¿MANTUVO EN SECRETO CRISTOBAL COLÓN
QUE EN REALIDAD ERA JUDÍO?
El
viaje del explorador no fue, como se cree comúnmente, financiado por la reina
Isabel, sino por dos judíos conversos y un judío.
Charles
García
CNN México. Opinión. ¿Mantuvo en secreto
Cristóbal Colón que en realidad era judío?
¿Todo
el mundo conoce la historia de Colón, no? Un explorador italiano de Génova que
zarpó en 1492 para enriquecer a los reyes de España con oro y especias de
oriente… Pues no.
Durante
mucho tiempo, los historiadores ignoraron la gran pasión de Colón: liberar
Jerusalén del dominio musulmán.
En
tiempos de Colón, los judíos fueron objeto de una persecución religiosa. El 31
de marzo de 1492, el rey Fernando y la reina Isabel decretaron la expulsión de
los judíos de España. El edicto estaba dirigido a los 800,000 judíos que no se
habían convertido y les daba un plazo de cuatro meses para hacer las maletas y
marcharse.
Los
judíos que, obligados, renunciaron a su fe y se convirtieron al catolicismo se
llamaban “conversos”. También hubo unos que fingieron haberse convertido y
practicaban externamente el catolicismo pero ocultamente seguían las prácticas
judías. Eran los llamados “marranos”.
Decenas
de miles de “marranos” fueron torturados por la Inquisición española. Fueron
presionados para dar los nombres de sus familiares y amigos, que luego eran
amarrados a estacas y quemados vivos. Sus tierras y posesiones eran luego
divididos por la Iglesia y la Corona.
Recientemente,
varios investigadores españoles, como José Erugo, Celso García de la Riega,
Otero Sánchez y Nicolás Días Pérez concluyeron que Colón era un “marrano” que
tuvo que renunciar a la práctica externa de su religión ante la brutal limpieza
étnica que se llevó a cabo.
Colón
firmó su último testamento el 19 de mayo de 1506 en el que incluía cinco
curiosas y reveladoras cláusulas.
Dos
de sus disposiciones, entregar una décima parte de sus ingresos a los pobres y
dar una dote anónima a niñas pobres, eran tradiciones judías. También dispuso
dar dinero a un judío que vivía a la entrada del Barrio Judío de Lisboa.
En
esos documentos, Colón utilizaba una firma triangular de puntos y letras
similar a las inscripciones encontradas en lápidas de cementerios judíos en
España. Ordenó a sus herederos utilizar la firma a perpetuidad. Según “La
Historia de los Marranos”, del historiador británico Cecil Roth, el anagrama
era una versión críptica del kadish, una oración recitada en la sinagoga por
los dolientes tras la muerte de un ser querido. Por tanto, este subterfugio de
Colón permitió a sus hijos rezar el kadish por su padre cuando murió.
Finalmente, Colón dejó dinero para apoyar la cruzada que esperaba sus sucesores
realizaran para liberar la Tierra Santa.
Estelle
Irizarry, una profesora de lingüística de la Universidad de Georgetown, analizó
el lenguaje y la sintaxis de cientos de cartas, diarios y documentos
manuscritos de Colón y llegó a la conclusión de que el idioma principal del
navegante, tanto escrito como hablado, era el castellano. Irizarry explica que
el castellano del siglo XV era el “yiddish” de la judería española, conocido
como “ladino”. En la parte superior izquierda de todas las cartas de Colón a su
hijo Diego, excepto en una, aparecen manuscritas las letras bet-hei, que
significan b’ezrat Hashem (con la ayuda de Dios). Los judíos practicantes han
utilizado esta bendición en sus cartas durante siglos. Ninguna carta a otras
personas tenía esta marca, y la única carta dirigida a Diego en la que se
omitió fue en una que era para el rey Fernando.
En
su libro de “Sails of Hope”, Simon Weisenthal sostiene que el viaje de Colón
estuvo motivado por un deseo de encontrar un lugar seguro para los judíos tras
su expulsión de España. Asimismo, la antropóloga de la Universidad de Stanford
Carol Delaney concluye que Colón era un hombre profundamente religioso cuyo
objetivo era navegar a Asia para conseguir oro y financiar una cruzada para
recuperar Jerusalén y reconstruir el Templo de los judíos. En tiempos de Colón,
los judíos creían que Jerusalén debía ser liberada y el Templo reconstruido
para el retorno del Mesías.
Los
expertos apuntan a la fecha en que partió Colón como una prueba más de sus
verdaderos motivos. Originalmente iba a zarpar el 2 de agosto de 1492, que
casualmente coincidía con la festividad judía de Tisha B’Av, que conmemora la
destrucción del primer y segundo Templo de Jerusalén. Colón pospuso un día la
partida para evitar salir en esa festividad, ya que los judíos lo consideraban
de mala suerte (casualmente o a propósito, zarpó el mismo día en que los
judíos, por ley, tenían que decidir entre convertirse, marcharse de España o
morir).
El
viaje de Colón no fue, como se cree comúnmente, financiado por la reina Isabel,
sino por dos judíos conversos y un judío. Louis de Santángel y Gabriel Sánchez
anticiparon un préstamo sin intereses de 17,000 ducados de su propio bolsillo
para pagar el viaje, al igual que Don Isaac Abrabanel, rabino y estadista
judío. De hecho, las dos primeras cartas enviadas por Colón durante su viaje no
fueron para Fernando o Isabel, sino para Santángel y Sánchez, dándoles las
gracias por el apoyo y contándoles lo que había encontrado.
Mientras
el mundo ve correr sangre por violencia en nombre de la libertad religiosa,
vale la pena fijarse en el hombre que surcó los mares en busca de esas
libertades y que terminó llegando a un lugar que terminaría convirtiendo esa
libertad en uno de sus valores centrales.
Las
opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Charles García.
me lo estoy leyendo a trozos y me parece muy interesante, gracias, besos
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