, de acuerdo con la más antigua forma de la poesía semítica.
En su conjunto, la poesía andalusí tenía, quizá en mayor medida que la de Oriente, el gusto por la naturaleza y el sentido del amor cortesano (al lado del erotismo), en el sentido de que se desarrollaron unas estrofas poéticas populares más ligeras y más cercanas a las reglas de la poesía «romance» .

Publicado por al-Andalus en 8:51