lunes, 6 de abril de 2020

ABU BAKR IBN AL HAKIM


ABU BAKR IBN AL HAKIM

Nació en ¿Granada?, 1295 ó 1296. Se le conoce por ser hijo del famoso biministro Abu Abd Allah Ibn Al Hakim de Ronda, y por haber sido uno de los maestros de su único biógrafo, el famoso Ibn Al Jatib.

Pertenecía a una familia de los Lajmíes de Sevilla que se habían trasladado a Ronda durante el reinado de sus parientes los Banu Abbad (la familia de Al-Mutamid, el rey-poeta de Sevilla). La mayoría de sus antepasados habían ejercido profesiones liberales hasta que reunieron riquezas e influencia hasta que, ya en el siglo XIII, dos de sus hermanos mayores, fueron caciques de Ronda.

Como hermano menor, a Ibn Al Hakím le tocó el camino de la gente de la pluma. Fue autor de poesía, además de numerosas epístolas y ocho obras en prosa. Joven de una prodigiosa memoria, llegó a reunir unos amplísimos conocimientos que recibió de maestros de su ciudad natal. Contando 23 años decidió emprender un viaje a La Meca para ampliar su formación, viaje que hizo en compañía del joven ceutí Muhammad Ibn Rusayd, al que había conocido en Almería. Recorrió, en compañía de su amigo, todas las ciudades importantes de Oriente, en donde escuchó a numerosos maestros y adquirió una gran cantidad de libros, principalmente de poesía, que era la actividad que más le interesaba. Volvió a Ronda (1286) recorriendo las más importantes ciudades del norte de África, mientras que su amigo ceutí continuaba su viaje, que luego relataría en un libro. Los conocimientos y títulos que Ibn Al Hakim había adquirido durante su viaje le dieron gran prestigio entre sus paisanos y le servirían, para acceder a los más altos puestos de la administración del reino de Granada.

Durante la estancia en Ronda del sultán Muhammad II, que había acudido a esta ciudad para sofocar una rebelión, Ibn Al Hakim recitó una Qasidah laudatoria para con el sultán y llena de desprecio para con los vencidos. Muhammad quedó impresionado por la preparación y la cultura de Ibn Al Hakim y le invitó a ir a la corte de Granada para que entrara a su servicio, cosa que no dudo en aceptar. Fue nombrado secretario del monarca para la correspondencia extranjera, y desarrolló también una labor mediadora entre el sultán y sus propios hermanos sublevados en Ronda.

Dominó a la perfección el arte militar, conociendo como pocos los secretos y ardides de la táctica, como lo demostró cumplidamente en el cerco de Quesada, para el que había sido elegido general en jefe, pues habiendo simulado una fuga nocturna, los cristianos abandonaron sus posiciones para entregarse al pillaje, cayendo entonces sobre ellos y apoderándose de la ciudad. Sobre esta victoria escribió al sultán Muhammad II una epístola que el historiador Ibn Al Jatib reproduce en su obra.

Sin embargo, una nota sombría vendría a palidecer momentáneamente la buena estrella de Ibn Al Hakim. Se le atribuyen unos versos satíricos contra la dinastía nazarí, que llegados a oídos del príncipe heredero, el futuro Muhammad III, ordenó que los castigasen muy duramente, teniendo que huir para salvar su vida, escondiéndose en descampados y ruinas, hasta que la cólera del príncipe se apaciguó y pudo volver a ocupar su antiguo puesto.

En el año 1302 muere envenenado Muhammad II; todos los indicios apuntan como culpables al príncipe heredero. No se sabe bien de qué maniobras tuvo que valerse Ibn Al Hakim, pero el hecho es que el nuevo monarca lo nombró su visir. A causa de la ceguera de Muhammad III, Ibn Al Hakim va a convertirse en el personaje más importante del reino, llevando todas las riendas del poder.

En 1303, Ibn Al Hakim firma, en nombre del sultán de Granada, un tratado con el castellano Fernando IV, en el que se restablece un anterior pacto de vasallaje. La situación se vendría a complicar más, por cuanto que los aragoneses, hasta el momento unidos a los meriníes, conciertan un pacto con Castilla, en la que entra Granada como vasallo de esta última. Poco duraría la alegría de los granadinos, pues el sentido de las alianzas pronto se volverían contra Granada, codiciada por los reinos cristianos. Jaime II de Aragón será quien organice una campaña contra el reino andalusí en la que participó Castilla, y en cuyos planes se encontraba el reparto del reino de Granada entre Castilla y Aragón, según se estipuló secretamente en Alcalá de Henares en 1308.

A pesar del secreto con que se había llevado a cabo el pacto castellano-aragonés, algunas noticias se filtraron antes de la campaña, y llenaron de inquietud a la corte y al pueblo granadino. No era extraño, pues, que los enemigos de Ibn Al Hakim, que no eran pocos, prepararan una conspiración para derribarle del poder. La conjura, promovida por Atik Ibn Al Mawl y con la participación del propio hermano del sultán, el príncipe Nasr, aprovecharía los negros nubarrones que se cernían sobre el reino granadino para asestar el golpe definitivo; asaltaron el palacio de Ibn Al Hakim y el mismo Ibn Al Mawl se encargó de matarle. El cadáver de nuestro personaje fue ultrajado, pasando de mano en mano hasta que se perdió y no pudo ser enterrado. Ibn Al Hakim moría en Ronda el 11 de julio de 1349.

Ibn Al Hakim, un personaje de pocos escrúpulos políticos que no le importó, en aras de aumentar su prestigio y poder personal, concertar alianzas con los estados cristianos de la Península, no abandonará nunca sus aficiones literarias. A lo largo de toda su vida continuó componiendo poesías con mayor o menor acierto y utilizó los medios que le proporcionaba su alta posición para rodearse de los mejores poetas y literatos de la época.

Escribió igualmente una Historia de Al Andalus en cuatro volúmenes donde trata exhaustivamente sobre los avatares de la nación andaluza, así como de los pormenores de la vida de los califas y reyes, el origen de las familias distinguidas, y finalmente de los personajes que más destacaron, tanto en el cultivo de las ciencias como por sus hazañas bélicas. Se vanagloriaba hasta tal punto de su obra que decía que quien leyera este trabajo no necesitaría leer las demás obras de sus contemporáneos.



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