martes, 2 de abril de 2019

AIXA. Madre de Boabdil



A'isha bint Muhammad ibn al-Ahmar, reina de Granada, llamada A'isha al-Hurra (La Honesta o la Fría) a pesar de los pocos documentos que tenemos sobre su vida e incluso de la polémica surgida en torno a su nombre verdadero, era conocida en la tradición española como Aixa.

Al parecer, Aixa era hija del rey de Granada Muhammad X el Cojo, aunque según otros autores lo era de Muhammed VIII el Zurdo. Procedía de la familia real de Granada y debía de gozar de considerable patrimonio y prestigio por sí misma, que explicarían su notable influencia pública posterior.

Según un documento aportado por Luis Seco de Lucena, recibió de su hermana Umm al-Fath la alquería de Sujayra (hoy Zujaira), que vendería el 3 de octubre de 1492 al caballero cristiano D. Luis de Valdivia por el precio de dos mil quinientos reales de plata, alquería que pasaría luego a ser propiedad de los Reyes Católicos.

En la misma ciudad de Granada, poseía el palacio de Dar al-Horra y en la vega de Granada, extramuros de la ciudad, el palacio del Alcázar Genil que tenía una naumaquia, en donde se celebraban juegos navales de recreo en verano y eran estos los lugares donde pasaba sus períodos de recreo y que estaba muy cercano al morabito almohade, hoy ermita de San Sebastián.

Esta naumaquia, de la que hasta hace unos años aún se conservaban restos de muros y de carácter hidráulico, iniciaron su definitivo declive con el trazado del camino de ronda, que la partió en dos mitades y la edificación de las posteriores urbanizaciones que allí se ubicarían, siendo la única voz que se opuso en Granada a su destrucción definitiva la de una diputada socialista por Granada, María Izquierdo Rojo, con sus interpelaciones y preguntas parlamentarias en 1979 y 1980.

Palacio Alcazar del Genil, residencia de verano
de la reina Aixa, madre de Boabdil

Aixa fue durante unos veinte años la sultana consorte del rey Abu l-Hasan Alí, conocido como Muley Hacem en las crónicas cristianas, con el que tuvo dos hijos varones, Abu Abd Allah Muhammad (conocido en las fuentes castellanas como Boabdil el rey chico) y Abu-l-Hayyay Yusuf, y una hija llamada Aixa.

El sultán se enamoró de una esclava cristiana llamada Isabel de Solís, que tomó el nombre de Zoraya al convertirse al Islam, y con la que tendría dos hijos varones, hasta tal punto que acabó por desbancar a Aixa de la condición de sultana y confinarla en habitaciones menos regias, dentro de los palacios nazaríes de la Alhambra. Al ser repudiada por Muley Hacen, Aixa pasaría a habitar la sala de Dos Hermanas con sus hijos.

Cuentan las crónicas que Aixa era llamada también al-Horra, es decir, la fría o la sexualmente indiferente, lo que la incapacitaba para hacer feliz al rey Muley Hacén, un rey que eligió a esclava Isabel de Solís, Soraya para los musulmanes de Granada, que se dice estaba encerrada en la hoy llamada torre de la Cautiva.
Era Aixa un desatino de la naturaleza, que la había privado de cualquier signo de belleza. Su virilismo hipofisario se evidenciaba en su voz grave, en el pelo que le crecía en sus mejillas y en su desarrollo muscular, más propio de un hombre.

Favorecedora de las intrigas palaciegas y rival de Isabel de Solís, fue el alma de la resistencia contra los Reyes Católicos y acompañó a su hijo en 1492 a La Alpujarra y en 1493 a Fez.

En 1484, los celos, la rivalidad entre Aixa y Zoraya, el temor por la sucesión de sus hijos, junto con la desconfianza ante las intenciones del sultán, instaron a Aixa a participar, con la facción noble de los Abencerrajes, en una conspiración para destronar a su esposo y poner en su lugar a su hijo Boabdil.

Tras liberar a éste de una de las torres de la Alhambra, según la tradicións se dice que su padre, el rey Muley Hacen, le tenía preso en la torre de las Damas, y Aixa incitó a Boabdil y su hermano Yusuf a huir a Guadix, donde el primero se rebeló contra su padre y fue proclamado rey, según refiere Hernando de Baeza. Poco después, tras una sangrienta guerra civil, el 5 de julio de 1482, Boabdil era proclamado rey de Granada. Aixa volvió a intervenir con tenacidad y firmeza en 1483, cuando su hijo cayó prisionero de los cristianos en la batalla de Lucena, y ella negoció su liberación.

Poco se sabe de su vida en los siguientes años, pero debió de seguir -y de implicarse muy de cerca en los agitados y decisivos acontecimientos que estaban teniendo lugar en Granada: las pretensiones al trono de El Zagal, su cuñado, y el hostigamiento constante de las tropas cristianas. Aixa se convirtió en el alma de la resistencia contra éstas.

Si se sabe que a la muerte de Muley Hacén, el Zagal proclamó su sucesor, que mandaría asesinar al hermano de Boabdil, Abu-l-Hayyay Yusuf, el segundogénito de la dinastía, y que envió su cabeza a la Alhambra envuelta en alcanfor.

Mujer enérgica y de carácter fuerte y acusada personalidad, el retrato que de ella hacen las fuentes castellanas es el de una persona de arrebatos pasionales y genio viril. Su agitada vida ha dado lugar a ser utilizada como tema recurrente en la literatura hasta nuestros días. En realidad, fue una mujer capaz de tomar importantes decisiones que influyeron en la evolución política del reino, para asegurarse la sucesión de su hijo primogénito al trono de la Granada nazarí.

Los abencerrajes eran una de las familias más relevantes de la política granadina, jugando un importante papel a lo largo del siglo XV. Los Banu Sarray -nombre originario de la familia- procedían del norte de África, participando la mayor parte de sus miembros en las diversas revueltas socio-políticas que tuvieron lugar en la Granada nazarí.

Se dice que Boabdil ordenó el asesinato de los principales miembros del clan para evitar así las intrigas políticas y fortalecer la corona cuando descubrió que en el patio de la Sultana, llamado así por la leyenda que cuenta que, junto al tronco de un ciprés, se veían a escondidas la esposa de Boabdil y un caballero de la familia de los Abencerrajes y que, al ser descubiertos por el rey, éste mando asesinar a toda la familia en la sala de Abencerrajes de la Alhambra.

Llamó a todos sus rivales a un salón contiguo al Patio de los Leones de la Alhambra y allí los asesinó; desde ese momento ese salón recibe el nombre de los Abencerrajes.
Los abencerrajes, lienzo de Fortuny y foto de la sala

Mariano Fortuny se hace eco de esa leyenda para crear un atractivo lienzo que está sin concluir, apreciándose claramente el abocetamiento reinante en la composición. A pesar de ello, el decorativismo de la estancia donde tiene lugar la matanza es digno de elogio, mostrándose todos los ornamentos que caracterizan al palacio nazarí con sus variados colores de gran riqueza decorativa.

Las figuras están someramente elaboradas aunque podemos dar cuenta de la crueldad del ejecutor que apoyado en la pared dirige su mirada a un grupo de nobles que se arrodilla a la entrada de la sala. La luz tiene un importante papel en esta composición al resaltar los brillos del alicatado e inundar con toda su fuerza la zona central del espacio, creándose un acertado contraste lumínico.

El Tribunal de la Alhambra se relaciona con este lienzo, creando una temática de gran éxito para el artista.

La leyenda dice que en Enero de 1492, cuando iban camino de La Alpujarra, en un momento dado, al alcanzar un viso en la zona de Al Badul, cercano a Otura, se detuvo y, volviendo la mirada hacia sus palacios, exclamó con un profundo suspiro de resignación:

¡Alá Akbar! (Dios es grande)

Boabdil volvió la vista atrás llorando para contemplar Granada por última vez y Aixa, su madre, la sultana Aixa Al-Horrá, increpó su vano lamento con las siguientes palabras:

“Bien haces, hijo, en llorar como mujer
lo que no fuiste capaz de defender como hombre"

Dado que en aquellos tiempos, la historia se transmitía por vía oral de generación en generación, existen otras variantes sobre tan lacerante sentencia:


“Llora, llora como mujer
lo que no supiste defender como hombre.”

“Justa cosa es que el rey y los caballeros lloren como mujeres,
pues no pelearon como soldados.”

Debido a esto el pequeño puerto de montaña recibe el nombre del Suspiro del moro (Fer Allah Akbar), que también se denominó en épocas pasadas, en la época romántica, como “la cuesta de las lágrimas”.

Cuando la ciudad se rindió a los Reyes Católicos el 2 de enero de 1492, Aixa partió al exilio con su hijo, primero al señorío de Andarax, en La Alpujarra, donde su visir Aben Comixa concretó la venta de todos sus bienes en 1943, a espaldas de Boabdil.

El rey chico, que un tiempo antes había visto morir a su fiel Morayma en el exilio de Andarax, embarcó en Adra y fue recibido por el rey meriní de Marruecos. En la ciudad marroquí de Fez se cuenta que construyó un palacio parecido a la Alhambra y se dice que murió en campaña treinta y dos años después de su partida. A Aixa seguramente le sobrevendría la muerte en Fez.
Publicado por al-Andalus en 7:55 

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