EL POLO Y LA EQUITACIÓN: LOS DEPORTES DE LOS GOBERNANTES DE AL-ANDALUS
. BlogJavier
Iglesia Aparicio
La práctica de deportes
durante la Alta Edad Media es muy poco conocida por la parquedad de las
fuentes. Aun así nos han llegado algunos datos curiosos sobre cómo disfrutaban
del tiempo libre los gobernantes de la época, que prácticas deportivas hacían,
si apostaban o no (aunque aún no existían los hoy populares sitios de apuestas de esports), etc.
Mientras que en los
reinos cristianos la práctica deportiva no estaba demasiado bien vista por la
Iglesia, aunque no estaba prohibida, en los reinos musulmanes tenían mejor
consideración. Por ejemplo, el filósofo, astrónomo y médico cordobés Avicena
(980-1037) ya dejó escrito en su obra Canon de la Medicina, en cinco tomos, la importancia que el deporte tenía
para conservar una buena salud. Menciona los ejercicios gimnásticos con el
trapecio, recomendando este aparato los ejercicios de piernas sin tocar el
suelo.
Sin embargo, no es
mucha la información que ha llegado hasta nosotros sobre los deportes
practicados en la Alta Edad Media. Quizás, uno de los hechos más desconocidos y
sorprendentes es que los emires y califas omeyas practicaban diversas
modalidades de deportes con caballo.
El polo
El primero era el juego del polo. El polo es un deporte
de origen persa, concretamente del Imperio persa antiguo. Es un juego en que
dos equipos, montados a caballo, manejan una pelota utilizando un bastón y
tratan de llevarla hasta la portería del rival.
Tras la conquista de
Persia por los árabes, éstos lo adoptan como deporte y lo difunden entre las
regiones que van conquistando. De este modo es posible que en transcurso del
siglo VIII el polo llegara a la península Ibérica.
Eso sí, era un deporte
para las élites, debido al coste del caballo y de los arreos y utensilios
necesarios para su práctica.
Tanto durante el
emirato como el califato de Córdoba como en los reinos de taifas se tiene
constancia de que la clase gobernante practicaba el polo. El emir Al-Hakam I fue un experto
jugador.
Miniatura persa pintada
sobre marfil representando jugadores de polo
Equitación
La equitación como
deporte y las carreras de caballos parece que se empiezan a practicar en
al-Andalus algo más tarde, a partir del siglo X.
Disponer de una gran
yeguada con los mejores especímenes para dedicarlos a montar o a hacer carreras
era un símbolo de prestigio y de estatus social. También eran uno de los
obsequios más caros pero también los más celebrados. Como muestra, este
fragmento de Ibn Hayyan acerca de un regalo que recibió el califa ‘Abd
al-Rahmán III:
Con esta carta de este año, Muḥammad ben
Jazar regaló a an-Nasir […] dieciocho corceles marroquíes, uno leonado, con
crin negra y cola recortada, otro bayo, de ojos azules y cola negra, otro
alazán, de cinco palmos, con lucero y calzado, y otro ceniciento, de cinco
palmos con rosetas en las orejas y extremo de la cola, cuatro purasangres a los
que no se podía quitar ojo, superiores a todas las monturas de an-Nāsir en
hermosura y peregrina complexión, hasta el punto de no tener nada similar ente
sus muchos animales de silla, por lo que los prefirió al resto del regalo
Crónica del califa ʻAbdarrahmân III,
págs. 203-204
En la época de Al-Hakam II se sabe que se
compraban regularmente caballos en el litoral atlántico del actual Marruecos
que, en ocasiones, se utilizaban para hacer carreras de caballos. El insigne
historiador cordobés Ibn Hayyan concreta que en el palacio de Madinat al-Zahra
había numerosos potros y potrancas procedentes de dicha región. En concreto
pone en boca del caballerizo y zalmedina Ziyad ben Aflah el ensalzamiento de la
yeguada concentrada en la almunia de Amiriya, procedentes del destete de las
más de 3000 yeguas que tenía el califa en las marismas, junto a 500 sementales.
Los amiríes, con
Almanzor a la cabeza, también se preocuparon por conseguir mejorar la raza
equina. Fue en sus tiempos cuando en el valle inferior del río Guadalquivir se
consiguió el cruce que dio origen a la cría racional de potros árabes.
También se evolucionó en los arreos. En
época de Al-Hakam II había dos tipos de sillas de montar: la andaluza y la
africana, siendo la última la que se generalizó a partir del gobierno de
Almanzor, posiblemente por la gran cantidad de soldados mercenarios bereberes
que puso a sus servicio. Más adelante comenzó a cabalgarse a la jineta.
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