EL AGUA DE AL ANDALUS: LA AXARQUÍA
RECUPERA LOS VIEJOS REGADÍOS ÁRABES
La introducción del
regadío, entre los siglos VIII al X, supuso una auténtica revolución agrícola
Autor: Gema Martínez
- Fuente: Diario Sur
En Salares se puede ver lo que fue en origen el regadío
andalusí.
La introducción
del regadío, entre los siglos VIII al X, supuso una auténtica revolución
agrícola que permitió cultivar en tierras de la Axarquía productos procedentes
de Oriente hasta entonces desconocidos tanto aquí como en el resto del
continente europeo, posibilitando la proliferación de una diversidad de árboles
y verduras espectacular para la época.
La suavidad
climática de la zona -la propia sierra actúa como un paredón natural que frena
la entrada de vientos fríos- junto a la sistematización del riego a través de
la técnica traída por el islam hizo que en estas tierras crecieran granados,
moreras, limoneros, naranjos, cerezos, albaricoques, melocotones, almendros y
hasta palmeras datileras, así como verduras y hortalizas hoy consideradas tan
nuestras como la berenjena, pepino, calabaza, espinaca, zanahoria, coliflor o
lechuga y que se dieran cultivos tales como el arroz, el cáñamo, el lino, el
azafrán o el anís, entro otros.
Así, la
introducción de la técnica del regadío, que copiaba los conocimientos aplicados
en los cultivos húmedos del Indostán, supuso el aprovechamiento de las lluvias
y de la acumulación de agua que permiten los sustratos de las montañas que
integran este parque natural, cuyo nombre podría estar precisamente relacionado
con la abundancia de agua que discurría por sus barrancos y manantiales. Así
Almijara, proveniente del árabe al-maxar, aparece en el diccionario en alusión
a una vasija, escurridero o vertiente.
A través de la
construcción de azudes, aceñas, canales, norias, acequias, albercas y aljibes
se hizo posible la captación, almacenamiento, canalización y posterior
distribución de agua para el riego, introduciendo también la sistematización de
la tierra para la infiltración a través de la creación de bancales -en los que
hoy se siguen cultivando aguacates, chirimoyas, olivos, nísperos, nogales, cerezos
y vides- impulsando la capacidad productiva de la zona y con ello también el
incremento poblacional en unas montañas que hasta entonces no debieron
registrar grandes niveles de población.
Energía
gravitatoria
«Se trata de una
técnica basada en la energía gravitatoria. No existen motores y es la altura de
captación del agua la que define el sistema, cuya introducción en Europa por
parte de los andaluces supuso, en el siglo X, la primera revolución agrícola.
Fue entonces cuando entran aquí cultivos como el algodón, la seda, el lino, el
cáñamo o la azúcar», asegura Antonio Pulido, director conservador del Parque
Natural Sierra Tejeda-Almijara y Alhama de la Consejería de Medio Ambiente de
la Junta de Andalucía, que lidera, junto al Centro de Desarrollo Rural de la
Axarquía (Ceder-Axarquía) un proyecto para la puesta en valor de este sistema,
que ha sido incluido en el programa europeo Mediterritage (Herencia
Mediterránea), cuyo objetivo es la valorización económica del patrimonio
natural y cultural de las montañas mediterráneas.
El proyecto
liderado por la Axarquía ha sido dotado con un presupuesto de 100.000 euros,
procedentes de fondos Feder. «Evidentemente, la dotación económica no
posibilita la recuperación de todo el regadío tradicional, pero sí nos permite
hacer un trabajo de difusión, concienciar a la población de la importancia de
su mantenimiento, y buscar alternativas que lo relacionen con el turismo rural
o con producciones ecológicas que pueden incorporar este sistema de riego. Se
trata de identificarlo y verlo como algo que se puede mantener y visitar»,
explica David Camacho, gerente del Ceder-Axarquía.
«Este sistema
tradicional de regadío está prácticamente en extinción. Se trata de recuperarlo
como valor turístico y cultural e incluso se podría crear un centro de
interpretación o un jardín botánico en torno al mismo», apunta Pulido. El
director del Parque Natural asegura que la producción de seda fue muy
importante aquí en tiempos de Al-Andalus gracias al cultivo del árbol fersád o
morera: «Tuvo una notoria importancia económica para la comarca y rivalizó en
el mercado europeo con con los más refinados tejidos de Ghaza o Damasco»,
escribe este ingeniero de montes.
Uno de los
primeros trabajos que se tiene intención de acometer es precisamente la
catalogación de los elementos propios de este regadío que aún pueden
encontrarse en pueblos como Canillas de Aceituno, Canillas de Albaida, Sedella,
Frigiliana, Cómpeta o Salares.
En Canillas de
Aceituno, por ejemplo, hay aún un aljibe árabe en funcionamiento que
posiblemente data del año 1000 y que en la actualidad pertenece a la comunidad
de regantes. Todavía hoy los vecinos llenan sus garrafas con agua para lavar,
en una estampa que, de no protegerse, podría desaparecer.
En Salares, otro
ocaso, existe un bello puente cuya construcción se sitúa en el siglo X, que se
integra perfectamente en un paisaje dominado por la sierra: «Es el mejor
ejemplo de integración del medio natural y el humano», asegura el director del parque.
Según Antonio Pulido, es precisamente Salares el municipio que conserva en un
estado más original este sistema de regadío, cuya estructura se puede apreciar
con facilidad: «Incrustado en los fondos del barranco se generaron las
sucesivas bancadas, que escalonan el terreno en progresión descendente para
aprovechar el agua en su descenso gravitatorio. Las acequias (as-suquiya)
fueron caminos para el agua y también para el hombre».
El
sendero de la acequia
La Delegación de
Medio Ambiente ha recuperado aquí una ruta de senderismo que sigue la línea
marcada por la acequia de la margen izquierda hasta llegar a la alberca matriz.
«Dicha alberca actúa como elemento regulador de caudal, de modo que se captan
en ella las aguas de corriente para garantizar la presión necesaria que permita
el riego por inundación aguas abajo», explica Pulido.
Además del
puente, uno de los que mejor se conserva en la alta Axarquía, existe en esta
senda una colección importante de especies arbóreas del regadío: «Parece un
auténtico jardín natural», añade el director del parque, que asegura que el de
Salares en uno de los mejores ejemplos del regadío andalusí: «Se conserva en
esencia tal y como fue diseñado y puede recuperar su capacidad productiva en
cualquier instante».
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