¿QUIÉNES
ERAN LOS MORISCOS, MOZÁRABES, MUDÉJARES Y MULADÍES?
Con estos cuatro nombres se definen a los
cristianos o a los musulmanes de la Península Ibérica según habitasen los unos
en los territorios de los otros conservando o no su religión, desde inicios del
siglo VIII y hasta inicios del siglo XVII en caso de los moriscos. A
continuación se describe a cada uno de ellos.
Moriscos
Nombre dado a los musulmanes que permanecieron en
España una vez finalizada la conquista cristiana de todos los territorios
peninsulares.
La conquista del reino musulmán de Granada en el
año 1492 supuso la incorporación de miles de familias de esta religión a la
cultura cristiana, las cuales se sumaron a la ya voluminosa población de origen
musulmán que vivía en los reinos cristianos desde lejanos tiempos de la Edad
Media. A principios del siglo XVI los moriscos estaban repartidos por cuatro
grandes áreas: reino de Valencia, valle del Ebro, tierras de Murcia y reino de
Granada. Se mostraron muy tenaces en su resistencia a abandonar su religión y
cultura. Supusieron además un peligro potencial al ser vistos como un apoyo
firme y favorable a las ofensivas del imperio musulmán en el mediterráneo
español. Formaban, por otro lado, comunidades muy cerradas, con un elevado
número de población y con una importancia económica notable. Todo ello hizo que
las relaciones entre la mayoría cristiana y la minoría musulmana fueran siempre
difíciles, hecho puesto en evidencia durante la rebelión de los moriscos en las
Alpujarras (1568-1570), que tuvo como consecuencia la dispersión forzosa por
tierras de Castilla de los musulmanes granadinos. Las medidas políticas que
llevaron a cabo los reyes durante el siglo XVI para superar esta situación,
siendo muy variadas, no dieron sin embargo los resultados deseados. En el año
1609, el rey Felipe III acabó por ordenar la expulsión de todos los moriscos de
España, alrededor de trescientos mil, lo que supuso una fractura extraordinaria
en todos los niveles y la evidencia de un fracaso.
Mozárabes
Nombre dado a los cristianos que vivían en los
territorios dominados por los musulmanes tras la conquista de la Península
Ibérica en el año 711.
Desde el primer momento los musulmanes mostraron
un gran respeto hacia los cristianos, que eran, como ellos mismos y como los
judíos, “gentes del Libro”, es decir, habían recibido la revelación divina.
Como protegidos del Islam, se les garantizó la conservación de sus bienes y de
sus derechos privados, así como la libertad para practicar su religión. A
cambio de esta tolerancia, los cristianos tuvieron que aceptar el pago de
ciertos impuestos y de la aceptación de una posición social inferior. Estaban
obligados a pagar un tributo de carácter personal (yizya), que afectaba a los
varones entre 20 y 50 años, y un impuesto territorial (yaray). La comunidad
mozárabe conservó su organización política, eclesiástica y jurídica. Tenía sus
propios condes, que eran los responsables de la comunidad ante la
administración musulmana, sus jueces, que actuaban según las normas del derecho
visigodo, sus recaudadores de impuestos y sus obispos. El Estado musulmán se
reservó el derecho a intervenir en el nombramiento de las autoridades civiles y
eclesiásticas cristianas además de convocar sus concilios. Durante el siglo
VIII los musulmanes necesitaron la colaboración de los cristianos en las tareas
de gobierno, por lo que no dudaron en utilizarlos como administradores y
funcionarios, pero a medida que el dominio musulmán se hizo mayor los mozárabes
fueron perdiendo influencia. En el siglo IX disminuyó la tolerancia de los
dirigentes omeyas, debido a la participación de los mozárabes en los
movimientos separatistas de las Marcas fronterizas y en las revueltas sociales.
Esto hizo que el número de conversos a la religión árabe aumentara y que los que
siguieron fieles al cristianismo se arabizaran para evitar su discriminación.
Contra esa dependencia se levantaron, entre los años 851 y 859, los mozárabes
más intransigentes, dirigidos por Eulogio de Córdoba. Buscaban de forma
voluntaria el martirio, lo que se conseguía injuriando al Islam en público,
algo castigado con la pena de muerte. Este movimiento dañó la convivencia entre
cristianos y musulmanes, haciendo que muchos mozárabes emigrasen a los reinos
hispanocristianos de norte y otros se hicieran musulmanes, con lo que a finales
del siglo X la comunidad mozárabe era algo marginal en Al-Andalus. Más
adelante, en los periodos de dominación de los almorávides y de los almohades,
la situación de los cristianos incluso continuó deteriorándose.
Mudéjares
Nombre dado a los musulmanes que permanecieron en
los territorios ocupados por los cristianos durante el periodo de la
reconquista.
El avance hacia el Sur de los reinos cristianos
provocó que numerosas poblaciones de credo musulmán se vieran englobadas en un
sistema político cristiano: son los mudéjares. Los acuerdos pactados con las
poblaciones de Al-Andalus vencidas variaron según la forma en que fueron
ocupadas, pero en general se garantizó la permanencia de los musulmanes y se
les permitió conservar su religión, costumbres, organización y derecho, aunque
las obligaciones tributarias que mantenían con la antigua administración fueron
transferidas al nuevo poder. Esta actitud de los monarcas cristianos se
producía, principalmente, por la necesidad de no despoblar y mantener la vida
económica de los territorios ocupados. Sin embargo, a medida que la dominación
se hacía efectiva, iban aumentando en número y su condición se fue
deteriorando. La presencia de mudéjares fue grande en los reinos de la Corona
de Aragón, particularmente en Valencia. En su mayoría eran campesinos que
dependían jurisdiccionalmente de los nobles. En la Corona de Castilla la
comunidad mudéjar estuvo formada por pequeños campesinos y, sobre todo,
artesanos, que vivían agrupados en barrios propios, llamados aljamas. Sin
embargo, el incumplimiento de los compromisos contraídos en las capitulaciones
provocó la salida de numerosos musulmanes hacia Granada, expulsados por el rey
Alfonso X después de la sublevación del año 1264. Durante el siglo XV las
disposiciones legales se hicieron más restrictivas, pero a diferencia de los
judíos, los mudéjares no despertaron el recelo de las masas populares
cristianas. A pesar de todo, su situación se complicó después de la conquista
del reino nazarí de Granada en el año 1492. Aprovechando la sublevación que
protagonizaron los musulmanes granadinos en el año 1498, los Reyes Católicos
obligaron a todos los mudéjares a convertirse al cristianismo. Los que tomaron
esa opción pudieron quedarse en sus hogares y se les pasó a conocer como
moriscos. Aunque finalmente en el año 1609 los moriscos fueron expulsados de
España por el rey Felipe III. Emigraron principalmente al norte de África, en
donde acabaron integrándose.
La frecuente dedicación de los mudéjares a trabajos
artesanales y el gusto por la sofisticación de numerosos reyes y nobles
explican que podamos hablar de un “arte mudéjar” o “mudejarismo” en la mayoría
de los movimientos artísticos hispanos desde el siglo XI al XVIII. Se trata de
la implantación directa de elementos, maneras y estéticas del Islam andalusí
(sobre todo taifas o nazaríes) en construcciones cristianas, algo que confiere
enorme personalidad a estas obras.
Muladíes
Nombre dado a los cristianos que se convirtieron
al Islam después de la conquista musulmana del año 711.
Los muladíes constituyeron el grupo mayoritario
de la población musulmana de Al-Andalus porque, aunque éstos no persiguieron a
los cristianos ni trataron de atraerlos a su fe, la mayor parte de la población
adoptó la religión islámica. Ésta conversión masiva se explica por las ventajas
económicas y sociales que comportaban el ser musulmán. Para los nobles
hispanovisigodos significaba la posibilidad de mantener sus propiedades y su
posición de preeminencia; para el resto de la población significaba librarse
del pago de los impuestos personal y territorial, que afectaba a los no
musulmanes. La arabización de los muladíes fue tan profunda que externamente no
era fácil distinguirlos de los árabes de nacimiento. Sin embargo, en la práctica
las diferencias entre viejos y nuevos musulmanes se fueron acentuando como
consecuencia de la política nacionalista practicada por los dirigentes omeyas.
Esta discriminación propició la aparición de sublevaciones y revueltas en las
que se mezclaban factores sociales y políticos. Los principales focos de
disidencia se localizaron en las Marcas fronterizas, aunque a finales del siglo
IX se extendieron por la mayor parte de los territorios de Al-Andalus. En las
ciudades de Zaragoza, Toledo y Mérida el descontento de los muladíes se
transformó en movimientos independistas dirigidos por las autoridades locales.
Las revueltas sociales desembocaron en una sublevación general de los muladíes
contra la aristocracia árabe en el año 878. Desde la fortaleza de Bobastro,
situada en la serranía de Ronda, Omar Ben Hafsun, se alzó como defensor de los
muladíes y aglutinó a todos los rebeldes del sur de Andalucía. El movimiento
comenzó a declinar tras la conversión al cristianismo del dirigente muladí en
el año 899, pero hasta la época de Abd Al-Rhaman III no se consiguió su
represión total.
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