Nasr
Naṣr: Abū l-Ŷuyūš Naşr b. Muḥammad (II) b.
Muḥammad (I) b. Yūsuf b. Muḥammad b. Aḥmad b. Muḥammad b. Jamīs b. Naşr b. Qays
al-Jazraŷī
al-Anşārī. Granada, 24.IX.686 H./1.XI.1287 – 6.XI.722 H./16.XI.1322.
Emir de al-Andalus (1309-1314), cuarto sultán de la dinastía de los nazaríes de
Granada (precedido por Muḥammad III y sucedido por Ismā‘īl I).
Fuente:
elcalderonazari.blogspot.com
Sultán nazarí
Biografía
Nació el lunes 24 de ramaḍān de
686/1 de noviembre de 1287, con toda probabilidad en Granada, en la Alhambra,
residencia de su padre el emir Muḥammad II (1273-1302). Fue un hijo tardío
puesto que cuando nació su progenitor contaba ya con cincuenta y un años y
hacía treinta que había nacido el primogénito y heredero, Muḥammad III
(1302-1309), de manera que Naṣr no estaba llamado a ocupar el trono en
principio.
Sin embargo, a los siete años
escasos de gobierno de su hermano (más exactamente, hermanastro, pues solo
compartían el padre, aunque es este el que transmite el linaje en la sociedad
árabo-islámica) Muḥammad III, la situación del emirato andalusí era muy grave y
se cernían peligrosas amenazas sobre la supervivencia de la dinastía nazarí.
Castilla, Aragón y Fez formaron una coalición contra Granada que provocó gran
inquietud en la corte de la Alhambra. A esta justificada alarma de las clases
dirigentes nazaríes se añadió el descontento por el excesivo poder y control
del gobierno que ejercía el primer ministro de Muḥammad III, Ibn al-Ḥakīm, y la
tensión desembocó en una conspiración que aprovechó la grave enfermedad ocular
que padecía el emir y que le había producido una ceguera muy avanzada como
excusa para apartarlo del poder.
En la conspiración intervinieron un
grupo de notables del Estado que se pusieron de acuerdo con Naṣr, que en aquel
momento contaba ya veintiún años (treinta años más joven que su hermano el
emir, de cincuenta y uno). Fue fraguada por Ibn al-Mawl, cuya influyente
familia estaba emparentada con los propios emires. La rebelión se declaró el
día de la ruptura del ayuno, (1 de šawwāl) de 708/14 de marzo de 1309 y ese
mismo día el visir Ibn al-Ḥakīm fue ejecutado, además de otros personajes de su
entorno, como su amigo y protegido el poeta de Tremecén Ibn Jamīs, que fue
alanceado por un cierto ʿAlī ibn Naṣr al-Abkam (el Mudo), un pariente del
sultán al que el visir había perjudicado.
Inmediatamente, Naṣr fue
entronizado y apenas se divulgó la noticia en la ciudad, la gente se apresuró a
subir a la Alhambra para conocer los acontecimientos y, al difundirse el final
del visir, se desató el pillaje en las casas que este poseía en el arrabal, con
enormes riquezas y tesoros que fueron saqueados.
Al final de ese mismo día, se
levantó acta de la abdicación de Muḥammad III al-Majlūʾ (el Destronado),
que fue trasladado al palacio denominado de al-Sayyid o de Šanīl (Alcázar
Genil), a las afueras de la capital, y en él permaneció poco tiempo hasta ser
trasladado a Almuñécar.
Al nuevo emir, Naṣr, los biógrafos
de la dinastía le atribuyen elegancia, porte señorial, carácter dulce, castidad
e inclinación a la paz. Sin embargo, tomó una kunya (sobrenombre
de paternidad) poco frecuente a la vez que muy resonante y simbólica:
Abū l-Ŷuyūš,
“el de los ejércitos” (literalmente Padre de los Ejércitos). Poseía amplios
conocimientos de astronomía y llegó a realizar almanaques o calendarios y
construir tablas astronómicas de gran exactitud e ingenio con la ayuda y
enseñanzas de Ibn al-Raqqām (m. 1315), destacado astrónomo, además de médico y
profesor de medicina, de origen murciano y establecido en Túnez, que había sido
invitado a la corte nazarí por su padre, Muḥammad II, generoso protector de
sabios en general y médicos y astrónomos en particular. Por otro lado y a pesar
de la brevedad de su reinado, se le atribuye alguna construcción en la
Alhambra, concretamente en la Torre de Abū l-Ḥaŷŷāŷ o del Peinador de la Reina.
Nada más tomar posesión del trono,
Naṣr tenía que enfrentarse a la peligrosa situación internacional ya mencionada
en la que se hallaba el emirato nazarí. Al-Andalus estaba aislado y tenía que
defenderse en dos frentes y a ambos lados del Estrecho, contra cristianos y
contra musulmanes. En la Península, Castilla y Aragón habían coordinado sus
fuerzas para atacar simultáneamente contando, además, con los beneficios
—religiosos y económicos— de cruzada que para la campaña habían obtenido del
Papa. En el Norte de África, los Meriníes habían llegado a un acuerdo con
Aragón el 6 de julio de 1309 para repartirse Ceuta, que había sido incorporada
al dominio andalusí hacía tres años por el Destronado Muḥammad III, en
705/1306. Los Nazaríes ni siquiera podían contar en esta ocasión con la ayuda
de los Zayyāníes o ʿAbd al-Wādíes de Tremecén, pues
habían firmado la paz con sus tradicionales enemigos los Meriníes y debían
mantenerse neutrales, aunque sí permitieron a los andalusíes reclutar soldados
en sus puertos de Orán y Hunayn.
Por tanto, era urgente cerrar algún
frente cuanto antes y desde las primeras semanas de su reinado, ya en abril,
Naṣr envió embajadores a Fez para intentar reconciliarse con los Benimerines.
Pero el contencioso de Ceuta impedía el acuerdo, pues los Nazaríes no podían
renunciar a tan preciada plaza y los Meriníes exigían su entrega. Mientras
tanto, la alianza meriní-aragonesa daba sus frutos y el sultán
Abū l-Rabīʾ sitiaba Ceuta por tierra mientras las galeras aragonesas
hacían lo mismo por mar. Sin embargo, el conflicto se resolvió de forma
inesperada: desde el interior de la ciudad la población, que estaba descontenta
con el trato que recibía del gobierno nazarí, entregó la plaza al sultán
benimerín el 10 de ṣafar de 709/21 de julio de 1309.
En el frente peninsular, el emir
granadino vio como también la alianza cristiana firmada en Alcalá de Henares
empezaba a ejecutarse: Castilla comenzaba el asedio de Algeciras el 21 de ṣafar de
709/31 de julio de 1309, aunque un mes más tarde de lo previsto. Al mismo
tiempo, la flota de Jaime II llegaba a Almería el martes 3 de rabīʾ I de
709/11 de agosto de 1309 e iniciaba el asedio por mar y tierra. Las tropas
nazaríes enviadas para socorrer a la ciudad almeriense sufrieron una gran
derrota ante los aragoneses el 23 de agosto, pero siguieron intentando
debilitar el cerco mediante diversas escaramuzas y ataques menores más o menos
victoriosos.
En el frente castellano, el 12 de
septiembre de 1309 Gibraltar se rindió ante el ataque combinado por tierra y
mar de los jefes castellanos Alfonso Pérez de Guzmán y Juan Núñez que contaban
con la ayuda naval aragonesa (doscientos navíos dirigidos por el más destacado
almirante catalán, el vizconde de Castellnou). Por su parte, los Nazaríes
también obtuvieron algunas victorias: el 19 de septiembre en Estepona el šayj
al-guzāt meriní ʿUṯmān b. Abī l-ʿUlà venció al
ejército cristiano y acabó con tres mil caballeros, incluido uno de sus jefes,
el citado Alfonso Pérez, conocido como Guzmán el Bueno.
Sin embargo, esta victoria no
cambiaba la coyuntura general que amenazaba la integridad territorial del
emirato nazarí, ya mermada con la pérdida de Ceuta y Gibraltar y con dos
importantísimas ciudades en acuciante peligro: Almería y Algeciras, que estaban
fuertemente sitiadas por Aragón y Castilla. Además, al otro lado del Estrecho,
los Meriníes no se hallaban en buenas relaciones con Granada.
Una vez más, como ocurrió en varias
ocasiones a lo largo de la historia de la dinastía nazarí, la situación de
clara inferioridad militar e impotencia para hacer frente con la fuerza militar
a enemigos mucho más grandes y poderosos que se unían en contra de al-Andalus
se resolvía mediante la inteligencia política y habilidad diplomática de los
Nazaríes.
En este caso, fue el emir Naṣr el
que adoptó una estratégica y arriesgada decisión que resultó ser una jugada
maestra. En un calculado análisis, Naṣr debió de llegar a la conclusión de que
era preferible renunciar a una parte, pequeña y limitada, de sus dominios
entregándola a sus correligionarios norteafricanos antes que perder
definitivamente frente a los cristianos enclaves y zonas tan fundamentales como
Algeciras y Almería que, además, podían ser la puerta para un retroceso
territorial mucho más importante e, incluso, absoluto y definitivo, como habían
planeado, efectivamente, los reinos cristianos.
El resultado de este planteamiento
político se plasmó en el acuerdo de paz que Naṣr firmó con
Abū l-Rabīʿ (1308-1310) en ŷumādà I de 709/octubre de 1309
mediante el cual el emir granadino cedía al sultán de Fez las dos tradicionales
plazas benimerines, Algeciras y Ronda, con los castillos de sus respectivas
jurisdicciones, además de entregarle en matrimonio a su hermana. Como
contrapartida, la ayuda meriní se materializó en un ejército encabezado
por ʿUṯmān b. ‘Īsà al-Yarniyānī junto con una gran cantidad de dinero
y caballos. Además de la ayuda militar, el emir Naṣr conseguía un importante
objetivo de carácter diplomático: el final y ruptura de la alianza de Aragón y
el Magrib meriní contra Granada.
En el frente castellano, las cosas
se iban complicando cada vez más para Fernando IV el Emplazado. Uno de sus más
destacados oficiales, Guzmán el Bueno, había muerto en septiembre y dos meses
después, el infante don Juan (el don Juan Manuel autor de El conde
Lucanor) y un grupo de nobles castellanos descontentos lo abandonaron a
mediados de noviembre de 1309 descontentos por el trato que recibían del
monarca. Teniendo en cuenta, además, que el invierno estaba siendo muy duro con
lluvias torrenciales permanentes que minaban la resistencia de los sitiadores
—aunque también les beneficiaba pues impedían los ataques de los musulmanes—,
el rey castellano decidió levantar el asedio de Algeciras a finales [29] de
šaʿbān de 709/[1] de febrero de 1310.
No obstante, aunque se retiraba sin
conquistar la plaza, no se iba con las manos vacías pues impuso un tratado por
el que el emir Naṣr retornaba al vasallaje del castellano, entregaba Quesada y
Bedmar, pagaba una indemnización de cincuenta mil doblas (dinares) y unas
parias de once mil doblas anuales. Además, antes de que se hubiese firmado el
tratado definitivamente el 26 de mayo de 1310, el infante don Pedro asedió y
conquistó el castillo de Tempul, en la región de Algeciras.
De esta manera, a Naṣr ya solo le
quedaba abierto un flanco, el asedio aragonés de Almería. Para resolverlo envió
un ejército al mando del šayj al-guzāt, el jeque o jefe
de “los combatientes de la fe” norteafricanos, ʿUṯmān b. Abī l-ʿUlà,
que, tras derrotar a un escuadrón de cristianos que iban a atacar Marchena,
forzó a los aragoneses a aceptar la paz y levantar el sitio, lo que hicieron el
22 de šaʿbān de 709/25 de enero de 1310. El abandono aragonés fue propiciado,
lógicamente, por el hecho de que Fernando IV ya se hubiera retirado de
Algeciras unos días antes, además de la difícil situación de la tropa por la
escasez de víveres ocasionada por el fuerte viento de poniente que durante dos
meses impidió a los barcos catalanes desembarcar en la ciudad. Junto a todo
ello, las propuestas de paz que desde diciembre venían planteando los Nazaríes
facilitaron aún más el abandono del asedio.
Por tanto, el resultado final de la
triple alianza de Castilla, Aragón y el Magrib meriní destinada a conquistar
todo al-Andalus se resolvió, en contra de todo pronóstico, favorablemente a los
Nazaríes gracias a la capacidad política de Naṣr. El emir granadino, combinando
una genial estrategia diplomática con una fuerza militar inferior pero
utilizada con eficacia, consiguió superar la gravísima situación inicial con
tan solo dos pérdidas importantes: Ceuta, que a fin de cuentas era una
conquista muy difícil de mantener a largo plazo, y Gibraltar, puesto que la
cesión de Algeciras y Ronda a los Meriníes suponía solo una pérdida de
soberanía relativa y con bastantes probabilidades de ser recuperadas, como el
tiempo acabaría demostrando.
Devuelta la paz al Estado andalusí,
se abría un periodo de tranquilidad y reposo que Naṣr apenas pudo disfrutar
porque ese mismo año, a finales [29] de ŷumādà II de 710/[23] de noviembre
de 1310, cayó gravemente enfermo con un ataque de apoplejía que hizo temer por
su vida e, incluso, dudar de si realmente estaba vivo. Ante esta situación, se
reunió un consejo que decidió restaurar a su hermano Muḥammad III al- Majlūʿ,
el Destronado, que se hallaba retirado en Almuñécar. Desde allí fue traído
urgentemente a Granada, transportado en una litera o palanquín dada su
enfermedad de la vista, y llegó a la capital el primero de raŷab/24 de
noviembre. Sin embargo, Naṣr logró reponerse y su hermano al- Majlūʿ no
llegó siquiera a ser entronizado, sino que fue trasladado desde la casa en la
que se le había instalado hasta la Casa Mayor (Dār al-Kubrà) de su hermano.
Sin embargo, el verdadero problema
al que tuvo que enfrentarse Naṣr fue la sublevación interior que derivó en una
guerra civil abierta. Su irregular acceso al trono, mediante una sublevación y
el destronamiento de su hermano, provocó desde el principio reticencias y
desacuerdo en algunos sectores del emirato. El descontento fue aumentando por
la actuación interior, a veces con violencia e injusticia, de Naṣr y, sobre
todo, de su autoritario primer ministro, el visir Muḥammad ibn al-Ḥāŷŷ, al que detestaban los cortesanos
y la aristocracia granadina. Este visir era un individuo mentiroso y artero que
conocía muy bien la lengua y costumbres de los cristianos, pues era hijo de un
mudéjar de Sevilla, donde había pasado su infancia. La simpatía del visir hacia
las prácticas y modas de los cristianos (que ya no eran protegidos/ḏimmíes
del estado islámico sino habitantes de reinos enemigos que amenazaban la
existencia del emirato), llegaron a acarrearle graves problemas que eludía
gracias a la protección del sultán Naṣr.
Por otro lado, uno de los más
poderosos e influyentes hombres del Estado andalusí era el prestigioso
gobernador de Málaga, el arráez Abū Saʿīd Faraŷ, tío segundo y cuñado de
Naṣr, con cuya hermanastra Fāţima —mujer de ciencia y grandes cualidades
personales— estaba casado. Gozaba de una gran reputación por su importantísima
actividad militar en la lucha por las plazas del Estrecho (Algeciras,
Gibraltar, Tarifa) y la trascendental conquista de Ceuta, además del buen
gobierno de Málaga, región difícil por haber sido centro de rebeldía Ašqīlūla y
área de influencia meriní durante muchos años.
De esta manera, no es sorprendente
que cuando el arráez Abū Saʿīd acudió a Granada a prestar el acostumbrado
juramento de fidelidad y reconocimiento (bayʿa) al emir Naṣr, un grupo
de notables se anticiparan y se entrevistaran con él para proponerle que se
proclamara emir. Aceptó y tras regresar rápidamente a Málaga se declaró
independiente el 17 de ramaḍān de 711/27 de enero de 1312,
pero optó por proclamar sultán a su hijo Abū l-Walīd Ismāʿīl, con mejor
legitimidad dinástica, pues era nieto materno de Muḥammad II a través de su
citada hija Fāţima. A propósito de la justificación de la sublevación y asalto
al poder de Naṣr, conviene advertir que la afirmación de algunas fuentes árabes
en el sentido de que Naṣr no era digno del trono por su debilidad y la
estupidez de su familia y su entorno, ha de considerarse como una manifestación
de hostilidad hacia el emir o bien de propaganda a favor de la nueva rama
nazarí que acabó instaurándose. Una vez proclamado en Málaga, Abū l- Walīd
atacó y sometió los castillos próximos y otras ciudades como Antequera,
Marbella y Vélez Málaga, este último con la ayuda de un almajaneque.
Las tropas de guzāt,
combatientes de la fe, se dividieron entre los dos bandos. Por un lado, apoyaba
al nuevo pretendiente Ismāʿīl el influyente ʿUṯmān b. Abī l-ʿUlà, que
odiaba a Naṣr y al que el Destronado Muḥammad III había encargado la jefatura
de un contingente de combatientes por la fe para defender Málaga y su región
occidental, la Algarbía, bajo las órdenes de Abū Saʿīd Faraŷ; también lo
apoyaba al-ʿAbbās b. Raḥḥū. Por otro lado, en Granada el emir Naṣr contaba con
la lealtad de Raḥḥū b. Yaʿqūb y Ḥammū b. ʿAbd al-Ḥaqq y el
arráez de Andarax.
Con el fin de evitar una guerra
abierta, Naṣr envió a su visir Muḥammad Ibn al-Ḥāŷŷ a Málaga protegido con
garantía de inmunidad para negociar y resolver el conflicto pacíficamente. Sin
embargo, los de Málaga no respetaron el seguro otorgado y el visir fue
encarcelado. Como represalia, Naṣr pagó con la misma moneda y retuvo a su
propia hermana Fāţima, que se hallaba en Granada, y era esposa del arráez
Abū Saʿīd y madre del sublevado Ismāʿīl.
Entonces, los sublevados, dirigidos
por los jefes meriníes ʿUṯmān y al-ʿAbbās, atacaron y corrieron la Vega de
Granada en marzo de 1312 sin que el ejército de Naṣr se atreviera a
presentarles batalla por la superioridad de las fuerzas malagueñas.
La situación era tan grave que Naṣr
no dudó en recurrir a la ayuda castellana que, de acuerdo con el tratado con
Castilla y como vasallo del rey cristiano, este debía facilitarle. Pero
Fernando IV el Emplazado, lejos de acudir en apoyo de Naṣr, escribió inmediatamente
(febrero y marzo de 1312) al rey de Aragón informándole de la situación y
planteándole que era el momento de atacar a los musulmanes aprovechando el
estado de división y enfrentamiento internos en al-Andalus.
Aunque Jaime II no quiso atacar al
emirato, el rey castellano no dudó en violar el tratado con Naṣr y sacar
partido a la debilidad del emir granadino para, con la excusa de ayudarle,
reanudar la ofensiva. Así, el 10 de marzo de 1312 envió a su hermano el infante
don Pedro a atacar la zona de la frontera.
Dos meses después, Ismāʿīl decidió
atacar nuevamente a Naṣr y se dirigió a la Vega de Granada, donde acampó en la
alquería de al-ʿAţšā’ (¿El Alitaje?) el 1 de muḥarram de 712/9 de mayo de 1312.
Esta vez Naṣr sí le hizo frente con un buen ejército y la batalla tuvo lugar el
13 del mes/21 de mayo. Pero las fuerzas granadinas fueron derrotadas y el
pretendiente obtuvo una clara victoria sobre el emir, cuya vida llegó a
peligrar pues su caballo tropezó en el cauce de la acequia de una de las hazas,
aunque pudo superar el incidente y entrar en la población derrotado.
Sin embargo, la prolongación de la
situación y las necesidades que les acuciaban obligaron al arráez y su hijo
Ismāʿīl a firmar un armisticio con el sultán entregándole los impuestos en
rabīʿ I de 712/7 de julio-5 de agosto de 1312. Cabe suponer que la
presencia del infante don Pedro en la zona de la frontera y a favor del emir,
al menos en teoría, sería un factor más que presionaría a los de Málaga para
acordar este armisticio.
No obstante, ya antes de esta fecha
el infante don Pedro había empezado a atacar los territorios de Naṣr violando
abiertamente el tratado de paz que Castilla había firmado con Granada en 1310 y
por el que debía defender al sultán de la Alhambra. Durante más de dos meses,
el infante Pedro estuvo asediando Alcaudete hasta que el mismo rey Fernando IV
acudió personalmente al sitio de la plaza, poco antes del 20 de agosto de 1312
para reforzar el real cristiano y conseguir tomar la fortaleza.
En esos momentos, Naṣr estaba
intentando negociar con Fernando IV, pero Abū Saʿīd, el arráez de Málaga,
también hacía lo mismo y había enviado al campamento cristiano a al-ʿAbbās. Sin
embargo, fue Naṣr el que alcanzó un acuerdo, a pesar de que finalmente
Alcaudete tuvo que rendirse —quizás como parte del precio del acuerdo de paz—
el lunes 5 de septiembre de 1312 y se entregó al infante don Pedro, pues
Fernando IV había sufrido una dolencia tan grave que tuvo que ser trasladado
urgentemente a Jaén.
Antes de morir el día 9 de
septiembre (o el 7, según su Crónica), el Emplazado planeó con el
infante don Pedro, llegado ya a Jaén, atacar al arráez de Málaga en
colaboración con tropas de Naṣr. La muerte repentina le impidió realizar sus
planes y el emir de la Alhambra mantuvo y renovó con el sucesor, Alfonso XI, un
niño de corta edad, el tratado de paz recién acordado.
Por tanto, aunque la pérdida de
Alcaudete era importante, más lo era para Granada detener la ofensiva
castellana, lo que se produjo gracias al tratado de paz pero también a la
situación interior de Castilla, donde la minoridad del nuevo rey castellano, Alfonso
XI, abrió un nuevo periodo de agitación y disputas por el poder que relegaban a
un segundo plano el interés por la guerra contra al-Andalus.
A la mejora de la situación que el
emirato alcanzaba en el frente de Castilla, ese mismo año se añadió otro
acontecimiento de gran relevancia político-territorial para el estado andalusí:
la devolución de Algeciras y Ronda que dispuso el nuevo sultán meriní,
Abū Saʿīd ʿUṯmān (1310-1331), en 712/mayo de 1312-abril de 1313.
Sin embargo, estas plazas estaban
en el ámbito de control del arráez de Málaga y, en cualquier caso, no fueron
suficientes para terminar con el descontento de la población granadina con
Naṣr, en especial con su primer ministro, el citado visir Ibn al-Ḥāŷŷ al
que consideraban un traidor, pero al que el emir seguía protegiendo contra
todos los ataques.
En este clima de agitación y
malestar social, se produjo una sublevación interior en Granada en el mes
de ramaḍān de 713/20 de diciembre-18 de enero de 1314
protagonizada por los notables (ašyāj) de la capital. Además de pedir la
entrega del visir amigo de los cristianos y de cuya ortodoxia se sospechaba,
también reclamaban la destitución de Naṣr y la restauración de su hermano
recluido, Muḥammad III al- Majlūʿ. Audnque la revuelta fracasó y los sublevados
huyeron a Málaga, el Destronado fue asesinado a los pocos días, pues apareció
ahogado en una alberca de la mencionada Casa Mayor el lunes 3 de šawwāl de
713/21 de enero de 1314.
Si bien las fuentes no indican el
responsable del crimen, resulta evidente la relación de causalidad entre la
sublevación de los notables y la muerte inmediata del emir que pretendían
restaurar. Naṣr —y con él su denostado visir— percibió con claridad el grave
peligro que la cercanía de su hermano suponía para su poder y con el fin de
conjurar la amenaza de una posible restauración debió de ordenar —o permitir al
visir— su asesinato.
Por su parte, Abū l-Walīd
Ismāʿīl, que en Málaga había recibido nuevamente una petición de los notables
granadinos para que tomara el poder, inició una nueva marcha hacia Granada y en
el camino conquistó Loja. Llegado a Granada, el ejército de Naṣr salió a su
encuentro y se trabó la batalla. Aunque con más dificultades que en su anterior
enfrentamiento de 1312, Ismāʿīl venció y, aclamado por la población de Granada,
entró por la Puerta de Elvira, tras romper sus cerrojos.
Naṣr se refugió en la Alhambra con
su familia, el tesoro y la alta nobleza mientras que Ismāʿīl era proclamado y
se establecía en la Alcazaba Qadīma, la antigua fortaleza zīrí
situada en el Albaicín, el jueves 27 de šawwāl de 713/14 de febrero de 1314.
Desde allí entabló negociaciones con Naṣr, quien desde su asedio en la Alhambra
envió una carta solicitando ayuda al infante don Pedro, que estaba en Sevilla.
Sin embargo, la ayuda no llegó y tuvo que rendirse, aunque a cambio obtuvo el
gobierno independiente de Guadix y una cantidad de dinero y tesoros, entre
otras concesiones.
A mediodía del sábado 29 de
šawwāl/16 de febrero, Ismāʿīl entró en el palacio real y en menos de tres días
Naṣr partía hacia Guadix, la noche del martes 3 de ḏū l-qaʿda de
713/19 de febrero de 1314, acompañado de los jefes meriníes que se habían
mantenido a su lado, Raḥḥū y Ḥammū.
Ya en Guadix, habitual feudo de
rebeldes y señores independientes, Naṣr escribió una segunda carta comunicando
su expulsión de la Alhambra al infante don Pedro, que en esos momentos se
dirigía desde Córdoba hacia Granada en auxilio del emir vasallo. A pesar de que
ya era innecesaria su presencia, el infante, tutor de Alfonso XI, decidió
entrar en tierras andalusíes y aprovechar para asediar Rute, plaza que
conquistó en tres días.
El 15 de muḥarram de 715/21 de
abril de 1315 Naṣr encabezó la oposición de un grupo de sus parientes y
servidores de su padre que se habían unido a él. Ante ello, Ismāʿīl I, a
primeros [1] de ṣafar de 715/primeros [7] de mayo
de 1315, asedió Guadix durante cuarenta y cinco días y destruyó todos sus
campos, aunque no consiguió someter al rebelde.
Por su parte, Naṣr envió misivas y
solicitó ayuda no solo a Castilla, obligada por el tratado de vasallaje de
1310, sino a Aragón y Tremecén con el fin de recuperar el trono. Incluso,
parece ser que llegó a ofrecer la ciudad de Guadix si recuperaba el trono al
infante don Pedro, que, en cualquier caso, estaba ya dispuesto a sacar partido
de la división interna nazarí y arrebatar territorios andalusíes sin importarle
de qué bando fueran, de manera que más que apoyar a un vasallo, Castilla
utilizaba a Naṣr como ayuda en su ataque al emirato nazarí.
Las negociaciones con estos estados
y entre ellos, incluso contando con la ayuda del Papa, no llegaron a una
alianza conjunta en favor de Naṣr, pero sí tuvieron como resultado varias
actuaciones militares emprendidas por Castilla. Una de estas se inició con el
envío por el infante don Pedro de una recua de víveres a Guadix para abastecer
a Naṣr, lo que provocó la respuesta del sultán de Granada, que envió
a ʿUṯmān b. Abī l-ʿUlà al frente del ejército. La batalla tuvo lugar en
Wādī Furtūna, el río Guadahortuna, a la altura de Alicún de Ortega en ṣafar de
716/abril-mayo de 1316. Los cristianos, con la ayuda de Naṣr, infligieron una
aplastante derrota a los granadinos. Tras ello, el infante don Pedro volvió a
aprovechar la coyuntura para apoderarse de las plazas andalusíes que pudo, en
esta ocasión fueron Cambil, Belmez, Mata Begid, Tíscar y ¿otra vez Rute?,
varias de las cuales cambiaron de manos repetidamente en estos años.
Sin embargo, tras varias treguas
parciales e incursiones en diversos lugares de la frontera, la acción más
ambiciosa y de mayor envergadura fue la gran ofensiva dirigida por los infantes
de Castilla don Pedro y don Juan contra la Vega y capital granadinas, con el
resultado de una aplastante victoria de los musulmanes y la muerte de los dos
infantes el 5 de ŷumādà I de 719/24 de junio de 1319.
En cuanto a Naṣr, que se intitulaba
“rey de Guadix” como muestra la correspondencia diplomática que emitió desde
esta ciudad a los reyes cristianos, es posible que, ejerciendo su
independencia, acuñara moneda y a él correspondan las monedas de medio dirhem
anónimas y batidas con ceca de Guadix que se conservan, aunque no disponemos de
datos concluyentes para una atribución definitiva.
Después de ocho años en Guadix, que
discurrieron entre enfrentamientos bélicos con Ismāʿīl y conspiraciones y
tratos con los reinos cristianos en busca de ayuda para recuperar la Alhambra
sin conseguirlo, Naṣr falleció prematura e inesperadamente, con tan solo
treinta y cinco años, la noche del miércoles 6 de ḏū l-qaʿda de
722/16 de noviembre de 1322. Fue sepultado en la aljama de la alcazaba de
Guadix, pero un mes después fue trasladado y enterrado en el cementerio de la
Sabīka, junto a la Alhambra, donde reposaban su hermano Muḥammad III y su
abuelo Muḥammad I (1232-1273). No dejó descendencia.
Bibliografía
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Barrantes Maldonado, Memorial Histórico Español, X, Madrid, Real Academia
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(al-Nubāhī), Nuzhat al-baṣā'ir wa-l-abṣār, ed. y trad. parciales E.
Lafuente Alcántara, Inscripciones árabes de Granada, Madrid,
Imprenta Nacional, 1859 (ed. B. López García, [comp.], Textos y obras
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Autor/es
- Francisco Vidal Castro
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