EL CULTIVO DE LA CIENCIA
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Periodo
Al-Andalus omeya
Lugar
Derechos
Dolmen WEB.ARTE-HISTORIA
Desarrollo
En el campo científico,
el siglo X puso las bases de una tradición andalusí muy inspirada en las
aportaciones orientales pero que será capaz de desarrollarse de forma original
en la época de las taifas. La época del emirato y los primeros tiempos
del califato no habían brillado nunca por el nivel de su cultura
científica. Aquí también nos tenemos que remitir a la síntesis redactada
por Juan Vernet y Julio Samsó en el tomo sobre las taifas de la
Historia de España de Menéndez Pidal. Los autores subrayan la pobreza de la
cultura científica en al-Andalus anterior a mediados del siglo X. La medicina,
por ejemplo, no se cultivaba más que de forma empírica por practicantes
mozárabes y judíos y por algunos orientales. El impulso decisivo en los
estudios médicos se dio hacia mediados del siglo X cuando un grupo de sabios
de Córdoba se dedicó a traducir al árabe con la ayuda de un monje
bizantino, la obra de Dioscórides, De materia medica, que fue un regalo
de Constantino Porfirogenera al califa de Córdoba. Esto provocó una
viva emulación en los estudios médicos, farmacológicos y botánicos. Varios
especialistas se formaron entonces en torno a esta tradición griega, a la que
se asoció la lectura directa de las obras de medicina científica árabe llegadas
de Oriente. El más célebre de los médicos del final del califato fue Abu
al-Qasim Jalaf al-Zahrawi, que los occidentales llamaron Abulcasis, que murió
en el 1013, legando a la posteridad una voluminosa enciclopedia quirúrgica. En
todos estos campos de la ciencia, las bases del desarrollo ulterior en la época
de las taifas se implantaron a finales del califato, gracias a la dispersión de
los sabios formados en Córdoba por las cortes de los soberanos del
siglo XI. Esto aparece claramente en las matemáticas, cuyo representante más
brillante de la primera generación de sabios andalusíes fue Abu al-Qasim
Maslama al-Mayriti, el Euclides de al-Andalus, originario de Madrid
como indica su nisba, muerto en Córdoba en el 1008. Tuvo numerosos discípulos
la mayor parte de los cuales se separaron durante la [fitna#CONTEXTOS#6031]:
Ibn al-Samh (muerto en 1035), autor de tablas astronómicas y de una
Introducción a la geometría, se instaló en Granada; Ibn al-Saffar (muerto en
1035), autor de un tratado sobre el empleo del astrolabio y de varias obras de
ciencias naturales, residió en Denia; al-Kirmani (muerto en 1066), un poco más
joven, se instaló en Zaragoza después de haber estudiado en Oriente. Así
surgieron varios focos científicos, en los que las matemáticas fueron sólo una
de las ciencias practicadas por los sabios versados en múltiples disciplinas. A
al-Kirmani se debe, por ejemplo, la introducción en Zaragoza de una de las
obras de mayor importancia en la tendencia shií ismailí titulada Enciclopedia
de los Hermanos de la Pureza (Rasa'il ijwan al-safa), que se considera como la
base del movimiento filosófico andalusí que, a través de Ibn Baya, condujo al
pensamiento de Ibn Rushd (Averroes). No se sabe, creo, en qué momento al
Kirmani introdujo a España desde Oriente los Ijwan al-Safa, obra algo
heterodoxa, que no habría tenido la misma influencia en el universo
ideológicamente más unitario que reinó durante la época de apogeo del califato.
La efervescencia intelectual que acompañó la crisis y la desaparición del
califato, y que se prolongó durante los decenios siguientes fue considerable.
No podemos entrar en una enumeración de sabios que, en todos los campos -a la
cabeza de los cuales hay que destacar, por supuesto, las ciencias tradicionales
de la religión, del derecho y de la filología- ilustran los últimos decenios
del califato y la crisis de los años 1009-1031.
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