UN BREVE CALENDARIO DE ORIGEN ANDALUSÍ
JULIA MARÍA CARABAZA BRAVO Universidad de Sevilla EXPIRACIÓN
GARCÍA SÁNCHEZ Escuela de Estudios Árabes de Granada (CSIC)
Dentro de las variadas líneas de investigación a las que se ha
dedicado nuestro querido profesor Rafael Muñoz se halla, en un lugar preferente
dados los muchos trabajos que de ella tratan, la literatura calendárica. Estas
breves páginas vienen a sumarse a este interesante campo de estudio, como
modesta aportación de las autoras al tema. Abordamos el análisis de un pequeño
calendario agrícola andalusí, de autor anónimo, registrado en los folios
101r-105r del manuscrito número 1410 D de la Biblioteca General y Archivos de
Rabat, análisis al que seguirá, en un futuro, la edición, traducción y estudio
en profundidad del texto. Este códice de carácter misceláneo, ya analizado
ampliamente en otros trabajos1 , es una copia de finales del siglo XIX salida
de manos de Muh.ammad b. al-H. a - yˆyˆ al-Fa - t.imi - al-Rayˆrayˆi- , como
consta en el folio 98r. Está escrito en letra magrebí, posee escasas notas
marginales y reclamos; el número de líneas por página es irregular, pero
predominan los folios de 23 líneas, y los epígrafes y palabras que indican
cambios temáticos se hallan resaltados en letra más gruesa y de distinto color
de tinta, apareciendo alguna vocalización no relevante y ciertos signos
ortográficos. Como puede observarse en los folios correspondientes al
calendario objeto de nuestro estudio, el copista comete algunos fallos
gramaticales y deja espacios en blanco que dificultan la correcta
interpretación del texto.
1. RESUMEN DEL CONTENIDO Este calendario, por su
brevedad, no se detiene en reseñar los acontecimientos propios de cada día del
mes sino que ofrece información general sobre el período en cuestión. Comienza
por septiembre como otros tantos calendarios consultados, fun20.pmd 233
11/03/2013, 10:52 234 JULIA MARÍA CARABAZA BRAVO Y EXPIRACIÓN GARCÍA SÁNCHEZ
damentalmente de tema agrícola porque, como expone Ibn al-c Awwa - m, «Entre
los agricultores (dice Abu el Jair y otros) la primera estación del año es la
del otoño, la qual es de tres meses, que son septiembre, octubre y noviembre»2
. El nombre de dicho mes no aparece al estar el folio 100v, donde tendría su
inicio el calendario en sí, en blanco. La primera información que registra el
folio 101r es la complexión, el humor y la naturaleza propios de este mes,
comienzo del otoño. Se da una breve referencia astronómica (paso del sol de
Virgo a Libra), y el grueso del texto restante se dedica a cuestiones
agronómicas como, por ejemplo, maduración y recolección de ciertos frutos,
comienzo de labores de arado y siembra, etc., dándose también dos referencias
zoológicas sobre las serpientes y las gaviotas. Le sigue el mes de octubre,
nombre del que se explica su etimología latina y del que se ofrecen sus
sinónimos en hebreo, persa y copto. A continuación, se ofrecen datos
astronómicos como son el signo y las mansiones propias de este mes, y se
establece la duración del día y la noche en este mes de 31 días. Al igual que
en el caso anterior, se especifica la complexión, humor y naturaleza de este
mes otoñal, se expone el traslado del sol hacia Escorpión y, para terminar, se
indican cuestiones de carácter agrícola como son el comienzo de la siembra y de
la recogida de aceitunas, siembra de lechugas y verdolagas, y plantío de
diversos árboles como el olivo, higuera, morera, granado, naranjo, etc. Se
anota brevemente que paren las ovejas, que se abandonan las vestiduras blancas,
y que se extrae el aceite del bálsamo de Judea, entre las noticias agrícolas.
En cuanto al mes de noviembre, también se explica su etimología latina y se
ofrecen sus sinónimos en hebreo, en persa y en copto. Se habla del signo y las
mansiones del mes, de la duración del día y la noche en sus 30 días, y se
especifica que el final de este mes ya pertenece al invierno. Se expone la
complexión, humor y naturaleza propios de noviembre, el traslado del sol hacia
Sagitario, y cuestiones agrícolas tales como la caída de las hojas de los árboles,
la siembra, y el plantío de diversos árboles como la higuera, las vides, la
morera, el olivo, el granado, los cerezos, melocotoneros, etc. Finaliza la
estación explicando el significado de su denominación en árabe. Ya en el
invierno, el autor anónimo del texto dedica unas breves líneas a diciembre, en
las que explica la etimología latina del nombre de este mes, sus sinónimos en
hebreo, copto, siríaco y persa, el signo y la duración del día y la noche
1.
CARABAZA BRAVO, Julia Mª, GARCÍA SÁNCHEZ, Expiración y LLAVERO RUIZ, Eloísa.
«Obras manuscritas de los geóponos andalusíes (siglos X-XII)». Homenaje al
Profesor Jacinto Bosch Vilá. Granada, 1991, vol. II, pp. 1.127-1.129. CARABAZA
BRAVO, Julia Mª y GARCÍA SÁNCHEZ, Expiración. «Códices misceláneos de agronomía
andalusí». Al-Qant.ara XIX,2 (1998), pp. 400-401. 2. IBN AL-c AWWAM. Libro de
agricultura (ed. y trad. J.A. Banqueri; estudio prelim. y notas J.E. Hernández
y E. García). Madrid, 1988 (ed. facsímil de 1802), vol. II, p. 428. 20.pmd 234
11/03/2013, 10:52 UN BREVE CALENDARIO DE ORIGEN ANDALUSÍ 235 que le
corresponden, y especifica los granos que ahora se siembran y los árboles que
en él se disponen. Enero es el mes invernal en el que más se detiene el autor.
Como en las ocasiones anteriores, lo primero que se lleva a cabo es la
explicación de la etimología latina del nombre del mes, a la que siguen sus
sinónimos esta vez en copto, hebreo y nubio. Se expone un mayor número de datos
astronómicos, pues al signo y mansiones propias del mes se añade información
sobre cuándo desaparece el crepúsculo y aparece el alba, la salida de Canopea,
y a cuántos grados asciende el sol al mediodía. Como es usual, se expone la
duración del día y la noche en sus 31 días y se habla de la complexión de este
mes, tras lo cual se hacen breves comentarios meteorológicos. Se acaba el mes
con cuestiones agrícolas (siembra de trigo y lino, plantío de higueras, vides,
olivos, moreras, perales, etc.), entre las que se introduce, por primera vez,
una referencia a un día concreto del mes: el día 6, fecha en que se corta la
madera y no se pudre. Con respecto a febrero, se indica la etimología latina
del nombre de este mes y sus sinónimos en copto, hebreo y persa. Se insertan
los datos astronómicos del signo del mes, sus mansiones, horas del crepúsculo y
del alba y traslado del sol a Piscis. Se contabilizan las horas del día y de la
noche de sus 28 días, se expone la complexión que le es propia y, por primera
vez, se indican dos cuestiones médicodietéticas: la conveniencia de administrar
medicamentos3 y la de practicar sangrías. Se termina, como siempre, con datos
agrícolas ahora relativos al trasplante de árboles de brote lento. La primavera
se inicia con unas referencias que, en principio, parece que son de tipo
general aplicadas a la estación aunque, realmente, son específicas del mes de
marzo, primero de este tercer período del año. La única mención de carácter
genérico es que el sol efectúa su entrada en Aries y su salida en Géminis, lo
cual marca el inicio y final de la estación. Le sigue la enumeración de las
mansiones lunares pertenecientes al signo propio del mes —Piscis— y la
indicación del humor, complexión y naturaleza dominantes en el mismo. Tras una
escueta referencia astronómica (traslación del sol de Piscis a Aries), el calendario
señala dos cuestiones, una de carácter astronómico, referida a la medición de
la altura meridiana de sol, y otra médico-dietética (conveniencia de practicar
la sangría y administrar medicamentos en este mes). De este mes de marzo,
primero del año para 3. Como hemos podido comprobar en otras obras sobre el
tema, se sobreentiende que estos medicamentos son laxantes, ya que en la
medicina clásica, fuente de dichas recomendaciones, tales remedios van unidos a
la práctica de la sangría como forma de evacuar del organismo los elementos
residuales y nocivos. Cf. GARCÍA, Expiración. «Las normas dietéticas a través
de los calendarios andalusíes», Proceedings of the 14th Congress of the Union
Européenne des Arabisants et Islamisants (ed. A. Fodor). Budapest, 1995, vol.
I, pp. 227-250. 20.pmd 235 11/03/2013, 10:52 236 JULIA MARÍA CARABAZA BRAVO Y
EXPIRACIÓN GARCÍA SÁNCHEZ los c ayˆam (cristianos) según el autor del
calendario, da los sinónimos en copto, persa e hindú, pasando a explicar la
etimología latina del mismo. Junto al número de horas que tienen el día y la
noche, aplicado de forma general para todo el mes, como sucede en los
restantes, en éste se concreta que en el día 24 se iguala la duración de uno y
de otra. Entre las tareas agrícolas propias se citan el plantío de algunas
variedades arbóreas como el manzano, el melocotón, el membrillo, el ciruelo, la
higuera y el azufaifo. Las indicaciones sobre el mes de abril, de treinta días,
son más breves y en su exposición se retoma el orden temático normalmente seguido
en los meses anteriores a marzo. Aparte de reseñar los temas astronómicos
—signo zodiacal y correspondientes mansiones, recorrido del sol, duración del
día, además del humor, complexión y naturaleza propios— y lingüísticos
habituales —etimología latina del mes con su paralelismo en árabe, y los
sinónimos en copto, hebreo y persa—, vuelve a repetir la recomendación
médico-dietética incluida en los dos meses anteriores. En el apartado agrícola
se limita a prohibir durante este mes la plantación de cualquier tipo de árbol.
Por lo que se refiere al último mes de la primavera, mayo, el autor vuelve a
indicar que no se plante durante él ningún árbol, dada la proximidad del calor
intenso y la escasez de lluvias. Siguiendo con las cuestiones agrícolas, también
se fija en mayo el inicio de la recolección de las mieses y el momento adecuado
para injertar la higuera. Precediendo a estos temas se recogen los habituales
ya señalados, entre los que hay que destacar algunas omisiones —la duración de
la noche— o, por el contrario, la inclusión de otros no siempre presentes, como
es la medición de la altura meridiana del sol. Al intentar explicar la
etimología latina del mes mezcla, igual que lo hace en algunas otras ocasiones,
términos latinos con otros romances. Los sinónimos mensuales que registra son
los más frecuentemente citados, es decir, copto, hebreo y persa. Pasando a la
estación estival, única de la que indica su duración exacta —91 días y medio
octavo—, la inicia el mes de junio. Junto a la habitual explicación etimológica
latina de su nombre se encuentran únicamente dos sinónimos: en copto y en
persa. En esta ocasión se señala la duración del día y de la noche. Sin
especificar cuáles son, el autor indica que en junio tienen lugar el día más
largo del año (que, a su vez, es el último de la primavera) y la noche más
corta. El signo zodiacal, las mansiones, humor, complexión y naturaleza
correspondientes a dicho mes, además de la traslación del sol de uno a otro
signo, son los acontecimientos reflejados antes de la alusión al inicio de las
labores de cosecha del trigo, única cuestión agrícola contenida en este mes,
junto con la relativa a la aparición de las uvas y los higos tempranos.
Finalmente, se alude a la fiesta de la c ans.ara, sin concretar el día en el que
tiene lugar, y se recoge la extendida idea de que el trigo que se cosecha ese
día no se agusana. En la explicación de la etimología latina del segundo mes
del verano, julio, el autor vuelve a mezclar elementos romances; entre los
sinónimos menciona el he20.pmd 236 11/03/2013, 10:52 UN BREVE CALENDARIO DE
ORIGEN ANDALUSÍ 237 breo y el copto. A continuación, como es norma casi
generalizada, se recogen el signo zodiacal, mansiones lunares, naturaleza y
humor propios del mes, el número de días que contiene éste, junto con la
duración del día y de la noche. Entre las noticias no siempre presentes en
todos los meses aquí se recogen varias: una de carácter astronómico —orto de la
estrella al-Šic rà al-gumays.a - ’4 —, otra relativa a la meteorología —inicio
de los samum de verano5 — y una tercera en la que se señala la celebración de
una fiesta cristiana, la de santa Rufina. Entre las tareas agrícolas que se
realizan en julio se señalan la cosecha del trigo y de algunas hierbas
aromáticas, al tiempo que se da cuenta del período de maduración de
determinadas frutas. Las noticias relativas al mes de agosto son breves. Las
inicia la etimología romana de su nombre del que, en esta ocasión, sólo se da
su sinonimia hebraica. El signo zodiacal de este último mes estival de 31 días,
el cómputo de las horas diurnas y nocturnas, las mansiones que le corresponden,
junto con su naturaleza propia son las cuestiones reseñadas en el texto, además
de la traslación solar al signo de Virgo. Tras ellas se intercala una creencia,
bastante arraigada en este tipo de obras, referida a que la madera que se corta
en determinados días de este mes no se apolilla, seguida de la recomendación de
recogida de frutos precoces. Por último, se anuncia el final del período de los
samum estivales, iniciados el mes anterior. 2. FUENTES DEL TEXTO Las fuentes
que menciona el autor están tomadas directamente del Calendario de Córdoba
escrito en el siglo X por c Arib b. Sac i - d. Así, la única cita que hallamos
de los médicos griegos Hipócrates y Galeno, relativa a que septiembre
representa el comienzo del otoño (folio 101r), también se registra en la fuente
cordobesa, en la que se especifica que inicia dicha estación el orto del
asterismo al-Simak al-Ramih. 6 . Igual sucede con la solitaria cita del Sindhind
(folio 101r), libro de astronomía 4. Dicha estrella es muy importante dentro de
la astrometeorología popular por sus efectos climáticos. Cf. IBN c A - S.IM.
Kitab al-Anwa- ´ wa-l-azmina -al-qawl fi- l-šuhu - r- (estudio, trad. y ed.
crítica por M. Forcada Nogués). Barcelona, 1993, p. 80. 5. Viento estacional
que coincide con la canícula. Cf. MUÑOZ, Rafael. «Un Calendario egipcio del
siglo XVIII (1ª parte)», Awraq I (1978), p. 75. 6. Le Calendrier de Cordoue
(publié par R. Dozy; trad. annotée par Ch. Pellat). Leiden, 1961, pp. 140-1.
Esta misma referencia a Hipócrates y Galeno se halla en una obra del siglo XIII
y en el calendario del marroquí Ibn al-Banna-´(siglos XIII-XIV). Cf. Risala fi-
awqat al-sana. Un calendario anónimo andalusí (ed., trad. y notas de Mª Ángeles
Navarro). Granada, 1990, p. 221; IBN AL-BANNA- ´. Risala fi- l-anwa- ´ (ed. y
trad. H.P.J. Renaud). Paris, 1948, pp. 14-50. 20.pmd 237 11/03/2013, 10:52 238
JULIA MARÍA CARABAZA BRAVO Y EXPIRACIÓN GARCÍA SÁNCHEZ hindú introducido en
al-Andalus por c Abba - s b. Firna - s en el siglo IX7 , que hallamos tal cual
en el calendario andalusí ya indicado8 , y que expone el traslado del sol de
Virgo a Libra en el mes de septiembre. El anónimo autor de nuestro calendario
menciona en repetidas ocasiones el término rih. como otra de sus fuentes de
información9 , siempre dentro del tema astronómico pues la señala en todas las
ocasiones tras hablar del paso del sol de un signo zodiacal a otro.
Consideramos que se trata de un error de grafía por la palabra ziyˆ, «tabla
astronómica», opinión que viene avalada por el hecho de que, en el Calendario
de Córdoba y en la Risala fi- awqat al-sana, este traslado del sol de uno a
otro signo queda constatado por la «práctica de la observación» o «la habitual
observación» (en árabe al-mumtah.an10), es decir, por las observaciones de las
personas que usan las ziyˆ al-mumtah.an asociadas, tradicionalmente, con las
tablas realizadas por los astrónomos del califa c abbasí al-Ma´mun y, más
concretamente, con las de al-Battani-11. Hay dos alusiones a la «gente de
experiencia» a propósito de unas indicaciones de tipo mágico-agrícola (folios
104v y 105r), alusiones que también encontramos en la obra de c Arib12 y que,
incluso, hallamos en el tratado agrícola de Ibn al-c Awwam13. Finalmente, en el
folio 104v, tras mencionar el día más largo del año y último de la primavera,
parece leerse en el texto c alà madhab al-c arif que bien podría tratarse de
una grafía alterada de la que se lee en el Calendario de Córdoba: c alà mahab
al-c arab14. Corrobora esta opinión el hecho de que, en la obra de Ibn alBanna-
´, que tiene como fuente básica en las cuestiones astronómicas el texto de c
Arib, siguen a este mismo pasaje las palabras c alà madhab ahl hada- l-ša’n15,
con 7. SAMSÓ, Julio. «La tradición clásica en los calendarios agrícolas
hispanoárabes y norteafricanos», Actas del II Congreso Internacional de
Estudios sobre las Culturas del Mediterráneo Occidental. Barcelona, 1978, p.
178. 8. Le Calendrier, pp. 142-3. También en esta ocasión se encuentra citado
este libro en la Risala fi- awqat al-sana, p. 222. 9. Concretamente en los
folios 101r, 103r, 104r, 104v y 105r. En el folio 101v este rih. está alterado
en su grafía y se lee zanyˆ, pero creemos que se trata de la misma fuente. 10.
VILADRICH, Mercé. «The Mumtah.an Tradition in al-Andalus. Analysis of Data from
the Calendar of Cordova Related to the Entrance of the Sun in the Zodiacal
Signs», De Bagdad a Barcelona. Estudios sobre Historia de las Ciencias Exactas
en el Mundo Islámico en honor del Prof. Juan Vernet. Barcelona, 1996, vol. I,
pp. 253-265. 11. SAMSÓ, Julio. Las ciencias de los antiguos en al-Andalus.
Madrid, 1992, p. 73. IBN c A - S.IM. Kitab al-Anwa- ´, p. 41. 12. Le
Calendrier, pp. 100-1 y 122-3. Como en casos anteriores, estas citas se
reiteran en la Risala fi- awqat al-sana, pp. 203 y 214. 13. IBN AL-c AWWAM,
Libro de agricultura, vol. II, p. 442. 14. Le Calendrier, pp. 98-99. 15. IBN
AL-BANNA- ´. Risala, pp. 10-43. 20.pmd 238 11/03/2013, 10:52 UN BREVE
CALENDARIO DE ORIGEN ANDALUSÍ 239 lo cual se demuestra que el término al-c arab
no quedó claro para los sucesivos copistas. 3. COTEJO CON OTROS CALENDARIOS16
Comparando el calendario que nos ocupa con la obra de c Arib b. Sac i - d,
podemos observar que debe a ésta gran parte de su información. Así, salvo las
etimologías latinas de los meses, algunos sinónimos de los nombres de éstos, y
los datos agrícolas referentes a árboles en los meses de otoño, invierno y
primavera, lo demás procede sin duda del Calendario de Córdoba dadas las
constantes equivalencias textuales. Casi las mismas palabras podemos emplear
para el cotejo de nuestra obra con la Risala anónima antes mencionada y con la
obra de Ibn al-Banna- ´ pues, si bien hay más diferencias textuales que en el
caso anterior, las similitudes y divergencias son las mismas que hallamos con
respecto al calendario cordobés, fruto, creemos, de que los tres textos parten
de esta fuente común. Los mismos comentarios ya efectuados pueden aplicarse a
otros calendarios que copian del de Ibn al-Banna- ´ (y que, por tanto,
pertenecen al «área de influencia» del calendario cordobés), aunque las
analogías con nuestro texto vayan disminuyendo a medida en que la fecha de
redacción de cada uno de ellos es más tardía. Nos referimos a dos calendarios anónimos:
el supuestamente granadino del siglo XV o XVI, y a otro marroquí del siglo
XIX17. No sucede lo mismo al comparar el texto objeto de nuestro análisis con
la obra de Ibn c A - s.im (m. 403/1013) ya anotada, ya que en ésta se
introducen muchos más elementos astronómicos y meteorológicos que agrícolas,
mientras que en nuestro texto éstos son los predominantes. De hecho, las
escasas semejanzas entre una y otra obra se dan, básicamente, en el terreno
geopónico, sobre todo en los meses de verano en los que ambas siguen las
indicaciones del Calendario de Córdoba. Sucede, incluso, que hay meses en los
que las dos obras no tienen nada en común como es el caso de diciembre,
febrero, marzo, abril y mayo. 16. Dentro de la amplia literatura calendárica,
nos hemos centrado para este cotejo en las obras de temática variada y no en
aquellas referidas a un solo aspecto, ya sea el astronómico, el agrícola o el
médico-dietético. 17. VÁZQUEZ RUIZ, José. «Un Calendario anónimo granadino del
s. XV», R.I.E.E.I. IXX (1961-62), 23-64 (no obstante su título, parece ser que
es un siglo más tardío; cf. SAMSÓ, Julio.«Un Calendrier tunisien —d’origine
andalouse?— du XVIè siècle», Les Cahiers de Tunisie, Tome XXVI, nºs 103-104
[1978], p. 69). JOLY, A. «Un Calendrier agricole marocain», Archives Marocaines
III (1905), 301-319. 20.pmd 239 11/03/2013, 10:52 240 JULIA MARÍA CARABAZA
BRAVO Y EXPIRACIÓN GARCÍA SÁNCHEZ Si salimos de al-Andalus y comparamos nuestro
texto con los cinco calendarios egipcios editados y traducidos por Ch. Pellat18,
observaremos que hay algunas coincidencias en cuestiones astronómicas (signos,
mansiones...) y apenas equivalencias en el plano agrícola en el caso de las dos
versiones de la obra de Ibn Mammati - (siglos XII-XIII) Qawanin al-dawawin. Por
lo que respecta al Minhayˆ de al-Majzumi - (siglo XII) y el Jit.at. de al-Maqri
- zi - (siglos XIV-XV), las similitudes son muy escasas, y tan sólo se dan
algunas ideas semejantes en el ámbito agrícola y zoológico y en el plano
meteorológico. Finalmente, los datos comunes a nuestro texto y al calendario
anónimo de París (siglo XVII?) que cierra la obra de Pellat se multiplican, en
relación con los calendarios anteriores, en el terreno agronómico (aunque el
tratamiento de aquéllos es diferente en ambas obras), dándose también
coincidencias en cuestiones como complexión de los meses, humores reinantes y
duración del día y la noche. Ya en el siglo XVIII, las similitudes de nuestro
texto con otro calendario egipcio anónimo19 van siendo cada vez más escasas,
puesto que sólo encontramos algunas referencias comunes de tipo general dentro
de los planos agrícola, zoológico, meteorológico y médico-dietético. Por
último, nos hemos acercado a la obra del sultán yemení al-Malik al-Ašraf (siglo
XIII)20 que tan sólo presenta algunas alusiones genéricas coincidentes con
nuestro calendario, y relativas a ciertos aspectos astronómicos de carácter
común (signos zodiacales, mansiones, etc.), así como a otros meteorológicos.
Las extensas cuestiones agrícolas que recoge son específicas de la zona —Yemen—
y casi todas cerealísticas, por lo que poca o ninguna relación guardan con las
de nuestro texto. 4. COMENTARIOS Estamos ante una copia muy tardía de una obra
de origen andalusí cuyo autor, de acuerdo con la información que nos ofrece,
hubo de estar en contacto con los ambientes cristianos de la Península (o puede
que formara parte de ellos). De dicho contacto surgieron los elementos más
originales del texto, esto es, las distintas etimologías latinas que siguen a
cada uno de los nombres de los meses del calendario juliano. En efecto, pese a
la brevedad de la obra, es el único ejemplo conocido de calendario en el que se
recogen dichas etimologías, y de ahí su valor 18. PELLAT, Charles. Cinq
calendriers égyptiens. El Cairo, 1986. 19. MUÑOZ, Rafael. «Un Calendario
egipcio del siglo XVIII (1ª parte)», Awraq I (1978), 67-81; (2ª parte), Awraq
II (1979), 100-122. 20. VARISCO, Daniel Martin. Medieval Agriculture and
Islamic Science. The Almanac of a Yemeni Sultan. Seattle-London, 1994. 20.pmd
240 11/03/2013, 10:52 UN BREVE CALENDARIO DE ORIGEN ANDALUSÍ 241 frente a la
literatura de este género hasta ahora estudiada. Incluso, nuestro anónimo autor
concede un lugar preferente a este tipo de información, a la que añade una
serie de sinónimos que enriquecen el aspecto lingüístico del texto. Y ello a
pesar de los múltiples errores en las grafías de los nombres de los meses que,
creemos, serían cometidos por los sucesivos copistas de la obra. Por tanto,
tenemos un autor especialmente interesado en el tema lingüístico del que,
desgraciadamente, no podemos dar ningún dato de tipo biográfico ni encuadrarlo
cronológica ni geográficamente, ya que no nos lo permite su obra. En cuanto a
las etimologías latinas ya aludidas, el autor dice, por ejemplo, de octubre
(qutuyir): «palabra tomada de los romanos y proveniente de u - qtuh cuyo
significado es ‘mes octavo’, contando a partir del comienzo de su año21, porque
los romanos llaman al número ocho u - qtuh» (fol. 101r), o de junio (yulyuh por
error): «nombre tomado del de un idólatra llamado Yunan al que los romanos
acudían en sus peticiones relativas a asuntos pequeños, pues yunyuh, en
palabras de los romanos, quiere decir ‘pequeño’, mientras que se emplea mayur
para referirse a lo grande» (fol. 104r). Rastreando en fuentes mozárabes el
posible origen de estas denominaciones, acudimos a las Etimologías de S.
Isidoro22 en donde hallamos, si no una coincidencia literal entre ambos textos,
sí unas ideas comunes en las dos obras, aunque no desarrolladas de la misma
forma y con variadas alteraciones de grafías en nuestro calendario23. Así pues,
es probable que el autor anónimo de nuestra obra conociera la fuente isidoriana
y que de ella extrajera las etimologías ya aludidas24. No obstante, el tiempo
transcurrido desde la elaboración de este texto y la copia que ha llegado hasta
nosotros, tiempo en el que seguramente se efectuarían copias intermedias entre
uno y otra, conlleva el que encontremos multitud de erratas en los nombres
latinos apuntados, fruto del lógico desconocimiento de los diversos copistas
del texto de dichos nombres. En esta misma línea, un segundo aspecto que
destacar en el calendario que nos ocupa es el de los continuos errores que
comete el autor, seguidos por los de los sucesivos copistas, con respecto a los
nombres de los meses en distintas len21. Se refiere a un «antiguo año» que se
iniciaba en el mes de marzo. Cf. VARRON. De lingua latina (ed. y trad. R. G.
Kent). London, 1938, vol. I, p. 204. 22. ISIDORO DE SEVILLA. Etimologías (ed.
J. Oroz Reta & M.A. Marcos Casquero). 2 vols. Madrid, 1982-3. 23. Ibidem
V-33-3, 6, 7, 8, 9, 10 y 11, pp. 544-5. 24. El primitivo origen de la
explicación de las etimologías latinas de los meses se encuentra en la obra de
Varrón antes citada, aunque creemos más probable que el autor de nuestro
calendario utilizara el texto de S. Isidoro, dada la mayor proximidad temporal
y espacial con él. Cf. VARRON. De lingua latina, vol. I, pp. 204-206. Un
estudio bastante completo sobre el tema podemos verlo en ERNOUT, A. y MEILLET,
A. Dictionnaire étymologique de la langue latine. Paris, 1947 (4ª ed.). 20.pmd
241 11/03/2013, 10:52 242 JULIA MARÍA CARABAZA BRAVO Y EXPIRACIÓN GARCÍA
SÁNCHEZ guas, es decir, los sinónimos del nombre derivado del calendario
juliano que encabeza cada mes25. De este modo, a veces ofrece como nombre persa
o copto el que, en realidad, es siríaco; también se dan equivocaciones varias
con respecto al nombre copto: en enero, éste se convierte en término nubio; en
febrero y abril, el término copto es nombrado como persa, y, en marzo, se
ofrece como hindú una grafía alterada de la denominación copta. Finalmente, en
diciembre, aparece un nombre «siríaco» que no es tal: kazil, que pudiera ser
deformación de la palabra kanun. De todo lo dicho se infiere que el autor del
texto no conocía bien las sinonimias que expone en su obra (pese a que mostrara
interés por ellas), y menos aún las deberían conocer los transmisores de ésta
por lo que, siendo este manuscrito de fecha tardía, no debe extrañarnos que el
copista magrebí altere continuamente las grafías de los nombres de los meses en
las lenguas citadas. Veamos, para ilustrar este hecho, un solo ejemplo: «El
primero es el mes de marzo (mars) ... Dicho mes, en copto, se llama nisan
[nombre siríaco del mes de abril], con énfasis en el sin; en persa a - dar
[nombre siríaco de marzo] y en hindú bazhamat [deformación del nombre copto de
este mes, barmahat]» (fol. 103r). Queremos, finalmente, comentar los datos
agrícolas de nuestro calendario. Como ya hemos podido entrever en los cotejos
realizados, las cuestiones astronómicas, meteorológicas, zoológicas y de temas
varios tienen, por lo general, su correspondencia con el Calendario de Córdoba.
No obstante, en el plano agrícola hay bastantes diferencias debidas, en buena
parte, a que nuestro texto se dedica fundamentalmente a datos sobre especies
arbóreas, en tanto que el resto de los calendarios consultados hacen mucho más
hincapié en cultivos hortenses y en los diversos tipos de cereales. Incluso, un
calendario de base eminentemente agrícola como es el registrado en la obra del
sevillano Ibn al-c Awwam26 (siglos XIIXIII) se dedica, al igual que la
literatura calendárica vista, a hortalizas, verduras, legumbres y cereales en
mucha mayor medida que a cultivo de árboles. Esta circunstancia motiva el que
nuestro calendario sí se asemeje mucho más a la fuente cordobesa en los meses
de verano ya que, en ellos, no hay labores propias de árboles y, por tanto, no
hay referencias a éstos. ¿A qué puede responder el especial interés por las
especies arbóreas que muestra nuestro autor? Una posible respuesta podría ser
que en el lugar donde viviera, dentro de nuestra Península, las labores
agrícolas se basaran casi exclusivamente en dichas especies, y así quedara
reflejado en la obra. No nos ayuda en esta cuestión el propio texto ya que no
hay ninguna referencia a topónimos concretos; es más, cuando el autor copia
datos del Calendario de Córdoba suprime toda alusión a lugares determinados27,
aunque esta supresión también puede deberse a 25. Los nombres hebreos son los
únicos que aparecen correctamente escritos. 26. IBN AL-c AWWAM. Libro de
agricultura, II, pp. 428-444. 27. Esto sucede con las referencias a Córdoba en
los meses de septiembre y octubre, y con la alusión a Egipto en este último
mes. 20.pmd 242 11/03/2013, 10:52 UN BREVE CALENDARIO DE ORIGEN ANDALUSÍ 243
copistas posteriores. Tampoco nos sirven los árboles que aparecen registrados
con mayor asiduidad ya que, al tratarse de olivos, vides, higueras y diversos
árboles frutales, son comunes a todo nuestro territorio. Así pues, nos quedamos
en el terreno de la hipótesis. Otra posible respuesta sería que, al igual que
el autor copia unos datos de la literatura calendárica conocida, partiera de
otra fuente que no se nos haya conservado en el aspecto agrícola. Estamos ante
una nueva y mera hipótesis puesto que, en el recorrido que hemos efectuado por
los calendarios que han llegado hasta nosotros, hemos observado una serie de
características comunes a todos ellos en los distintos campos que tratan y, por
tanto, parece poco probable que existieran otras obras que siguieran unas
coordenadas diferentes. No obstante, no es una posibilidad absolutamente
descartable ya que, en una edición tunecina de primeros de siglo en la que se
recoge el tratado agrícola del toledano Ibn Wafid28, se añade al final un
calendario agrícola en el que se trata, principalmente, de las especies
arbóreas y, como ya indicamos en su correspondiente estudio29, este calendario
mantiene algunas semejanzas con las obras occidentales y orientales consultadas,
pero no parte de ninguna de ellas sino, tal vez, de una obra desconocida y de
elaboración tardía. Desafortunadamente, esta edición tunecina tan sólo aporta
algunos pasajes similares a los de nuestro texto, por lo que no podemos hablar
de una fuente común a ambos calendarios pero, al menos, nos demuestra que
circulaban otras obras en las que se trataba, en mayor medida, del cultivo de
los árboles. Una última posibilidad sería, cómo no, que nuestro autor partiera
de experiencias personales en el terreno agrícola, pero dicha posibilidad nos
resulta muy difícil de aceptar pues, como hemos comprobado en las páginas
anteriores, los variados datos que ofrece el texto provienen, en su conjunto,
de fuentes escritas.
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