viernes, 27 de septiembre de 2019

ABASTECIMIENTO Y VENTA DE ALIMENTOS EN AL-ANDALUS


ABASTECIMIENTO Y VENTA DE ALIMENTOS EN AL-ANDALUS

"al Andalus es el nombre con el que se conoció el nuevo Estado Islámico que fundaron los musulmanes en la Península Ibérica"
EN LEÓN EL AFRICANO, de Amin Maalouf, se hace mención de vendedores ambulantes en la colina roja granadina en el año 882: en las proximidades de la Alhambra, se instalaban vendedores ambulantes que lo mismo vendían salchichas mirkás, que buñuelos o refrescos de agua de azahar. Los andalusíes a menudo comían en la calle, en estos puestos de comida rápida que abundaban en los zocos y que cocinaban a la vista del público.
Pero el comercio no solo era de fortuna, estaba bastante organizado. Se desarrollaba en los establecimiento de venta en las ciudades, es decir, en el zoco o en las alcaicerías (mercado cubierto). Era habitual el consumo de frutas y alguna otra comida o bebida en medio del zoco, paseando por las calles o sentado enfrente de un comercio o en la puerta de las casas.
La costumbre de las tertulias en las calles al solecito del invierno o al frescor de la noche en verano degustando algunos platos y algún refresco, ya venía de aquel entonces.
El comercio andalusí se basaba en la venta de carne, en el despacho de pescado, cereales, fruta y frutos secos, aceite, hortalizas, huevos leche, sal, frutas, requesón, vinagre, aceitunas y platos preparados.
Como alimentos típicos de venta en los zocos u en las plazas podemos distinguir las salchichas, almojábanas (tortas fritas de queso blanco con canela y miel) buñuelos, roscos y matecadas, y asado de carne.
Las disposiciones que marcaba el mercado diario, comprendían algunas normas y concesiones de tipo religioso, generalmente. En primer lugar, había que observar la prohibición de vender antes de la hora de la oración mayor. A continuación, se marcaban las siguientes cláusulas sobre el sacrificio y despacho del pescado y la carne:
a) No vender dos carnes diferentes en una misma tabla.
b) Quitarles las asaduras (salvo algunas) y venderlas separadas.
c) Sacrificar las reses de labranza o hembras reproductoras sólo cuando sean viejas o tengan alguna tara.
d) No vender en el zoco ningún animal sin saber quién es su dueño.
e) No despachar pescado corrompido.
Se prohibía igualmente comer reses degolladas por no musulmanes y la compra de frutas y hortalizas de personas que no se sepa que los traen de sus campos.
Por su parte, el molinero, tenía la obligación de satisfacer la diferencia si faltaba algo de peso en las sacas de harina tras la molienda del trigo.
También se impusieron prohibiciones estrictas para que las calles no se estrechasen con los puestos de venta y que las zonas de comercio quedaran limpias después de la jornada de trabajo.
El muhtasib mutawwi (denominación que acabó designando al almotacén de castellano) a lo largo del periodo del estado islámico en la Península, tenía las funciones consustanciales al cargo: control de pesos y medidas, fijación de precios, limpieza y urbanismo.
Los vendedores, por el incumplimiento de estas normas eran castigados, sobre todo en Granada. En el resto de al-Andalus, el castigo recaía en sus dependientes. La pena se aplicaba también cuando se les cogía en un engaño.
Los fraudes y timos eran habituales y, para esto, también había normas. Una obra de al-Saqatî, escrita en el siglo XIII, comenta:
"El vendedor de frutas secas empleará un capacho de palmito, o cosa parecida, de boca amplia que permita ver perfectamente lo que contiene desde fuera. El capacho del vendedor de frutas secas será de esparto, al que se lavará y raspará para eliminar el zumo y polvo que se queda adherido. La tara de dicho capacho ha de ser de plomo u otro material con forma alargada, distinta de la de las pesas y que no se les parezca en nada, y con una anilla. Así el comprador estará a salvo de trampas y engaños".
En el espacio destinado a panaderos, horneros y molineros se intentaba impedir que se mezclase el trigo bueno con el malo vendiéndolo al precio del primero o que se adulterase la harina con harija, harina de otro cereal, arena, algas, etc.
Se querían evitar las sustracciones por parte de los molineros y de sus encargados y se indicaban las variables a tener en cuenta para poner precio a la harina y al pan (costo de la materia prima, salario de los trabajadores, pérdidas en el proceso de elaboración).
Por otra parte, interesaba regular la cocción del pan con el fin de obtener uno de buena calidad: no quemado, cocido por ambas caras, y con la miga blanda. Existía, por último, un control de las pesas, medidas y utensilios usados en los molinos.
El almotacén, personaje que a lo largo de los siglos y con ligerísimas variaciones se dedicaba voluntariamente y sin remuneración a recorrer el mercado denunciando las infracciones que observaba, era un personaje muy odiado por los comerciantes andalusíes.
En realidad la función básica del almotacén era simplemente mantener el control de pesos y medidas: dar pesas a comerciantes y vendedores (en especial a los forasteros); ajustar, herrar y requerir periódicamente las de los vendedores y otros profesionales; y el repesado en carnicerías, pescaderías, y panaderías; el control de la venta al por mayor quedaba generalmente fuera de su ámbito ya que para ello existían funcionarios específicos.
La segunda gran ocupación sería la limpieza de los cursos de agua (impidiendo que se viertan inmundicias o productos contaminantes) y el cuidado de calles y plazas (evitando que los animales las ensucien, que se echen aguas fecales y obligando a barrerlas a menudo).
El crecimiento del mercado facilitó la exportación y este comercio en gran escala trajo consigo el crecimiento de puertos como el de Almería, cerca de la cual llegó a crearse una extraña república de marinos. Pechina, que subsistió durante un tiempo.
(Extractos de "HERENCIA DE LA COCINA ANDALUSÍ" de Jorge Fernández Bustos y José Luis Vázquez González- FUNDACIÓN AL ÁNDALUS)


GASTRONOMÍA EN AL-ANDALUS. GASTRONOMÍA NAZARÍ


GASTRONOMÍA EN AL-ANDALUS. GASTRONOMÍA NAZARÍ.

UN TRATADO NAZARÍ SOBRE ALIMENTOS: AL-KALÃM `ALÀ L-AGDIYA DE AL-ARBŪLÏ.
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"al Andalus es el nombre con el que se conoció el Estado Islámico que fundaron los musulmanes en la Península Ibérica (711-1492) "
Al-Kalām `ala l-agdiya es un tratado nanzarí sobre alimentos, manuscrito obra de Abü Bakr `Abd al-`Aziz b. Muhammad b. `Abd al-Aziz b. Ahmad al-Arbūli al-Ansāri, en su forma castellanizada Abú Ben Abdalacís al-Arbuli o simplemente al-Arbuli, científico andalusí del siglo XV, originario probablemente de Arboleas, en la provincia de Almería. En su obra afirma:
"Para la conservación de la salud la causa principal son los alimentos, pues si se emplean como es debido se conserva la salud del hombre y se reparan los daños que hayan sufrido los cuerpos."
De este manuscrito se conserva copia (*) en la Biblioteca Nacional, fechada entre 1414 y 1424, de él ya habló el arabista Francisco Javier Simonet en el siglo XIX y ha sido recientemente traducido por el catedrático almeriense Amador Díaz García, al que debemos agradecer haber recuperado a un gran personaje y una magnífica obra de contenido muy rico, variado e interesante para conocer como era la alimentación en al-Andalus, y especialmente en el reino nazarí de Granada. Esto que aquí reproducimos es un extracto del estudio, traducción y obra de D. Amador Díaz García: "Un tratado nazarí sobre alimentos: al-kalam ala l-agdiya de al-arbuli".
Es un estudio bromatológico de las cualidades de diferentes tipos de alimentos y algunas recetas al final de la obra. Está dividido en nueve capítulos (bāb), y éstos en secciones o apartados (fasl), distribuidos del siguiente modo:.
Capítulo I.— Cereales y leguminosas.— Sobre las características alimenticias del trigo, la cebada, el sorgo, el panizo, el frijol enano, el arroz, las habas, los garbanzos los altramuces, las lentejas, las alubias, la espelta, el sésamo, la linaza y el cañamón..
Capítulo II.— Propiedades que adquieren los cereales al cocerlos o elaborarlos.— En él se mencionan el trigo y los diversos tipos de pan que con él se elaboran, el pan ácimo, el pan cocido bajo ceniza, el pan de aceite, las sopas, los macarrones, la ‘asīda o gachas espesas hechas de harina de trigo, manteca y miel, a veces sazonadas con hierbas del tiempo, el ŷašiš, trigo mondado y triturado, la sémola de trigo (samīd), el alcuzcuz o cuscús, los fideos, los diversos tipos de masas fritas, como buñuelos o bašmātāt, hechos con dátiles, las almojábanas o tortas de queso y harina, los productos derivados de la cebada, el agua de cebada, y los panes hechos de mijo u otras semillas feculentas.
Capítulo III.— Carnes.— Contiene la descripción de las peculiaridades de las carnes de cordero añal, camero, borrego, camero viejo, ovejas lactantes, vacas, ternera lechal, cabra, choto lechal, animales castrados, liebre, conejo, ciervo, onagro y camello. Un apartado especial dedica su atención a los órganos y miembros de los animales, tales como músculos, cabezas, sesos, patas, mamas, criadillas, ojos, hígados, bazo, corazón y riñones, finalizando con la mención de la grasa, manteca y sebo..
Capítulo IV.— Carnes de aves.— Habla de las cualidades de las carnes de aves y pájaros, deteniéndose en las características de la carne de paloma, perdiz de Egipto, tortola, paloma zurita, codorniz, gallos, zorzales, gansos y ánades. En un apartado a este capítulo, se refiere a las diferentes partes y órganos de las aves, tales como las alas, cuello, buches, asaduras y sesos.
Capítulo V.— Propiedades que adquieren las carnes al cocinarlas y prepararlas.— Describe las propiedades de guisos de carne, tales como las aliñadas con cilantro o con taßya, las carnes a la vinagreta o en escabeche (sikbaŷ), el zfrbaŷ, comida compuesta de came condimentada con azúcar, almendras y vinagre, la carne cocida en leche agria (madfra), las carnes con espinacas, calabaza, nabo, col, coliflor o agua de cebolla. Habla después de las frituras hechas con grasa, manteca o aceite, y de los asados, al horno, a la brasa, de la carne guisada con trigo (harīsa) y con arroz.
Capítulo VI.— Cualidades de los encurtidos (kawamij), especias, condimentos salsas y grasas o aceites.— En el primer apartado habla de las virtudes de las salsas y condimentos de mostaza, que pueden llevar también otros ingredientes, como la ruda o el ajo, y la salsa de salmuera, vinagre y ajo. En el segundo apartado, ofrece las características de especias y condimentos, tales como la sal, la pimienta, la galanga, el jengibre, el comino, la alcaravea, el cilantro, el vinagre, y la salmuera de pescado. Un tercer apartado está dedicado a describir las virtudes de los aceites y grasas; de oliva, almendra, sésamo, y la manteca derretida. El cuarto apartado se refiere al fuego sobre el que se guisa, distinguiendo el fuerte y el lento, el de carbón y el de leña seca o verde. Finalmente, en una quinta sección, trata de los diversos recipientes para cocinar, enumerando las propiedades de los de oro, plata, cerámica vidriada (hantam), cobre, recubierto o no de estaño, hierro, plomo, estaño y cristal. Acaba este capítulo con algunas recomendaciones a tener en cuenta en la preparación de las comidas.
Capítulo VII.— Pescados y anguilas.—. Después de describir las características del pescado en general, de mar o de agua dulce. Entre estos últimos menciona al mújol y al sábalo, y entre los peces marinos, el pagro, el salmón, el salmonete, el jurel, la boga, la sardina, la melva y la lisa. Después habla de las anguilas, el pescado salado y el camarón “que se saca del río de Sevilla”, detallando en otros apartados las diversas partes del pescado, y la mejor manera de cocinarlo.
Capítulo VIII.— Leches y lacticinios.— En él se enumeran las características de la leche fresca, la leche de cabra, de oveja, de vaca, sus ventajas e inconvenientes, la leche desnatada, la leche cuajada, el requesón, el-‘aqïd, especie de cuajada resecada, el queso fresco, el queso añejo y la mantequilla. En una sección aparte habla de las propiedades de los huevos. Otro apartado está dedicado a la miel y el azúcar. Finalmente, dedica su atención a diversos tipos de dulces como el fälüdaÿ, el jabīs, los qatä’if, la zaläbiyya el gabīt.
La codorniz, la perdiz, y la paloma, además de deshacer cálculos y excitar el apetito sexual, según decía al Arbuli, servían para preparar unos delicioso pasteles elaborados a base de estas carnes troceadas, huevos, almendras, canela y miel; estos pasteles de hojaldre fueron los antecesores de la "bastela" marroquí, que se elabora casi de la misma forma. En Murcia, existe un pastel tradicional, llamado de carne, que sin duda tiene su origen en este tipo de empanadas.
Capítulo IX — Frutas frescas y secas — Último existente, ya que el manuscrito está incompleto. Describe las cualidades de los higos, las uvas, el agraz, las pasas, los albaricoques, los melocotones, las granadas, los membrillos, las manzanas, las peras, las toronjas, las ciruelas, la espata y la médula de palmera, los dátiles y los plátanos.
Extracto del estudio, traducción y obra de D. Amador Díaz García: "Un tratado nazarí sobre alimentos: al-kalam ala l-agdiya de al-arbuli".
D. Amador Díaz Garcia cita que la copia está recogida en el códice núm. 5240, antiguo 893, de la Biblioteca Nacional de Madrid, registrado por Francisco Guillén Robles, en su Catálogo de los manuscritos árabes de la Biblioteca Nacional de Madrid, (Madrid 1889): y que como los tratados del códice están fechados y ordenados cronológicamente, se deduce que la copia fue realizada bajo el reinado de Yüsuf III, de su hijo Muhammad VIII, o del usurpador Muhammad IX el Zurdca.


LEGADO ANDALUSÍ: LAS APORTACIONES ÁRABES A NUESTRA CULTURA


LEGADO ANDALUSÍ: LAS APORTACIONES ÁRABES A NUESTRA CULTURA
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Literatura Médica Islámica en al-Andalus
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Al Andalus es el nombre con el que se conoció el Estado Islámico que fundaron los musulmanes en la Península Ibérica (711-1492).

Los médicos árabes, al describir las enfermedades de los órganos y del cuerpo en su conjunto, la ordenación que adoptan es la alejandrina, es decir, inician su descripción comenzando por las enfermedades de la cabeza (cabello, cerebro, ojo, oído, nariz, boca, garganta, etc.), y terminan con las que afectan a los pies.*
Sólo un médico se saltará el orden establecido, el cordobés Averroes (1126-1198), quien dotará a su tratado, Libro de las generalidades de la medicina -Colliget para el mundo latino- de una originalidad, que, como afirman los especialistas, hace pensar en un plan de estudios de una Facultad de Medicina, al distribuirlo en Anatomía y Fisiología, Patología, Sintomatología, Farmacología y Dietética, Conservación de la salud y Terapéutica.
La literatura médica islámica producirá, dos tipos de redacciones:
  Unas, que son tratados de higiene o regímenes de salud, que se redactan ya por encargo de una autoridad en particular, ya para el público en general, que recogen las formas de vida adecuadas capaces de proporcionar al individuo la salud durante toda su vida.
  Otras, que son extensos tratados de patología, perfectamente estructurados y en los que puede encontrarse desde los fundamentos filosóficos naturales de la medicina hasta las características de todas y cada una de las enfermedades con sus respectivos tratamientos.
Pero generarán además libros de cirugía, oftalmología y farmacología. Valga como ejemplo la obra del médico cordobés Ibn Yulyul, quién además de formar parte del equipo que tradujo en Córdoba el libro de la Materia Médica del persa Dioscórides -obra que se mantuvo como base de la medicina occidental hasta bien entrado el siglo XVIII- compondrá en el año 982, como complemento del mismo, su obra titulada Libro de la explicación de los nombres de los medicamentos simples tomados del libro de Dioscórides, en la página que identifica los nombre griegos de los medicamentos imples, Ibn Yulyul, realiza esta tarea indicando el mayor número de sinónimos posibles conocidos en distintas lenguas, desde el árabe hasta el latín, pasando también por otras como el persa, el siriaco y el hindú.
Y la obra del malagueño Ibn al-Baytar (m. 1248). al-Yami` (Colección de medicamentos y alimentos). Ingente composición ordenada alfabéticamente, en ella se estudian alrededor de 1.400 medicamentos y alimentos extraídos de los reinos vegetal, animal y mineral -de los cuales más de 300 son aportaciones árabes- exponiéndose con todo detalle las cualidades físicas y las funciones terapéuticas de cada uno de ellos; e igualmente, el proceso de ejecución de las recetas, las dosis y sus formas de administración. Considera su autor que la botánica y la farmacología son ciencias de apoyo a la medicina.
Por lo que atañe a la cirugía -como afirma Schipperges- "con la cirugía árabe no sólo se transmitió el conocimiento de amplias partes de la anatomía y de la fisiología, sino también de numerosas especialidades, desde la obstetricia hasta las otalgias, oftalmías y odontología".
La aportación más importante en el campo de la cirugía se debe a otro médico andalusí, al cordobés Abu-l-Qasim al-Zahrawi (926-1013) -Abulcasis para el mundo latino- quien en el libro 30 de su extenso tratado, Tasrif (Libro que permite actuar a quien quiere prescindir de otras complicaciones), ofrece abundantes aportaciones propias.
Consta la obra de tres partes, y en ella trata el autor de la naturaleza del hombre y su temperamento; anatomía, patología, clasificación de las enfermedades, síntomas y tratamiento,higiene, dieta y farmacología, con especial atención a las drogas que se encuentran o utilizan en al-Andalus. La anatomía es desarrollada con gran cuidado por ser disciplina indispensable para el cirujano y en patología se analizan 325 enfermedades.
Con todo, la fama de Abdulcais se debe al libro 30 y último del tratado, que es un completísimo tratado de cirugía que se divide en tres partes: 1) La cauterización con cauterios y con caústicos aplicada a 50 tipos de enfermedades. 2) Intervenciones quirúrgicas. 3) Fracturas, dislocaciones y luxaciones.
El libro está ilustrado con gran abundancia de dibujos de instrumentos quirúrgicos, que le aportan extraordinario valor. Gozaría de gran prestigio en Occidente hasta el siglo XVIII; traducido al latín por Gerardo de Cremona, se convirtió a partir del siglo XII en el fundamento de todos los textos quirúrgicos medievales.
Los escritos que describen y tratan la enfermedad, como las grandes enciclopedias de al-Razi (865-932), Avicena (980-1037), al-Mayusi (m. 983) y de los andalusíes Avenzoar (m. 1162), y Averroes (1126-1198), cuyas obras, el Taysir y el Colliget, son consideradas complementarias por ser la primera un manual que incluye los conocimientos que el médico debe poseer y todos los detalles de la terapéutica práctica; y la segunda, un tratado que versa sobre los principios básicos de la medicina partiendo de las generalidades, puesto que en él se estudian los elementos, las complexiones, y la fisiología y anatomía del cuerpo hasta llegar a las particularidades con el desarrollo de la higiene, los medicamentos, y las causas, los signos y la curación de la enfermedad.
Una vez que estos tratados fueron vertidos al latín, entre finales del siglo XI y finales del siglo XII, se hicieron todos ellos muy famosos y populares. Porque, como afirma García Ballester, "aunque eran escritos extensos, estaban perfectamente estructurados". Y porque en ellos era posible encontrar desde los fundamentos filosófico-naturales de la medicina, hasta la características de todas y cada una de las enfermedades, las formas de tratamiento quirúrgico y el listado alfabético de las medicinas simples con sus características complexionales, y toda una colección de recetas (los llamados Antidotarios) extremadamenteútiles, no sólo porque ya venían preparadas para su dispensación y aplicación, sino porque su composición venía avalada por la autoridad y el prestigio del autor".
La cima indiscutible de la medicina medieval fue El libro del Canon de la medicina de Avicena (980-1037). Esta obra, desarrollada en cinco libros, y divididos a su vez cada uno de ellos en disciplinas, categorías, secciones y capítulos, recoge todo el saber médico de su tiempo, desde la conceptuación de la medicina hasta la toxicología y la dietética. Una vez fue traducido al latín por Gerardo de Cremona antes de 1187, sería la base de la medicina occidental y se convirtió en la indiscutible autoridad a lo largo de todo un milenio.
El primer libro de medicina que se redacta en lengua castellana: El sumario de la medicina del médico zamorano, Francisco López de Villalobos, tenga como base esta fuente árabe:la medicina medieval castellana, cuya andadura se inicia a partir de las traducciones de los tratados árabes. López de Villalobos redactó su libro en romance, como hacen los médicos árabes, esto es, divulgar la medicina mediante su composición en verso. Y, de una manera especial, en el léxico que estará todo él salpicado de arabismos.
Una contribución importante a la medicina andalusí fueron también los escritos que sus médicos compusieron sobre la peste negra. Entre ellos destaca el opúsculo redactado por el médico granadino, Ibn al-Jatib que le dio la fama entre los historiadores de la medicina como el último de los grandes médicos andalusíes. En él defendió el punto de vista racional al determinar que la peste era un plaga que se propagaba por contagio y no un castigo divino, lo que significaba una audaz afirmación en una época de rígida ortodoxia.

Ver también UN TRATADO NAZARI SOBRE ALIMENTOS: AL-KALÃM `ALÀ L-AGDIYA de al-Arbülï, científico andalusí del siglo XV, originario probablemente de Arboleas,​ en la provincia de Almería.


LOS JUDÍOS EN AL-ANDALUS ENTRE LA TOLERANCIA Y LA PRESECUCIÓN


LOS JUDÍOS EN AL-ÁNDALUS ENTRE LA TOLERANCIA Y LA PERSECUCIÓN

Por Eduardo Montagut Contreras. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea
La situación de los judíos con la llegada de los musulmanes a la península Ibérica mejoró claramente en relación con la que padecían con en el reino visigodo, cuestión que debe tenerse en cuenta a la hora de explicar el apoyo que dispensaron a los invasores. Los judíos vieron reconocido el derecho al libre ejercicio de su culto, y conservaron sus comunidades en los lugares donde estaban asentados, destacando su presencia en Córdoba, por ejemplo. Vivían en barrios propios y separados de la población musulmana con sus sinagogas, aunque debían solicitar un permiso para levantarlas, con sus propias leyes y autoridades, como el basi, que representaba a la comunidad judía de un lugar ante las autoridades musulmanas. Los judíos, como los mozárabes, debían pagar impuestos territoriales –jarach- y personales, la chizya.
Los judíos fomentaron el desarrollo cultural y científico en Al-Ándalus, en las épocas de tolerancia. La medicina andalusí debe mucho a los judíos. Por otro lado, es indiscutible el florecimiento de la cultura sefardita con ejemplos como los del médico y rabino Maimónides o Bahya Paquda, que escribió una obra fundamental de la mística judía popular hasta el siglo XIX.
En general, la convivencia en Al-Ándalus las tres religiones fue tensa, con épocas de intolerancia y otras de mayor tolerancia. La época de las taifas fue bastante favorable para los judíos, aunque también se dieron algunos episodios de persecución religiosa, como el acontecido en Granada en 1066. La situación de relativa tolerancia cambió a partir del siglo XII con la llegada de almorávides y almohades, pueblos del norte de África que intentaron frenar el avance cristiano sobre las taifas musulmanas, y que se caracterizaban por una interpretación muy rigurosa de la religión islámica frente a lo que se venía haciendo en Al-Ándalus. Este rigorismo afectó a los mozárabes y a los judíos. Las alternativas para estos colectivos pasaban por la conversión al Islam o la emigración hacia los reinos cristianos. Ese fue el caso del mencionado Maimónides que tuvo que emigrar ante el fanatismo almohade.
En el reino nazarí de Granada los judíos estuvieron obligados a llevar signos especiales en su vestimenta para diferenciarlos, principalmente un gorro amarillo frente al tradicional turbante del resto de la población. Pero los nazaríes debieron ser bastante tolerantes con los judíos. Cuando estalló la oleada antijudía en 1391 en Castilla muchos judíos emigraron a Granada, provocando un enriquecimiento demográfico, profesional y económico. Pero tampoco debemos exagerar el número de judíos en el reino de Granada, ya que debía ser poco más de un millar en vísperas de la entrega de la Alhambra a los Reyes Católicos en enero de 1492.
Así pues, estamos hablando de una historia con largas épocas de tolerancia con otras de intransigencia y persecución. Es difícil saber dónde vivían mejor, si en los reinos cristianos o en Al-Ándalus. La periódica intolerancia hizo que bascularan entre los dos territorios.

LOS SABIOS DE SEFARAD



Fuente:www.islamyal-andalus.es
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Filósofos, científicos y literatos, hasta el siglo XIII, son araboparlantes y en consecuencia escriben en el árabe culto de su entorno  
Los sabios judíos de al-Ándalus
Ibn Shaprut
El polímata Hasdai Ibn Shaprut (hacia 910-970) fue el médico de la corte de Abderrahmán III y al-Hakam II. Esta eminente personalidad  judía alcanzó una posición de relevancia política que ningón otro judío había logrado hasta entonces en España y es el primer personaje hispanohebreo cuya vida y obra conocemos con detalle. Pertenecía a una importante familia judía oriunda de Jaén y fue su padre Itzhak Ben Ezrá Ben Shaprut, un hombre  al parecer muy rico y piadoso, quien decidió trasladarse a Córdoba, la capitalde al-Ándalus, y establecerse allí. Recibió Hasdai una esmerada educación  judía y musulmana y puso además su empeño en estudiar medicina, sobresaliendo notablemente en esta ciencia. También mostró un gran interés por los estudios lingüísticos y asimismo dedicó su tiempo al aprendizaje  de las lenguas árabe y latina. Aunque parece que su principal cargo fue ser médico del califa cordobés, desempeñó tambin otras importantes funciones. Su conocimiento de las lenguas le permitió realizar en ocasiones misiones diplomáticas de éxito  para la corte de Córdoba, de modo que también se dejó sentir su influencia en la política exterior del califato.
En el terreno de la medicina colaboró con el grupo que tradujo al árabe el original griego de la Materia médica de Dioscórides Pedáneo de Cilicia (40-90) —el primer tratado serio y libre de supersticiones sobre botanica y farmacología—, y que recopiló en dicha obra todo el saber farmacológico de su tiempo. Este importante texto  fue uno de los regalos  que el emperador de Bizancio, Constantino Porfirogenetos, hizo al califa Abderrahmán III con motivo de las relaciones diplomáticas existentes entre los dos países.
Con el fin de llevar a cabo la versión de la obra al árabe el califa pidió al emperador que le proporcionara un experto en lengua griega para que tradujera el original griego al latín. El monje Nicolás fue enviado a Córdoba para realizar tal misión  y Hasdai colaboró con él, pues debido a sus conocimientos de la lengua latina y de la ciencia médica su intervención fue de gran importancia para que la mencionada versión árabe se llevara a cabo. Respecto al talento diplomático de Hasdai y sus logros en este campo destacaremos su intervención en las negociaciones con la reina Toda de Navarra, que acudió a Córdoba en el año 958 con su nieto Sancho I el Craso, rey de León (956-958/960-966), que buscaba el apoyo de Abderrahmán para recuperar su reino y los servicios  médicos de Hasdai para curarse de su hidropesía. La actuación de Hasdai en este caso, como médico y diplomático, dio lugar a una beneficiosa alianza cuya realización se atribuyó a su habilidad y talento. Véase David Gonzalo Maeso: Un jaenés, ministro de dos califas (Hasday ibn Shaprut) , Boletín del Instituto de Estudios Jiennenses, Jaén, 1956.
«Mayor interés despertó esa floreciente cultura árabe entre los embajadores transpirenaicos que traían misiones diplomáticas ante los califas cordobeses. Instalados en la capital del califato, pronto vieron la superioridad científica, filosófica y cultural del Islam sobre los reinos cristianos europeos y sintieron enseguida la avidez de llevarse cuanto podían de libros, de saberes y aún de intelectuales y científicos en persona. Es el caso de los embajadores recibidos por 'Abd al-Rahmán (912-961) y su amigo íntimo, eminente científico, el judío Hasday ibn Shaprut (h.910-970), que tanto le ayudó en misiones diplomáticas, a través de las cuales la ciencia árabe penetró en Europa. Tales fueron las que recibió del emperador germánico Otón (912-973) y del rey franco Hugo Capeto (938-996)» (Joaquín Lomba Fuentes: La raíz semítica de lo europeo . O. cit., pág. 39).
«Los dos grandes logros que hicieron célebres a Hasday en el campo de la medicina fueron su traducción del Dioscórides y la invención de un prodigioso fármaco que venía a ser como una especie de penicilina de su tiempo. (...) El otro logro de Hasday en el campo de la medicina fue la invención de un fármaco "triaca" (theriaca), llamado en árabe furuq, de extraordinarias propiedades curativas En el siglo I antes de la era cristiana, el rey Mitridates Eupator descubrió el remedio curativo theriaca. Más tarde, el médico de nerón , Andrómaco de Creta, había perfeccionado el fármaco, creando una droga de 61 elementos. Al andar el tiempo, la fórmula se perdió y constituyó el objeto de la búsqueda de muchos médicos. Hasday logró dar de nuevo con la fórmula.» (Carlos del Valle Rodríguez: La Escuela Hebrea de Córdoba. Los orígenes de la escuela filológica hebrea de Córdoba, Editora Nacional, Madrid, 1981, págs. 60, 63 y 64).
Hasdai fue considerado como nasi (príncipe) de las comunidades judías de al-Ándalus. Entre sus protegidos se encuentran, por ejemplo, los dos primeros poetas hispanohebreos, Dunash ben Labrat y Menahem ben Saruq, pioneros también de los estudios gramaticales. Véase Angel Sáenz-Badillos y Judit Targarona Borrás: Gramáticos hebreos de al-Ándalus (siglos X-XII), Ediciones El Almendro, Córdoba, 1988; Angeles Navarro Peiró: Literatura hispanohebrea (siglos X-XIII), Ediciones El Almendro, Córdoba, 1988.
Ibn Gabirol
Salomón Ibn Gabirol (1022-1053/1070), latinizado Avicenbrón o Abencebrol, fue un renombrado poeta y filósofo judío andalusí nacido en la ciudad de Málaga, que durante años estuvo al servicio de Samuel Ibn Nagrila (993-1055), visir (ministro) de los soberanos bereberes ziríes de Granada Habús Ibn Maksán (1025-1038) y Badís Ibn Habús (1038-1077). Neoplatónico, mantuvo fuertes controversias con los sectores opuestos al pensamiento filosófico. Su trabajo  poético más destacado es «Corona Real» (en hebreo Kéter Maljút). Allí afirma su profunda convicción monoteísta, tan cara a judíos y musulmanes:
«Eres Uno, el principio de toda enumeración,
y la base de todo edificio.
Eres uno, y, por el misterio de tu Unidad,
la razón de los sabios queda estupefacta,
porque de ello no conocen nada...
En efecto, no se concibe en Tí
ni multiplicación ni modificación...
Eres Uno. Tu sublimidad y tu trascendencia
no pueden disminuir ni descender.
¿Podría existir el Uno que decae?».
Su obra por excelencia, escrita en árabe, es Yanbu al-hayat «La fuente de la vida» (en hebreo Mekor jáim), traducida al latín con el título de Fons vitae por el clérigo español Domingo Gundisalvo en 1150, influenció en los cabalistas e inspiró al filósofo holandés descendiente de judíos andalusíes, Baruj Spinoza (1632-1677).
Véase Shlomó Ibn Gabirol: La Fuente de la Vida. Corona Real, Editorial S. Sigal, Buenos Aires, 1961; J. Schlanger: La philosophie de Salomon ibn Gabirol. Etude d’un néoplatonisme , Brill, Leiden, 1968; Salomón Ibn Gabirol: Selección de perlas, mibhar hap nimin (Máximas morales , sentencias e historietas) , Versión española, con introducción  y notas por David Gonzalo Maeso, Ameller, Barcelona, 1977; Ibn Gabirol: La corrección de los caracteres. Introducción, traducción y notas de Joaquín Lomba Fuentes, Universidad de Zaragoza, Zaragoza, 1990; María José Cano: Ibn Gabirol: poesía religiosa, Ed. Universidad de Granada, Granada, 1992; José María Millás Vallicrosa: Selomoh Ibn Gabirol. Como poeta y filósofo. Ed. Universidad de Granada, Granada, 1993.
Bar Hiyya
Abraham Bar Hiyya Savasorda ha-bargeloní "el Barcelonés" (1065-1136) fue un filósofo y matemático sefaradí, uno de los primeros expositores del álgebra árabe en Occidente. Sus obras principales han sido traducidas al castellano y otros idiomas: Abraham Bar Hiyya: Llibre revelador, Meguil.lat hamegal.lè, Segons l'edició del text revisat i prologat pel Dr. Juli Guttmann/Abraam bar Hiia; Versió de l'hebreu per J. Millàs i Vallicrosa, Alpha, Barcelona, 1929; Abraham Bar Hiyya: Llibre de geometria, Hibbur hameixihà uehatixbòret, Segons el text editat i prologat pel Dr. Miquel Gutmann/Abraam bar Hiia; Versió de l'hebreu per J. Millàs i Vallicrosa, Alpha, Barcelona, 1931; Abraham Bar Hiyya: La obra enciclopédica Yesode hatebuná u migdal ha-emuná de Rabí Abraham bar Hiyya Ha-bargeloní /Edición cristica  con traducción, prólogo y notas por José Mª Millás Vallicrosa, Instituto Arias Montano (CSIC), Madrid/Barcelona, 1952; Abraham Bar Hiyya: La obra Forma de la tierra  de Rabí Abraham bar Hiyya Ha-bargeloní / Traducción del hebreo, con prólogo y notas por José Mª Millás Vallicrosa, Instituto Arias Montano (CSIC), Madrid/Barcelona, 1956; Abraham Bar Hiyya: La obra Séfer Hesbón mahlekot ha-kokabim (Libro del cálculo del movimientode los astros) del Rabí Abraham bar Hiyya Ha-bargeloní / Edición crítica, con traducción, introducción y notas por José Mª Millás Vallicrosa, Instituto Arias Montano (CSIC), Madrid/Barcelona, 1959.
Yehudá ha-Leví
El apologista hebraico-andalusí Yehudá ha-Leví (1075-1141) escribió el Libro de la prueba y de la demostración en defensa de la religión menospreciada, más conocido con el título de «El Cuzarí». Los argumentos de esta obra apologética partían del hecho histórico de la conversión al judaísmo del Jan de los jazares turcos (instalados en las estepas de Rusiameridional) en el siglo VII. Conviene subrayar que una obra como «El Cuzarí» jamás habría visto la luz si no hubieran servido de ejemplo otros tratados  polémicos surgidos en el seno de la religión musulmana (cfr. El Cuzarí, Editorial S. Sigal, Buenos Aires, 1961; Arthur Koestler: El imperio kazaro y su herencia, Aymá, Barcelona, 1980).
Abraham Ibn Ezrá
Tras la colosal figura de Abraham Bar Hiyya, tan importante para la educación de Europa, hay que citar otra de igual relieve, la del tudelano Abraham Ibn Ezrá (1089-1164).
De él dice el hebraísta sefaradí David Romano: «Es el más influyente de los científicos judíos que vivieron en la Alta Edad Media cristiana y lo es en su doble faceta de creador — realmente es el único de su época— y trasmisor, no sólo a los intelectuales judíos, sino también a los cristianos. Fue autor prolífico en muy variados campos. Gramático, teólogo, exegeta bíblico (...) Asimismo se ocupó mucho y bien de temas científicos: cultivó sobre todo el campo matemático, en especial el astronómico y su aplicación astrológica; en cambio, nada sabemos de que se interesara por cuestiones médicas» (David Romano: La ciencia hispanojudía, Mapfre, Madrid, 1992, págs. 104-105).
Véase Abraham Ibn Ezra: El libro de los fundamentos de las tablas astronómicas de Rabí Abraham ibn Ezra / Edición crítica, con introducción y notas por José Mª Millás Vallicrosa, Instituto Arias Montano (CSIC), Madrid/Barcelona, 1947; Abraham Ibn Ezra: Séfer Sahot de Abraham ibn Ezra / Edición crítica y versión castellana/Carlosd del Valle Rodríguez, Universidad Pontificia, Salamanca, 1977.
Yehudá al-Harizí
En el siglo XII el escritor Yehudá al-Harizí (h. 1170-1235), nacido cerca de Barcelona, de una familia oriunda probablemente de Granada, vivió, sobre todo, en Toledo, Cataluña y Sur de Francia. Adoptó en la literatura judeoandalusí las reglas y las imagenes  de la poesía islámica, y fue autor de una colección de Maqamat(6)
titulada «Tahkemoni».
«Su labor traductora del árabe al hebreo se centra, por ejemplo, en "Los dichos de los filósofos", de Hunayn ibn Ishaq, en una carta atribuida a Aristóteles , en varios tratados de filosofía y medicina, en el "Libro sobre el alma " del Pseudo Galeno, y, sobre todo, en la "Guía de los perplejos" de Maimónides» (Joaquín Lomba Fuentes: La raíz semítica de lo europeo. O. cit., pág. 59).
6-Las Maqamat (composiciones de un genero  literario caracterizado por su temática ejemplarizante y humorística) fue un estilo revolucionario desarrollado por la literatura islámica cuyo principal exponente fue Abu Muhammad al-Qasim Ibn Alí al-Harirí (1054-1122), perteneciente a la denominada "Escuela de Bagdad".
Moisés Ibn Ezrá
El granadino Moisés Ibn Ezrá (1060-1139) escribió el más importante tratado de teoria  poética judía en árabe, llamado Kitab al-muhadarah ua al-mudhakarah. Véase Alejandro Díez-Macho: Moshé ibn Ezra como poeta y preceptista, Instituto Arias Montano, Madrid, 1953; Angeles Navarro Peiró: El tiempo y la muerte . Las elegías de Moseh ibn Ezra, Ed. Universidad de Granada, Granada, 1994; Paul B. Fenton: Philosophie et exégese dans le jardin de la métaphore de Moïse Ibn Ezra, philosophe et poète andalou du XIIe Siècle, Leiden, 1996).
Ibn Paquda
Siempre en al-Ándalus, el filósofo y moralista judío zaragozano Bahya Ibn Paquda (segunda mitad del siglo XI), influenciado por las corrientes gnósticas islámicas y neoplatónicas, escribió en árabe la «Doctrina de los deberes de los corazones» (al-Hidaya ila fara’id al-qulub), (Editorial S. Sigal, Buenos Aires, 1958) una de las obras maestras de la literatura ascética.
Conviene resaltar que algunas de estas obras se han conservado hasta hoy gracias a su traducción en hebreo (habiéndose perdido la traducción árabe, o la traducción latina a partir del hebreo).
Dice Ibn Paquda:
«Te he buscado, Dios mío, a media noche
en el fondo de mi alma entre tinieblas;
te he recordado en los atardeceres
y brilló para mí la gloria de tu nombre
como la luz del sol esplendorosa».
Maimónides, pensador judío en lengua árabe
El Rabí Moshé Ben Maimón, en árabe Abu Imran Musa Ibn Maimún Ibn Abdallah al-Qurtubí, el Maimónides de los latinos, que recibió el apodo de RaM-BaM (ram-bam), nació en la ciudad hispanomusulmana de Córdoba el 30 de marzo de 1135 y falleció en Fustat, el viejo Cairo, Egipto, el 13 de diciembre de 1204.
Eminente médico, jurista y filósofo, en 1160 emigró a Fez, en Marruecos, para beneficiarse de las enseñanzas del sabio Yehudá Ibn Sason. Luego de un viaje por Palestina (1165), se radicó definitivamente en Fustat. Allí muy pronto se hizo célebre practicando la medicina de tal manera que se convirtió en médico personal  del último califa fatimí al-Adid (g. entre 1160-1171) y de su sucesor, el sultán Salahuddín al-Ayubí (1137-1193), el Saladino de los cruzados.
Hacia 1173, su hermano menor David, próspero comerciante de piedras preciosas, murió ahogado cuando el navío musulmán que lo transportaba se hundió en el Océano Indico. Por esa época, Maimónides se casó por segunda vez —su primera esposa había fallecido joven, tiempo atrás en al-Ándalus— con la hermana de Abu-l-Ma'ali Ben Hibbat Allah, un judío que era escriba de la corte de Saladino.
Maimónides es el máximo pensador judío de la Edad Media y el polígrafo por excelencia del Judaísmo. Sus obras, todas escritas en árabe, abarcan las disciplinas más importantes y fueron redactadas en su mayoría durante su residencia en Egipto.
Sobre astronomía escribió el «Tratado sobre el calendario (judío)» (1158), las «Reglas de la consagración de la neomenia» (antes de 1180) y una «Carta a los rabinos de Marsella sobre la astrología » (1194). Sobre filosofía, destacan su «Guía de los descarriados (o de los perplejos vacilantes)» (realizada entre 1185 y 1190), titulada en árabe Dalalat al-ha'iríny llamada en hebreo Moré nevujím. Sus obras médicas principales son «Aforismo médico de Moshé» (1187-1190), «Tratado sobre el asma » (1190), «Sobre el coito» (1191), «Sobre higiene » (1198) y «Explicación de las particularidades (de los accidentes )» (1200). De sus obras rabínicas sobresale la «Segunda Ley » (1180), en hebreo Mishné Torá.
Maimónides es el paradigma  de la hermandad judíomusulmana y de la tradición abrahámica monoteísta. Su principal esfuerzo fue conciliar la religión revelada con la razón en base a la vía abierta por la filosofía islámica (falsafa), afirmando que la adquisición de la ciencia es una de las formas más elevadas de la fe.
Influenciado por Razes, al-Farabí, Avicena, Avempace, Avenzoar, y particularmente por su compatriota y vecino, el cordobés Averroes, su pensamiento penetró en los ámbitos escolásticos cristianos e iluminó el camino de San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino.
Sus obras fueron vertidas al hebreo por traductores como Samuel Ben Yehudá Ibn Tibbón (1150-1230) y Moshé Ben Samuel Ibn Tibbón (m. 1283), y al latín, algunas por Edward Pococke (1604-1691), el profesor de árabe de Oxford.
Véase Maimónides: Guía de los descarriados, 3 vols., S. Sigal, Buenos Aires, 1955; Meir Orián: Maimónides. Vida, pensamiento y obra, Riopiedras, Barcelona, 1984; David Romano, Miguel Cruz Hernández, Diego Gracia y Juan Vernet: Maimónides y su época, Ministerio de Cultura/Junta de Andalucía/Ayuntamiento de Córdoba, Córdoba, 1986; Maimónides: Guía de los perplejos, 3 vols., Cien del mundo, México, 1993; Maimónides: Guía de perplejos, Trotta, Madrid, 1994; Abraham Joshua Heschel: Maimónides, Muchnik Editores, Barcelona, 1995; Maimónides: Guía de los perplejos, Ramón Llaca y Cía, México, 1996.
Ben Sahl
El sevillano Abu Ishaq Ibrahim Ben Sahl (1212-1251, de origen judío, fue un notable poeta que se convirtió al Islam destacándose en el estudio de las ciencias coránicas, y llegando a ser secretario del gobernador musulmán de Ceuta (cfr. Ben Sahl de Sevilla: Poemas, Hiperión, Madrid, 1984).
Ibn Falaqera
Shem Tov Ibn Yosef Ibn Falaquera o Palquera (1225-1295) fue un filósofo y traductor sefaradí, defensor acérrimo de las obras de Maimónides. Véase Semtob ibn Falaquera: Versos para la sana conducción del cuerpo. Versos para la sana conducción del alma de Sem Tob ibn Falaquera/Traducción, edición crítica y comentario por Mª Encarnación Varela Moreno (Universidad de Granada), Universidad Pontificia de Salamanca, Salamanca, 1986.
Moisés de León
El cabalista sefaradí Moisés de León (1240-1290) residió una buena parte de su vida en Guadalajara y publicó el Séfer ha-zohar ("Libro del Esplendor"), obra considerada por los cabalistas como el auténtico libro sagrado de la Cábala. Escrita en arameo, la obra redactada a modo de comentario de la Torá, desarrolla una exposición doctrinal teosófica que se encuentra a caballo de la cábala profética, propia de la escuela de Gerona y una corriente que se inclina hacia el redescubrimiento de la gnosis originaria.
En Mallorca se dibuja el mundo
Bajo la égida del rey aragonés Pedro IV el Ceremonioso varios judíos mallorquines destacaron en la fabricación de instrumentos de cálculo y también en el dibujo  de cartas de navegar y mapasmundi, como Abraham Crescas y su hijo Yehudá Crescas. Padre e hijo confeccionaron varios mapamundis, entre ellos el que se encuentra en la biblioteca  Nacional de París, conocido con el nombre de Atlas Catalán de 1375.
Este Atlas marca uno de los hitos más señalados de la cartografia medieval. Se trata de un portulano que consta de seis hojas de pergamino, de las cuales cuatro representan regiones costeras situadas entre Gibraltar y el mar de la China.
«En el reinado de Pedro IV (1336-1387) las casi mil familias instaladas en Mallorca y Menorca poseían un alto nivel cultural. Florecían entre ellos las ciencias, sobre todo lo relacionado con la navegación; muchos hebreos mallorquines destacaron como constructores de instrumentos náuticos, y la cartografía estaba por entero en sus manos. Abraham Crescas, de Palma, y su hijo Yehudá eran célebres por sus mapamundis (le llamaron "el judío de los mapas "); otros cartógrafos fueon Haim Ibn Rish, Gabriel de Valsecha (quien en 1439 diseñó el mapa que debía orientar a Américo Vespucio) y Mecia de Viladestes» (F. Torroba Bernaldo de Quirós: Historia de los sefarditas. O. cit., pág. 179).
Hasdai Crescas
Hasdai Crescas (1340-1410), fue un filósofo hispanojudío, de origen mallorquín, nacido en Barcelona. Fue un defensor de la tradición espiritual judía, y se opuso a Maimónides y otros autores judíos, a los que consideraba excesivamente racionalistas. Muchos de sus argumentos se basaban en las obras de Aristóteles, autor que conocía bien, y empleó argumentos racionales en su defensa de la tradición espiritual frente a cualquier tipo de intelectualismo.
En oposición a Maimónides, Crescas defiende la idea de la existencia de un ser infinito que se encuentra más allá y fuera del mundo (que identifica con Dios), así como la posibilidad de otorgar a Dios atributos positivos como la unidad y la simplicidad. Su obra fundamental es Or Adonai (La luz del Señor), que se
publicó en Ferrara (Italia) en 1596 y tuvo una gran influencia en la tradición de la filosofía judía. Hasai Crescas llevó a cabo la crítica de la fisica aristotélica, influyendo en Pico della Mirandola y en Spinoza.
Abraham Zacuto
El último exponente de la riquísima tradición astronómica andalusí fue el rabí Abraham Zacuto bar Samuel bar Abraham Zacut (1450-1522?), nacido en Salamanca. En la universidad de esa ciudad estudió medicina, astrología y matematicas . Luego de vivir algún tiempo en Zaragoza donde enseñó diversas disciplinas, retornó a su ciudad natal y en la universidad salmantina desempeñó la cátedra de astronomía.
En 1492, debido al edicto de expulsión contra los miembros de su confesión, Abraham Zacuto fue uno de los 120 mil judíos que buscaron refugio en Portugal. Allí, entre 1496 y 1497, asistiría con sus conocimientos astronómicos y náuticos a la preparación de la expedición de Vasco da Gama (1469-1524) —incluso con el suministro de uno de sus astrolabios—, contribuciones que serían exaltadas por Luiz Vaz de Camoes (1524-1580) en sus «Luisíadas» (Canto V).
Sin embargo, debido a las persecuciones ordenadas por Manuel I el Afortunado (rey de Portugal entre 1495-1521) a partir de fines de diciembre de 1496 contra los judíos, Abraham Zacuto se vio obligado a emigrar en forma definitiva de la Península. Con su hijo Samuel se dirigió a Túnez donde fijó residencia. Allí florecía una próspera y docta comunidad judía bajo los auspicios de la dinastía musulmana de los Hafsíes (1228-1534). Algunos años después, cuando la conquista española amenazó aquella costa africana, marchó a Turquía, pasando el final de sus días en Damasco (Siria). Su bisnieto fue el célebre médico llamado «Zacuto lusitano».
Las obras principales de Abraham Zacuto son una obra histórica compuesta entre 1480 y 1510: el Séfer Yuhasin ("Libro de las genealogías o de los linajes"), y dos tratados astronómicos: el Hajibbur Hagadol ("Compilación magna" o "Gran obra"), redactado hacia 1478, y el Almanach perpetuum ("Almanaque perpetuo"), publicado en Leria (Portugal) en 1496. Abraham Zacuto cita elogiosamente en sus trabajos a numerosos autores musulmanes como al médico ar-Razí o Razes (844-926), al astrólogo tunecino Ibn Raÿal, latinizado Abenragel (940-?), a los astrónomos Alfraganus (813-882) y Azarquiel (1029-1087), y a Averroes (1126-1198).
Véase Antonio Barbosa: O Almanach Perpetuum de Abraham Zacuto e as Tábuas nauticas portuguesas, Coimbra, 1929; Francisco Cantera Burgos: El judío salmantino Abraham Zacut. Notas para la historia de la astronomía en la España medieval, Bermejo, Madrid, 1931; José Luis Lacave: El «Séfer Yuhasin» de Abraham Zacut, Facultad de Filosofia y letras, Madrid, 1970; Abraham Zacut: Almanach Perpetuum(en castellano), Imprensa Nacional-Casa de Moeda, Lisboa, 1986.
Cristóbal Colón y el descubrimiento de América
Fuente de controversias entre los especialistas, la contribución de judíos y conversos al descubrimiento de América parece haber sido de suma trascendencia.
Historiadores como Salvador de Madariaga (La Coruña 1886-Locarno 1978), sostienen que los Colombo descendían de judíos mallorquines (xuetas o chuetas) establecidos en Génova en el siglo XV —cfr. Salvador de Madariaga: Vida del Muy Magnífico Señor Don Cristóbal Colón, Sudamericana, Buenos Aires, 1991; Ibrahim Husain Hallar: Descubrimiento de América por los Árabes, Cap. III: «Cristóbal Colón judío», Edición del Autor, Buenos Aires, 1959,—; y que Cristóbal Colón (1451-1506) por tanto, era un converso (cfr. Simon Wiesenthal:
Cuando el almirante llegó a Portugal se casó con Felipa Moniz, cristiana nueva de origen judío. En tierra portuguesa Colón obtiene ayuda de los judíos para su proyecto , así como apoyo científico a través de mapas, tablas de astronomía y los trabajos de Abraham Zacuto (ver aparte).
En Castilla es acogido por el duque de Medinaceli, nieto de una judía. En la corte le ayudaron también Abraham Senior y Ashaq Abravadel, colaboradores de la reina, y en su favor intervinieron los conversos Juan Cabrero, Alfonso de la Caballería y Luis de Santángel. Este último adelantó 70.000 ducados para financiar la empresa .
Entre los tripulantes de las naves figuran un intérprete de hebreo y varios hombres de origen judío. Entre los 120 navegantes del primer viaje no había ningún sacerdote católico.
Es bien conocida la historia de Colón y del marinero morisco Rodrigo de Triana(7); ésta se constituyó en la primera de la larga serie de injusticias que caracterizaron a la colonización de las Américas (cfr. Georg Friederici: El carácter  del descubrimiento y de la conquista de América, 3 vols., FCE, México, 1987).
7-Rodrigo de Triana (fl. finales s. XV principios s. XVI), fue un marinero de origen musulmán, miembro del primer viaje americano de Cristóbal Colón. Conocido como Rodrigo de Triana, su verdadero nombre, al parecer, era el de Juan Rodríguez Bermejo, un morisco procedente de Los Molinos (Sevilla). Formó parte de la tripulación del primer viaje colombino a América, y su nombre ha pasado a la historia por ser el primero
en divisar tierra desde su puesto de vigía en La Pinta,en la madrugada del 12 de octubre de 1492. Lo que Rodrigo había avistado era una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Bahamas), cuyo nombre indígena era Guanahaní, a la que Colón llamó San Salvador Rodrigo de Triana no pudo cobrar los 10.000 maravedíes de recompensa que habían prometido los Reyes Católicos al primero que divisara tierra, ya que Colón adujo haberla visto antes que él y se embolsó la suma. En 1525, Rodrigo de Triana participó en la expedición del fraile dominico García Jofre de Loaisa (1480-1546) a las Molucas. El triste episodio que protagonizó Colón nada tiene que ver con la fe judía de sus padres y amigos. Éste se caracterizó por no ser precisamente un creyente y si más bien un individuo materialista, inescrupuloso y ambicioso que no trepidó en conducir un cargamento de esclavos al continente americano en su segundo viaje (1493) —cfr. Jean Meyer: Esclavos y negreros, Aguilar, Madrid, 1989, pág. 23—-.
León Hebreo
Yehudá León Abravanel (1460-1521), más conocido por León Hebreo, fue un famoso filósofo, médico y poeta sefaradí. Vivió en Toledo y emigró a Italia tras la expulsión de los judíos españoles. Escribió (en italiano) entre 1501 y 1502 unos Diálogos de amor (Espasa-Calpe, colección Austral, Buenos Aires, 1947) que alcanzaron gran notoriedad. Para León Hebreo, el amor  es el principio universal que domina todos los seres del universo ; es la idea de las ideas, tiene un origen divino y es la finalidad de toda forma de movimiento. La realidad de cada ser no es sino su grado de amor. En su obra se funden las influencias de la filosofía neoplatónica con otras ideas procedentes de Aristóteles, Ibn Gabirol, así como de las tradiciones judía, cristiana y musulmana. Los Diálogos fueron traducidos al español por Garcilaso de la Vega en 1590, y tuvieron influencia en el pensamiento de Baruj Spinoza.