lunes, 7 de mayo de 2012

Historia de los musulmanes en al-Ándalus. Los últimos poetas de al-Ándalus



LOS ÚLTIMOS POETAS DE AL ÁNDALUS


Yusuf III, Ibn Furkun, Ibn al-Qaysi al-Basti



Autor: Soha Abboud-Haggar - Fuente: Identidad Andaluza



Nenúfares en una alberca de los jardines de Yusuf III en la Alhambra


Cuando se habla de literatura andalusí de los Banu Nasr, señores de la Alhambra y últimos reyes musulmanes en la Península, dos nombres resplandecen con luz propia: el del visir, secretario de Cancillería, literato y polígrafo granadino Lisan al-Din lbn al-Jatib (1313-1375) y el de su discípulo y sucesor en el cargo, el poeta Abu Abd Allah Muhammad lbn Zamrak (1333-1393).
El primero destacó en muchos campos de las letras: prosa epistolar, poesía —compuso miles de versos, según los patrones árabes tradicionales y con el contenido habitual de su tiempo, como el panegírico y la descripción—; sin embargo, dio su verdadera talla en el campo de la Historia.
lbn Zamrak, que accedió al funcionariado cortesano gracias al apoyo de su maestro lbn al-Jatib —al que luego traicionó como hicieron muchos otros—, dejó su nombre escrito con letras de oro en las salas y fuentes de los palacios de la Alhambra, gracias a sus numerosos versos, grabados en ellos, que se hicieron famosos tras la traducción realizada por el gran arabista Emilio García Gómez. Como su contemporáneo, lbn Zamrak siguió las reglas de la poesía árabe tradicional con sus metros, sus rimas y sus hemistiquios.
Sin embargo, ambos poetas, ligados al siglo XIV, no marcaron el final de la poesía andalusí. El primero será recordado siempre como gran compilador de poesía propia y ajena, mientras que el segundo, relacionado, por un lado, con los magníficos palacios nazaríes, fue inmortalizado por otro, en la recopilación que hizo de su obra uno de los últimos poetas nazaríes destacados, el sultán Abu al-Haggag Yuso al Nasir li-din Allah, Yusuf III, hijo del sultán Yusuf II y nieto de Muhammad V.
Yusuf III, un poeta en las mazmorras
Primogénito y famoso desde muy joven por su ciencia, habilidad y buen sentido, fue nombrado por su padre heredero del trono. A la muerte prematura de Yusuf II, en 1392, Yusuf III fue víctima de una intriga palaciega urdida por su hermano, Abu Abd Allah Muhammad, que reinó como Muhammad VII. Yusuf III permaneció encerrado durante dieciséis años en las mazmorras del castillo de Salobreña (1392-1408) hasta el fallecimiento de su hermano.
Los años de prisión avivaron en él el sentimiento poético, y cuando fue liberado, a los 32 años, ya había escrito numerosas composiciones cuyo común denominador eran la amargura y la tristeza; son numerosos sus versos elegiacos en honor a su padre desaparecido; las lamentaciones y reproches por la traición de su hermano; los tristes versos por la humillación de la cárcel se entremezclan con los que claman venganza.
Destaca, sobre todo, la poesía en la que expresó la profunda añoranza por su Granada: por la Alhambra, morada de su familia, y sus palacios, los campos, las colinas, el Generalife, el oratorio y el hipódromo de al-Sabbika’. Se incluyen también algunos poemas amorosos que, según explicó el propio sultán, eran puro fruto de la imaginación.
Liberado de su largo cautiverio, Yusuf III recibió la adhesión de destacadas personalidades de Granada, algunas de las cuales lo hicieron por medio de composiciones poéticas que fueron recopiladas por el poeta de su corte, Abu al-Husayn lbn Furkun, en un libro titulado Muzhir al-nur al basir fi amdah mawlana Abi al-Haggagal-Malik al Nasir (El libro que arroja luz sobre lo que se dijo en alabanza de nuestro señor Abu al-Haggag, apodado al-Nasir).
Aparte de sus propios versos, compuestos en las distintas ocasiones sociales y políticas que constituyen su diwan, Yusuf III emprendió la tarea de recoger toda la obra del poeta lbn Zamrak, con el que le unió una relación de admiración y, sobre todo, una lealtad política que, sin duda, fue causa de las desgracias que afligieron al poeta de la Alhambra.
Esta recopilación, denominada al-Baqiyya wal-Mudrak mm ka/am Ibn Zamrak (Lo que queda y se conoce de lo que dijo Ibn Zamrak), sirvió de base al conocido literato marroquí de Tremecén, al-Maqqari, para dar una muestra de la obra de lbn Zamrak en su gran y famosa enciclopedia literaria Nafh al-Tib.
Cultura literaria y valor histórico
Yusuf III, que murió en 1417, hacia los 40 años, probablemente debido a las secuelas de su larga prisión, hizo una poesía impersonal en gran parte, cuya calidad literaria es acorde con los parámetros de la poesía andalusí tal como se desarrolló a lo largo del siglo XIV.
Enmarcada dentro de las normas generales del clasicismo lírico árabe, su poesía muestra un profundo conocimiento de la obra de los grandes vates árabes orientales y occidentales, como lo prueba el uso frecuente de la figura retórica de plagio explícito, reconocida en las letras árabes, que consiste en insertar en la composición poética versos de poetas famosos o crear versos parecidos a los suyos.
En el estudio minucioso de la poesía de Yusuf III se observa que no tomaba en serio el proceso de realización poética. Los versos fáciles, sencillos y espontáneos, muestran una falta de revisión, evidente por los errores métricos que se detectan. Sin embargo, el gran caudal de comentarios literarios e históricos que se le conocen confirma la gran cultura que atesoraba.
Su vocación poética le impulsó durante su corto reinado a fomentar la poesía, que se declamaba tanto en los actos oficiales como en los populares habituales en las cortes árabes: con motivo, por ejemplo, de las dos fiestas musulmanas, del Sacrificio y de la Ruptura del Ayuno al concluir el Ramadán, de la investidura de alguno de los príncipes o de la circuncisión de los hijos de los cortesanos principales.
El valor de la obra de Yusuf III no reside únicamente en el aspecto literario, sino también en su información histórica, acrecentada porque las crónicas árabes sobre este postrer periodo de la Granada islámica —de las cuales se tiene referencia a través de recopilaciones posteriores— son escasísimas; la más relevante de ellas es una crónica anónima titulada Nubdat al-asr fi inqi da’ dawlat BaniNasr (Corta referencia sobre la desaparición del Estado de los Banu Nasr).
Esta circunstancia obligó a los historiadores a reconstruir los últimos acontecimientos de este turbulento periodo únicamente por medio de las crónicas cristianas lo que, sin duda, no resulta muy preciso.
La pasada década se descubrió en la riquísima Biblioteca de al-Husayniyya, en Marruecos, tal y como precisa el académico marroquí Muhammad Ben Chrifa, una de estas crónicas, obra de lbn casim, titulada Gannat al-Rida, que trata del reinado de Muhammad IX, y que el gran arabista español Luis Seco de Lucena echaba en falta a la hora de redactar su obra sobre el reinado de este sultán granadino.
lbn Furkun, un preciso poeta cortesano
Los hallazgos del último cuarto de siglo en las bibliotecas particulares marroquíes han sacado a la luz otra de las fuentes literarias poéticas de indudable valor histórico, según confirma su editor y comentarista, el profesor Ben Chrifa. Se trata del diwan del poeta cortesano de Yusuf III, Abu al-Husayn Ibn Furkun, que proporciona precisos detalles de carácter histórico en la introducción de cada uno de los poemas.
lbn Furkun, de cuyo nombre sólo se tenía, hasta hace pocos años, referencia en el título de la recopilación poética que hizo de los panegíricos dirigidos al sultán Yusuf III con ocasión de su subida al trono, mencionado anteriormente, habría nacido alrededor del año 1379, en el seno de una familia de escribanos cortesanos, cuyos miembros más destacados eran el abuelo y el padre del poeta; éste último, discípulo de lbn al-Jatib, fue uno de los que traicionaron al visir al final de su vida.
De lbn Furkun no se tienen referencias seguras, salvo las que se pueden deducir de su obra. Así, tal como precisa el profesor Ben Chrifa, habría ingresado en la Cancillería Real en el año 1408, con la subida al trono de Yusuf III, al que acompañó durante todo su reinado. Con la desaparición de Yusuf III, se pierden las referencias sobre lbn Furkun.
Versos para la Alhambra
Aparte del valor literario de la poesía de lbn Furkun, su obra se caracteriza por una especial precisión histórica y por el esmero a la hora de detallar circunstancias y fechas referidas al acontecimiento para el que compuso sus versos. Así, se tienen noticias precisas sobre los viajes que realizó Yusuf III a las distintas provincias, sobre las relaciones que mantuvo con el Reino de Castilla y con los Benimerines, así como sobre la extraordinaria actividad constructora desplegada por Yusuf II en la Alhambra.
Sobre esto último, lbn Furkun precisó, por ejemplo, que con fecha del 2 de saban de 815 hg/1412 había recibido órdenes de Yusuf I de escribir versos para que fuesen grabados en relieve en el interior de la cúpula del edificio que se encuentra delante de la puerta de al-Dar al-Kabir (La Casa Grande), cuando se llevaron a cabo las obras de su ampliación. Estos versos, como precisó el propio poeta, los compuso siguiendo las indicaciones del sultán en cuanto al contenido, a la rima y a la métrica (poema 18 de su diwan).
En este mismo edificio, según detalló lbn Furkun, escribió muchos otros poemas de entre doce y cinco versos, para decorar los arcos de las distintas ventanas y accesos, como la puerta principal y la ventana que se encuentra frente a ella, desde la que se divisa la Alhambra. El estudio pormenorizado de estos versos podría arrojar nuevas luces sobre el magnífico complejo nazarí.
Por medio de los poemas que se recitaron con ocasión de los desplazamientos y viajes del Sultán, lbn Furkun informa de que Yusuf II tenía un palacio en la localidad de El Nublo, a las afueras de Granada, que visitó tres veces; una de ellas, en el año 1412. Se sabe también que la Fiesta del Cordero del año 1415 la celebró en Málaga, en su palacio al-Muhdat, en donde reunió a los alfaquíes de la ciudad, a sus soldados y a los ancianos para participar en los festejos que solían organizar los soberanos musulmanes anualmente en estas fechas.
Como sus antecesores, Yusuf III ofrecía banquetes y recibía la pleitesía de dignatarios y plebeyos. De los versos de lbn Furkun se deduce, por ejemplo, que Granada y Málaga se disputaban el favor del Sultán.
Enriquecedoras informaciones históricas
Se sabe, igualmente, que visitó la ciudad de Almuñécar en dos ocasiones: una en 1415 y otra en 1417; allí, a causa de una enfermedad muy grave que se intentó remediar operándole, encontró la muerte, cuatro días después de despedir al sultán mariní, Abu Yusuf Yaqub, en el puerto de la ciudad, el miércoles, 26 de Ramadán del 820 hg/1417, después de haber ordenado organizar los festejos populares para celebrar la fiesta de la Ruptura del Ayuno, que deberían tener lugar tres días después.
En cuanto a las relaciones de Yusuf I con los reinos cristianos, lbn Furkun reflejó en su diwan, por ejemplo, las discrepancias que hubo entre los consejeros reales, tras la subida de Yusuf III al trono, respecto a la negociación de la tregua con Fernando, el regente del infante Juan I algunos, como el alfaquí y poeta lbn al-Sarrag de Ronda, eran partidarios de seguir la lucha (al-Yihad); Abu Gafar lbn Furkun, tras analizar que la débil situación interna de Castilla era propicia para los intereses musulmanes, opinaba lo mismo; mientras que el hijo de este último, el poeta cuyo diwan se analiza, era partidario de la tregua, según se desprende de su poema 61.
La postura del propio sultán se conoce por medio de los versos, como el número 5, en el que se muestra proclive a la continuación de la lucha armada contra los cristianos, pero lamenta, a la vez, la precariedad de sus propias fuerzas y la falta de arrojo y valor detectada entre su gente de las fronteras.
En lo que respecta a las relaciones de los andalusíes con sus vecinos del Sur, los poemas de Yusuf III y de su poeta Ibn Furkun corroboran las tempestuosas relaciones existentes entre los nazaríes y los meriníes, hasta entonces sus aliados y protectores. Así, Yusuf III se jacta de haber arrebatado Gibraltar a los meriníes después de un largo sitio marítimo y terrestre, que terminó con la entrada del príncipe Abu al-Hasan Ali, hermano de Yusuf III, en la plaza.
Este acontecimiento está narrado en el poema 67 de lbn Furkun: “Escribí cuando llegó el mensajero del Emir Abu al-Hasan, Dios le proteja, anunciando el sábado 16 de Gumada al-ula 817 hg/1414 la entrada a Gibraltar el viernes anterior lo siguiente: 'Brilló la mañana de al-Fath (la conquista) en Yabal al-Fath (Gibraltar, en árabe), conquista que anuncié con una alegría indescriptible'”. El poema en cuestión se compone de 58 versos, construidos según las normas clásicas árabes.
Otro acontecimiento importante de este reinado fue la caída de Ceuta en manos portuguesas. A esto se refiere Ibn Furkun en su poema 209, aportando datos nuevos sobre el desarrollo de esta batalla: “Y cuando aparecieron los barcos portugueses en el Estrecho y permanecieron varios días en el puerto de Algeciras hasta conquistar Ceuta, una grave enfermedad, por la cual se le practicaron varios cortes en su piel con hierro, impidió al Sultán, Dios se apiade de él, salir a su defensa, entonces recité a mediados del mes de gumada al-taniya del año 818 1415 después de que los barcos portugueses, cuyo número ascendía a 204, aparecieran el 26 de gumada primero del mismo año”.
Por tanto, los poemas de Ibn Furkun y de su soberano Yusuf III constituyen un material de gran importancia para rastrear el desarrollo político y militar de esta época desde el punto de vista musulmán y se puede hasta corregir alguna que otra imprecisión en las informaciones instaladas en la historiografía medieval cristiana.
Al respecto, el profesor Ben Chrifa, editor del diwan de lbn Furkun, señala que el poema 258 de la antología indica que el sucesor de Yusuf III fue su hijo Muhammad VIII, apodado 'El Pequeño', y no Muhammad IX Ibn Nasr, apodado 'al-Galib bi l-Llah', como supone cierta historiografía cristiana; lo ocurrido es que este último se rebeló contra aquél, que era primo suyo, logrando encarcelarle y sustituirle en el trono. Esta información corrobora lo que Luis Seco de Lucena había ya indicado con anterioridad.
Ibn al-Qaysi al-Basti
La poesía de Yusuf III e Ibn Furkun no anuncia el catastrófico final que iba a sufrir al-Andalus unos años más tarde, perdiendo poco a poco sus territorios. Al contrario, presenta la sociedad islámica habitual, con sus fiestas y sus celebraciones, con los lazos personales establecidos por el soberano con los habitantes de los lugares clave para preservar su trono y su reino; refleja la política pactista con los cristianos, el clima de intrigas internas y las enemistades y recelos con los reinos marroquíes, hechos que desembocarían en el desmoronamiento final del poder nazarita.
Quien sí habló de la pérdida de pueblos y ciudades y reflejó la tristeza y el miedo de los musulmanes andalusíes de su época, que veían cerrarse cada vez más el cerco a su alrededor, fue Abd al-Karim. Muhammad al-Qaysi al-Basti, llamado por los estudiosos 'él último poeta andalusí'.
Su diwan, hallado en la Biblioteca Nacional de Rabat, Marruecos, no contiene la precisión histórica que caracteriza la obra de su contemporáneo Ibn Furkun, en cuanto a la aclaración de la fecha de cada uno de los acontecimientos a los que se refiere. La única fecha explicitada es la de 1433, año en que cayó el castillo de Alicun en manos cristianas.
Sin embargo, aparte del valor literario intrínseco de esta composición poética para el estudio del ocaso de la lengua y literatura árabes en al-Andalus, los versos de al-Qaysi al-Basti constituyen un importante testimonio histórico, porque el poeta vivió personalmente los acontecimientos que llevaron al desastre andalusí. Su interés se acrecienta ante la práctica ausencia de otras fuentes documentales árabes sobre el período en cuestión.
Los datos precisos de su biografía son desconocidos, aunque los editores de su obra, los marroquíes G. Sayja y M. al-Hadi, así como el citado profesor Ben Chrifa, han hallado algún vestigio de ellos tras un rastreo minucioso de sus versos.
Nació en Baza, probablemente en la primera década del siglo XV, y se educó bajo la dirección del sayj Abu Abd Allah al-Baggani. Tuvo tres hijos, dos de ellos gemelos, que murieron a edad temprana. Ocupó varios cargos como imam y jeque encargado del sermón del viernes, así como gobernador de alguna provincia nazarí en dos ocasiones, cargos de los cuales fue destituido. Era dueño de una escribanía a la que acudían amigos suyos para intercambiar, tal vez, opiniones políticas o literarias.
Sus versos se caracterizan por un claro sentimiento intimista. Al no escribir para un soberano, ni estar obligado a componer versos para celebraciones ajenas, su obra adquiere un valor histórico único por que en ella expresa sinceramente, sin omisiones ni disimulo, lo que sentían los andalusíes ante el desastre ineluctable al que se veían abocados.
Por un lado, el lamento y la tristeza por la pérdida de tierras y la huida de sus conciudadanos, como en estos versos en los que describe un ataque cristiano contra su ciudad natal, Baza:
Por ello abandonamos los hogares
y nuestros párpados se alcoholaron de desvelo.
No quedó allí, en este lugar, ningún ser humano
al que no vieras que el exilio le sobreviniera
por estos enemigos que nos dañaron, quemando
las cosechas de nuestra tierra que ardieron.
(poema 171; traducción C. Castillo)
Por otro, la rabia y la impotencia ante la ineficacia de los gobernantes, dedicados a las intrigas y a las luchas intestinas en vez de a la defensa. Así se lamentaba ante la pérdida de Archidona:

Nosotros seguimos la senda de la desunión,

pretendieron los bienes de nuestros correligionarios o el poder.
¡Imposible es lograr un derecho con falacias y
fraude, engaño, calumnia o falsía!
(poema 232; traducción C. Castillo)
Con sus versos dirigía un llamamiento desesperado a la guerra contra el enemigo, para intentar sacudir a los andalusíes del letargo en el que se hallaban, al ver que todo se perdía:


¡Despertad, despertad! ¡Dejad el sueño! ¡Verídico
relato es el que os hago y cuento:
Quien hasta ahora lágrimas sólo haya derramado,
bermeja sangre deberá llorar desde ahora!


(final del poema 232, sobre la pérdida de Archidona; traducción C. Castillo)
La rebeldía del poeta también se agota y, entonces, adopta una postura resignada y providencialista, común a la mayoría de los andalusíes contemporáneos:
El tiempo acabó con todo y permitió violar el honor de su pueblo;
quién sabe si Allah salvará (Lorca) de estas dificultades y penas;
sólo le pedimos que esté cerca la victoria.
(estrofa del poema 80, que escribió cuando cayó Lorca; traducción propia)
Los versos de al-Qaysi corroboran lo ya sabido como la pérdida de Gibraltar, la caída de los castillos de Alicun y Archidoria en manos cristianas y los ataques castellanos contra las ciudades de Lorca y Baza, que causaron cuantiosas bajas entre sus moradores.
Estas informaciones son de escaso valor, pues las fechas carecen de precisión y no identifican a los personajes involucrados. Ahora bien, su testimonio tiene gran valor por ser la única voz andalusí que, en un árabe propio de la época y de la zona, testimonia las condiciones reales de la vida en Al Andalus.
Del cautiverio que sufrió en las mazmorras cristianas de Úbeda dejó constancia, en los versos en los que se lamenta del estado de postración al que se vio reducido: trabajar duramente bajo las órdenes de un cristiano para ser vendido, luego, como esclavo:
¡Oh tú, que me sentenciaste al sufrimiento y a la desgracia
al servicio de estos viles cristianos
fío en ti para liberarme del desastre!
(poema 137; traducción propia)
Tuvo que reunir un rescate de 1.000 dinares para recuperar la libertad y de sus versos se desprende que no recibió ayuda económica alguna y que tuvo que vender sus libros para reunir la suma necesaria.
Pero le esperaba otra desgracia, que muestra el estado de lamentable inseguridad que se vivía en Baza y en las ciudades andalusíes en general. Su escribanía, repleta de formularios notariales, documentos y libros, fue pasto de las llamas a causa de una revuelta producida en la villa.
La valoración literaria de la obra de los poetas andalusíes del XV es tan interesante como la histórica. Fue parte del conjunto general de la poesía árabe, tanto por sus formas como por su estructura y su contenido. Por supuesto, tuvo rasgos diferenciadores propios del momento y de la zona donde se desarrolló, distinguiéndose, además, por el uso de un léxico coloquial de influencia magrebí.




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