viernes, 27 de diciembre de 2019

AL-'IZZ BEN SAQUUT SUWWAYYAT AL-HAYIB, REY DE LA TAIFA DE CEUTA


AL-‘IZZ BEN SAQUUT SUWWAYYAT AL-HAYIB, REY DE LA TAIFA DE CEUTA

Javier Iglesia Aparicio

[Ceuta, ¿? – Ceuta, septiembre 1084]
Rey de la taifa de Ceuta (1079-1084)
Hijo de Saqqut Suwwayyat al-Bargawartí rey de la taifa de Ceuta.
Aparece ya en las monedas acuñadas por su padre como heredero en el gobierno de Ceuta: al-Hayib Baha’ al-Dawla al-‘Izz.
Tras la muerte de su padre defendiendo Tánger del ataque de los almorávides, al-‘Izz se hizo cargo del territorio que restaba de la taifa de Ceuta. Al igual que otros reyes taifas, tuvo su pequeña corte de intelectuales.
En el año 476H (1083/84), los almorávides, comandados por Tamim al-Mu’izz, un hijo de Yusuf ben Tasufín, iniciaron un asedio por tierra y por mar de la ciudad de Ceuta. Contaron con la ayuda de naves del rey de Sevilla que bloquearon el abastecimiento por mar.
Los ceutíes no pudieron resistir el bloqueo. Finalmente en safar del 467H (septiembre 1084), los almorávides entraron en la ciudad.
al-‘Izz trató de escapar pero fue capturado junto con su tesoro. Murió a manos de Tamim al-Mu’izz, quien le ejecutó con su espada.
El relato más completo sobre su gobierno así como su semblanza se lo debemos a Ibn Bassan en su Djazira:
Entraron los almorávides en Tánger ese día y pasó la dinastía bargawáti a al-Hayib al-‘Izz ben Suqqut, llama brillante de sus astros y el mejor de sus reyes. Protegió y alentó a los literatos, y con él los poetas se sintieron a gusto y le dedicaron sus panegíricos. Entre los que se alojaron en su casa y recibieron grandes favores, está al-Husri, el Ciego, que encontró junto a él aquello que quita el sueño del vidente y hace olvidar el viático al viajero. al-Hayib alcoholó sus ojos [de al-Husri] con la belleza de su mundo, y desató su campanilla con sus favores y regalos. Facilitaba el camino de los que se acercaban a él, mostrándose muy generoso y otorgando preciosas dádivas.
Pero por otra parte, era un hombre que se valía del mal, desdeñaba las cosas, recaudaba bienes ilícitos y se envalentonaba con el indefenso. Sobre todo en el mar, pues encendió sus olas como un fuego, y convirtió al viento en un huracán que arrebataba a los barcos con violencia, aumentando el temor que produce el mar con su propio espanto; y clamaron por su causa el cielo y la tierra y se dirigieron a él súplicas y quejas. Allah permitió que el Amir al-Muslimin y Násir al-Din, Allah tenga compasión de él, le castigase, y decretó su fin en el momento de su apogeo.
Fue una coincidencia maravillosa que al-Mu’tamid construyese un navío que podía rivalizar con las obras de los reyes, victoriosos desde los tiempos más lejanos. Era un barco muy sólido, amplio de bodega y puente, que parecía sobre las aguas un castillo altivo. El viento sopló a su favor y lo dirigió a la ciudad de Tánger para abastecerse, cuando Allah ya había decretado su suerte.
Cuando el Amir al-Muslimin y Násir al-Din, vieron aquel barco, escribió a al-Mu’tamid hablándole de sus proyectos. Al-Mu’tamid lo pertrechó contra Ceuta como un instrumento de muerte, y fue anclado frente a ella como un muro bien fortificado. El jueves de safar del 476, lanzó el Emir de los musulmanes, para combatir Ceuta, una flota imponente con la que lanzaba proyectiles a sus demonios más rebeldes. Salió a su encuentro al-‘Izz ibn Suqqut con todas sus tropas disponibles, en una flota que desde hacía tiempo había hecho mucho daño a los pueblos y llenado de terror a sus habitantes. Al principio de aquel día aventajó a la flota de los almorávides, hasta apresar un barco de extraordinario valor y lleno de soldados. Allah humilló a al-‘Izz ben Suqqut, que no fue generoso con el que la capturó, y habló de manera tal que se lo reprocharon. Cundió el miedo en el campamento de los almorávides a raíz de la captura de dicha nave, hasta que pensaron en huir y destruyeron algunas tiendas.
El Amir al Muslimin y Násir al-Din montó en cólera, cosa frecuente en él, y esto fue decisivo para la ciudad. La muerte abrió su boca contra Ceuta, y el navío avanzó asomándose a sus murallas y levantando su voz, para su perdición. La situación de Ceuta se hizo desesperada la noche del viernes del mes de safar del citado [año].
al-‘Izz ben Suqqut, con un grupo de sus compañeros, trató de huir por mar intentando embarcar, pero no pudo escapar porque le faltó tiempo y el destino se volvió contra él. Entró en una casa conocida por Dar tanwir, y un grupo de almorávides que lo advirtieron se precipitaron contra él. Tuvo lugar una lucha y un forcejeo violentos, y cuando su situación se hizo muy difícil huyeron sus compañeros. Al-‘Izz, al darse cuenta del peligro, entregó las joyas que tenía a uno de los jefes de su escolta. He tenido noticias de que estas joyas fueron examinadas y se encontraron entre ellas muchas piedras preciosas y alhajas de reyes, entre ellas el sello de Yahya ben Alí Ibn Hammúd.
Cuando amanecía, al-‘Izz ben Suqqut fue sacado de su refugio, y al-Mu’izz, hijo del Emir de los musulmanes – Allah tenga misericordia de él – fue a su encuentro y le pidió sus bienes. Al-‘Izz le contestó: «¿Acaso reuní un capital para el tesorero de tu padre?». Entonces [al-Mu’izz] desenvainó la espada y ejecutó en él el destino de Allah, cuyos designios son inmutables y cuya benevolencia es infinita.

Bibliografía
Vallve, J.: Suqut al-Bargawatí, rey de Ceuta, Al-Andalus, XXVIII (1963), 177-178.
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