Una Alhambra que tiene tela
El museo alhambreño posee una colección de tejidos donde se muestra la sofisticada artesanía textil de los andalusíes
Ilustración en la que se aprecian las vestimentas de los moriscos granadinos. (Foto IDEAL)
Lino, algodón, lana y seda son los materiales predominantes en los tejidos
usados por los habitantes de la Alhambra, junto a los metales
preciosos como el oro y la plata. El museo alhambreño posee una colección de 82
tejidos y catorce alfombras, que proceden de culturas diferentes. La historia
tiene tela, y va desde los coptos a los egipcios y los hispanomusulmanes, donde
la seda fue el material más preciado. A través de esta colección se puede seguir
la evolución de los elementos decorativos y las tendencias andalusíes a la hora
del vestir.
Fueron los musulmanes quienes introdujeron el algodón y
la seda, que mezclaban con otros tejidos
El Islam de la época andalusí disponía unas normas, tanto jurídicas como
religiosas, para reglar el uso del vestido. El empleo de una ropa y tejidos
determinados conllevaba un enorme poder simbólico en una sociedad, en la que la
moda y la apariencia tuvieron un importante protagonismo.
Una de las normas señalaba que las mujeres no podían vestir como los hombres,
pero ellos tenían prohibido el uso de la seda, aunque sí la lucían pero mezclada
con la lana.
El fondo de armario femenino constaría de una camisa, un manto y un velo. Las
nazaríes añadían trajes de lana gruesa y de fieltro, de piel de cordero, conejo
y zorro, una chupa, una pelliza, túnicas cortas sin manga, calzones, mantos,
gorros y cintos. El estilo casual, o sea para salir de casa, incluía mantos,
zaragüelles (calzones anchos y largos), cinturones, calzas y alcorques, una
especie de calzado con suela de corcho.
Ropa interior
Las féminas nazaríes ya disponían de ropa íntima, que usaban para empapar el
sudor y tenían prendas especiales durante el periodo de la menstruación. También
se servían de algunos artilugios textiles para mejorar su figura, especialmente
para ensanchar sus caderas y destacar sus glúteos. En el siglo XV la moda
imponía a las nazaríes calzas de lino ceñidas a la altura de la cintura, y sobre
ellas una camisa larga y una túnica de lana o seda.
Los colores eran el rojo, negro y blanco, según el estado social, pero
también se llevaban los estampados que adoptaban las formas de hojas de palmera,
ojos de gacelas, flechas en un arco, rayas e incluso figuras humanas.
Las fuentes históricas sobre los ropajes usados por los varones nazaríes son
bastante escasas y se limitan a señalar que se usaban zaragüelles y alcorques,
pero se conoce que tenían la costumbre de encargar trajes para pasear, acudir a
celebraciones e incluso para ir al hammán. Los nazaríes vestían sayas de mangas
anchas, recogidas a la altura de la cintura, y zaragüelles hasta los tobillos.
Frente a la imagen tópica que se ha dado de los hispanomusulmanes, no usaban
turbante, un tocado que quedó para los cadíes, sabios y militares. Los nazaríes,
por otra parte, pusieron de moda un gorro alto que sobresalía de la banda de
tela que envolvía la cabeza a la manera de turbante y del que había una gran
variedad de modelos.
Siempre hubo clases, y los más adinerados vestían ropas de tejidos caros y se
colocaban encima de la camisa un blusón largo y recto que tenía las mangas
anchas. La llamada marlota era la prenda más lujosa, que generalmente era de un
color vivo y de terciopelo o damasco. Un ejemplo de este tipo es la que
perteneció a Boabdil, ricamente decorada, y que se encuentra en el Museo del
Ejército.
Coptos y fatimíes
A este tipo de prendas más suntuosas y otras decorativas se ciñe la colección
de tejidos del Museo de la Alhambra, con piezas que se remontan a la época de
los coptos, los primeros egipcios, un periodo del que dispone de once
ejemplares. Algunos de estos retales más antiguos, dada su riqueza en colores y
motivos, han podido ser conservados gracias al uso que de ellos hicieron los
hispanomusulmanes.
Los andalusíes fueron también pioneros en el vintage y utilizaban adornos de
telas más antiguas y preciosas para elaborar sus propios vestidos. Esta misma
circunstancia es la que ha logrado la conservación de tejidos egipcios
realizados por los fatimíes, los musulmanes residentes en Alejandría. Una de las
prendas históricas de estos artesanos es el llamado Velo de Santa Ana, que se
conserva en la catedral francesa de Apt. Las reminiscencias coptas son notables
en sus motivos decorativos. La aportación más significativa es la inclusión de
inscripciones epigráficas con versos del Corán y en estilo cúfico, o sea
geométrico. Tampoco olvidan elementos como las palomas y otras aves de
significado especial para los andalusíes.
Fueron los musulmanes quienes introdujeron el algodón y la seda, que
mezclaban con otros tejidos e incluso con metales preciosos como el oro y la
plata. La seda marcó la economía y las vestimentas de los andalusíes,
especialmente la de los nazaríes, con centros de producción tanto en Granada
como Almería. Bordados, leones rampantes, elementos vegetales, colores
variadísimos y ricos tintes, conforman las características de estas telas,
algunas de ellas conservadas gracias a que forraron los ataúdes de los monarcas
cristianos sepultados en el Monasterio de las Huelgas.
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