PRODUCCIÓN Y MANUFACTURA DEL VIDRIO EN AL-ANDALUS
Gracias a la
arqueología podemos saber más acerca de la producción del vidrio en al-Andalus,
sus técnicas de elaboración y su comercio, algo sobre lo que las fuentes
escritas no dicen demasiado
DAVID GOVANTES-EDWARDS
UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
CHLOE DUCKWORTH
NEWCASTLE UNIVERSITY
Copas de vidrio de la Alhambra. Patronato de la Alhambra.
El vidrio es un material producido de forma artificial desde mediados del
II milenio AC, y para la Edad Media su consumo se hallaba ya generalizado en
todo el Viejo Mundo (especialmente a partir de la invención del soplado, en
torno al cambio de era). Esto incluye también al-Andalus, que parcialmente
recoge las tradiciones de producción de vidrio de las épocas romana y visigoda,
en las que existía considerable actividad vidriera en la Península Ibérica, y
las integra con aquellas que les siguen llegando desde el Mediterráneo oriental
y el norte de África.
Desafortunadamente, es poco lo que conocemos acerca de la organización de
la producción del vidrio en época andalusí, ya que las fuentes escritas
resultan poco elocuentes y la mayor parte de los talleres conocidos han sido
excavados en contextos de arqueología de urgencia, impidiendo su estudio por
parte de especialistas. La documentación generada por estas intervenciones,
además, no siempre resulta tan accesible como resultaría deseable. En los
últimos años, al menos, un nuevo tipo de evidencia ha venido a sumarse a
nuestros instrumentos para el estudio de la producción de vidrio, como son los
estudios composicionales, que permiten establecer de forma muy precisa las
materias primas empleadas.
Estos estudios han servido para identificar un cambio muy sustancial en la
tecnología del vidrio a nivel pan-Mediterráneo y europeo, como es la
sustitución de los fundentes minerales (esencialmente natrón egipcio), por
fundentes vegetales (e.g. cenizas de salicornias, helechos, madera de
haya). Los fundentes son un ingrediente que se añade al silicio, principal
elemento estructural del vidrio antiguo, para disminuir su temperatura de
fusión y permitir su trabajo en condiciones preindustriales. Es importante, por
otro lado, recordar, que los primeros vidrios, desde el II milenio AC hasta
aproximadamente el siglo VIII AC, se producían con fundentes vegetales, que
siguieron usándose en tradiciones orientales de forma ininterrumpida, aun
cuando en la cuenca mediterránea se adoptó el uso del natrón. Las consecuencias
de la sustitución del natrón por los fundentes vegetales a principios de la
Edad Media son trascendentales, en tanto que facilitan la producción primaria de
vidrio (es decir, la producción del vidrio en bruto a partir de las materias
primas) prácticamente en cualquier geografía, ya que las plantas útiles para
actuar como fundente están muy extendidas. Con anterioridad, la producción
primaria de vidrio en la cuenca mediterránea se había limitado a sus costas
orientales y el delta del Nilo, zonas cercanas a los lagos salinos en los que
el natrón (un material costoso y difícil de transportar a grandes distancias)
aflora de forma natural. Hasta este cambio tecnológico, por tanto, los artesanos
del vidrio habían dependido del abasto de vidrio en bruto procedente de estas
regiones.
Aunque los motivos que llevaron a este cambio tecnológico no están del todo
claros, es posible que en ellos jueguen un papel preponderante las dificultades
que se abaten sobre el comercio mediterráneo a finales de la Antigüedad Tardía
y los inicios de la Edad Media (aunque la famosa tesis de Pirenne se encuentre
hoy en día muy matizada). Esto puede reflejarse en la producción de vidrio en
al-Andalus: resultados composicionales con muestras procedentes del arrabal de
Šaqunda y de Madīnat al-Zahrāʼ (Córdoba) parecen estar apuntando a intentos por
parte de los vidrieros andalusíes de encontrar sus propios fundentes (por
ejemplo, el plomo) con los que producir vidrio primario de forma autónoma, al
secarse sus fuentes tradicionales de suministro de vidrio en bruto.
Piezas de vidrio nazaríes. Patronato de la Alhambra.
De una forma u otra, las muestras de vidrio analizadas hasta la fecha
indican con meridiana claridad que para el siglo X la nueva tecnología de
producción de vidrio con fundentes vegetales estaba plenamente consolidada en
al-Andalus. Es muy probable, por tanto, que la producción primaria se convirtiese
en una actividad dispersa, lo que supone un cambio radical en el modelo
productivo que había sido la tónica en época romana y la Antigüedad Tardía. Más
allá de esto, es difícil hacer precisiones acerca de la organización del
sector, aunque la ausencia de evidencias claras de la existencia de talleres
dedicados en exclusiva a la producción primaria de vidrio puede interpretarse
(aunque los argumentos ex silentio deban siempre manejarse con
extrema precaución) como indicio de que los talleres identificados no se
limitasen al soplado y otras técnicas de manufactura del producto final, sino
que también fundiesen su propio vidrio.
Hasta la fecha, han podido identificarse varios talleres de vidrio que
pueden fecharse de forma segura en época andalusí, incluyendo dos en Córdoba de
época califal (arrabales occidentales) y uno posible de época emiral (Šaqunda);
uno en Jaén, fechado en el siglo XIII (este taller parece haberse mantenido
activo tras la conquista cristiana); dos en Málaga, uno fechado en las primeras
taifas y otro de época almohade; uno en Sevilla (c/Matahacas), de época taifa o
almohade; y finalmente el taller del Casón de Puxmarina y el horno de la Plaza
de Belluga, ambos en Murcia, fechados en el siglo XII, que describiremos con
más detalle enseguida. Con la excepción de estos dos últimos, la excavación de
estos hornos no ha permitido recabar excesivos datos acerca de la organización
de los talleres, si bien el hecho de que en todos los casos parezcan incluir un
solo horno sugiere que se trataría de pequeños obradores que trabajaban para
satisfacer la demanda local. En aquellos casos en los que se han podido
estudiar los conjuntos de artefactos muebles con cierto detalle, como en el
caso del horno hallado en la Calle Fernando IV de Jaén, estos incluyen, de
manera muy general, las tipologías que han podido identificarse en contextos de
consumo, lo que parece confirmar esta impresión general.
Por otro lado, el taller localizado en el Casón de Puxmarina, en Murcia,
fechado en el siglo XII, resulta en todo excepcional. No sólo es de gran
extensión, sino que en él se han podido identificar no menos de ocho hornos,
cinco de los cuales parecen haber estado en funcionamiento de forma simultánea
en la última fase de actividad del obrador (Fig. 1). Lo que es más llamativo,
estos hornos presentan claros indicios de especialización productiva, ya que
mientras algunos parecen ser hornos de soplado, el horno central puede haber
servido para el templado del vidrio (operación mediante la que las piezas ya
acabadas son enfriadas de forma progresiva, para evitar tensiones moleculares
que debilitan el vidrio, por ejemplo ante los cambios bruscos de temperatura),
y otro de ellos parece haberse empleado para la producción de espejos de vidrio
plomado, posiblemente espejuelos de decoración arquitectónica.
Fig. 1. Plano del taller de vidrio del Casón de Puxmarina (Jiménez et al.
p. 423).
La naturaleza del taller, esta aparente división funcional de los hornos, la
cercanía de otro taller, en la Plaza de Belluga, en el que se identificó un
horno de considerables dimensiones (su banco interno permitía acomodar hasta
siete crisoles, que dejaron sus huellas sobre el vidrio derramado en la
superficie superior del banco) y, sobre todo, su posición central en la trama
urbana (está a pocos metros del alcázar y la mezquita aljama), resultan del
todo atípicos. Todos estos aspectos, junto con su cronología y la gran cantidad
de vidrio encontrado en su interior (los talleres de vidrio son a menudo
sorprendentemente pobres en restos de vidrio, dado el carácter eminentemente
reciclable del material), que indica que pudiera estar haciendo acopio de
vidrio a nivel regional para su refundición, acaso nos permitan especular con
que el taller funcionara con el patrocinio de Ibn Mardanīš. Esta idea no
resulta descabellada, toda vez que no sería el primer soberano musulmán en
patrocinar de forma directa las labores del vidrio para servicio de su casa
durante la Edad Media, empezando por el califa abasí Hārūn al-Rašīd. Recordemos
igualmente que, de acuerdo con al-Maqqarī, Ibn Saʽīd al-Magribī citaba a
mediados del siglo XIII a Murcia (junto con Almería y Málaga) como uno de los
principales puntos de producción de vidrio en al-Andalus.
El vidrio también aparece citado, si bien de forma muy sucinta, en dos de
los tratados de ḥisba andalusíes conservados. En concreto, Ibn
‘Abdūn recoge la prohibición de que los vidrieros sevillanos del siglo XII
produjesen un tipo de copa empleado frecuentemente en el consumo de vino,
mientras que el malagueño al-Saqaṭī determina la obligación de templar las
piezas terminadas, para incrementar su resistencia.
Fig. 2. Botella de uso cosmético, junto a fragmentos misceláneos de vidrio
soplado, fechados en época nazarí, procedentes de la excavación del área del
Secano, en la Alhambra (Granada) (© Proyecto los Talleres Reales de la
Alhambra).
Volviendo de nuevo a las fuentes arqueológicas, aquellas que nos
proporcionan una mayor cantidad de información debido a lo escueto de las
menciones al vidrio en las fuentes escritas, debemos lamentar que el trabajo de
sistematización tipológica apenas se encuentre iniciado. Hasta muy
recientemente, el vidrio recibía, en el mejor de los casos, una atención muy
secundaria, y apenas existen un puñado de estudios de yacimiento completos que
permitan establecer los tipos de objetos producidos con este material, aunque
ya sabemos que incluirían artículos muy diversos: vajilla, recipientes
cosméticos (Fig. 2), objetos de adorno personal (pulseras, anillos, etc.), y
elementos arquitectónicos, incluyendo elementos de iluminación y vidrio de
ventana, además de los espejuelos decorativos como los mencionados más arriba,
e incluso artículos decorativos, como figurillas zoomorfas (Fig. 3).
Fig. 3. Figurilla zoomorfa fechada en época nazarí, procedentesde la
excavación del área del Secano, en la Alhambra (Granada) (© Proyecto los
Talleres Reales de la Alhambra).
Finalmente, es interesante hacer un recorrido, necesariamente breve por la
escasez de fuentes disponibles, por el reflejo de la producción de vidrio en
las conocidas como “fuentes técnicas”, una categoría de textos de contenido
misceláneo cuyo común denominador es la presencia de información más o menos precisa
de las pautas seguidas en diversos procesos técnicos, incluida la producción de
vidrio (es importante subrayar que estos textos estaban generalmente escritos
por no especialistas en la producción de vidrio). En este aspecto, nuestro
interés reside tanto en las fuentes propiamente andalusíes como en la
influencia de las prácticas o el conocimiento existente en al-Andalus sobre
aquellos existentes en las zonas de la Península Ibérica que se encontraban
bajo dominación cristiana. Es común el argumento de que la frontera entre
al-Andalus y los reinos cristianos del norte fue el medio de fructíferas
dinámicas de intercambio, incluido el de tecnología y conocimiento. El origen
de ciertas tecnologías, por ejemplo la de la cerámica vidriada (que presenta
numerosos puntos de interacción con la tecnología del vidrio) en zonas situadas
bajo el dominio del Islam está plenamente aceptada, y muchos trabajos, tanto
originales árabes como traducciones al árabe de obras clásicas y post-clásicas,
fueron traducidas al latín o a las lenguas vernáculas, especialmente a partir
del siglo XII. A pesar de ello, este proceso sólo se conoce de forma muy
general, y los detalles de muchos de estos episodios de interacción aún están
pendientes de ser explorados en profundidad.
Así, aunque no conocemos con certeza ningún texto “técnico” andalusí que
haga mención explícita a las técnicas de producción de vidrio (pero ver más
abajo), sí podemos detectar claros préstamos andalusíes en documentos
producidos en la Península Ibérica cristiana. Son la Sedacina, un
documento alquímico —no olvidemos que la distinción entre alquimia y química
científica es una categorización contemporánea que carece completamente de
valor para la Edad Media— escrita en Aragón por Guillaume Sedacer en el siglo
XIV o el Ms. H-490 de la Biblioteca de la Facultad de Medicina
de Montpellier, escrito probablemente en Castilla a finales del
siglo XV. Con respecto al primero, es interesante la referencia al Liber de Aluminibus et Salibus,
tradicionalmente atribuido a Abū Bakr Muhammad ibn Zakariyyāʼ al-Rāzī (m. 925),
pero que ha sido recientemente asociado a un autor anónimo andalusí del siglo
XII; de ser cierta esta atribución más reciente, este sería el primer texto
andalusí en hacer mención directa a las técnicas y los ingredientes implicados
en la producción de vidrio. Los préstamos andalusíes en el Ms. H-490 de
Montpellier son igualmente claros, incluyendo un enorme número de arabismos.
Este sigue siendo, en cualquier caso, un campo en el que queda mucho trabajo
por hacer. Muchos textos técnicos y alquímicos producidos en áreas bajo dominio
del Islam siguen a la espera de ser editados y traducidos, y parece razonable
esperar que el futuro producirá evidencias de nuevas conexiones. Por ejemplo,
la Rutbat al-Ḥakīm, “hermano”
del mejor conocido Gāyat al-Ḥakīm (también llamado Picatrix),
que han sido convincentemente atribuidos por Maribel Fierro a Maslama b. Qāsim
al-Qurtubi (m. 964).
Es interesante, para terminar, constatar cómo los análisis químicos
llevados a cabo con muestras de vidrio andalusí, que se centran de forma
abrumadora en el vidrio soplado, y aquellos realizados con muestras procedentes
de la zona cristiana, que incluyen de forma exclusiva vidrieras de iglesias y
catedrales, parecen reflejar dos tradiciones tecnológicas diferentes. Mientras
que las muestras andalusíes están en su inmensa mayoría realizadas empleando
fundentes sódicos (en los que se emplean especies cuyas cenizas presentan altos
contenidos de sosa y contenidos muy bajos de potasa) o en algunos casos
fundentes mixtos (en los que los contenidos de potasa son más elevados, pero
que mantienen unos niveles significativos de sosa), las cristianas están
compuestas con fundentes potásicos (cenizas muy ricas en potasa y prácticamente
carentes de sosa). Es conveniente recordar que muchas de las vidrieras
eclesiásticas del norte fueron producidas e instaladas por artesanos
procedentes del norte de Europa (Alemania, Flandes, la Francia septentrional),
donde el uso de los fundentes potásicos era la norma (cenizas de helecho, de
madera de haya). Resulta por tanto incierto, con los datos que poseemos, si las
diferencias composicionales son producto de este origen foráneo de los
artesanos empleados en la construcción de las vidrieras (que decidiesen
trabajar con las materias primas que les eran familiares, o incluso traer el
vidrio ya preformado de sus lugares de origen), o si son el reflejo de la
existencia de una “frontera tecnológica” en coincidencia con la política que
separaba a al-Andalus de los reinos cristianos del norte.
PARA AMPLIAR:
- Cressier,
P. (ed). 2000. El vidrio en al-Andalus.
Madrid, Casa de Velázquez.
- Duckworth,
C., R. Cordoba de la Llave, E.W. Faber, D.J. Govantes Edwards y
J.Henderson. 2015. «Electron microprobe analysis
of 9th-12th century Islamic glass from Cordoba, Spain». Archaeometry 57,
1: 27-50.
- Govantes-Edwards,
D., C. Duckworth y R. Córdoba de la Llave. 2016. “Recipes and
experimentation: the transmission of glassmaking techniques in Medieval
Iberia”. Journal of Medieval Iberian Studies 8:
176-95.
- Jiménez,
P., J. Navarro y J. Thiriot. 1998. “Taller de vidrio y casas Andalusíes en Murcia. La
excavación arqueológica del Casón de Puxmarina”. Memorias
de Arqueología 13: 419-58.
- Rontomé,
E. (ed). 2006. Vidrio Isámico en al-Andalus. Cuenca, Real Fábrica de
Cristales de la Granja.
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