LA ALHAMBRA: EL LUCERO QUE POR AMOR VIVIÓ CAUTIVO EN
UNA TORRE
O LA HISTORIA DE LA CRISTIANA POR LA QUE EL REY MULEY
HACÉN, PADRE DE BOABDIL, DESAFIÓ CON CONSECUENCIAS DESASTROSAS A SU FAMILIA
Autor: Máximo Fernández - Fuente: www.elperiodicodeaqui.com
Torre de la Cautiva. (Foto: ideal.es).
Son muchos los
espacios que pasan desapercibidos al visitante de la Alhambra. Quienes se acercan
a este monumento suelen dedicar unas horas para pasearlo por sus corredores más
destacadas, olvidando zonas impresionantes cuajadas de belleza e historias.
Para animar a una visita más profunda de la Alhambra nos vamos a aproximar a la
historia de una de sus torres más hermosas, nos referimos a la Torre de la
Cautiva.
La torre se
encuentra situada en el camino de ronda de la muralla, que circunda la
Alhambra. Fue conocida en el siglo XVI como de Torre de la Ladrona y de la
Sultana, aunque posteriormente se cambió su nombre por el de la Cautiva, ya que
se pensaba que en ella vivió Doña Isabel de Solís, la cristiana por la que el
rey Muley Hacén (padre de Boabdil) desafió con consecuencias desastrosas a su
familia y a su corte.
Como la mayor
parte de las construcciones alhambreñas, esta torre tenía una doble finalidad:
la defensa y la habitabilidad. Esta funcionalidad determinó su estructura
militar, su acceso se realiza a través de un estrecho pasadizo en recodo que
dificultaba el acceso a posibles atacantes. A los visitantes puede resultarles
peculiar una entrada tan “pobre” a una estancia tan rica y refinada. La
estructura de pasillo en recodo permitía a los defensores apostarse en las
esquinas y desde ellas lanzar flechas o atacar a los que intentaban acceder, de
esta manera se anula al adversario si ataca en grupo, pues las estrechas
dimensiones del acceso obligaba a los atacantes a ordenarse de uno en uno,
facilitando su neutralización.
Tras el pasadizo
accedemos a un patio con galerías abiertas por arcos peraltados festoneados en
tres de sus lados, con profusa decoración de mocárabes. Este patio comunica con
una sala cuadrada, a través de un arco doble de mocárabes, en la que
encontramos un artesonado del siglo XIX y unos camarines con balcones al exterior.
Las paredes aparecen recubiertas de finas yeserías con inscripciones que nos
hablan de la importancia defensiva de esta torre y su función palaciega;
algunas inscripciones dicen así: “Esta obra ha venido a engalanar la Alhambra;
/ es morada para los pacíficos y los guerreros; / Calahorra que contiene un
palacio / ¡Dí que es una fortaleza y a la vez mansión para la alegría! / Es un
palacio en el cual el esplendor está repartido / entre su techo, su suelo y sus
cuatro paredes; / en el estuco y en los azulejos hay maravillas…”
La conservación
de la torre en relativo buen estado se debe a que fue habitada durante mucho
tiempo por los alcaides cristianos en manos de los cuales los Reyes Católicos
dejaron la custodia del monumento, posteriormente pasó a manos privadas. A
finales del siglo XIX fue sometida a una intensa restauración, que pretendió
remarcar el carácter oriental de la construcción, muy de moda en la época.
La Torre de la
Cautiva es un espacio cargado de historia, el escenario de una de esas historias
de amor en la que nos gustaría ser protagonistas. Hay mucha mitología en torno
a los amores de la cristiana Zoraya y el rey Muley Hacén pero también abundan
los datos históricos que fijan esta relación en la historia y la
responsabilizan de la última crisis dinástica que hundió el Reino de Granada
ante los cristianos.
La Leyenda cuenta
que en esta Torre de la Cautiva se oyen voces en el lugar donde estuvo presa la
sultana Zoraya, siendo aún cristiana y antes de ser llevada a Lecrín, a
Mondújar, donde tuvo su propio castillo.
Reinaba Enrique
IV, hermano de Isabel la Católica, cuando los moros granadinos apresaron en una
escaramuza, en la frontera con Jaén, a la bella Isabel de Solís (Zoraya), la
hija del alcalde de Martos, (Sancho Ximénez de Solís). Isabel contaba con unos
diecisiete años y era famosa en estas tierras por su hermosura y delicadeza.
Por el cargo de su padre, pertenecía a la pequeña nobleza castellana. Huérfana
de madre desde que nació, fue criada por nodrizas que la educaron con profundas
creencias religiosas y la iniciaron en las labores propias de una noble rural
(administración del hogar, cuidado de los hijos, las labores de aguja,
observación de le fe…).
En su infancia
padeció alguna extraña enfermedad que se atribuyó al mal de ojo, se cuenta que
su padre estaba tan preocupado por perder a su única hija que pidió ayuda al
poderoso Conde de Cabra, en Córdoba. Este tenía una esclava mora llamada
Arlaja, que algunos llamaban bruja, porque conocía las hierbas y sus
propiedades, se decía de ella que curaba los males para los que no había
remedio. El todopoderoso Conde regaló al padre de Isabel a su esclava. Arlaja
curó a la joven Isabel y se convirtió en una segunda madre para ella. La
esclava gozó de gran reputación en la pequeña corte de Martos, parece que
poseía una lengua bastante suelta que le llevaba a añorar las grandezas de su
Granada frente a la pobreza y tosquedad de la vida cristiana.
Se dice que
Arlaja predispuso a Isabel en contra del noble cristiano al que su padre la
había prometido en matrimonio, Pedro Venegas, hijo de la familia de los Señores
de Luque. La esclava relataba a Isabel de las grandezas y curiosidades que el
mundo podría ofrecer a una joven tan hermosa como ella más allá de las lindes
de aquellas tierras empobrecidas y acosadas por la guerra y sus lastres.
Curiosamente fue la guerra la que abrió la puerta a esta joven a una vida muy
distinta a la que el destino le deparaba.
Tras su captura,
Isabel fue llevada a Granada como un valioso botín. El destino para una joven
hermosa e instruida era el harem real. Dicen los que lo vieron que fue un amor
a primera vista. Muley Hacén, algo tosco para la reputación de refinado que le
venimos concediendo, pensó que el mejor modo para que Isabel cediera a sus
requerimientos pasionales, era encerrarla en la torre que hoy conocemos como de
la Cautiva. No debió considerar el monarca el efecto de un buen collar de
diamantes al fondo de una caja de bombones. Sea como sea, Isabel de Solís se
enamoró de Muley Hacén, y fue suya, no sabemos si antes o después de casarse
con él, como marcaban los estrictos preceptos de su educación cristiana. Estos
no fueron obstáculo para que aceptase compartir a su marido con otras esposas y
concubinas (entre ellas la poderosa sultana Aixa, prima y esposa de Muley y
madre de Boabdil) y convertirse al islam adoptando el nombre de Fátima Zoraya,
que significa ‘Lucero de la Mañana’.
El sentimiento de
Muley Hacen parce bastante fuerte, ya que le dio el rango de sultana, con los
beneficios que este le daba a Zoraya y su descendencia en la corte.
La sultana Aixa,
rival implacable, fue una mujer fuerte, curtida en las intrigas de palacio y
conocedora de la corte alambreña. Por nacimiento pertenecía como su esposo a la
familia real y contaba con el apoyo de importantes facciones nobiliarias. Aixa
no soportó que una extranjera viniese a desplazarla a ella y su prole del trono
al que había dedicado su vida. La situación se tensó cuando Zoraya dio dos
hijos varones al sultán, Nasr ben Alí y Saad ben Alí que luego se castellanizaron
como Juan de Granada y Fernando de Granada. Algunos consideran que estos amores
fatales serían origen de la pérdida definitiva de Granada de manos musulmanas.
Quizá haya algo de razón en esta consideración. Es cierto que éste pudo ser un
episodio más de los que protagonizó esta dinastía, pero se produjo en un
momento de debilidad, en que el enemigo estaba fuerte y bien situado, y en el
que muchos de los que debían empuñar la espada para defender la tierra, habían
muerto en alguna intriga dinástica sin sentido.
Los corredores de
la Alhambra se llenaron de inquietud cuando la rencorosa Aixa inició su
venganza para derrocar a su marido. Muley Hacen para proteger a Zoraida y sus
hijos los saca de la torre donde vivían en la Alhambra y manda construir un
castillo en el centro del valle de Lecrín (a unos 50 kilómetros de
Granada) donde los instala. La ciudad se dividió en dos bandos rivales. La
poderosa familia de lo Zegries apoyó a Aixa, las posiciones de Muley y Zoraya
eran cada vez más débiles.
Lo demás ya es
historia… En 1482 Muley es expulsado de la Alhambra y lucha contra su hijo por
el trono en una guerra que quemó las últimas esperanzas de sobrevivir de
Granada como reino independiente. Isabel acogió en su castillo a su amado, con
la tristeza de lo que se acaba en los ojos. Cansado, con todo perdido, Muley
Hacem entrega la legitimidad del trono a su hermano el Zagal en 1485, poco
antes de morir.
Dicen que este
sultán está enterrado en la cumbre del Mulacén, que pidió yacer allí para
contemplar su reino y que por eso este monte lleva su nombre.
Isabel huyó y se
convirtió al cristianismo buscando quizá el calor de sus raíces, tal vez para
conseguir la aceptación social. Vivió marcada por una vida inusual, en un mundo
estricto con las mujeres que no daba lugar a los que vivían de modo distinto.
Acabó sus días encorsetada entre la búsqueda del perdón y el desprecio por su
vivencia. Sufrió la tragedia de los derrotados, ella tuvo que seguir su camino
lejos de los palacios donde la miraron como al “lucero de la mañana”. ¿Qué se
pasaría por la cabeza de esta señora en las noches tranquilas en que esperó la
muerte, después de tanta vida y tanta pérdida?
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